Archivo de la etiqueta: Herminia Luque

Y MÁS AMIGOS ESCRITORES

Continúo esta serie de imágenes, pertenecientes a los títulos de mi biblioteca, en las que algunas de mis obras se muestran junto a las de otros buenos y queridos amigos escritores. Hoy: mi libro de relatos Paseando por el zoco chico, larachensemente, junto a El olivo de Larache, de Carlos Tessainer; Un largo sueño en Tánger, de nuestro añorado Antonio Lozano, y al lado de Larache a través de los textos, de Mª Dolores López Enamorado. 

Mi novela La emperatriz de Tánger, posando con Amar tanta bellezade Herminia Luque; Mar de lija, de Susana Gisbert y junto a El viajante, de Emy Luna.

Y mi novela Una sirena se ahogó en Larache, junto a Cordones pareados, de Paco Huelva; Melilla, 1936, de Luis María Cazorla; Alfa & Omega, de David Rocha, y junto a Carta blanca, de Lorenzo Silva .

 

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«LOS OJOS PINTADOS Y DESLUMBRANTES DE LA SERPIENTE», UN LIBRO DE HERMINIA LUQUE

Asistí hace unas semanas a la presentación de Los ojos pintados y relumbrantes de la serpiente, un ensayo de mi querida y admirada Herminia Luque, publicado por Pre-Textos, con el que ha obtenido el Premio Celia Amorós (XXXIX Premios Ciutat de València), en el que intervino nuestra también amiga y compañera de letras Carmen Enciso. Un estudio curioso y llamativo sobre la evolución que se ha ido produciendo respecto al concepto de belleza femenina a través de los textos y de distintos autores. Cuanto comentaban Carmen y Herminia acerca del contenido de este estudio, despertaba aún más mi interés por leerlo, y, al hacerlo, no defrauda en absoluto. Te das cuenta de que aquella idea primera del cristianismo de la belleza de la mujer como origen del pecado se ancló en nuestra cultura y enraizó de una manera profunda. Luego, se produjeron cambios, pero siempre hay un poso extraño tras esos avances, porque, a fin de cuenta, los pensadores siempre la situaron en un plano de inferioridad. Uno de esos cambios respecto del concepto de belleza femenino, se produce a partir de Rousseau. Escribe Herminia Luque lo siguiente:

“Editado en una prestigiosa editorial barcelonesa en 1907, en el libro La mujer moderna en la familia (un manual de comportamiento y educación femeninos escrito por una hipotética <condesa de A.>) se acude a la autoridad de Rousseau para dar solidez a sus argumentaciones: <La primera obligación de la mujer es agradar>, dijo Rousseau. El empeño de la mujer en hermosear su exterior y en hacerse digna de ser amada, no es coquetería sino legítimo deseo de agradar, deseo que el hombre aprecia y al que corresponde a veces con su afecto. La mujer que renuncia deliberadamente a embellecerse se hace antipática a los ojos de las demás mujeres, que la acusan de querer diferenciarse de ellas, y se hace sospechosa a los hombres, que recelan de la influencia de su ejemplo sobre las otras. El párrafo no tiene desperdicio. Si la invocación al filósofo ginebrino es pertinente, también lo es el hecho de señalar que el querer gustar no es coquetería, sino un <derecho legítimo>. La coquetería y el gusto por la indumentaria son las bestias pardas del discurso eclesiástico, como hemos visto en los capítulos precedentes. Pero en el siglo XVIII se abre una brecha en su legitimación al considerárselo como constitutivo de la esencia del sexo femenino…”

Sorprende en este libro lo que escribían algunos de nuestros más influyentes filósofos europeos o de los grandes novelistas y poetas. Herminia Luque, entre otros muchos, cita a Baudelaire:

“Baudeliare abomina del mundo natural, en cuanto imperfecto y antiartístico. Pero también deriva de ello su ambigua posición ante las mujeres, a las que considera más cercanas a la naturaleza que los hombres. Literalmente dice: <Tienen hambre y quieren comer; tienen sed y quieren beber; están en celo y quieren follar. ¡Vaya mérito! Las mujeres son naturales, o sea, abominables. De modo que son siempre vulgares, o sea, lo contrario del dandi.>

Ni que decir tiene que esa concepción también la plasmó en sus versos, de los que Herminia selecciona alguna “perla”. Pero antes de llegar a este punto, el recorrido que la autora hace desde la antigüedad y por los siglos anteriores a Rousseau es aún más demoledor. Solo mencionaré uno de los ejemplos a los que alude la escritora:

