Archivo de la etiqueta: Francisco Morales

PALABRAS DE JOSÉ SARRIA SOBRE «EL MIRADOR DE LOS PEREZOSOS» EN LA ENTREGA DEL PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es 4-.jpg

El pasado jueves, en el impresionante marco del Palacio de Carlos V, en la Alhambra, Granada, se entregaron los XXIX Premios Andalucía de la Crítica. Tras la lectura de cada una de las actas de cada uno de los premios por parte de María Rosal Nadales, un miembro de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios leía una semblanza o defensa de las obras galardonadas en las distintas categorías. Manuel Gahete lo hizo sobre Soñar en bicicletas, ganadora del Premio de Poesía, de Ángeles Mora; Francisco Morales, sobre La familia, ganadora del Premio de Novela, de Sara Mesa; y José Sarria, sobre mi libro El mirador de los perezosos, ganador del Premio de Relatos. Tras estas intervenciones, Ángeles, Sara y yo, improvisamos o leímos unas palabras para agradecer el premio. He de confesar que ha sido una suerte conocer personalmente tanto a Ángeles Mora como a Sara Mesa.

Y he de confesar igualmente que las palabras que dedicó José Sarria a mi libro me llegaron muy hondo. Su semblanza me pareció de una gran belleza y sinceridad, además de entrañables y afectuosas, y por eso le di y le vuelvo a dar las gracias.

De manera que, además del reportaje fotográfico, aquí reproduzco tanto las palabras de José Sarria como mi propia intervención, para quienes deseen leerlas.

Sergio Barce, octubre 2023 

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es anuncio-entrega-xxix-premio-de-la-critica-1.jpg  

«La historia se ha encargado de legitimar los estados y sus fronteras. Pero, existe un territorio que une a las mujeres y a los hombres mucho más allá de las delimitaciones políticas o naturales.

Esta región que trasciende a la geografía o al derecho internacional es el denominado continente sentimental, aquel en el que se encuentran, entrecruzan e hibridan culturas, lenguas o creencias. Es lo que ocurre en la demarcación de esa frontera imaginaria que inicia el recorrido en Andalucía para navegar, a través del Estrecho de Gibraltar, hasta alcanzar la región septentrional africana: emplazamiento de historias comunes, amalgamado por lo bereber, lo hispanovisigodo, lo árabe, lo sefardí y lo andalusí. En ese espacio singular, diría yo, casi mágico, que es el norte de Marruecos se produce el encuentro continuo de religiones, de creencias, de lenguas, de culturas, alcanzándose una hibridación, un mestizaje, que ofrece al escritor un marco novelesco de incomparable valor que muchos autores han sabido llevar a sus obras.

Tánger conserva el hálito de las lenguas (francés, español, dariya o haquetía), que supo poner banda sonora a la vida cotidiana de la antigua ciudad internacional, aquella que tuvo que ser la Casablanca de Humprey Bogart si la gente de Hollywood hubieran aprendido algo de geografía. En sus antiguos cafetines y teterías deambulaban Moisés Garzón Serfaty, Ahmed Daoudi, Ahmed Mohamed Mgara o Mohamed Lachiri, con sus primeros escritos en español bajo el brazo. La decadencia del Teatro Cervantes aún recuerda el día que recaló entre sus bambalinas la compañía de Juanito Valderrama y su plaza de toros fue testigo de algunas de las faenas que encumbraron a El Cordobés a lo más alto del reinado taurino, mucho antes de que fuera reconvertida, la plaza, en campo de hacinamiento para quienes, llegados de los lugares subsaharianos intentaron, un día, alcanzar el Dorado del norte.

Ese magma inconmensurable de lugares, personajes, historias y sentimientos, ha sido el material creativo que han sabido emplear, magistralmente, autores como Tahar Ben Jelloum, Mohamed Chukri, símbolo de resiliencia a partir de su emblemática novela El pan a secas, anfitrión de la Tánger internacional que supo recibir a la pléyade de artistas y escritores de la generación beat como Paul Bowles y su esposa Jane, Tenessee Williams o William Burroughs que erigieron a Tánger, en sus noches de desenfreno existencialista, como oasis de lo imposible.

Todos ellos, unos y otros, desde Ángel Vázquez, allá por los años  60/70 con su novela La vida perra de Juanita Narboni, hasta los más recientes, Leon Cohen Mesonero, Rafael de Cózar, Ramón Buenaventura, Antonio Lozano, Pilar Quirosa o Lorenzo Silva, han pretendido, han intentado, describir un tiempo en tránsito, anudar una época, unas personas, sus esperanzas, sus anhelos, sus frustraciones, en un marco tan inestable, tan movedizo, como es el de las fronteras y los espacios compartidos.

