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CARLOS TESSAINER Y TOMASICH, escritor larachense

CARLOS TESSAINER

    (…) <Como en un pueblo forzosamente abandonado por sus habitantes y luego anegado por las aguas de un embalse… vivimos en un mundo que ya no existe -nuestro pueblo, nuestro lugar- y que, sin embargo, siempre nos deleitamos en revivir en las conversaciones.

Europeos procedentes de Marruecos y dispersos por medio mundo nos sorprendemos al encontrarnos en los más dispares y recónditos lugares y al instante una singular camaradería se establece entre nosotros. La animada y larguísima conversación que entonces se entabla nos hace cómplices de un pasado que otros no comprenden <¡Ah! ¿pero es que sois moros?> y sirve de bálsamo para una herida mal curada que anida en el fondo de nuestro ser.
No somos racistas, ni colonialistas, ni imperialistas; todo lo contrario. Tras los procesos de independencia, siempre se ha puesto el énfasis en la justa lucha de los pueblos colonizados por el logro de su libertad. Pero pocas veces se ha mencionado el hecho de que, a causa de ello, cientos de miles de europeos, nacidos y criados en remotos lugares de África y de Asia, un día se vieron obligados a abandonar aquella tierra que, en el sentido amplio de la palabra, era para ellos la suya. Trasplantados todos nosotros a la Europa de nuestros mayores, somos así testigos de un episodio político -el colonialismo- del que no sólo fueron víctimas los pueblos conquistados.

Desvelado por el motivo que tendría mi abuela para que la acompañase al día siguiente, era como si la congoja que ya sentía dentro de mí fuese una especie de almuédano que de forma inconsciente me estuviese anunciando todas las reflexiones que acabo de contar y a las que, lógicamente, he llegado con el transcurso del tiempo.

A través de las ventanas, abiertas para aliviar el calor estival, llegaba ronco y furibundo el rumor del oleaje precipitándose sobre el acantilado. El bramido del mar y el inicio de una brisa fresca y gratificante me hizo comprender que se había iniciado la pleamar.

Como para quien vive largo tiempo junto a una estación de ferrocarril llega un momento en que no oye el paso de los trenes, igual nos ocurría a nosotros con el mar. A veces, en invierno, veíamos al Atlántico presa de gran agitación estrellándose contra las rocas de la costa, incluso sepultando momentáneamente bajo sus aguas el semáforo en que finalizaba el espigón que daba acceso al puerto. Y no obstante, especialmente fuerte debía ser el temporal para que el rugido del mar nos hiciese caer en la cuenta de su existencia.
Aquella noche, sin embargo, tal vez la vigilia o quizás los nervios me hicieron reparar en el rumor de un oleaje que también dejaría. A pesar de esta nueva pérdida que mi mente ahora sumaba a la de tantas otras, fue ese ruido monótono y profundo lo que, junto al alivio de la temperatura que se produjo, me hizo conciliar el sueño.

Dormí profundamente. Siempre he soñado mucho en el transcurso de la noche: la zozobra de mi mente hizo que en aquella ocasión soñase con las situaciones más distintas y peregrinas, donde se mezclaban personas y circunstancias en lo que, ya despierto, me pareció en principio un auténtico lío. Pero aquel caos tenía, no obstante, un hilo conductor: a lo largo del sueño fueron desfilando por mi mente distintas personas -casi todas ellas amigos o compañeros de colegio- que, pertenecientes a diversas etapas de mi aún corta edad, protagonizaban, bien por separado o en grupo, distintos episodios -o sueños- ordenados cronológicamente y en lugares dispares y reales de la ciudad. Así, soñé con mi amiga Mariuca jugando en el Jardín de las Hespérides; con mis amigos Cholo y Miguel buscando cigarrones en el Balcón del Atlántico; con Eduardo, Pili y Maite fabricando quimeras en nuestro primitivo laboratorio…

Dicen los que han estado a las puertas de la muerte que hay un momento, quizás un instante, en el que, de manera vertiginosa pero ordenada, se sucede por la mente todo lo vivido hasta entonces. Quizás no sea necesaria la inminencia de la muerte física para que ello ocurra. Hay otras formas de morir, y yo al dejar Larache moría un poco. Aquella noche de incesantes sueños era la prueba de que mi subconsciente hacía una especie de balance de lo vivido hasta entonces. Su destino no era la Otra Vida, pero sí otra vida que a las pocas horas me envolvería y que se anunciaba con una mezcla de ilusión, dolor y vértigo>.