“En la Roma republicana, también Plauto (ca. 254-184 a.C.) hará en sus comedias una crítica a las mujeres centrada en aspectos de adorno y cosméticos. El blanco de sus diatribas serán tanto matronas como meretrices. En El cartaginés es precisamente una meretriz, Adelfasio, quien se burle de la manía de las mujeres de bañarse tanto y dedicar tanto tiempo a su aseo personal: <…desde que amaneció hasta ahora no hemos parado las dos de bañarnos, darnos masaje, secarnos, vestirnos, pulirnos y repulirnos, pintarnos y componernos; y al mismo tiempo las dos esclavas que estaban de servicio de cada una de nosotras nos han ayudado a bañarnos y lavarnos, aparte de los dos hombres, que han quedado agotados a fuerza de acarrear agua. Quita, por favor, hay que ver lo que da que hacer una mujer. Pero lo que es dos, tengo por seguro que son capaces de dar más trabajo de lo necesario a un pueblo entero, por grande que sea: de noche y de día, la vida entera nada más que acicalarse, bañarse, secarse, pulirse. En fin, que las mujeres no nos vemos nunca hartas: no sabemos poner fin a los lavatorios y masajes. Y es que, aunque estés aseada, si no se cuida una de todos los detalles en el arreglo, en mi opinión es como si no lo estuvieras.> Ya resulta curioso que se ponga un parlamento así en boca de una mujer. Pero lo que le resta, sin duda, verosimilitud es la comparación que precede a esta crítica: Adelfasio dice que quien quiera complicaciones que se agencie una mujer y una embarcación. Generalización con carácter de máxima que debía funcionar muy bien como chiste en la Roma republicana (y aún en sociedades no muy lejanas a la nuestra), si bien como autoacusación por parte de una mujer extraña bastante. No obstante, la utilización de meretrices como personajes en la comedia permitía crear situaciones donde se visualizaban muy bien las críticas misóginas del autor…”

En fin, que desde tiempos inmemoriales y hasta la actualidad, la mujer siempre ha sido objeto de atención y no siempre para alabarla sino para todo lo contrario. Como colofón, me ha llamado la atención el siguiente párrafo que Herminia Luque ha extraído de la prensa del siglo XIX, en concreto de un artículo del Semanario Pintoresco, en el que uno de sus periodistas escribió lo siguiente:

<Una mujer fea es una negación, un error de la naturaleza, una flor abortada, un hermoso fruto quemado por el hielo, un árbol que se ha encorvado al crecer, es en fin una anomalía>.

No se puede ser más energúmeno, y creo que sobran los comentarios.

Los ojos pintados y relumbrantes de la serpiente es un entretenido y aleccionador ensayo que le hace a uno reflexionar sobre la concepción que el mundo patriarcal y occidental ha ido construyendo sobre la mujer, y que sorprende por tanta barbaridad misógina. Admirable el trabajo de investigación de Herminia. Muy recomendable.

Sergio Barce, junio 2022

 

