Archivo de la etiqueta: Carlos Tessainer y Tomasich

«A LARACHE», UN POEMA DE CARLOS TESSAINER Y TOMASICH

“…en los recuerdos buscamos / siempre un «mar» como tu mar.”

Son versos de Carlos Tessainer y Tomasich, de un poema inédito que, por afecto, por cercanía, por amistad, ha pensado que podría ver la luz a través de mi blog… Cuánto se lo agradezco. Cómo no iba a hacerlo si le debo tanto a Carlos. Más de lo que cree.
Le debo uno de los momentos más entrañables y emocionantes para mi madre, que Carlos le regaló pocos días antes de morir, trayéndole ese mar de recuerdos inolvidables para hacerla reír de nuevo; le debo la dedicatoria más emotiva que podían escribirle a mis padres, de una sencillez elocuente; le debo los recuerdos comunes que ha ido rescatando gracias a su memoria portentosa, como cuando con su primera amiga de niñez, Mariuca, ayudaba a mi madre a preparar mi cuna y me cantaban: «Hola, hola, hola, Pirulo es una bola; ea, ea, ea, el niño se mea»; y le debo este poema, que flota en las aguas de nuestro mar y de nuestro río…

CARLOS TESSAINER

CARLOS TESSAINER

“…en los recuerdos buscamos / siempre un «mar» como tu mar.”
Su poema dedicado a nuestra Larache le sale de las entrañas, como siempre que escribe de este trozo de tierra que nos robó el alma. Ni él ni yo somos poetas, y tampoco sabemos si es un poema perfecto o imperfecto. Lo que sí sabemos es que nuestra infancia y su adolescencia pueblan cada rima, que cada verso nace desde una ventana que asoma al Balcón del Atlántico, y que, con cada palabra, se escapa una lágrima.
Somos hijos del olvido, me dice Carlos, somos hijos del desarraigo, le digo yo. Sea como fuere, somos hijos de un pueblo que es capaz de hacernos vibrar con tan solo pronunciar su nombre, y al hacerlo los recuerdos nos desbordan, como se desbordan los versos de Carlos, abrasivos, porque no hay poesía más bella que la que nace del corazón. Y este poema nace del corazón de Carlos Tessainer, de mi hermano Carlos Tessainer.
Sergio Barce, octubre 2014

A LARACHE

Ciudad que codiciada
por reyes extraños fuiste.
Altanera, la envidiada:
a ellos siempre venciste.

Al océano volcada
de él siempre amiga.
Y el gran mar atronaba
de él jamás enemiga.

Los que en ti estuvieron,
moraron en tu corazón,
vibran, siempre sintieron
punzadas de emoción.

Atlántico es tu cuna
Hespérides tu morada.
Amante como ninguna
¡siempre la deseada!

Quienes nos alejamos
con pena, con gran pesar,
en los recuerdos buscamos
siempre un «mar» como tu mar.

Para ti tierra querida
querida, nunca olvidada,
¡cuán grande es la herida
de sentirte apartada!

Cual reproche no lo sientas:
de ti jamás me quise ir,
que como ciego a tientas
te sufro por no percibir.

Y Larache siempre en mente,
en mente y en el sentir
conmigo siempre presente
¡contigo siempre latir!

Carlos TESSAINER Y TOMASICH

BALCON ATLANTICO desde nuestra casa

BALCON ATLANTICO desde nuestra casa

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EL PROTECTORADO ESPAÑOL EN MARRUECOS. LA HISTORIA TRASCENDIDA

Con  ocasión del centenario de la instauración del Protectorado español en Marruecos, se acaba de publicar <El Protectorado Español en Marruecos. La Historia Trascendida”, financiado por Iberdrola.

He tenido la suerte de participar en este gigantesco proyecto literario en el que se han dado cita escritores, estudiosos, historiadores, juristas… en una obra que se ha editado en tres tomos. También he tenido la suerte de descubrir, al recibir los libros, que entre los participantes hay muchos amigos, y también dos paisanos y amigos larachenses, León Cohen Mesonero y Carlos Tessainer y Tomasich.

La obra está dirigida por Manuel Aragón Reyes, la edición y la coordinación ha corrido a cargo de Manuel Gahete Jurado, con la colaboración de Fatiha Benlabbah. La coordinación editorial es de Montse Barbé Capdevila. Teniendo los libros entre las manos, se comprueba que todos han hecho un trabajo excepcional.