 Este párrafo pertenece al primer capítulo de la novela <Los pájaros del cielo>, del escritor larachense CARLOS TESSAINER Y TOMASICH, y es toda una declaración de principios que suscribo en su integridad.

Aunque en otro capítulo transcribiré párrafos de su obra que hablan de Larache, es decir, Larache vista por Carlos Tessainer, como aperitivo para quien se acerca por vez primera a su obra narrativa creo que este extracto de su novela es elocuente.

Carlos Tessainer nació en Tetuán en 1956, pero es y se siente larachense porque allí es donde vivió durante su infancia y adolescencia. Es Doctor en Geografía e Historia, de ahí que haya escrito quizá el mejor ensayo sobre la figura del Cherif Raisuni: <El Raisuni, aliado y enemigo de España>, editado por Algazara, en Málaga, en 1998, libro del que ya he hablado en otra ocasión, pero al que prometo volver. Y también publicó en 1994: <Francisco de Asís, el rey consorte>.

Como novelista, Carlos tiene publicados dos magníficos libros ambientados en Larache: <Los pájaros del cielo> (Ediciones Sarriá – Málaga, 2001), novela de la que he escogido el extracto anterior, y que recomiendo, y <El árbol del acantilado> (Ediciones Sarriá – Málaga, 2006), quizá su obra más representativa, con la que fue finalista del X Premio de Novela Fernando Lara 2005. Cuenta la historia de un amor, pero también el relato del reencuentro entre dos religiones y dos culturas separadas durante cerca de quinientos años. Tras un largo y amargo desencuentro, los sefardíes y los españoles volvieron a encontrarse en el Protectorado español del norte de Marruecos…

Pero como digo, prometo volver sobre estos dos libros para que os deleitéis con su manera de escribir sobre Larache.

Para terminar este breve artículo, no puedo evitar transcribir también algo que Carlos me contaba hace muy poco de cuando vivíamos en el mismo edificio del Balcón Atlántico –por cierto, yo también me embelesaba como él mirando esa araucaria que presidía Villasinda-, y lo que me contaba Carlos era lo siguiente:

<Sergio, ayer por la noche <navegué> por parte de tu blog. De pequeño, te recuerdo igual a la fotografía en que apareces solo en la fuente de  azulejos que había en la Plaza de España, con tu cabeza grande y redonda, que no se parece en nada a <la que ahora tienes>. No creo que te cabrees por lo que te comento, que lo hago desde el recuerdo y con profundo cariño.

     Sale una foto entrañable y a la vez triste para mí, que es la casa del Balcón del Atlántico donde vivíamos, que de la humedad que corroe su fachada, parece que ha sufrido un incendio. Sé bastante acerca de la construcción de este edificio, pero ahora no quiero divagar.

Edificio en el que vivimos, avenida Mulay Ismail, Balcón Atlántico. Foto de abril 2012

     Dices que fue vuestra primera casa en Larache. Puede que en puridad sea cierto. Pero cuando se casaron tus padres, su primera casa fue justo encima de donde vivíamos nosotros, en el portal anterior al que tú recuerdas. Entonces era la calle General primo de Rivera nº 7 y luego fue y es Muley Ismail 17 (o quizás 19, que ya se me va la olla).

     Tus padres alquilaron esa pequeña y bonita casita (o piso). Lo alquilaron porque quedó libre al marcharse los que allí vivían. ¿Y sabes quiénes eran? pues Paco y María, los <personajes> que llevé a mi novela de <El Árbol del acantilado>.  Ya ves <los círculos de la vida>. Yo era muy pequeño; creo que debía tener tres o cuatro años. Tus padres eran veintiañeros. Tu madre era <Maru, la de Barce>. Pero cuando en casa se referían a ellos, siempre hablaban de <los recién casados>. Es una muletilla que se me ha quedado grabada en la mente. Lo que no sé es si tú naciste viviendo tus padres allí y al poco tiempo os fuisteis al portal de al lado. Pregúntale a tu madre. Pero <seguro que te fabricaron allí>.  Espero que no te moleste lo que te digo y por el contrario, te haga ilusión.

