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VALENCIA – LA ESCRITORA SUSI BONILLA PRESENTÓ «TODO ACABA EN MARCELA», NOVELA DE SERGIO BARCE

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«Pese a su llamativa portada, casi de cómic,  realizada por la ilustradora Ángela Martín Salinero, no estamos ante un libro. Estamos ante una película. Y no de esas que los fines de semana nos inducen a la siesta. Una película de Goya, de Óscar o de cualquier premio que se tercie. 

Han pasado bastantes años desde que conocí el trabajo de Sergio y, nada más comenzar a leer este, me invadió un intenso deseo de que llegase a Valencia para comprobar que era la misma persona caballerosa y elegante que yo recordaba. Tan solo con las primeras páginas de esta novela experimenté una sensación muy inquietante.  Este no es mi Sergio, me lo han cambiado, pensé. Pero NO. Sergio no cambia, Sergio crece y cuando has leído una obra suya que te parece insuperable llega la siguiente, se adueña del más difícil todavía y te demuestra que lo es.

Hasta ahora, Malabata era su novela más dura. Una trama policial descarnada y salpicada de sangre a la que Marcela ha superado con una crueldad que te araña en cada página. Con Marcela se ha rebautizado. En lugar de Sergio Barce yo le llamaría Sergio Sangre o cualquier nombre similar que nos llevase a la figura de un vaquero del lejano oeste que atrapa al malvado más malvado de todos los malvados. Un bautizo en el que no se derrama agua bendita sino sangre, sangre a borbotones. 

En solo dos páginas sentimos asco, odio, horror y una rabia intensa que sigue con nosotros durante toda la historia. Solo quieres correr hacia un objetivo, necesitas castigar, incluso torturar. Necesitas ajusticiar. No sientes que lees, sientes que conduces por las carreteras de Málaga, conduces mientras rebuscas en tu interior la brújula que te devuelva a ese antes del instante en el que toda tu vida cambió para siempre. 

La novela comienza fuerte, con sangre, martillazos, un rostro desfigurado y un dolor físico y psíquico que te estrangula el alma mientras te preguntas si puedes seguir sintiendo tanto malestar. Y sí. Sergio mantiene el ritmo y la tensión te invade durante toda la narración. Ya no tienes paz. Pese al brutal comienzo, el ritmo se mantiene trepidante hasta el final. Nos atrapa con secuencias, escenas encadenadas con planos perfectamente encajados y diálogos integrados en el texto. Un texto tremendamente ágil y adictivo. 

La historia consigue centrar nuestra mente en el momento presente, algo muy valioso como entrenamiento para nuestro bienestar mental. Nos focalizamos en la trama y nuestra atención permanece en ella sin distracción alguna pues nos sentimos partícipes de lo que va ocurriendo a través de la sensorialidad que envuelve cada pasaje. 

El maltrato a la mujer aparece en la obra de un modo que yo no había experimentado hasta ahora. Sin extenderse demasiado en ello aborda todas sus caras, desde el más sutil daño psicológico hasta llegar a la violencia del asesinato pasando por la crueldad verbal y física. La palabra maltrato queda muy pequeña en esta historia y sentimos en cuerpo y alma el desgarro de la violencia de género. Es una novela de venganza, articulada con muchas piezas, el maltrato es una de ellas y la forma de mostrarlo consigue introducirlo en nuestras vidas como en la vida real, casi sin darnos cuenta, en muchas ocasiones pasando desapercibido hasta que es demasiado tarde. Sientes en tu interior la vejación, la impotencia, el miedo, el dolor, el desconsuelo, la rabia, la ira y el vacío que deja una mujer en la vida de sus allegados. Una mujer que deja de tener una identidad para convertirse en un número. A Marcela le roban la vida y la humanidad. En dos páginas se convierte en la 59 y tú sientes un odio que, quizás, nunca antes habías sentido, un odio y una repulsión sin límites hacia Teo, el bizco. Y ya se desencadena el entramado interno que va a zarandearte durante toda la lectura. ¿Dónde están los límites? ¿Cuáles son nuestras líneas rojas? 