Volumen I

Volumen I

El objetivo de esta publicación es la de demostrar la relevancia que, tras los años transcurridos, ha tenido la existencia del Protectorado en las relaciones entre España y Marruecos y descubrir las huellas que aún perviven de esos años compartidos.

Mi texto se titula <La vida cotidiana durante el Protectorado en la ciudad de Larache>, y forma parte del Volumen I, dedicado a “La vertiente socioeconómica y demográfica”, tema sobre el que también escriben Jesús Albert Salueña, Youssef Akmir, Mimoun Aziza, Mohammed Dahiri, Bernabé López García y Rafael Domínguez Rodríguez. Igualmente, en este primer volumen, sobre “La vertiente jurídica” hay textos de José Manuel Pérez-Prendes Muñoz-Arraco y Antonio Manuel Carrasco González; y sobre “La vertiente científica y educativa” escriben Víctor Morales Lezcano, Irene González González, Francisco Javier Martínez Antonio y Germán Sánchez Arroyo.

Volumen II

Volumen II

El Volumen II está dedicado a “La vertiente cultural e historiográfica” con textos de Eduardo Torres-Dulce, Bouabid Bouzaid, Enrique Arias Anglés, Josep Lluís, Mateo Dieste, Federico Castro Morales, Mustapha Adila y Paloma Rupérez Rubio. “La vertiente literaria” está escrita por José Carlos Mainer Baqué, José Sarria, Vicente Moga Romero y Mohamed Bouissef Rekab. El capítulo “Los autores y sus obras” que cierra este volumen está compuesto por textos de León Cohen Mesonero, Abdelkader Chaui, Severiano Gil Ruiz, Said Jedidi, Mohamed Lahchiri, Rafael Martínez-Simancas y Carlos Tessainer y Tomasich.

Por último, el Volumen III se dedica a “La vertiente histórico-política” con textos escritos por Juan Pando Despierto, Rachid Yechouti, Emilio de Diego García, María Rosa de Madariaga, Miguel Hernando de Larramendi, Ricardo Martí Fluxá, Santos Juliá, Abdelmajid Benjelloun, Rafael Guerrero Moreno, Mohamed Larbi Messari y Marion Reder Gadow. Sobre “La vertiente militar” escriben Andrés Cassinello, Manuel Espluga, José Luis Isabel Sánchez, Juan José Amate, Boughaleb El Attar y José Manuel Guerrero Acosta. Por último “Las preocupaciones magrebíes de un militar ilustrado en el primer tercio del siglo XX. La obra de Antonio García Pérez sobre Marruecos” son analizadas por Pedro Luis Pérez Frías, Manuel Gahete y Geoffrey Jensen. Este volumen y la obra terminan con un epílogo escrito por Julián Martínez-Simancas.

Volumen III

Volumen III

Creo que como compendio de lo que fue el Protectorado español en Marruecos pasará a convertirse en una publicación de referencia. Personalmente me siento orgulloso de participar en una obra en la que hay firmas que admiro desde hace mucho tiempo, y en la que, como decía, me veo junto a varios amigos a los que, igualmente, respeto como investigadores o escritores.

He de decir que mi texto sobre la vida cotidiana durante el Protectorado en la ciudad de Larache no he podido evitar convertirlo finalmente en una larga narración. En ella, muy resumidamente, y como ejemplo de lo que fue la vida en Larache durante esos años (siempre desde mi prisma y visión personal, recordando todo cuanto me han relatado de aquella época que por edad yo no viví), cuento los avatares de mi familia desde que llegaron a Marruecos a primeros del siglo XX hasta que abandonamos nuestra tierra amada a principios de los años setenta.

Montse Barbé, como coordinadora editorial, me manifestó que se había emocionado con este texto, y Manuel Gahete, responsable de la edición y coordinación, también me comentó que le había gustado mucho. Inesperadamente, este texto se ha convertido en el germen de la nueva novela que he comenzado a escribir, así que, si llega a buen puerto esta mi nueva aventura, habré de estar doblemente agradecido a quienes se acordaron de mí para que participara en este proyecto. Y en este sentido, por otra razón pero muy unida a todo esto, he de dejar constancia también de mi afecto a mi amigo y paisano Luis Cazorla, y él sabe a qué me refiero.

