Archivo de la etiqueta: Librería Proteo de Málaga

UN FRAGMENTO DE «PEDRO PÁRAMO», DE JUAN RULFO

 

El pasado jueves asistí en El Tercer Piso, de Librería Proteo, en Málaga, a un encuentro, coordinado una vez más por Héctor Márquez, con el escritor José Antonio Garriga Vela, que nos habló de su libro favorito: Pedro Páramo, de Juan Rulfo. Además, Leonor Regife leyó varios párrafos de la novela para envolvernos en su magia. Durante todo el acto, tuvimos la sensación de que los muertos de Comala estaban muy cerca de nosotros. 

Hoy, no me resisto a compartir unos fragmentos de esta extraña, fascinante y enorme obra de Juan Rulfo: 

«Al alba, la gente fue despertada por el repique de las campanas. Era la mañana del 8 de diciembre. Una mañana gris. No fría; pero gris. El repique comenzó con la campana mayor. La siguieron las demás. Algunos creyeron que llamaban para la misa grande y empezaron a abrirse las puertas; las menos, sólo donde vivía gente desmañanada, que esperaba despierta a que el toque del alba les avisara que ya había terminado la noche. Pero el repique duró más de lo debido. Ya no sonaban sólo las campanas de la iglesia mayor, sino también las de la Sangre de Cristo, las de la Cruz Verde y tal vez las del Santuario. Llegó el mediodía y no cesaba el repique. Llegó la noche. Y de día y de noche las camapnas siguieron tocando, todas por igual, cada vez con más fuerza, hasta que aquello se convirtió en un lamento rumoroso de sonidos. Los hombres gritaban para oír lo que querían decir. <¿Qué habrá pasado?>, se preguntaban.

A los tres días todos estaban sordos. Se hacía imposible hablar con aquel zumbido de que estaba lleno el aire. Pero las campanas seguían, seguían, algunas ya cascadas, con un sonar hueco como de cántaro.

-Se ha muerto doña Susana.

-¿Muerto? ¿Quién?

-La señora.

-¿La tuya?

-La de Pedro Páramo.

Comenzó a llegar gente de otros rumbos, atraída por el constante repique. De Contla venían como en peregrinación. Y aun de más lejos. Quién sabe de dónde, pero llegó un circo, con volantines y sillas voladoras. Músicos. Se acercaban primero como si fueran mirones, y al rato ya se habían avecindado, de manera que hasta hubo serenatas. Y así poco a poco la cosa se convirtió en fiesta. Comala hormigueó de gente, de jolgorio y de ruidos, igual que en los días de la función en que costaba trabajo dar un paso por el pueblo.

Las campanas dejaron de tocar; pero la fiesta siguió. No hubo modo de hacerles comprender que se trataba de un duelo, de días de duelo. No hubo modo de hacer que se fueran; antes, por el contrario, siguieron llegando más.

La Media Luna estaba sola, en silencio. Se caminaba con los pies descalzos; se hablaba en voz baja. Enterraron a Susana San Juan y pocos en Comala se enteraron. Allá había feria. Se jugaba a los gallos, se oía música; los gritos de los borrachos y de las loterías. Hasta acá llegaba la luz del pueblo, que parecía una aureola sobre el cielo gris. Porque fueron días grises, tristes para la Media Luna. Don Pedro no hablaba. No salía de su cuarto. Juró vengarse de Comala:

-Me cruzaré de brazos y Comala se morirá de hambre.

Y así lo hizo.»