Y es que, aunque estamos ante una novela de género negro que cumple con disciplina todos los requisitos como tal, lleva impreso el sello Barce y eso hace que nos encontremos con personajes nada simples, con seres con múltiples aristas tan reales como cualquier ser humano y es a través de estos personajes cuando junto al maltrato y la venganza encontramos otros temas que interesan al autor y que aparecen en otras de sus obras como la corrupción, el paso del tiempo, la figura de la madre, la relación paterno filial, las relaciones de pareja y el arraigo a nuestra infancia y nuestras raíces. 

El sello Barce nos regala una narrativa sensorial y cuidada con mimo. Sergio es un creador de atmósferas. Sientes olores,  temperaturas y escuchas sonidos. El garaje, el interior de los vehículos, el granero, las casas, los bares… Aparece otra constante del autor que es la atracción por los ambientes cargados de humo, de hecho, llama la atención que muchos personajes son fumadores. Unos ambientes que siempre me parecen metáfora de nuestra existencia, como seres que estamos en constante búsqueda de claridad. Encontramos guiños traviesos al arte. El cine y la música salpican el texto y le dan verosimilitud. También guiños hacia la literatura, nombrando alguna de sus obras anteriores. En este caso es Malabata la que aparece en el texto, quizá por destronada o por agradecimiento a ser la precursora de un Sergio muy negro. El detallismo aparece como en obras anteriores enriqueciendo la historia y dotándola de gran verosimilitud. Las ciudades son tratadas como un personaje más, con sus luces y sombras, y también el héroe de Sergio en esta novela dista bastante de ser todopoderoso e invencible. Iván muestra la disciplina y la fragilidad, la pelea y la vulnerabilidad. Un personaje con cicatrices y límites que pueden llegar a ser borrados. Esa humanidad lo hace muy real y lo acerca al lector.

Inicialmente me sorprendió que no fuese Tánger el escenario elegido para esta novela. Es Málaga, aunque, como no podía ser de otro modo, Sergio acaba desembarcando en Tánger y llegando a Larache. También entre Málaga y Tánger transcurre otra novela de Sergio: El libro de las palabras robadas.

Es mágico sentir como nada más pisar suelo tangerino hay algo que suaviza nuestro interior a pesar de que la trama sigue siendo desalmada. Sentimos cierto refugio, como si volver al hogar, a nuestra niñez, nos acunara de algún modo. Tánger dulcifica sin que la trama pierda ni un ápice de su ferocidad. Y en este escenario aparecen otros olores, otros sonidos y de nuevo el valor del arraigo, en los platos típicos, en los reencuentros, en los viejos lugares.

Viajamos por las carreteras de Málaga y, al mismo tiempo, realizamos un viaje interior en el que nos preguntamos cómo un ser humano puede convertirse en un monstruo, cuáles son nuestras líneas rojas para pasar al lado oscuro y cuantos monstruos podemos tener a nuestro alrededor sin saberlo.

Sergio no puede disimular su sello. Tiene una voz propia, aunque asesine de modo cruento, muestre hombres que huelen a carburante o coches que rezuman orines. Su elegancia narrativa es inigualable. Sergio trenza, y va intercalando emociones, luces y sombras, cambio y permanencia, pérdidas y encuentros, música y letra. Trenza con agilidad y precisión sin dejar ningún cabello despeinado.

Pese al título de la novela, os aseguro que todo empieza con Marcela. El dolor convierte a las personas en fieras heridas y una fiera herida solo ataca, aunque te acerques para ayudarla. En ese momento en que el dolor es insoportable se desdibujan los límites del bien y del mal y la venganza ciega y anula. Es entonces cuando nos cuestionamos la ley y la justicia, a todo y a todos, incluso a nuestro propio yo. ¿Dé que seríais capaces si os arrebatan a un ser querido? ¿Podríais torturar?  ¿Hacer daño sin ningún remordimiento? ¿Dónde queda la empatía? ¿Dónde queda el humano que deja de serlo? 