Sergio Barce, agosto 2013

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CREADORES LARACHENSES

Viene bien recordar, de tarde en tarde, la labor de los artistas de Larache, ya sean escritores, pintores, escultores o cineastas… Sirva hoy esta primera relación de algunas de nuestras portadas de nuestros libros, algunas de nuestras esculturas, algunas de nuestras pinturas o los carteles de nuestras películas. Sin duda, hay mucho que mostrar…

Novela

de SERGIO BARCE

Escultura

de MARINA LÓPEZ MATRES

Novela

de CARLOS TESSAINER

Libro de relatos

de MOHAMED AKALAY

Cuadro

de RACHID SEBTI

Libro de relatos

de LEON COHEN

Recopilación de Textos de varios autores

por MOHAMED LAABI

Poemas

de MOHAMED AL BAKI

Acuarela

de MANUEL BALAGUER

ARROUCHA, poemas de

ABDERRAHMAN JEBARI

Libro de Juegos

de FRANCISCO SELVA

Poemas

de MOHAMED SIBARI

Novela

de CRISTINA MARTÍNEZ

Cuadro

de HAKIM EL HARRAK

Poemas

de AHMED DEMNATI 

Novela

de LUIS MARÍA CAZORLA

Una película

de ABDESLAM KELAI

Poemas

de MOHAMED LARBI BOUHARRATE

RAS R´MEL un libro

de ANTONIO HERRÁIZ

Un libro

de CARLOS GALEA

Poemas

de MUSTAPHA BOUHSINA

Cuadro

de FRANCISCO SELVA

Un film

de MOHAMED CHRIF TRIBAK

Libro de relatos

de SARA FERERES DE MORYOUSSEF

Escultura

de EMILIO GALLEGO

Picaresca – teatro

de ABDELMAWLA ZIATI

Fotografía

de GABRIELA GRECH

Poemas

de MERCEDES DEMBO

Cuadro

de ABDELLATIF BELAZIZ

Libro

de JOSÉ EDERY BENCHLUCH

Novela

de SERGIO BARCE

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LARACHE – ALBUM DE FOTOS 13

Es bastante difícil continuar este álbum, y me refiero al texto que trato que acompañe a las imágenes, porque fotos sigo recibiendo de muchos amigos, pero no repetirse en las palabras resulta complicado. Lo último que desearía es aburrir a quien se asoma a estas páginas.

Rio Lukus, y, al fondo, LARACHE – foto de Javi Lobo

Por eso, en esta ocasión, creo que me refugiaré de alguna forma en los textos de varios autores de los que, aunque les dedico artículos individuales, pueden servir para “ilustrar” lo descrito por las fotografías.

No es la primera vez que uso la imagen de un cuadro para abrir el álbum de fotos –ya estamos en su página 13, y creciendo-. En esta ocasión es un cuadro del pintor larachense Hakim el Harrak. Gracias a él, me rindo a la majestuosidad del Castillo Laqbíbat o de San Antonio o de Al Nasr, que todos estos nombres ha tenido.

Parece increíble que este majestuoso castillo del siglo XVI fuera mandado erigir por el Sultán Ahmad al-Mansúr al-Dahabi tras la batalla de los Tres Reyes, y digo que parece increíble que sea un monumento de tal historia y que se haya dejado caer en el olvido… Sin embargo, el pincel de Hakim el Harrak le ha devuelto la vida, y los colores de su paleta lo han restaurado para nuestra imaginación.

Escribía Ali Bey (Domingo Badía) en 1805: “A un extremo de la ciudad, en la embocadura del río, hay un castillo que me dijeron fue construido por Muley Yezid (Nota: Se trata de una edificación más antigua que el reinado de Muley Yezid /1790-1792/. Este sultán visitó cuatro veces Larache durante su reinado, según relata ad-Du´ayyif, pero que no señala que se dedicara en esas breves etapas de visita a la construcción o reparación de las fortalezas. Este castillo, llamado de San Antonio por los españoles, es más antiguo que el de la parte de tierra o de las Cigüeñas). La fortaleza cuadrada está guarnecida por varias pequeñas culebrinas. Defienden la embocadura del puerto dos baterías colocadas al sur y otra batería o castillo por el mismo lado con cañones y mortero, situada a trescientos cincuenta toesas de distancia…”

Cuánta historia tiene Larache…  Cuántas vidas vividas en sus calles… Creo que la siguiente foto es de una simbología ejemplar: en la terraza del Café Central vemos a Pepe Osuna, Mohamed Sibari y Carlos Amselem, tres viejos amigos, un cristiano, un musulmán y un hebreo, tres amigos de toda la vida, tres larachenses que simbolizan lo que siempre hemos transmitido a los que no son de nuestro pueblo.

