Archivo de la categoría: RELATOS

EN SEPTIEMBRE, YA EN LA CALLE, «EL MIRADOR DE LOS PEREZOSOS», UN NUEVO LIBRO DE RELATOS DE SERGIO BARCE

A primeros de septiembre, saldrá a la venta mi nuevo libro de relatos El mirador de los perezosos (Ediciones del Genal). Diez relatos ambientados en Tánger, en los que muchos amigos, sin saberlo, son algunos de los personajes que habitan en sus páginas. Con una hermosa cubierta que reproduce uno de los cuadros de la pintora Consuelo Hernández, junto a un poema de Isaak Begoña como apertura del libro, cuenta con una magnífica maquetación de Nuria Ogalla.

 

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NOTAS A PIE DE PÁGINA 5 – NACE MI NUEVO LIBRO

He puesto punto final al noveno y último relato de mi nuevo libro. Todos ellos ambientados en Tánger.

Hay cuentos muy personales y cuentos inventados, historias que he vivido e historias que he soñado. He creado protagonistas y he modelado secundarios, pero también he convertido en personajes a gente que conozco o que he conocido y ya no están. Imagino a muchos de ellos descubriéndose en estas páginas y a otros sorprendiéndose al aparecer en ellas.

Ahora hago la última lectura antes de poder enviarlo a la editorial. Según me asegura Jesús Otaola, se publicará siguiendo el patrón del anterior libro, Una puerta pintada de azul: tapas duras y edición cuidada y exquisita. También la portada promete sorprender por su belleza.

No sé cuándo nace este libro, si lo hizo al escribir la primera letra del primer relato o lo hará cuando salga el primer ejemplar. Sea cual sea el instante, ya me parece un milagro haber acabado.

Vendrán las galeradas, el tedioso trabajo de corrección, pero más tarde aguarda el terror absoluto al fracaso, a no haber acertado, a dar un paso atrás en vez de una zancada hacia adelante. Todo libro es un reto, un salto al vacío.

Ambientarlo en Tánger ha sido fácil. Después de Larache, Tánger. Las dos ciudades me inspiran de distinga manera. El asombro en Tánger, el alma en Larache. Me queda Málaga, mi asignatura pendiente.

Me inquieta el hecho de que los tanyauis no se reconozcan en estas historias, pero las he escrito con pasión, como siempre hago cuando narro.

Hoy es 22 de marzo de 2022. Acabo de recibir un whatsapp de Eduardo Hernández, que me envía desde Larache, en el que me anuncia escuetamente: “Dicen que la semana que viene habrá barcos Algeciras/Tánger”. Incha alláh, pienso. Ya era hora. Es como si descorriesen unas tupidas cortinas que hubiesen permanecido echadas durante estos largos meses sin dejar pasar la luz del sol.

Me pregunto si el hecho de haber acabado mi nuevo libro y recibir este mensaje no será una señal. Quién puede saberlo.

Sergio Barce, 22 de marzo de 2022

 

 

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«UNA PUERTA PINTADA DE AZUL», DE SERGIO BARCE, PRESENTACIÓN Y FIRMA EN LA FERIA DEL LIBRO DE MADRID

 

 

16 de septiembre, a las 19:00 horas

en Casa Árabe, c/ Alcalá, 62

presentación del libro de relatos

«Una puerta pintada de azul», de Sergio Barce

Presenta:  Luisa Mora, jefa de servicio de la Biblioteca Islámica «Félix María Pareja» de la AECID.