Y es ahí, en ese marco referencial de LA FRONTERA, donde aparece y se incardina toda la obra de nuestro autor, de nuestro cuentista y novelista, Sergio Barce, el español que nació en el año 1961 en Larache, el pied-noir (al igual que Albert Camus en Argelia) y que a los quince años abandona Marruecos junto a su familia, después de tres generaciones de estancia continua en el país alauí, para llegar a convertirse en el “moro” (tal y como lo bautiza “El Pichi”, hermano marista de su primer colegio malagueño).

Esta “expulsión” del Jardín de las Hespérides, va a significar para el escritor la imperiosa necesidad de volver a reconstituir su mundo, de volver a restablecer el orden perdido, hasta convertirse en el máximo representante de la NARRATIVA MEMORÍSTICA del periodo del Protectorado español y su posterior edad: relatos del recuerdo de una época que se resiste a desaparecer, relatos de la frontera de la épica cotidiana, vistos desde el asombro, desde la imaginación encendida del nesrani que fue para los vecinos del Jardín de las Hespérides.

El mirador de los perezosos es una hialina tesela dentro de ese gran mosaico que ha ido semillando nuestro autor desde su iniciático Jardín de las Hespérides (del año 2000) hasta Una puerta pintada de azul (del año 2020).

Barce ha establecido, a través de su obra, un mundo mitológico, en el triángulo áureo de las ciudades de Tánger, Tetuán y Larache, donde el encuentro continuo de culturas fluye y se desarrolla en la cotidianidad que surge en y desde universos distintos, pero imbricados en lo consuetudinario y que conforma el magma narrativo barciano que ahora se expande con esta nueva entrega que discurre, magistralmente contada y vivida, en el dédalo de calles, plazas y cafetines que conforman la ciudad Tánger, sus espacios decadentes o idílicos de la otrora ciudad internacional (“Sabes que Tánger es la ciudad de las quimeras? En ninguna otra ciudad del mundo encontrarás tantas ilusiones perdidas” – afirma el hombre que se detiene, junto al protagonista, en la barandilla del nuevo puerto deportivo); o en el suelo de la habitación 409 del hotel Rembrandt, donde Delio Bláquez intenta recordar quién es; o en los doscientos treinta y ocho pasos que separan la casa de la exuberante Amina de la babuchería del protagonista del relato “Dar Niaba”; o en el café Hafa, una pequeña Ítaca flotando entre el Mediterráneo y el Atlántico, lugar donde los narguiles embriagan el extravío; o en el Boulevard Pasteur, donde te cruzas con mujeres cuyas pestañas “aletean como las alas de una mariposa”, arteria donde se ubica el Café París cerca del Mirador de los perezosos (relato homónimo al libro) donde tiene su pequeño universo de venta ambulante el viejo Abdelkrim, quien, alcanzada casi la ancianidad, evoca el cuerpo de Ghizlane que olía a locura y en el que encontró “un refugio y un campo de batalla, un hogar y un abismo” o en el taller de Joao Fragoso, pintor venido de Oporto para quien posa Saloua, cuyos labios afrutados siguen oliendo a jazmín y miel, una diosa de cuarenta y ocho años que se ofrece a un artista incapaz de pintarla tal y como él anhela.

Escribía Jaroslav Seifert que “recordar es la única manera de detener el tiempo”. Sergio ha detenido no solo el tiempo, sino el naufragio, bajo una magistral narrativa memorística, elevando un texto épico, heroico y solidario. Nos abre esta mágica “puerta azul” y nos invita a pasar y a pasear, rescatando a todos aquellos que conformaron su infancia y su adolescencia para reinstaurar, con su palabra, un nuevo Elíseo, donde caminan y transitan invulnerables, inmarcesibles y eternos.

“Y ahora -siguiendo la hospitalaria invitación del señor Beniflah, uno de los personajes de su libro Paseando por el Zoco Chico-, todos los que quieran pasar, que entren. Todos los que deseen comer, que pasen”.

El mirador de los perezosos es el mundo que Sergio Barce ha creado para todos: su legado, una página más del testamento que ha construido a lo largo de casi veinticinco prodigiosos años y que nos entrega como testimonio de resistencia “a través de los ojos del niño que fue”, tal y como le enseñó hace tiempo Brital, el vendedor de chucherías.