Alfonso Santamaría me ha enviado un buen puñado de imágenes, hoy colgaré alguna de ellas, como ésta, en la que aparecen Alfonso, Emilio y Elena Santamaría.

También de Paco Selva traigo hoy bastantes fotos y carteles. En esos viejos anuncios también nos reencontramos con la historia de la ciudad…

Creo que una de las cosas que mejor se recuerdan en una vida, son las celebraciones, las fiestas, la algarabía, los instantes de felicidad. En Larache hemos vivido tantos buenos momentos, familiares, personales o entre amigos, que eso es lo que más une en la memoria. Por eso, quizá sea un buen instante para llenar nuestras vidas de celebraciones… Así que nos vamos de bodas. En la imagen siguiente, asistimos a la de Mohamed, empleado de la compañía del Lukus, y en la foto están celebrándolo Aquilino, Sentamans, Emilio y Alfonso Santamaría, Bautista, el propio Mohamed, Narai, Julio el cubano, X y la esposa de Aquilino.

También acudimos al enlace de la hermana de Rafael de Cárdenas, y allí vemos, en la foto de abajo, al hermano de Castaño, Joaquín García, Ochoa y Rafael de Cárdenas.

Y de ahí nos vamos a celebrar el cumpleaños de la nieta de Cristóbal,  el de la Colonial:

La fiesta no decae, y damos salto en el tiempo, como siempre hacemos gracias a este álbum anárquico al que une en decenios la ciudad de Larache y los larachenses, y de los años sesenta y setenta aparecen estampas como las siguientes: Fiesta de Carnavales en el Colegio Nuestra Señora de los Ángeles, de la que Mati López Quesada guarda un par de imágenes curiosas…

Los disfraces ya nos dan una idea de la época…

Paco Selva es de los que más imágenes conservan de las celebraciones y parrandas. Estas dos son de la llegada de los Reyes Magos en 1962, y espero vuestra ayuda para reconocer a quienes aparecen en ellas… Primeras respuestas: Dice Clarisa que en esta primera foto de Reyes, agachada a la derecha, ve a Pepi Pereira, y arriba, entre los dos Reyes, cree que la chica rubia es MªCarmen Morcillo y la que está a su lado Africa Fernandez.

En 1963 volvieron Sus Majestades para repartir sueños… En las dos fotos que siguen: en la primer, los tres reyes son Paco Selva, Cuqui Andrade y Lucio Dámaso; en la segunda, los mismos reyes muy bien acompañados de tres bellas larachenses…

Fiesta de Reyes del año 63 que se prolongó bastante, según atestiguan las siguientes fotos…

Aunque quizá sea el Fin de Año la que hace que la alegría se desborde siempre anhelando la llegada de un tiempo mejor… Como en esta imagen, en la que aparece mi madre -segunda a la derecha-, la primera a su lado es Nena, pero no conozco al resto del grupo. Eso sí, se lo pasaron en grande.

Chicas larachenses divirtiéndose siempre vamos a encontrar en nuestros álbumes familiares. En la siguiente, de nuevo mi madre, Maru Gallardo (tercera por la derecha) con un grupo de amigas tomándose un vinito… Algunas ya muestran síntomas de estar algo chispas… Espero que reconozcáis a alguien para poder ponerles nombres.

Muchos años después, en 2005, durante el Festival de Guitarra y Música, celebramos un emotivo homenaje al músico larachense Tomás Chacopino, que aparece en esta imagen acompañado por Ahmed el Guennouni y por mí, Sergio Barce.

Y en esta otra, también celebramos un encuentro lleno de buena camaradería y calidez. Creo reconocer en la foto a los que nos reunimos en Larache creo que en 2004: en primer término Mohamed Akalay, y con él Abderrahman Lanjeri, Bouissef Rekab, Mohamed Sibari, el cónsul José Ramón Remacha, Mohamed Laabi, Mustapha el Bouhtoury, Ramón López Tuñas, Miguel Ángel, Gonzalo, Sergio Barce, Maria Luisa Diéguez y Mohamed Lahchiri.

Curiosa  la vida… En la fotografía anterior, está mi amigo Mohamed Akalay, y Alfonso Santamaría me ha remitido otra en la que, varios años antes, él acompaña a Akalay junto a su hermano Emilio, que perdimos hace muy poco tiempo, y cuya memoria guardamos con afecto.