Como dijo un personaje de Malabata : “Un hombre no sabe lo que puede hacer hasta que se enfrenta a una situación extrema. Llevamos la semilla del mal larvada en nuestra alma. De eso no tengo ninguna duda”

Marcela os obligará a evaluar cómo y cuándo vuestra semilla podría germinar.

Susi Bonilla»

Estas palabras de Susi Bonilla planearon por entre los asistentes a la presentación de mi novela Todo acaba en Marcela (Ediciones Traspiés) el pasado 27 de abril, para encandilarlos y seducirlos. Como me ocurriera en Barcelona, con Youssef El Maimouni, en Valencia, con mi querida Susi Bonilla, sabía que todo iría sobre ruedas, que nadie como ellos para hacer que mi libro fuera mejor de lo que es. Y releyendo todo lo que destripó Susi de esta historia negra, descubro que ha sido un análisis minucioso y admirable. No puedo estarle más agradecido.

Estuve rodeado de muy buenos amigos, Susi, Celia Corrons (responsable de estas buenas imágenes que acompañan a este post), Alicia Muñoz Alabau, Tina Suau, Rafael Tormo, José Luis Rodríguez, Francesca Sergi (que es quien ha traducido algunos de mis cuentos al italiano y que trabaja en mis novelas), Nieves Martínez, Marisa Ramón (mi fiel lectora) o Mauro Guillén con quien compartimos luego una cena en la que brindamos por el nacimiento de su nueva nieta: Claudia. El mejor día para esta celebración.

Impresionante el ambiente de la Feria del Libro de Valencia. Y feliz por esta hermosa presentación y la posterior firma en la caseta de Librería BiblioCafé.

Sergio Barce, 5 de mayo de 2024 

  

Cena la noche antes con mis amigas Nieves Martínez y Francesca Sergi
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José Luis Rodríguez, de BiblioCafé, de anfitrión perfecto
SUSI BONILLA, genial, como siempre
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Firmando para mi amiga Alicia Muñoz Alabau. Ella me firmó su nueva novela. Nos leemos.
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Entre mis amigias Susi Bonilla y Celia Corrons
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Con Francesca Sergi, mi traductora al italiano
Con Tina Suau, siempre hablando de Tánger cuando nos vemos
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NUEVOS LIBROS CON AMIGOS

Nuevas imágenes pertenecientes a mi biblioteca en las que alguna de mis obras acompaña a los títulos de buenos y queridos amigos escritores.

Hoy: mi novela La emperatriz de Tánger, posando con otros títulos muy tanyauis: Mohamed Chukri, de Rocío Rojas-Marcos;  Los irregulares de Tánger, de Santiago de Luca, y a Un cierto Tánger, de Fernando Castillo. 

Mi libro de relatos Últimas noticias de Larache y otros cuentos, junto a Crónica del Norte (Viajeros españoles en Marruecos), del añorado Abdellah Djbilou, y junto a Del Rif a Madrid (Crónica sarracina de un hispanista marroquí), de Mohamed Abrighach.

Y algunos de mis relatos en libros colectivos en los que he participado junto a un gran número de autores (a muchos guardo especial cariño), pero que no voy a poder enumerar por ser numerosos, aunque ellos saben quiénes son: mi cuento «Cien rifles», dentro de La narrativa tenía un precio, que coordinó Mario Sanz Cruz para Carboneras Literaria, de Playa de Ákaba (Almería); mi relato «La librería del tío Hugo», formando parte de Me estás pisando el Chéjov, para Espai Literari (Barcelona), y otro de mis cuentos titulado «La Venus de Tetuán», en el libro Por amor al arte, que coordinó Mauro Guillén, para Generación BiblioCafé, con Jam Ediciones (Valencia).

