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MÁLAGA, 3 DE ABRIL – ACARICIANDO PALABRAS

 

ONCE Y EL TERCER PISO PRESENTAN:

ACARICIANDO PALABRAS (LECTURA Y ESCRITURA EN EL MUNDO DE LAS PERSONAS CIEGAS)

JUEVES 3 DE ABRIL 2025. 18:30. EL TERCER PISO DE LIBRERÍA PROTEO (C/PUERTA DE BUENAVENTURA, 3. MÁLAGA). ENTRADA LIBRE.

¿Cómo leen y escriben los ciegos? ¿Quién inventó el braille? ¿Qué tecnologías existen para que las personas ciegas lean? ¿Qué es la tinta ampliada? ¿Cómo es una biblioteca para invidentes? El jueves 3 de abril a partir de las 18:30 vamos a intentar responder a todas esas preguntas en una sesión única que hemos organizado con la ONCE y que tendrá lugar en El Tercer Piso de Librería Proteo. “Acariciando palabras” nos acercará, gracias al diálogo entre la promotora de braille y deportista paralímpica ciega Lia Beel y el periodista Héctor Márquez, a las historias que no vemos de quienes ven con la piel y el oído. Nos acompañarán lectores, actores y escritores ciegos como Blanqui Ramírez, Antonio David Aguilera, Paqui Ayllón o Maché Hidalgo con asombrosas historias. Y escritores videntes como José Garriga, Carmen López, Puri García y Sergio Barce. Llevaremos libros de tod@s l@s autor@s. Vamos a celebrar cómo las palabras pueden acariciarnos si aprendes cómo tocarlas. Entrada libre. https://eltercerpiso.es/?p=3596

Con @libreriaproteo @hectormarquezster @once.es @sergiobarcegallardo @purificaciongarciadiaz @eltercerpiso.proteo @drefy.art 

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— en Librerias Proteo Prometeo.

 

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«CRUCE DE VÍAS», DE JOSÉ ANTONIO GARRIGA VELA

Hay libros que nacen de manera accidental y que, sin embargo, se convierten en el trabajo más querido o apreciado por su autor. Cruce de vías, publicado por Editorial Candaya, recoge muchos de los artículos que José Antonio Garriga Vela ha ido escribiendo para el diario Sur de Málaga durante casi treinta años, pequeños relatos que sus lectores esperábamos cada fin de semana como quien aguarda la llegada de un ser querido en la estación de tren.

Sé por Jose Garriga, que me lo ha ido contando durante los paseos que solemos hacer por el centro de Málaga y sentados frente a unas cervezas, que seleccionar estos 104 relatos de entre todos los que escribió para el periódico le ha resultado fatigoso, pero también doloroso y a la vez muy satisfactorio. De hecho, en la presentación que hizo en la Librería Proteo, confesó que éste era sin duda el libro más importante de su carrera, y eso que Jose Garriga tiene títulos ya emblemáticos para todos nosotros. Pero recuperar todas esas pequeñas maravillas que se habían ido desperdigando en cada número del diario Sur supone regalar al lector una joya, una obra casi perfecta del relato corto. Porque hay tantas excelentes y magníficas historias en este libro que, sinceramente, me cuesta distinguir las buenas de las mejores.

Olga Martínez, que dirige la editorial Candaya, se mostró exultante presentando el libro de Jose Garriga. No cabía de gozo, sabedora de que tiene entre manos un libro delicioso y maravilloso. Yo lo leo a cuentagotas, saltando de un relato a otro, deleitándome con la narrativa depurada y maestra de Garriga Vela. No me ciega nuestra amistad cuando hablo de esta manera tan entusiasta de su libro, me engañaría a mí mismo y a quienes leen este blog. No. Lo cierto es que se aprende mucho leyendo a Jose Garriga y se agradece que nos permita ensoñarnos con sus historias.

«…Ella me miraba y viajaba con mis palabras. Me decía que le gustaba oírme viajar. Y yo le respondía que cuando fuera viejo tendría la casa llena de viajes…» (del artículo «Granada», recopilado en Cruce de vías).