A principios del siglo XX, Luis Antonio de Vega escribe: “La primera ciudad marrueca donde fijé mi residencia durante los dos lustros que residí en África fue Larache. Es tal vez por esto y porque en su recinto aprendí a conocer y amar a Marruecos por lo que mis mayores simpatías las reservo para la ciudad, que es proa de navío en la quilla del viejo Castillo de San Antonio, quilla metida en el mar.

Allí pasé un año, primero en la calle Real, luego en el callejón de Hamed Ben Tzami, donde los tejeringueros moros amasaban cada mañana la pasta de los aceitosos churros que serían adorno suculento en el collar que formaba un junco verde; la calle de Hamed Ben Tzami, en el barrio primoroso de la Marina, con la terraza situada frente a la barra que forma el Lükus en su desembocadura y en la que hasta en los días dulces y en las dulces tardes se revolvían las aguas en amasijos de olas turbias”.


 

Y algunos nombres de empresas y negocios que siguen en el recuerdo… Urrestarazu, Baeza…

O Bensimón, Morales o Caballero…  El Banco Hispano Americano en Larache…

 

Una joya de fotografía es la que me ha hecho llegar Juan M Fernández Gallardo, con quien me unen lazos familiares por la rama Gallardo, y se trata de este grupo del Colegio Santa Isabel, del curso 1947-1948:

Si fantástica es la estampa anterior, la siguiente me parece de una belleza plástica extraordinaria. Se trata de la pesca del atún, y quien habla de Larache habla de la almadraba y de sus atunes. Reconozco que me atrae mucho la fotografía en blanco y negro, pero es que en concreto esta foto parece sacada de una película neorrealista, como un fotograma de un largometraje filmado por Vittorio de Sica o Roberto Rossellini… En ella aparecen Julián Aixelá Ballester, Joaquín Garcia Camuñez, Guegue, Vicente Pro y Claudio Columé.

De 1967 es la foto de la Primera Comunión del siguiente grupo de larachenses: Mari Nieves Rebollo, Martín Romo, Alfonso Santamaría, Mula, José María López Garry, Pedro Bono, Miguel Ángel Ramírez Cano, Venancio, Agapito y Bono.

Un paréntesis deportivo… Menuda paliza le dio el Betis al Larache: 8 a 0. Desconozco si hubo revancha…

En esta otra imagen, quizá uno de los mejores amigos de mi padre: Alfonso “Ponchi” Ariza, con Mercedes, su mujer. Dos larachenses hasta el tuétano.

Como larachense hasta la médula es Abdellah Charafi, siempre una sonrisa, siempre entrañable.

Aprovechando que estoy ahora colgando las fotos de paisanos y amigos, traigo también a este rincón del álbum a dos larachenses a los que les profeso un afecto especial: Joana Márquez y a Luis María Cazorla, con quienes compartí un inolvidable acto en Madrid. Por cierto, que Luis Cazorla presentará en Larache el próximo 14 de Mayo su novela «La ciudad del Lucus» en el Colegio Luis Vives.

Y para cerrar esta página 13 del álbum de Larache, dos fotos más y un poema.

La primera de las fotografías pertenece a la película “Balcón Atlántico” del realizador larachense Mohamed Chrif Tribak.

El poema pertenece al escritor larachense Hassan Tribak, que escribe en su libro El eco de la huída:

 

Mi ciudad de Larache.

Un ciego que camina cada noche,

Un pájaro que pone su nido

Entre los dedos de un mendigo

Y entre dedo y dedo

Hay una voz que grita y pide perdón

Pero rechaza su castigo.

Mi ciudad ignora

Su mar con sus olas trajineras,

Sus años y años llora y llora

En la estéril zona de los engaños.

Así voy a morir;

No voy a decir

Más que mi Larache

Vive en su perpetua

Noche.

Y la última imagen es esta simpática foto tomada en la otra banda, en la que están Otra banda Pepe García, Gálvez, Antonio Salles, Diego Ramos Guegue y Munik.