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LAS LLAMAS NO PODRÁN CON LA LIBRERÍA PROTEO DE MÁLAGA

Abderrahman El Fathi, Ahmed El Gamoun, Ahmed Mgara, Ahmed Oubali, Alberto Gómez Font, Alfredo Taján, Alice Wagner, Alicia Acosta, Alicia Muñoz Alabau, Ana Añón, Antonio Abad, Antonio Bravo Nieto, Antonio Fontana, Antonio García Velasco, Antonio Herráiz, Antonio Lozano, Antonio J. Quesada, Aurora Gámez, Aziz Amahjour, Bernabé López García, Carlos Salazar Fraile, Carlos Tessainer, Carmen Enciso, Cecilia Molinero, Cristián Ricci, Cristina Martínez Martín, David Rocha, Eloísa Navas, Emilia Luna, Encarna León, Enrique Baena, Enrique Lomas, Farid Othman Bentria Ramos, Felicidad Batista, Fernando Castillo, Fernando de Ágreda, Fernando Tresviernes, Francisco Morales, Francisco Muñoz Soler, Francisco Ruiz Noguera, Francisco Selva, Fuensanta Niñirola, Guillermo Busutil, Herminia Luque, Hipólito Esteban Soler, Inmaculada García Haro, Iñaki Martínez, Javier Lacomba, Javier Otazu, Javier Rioyo, Javier Valenzuela, Jes Lavado, José A. Garriga Vela, José Mª Lizundia, José F. Martín Caparrós, José L. Gómez Barceló, José L. Ibáñez Salas, José L. Pérez Fuillerat, José L. Rosas, José A. Santano, José Sarria, Juan Clemente Sánchez, Juan Gavilán, Juan Goytisolo, Juan José Téllez, Juan Pablo Caja, Julio Rabadán, Laila Karrouch, León Cohen Mesonero, Leonor Merino, Lorenzo Silva, Luis María Cazorla, Luis Leante, Luis Salvago, Manuel Gahete, Marceliano Galiano, Marcos Ana, María Sangüesa, Mario Castillo del Pino, Miguel Romero Esteo, Mohamed Abrighach, Mohamed Akalay, Mohamed Bouissef Rekab, Mohamed Chakor, Mohamed El Morabet, Mohamed Lahchiri, Mohamed Sibari, Miguel Sáenz, Miguel Torres López de Uralde, Miguel Angel Moreta Lara, Montserrat Claros, Mustafa Busfeha, Pablo Aranda, Pablo Macías, Pablo Martín Carbajal, Paloma Fernández Gomá, Patrick Tuite Briales, Paula Carbonell, Pedro Delgado, Pedro Munar, Pedro Pujante, Pepe Ponce, Presina Pereiro, Rafael Ballesteros, Ramón Buenaventura, Randa Jebrouni, Remedios Sánchez García, Roberto Novella, Rocío Rojas-Marcos, Sahida Hamido, Said El Kadaoui, Saljo Bellver, Salvador López Becerra, Santos Moreno, Sergio del Molino, Sonia García Soubriet, Susana Gisbert, Tahar ben Jelloun, Tomás Ramírez, Víctor Morales Lezcano, Víctor Pérez, Yolanda Aldón y Zoubida Boughaba Maleem.

Todos estos autores podéis encontrarlos en la página web de la Librería Proteo, de Málaga, que, como ya sabéis ha sufrido un grave incendio.

Librería Proteo necesita nuestra ayuda. Con todos estos autores que he mencionado me une algo, vínculos afectivos y de amistad en unos casos o eventos compartidos en otros. Por eso destaco sus nombres. Y para ayudar a la Librería Proteo, que tanto significa para Málaga y para nuestras vidas, que es además la sede de Ediciones del Genal, con quien he venido publicando mis últimos títulos, os pido que compréis al menos un libro de cualquier de estos escritores, el que más os guste o al que queráis descubrir por primera vez, y que la compra la hagáis a través de la web de Librería Proteo, que os indico:

https://www.libreriaproteo.com/

Entre todos, la librería Proteo de Málaga va a renacer, y entre todos vamos a ayudarles a que vuelva a señorear como ha hecho en estos cincuenta años. Durante la dictadura fue el lugar donde poder hallar los libros prohibidos y censurados, el refugio de quienes buscábamos aire puro. Tenemos que reencontrarnos de nuevo entre sus estanterías, abriendo los libros que se exponen, oliendo las páginas recién editadas, hallando nuevas aventuras en las que embarcarnos… 

Sergio Barce, mayo 2021

 

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RESEÑA DE HERMINIA LUQUE DE «UNA PUERTA PINTADA DE AZUL»

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Herminia Luque, enorme escritora, que el pasado año obtuvo el Premio Narrativas Históricas Edhasa con «La reina del exilio«, ha escrito una preciosa reseña sobre mi libro de relatos Una puerta pintada de azul, que comparto con vosotros. Aparece publicada en su página web, y la titula del modo más sugerente: Una puerta de melancolía azul. Ya solo ese título la hace más atractiva. Podéis acceder a través del siguiente enlace, por si queréis entrar en su página:

http://www.herminialuque.com/2021/04/25/una-puerta-de-melancolia-azul/?fbclid=IwAR09iNGZNnMZyXwiQ2GGzj118CutLYhj5gOIWhk94LGH6q0C0F8an-cM-X4

Una puerta de melancolía azul

25 abril, 2021 by Herminia Luque Ortiz

Una espléndida portada (una vieja puerta con su ajada madera azul, su pomo, su cerradura y su ¿aldaba?, también azules, ocupando toda la superficie de tapa dura), nos abre, en perfecta concordancia con el título, Una puerta pintada de azul, el no menos espléndido libro de relatos de Sergio Barce (Málaga, Ediciones del Genal, 2020).