Estos artículos recogidos en Cruce de vías, estos relatos endulzados por las cálidas palabras de Garriga, se dividen  en «estaciones»: Estación de Francia, Estación María Zambrano, Tren de cercanías, Estación Términi, Orient Express, Estación Chhatrapati Shivaji, Union Station y Tren de las nubes. Porque Jose Garriga nos hace viajar con él y nos lleva a los lugares que más han marcado su vida. Es lo que escribía cada semana, su itinerario vital, su día a día que, a veces, transcurría en otro lugar. Me ocurre también que, cuando nos vemos, Jose Garriga me obliga a viajar con él. A veces al pasado y otras al futuro más inmediato. Mientras me hablaba de su sufrimiento a la hora de ir desechando artículos para este libro, temí que quizá, al final, tanto esfuerzo y trabajo no le satisfaciera del todo. Me equivoqué. Al final, Garriga Vela se siente feliz por el resultado del libro y nos ha hecho felices a los que le leemos al ofrecernos esta golosa colección de cuentos que seguiré releyendo para mi propio deleite.

No perdáis la ocasión de disfrutar con su lectura. Cruce de vías, de José Antonio Garriga Vela, Editorial Candaya.

«…Era un escritor que amaba tanto el silencio que cuando escribía dejaba las líneas en blanco. Páginas y páginas sin nada escrito que obligaba al lector a reflexionar en torno al vacío que tenía delante. Pero lo más curioso consistía en que los lectores pasaban horas mirando las páginas y leyendo dentro de su cabeza las historias. El escritor del silencio obtuvo enseguida éxito y la gente esperaba con gran expectación su siguiente obra, sin embargo él era un hombre lento y tardaba tiempo en acabar los libros. Pero cuando salían al mercado se agotaban inmediatamente porque conseguía conectar con el público, no por lo que decía sino por lo que callaba. No tardaron en aparecer estudios en torno a la deslumbrante obra del escritor de la imaginación en silencio. Estudios que hablaban del arte de la omisión o de la economía de palabras. Hubo quien llegó a publicar que aquel hombre nos estaba enseñando a pensar.

Nadie conocía al autor. Ningún periodista lo había conseguido nunca entrevistar. Era un escritor invisible que hablaba del silencio sin decir nada. Fue premiado en varias ocasiones, pero no iba nadie a recoger el galardón. Los asistentes se quedaban siempre esperando a que apareciera aquel genio que les había deslumbrado enseñándoles a interpretar el silencio que nos rodea. Alguno de sus libros tenía título e incluso dedicatoria. Unos eran más gruesos que otros, pero todas las páginas estaban en blanco, con la excepción del número de cada página en la parte inferior…» (de «El escritor del silencio», recopilado en Cruce de vías)  

 

     

         

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JOSE ANTONIO GARRIGA VELA Y SERGIO BARCE
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ASÍ FUE LA PRESENTACIÓN DE «TODO ACABA EN MARCELA», EN MÁLAGA

El pasado sábado presentamos mi nueva novela «Todo acaba en Marcela» (Ediciones Traspiés) en el Tercer Piso de la Librería Proteo, de Málaga, de la mano del escritor José A. Garriga Vela y moderados por Héctor Márquez.
Como muy bien ha escrito ya Héctor en alguna parte, fue un acto divertido, lleno de risas, de sangre (escrita) y de buenos momentos. Hubo lleno y vendimos muchos libros. 
Me gustó que se apreciara, por quienes habían leído el libro, que, cuando la trama salta de Málaga a Tánger, sintieron que el ritmo era otro, que el sosiego parecía recobrarse y que había un remanso de paz después de páginas de tensión. Pero aún estaba por llegar el clímax final… En lo que sí coincidieron es que la novela es imposible de dejar de leer, y eso es lo mejor que te pueden decir de tu trabajo.
Hubo incluso tiempo para ver el trailer del cortometraje Moro, dirigido por mi hijo Pablo, que se ha proyectado a concurso en el Festival de Cine de Málaga.
Lo mejor fue sentirme arropado y estar rodeado de tantos buenos amigos. Me olvidaré de alguno, pero allí nos vimos, además de con Héctor y Jose, con Mariángeles Tarifa, Berry y Nerea, mis hijos Sergio y Pablo, Blanca Machuca, Jesús Ortega y María del Mar Álvarez, César Martínez y Charo Sánchez, Emilia y Arturo Salmerón, Tomás Nevado y Belén, Óscar Campoy, Juan Gavilán, Miki Torres López de Uralde, Antonio Abad, Lucy Rodríguez, Pedro Delgado, Guillermo Busutil, José Luis Pérez Fuillerat, Víctor Pérez, José Luis Ortiz, Mario Castillo, Miguel Angel Marín, Alain, Mónica López, Virginia, Ismael, Ildefonso Fernández, Maribel Orellana, Leonor Regife y alguno más que no recuerdo en estos momentos… 
 