 

 

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VALENCIA – 14 DE DICIEMBRE – PRESENTACIÓN DE «EL MIRADOR DE LOS PEREZOSOS»

 

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Una vez más estaré en Valencia para presentar mi nuevo libro El mirador de los perezosos. Un lugar que siempre me ha traído suerte. Al menos, ya tengo la garantía de que la presentación será exquisita, porque. por tercera vez, me acompañarán Susi Bonilla y Mauro Guillén. Y a nuestro lado, BiblioCafé con José Luis Rodríguez. Será el 14 de diciembre, a las 19:00 horas, en el Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia, un lugar excepcional en el que nos veremos gracias a Carlos Salazar. El encuentro promete buenos instantes y, a través de mis relatos, pasearemos juntos por Tánger.

 

SUSI BONILLA, SERGIO BARCE Y MAURO GUILLÉN

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«SALGAN CON LOS LIBROS EN ALTO», UN NUEVO TÍTULO DE LA GENERACIÓN BIBLIOCAFÉ

Aunque no podré asistir al aniversario de nuestro grupo literario, comparto la alegría por haber llegado hasta aquí con un puñado de escritores a los que me une la pasión por narrar. Diez años ya, y continuaremos, guiados por la mano experta y pacífica de nuestro boss: Mauro Guillén. La Generación BiblioCafé tiene nuevo libro de relatos: Salgan con los libros en alto. Con un diseño magnífico para la cubierta obra de Paco Roca.

 

 

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DÍA DE LAS LIBRERÍAS, CON PABLO ARANDA

Hoy es el Día de las Librerías. He escrito varios relatos y alguna novela ambientados en librerías, como los cuentos <Librería Sueños>, que apareció en el libro colectivo Último encuentro en BiblioCafé (GB y Jam Ediciones – Valencia, 2014) o <La librería del tío Hugo>, publicado en otro volumen colectivo titulado Me estás pisando el Chéjov (Espai Literari – Barcelona, 2016), y la novela corta El laberinto de Max (Mitad Doble & Ediciones del Genal – Málaga, 2018). Pero quizá sea el cuento que escribí para el 50 Aniversario de la Librería Proteo de Málaga, el que  me resulta más entrañable, porque fue un homenaje a Pablo Aranda y su libro infantil Fede quiere ser pirata, que, al final, se convirtió en un texto de admiración y cariño hacia Pablo y un homenaje a quienes durante años han estado al frente de la Librería Proteo. Así que hoy, en este día, me place recuperar mi relato El renacuajo de Pablo, rendir homenaje a las librerías con él y, sobre todo, recordar al amigo y al escritor Pablo Aranda, que sigue y seguirá con nosotros.

Sergio Barce, 11 de noviembre de 2022

EL RENACUAJO DE PABLO

   Federico entró en Proteo y se dirigió a la sección de libros de aventuras. Allí era donde solía encontrar sus novelas favoritas. Las de piratas y bucaneros. Y en seguida comenzó a ojear el estante a la caza de algún título novedoso. Estaba tan absorto en sus pesquisas que apenas reparó en un hombre que lo miraba con curiosidad, arrugando los ojos que se escondían tras unas gafas de pasta.

-¿Tú no eres Fede? -le preguntó el hombre de las gafas de pasta acercándose a él.

-Sí. Me llamo Federico.

Los dos se estudiaron en silencio. Y aunque la cara de ese hombre con gafas le resultaba familiar, Federico no acababa de reconocerlo.

-Soy Pablo. Pablo Aranda. El famoso escritor de novelas de piratas -dijo muy serio, y luego sonrió-. No. Es broma. Pero sí que soy Pablo Aranda. El escritor que te creó. ¿Lo recuerdas?

-¿Tú eres mi padre? -Federico había palidecido al escucharlo.

-Tampoco exageremos -dijo rápidamente Pablo Aranda temiendo que su prole creciera sin proponérselo.- Te observaba sin poder entender que hayas logrado escapar de la novela en la que habitas. Y menos aún que hayas crecido tanto sin mi permiso.

-¿Ves? Eres mi padre. Y me abandonaste cuando cumplí los cinco años.

Pablo Aranda enmudeció. De pronto, ese niño se le antojaba impertinente y malencarado.

-Fede, tú tienes a tu padre. Un cobarde, cierto, pero es tu padre y te quiere mucho. Y otra cosa más: nadie te abandonó a los cinco años. Eso te lo estás inventando tú.