Alcanzada la madurez creativa, Sergio Barce toma asiento en alguna de las sillas vacías del Café Central de Larache, escucha las bromas de Sibari, de Akalay o su padre Antonio, y sonríe satisfecho. Saborea un té con flores de azahar, mientras suena de fondo, diferente, angelical, el “color vibrante de la voz suave y nunca destemplada” de Haviva y vuelve a sonreír porque sabe que ha cumplido su misión: mantener vivo el recuerdo y la imagen de quienes habitan, ya por siempre, en la que fue y será “ciudad de las quimeras.

José Sarria«

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es 1.jpg 

«Escribió Cervantes en el Quijote que “De gente bien nacida es agradecer los beneficios que reciben, y uno de los pecados que más a Dios ofende es la ingratitud”. Como no me considero un ingrato, ni pretendo ofender a Dios, en especial hoy, lo primero es agradecer a los miembros del jurado que hayan considerado “El mirador de los perezosos” merecedor del galardón en la categoría de libro de relatos. Y felicitar, tanto a quienes quedaron finalistas en la misma categoría, como a Sara Mesa, ganadora en la categoría de novela, y a Ángeles Mora, en la de poesía.

Confieso que, al recibir la noticia del premio, no sentí que la felicidad se me desparramara por los poros, sino una especie de incredulidad, tal vez porque no esperaba lograrlo. Pero con el paso de los días, y hoy, tan cerca del lugar donde residió el poeta Ibn Al Jatib, al que se conoció como Du Al-Mitataýn, “el de las dos muertes”, me siento reconfortado y orgulloso, que no recompensado. En especial, orgulloso de haber llegado hasta aquí a través de una pequeña editorial malagueña, que es Ediciones del Genal, que ha mimado mi libro. La recompensa, sin embargo, es otra cosa.

Escribió el maestro Richard Ford que “escribir es un acto que elijo hacer para ser útil en el mundo. Y me da mucho placer ser útil a otras personas a las que no conozco”.

Suscribo sus palabras. Porque para mí, dar placer al lector es mi recompensa.

Una joven me contó que su madre era ciega, que ella le leía una y otra vez el libro que me había pedido que le dedicara. Y luego me desveló que, mientras se lo leía, conmovidas por la historia, lloraban juntas. ¿Hay mayor recompensa para un escritor que ésta? Creo que no.

Bryce Echenique dijo que “el cuento es una especie de ajedrez que tiene que terminar con un jaque mate”. No sé si eso debe ser así, pero si sé que mis cuentos no son el resultado del azar, sino de mucha constancia y de muchas horas dedicadas a lograr su perfección. Aunque todos sean imperfectos.

Escribir es una necesidad para mí. No concibo la vida sin hacerlo. Mi mundo ya lo conocen bien quienes me han leído: Larache y Tánger. Tardé años en descubrir que era allí donde me aguardaban las historias que debía contar. Era mi niñez en Marruecos la que había cimentado al hombre que soy. Y sólo al regresar allí se me reveló esa realidad. Ese es mi Macondo. Mi refugio personal y literario.

Llegar hasta hoy, que no sé si es un punto de inflexión o sólo un mero accidente, se debe en gran medida a dos personas: al dramaturgo Miguel Romero Esteo, que me enseñó a narrar y me descubrió a los autores de los que más he aprendido, y al cineasta Pablo Cantos, que siempre creyó en mí. Los dos me animaron a no cejar en el empeño, a seguir tecleando. Los dos han desaparecido. Pero siguen vivos en mi memoria. A ellos les dedico este premio.

En su libro “La enfermedad de escribir”, Charles Bukowski dice que “no hay nada más mágico y hermoso que ver las palabras cobrando vida en la página en blanco”. Me parece incontestable. Porque es cierto que es mágico y hermoso ver crecer la historia que relatas, acabarla para dar placer a alguien que te lee, pero al que no conoces, y también darle jaque mate con tu cuento, es decir, dejarlo con la miel en los labios cuando llega al punto final.

Para acabar, querría añadir dos cosas más: la primera, agradecer especialmente a Remedios Sánchez, como presidenta de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios, y a su junta directiva, todo el esfuerzo y el trabajo que vienen desarrollando en estos últimos años, y el trato tan cercano que siempre nos dispensa.

La segunda y última es que, siendo como soy un escritor marxista, no me resisto a dejar de mencionar al gran filósofo que fue Groucho Marx, cuando dijo: “Desde el momento en que cogí su libro, me caí al suelo rodando de risa. Algún día espero leerlo.” Lo que yo espero es que nunca me digan algo así.