 
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UN FRAGMENTO DE «PEDRO PÁRAMO», DE JUAN RULFO

 

El pasado jueves asistí en El Tercer Piso, de Librería Proteo, en Málaga, a un encuentro, coordinado una vez más por Héctor Márquez, con el escritor José Antonio Garriga Vela, que nos habló de su libro favorito: Pedro Páramo, de Juan Rulfo. Además, Leonor Regife leyó varios párrafos de la novela para envolvernos en su magia. Durante todo el acto, tuvimos la sensación de que los muertos de Comala estaban muy cerca de nosotros. 

Hoy, no me resisto a compartir unos fragmentos de esta extraña, fascinante y enorme obra de Juan Rulfo: 

«Al alba, la gente fue despertada por el repique de las campanas. Era la mañana del 8 de diciembre. Una mañana gris. No fría; pero gris. El repique comenzó con la campana mayor. La siguieron las demás. Algunos creyeron que llamaban para la misa grande y empezaron a abrirse las puertas; las menos, sólo donde vivía gente desmañanada, que esperaba despierta a que el toque del alba les avisara que ya había terminado la noche. Pero el repique duró más de lo debido. Ya no sonaban sólo las campanas de la iglesia mayor, sino también las de la Sangre de Cristo, las de la Cruz Verde y tal vez las del Santuario. Llegó el mediodía y no cesaba el repique. Llegó la noche. Y de día y de noche las camapnas siguieron tocando, todas por igual, cada vez con más fuerza, hasta que aquello se convirtió en un lamento rumoroso de sonidos. Los hombres gritaban para oír lo que querían decir. <¿Qué habrá pasado?>, se preguntaban.

A los tres días todos estaban sordos. Se hacía imposible hablar con aquel zumbido de que estaba lleno el aire. Pero las campanas seguían, seguían, algunas ya cascadas, con un sonar hueco como de cántaro.

-Se ha muerto doña Susana.

-¿Muerto? ¿Quién?

-La señora.

-¿La tuya?

-La de Pedro Páramo.

Comenzó a llegar gente de otros rumbos, atraída por el constante repique. De Contla venían como en peregrinación. Y aun de más lejos. Quién sabe de dónde, pero llegó un circo, con volantines y sillas voladoras. Músicos. Se acercaban primero como si fueran mirones, y al rato ya se habían avecindado, de manera que hasta hubo serenatas. Y así poco a poco la cosa se convirtió en fiesta. Comala hormigueó de gente, de jolgorio y de ruidos, igual que en los días de la función en que costaba trabajo dar un paso por el pueblo.

Las campanas dejaron de tocar; pero la fiesta siguió. No hubo modo de hacerles comprender que se trataba de un duelo, de días de duelo. No hubo modo de hacer que se fueran; antes, por el contrario, siguieron llegando más.

La Media Luna estaba sola, en silencio. Se caminaba con los pies descalzos; se hablaba en voz baja. Enterraron a Susana San Juan y pocos en Comala se enteraron. Allá había feria. Se jugaba a los gallos, se oía música; los gritos de los borrachos y de las loterías. Hasta acá llegaba la luz del pueblo, que parecía una aureola sobre el cielo gris. Porque fueron días grises, tristes para la Media Luna. Don Pedro no hablaba. No salía de su cuarto. Juró vengarse de Comala:

-Me cruzaré de brazos y Comala se morirá de hambre.

Y así lo hizo.»

