Será que estoy últimamente algo melancólico, será que mi ánimo anda un tanto herido, pero el hecho es que esta crónica de Driss Sahraoui ha desbordado mi nostalgia y ha hecho que, al acabarla, me haya recorrido un escalofrío por el cuerpo. Me reconozco en lo que cuenta, y reconozco esa sensación de desamparo de la que habla. Desgraciadamente, cuando más tiempo pasa, Larache se va desmoronando, tanto la ciudad física como la imaginaria, esa que nos vio crecer o que nos vio marchar. Ya nada es como era, y la realidad, que carece de sentimientos, se encarga de golpearnos con su inmisericordia. Solo nos quedan los recuerdos, y los amigos, y compartir quizá lo que sentimos cuando volvemos a pisar la tierra que nos hizo feliz, como hace hoy Driss Sahraoui. Gracias, Driss, una vez más.
Sergio Barce, mayo 2013
FORASTERO EN MI TIERRA, LARACHE
Después de pasar dos meses en Casablanca y Rabat, al regresar con un familiar mío que conducía su propio coche, al acercarnos, le he sugerido que saliera de la autovía para así entrar a Larache. Lo hizo tan de prisa que tuvimos que atravesar Alcazarquivir, lo que no cayó mal porque a esta ciudad la conocía muy bien, ya que en 1958 he venido a esta ciudad para participar en la recogida de la peseta e introducción de la nueva moneda, el franco marroquí, que entonces solo circulaba en la zona francesa del protectorado, y me quedé aquí hasta el año 1961, fecha de la clausura del Banco de Marruecos en esta ciudad.

LARACHE – Plaza de España / de la Libaración
A la entrada me agobiaron los recuerdos y empecé a rememorar esos lejanos días.
Empezamos por la Plaza Sidi Buhmed, Sigue leyendo →