Escribe Carlos Tessainer en su novela Los pájaros del cielo: “Como en un pueblo forzosamente abandonado por sus habitantes y luego anegado por las aguas de un embalse… vivimos en un mundo que ya no existe -nuestro pueblo, nuestro lugar- y que, sin embargo, siempre nos deleitamos en revivir en las conversaciones…” 

Pero Larache sigue ahí, y los larachenses también. El álbum de fotos trata de que ningún larachense abandone su pueblo ni que termine anegado por las aguas de un embalse, sino que perdure en nosotros, porque quién puede hacer desaparecer un sentimiento…

Sergio Barce, abril 2012

 

 

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CARTA A LARACHE, por el escritor larachense CARLOS TESSAINER Y TOMASICH

CARTA A LARACHE

Querida Larache: mi ciudad, mi pueblo, mi tierra ¡mi madre geográfica! Llevo mucho tiempo sin verte, demasiado. Cuando en 1974 me vi obligado a dejarte, tenía diecisiete años y la vida entera por delante. Ahora me avergüenza reconocer que hubo semanas, posiblemente meses en que no te eché de menos, ni tan siquiera me acordé de ti. Esto hace ya tiempo que cambió, porque conforme uno se va haciendo “charfo”, vuelve la vista atrás y trata de reencontrarse con sus raíces. Espero que no me tengas en cuenta el olvido en que te tuve, porque ahora estás viva y presente de forma continua en mi mente, incluso de vez en cuando en mis sueños; y además por esta carta que, aunque con mucho retraso, quiero que te llegue llena de un cariño infinito. Imagino que al tratarse de “ti”, el cartero te la entregará en la Oficina de Correos, allí donde todos los atardeceres del mes de Ramadán, sonaba la sirena para anunciar a los musulmanes que podían romper el ayuno. ¡No te mereces menos!

             Verás, Larache: Sergio me ha pedido que escriba un “relato” para introducir algo que va a colgar en su blog referente a mí. La verdad es que me lo ha puesto difícil: navegar por el citado blog, leer lo que tus hijos de nacimiento o adopción escriben sobre ti, me ha emocionado profundamente y me pone el listón bien alto.

             ¡Dios mío!, gentes de las tres religiones que allí convivimos, contactando desde lugares tan distintos y distantes del mundo: ¡me ha dejado boquiabierto! Pero sobre todo, me ha emocionado hasta no poder evitar que se me humedezcan los ojos.

 ¿Qué puedo aportar yo a tantos comentarios bellos como te dedican? He leído con especial atención la conversación que tus hijos León y Sergio mantenían paseando por tus calles, sentados tal vez en alguno de tus bares o cafés. Y he decidido arrancar de ese diálogo en que León dice que debe dejarse a un lado la nostalgia y la melancolía para ser realistas; y Sergio se rebela a permanecer impasible y que la desidia y la rapiña te sigan corroyendo, para hilvanar lo que quiero contarte.

 Verás, Larache. Corría el año 1972 y a todos nos entusiasmaba una canción de José Feliciano: “Qué será”. Fuimos a casa de una amiga a oír música y alguien que llevaba el disco lo puso. Pasados unos minutos, la dueña de la casa llamaba a su hija, y al poco tiempo ésta entraba en la habitación para decirnos que quitásemos aquella canción:

-“¿Qué pasa, es que el volumen está demasiado alto?”

-“No, – dijo Pili con lágrimas en los ojos – es que la letra de esta canción , mi madre la identifica con el abandono que está sufriendo Larache”.

 En aquel entonces, no comprendí demasiado; quitamos el disco y pusimos otro. Pero, ¿sabes, Larache?: ya alejado de ti, con muchos años más y el tiempo vivido, he vuelto muchas veces a escuchar la canción y he llegado a entender con pena  lo que aquella larachense sentía. Ahora me identifico con ella plenamente.

“Pueblo mío que estás en la colina

       tendido como un viejo que se muere,

                   la pena, el abandono son tu triste compañía,

                                            pueblo mío te dejo sin alegría”.

 Invito a todos tus hijos a que escuchen la canción porque seguro que una punzada les oprimirá el corazón. La estoy escuchando estos días, para ratificarme en el mismo sentimiento que invadía a la madre de mi amiga en 1972: congoja. ¡Si ella hubiese visto lo que le deparaba a su ciudad en las décadas siguientes!

 Ahora somos nosotros, los que seguimos vivos y llevándote muy adentro, los que sufrimos tu agonía sin comprender el porqué.

 Sergio y León hablan; León y Sergio dialogan y cambian sentires. De mi corazón roto por ti Larache, destilan lágrimas: grandes y enormes, como la luna que Dukali le dio a su madre como regalo.