 

 

JOSE A. GARRIGA VELA. LEONOR REFIGE Y HÉCTOR MÁRQUEZ
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LAS LLAMAS NO PODRÁN CON LA LIBRERÍA PROTEO DE MÁLAGA

Abderrahman El Fathi, Ahmed El Gamoun, Ahmed Mgara, Ahmed Oubali, Alberto Gómez Font, Alfredo Taján, Alice Wagner, Alicia Acosta, Alicia Muñoz Alabau, Ana Añón, Antonio Abad, Antonio Bravo Nieto, Antonio Fontana, Antonio García Velasco, Antonio Herráiz, Antonio Lozano, Antonio J. Quesada, Aurora Gámez, Aziz Amahjour, Bernabé López García, Carlos Salazar Fraile, Carlos Tessainer, Carmen Enciso, Cecilia Molinero, Cristián Ricci, Cristina Martínez Martín, David Rocha, Eloísa Navas, Emilia Luna, Encarna León, Enrique Baena, Enrique Lomas, Farid Othman Bentria Ramos, Felicidad Batista, Fernando Castillo, Fernando de Ágreda, Fernando Tresviernes, Francisco Morales, Francisco Muñoz Soler, Francisco Ruiz Noguera, Francisco Selva, Fuensanta Niñirola, Guillermo Busutil, Herminia Luque, Hipólito Esteban Soler, Inmaculada García Haro, Iñaki Martínez, Javier Lacomba, Javier Otazu, Javier Rioyo, Javier Valenzuela, Jes Lavado, José A. Garriga Vela, José Mª Lizundia, José F. Martín Caparrós, José L. Gómez Barceló, José L. Ibáñez Salas, José L. Pérez Fuillerat, José L. Rosas, José A. Santano, José Sarria, Juan Clemente Sánchez, Juan Gavilán, Juan Goytisolo, Juan José Téllez, Juan Pablo Caja, Julio Rabadán, Laila Karrouch, León Cohen Mesonero, Leonor Merino, Lorenzo Silva, Luis María Cazorla, Luis Leante, Luis Salvago, Manuel Gahete, Marceliano Galiano, Marcos Ana, María Sangüesa, Mario Castillo del Pino, Miguel Romero Esteo, Mohamed Abrighach, Mohamed Akalay, Mohamed Bouissef Rekab, Mohamed Chakor, Mohamed El Morabet, Mohamed Lahchiri, Mohamed Sibari, Miguel Sáenz, Miguel Torres López de Uralde, Miguel Angel Moreta Lara, Montserrat Claros, Mustafa Busfeha, Pablo Aranda, Pablo Macías, Pablo Martín Carbajal, Paloma Fernández Gomá, Patrick Tuite Briales, Paula Carbonell, Pedro Delgado, Pedro Munar, Pedro Pujante, Pepe Ponce, Presina Pereiro, Rafael Ballesteros, Ramón Buenaventura, Randa Jebrouni, Remedios Sánchez García, Roberto Novella, Rocío Rojas-Marcos, Sahida Hamido, Said El Kadaoui, Saljo Bellver, Salvador López Becerra, Santos Moreno, Sergio del Molino, Sonia García Soubriet, Susana Gisbert, Tahar ben Jelloun, Tomás Ramírez, Víctor Morales Lezcano, Víctor Pérez, Yolanda Aldón y Zoubida Boughaba Maleem.

Todos estos autores podéis encontrarlos en la página web de la Librería Proteo, de Málaga, que, como ya sabéis ha sufrido un grave incendio.

Librería Proteo necesita nuestra ayuda. Con todos estos autores que he mencionado me une algo, vínculos afectivos y de amistad en unos casos o eventos compartidos en otros. Por eso destaco sus nombres. Y para ayudar a la Librería Proteo, que tanto significa para Málaga y para nuestras vidas, que es además la sede de Ediciones del Genal, con quien he venido publicando mis últimos títulos, os pido que compréis al menos un libro de cualquier de estos escritores, el que más os guste o al que queráis descubrir por primera vez, y que la compra la hagáis a través de la web de Librería Proteo, que os indico:

https://www.libreriaproteo.com/

Entre todos, la librería Proteo de Málaga va a renacer, y entre todos vamos a ayudarles a que vuelva a señorear como ha hecho en estos cincuenta años. Durante la dictadura fue el lugar donde poder hallar los libros prohibidos y censurados, el refugio de quienes buscábamos aire puro. Tenemos que reencontrarnos de nuevo entre sus estanterías, abriendo los libros que se exponen, oliendo las páginas recién editadas, hallando nuevas aventuras en las que embarcarnos… 

Sergio Barce, mayo 2021

 

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