 

 

JOSE A. GARRIGA VELA. LEONOR REFIGE Y HÉCTOR MÁRQUEZ
Etiquetado , , , , , , ,

DÍA DE LAS LIBRERÍAS, CON PABLO ARANDA

Hoy es el Día de las Librerías. He escrito varios relatos y alguna novela ambientados en librerías, como los cuentos <Librería Sueños>, que apareció en el libro colectivo Último encuentro en BiblioCafé (GB y Jam Ediciones – Valencia, 2014) o <La librería del tío Hugo>, publicado en otro volumen colectivo titulado Me estás pisando el Chéjov (Espai Literari – Barcelona, 2016), y la novela corta El laberinto de Max (Mitad Doble & Ediciones del Genal – Málaga, 2018). Pero quizá sea el cuento que escribí para el 50 Aniversario de la Librería Proteo de Málaga, el que  me resulta más entrañable, porque fue un homenaje a Pablo Aranda y su libro infantil Fede quiere ser pirata, que, al final, se convirtió en un texto de admiración y cariño hacia Pablo y un homenaje a quienes durante años han estado al frente de la Librería Proteo. Así que hoy, en este día, me place recuperar mi relato El renacuajo de Pablo, rendir homenaje a las librerías con él y, sobre todo, recordar al amigo y al escritor Pablo Aranda, que sigue y seguirá con nosotros.

Sergio Barce, 11 de noviembre de 2022

EL RENACUAJO DE PABLO

   Federico entró en Proteo y se dirigió a la sección de libros de aventuras. Allí era donde solía encontrar sus novelas favoritas. Las de piratas y bucaneros. Y en seguida comenzó a ojear el estante a la caza de algún título novedoso. Estaba tan absorto en sus pesquisas que apenas reparó en un hombre que lo miraba con curiosidad, arrugando los ojos que se escondían tras unas gafas de pasta.

-¿Tú no eres Fede? -le preguntó el hombre de las gafas de pasta acercándose a él.

-Sí. Me llamo Federico.

Los dos se estudiaron en silencio. Y aunque la cara de ese hombre con gafas le resultaba familiar, Federico no acababa de reconocerlo.

-Soy Pablo. Pablo Aranda. El famoso escritor de novelas de piratas -dijo muy serio, y luego sonrió-. No. Es broma. Pero sí que soy Pablo Aranda. El escritor que te creó. ¿Lo recuerdas?

-¿Tú eres mi padre? -Federico había palidecido al escucharlo.

-Tampoco exageremos -dijo rápidamente Pablo Aranda temiendo que su prole creciera sin proponérselo.- Te observaba sin poder entender que hayas logrado escapar de la novela en la que habitas. Y menos aún que hayas crecido tanto sin mi permiso.

-¿Ves? Eres mi padre. Y me abandonaste cuando cumplí los cinco años.

Pablo Aranda enmudeció. De pronto, ese niño se le antojaba impertinente y malencarado.

-Fede, tú tienes a tu padre. Un cobarde, cierto, pero es tu padre y te quiere mucho. Y otra cosa más: nadie te abandonó a los cinco años. Eso te lo estás inventando tú.

-Es lo que me dijo Sergio. Que me abandonaste para irte con unos soldados. Siempre te he esperado -y al decir esto, su voz se quebró.

Federico giró la cabeza dejando que su mirada vagase por la estantería. La taza de oro, El corsario negro, La isla del tesoro, Los dueños del viento, Fede quiere ser pirata… ¿Fede quiere ser pirata? Releyó el título, perplejo.

Antes de que Federico pudiera reaccionar, Pablo Aranda se adelantó sagaz y se hizo con el libro, primorosamente editado. Lo abrió y pasó varias páginas. Luego levantó los ojos por encima de la montura de sus gafas de pasta negra.

-¿Cuántos años tienes? -Pablo Aranda lo preguntó con cierta cautela.

-Doce -respondió Federico sin apartar los ojos de la novela de Pablo Aranda-. ¿Qué hace ese libro en la sección de piratas y bucaneros? Es de literatura infantil.

-¿No dices que ya tienes doce años? -reconvino el escritor con una ironía acerada.