Sergio Barce«

   

**
**
**
**
**
**
**
**
**
**
**
Etiquetado , , , , , , , , , , , , ,

LAS LLAMAS NO PODRÁN CON LA LIBRERÍA PROTEO DE MÁLAGA

Abderrahman El Fathi, Ahmed El Gamoun, Ahmed Mgara, Ahmed Oubali, Alberto Gómez Font, Alfredo Taján, Alice Wagner, Alicia Acosta, Alicia Muñoz Alabau, Ana Añón, Antonio Abad, Antonio Bravo Nieto, Antonio Fontana, Antonio García Velasco, Antonio Herráiz, Antonio Lozano, Antonio J. Quesada, Aurora Gámez, Aziz Amahjour, Bernabé López García, Carlos Salazar Fraile, Carlos Tessainer, Carmen Enciso, Cecilia Molinero, Cristián Ricci, Cristina Martínez Martín, David Rocha, Eloísa Navas, Emilia Luna, Encarna León, Enrique Baena, Enrique Lomas, Farid Othman Bentria Ramos, Felicidad Batista, Fernando Castillo, Fernando de Ágreda, Fernando Tresviernes, Francisco Morales, Francisco Muñoz Soler, Francisco Ruiz Noguera, Francisco Selva, Fuensanta Niñirola, Guillermo Busutil, Herminia Luque, Hipólito Esteban Soler, Inmaculada García Haro, Iñaki Martínez, Javier Lacomba, Javier Otazu, Javier Rioyo, Javier Valenzuela, Jes Lavado, José A. Garriga Vela, José Mª Lizundia, José F. Martín Caparrós, José L. Gómez Barceló, José L. Ibáñez Salas, José L. Pérez Fuillerat, José L. Rosas, José A. Santano, José Sarria, Juan Clemente Sánchez, Juan Gavilán, Juan Goytisolo, Juan José Téllez, Juan Pablo Caja, Julio Rabadán, Laila Karrouch, León Cohen Mesonero, Leonor Merino, Lorenzo Silva, Luis María Cazorla, Luis Leante, Luis Salvago, Manuel Gahete, Marceliano Galiano, Marcos Ana, María Sangüesa, Mario Castillo del Pino, Miguel Romero Esteo, Mohamed Abrighach, Mohamed Akalay, Mohamed Bouissef Rekab, Mohamed Chakor, Mohamed El Morabet, Mohamed Lahchiri, Mohamed Sibari, Miguel Sáenz, Miguel Torres López de Uralde, Miguel Angel Moreta Lara, Montserrat Claros, Mustafa Busfeha, Pablo Aranda, Pablo Macías, Pablo Martín Carbajal, Paloma Fernández Gomá, Patrick Tuite Briales, Paula Carbonell, Pedro Delgado, Pedro Munar, Pedro Pujante, Pepe Ponce, Presina Pereiro, Rafael Ballesteros, Ramón Buenaventura, Randa Jebrouni, Remedios Sánchez García, Roberto Novella, Rocío Rojas-Marcos, Sahida Hamido, Said El Kadaoui, Saljo Bellver, Salvador López Becerra, Santos Moreno, Sergio del Molino, Sonia García Soubriet, Susana Gisbert, Tahar ben Jelloun, Tomás Ramírez, Víctor Morales Lezcano, Víctor Pérez, Yolanda Aldón y Zoubida Boughaba Maleem.

Todos estos autores podéis encontrarlos en la página web de la Librería Proteo, de Málaga, que, como ya sabéis ha sufrido un grave incendio.

Librería Proteo necesita nuestra ayuda. Con todos estos autores que he mencionado me une algo, vínculos afectivos y de amistad en unos casos o eventos compartidos en otros. Por eso destaco sus nombres. Y para ayudar a la Librería Proteo, que tanto significa para Málaga y para nuestras vidas, que es además la sede de Ediciones del Genal, con quien he venido publicando mis últimos títulos, os pido que compréis al menos un libro de cualquier de estos escritores, el que más os guste o al que queráis descubrir por primera vez, y que la compra la hagáis a través de la web de Librería Proteo, que os indico:

https://www.libreriaproteo.com/

Entre todos, la librería Proteo de Málaga va a renacer, y entre todos vamos a ayudarles a que vuelva a señorear como ha hecho en estos cincuenta años. Durante la dictadura fue el lugar donde poder hallar los libros prohibidos y censurados, el refugio de quienes buscábamos aire puro. Tenemos que reencontrarnos de nuevo entre sus estanterías, abriendo los libros que se exponen, oliendo las páginas recién editadas, hallando nuevas aventuras en las que embarcarnos… 

Sergio Barce, mayo 2021

 