Para asistir, se requiere inscripción previa, que podéis cumplimentar en el siguiente enlace:

https://www.casaarabe.es/eventos-arabes/show/una-puerta-pintada-de-azul

***

Y el día 17 de septiembre, a partir de las 19:00 horas

Firma de ejemplares en la Caseta nº 138 de Librería Balqis Casa Árabe

Feria del Libro de Madrid      

Más información en:

https://www.facebook.com/casarabe/photos/a.10150385120916943/10159143736076943/

 

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TRES MUJERES EN CABO MALABATA, ÓLEO/TABLA, 120 X 80 CM., CONSUELO HERNÁNDEZ

El óleo cuelga sobre una pared en blanco. Su autora, Consuelo Hernández, anuncia que en próximas fechas se expondrá en el Instituto Cervantes de Tánger, donde tal vez con toda lógica deba estar, a unos diez kilómetros de cabo Malabata. Observo esta hermosa pintura, y concluyo que sólo puede nacer de una artista especial y brillante. Consuelo lo es. No es un gran descubrimiento por mi parte, pero lo consigno. Y, sin dejar de admirar esta obra, imagino que esas tres mujeres inanimadas se encuentran en este preciso instante justo allí, en Malabata, en esa misma actitud que muestran en el cuadro, y también imagino que me encuentro cerca de ellas. Estoy en el lugar que ocupó la pintora para plasmarlas, tal vez tomándome un té hirviendo que sorbo ruidosamente.

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Apenas las escucho, hablan en voz baja, pero en seguida deduzco que estoy frente a tres generaciones de una misma familia. La abuela me da la espalda, su hija está sentada a la izquierda y su nieta es la joven que permanece en pie. Intuyo que el abuelo ha fallecido no hace mucho. La nieta parece la más afectada, sin levantar la cabeza, pensativa y entristecida. Su madre recuerda los días en los que su padre venía hasta ese mismo lugar para sentarse frente al mar, perder la vista y entregarse al silencio. Parece que era su rincón favorito, al que venía una vez a la semana. La nieta solía acompañarlo de pequeña. Ahora se lamenta de no haber mantenido esa tradición en los últimos tiempos. Oigo a la madre reprochárselo, preguntándose por qué habría dejado de hacerlo, como si supiera algo que la avergonzara. La abuela tercia sin éxito, y no puede evitar que la mujer le echa en cara a su nieta que la han visto últimamente en el mirador de los perezosos hablando con ese muchacho tanyaui de la serrería. La abuela suelta una risita cuando oye la respuesta: se excusa diciendo que no sabe por qué iba a verlo, que el muchacho la había enredado con palabras que ella no comprendía. Sigo observándolas. Creo que la anciana es la más sensata de las tres. Y vuelvo a escuchar su risa reprimida antes de ordenar a su hija que se calle; luego, le dice a su nieta, a la que llama mi pequeña Hanan, que todo está bien, que lo hecho, hecho está, y que el abuelo Ahmed era feliz viéndola feliz. Y que ella, cuando fue joven, también se dejó enredar por las palabras de su abuelo. Descubro unas lágrimas cayendo por las mejillas de la joven, mientras su madre mueve la cabeza de un lado a otro con resignación. Durante unos minutos, permanecen en silencio. Sin la compañía de Ahmed, el tiempo que me queda de vida ya no tiene sentido para mí, sentencia la abuela. Las tres sin moverse, como paralizadas por esa frase lapidaria. Y entonces me doy cuenta de que el día, que había amanecido con un sol resplandeciente, se ha tornado gris, el cielo raso ha perdido el celeste habitual, el mar como de plomo, incluso las tres mujeres parecen embozadas por ese mismo tono de ausencia, por la ausencia de Ahmed. Sólo la tierra rojiza mantiene su color vivo y palpitante, como si cabo Malabata se resistiera a las inclemencias de todo tipo. Es una imagen de una tristeza solemne y profunda. Imagino a Consuelo en su estudio de pintura, acercando el pincel para dar un último retoque al hiyab de la pequeña Hanan y dar un paso atrás para revisar el resultado. Ahora sí, dice.