  Apenas la abrimos, intuimos ya el implacable paso del tiempo al que da acceso esa puerta. Una pátina de melancolía recubre los escenarios de una ciudad de Larache multicultural, multiamical (esa multiplicidad de amigos de orígenes distintos), un multiverso que no existe ya. O quizá sí, más que nunca, porque Sergio nos recrea con el poder y la infalibilidad de sus palabras la ciudad de su infancia: unas calles donde vivieron los Céspedes, los Navarro, los Barce o la familia Ben Lahsen, edificios tristemente desaparecidos, como los cines Ideal y Coliseo y el teatro España, el Zoco Chico, el Balcón del Atlántico, tan evocador…

   Nunca yerra Sergio en la descripción poética de sus personajes: ese José Edery, que vuelve a la sinagoga de su niñez, convertida ahora en una casa privada; ese Abdeslam que abre todos los días, como quien inaugura el mundo, “la doble puerta de madera pintada de azul” (página 51); esa Lalla Sahida, hermosa y compasiva, aunque, tal vez por eso, desdichada; ese Ahmed que vive en una pasado siempre presente, un pasado continuo y redivivo hasta su último aliento…

   Hay también una puerta pintada de verde (página 184), la de una antigua tienda de regalos donde vendieron, sin sospecharlo jamás sus dueños, lo mejor del tiempo, el mejor de los tiempos en forma de reloj marca Flica…

  Sergio nos ha dibujado en este libro un bellísimo retazo de una geografía emocional, inalterable ya por obra y gracia de su destreza literaria. Abran la puerta azul (o la verde) y lo verán.

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AMIGOS EN MI BIBLIOTECA

Algunos de los libros de mi biblioteca. Libros escritos por autores que son mis amigos o que hemos compartido algunos buenos momentos o con los que me une alguna afinidad.

Ahí tenéis títulos de Mohamed El Morabet, José A. Garriga Vela, Antonio Lozano, Miguel Torres López de Uralde y Antonio Fontana.

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De José Sarria, Abderrahman El Fathi, Marta Querol y Sergio del Molino.  De Encarna León, Inmaculada García Haro, Sonia García Soubriet, Abdellah Djbilou, Rocío Rojas-Marcos y Ahmed el Gamoun; y de Víctor Morales Lezcano, Hassan Tribak, Pepe Ponce, José L. Gómez Barceló y de Javier Otazu.  

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Obras de Farid Othman Bentria Ramos, Antonio Abad, Yolanda Aldón, Zoubida Boughaba Maleen, Pablo Aranda y Ana Añón. Junto a los de Javier Valenzuela, Peter Viertel (con traducción de Marcos Rodríguez y Carmen Acuña), Miguel Romero Esteo, Pedro Pujante y Mohamed Sibari; y a los de Mohamed Akalay, José L. Pérez Fuillerat, Presina Pereiro, León Cohen y Víctor Pérez.

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Y más libros de Juan José Téllez, Alfredo Taján, José Sarria, Manuel Gahete, Tahar Ben Jelloun o Najat el Hachmi. De Julio Rabadán, Salvador López Becerra y Pedro Delgado.

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Están los libros de Herminia Luque, Emy Luna, Iñaki Martínez, José F. Martín Caparrós y Luis Mateo Díez. Y de Felicidad Batista, Saljo Bellver, Mohamed Chakor, Mohamed Abrighach y Mario Castillo del Pino.

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Libros de María Dolores López Enamorado, Paloma Fernández Gomá, Lorenzo Silva, Ahmed Mgara y Pedro Munar. De Cristina Martínez Martín, Mohamed Lahchiri, Juan Goytisolo, Alicia González Díaz y José García Gálvez. 

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Títulos de Mohamed Bouissef Rekab, Juan Pablo Caja, Mohamed Laabi, Guillermo Busutil y Ramón Buenaventura. También de Abdellatif Limami, Aziz Tazi, Abdelmawla Ziati, Roberto Novella, José Sarria, Manuel Gahete y Abderrahman Jebari. Junto a otros de Luis Leante, Laila Karrouch, Mohamed Abid, Said Jedidi y Pablo Martín Carbajal.

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Al lado de Sara Fereres, Santos Moreno, Francisco Morales Lomas, Abdel Rusi el Hassani y Mohamed Mrabet (con traducción de Albert Mrteh); y de Rocío Rojas Marcos, Ahmed Oubali, Pedro Delgado, Fernando Castillo y Luis María Cazorla.

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Libros de Randa Jebrouni, Jess Lavado, Carlos Tessainer, Eloísa Navas, Alicia Muñoz Alabau, y de Hipólito Esteban Soler, Fuensanta Niñirola, Susana Gisbert Grifo y libros de la Generación BiblioCafé.

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Libros muy especiales de mi biblioteca porque a la creación se une el elemento personal y afectivo.

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