De pronto, las maderas del suelo crujieron y los dos se giraron. Jesús Otaola y Paco Puche encabezando un grupo que se acercaba con intenciones imprevisibles. Junto a ellos, Sergio, también con sus doce recién cumplidos, que había clavado su pierna ortopédica en el parqué; y un paso por detrás, Ana, Cristina, Francisco y Milagros, crispados porque eran los encargados de velar por los libros infantiles. Susana y Miguel Ángel franqueaban la puerta de salida. Y Vanesa, Carlos, Rosa, Beatriz, Carmen, Inma y Ana María se agolpaban a las escaleras. Pablo Aranda frunció el ceño. Y Federico se temió lo peor.

-Lo siento, Pablo -dijo Jesús Otaola-. No sé cómo ha podido ocurrir, pero te prometo que es la primera vez que se nos escapa un personaje de un libro.

-Lo devolveremos a las páginas de Fede quiere ser pirata -añadió Jonatan, que apareció por una puerta camuflada sacando unas esposas del interior de su cazadora-. Vamos, Fede, no nos lo pongas difícil.

-No puede regresar con doce años -protestó Pablo Aranda al grupo-. La novela dejará de tener sentido. Y, por cierto, ¿qué hace aquí Sergio?

-Salió de tu libro, pero solo para buscar a Fede -se excusó Paco Puche.

-En cuanto regresemos, volveremos a tener cinco años -lo interrumpió Sergio, y miró a su amigo-. Allí estamos mejor, Fede. Seguiremos soñando que somos piratas y viajaremos en nuestro bajel con Marga y con Isa.

Federico sopesó las posibilidades que tenía de huir de allí observando de reojo al grupo de Proteo-Prometeo. Famosos por no haber dejado escapar a ningún personaje si no lo hacían dentro del libro al que pertenecían. Y lo cierto era que añoraba sus años en la novela. Levantó la vista y escrutó a Sergio.

-De acuerdo -dijo en un susurro-. Pero con una condición, papá -y miró a Pablo Aranda.

-Y dale. Que no soy tu padre -replicó el escritor con voz de paciencia-. A ver. ¿Qué me vas a pedir?

-Que Isa deje de llamarme renacuajo.

-Pero si te lo dice con cariño -Pablo Aranda temía que ese cambio afectase a su historia y trató de convencerlo-. Llamarte renacuajo te hace más humano. Además, un niño de cinco años es un renacuajo.

-Entonces no volveré a la novela.

El grupo se movió inquieto, y Federico dio un paso atrás.

-De acuerdo -cedió Pablo Aranda-. Haré que Isa deje de llamarte renacuajo. Aunque seas un renacuajo.

Dicho eso, Fede y Sergio avanzaron juntos y se esfumaron misteriosamente de la librería. Pablo Aranda abrió su novela dejando escapar un largo suspiro.

-Menos mal. Todo parece estar en su sitio. Incluso ese renacuajo cabezota -susurró dibujando una sonrisa en sus labios.

Sergio Barce

 

PABLO ARANDA
Etiquetado , , , , , , , , ,

ASÍ FUE LA PRESENTACIÓN DE «EL MIRADOR DE LOS PEREZOSOS» EN LA FERIA DEL LIBRO DE TORREMOLINOS

El pasado 7 de octubre, presentamos mi libro El mirador de los perezosos (Ediciones del Genal) en la Feria del Libro de Torremolinos, a la que acudí invitado por Manuel García Iborra, al que agradezco la atención que me prestó en todo momento. La presentación corrió a cargo de mi amigo Jesús Ortega, con el que comparto, además de la profesión de abogado, la afición al cine y a la literatura, que nos resultan más gratificantes. Jesús es también un lector casi compulsivo, con el añadido de que se acuerda de todo lo que lee, algo que envidio de forma malsana, amante del jazz y poseedor de un agudo humor negro, razón por la que quizá es un profundo especialista en Kafka y en todo lo que se publica clandestinamente (si hay un libro por descubrir, él ya lo ha leído). Estuvimos muy bien acompañados por un nutrido grupo de asistentes y, para mi sorpresa, en la firma posterior se vendieron todos los ejemplares del libro. De manera que, entre la amena presentación de Jesús Ortega, nada kafkiana por cierto, el diálogo que mantuvimos a continuación y las ventas, todo salió a la perfección.