     El piso que tú recuerdas, en él vivía un compañero de trabajo de tu padre, que era José Luis Amado y su mujer Carmeluchi, con sus hijos Mariuca y José Ramón. Quedó libre el piso de al lado del que tú recuerdas, al marcharse el doctor Mayor, que pasaba allí su consulta. A él se mudaron los Amado, y tus padres, se mudaron al que ellos dejaron vacío. Con la primera amiguita que tuve (Mariuca), ayudé a tu madre en más de una ocasión a hacer tu cuna (sería en vacaciones), pues no sé por qué, <íbamos a casa de Maru>; dirás que estoy loco, pero recuerdo una <canción> que te cantábamos y que decía: <Hola, hola, hola, Pirulo es una bola; ea, ea, ea, el niño se mea>. Ellos se marcharon a Casablanca en 1964, y después a Madrid    

     Uno de mis sobrinos me dice que tengo mi <disco duro> lleno de información  inútil. No sé, a lo mejor sirve para que alguien de vez en cuando sienta satisfacción al oír cosas que no sabía o tal vez tenía olvidadas. 

     Un abrazo, Carlos>

 Querido Carlos, ojalá todos tuviésemos el disco duro lleno de información inútil como la que cuentas, porque gracias a esa información inútil la vida es un poco mejor.

Sergio Barce, mayo 2012

BALCÓN ATLÁNTICO

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LARACHE – ALBUM DE FOTOS 10

En el primer capítulo de mi novela EN EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES (Aljaima – Málaga, 2000) escribí lo siguiente:

(…) …Y, sin embargo, furtiva pero impetuosamente, de golpe, esos añejos recuerdos cruzaron ante mis ojos en un torbellino de imágenes lanzadas a fuego cruzado cuando entreví, allá a lo lejos, desde la suave curva que el vehículo tomaba, a mi pueblo.

Larache, a lo lejos

Descubrí sus casas blancas salpicadas de pinceladas azules apiñándose sobre la mansa ladera que se yergue tibia sobre el Lukus, como una inmensa bandera ondeando frente al océano. El atardecer las teñía con esa coloración dorada que volví a ver en Tánger, pero que allí, en Larache, parece más áurea, más intensa, es como si el sol se mostrase aquí más indulgente que en el resto de Marruecos. Me retumbaba el corazón a cien por hora y hasta mis manos temblaban, qué confuso todo, el ayer con el presente y lo rememorado con lo olvidado, lo que se deseó y cuanto detestamos, pero emergiendo entre esa maraña se abre paso la emoción pura y simple que destila y depura y solo saca a flote lo que en algún momento nos tocó el corazón.

Nayib, el taxista que nos llevó del puerto de Tánger hasta Larache, detuvo su reluciente Mercedes de segunda mano importado de Alemania justo al centro del puente que cruza el río, pasadas las ruinas romanas de Lixus, y posó una de sus enormes manos en mi hombro.

-No iora, jáy. Demasiado tiempo sin volver…

¿Quién no ha vivido una experiencia parecida al regresar después de los años? Este album de fotografías es como un viaje de regreso, de la mano de las imágenes que cada uno de nosotros ha ido guardando. También de las que ahora hacemos cuando volvemos, o de las que hacen los que viven actualmente en Larache. Todo forma parte de la misma memoria, la que atesora el pasado y la que cultiva el futuro, es decir, el germen de la  memoria que será.

Y luego entras en Larache, y llegas a la Avenida Mohamed V…

La avenida Mohamed V estaba flanqueada no sólo por los hermosos edificios de una y dos plantas, la mayoría de ellos aún se conservan, por suerte, pintados de blanco y azul, sino por unos preciosos arriates llenos de plantas y palmeras… En esta imagen, estamos mi madre Maru Gallardo y yo, Sergio Barce, precisamente en la avenida, sería el año 1968 más o menos, y en el cochecito mi hermana Marisol.