-Es lo que me dijo Sergio. Que me abandonaste para irte con unos soldados. Siempre te he esperado -y al decir esto, su voz se quebró.

Federico giró la cabeza dejando que su mirada vagase por la estantería. La taza de oro, El corsario negro, La isla del tesoro, Los dueños del viento, Fede quiere ser pirata… ¿Fede quiere ser pirata? Releyó el título, perplejo.

Antes de que Federico pudiera reaccionar, Pablo Aranda se adelantó sagaz y se hizo con el libro, primorosamente editado. Lo abrió y pasó varias páginas. Luego levantó los ojos por encima de la montura de sus gafas de pasta negra.

-¿Cuántos años tienes? -Pablo Aranda lo preguntó con cierta cautela.

-Doce -respondió Federico sin apartar los ojos de la novela de Pablo Aranda-. ¿Qué hace ese libro en la sección de piratas y bucaneros? Es de literatura infantil.

-¿No dices que ya tienes doce años? -reconvino el escritor con una ironía acerada.

De pronto, las maderas del suelo crujieron y los dos se giraron. Jesús Otaola y Paco Puche encabezando un grupo que se acercaba con intenciones imprevisibles. Junto a ellos, Sergio, también con sus doce recién cumplidos, que había clavado su pierna ortopédica en el parqué; y un paso por detrás, Ana, Cristina, Francisco y Milagros, crispados porque eran los encargados de velar por los libros infantiles. Susana y Miguel Ángel franqueaban la puerta de salida. Y Vanesa, Carlos, Rosa, Beatriz, Carmen, Inma y Ana María se agolpaban a las escaleras. Pablo Aranda frunció el ceño. Y Federico se temió lo peor.

-Lo siento, Pablo -dijo Jesús Otaola-. No sé cómo ha podido ocurrir, pero te prometo que es la primera vez que se nos escapa un personaje de un libro.

-Lo devolveremos a las páginas de Fede quiere ser pirata -añadió Jonatan, que apareció por una puerta camuflada sacando unas esposas del interior de su cazadora-. Vamos, Fede, no nos lo pongas difícil.

-No puede regresar con doce años -protestó Pablo Aranda al grupo-. La novela dejará de tener sentido. Y, por cierto, ¿qué hace aquí Sergio?

-Salió de tu libro, pero solo para buscar a Fede -se excusó Paco Puche.

-En cuanto regresemos, volveremos a tener cinco años -lo interrumpió Sergio, y miró a su amigo-. Allí estamos mejor, Fede. Seguiremos soñando que somos piratas y viajaremos en nuestro bajel con Marga y con Isa.

Federico sopesó las posibilidades que tenía de huir de allí observando de reojo al grupo de Proteo-Prometeo. Famosos por no haber dejado escapar a ningún personaje si no lo hacían dentro del libro al que pertenecían. Y lo cierto era que añoraba sus años en la novela. Levantó la vista y escrutó a Sergio.

-De acuerdo -dijo en un susurro-. Pero con una condición, papá -y miró a Pablo Aranda.

-Y dale. Que no soy tu padre -replicó el escritor con voz de paciencia-. A ver. ¿Qué me vas a pedir?

-Que Isa deje de llamarme renacuajo.

-Pero si te lo dice con cariño -Pablo Aranda temía que ese cambio afectase a su historia y trató de convencerlo-. Llamarte renacuajo te hace más humano. Además, un niño de cinco años es un renacuajo.

-Entonces no volveré a la novela.

El grupo se movió inquieto, y Federico dio un paso atrás.

-De acuerdo -cedió Pablo Aranda-. Haré que Isa deje de llamarte renacuajo. Aunque seas un renacuajo.

Dicho eso, Fede y Sergio avanzaron juntos y se esfumaron misteriosamente de la librería. Pablo Aranda abrió su novela dejando escapar un largo suspiro.

-Menos mal. Todo parece estar en su sitio. Incluso ese renacuajo cabezota -susurró dibujando una sonrisa en sus labios.

Sergio Barce

 

PABLO ARANDA
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