Os dejo una parte de lo que Jesús expuso sobre El mirador de los perezosos y algunas imágenes del evento.

  <Sergio Barce comienza a tener ya una obra considerable, en continuo incremento sobre todo en los últimos años, en la última década. Esa gran actividad es síntoma de que probablemente escribe con placer y de que se encuentra a gusto con la voz que va formando. Pero nos encontramos ya con una obra considerable y hay que ordenarla.

Tenemos por un lado las novelas y por otro los libros de relatos o de crónicas. Todos hablan de Marruecos, incluso cuando parece que hablan de Marruecos. Y entre las novelas, tenemos unas de género negro o policiaco (Malabata, La Emperatriz de Tánger) frente a otras de corte más intimista (Una sirena se ahogó en Larache, Sombras en Sepia o El Libro de la Palabras Robadas). En el otro bando, diríamos, nos encontramos con relatos más cortos, que a veces, y con independencia de su extensión, funcionan como pequeñas novelas, y otras más bien como crónicas (Ultimas noticias de Larache, Paseando por el Zoco Chico).

Entre estos últimos se sitúa Una Puerta Pintada de Azul, que para mí fue el mejor de sus libros en el momento en el que salió, y del que El Mirador de los Perezosos se diría que es primo hermano, pero sin que, al mismo tiempo, sea en absoluto una imitación o una segunda parte.

Ambos libros versan sobre una ciudad: Una Puerta Pintada de Azul sobre Larache y El Mirador de los Perezosos sobre Tánger. Ambos están conformados por relatos. Pero mientras que en Una Puerta Pintada de Azul primaba la ficción (desde el punto de vista estructural), en El Mirador de los Perezosos prima la crónica, la crónica literaria, que parte de los hechos reales como material. Todo relato debe contener siempre una verdad, pero en el relato-crónica la verdad se nos pone directamente por delante. Sergio se utiliza a sí mismo como personaje y nos cuenta cosas que, aparentemente, le han sucedido.

En los últimos años se habla bastante de autoficción, sobre todo desde el éxito de ventas de Karl Ove Knausgaard, y su obra en seis tomos llamada Mi Lucha. El género, o más bien la etiqueta, ha sido ensalzada y denostada por igual, como si fuese algo nuevo. Pero no es algo nuevo. Ha existido siempre, solo que antes no se le ponía ninguna marca ni vendía como tal producto. ¿No eran autoficción, por poner algunos ejemplos, escritores como: Jack Kerouac, Charles Bukowski, Osamu Dazai, Serguei Dovlatov o Annie Ernaux?

Lo que sucede es que algunos escritores prefieren comenzar con un material inicialmente inventado (al que luego agregan con disimulo estratos ya menos inventados), mientras que otros se sienten más cómodos partiendo de su propia vida (aunque luego agreguen, también con disimulo, inventos de todo tipo). Al final da lo mismo. Solo hay dos tipos de libros, como le respondió Oscar Wilde al Fiscal en uno de sus juicios: los buenos y los malos. (Y, aunque brillante como siempre, fue injusto aquí Wilde, porque también están los libros mediopensionistas, que casi siempre dan pequeñas alegrías.) Y todo esto por no hablar además del comportamiento del cerebro humano, que parece ser que trabaja en general como si elaborase ficciones, descartando, aumentando y editando los hechos.

Dicho lo cuál: los textos que más me gustan de El Mirador de los Perezosos son justamente los que hablan del propio Barce. Me dan una mayor impresión de fluidez. Todos los relatos de El Mirador de los Perezosos tienen lugar en Tánger.