 Reconozco Larache, que no voy a verte a menudo. Debo ser un mal hijo,  pero te aseguro que en mí y por mí corre la sal de tus salinas, los temporales que te entraban por el mar haciendo ulular persianas, puertas y postes de la luz; corren los días de levante que llegaban en verano y el olor a almadraba que sigue sin resultarme desagradable: todo lo contrario. Corren los enormes bancos de niebla que entrando por tu “Balcón del Atlántico” invadían tus calles y las lluvias torrenciales que te regaban a ti y a tus campos. ¡Eso por no hablar de todos tus rincones, que como arterias y venas te recorrían y recorren! Toda tú estás conmigo.

 ¿Qué embrujo tienes, qué hechizo echaste sobre nosotros? Es verdad, Larache, todos los que en ti nacimos o vivimos, no podemos olvidarte. Alguien en el blog de Sergio decía que nunca había conocido a nadie que hablase con tanta pasión o cariño de su pueblo como lo hace la gente de Larache sobre ti.

 Ya te he dicho, madre geográfica, tierra mía, que no te visito con la frecuencia que debiera, es más y tú lo sabes, que casi no lo hago. Volvía a verte ¡veintidós años después de haberme marchado! Recuerdo una emoción incontenida y cómo con cierto apuro no podía evitar que las lágrimas resbalaran por mis mejillas en más de una ocasión: al recordar a mi padre fallecido, rememorar los recuerdos, meditar sobre la vida que contigo me habían robado…

 Aunque vi derribado el “Teatro España” (al parecer por una mala gestión de los fondos que para su rehabilitación se habían destinado), el “Casino” y el “Colegio de los Hermanos Maristas”, me libré de ver la expoliación que has sufrido después.

 Eso sí, los edificios, sobre los mismos que yo había conocido, habían aumentado en altura, dando a algunas de tus calles una sensación de agobio. En su época, debieron hacerlos con muy buenos cimientos, para poder soportar luego tantas plantas sobre ellos, pues sus bajos seguían siendo los mismos. Pero bueno, con la excepción del “Teatro España” (de indudable valor arquitectónico y larga y rica historia artística), el resto me pareció lógico. La especulación del suelo se ceba sobre cualquier país, y por muy entrañables que nos resultaran, qué duda cabe que los inmensos solares ocupados por el “Casino” y el “Colegio de los Hermanos Maristas” eran piezas codiciadas. Eso sí, podían al menos haber cuidado la estética o mejor dicho, no romperla; y en la antigua Plaza de España o de la Liberación, donde desapareció el “Casino”, construir un edificio en armonía con los restantes, la mayoría de ellos de inspiración andalusí o hispano-árabe, estilo que no creo pueda ofender a autoridad marroquí alguna, pues es consustancial a una cultura común.

 Pude ya apreciar bastante dejadez en cómo te cuidaban: el “Jardín de las Hespérides” era prácticamente un erial y los del “Balcón del Atlántico”, estaban abandonados a su suerte. Habían remodelado la “Plaza de España”, quitándole la fuente alzada que fue construida con azulejos sobrantes de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929; azulejería de considerable valor y belleza y de profundas raíces hispano-musulmanas, que daba al lugar cierta semejanza con numerosas fuentecillas del “Parque de María Luisa” y de los “Reales Alcázares” de Sevilla.

 Me dio rabia esto último, pero me dije que en aras a un modernismo mal entendido, ¡qué disparates no se siguen cometiendo en muchas de nuestras ciudades!

 En aquel viaje pude constatar el cariño de los larachenses de cualquier condición, que se acercaban a mi madre y a mí, nos saludaban apretando con fuerza nuestras manos, preguntándonos por nuestra familia, invitándonos a sus casas o a tomar un café. Como la niña que le regaló a Sergio una postal tuya; eso fue lo que me sirvió de bálsamo para aliviar mi pena por las heridas que ya te estaban haciendo. Creo que me fui en el momento oportuno, el último,  para no ver las barbaridades que contigo han hecho después, para no ser testigo del descuido y el olvido a los que las autoridades te han castigado…

 Luego, tras aquella visita que te hice, me fui derrumbando emocionalmente, porque vino  lo peor. Quiero confesarte algo que nunca he dicho a nadie: cuando fui en 1996, el antiguo chalet de Gomendio (mandado construir por el marqués de Villasinda, que fue su primer propietario y residente) estaba en venta.

 Durante años,  tuve como meta el que me tocase el “cuponazo” o la lotería para poderlo comprar e ir a pasar allí las vacaciones y cuanto tiempo pudiese. Cuando me dijeron que lo habían demolido para construir un bloque de viviendas y pude ver las imágenes en las que se apreciaba cómo también habían construido elevados edificios en los chalets contiguos (por ahora solo uno se ha salvado), fui yo quien se derrumbó.