Etiquetado , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

LARACHE – ALBUM DE FOTOS 14

   Abramos esta nueva página del álbum con versos… Como inspirados por el mismo sentimiento, junto a los textos de Sara Fereres y de Driss Sahraoui que colgué hace días, el poeta larachense Mustapha Bouhsina escribió en 2011 este poema, titulado <Bajo luz de luna>:

Salió la luna para nosotros
en cielo reflejado entre dos ríos
su luz tan blanca nos llevó a los dos
a un mundo de gratos bellos sueños
hemos vivido en tiempos pasados
Larache cuna de enamorados
nos abrazaba con sus amparos
nos cuidaba de los envidiosos
amargados de inocentes besos
en labios estaban escondidos
vigilados con nuestros suspiros
jardines nos servían de paraísos
flores se riegan de amores puros
rosas rojas y jazmines blancos
el trinar de los pájaros sueltos
sobre verde arboleda de álamos
fuente con brillantes focos altos
con arte y esmero bien forjados
se ven desde el agua levantados
losas con postales en los fondos
leones de bronce están pintados
de bocas chorros de agua lanzados
¡bello amor! con paisajes hermosos
de mi Larache fueron tomados
con la magia de los sueños traídos
aunque ya no son más que recuerdos
de un tiempo que hemos vivido juntos
en la mente quedaron plasmados.

Mustapha Bouhsina

Una vez asentados en territorio larachense, vaguemos por su paisaje humano. Y hagámoslo esta vez, en la medida de lo posible, de manera cronológica. Comenzamos con una foto del Grupo Escolar que data, nada más y nada menos, que de 1925… Ya ha llovido.

Y sigamos con las imágenes que me ha hecho llegar Mercedes Dembo. La primera es una foto del año 1935, en la que aparecen de izquierda a derecha: Isaac Amselem <padre de mi querido amigo Carlos>, David Edery, <padre de mi admirado y entrañable Pepe Edery> e Isaac Barcesat, padre de la bella Mercedes.

Estas imágenes pertenecen a mi abuelo materno, Manuel Gallardo. En la primera, él es el primer motorista que sale de la sede de la Alta Comisaría. Foto tomada en 1943. Mi abuelo fue compañero, entre otros, del padre de Mohamed Sibari. Fue un enamorado de su tierra, le encantaba perderse por los aduares y así aprendió a hablar un árabe perfecto. En las siguientes, aparece en la boda de mi tío Lolo con Carmela, junto a mi abuelo paterno, que se está tomando una cerveza a su lado, Manuel Barce, una institución en el comercio <La Bandera Española>, y en la última lo vemos con sus compañeros de cuerpo en la sede de Larache, él es el primero  por la izquierda.

Esta otra foto la envía Maribel Salas. Me explica lo siguiente: «..es antigua, de antes del 46 año en que yo nací.
Los tíos de Carlos, María Antonia Tomasich y Gonzalo Baeza eran muy amigos de mis padres y los padres de Carlos también.
En la foto que te he puesto, mirando de dcha a izq. están mi tío Pedro García Méndez ( Dtor. Del Banco de España, siguiente su esposa mi tía Isabel Salas, la tía de Carlos María Antonia Tomassich, mi madre Pura Cadenas, la siguiente creo que era otra tía de Carlos,la siguiente no la recuerdo,la última creo que era Mari la mujer de Jiménez Pascual, buen jinete y después del palo creo que es Mijares, a los otros no los conozco.
Pensé que le puede gustar a Carlos verla

foto Maribel Salas

Foto de la Rondalla: de arriba abajo, chofer, Chacopino, Maricarmen, Carlota, Julia, Rosi, Magdalena, Yoya, Cózar, Benigno, Luis, Arriado, Charo, Eduardo, Aistonico, Tomasito…

Otra foto entrañable para su protagonista femenina, y supongo que para su familia: el día de la boda de Sara Fereres con Saadia Moryoussef.

Algo de fútbol. Mi padre fue un excelente jugador, y participó tanto en los equipos del Barrio de las Navas como en el de “bancarios”, por ser empleado de Uniban. Aquí le vemos en este segundo equipo, que estaba formado por: de izquierda a derecha en pie: X, Alberca, Guerrita, Luque, Amado, Mellado, Moreno, Galea, López Gambero, X, y agachados X, Peral y mi padre Antonio Barce.

Este niño es el hermano de Ange, sí, Cristóbal Ramírez. Sigo pensando que las fotografías en blanco y negro o sepias tienen un encanto especial…

Otra foto entrañable de familia. La de Manuela Fernández Medero, de cumpleaños. Observad la tarta. ¿A que recordáis esa clase de tarta?

