Os dejo el enlace del blog del poeta Víctor Pérez que ha tenido a bien escribir una preciosa reseña sobre mi nuevo libro El mirador de los perezosos.
http://siroco-encuentrosyamistad.blogspot.com/2022/10/el-mirador-de-los-perezosos-de-sergio.html
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¿Qué se esconde tras esa vieja puerta pintada de azul? ¿O es más bien una ventana abierta a los recuerdos azules de la niñez?
Sergio Barce, como por un misterioso magnetismo, siempre vuelve a Larache, y nos arrastra con su ternura, con su sencilla, rica y ordenada prosa. Nos embelesa, nos remueve las emociones para hacernos sentir la belleza del desencanto, la melancolía de los recuerdos y también la realidad social. Asomado a su Balcón del Atlántico, el horizonte no es una frontera, sino un espacio de luz, un brote de resonancias azules que florecen y nos conmueven.
Los personajes que pueblan las páginas de sus relatos: niños desaliñados, mujeres inolvidables, viejos nobles, están todos marcados por el sello de la autenticidad. En sus historias nos acerca al corazón, al dorado espacio de Larache, donde a veces, en días claros, la luz parece nacer de la tierra. Una ciudad súbitamente envejecida, de piel surcada por las arrugas del tiempo y el abandono, surcos de dolor y ausencia, pero donde siempre la memoria rescata los momentos gloriosos.
Víctor Pérez
De José Sarria, Abderrahman El Fathi, Marta Querol y Sergio del Molino. De Encarna León, Inmaculada García Haro, Sonia García Soubriet, Abdellah Djbilou, Rocío Rojas-Marcos y Ahmed el Gamoun; y de Víctor Morales Lezcano, Hassan Tribak, Pepe Ponce, José L. Gómez Barceló y de Javier Otazu.
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Y más libros de Juan José Téllez, Alfredo Taján, José Sarria, Manuel Gahete, Tahar Ben Jelloun o Najat el Hachmi. De Julio Rabadán, Salvador López Becerra y Pedro Delgado.
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El cabo de Malabata a 10 Km de la ciudad de Tánger, posee un faro y un castillo medieval, desde hace ya casi cuarenta años existe un proyecto de unir a través de un túnel ferroviario subterráneo, bajo el mar, la punta Malabata con punta Paloma en España; unir África y Europa es el sueño que nació cadáver, como muertos parecen los sueños de los protagonistas de la novela de Sergio Barce que junto a “El libro de las palabras robadas” y “La emperatriz de Tánger” completa una trilogía cuyas escenas se desarrollan en Tánger durante los años cuarenta y cincuenta, años en los que la capital tangerina, dotada de un status privilegiado de ciudad internacional, fue ocupada por personas y personajes huidos de acontecimientos y lugares sometidos a las consecuencias del final de la segunda guerra mundial, un mundo de perdedores sin escrúpulos que buscan su salvación a toda costa.
La novela de Sergio Barce es excepcional, para mí la mejor de las tres, mantiene una tensión narrativa desde la primera a la última página. Todo comienza como así debe ser para una buena novela noir: un asesinato, mejor decir de dos asesinatos.
“El inspector jefe Hourani no podía librarse de la imagen de Christian Tesson yaciendo sobre el frío mármol en el depósito de cadáveres, solo y olvidado, algo que le costaba asimilar porque creía que el subinspector no merecía ese final tan trágico. La vida termina siendo injusta demasiadas veces, pero si meditaba en profundidad sobre todo lo ocurrido tenía que admitir que en realidad nada podía haber acabado bien en esa historia. Ahora le parecía que había transcurrido un siglo y, sin embargo, todo se desencadenó tras el asesinato de Jacques Duhamel, cometido apenas unas semanas atrás”.
La narración vira hacia el pasado para a través de las investigaciones policiales intentar desentrañar a los asesinos del primer crimen. Una investigación dirigida por el inspector jefe marroquí nacido y criado en Bélgica Amin Hourani, que previa a su llegada a Tánger había trabajado en Beirut.
Una novela llena de violencia y rencores, de traidores y espías, pero también plagada de ternura y esperanza. Un ambiente nocturno y sórdido (el de los cafetines tangerinos), pero también de penas y fracasos aliviados en la apacibilidad y humanidad de los personajes. La novela se lee con vértigo y te mantiene en tensión desde las primeras a las últimas escenas. La habilidad de Barce es conseguir evocar con sus descripciones y diálogos, crear imágenes dotadas de poderío. Como lector no he leído “Malabata” con los ojos, sino con los “ojos de la mente”, que, como decía Stevenson, es encontrar la pepita de oro, que desde luego, la ha conseguido.
Se contagian las pasiones del autor: la literatura y el cine, que encontramos determinantes en toda la novela, como son el libro raro de Goethe o la escena de Gary Cooper en “Solo ante el peligro”.
Los personajes secundarios son magníficamente dibujados, lo que dice mucho de la textura y equilibrio de toda la trama. Así el subinspector Medina, ayudante del inspector jefe Hourani, adscrito permanentemente al mismo número de lotería que comparte con su jefe, es un policía expeditivo y angustiado, escéptico, sabedor que los sueños quedan igual que los cadáveres en una cuneta o Christian Tesson, el inspector que lleva impregnando en su alma el rencor y el odio de un pasado cruel del cual exige venganza o Yamila, una bellísima danzarina, que le arrebata el alma a Hourani y que a su vez es la última esperanza a la que se agarra el inspector jefe.
Novela con mayúsculas, con momentos líricos también memorables como la siguiente escena en el desierto:
“Por fin pudo encenderse un cigarro. Había dejado a sus hombres acostados en el interior de la tienda y se había llevado consigo un candil que dejó en el suelo, junto a sus pies. Se sentó al abrigo del muro de piedra, bajo un cielo inconmensurable repleto de estrellas que parecía fáciles de ser asidas con las manos, como simples racimos de uva colgados del techo. El desierto es así de inextricable, capaz de ofrecer los horizontes más lejanos y a la vez la posibilidad de rozar la luna con la yema de los dedos.”
Una novela llena de humo y de soledad, de sueños rotos y de esperanzas cosidas de un hilo.
Una nota aclaratoria del autor nos avisa de que no es todo real, a mí me lo parece, o por lo menos así podía haber sido sin duda, es la verosimilitud lo que hace a “Malabata” tan compacta, sedosa y atractiva.
El Glosario de árabe es un aporte inteligente y oportuno que nos ayuda no solo a comprender ciertas expresiones de los diálogos, sino que nos enseña expresiones muy fáciles de aprender y que son de gran utilidad, como Shukram (gracias), Saha (salud) o Safi (ya está).
Como lector habitual, afirmo con rotundidad que Sergio Barce se ha convertido en uno de los mejores escritores euroafricanos de novela noir.
Mi enhorabuena.
Víctor Pérez Benítez
Víctor Pérez, Mónica López y Sergio Barce