 Tú sabes que yo vivía en el “Balcón del Atlántico”, frente a lo que ya no existe. ¡Aquel ya no es mi “Balcón del Atlántico”! Con posterioridad, no oigo sino las fechorías que contigo siguen haciendo: que si han construido sobre gran parte de los jardines del “Palacio de la Duquesa de Guisa”, que si el edificio donde vivía la familia Román está en ruinas… y un largo etcétera difícil de asimilar.

 Tu hijo León le decía a Sergio que había que asumir la realidad de haber nacido en un país entonces colonizado, y que las autoridades se habían empeñado en borrar toda huella del colonialismo español. Pero escucha, Larache: a mí hay algo que no me cuadra. Yo nací siendo ya Marruecos independiente, y como te decía antes, no me fui hasta los diecisiete años de edad. Entonces éramos provincia de Tetuán y lógicamente las autoridades gubernamentales y locales eran marroquíes: y las calles se limpiaban, los jardines se cuidaban con esmero, se arreglaban los desperfectos urbanos, había obligatoriedad de encalar los edificios… ¿Qué ha ocurrido para que te hayan convertido en un ejemplo a no seguir? Cuando me hablan de lo bonito y cuidado que está Arcila -a tan solo treinta kilómetros-, de su potencial turístico convenientemente explotado,  de lo limpia y bella que está, no comprendo qué mal has hecho tú para que, teniendo el encanto que tienes, te hayan castigado y te sigan vejando de la manera en que lo hacen. ¡Y me lleno de  desesperación!

 La nostalgia y melancolía que por ti siento, me resultan imposibles evitar. ¿O es que acaso no son ellas las que me han llevado a escribirte? Pero creo que no son excluyentes con el realismo. Nosotros, tus hijos que en la diáspora vivimos, poco podemos hacer por ti, al menos de forma continuada y eficaz.

 Está claro que la solución debe salir de los hijos que aún te quedan en casa, de los larachenses que te habitan. Su futuro, y con  él el tuyo, está en sus manos. Para mí, ésta es la realidad.

 Deben ser los larachenses que allí viven, los que maldicen y reniegan de los desmanes que contigo están haciendo, los que tomen las riendas de la situación. Ejercer de forma institucional toda la presión que de manera pacífica puedan hacer para conseguir que las autoridades de la provincia y del municipio sean hijos tuyos,  preocupados por tu bienestar y futuro, alejando de una vez por todas a aquellos que a ti llegan para ejercer tu gobierno, procedentes de lejanas regiones de Marruecos y que tan solo se interesan por enriquecerse a cualquier precio, aunque para ello tuvieran que vender hasta el mismísimo “Zoco Chico”.

 Hasta entonces Larache, mi querida y añorada tierra, como dice León refiriéndose a ti: “(…) a través de nuestros libros y relatos, es la mejor manera de enaltecerla y mostrarla a  aquellos que no la conocen”.

 Mi deseo de volver a verte, aún no se ha secado del todo, pero por el momento, no quiero ser testigo impotente de cómo te siguen maltratando. No soy cobarde, es que en este sentido tengo las manos atadas, y tú lo sabes. Cuando a los hijos que contigo y en ti habitan, cuando a los buenos larachenses se les colme la paciencia y se conviertan en los auténticos protagonistas del gobierno de la provincia y de la alcaldía de la ciudad; cuando finalmente comiences a salir del pozo en que te hallas, retornaré para ver lo que de ti queda, regresaré para asomarme a la barandilla de “El Balcón del Atlántico” y en cualquier tarde de verano, quizás pueda volver a ver ocultarse el sol en el horizonte infinito de tu mar. Entonces, como Dukali le regaló a su madre la luna llena, todos tus hijos: los de la diáspora y los que contigo viven, te devolveremos como presente el esplendor y la dignidad que te han ido arrebatando. 

Hasta ese día en que Dios quiera que vuelva, ten por seguro Larache que te llevo en lo más profundo de mí ser, que formas parte de mí.

CARLOS TESSAINER (Larache, 1956) es autor, entre otras obras, de las novelas «Los pájaros del cielo» y «El árbol del acantilado«.

LAS FOTOS, SALVO LAS ANTIGUAS DE LA PLAZA DE ESPAÑA Y EL CASINO, SON DE ITZIAR GOROSTIAGA

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