En las dos siguientes, enviadas  por Mercedes Dembo, vemos en 1965, en la Casa de España de Larache, de izquierda a derecha, a Manu Balaguer, Estrella Dembo <hermana de Mercedes ya fallecida>, Esther Bendayan, Luis, Mercedes Dembo y Gómez, el hijo de Don Aurelio.

Y en esta otra, en la misma ocasión, a Esther Bendayan, Luis, Mercedes Dembo y Julio.

Y ya que nos hemos colado en el Casino, por qué no colarnos también en las elecciones a las Misses de la Casa de España. Esto lo agradecemos los hombres, claro. En esta foto, la elección no sé de qué año es, pero creo que en la imagen aparece Cecilia Molinero. Efectivamente es Cecilia junto a Angelita, así lo confirma Cristina Galbis, que me aclara además que le ha dado un vuelco el corazón al ver en la foto a su padre, el Dr. José Galbis Flores.

Alfonso Santamaría me hizo llegar la siguiente: se trata de una foto tomada en la Casa de España de Casablanca. Como me cuenta Alfonso, se trata de la elección de las Misses Casas de España de Marruecos, no sé de qué año, pero la ganadora fue una larachense: Angelita López Cobos, que, como señalaba Alfonso, aparece radiante de felicidad, acompañada aquí por los padres de Alfonso: Emilio y Elena.

Otra del Casino, ahora en una de las fiestas de disfraces, en carnavales, en pleno la familia Palarea. Cuántas veces me fui a casa de Juan Carlos y José Miguel… Qué entrañable se vuelve todo.

Lo he hecho ya en varias ocasiones, pero nunca me resisto a intercalar algún cuadro del pintor larachense Rachid Sebti, por simple admiración a su obra. Este cuadro se llama <Au soleil>.

Luis Antonio de Vega Rubio escribió:

<Otras, desde la terraza, en lugar de dirigir las pupilas a la bahía donde se unificaban las aguas, las fijaba en lo alto, y la mirada acariciaba, azotea por azotea, cuantas divisaban de la ciudad y con mimo de voz que se me hacía miel de líricas colmenas, decía:

-¡Ay, Larache! ¿Quién, al pasar, pudo decirte que no eras maravillosa? ¿Quién te pudo posponer a tus hermanas?>

Esta otra fotografía me la envió Alfonso Santamaría, y en ella vemos al señor Luna, de la <Panadería Luna>, del Chinguiti alto, el padre de Alfonso, Emilio Santamaría González, Juanita Cobos, madre de los López Cobos, la madre de Alfonso, Elena Fuentes García, la señora Recober, su hija Mari Carmen, y el padre de los López Cobos, José María López Mira. Seguro que a Jose María y Angelita les encanta verlos en esta estampa.

Una fotografía de Fran, que seguramente le traerá muy buenos recuerdos –al resto, el solo hecho de ver esos árboles, nos transporta en el tiempo-. Fue tomada en la Gabba, y aparecen: Fran Morales, Pedro Berruezos, Agustín Morales, Rita Gadea, Mari Carmen Morales, Bibi García, Toñi García y Toñi Gadea.

En los Maristas, una imagen sorprendente: Jose Mari López Garry recitando frente a los hermanos que parecen presidir un tribunal de la inquisición… Y Juan escribe para decirme que el chaval que le está <apuntando> la poesía a Jose Mari es él, o sea, Juan Yankovich.

Bastantes años después, en Málaga, coincidimos con ocasión de la presentación de mi novela Julio Zambrano, Sergio Barce y el mismo Jose Mari López Garry que declamaba en la estampa anterior… Los años han volado.

Ya que hemos mencionado a los HH Maristas, la siguiente imagen es sencillamente una reliquia, porque ahí vemos cómo en los colegios de Larache estudiábamos todos juntos cualquiera fuera nuestra creencia o religión. Ahí van:

Gracias a Fran Morales y a Carlos Tessainer, hemos recompuesto la totalidad de los nombre de este grupo de larachenses que estudiaron en los HH Maristas.  Confieso que envidio la memoria de ambos. De arriba hacia abajo y de izquierda a derecha:

Primera fila: Mojluf SABAH BENDAYÁN, más conocido por todos como <Fufo>, Emilio SANTAMARÍA, Agustín SOUZA, Juan Manuel VÍLCHEZ MÁRQUEZ, José Luis RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ y Antonio VARGAS FERNÁNDEZ, es decir, <Ñoño>.