Sergio Barce, septiembre 2021

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MICRORRELATOS DE CAPITEL – CUADERNO Nº 7

Acaba de ver la luz el Cuaderno Capitel nº 7, que edita la Asociación Capitel, de Málaga; una asociación que aglutina a un buen número de poetas, narradores, pintores y artistas que, hasta la pandemia, celebraba reuniones periódicas en torno a un libro, a una exposición o a un acontecimiento cultural. Reuniones que tendrán que volver a celebrarse muy pronto. Por necesidad perentoria. Para mí es una isla en la que uno puede ponerse a salvo frente a la inclemencia externa.

En este nuevo cuaderno, titulado Microrrelatos de Capitel, he tenido la suerte y el privilegio de colaborar no sólo con un cuento, que podéis leer más abajo, sino también escribiendo el prólogo; un privilegio porque es como componer la abertura a esta colección de historias minúsculas, pero sugerentes, y las distintas voces que en él se dan cita.

Además, la cubierta y las ilustraciones que acompañan a cada texto son obra del pintor larachense Francisco Selva, un toque de magia que redondea así esta bonita edición.

La relación de autores es significativa. Este es el índice completo, con los títulos respectivos de los microrrelatos que se publican:

SERGIO BARCE –La otra imagen

JUANMA BRAVO – Hier ne reviendras pas

ANTONIO ESTÉVEZ – El plantón

MARIANO FERNÁNDEZ CORNEJO – En blanco

INMACULADA GARCÍA HARO –Traición. y -La decisión de Ruth

ANTONIO GARCÍA VELASCO – Los motivos del masón, y -La columna

AUGUSTO GARCÍA WEIL – El hombre más humilde del mundo

ROBERTO J. MARTIN – Capitel

PILAR MENOYO – Juego de niños

CARLOS GUILLERMO NAVARRO – El transcurso del tiempo; -Desengaño; y -La pasión del recuerdo

JUAN ANTONIO NÚÑEZ – El que está completo

JOSÉ LUIS ORTIZ RODRÍGUEZ –El mundo a sus pies

VÍCTOR M. PÉREZ BENÍTEZ –La pérdida; -Sin rima y con renglón torcido

JOSÉ LUIS PÉREZ FUILLERAT –Impunidad literaria

JUAN PÉREZ POZO –La patrulla insumisa

ANTONIO J. QUESADA –Capitel

RAMÓN RAMOS –Orestíada

JOSÉ ANDRÉS SALAZAR AGULLÓ –Y si…

FRANCISCO SELVA LÓPEZ –El niño y el contenedor de basura; y -Carteles bajo el capitel

DORI TORRES –Excluida; -Misa de domingo; -Soledad; -Cambios continuos; y -Olvido

ALICE WAGNER ORTUÑO –El pórtico

 

El Cuaderno nº 7 probablemente se presente en Málaga a finales de septiembre o en el mes de octubre. Un cuaderno que regala agradables y pequeños momentos de lectura.

Sergio Barce, agosto 2021

 

LA OTRA IMAGEN

Brígida caminaba trabajosamente ayudándose del bastón que la sostenía a duras penas. Llevaba ya tres años con ese artilugio con el que mantener la verticalidad si no quería volver a partirse una pierna o, peor aún, la cadera, lo que sería su sentencia de muerte. Le parecía increíble, casi inverosímil, que ya la hubiesen condenado a depender del bastón, el anuncio de que, más pronto que tarde, habría de cambiarlo por un andador con cuatro ruedecitas, fácil de empujar y, sin duda, más seguro. Avanzó unos metros preguntándose dónde había abandonado a su juventud, cómo era posible que los años hubiesen huido de ella a tanta velocidad. Se detuvo jadeante a la entrada de una tienda de muebles, con una puerta escoltada por dos columnas y sus recargados capiteles, y Brígida miró al escaparate. Su figura encorvada se reflejaba en un espejo que allí se exponía. Parpadeó incrédula, y meneó la cabeza. No, esa no soy yo, masculló con rabia, y creyó dar una larga zancada para alejarse de esa imagen impertinente e insultante. No, esa no soy yo, repetía en una letanía de desasosiego clavando el bastón a cada nuevo paso.

Sergio Barce

 

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