Tánger es una ciudad que de inmediato se asocia a la literatura. Por allí han viajado, vivido, escrito, o simplemente han ido de visita o de juerga, innumerables autores: A. Dumas (que estuvo dos días, pero dejó una crónica), M. Twain (que estuvo solo unas horas, el 1 de julio de 1867, viajando desde Gibraltar, y que también dejó una crónica para su periódico), Roberto Arlt (que viajó por el norte de África escribiendo artículos periodísticos, y de quien se editó póstumamente la colección llamada Aguafuertes Marroquíes), Gertrud Stein (inmortalizada en España por Mecano ―una rosa es una rosa es una rosa― y que, entre otros hábitos peculiares, tenía el de mandar a la gente a vivir a Tánger; mandó a Matisse y también al más famoso de los extranjeros residentes en Tánger), A.B. Toklas, Paul Bowles (enviado también por consejo de G. Stein cuando era un joven músico; le hizo caso), Jane Bowles, Truman Capote, Tennessee Williams, Jack Kerouac, G. Corso, A. Ginsberg, Burroughs (escribió su libro más conocido en Tánger), André Gide, Jean Genet, Ángel Vázquez, Ramón Buenaventura, Juan Goytisolo, Carmen Laforet, Mohamed Chukri, Mohamed Mrabet… Por no hablar de otros muchos autores actuales que escriben igualmente sobre Tánger, porque de algún modo se han puesto de moda las historias sobre el Tánger colonial.

Aunque quizás no tantos hayan hablado del Tánger real (y sin que ello sea obligatorio, porque cada uno habla de lo que puede; de hecho, los anglosajones tienden a vivir en su versión propia de las ciudades extranjeras que habitan). Sergio sí que habla del Tánger real. Yo no conozco Tánger. He estado solo una vez físicamente (y puede que menos tiempo incluso que el mismísimo Mark Twain), pero he aprendido más leyendo el libro de Sergio que haciendo de visitante. (…)

(…) De la portada, ya les he dicho que sea trata de un cuadro de la pintora Consuelo Hernández. (…) Pero es que la edición es magnífica. La tipografía de portada es muy buena también y el conjunto da la impresión del gran libro que tenemos delante. La tipografía de interior es cómoda y es respetuosa con la presbicia. Les llamo la atención sobre las guardas, que son las páginas interiores que unen la portada con el resto del libro, que son también de un gran nivel de edición. En fin, y para que no nos llamemos a engaño: tienen ustedes delante el perfecto regalo para estas Navidades. 

                                                                                                                                                     Jesús Ortega>

Etiquetado , , , , , ,

ASÍ FUE LA PRESENTACIÓN DE «EL MIRADOR DE LOS PEREZOSOS» EN LA LIBRERÍA PROTEO DE MÁLAGA

El pasado 28 de septiembre, presentamos mi nuevo libro de relatos El mirador de los perezosos (Ediciones del Genal) en la Librería Proteo, de Málaga, dentro de las actividades del Tercer Piso de Proteo. Héctor Márquez hizo de perfecto maestro de ceremonias y actuó como moderador.

Miguel Ángel Moreta-Lara fue el encargado de presentar el libro y, como es habitual en él, lo bordó. No se extendió demasiado, pero supo sacar lo esencial de sus páginas. Luego, entre los tres, abrimos un diálogo muy fluido y natural, adentrándonos no solo en las tramas de los relatos sino también en el proceso creativo y en el significado de Marruecos y de Tánger, en concreto, en mi obra y en la de Miguel Ángel, algo que nos une. Además, la actriz Leonor Regife leyó unas páginas y, escuchar mis cuentos en su voz, me causó un extraño efecto, como si yo no los hubiera escrito nunca. Fue un detalle que aportó más calidez y cercanía. Finalmente, también el público, que llenó la sala, se animó a intervenir. Todo fue perfecto. Y, al día siguiente, volé a Tánger, como si estos relatos ambientados en esa ciudad me empujaran a reencontrarme allí con mis personajes.

Sergio Barce, octubre 2022 

 

Etiquetado , , , , , , , , ,