Segunda fila: Enrique VICENTE ASCASO, José Luis CABAL, Miguel Ängel PÉREZ, nieto de <el cartagenero>, Manuel DOMÍNGUEZ HERNÁNDEZ <nieto de Joaquín HERNÁNDEZ>, Salvador BERTOMEU <Dorín> y  Javi LOBO

Tercera fila: Amina AMIAR, Aurora AGUILAR, María Teresa GARCÍA ROBLEDO, Pili ANAYA y el Hermano Martín ROBLEDO al que conocíamos por <el Chichimeca>.

Cuarta fila: Mari Carmen MARTÍN SUÁREZ, que trágicamente falleció en un accidente de tráfico en la carretera Larache-Tánger, Amina CHAKIR, FARIDA, que hoy ejerce como médico en Larache, María Cruz ROSENDO, Luisa GÓMEZ-MAS y Aurora CUEVAS.

Y aquí otro de esos amigos que andan entre bambalinas, de esos que sabes que están siempre cerca aunque viva a miles de kilómetros: Javi Lobo. Aquí está con Ñoño, en los 70, supongo. A Ñoño lo recuerdo siempre con esa misma sonrisa. Y a su padre porque fue compañero del mío en Uniban.

Puede que del 71, más o menos, estamos en el salón de casa: Marisol, Sergio y Mónica Barce Gallardo. Una imagen que me parece ahora tan lejana…

Otra foto espectacular, y lo digo por la composición del blanco y negro y quienes posan. Ese coche, la matrícula asomando, las luces, los tonos grises, esos amigos radiantes… Vemos a Eduardo Espinosa, Mari Carmen, Eloisa, Cabal y Manolo Alvarez.

Después de muchos años, he de reconocer que me alegro de que muchos amigos de entonces hayan reaparecido. Estaban siempre ahí sin saberlo. Eso me ha ocurrido con Emilio Gallego. En esta foto, aparece con sus hermanos, de izquierda a derecha: Emilio, Alfonso y Enrique. Cuántas tardes de cine, en el Ideal…

Aquí aparecen dos de las personas que más quiero: Marina López Matres y mi hermano Luisito Velasco Sánchez. En la primera foto, Marina está con un grupo en el que la acompañan Cherifa, Carmen, Sor Flora, Laila y Viky Palarea, junto a Juan Carlos Palarea y Luis. Y abajo, bailando, los dos: Marina y Luisito.

Ya más reciente, en el interior del Castillo de las Cigüeñas, con mi querido amigo Rachid Serroukh y sus hijas.

Una curiosidad: Esta mujer es Isabel de Orleáns, Duquesa de Guisa. Un título de la realeza íntimamente ligado a Larache.

Siguiendo con el tema, aquí vemos a S. A. R. la princesa Claude d’Orléans que nació en Larache en 1943. Se casó en terceras nupcias en 2006 con el señor Enrico Gandolfi, y está divorciada de S. A. R. el príncipe Amadeo de Saboya, duque de Aosta y también de Arnaldo La Cagnina. Ya digo, sólo como apunte anecdótico.

Qué bonita era la sala del Cine Avenida, que aguanta como el último titán de los cines que hubo en la ciudad. Salas en las que si rebobinaran, nos mostrarían miles de recuerdos apelmazados en sus películas de sueños.

Abdelhay el Haddad es otro amigo, al que, además de compartir con él actos y encuentros con Larache como telón de fondo, me encontré hace tiempo en un aeropuerto y, como aguardábamos pacientemente, estuvimos hablando de Larache todo el tiempo, y la espera se nos hizo cortísima. Un músico excelente del que ya hablaré en otra ocasión. En esta foto, por su gesto, se diría que piensa en algo que le trae buenos recuerdos.

Uno de los mejores recuerdos que guardo de mis regresos a Larache, son las actividades que he tenido la suerte de protagonizar en el Colegio Luis Vives. En esta foto, estoy con varios de los alumnos después de haber estado con ellos hablando de una de mis novelas. Son tan curiosos, te hacen unas preguntas tan llenas de sentido y tan directas, que a veces me ataban un nudo en la garganta.

La que fuera directora del Luis Vives, Luisa Diéguez, es una de las personas más increíbles que he conocido, por su tesón, por su sinceridad, por si labor. Cuando llegó a Larache, sobre el 2000, creo, el colegio era una autentica ruina, estaba incluso a punto de ser cerrado, pero ella se propuso revitalizarlo y, contra viento y marea, lo consiguió. Yo la conocí presentando en Larache mi primer libro, y desde entonces ella me abrió las puertas del centro para cualquier actividad que se me ocurriera. Creo que se merece algo más que estas pocas palabras, así que pensaré en algo. Aquí estoy junto a ella, en una de las ocasiones en las que nos íbamos a comer y charlábamos largamente. Parece en la foto que estemos flotando sobre Larache…

Espero que vuestra indulgencia me permita dos cosas. La primera, colgar esta foto con mi hijo Sergio, paseando por el Balcón del Atlántico. Podéis ver que las nuevas generaciones nos dejan muy bajitos… En fin, mi hijo es una de las personas más nobles y extraordinarias que conozco (junto a mi otro hijo Pablo). ¿Me traiciona el amor de padre?

Y es que el futuro son ellos. Después de tan breve paréntesis, digamos que también Larache depende de sus jóvenes, en ellos está su destino. Por eso, no está de más traer algunas fotos de Itziar Gorostiaga tomadas de los larachenses más jóvenes.

Fue tomada en unas jornadas que se organizó en la Medina y en la que se pintaron sus calles de azul y blanco… Y los niños de la Medina se lo pasaron estupendamente ayudando.

También se efectuó un taller al aire libre en la propia Medina y los chavales hicieron dibujos que ellos creaban con el material que se les había conseguido para esa jornada. Sus caras de felicidad, que tan bien captó Itzi, queda reflejada en la siguiente estampa:

El reportaje que hizo Itzi Gorostiaga fue increíble, fantástico, imágenes rebosantes de vida y de luz.

Y aunque no pertenece a esos días, en esta otra imagen otra escena entrañable de nuestra Larache: el hijo de Abdellah Charafi con su abuelo.

En esta imagen, candorosa y feliz, Javier López, un hombre de trato exquisito y amabilidad extrema, padre de Lola López Enamorado, en la Medina, rodeado de la chiquillería larachense… Preciosa foto.

En el relato que colgué de Driss Sahraoui dedicado a la Plaza de España, Driss, acertadamente, terminaba diciendo que sólo cabía tener esperanza en las nuevas generaciones de larachenses para la preciosa ciudad que fue Larache renazca de sus cenizas… Así que, para cerrar, qué mejor que felicitarnos por la llegada de dos nuevos larachenses que, gracias a sus padres, que tanto aman Larache, reciban esa semilla que tanto anhela Driss. En la primera, Abdellilah Lamrani con su hijo en brazos, un niño precioso.

Como también lo es Sami, el hijo recién nacido de Abderrahman Lanjeri, y que nos mira con asombro desde su candidez. Qué mejor forma de poner punto y aparte.

Aunque no podía dejar de colgar esta pequeña joya de Itziar Gorostiaga hecha en la Medina de Larache… y en la que una paisana, parece que se despide de nostros…

Sergio Barce, junio 2012

Etiquetado , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

«ESA FOTO DE LA OTRA BANDA», un relato de SERGIO BARCE en las imágenes y la voz de FRANCISCO MORALES

Hace días, colgué un relato inspirado en esta fotografía de la otra banda que me había enviado Pepe García Gálvez. Ahora, Francisco Morales (Fran Morgar) vuelve a hacer maravillas con uno de mis textos, como hizo ya con «La cautiva». Me decía Fran en el correo que me ha enviado:

<Nuevamente sucumbo ante uno de tus relatos.Ya lo intuí en la primera lectura… Quién sabe qué fuerza inexplicable que llega de los adentros provoca estos impulsos. Lo hice ayer tarde con las últimas fotografías que tan generosamente Jose María López Cobos comparte con nosotros. Te confieso que en algunos párrafos me resultaba muy difícil desatar el nudo de la garganta y no se me notase una voz tan rubia acentuada por el sol de esos veranos. No alcanzaba los tonos graves, sobre todo, en los pasajes en los que haces referencia a tu padre a lomos de su espalda y esa estela celeste de tu abuelo. Espero que no se note demasiado y haya estado un poco a la altura del texto. Para mí ha sido un disfrute hacerlo.>

Fran, el que lo ha disfrutado de veras he sido yo. ¿Que si has estado a la altura del texto? ¡Has transformado mi  narración en algo tan emocionante que ni siquiera lo reconozco como mío! Lo has engrandecido, lo has convertido en una pequeña joya, y no sé cómo darte las gracias. Espero que a quienes lo veáis os llegue tan hondo como a nosotros.  Para verlo pincha en:

(…) Hagámoslo. Metámonos en esa foto de la playa de Larache, atravesemos el daguerrotipo e imaginemos que viajamos a ese año en concreto, aunque dé igual el año en realidad. Imaginemos que podemos hacerlo…

Francisco Morales

Etiquetado , , ,