Dirección a la Plaza de España, hoy de la Liberación, dejas a la derecha el santuario de Lalla Mennana y el Jardín de las Hespérides, y en otra época a la izquierda, tras pasar la iglesia, estaba la tienda donde trabajaba mi abuelo paterno, Manuel Barce: La Bandera Española, hoy Bazar Yebari.

Estos viejos carteles anunciando los negocios que estaban funcionando en el pueblo, me los envía Paco Selva. Y seguramente traerá recuerdos a muchos de los que los conocieron. Pero si seguimos el camino emprendido, aterrizamos finalmente en el regazo de la Plaza de España, que es a donde siempre terminamos todos al volver. Un lugar que fue espectacular:

La Plaza, la fuente, las palmeras, la arquería y los edificios del Hotel España. Café Central, Café Lixus y Hotel Cervantes, también el Casino cuando estaba en pie… Un conjunto arquitectónico único en todo Marruecos. Aquí está León Cohen con su tía Mery…

León Cohen Mesonero con su tía Mery en la Plaza de España

Yo, de pequeño, también solía ir a la Plaza a jugar, a ver los peces de colores, a correr o a montar en bicicleta. Sergio Barce en la Plaza…

Y del pasado, Paco Selva me ha hecho llegar varias fotografías, hoy cuelgo las de diferentes equipos de fútbol, la mayoría de los jugadores son difíciles de identificar, pero en la próxima entrega de fotos incluiré las que contienen a futbolistas que sí hemos conseguido reconocer, bueno, los que Paco ha identificado. Hay que recordar que su padre fue presidente del CF Las Navas y del CF Larache, y por esta razón guarda infinidad de fotos de partidos de fútbol disputados en Santa Bárbara. Estos cuatro equipos deben ser de los años 20 y 30, supongo.

Al igual que estos dos:

En las siguientes fotos que Paco me ha pasado, sí se reconocen, en la superior, a Lama, y, en la inferior, a Emilio y Facundo. Estos datos, por supuesto, son de Paco Selva, por edad él sí puede hacerlo, yo por entonces ni siquiera había nacido.

Estas otras ofrecen una curiosidad en la segunda de ellas: la visita del Valencia CF a Larache… Los grandes equipos de la liga española, jugaban en Santa Bárbara, desde el Atlético Aviación al Athletic de Bilbao…

Esta imagen me la enviaron hace mucho, y no recuerdo quién (espero que me refresquen la memoria). Los espectadores acuden en 1953 a ver un partido del Chabab (así es como me llegó la información junto a esta foto, pero, como bien dice León Cohen, debió de ser el Larache CF, ya que el Chabab apareció más tarde).

Ya que estamos en esos años pasados, que aunque no viví sí conozco por tantos relatos de mi familia y amigos, recupero esta fotografía del Taller de Agustín Barrajón, que nombro en algún relato.

Si se me permite otro paréntesis familiar, aquí están mi madre, Maru Gallardo, con mis abuelos, Manolo Gallardo, que fue policía de tráfico en Larache, y mi abuela Eduarda Martínez. Tras la independencia de Marruecos, mis abuelos se marcharon a Málaga, desde donde siempre recordaban los buenos años vividos en el barrio de la Bilbaína, y los años de Alcazarquivir, los de Villa Sanjurjo o los de Ghemis Sahel, porque vivieron en todos esos lugares… Mis padres continuaron en Larache, para mi suerte.

E inevitablemente, imágenes de los colegios, donde se reconocen la mayoría de los amigos. Esta primera es de los HH Maristas, en el curso que compartieron, de arriba abajo y de izquierda a derecha: Galice, Manolo Hernández, Abdelmeji ben Abdelkrim, Vicente Pro, Antonio Ubeda ,Joaquín  Garcia, Pepe Alberca, Pepe García Gálvez, Paco Osuna, Cristóbal Ortiz, Claudio Columé, Ramón Sánchez, Ricardo Toledo, Daniel Calbo, Jose Ponce, Julián Aixelá y Pepe Edery.

Años después, del mismo centro, otros compañeros, de mi curso, aunque yo no aparezco, como casi nunca cuando hacían estas fotos de grupo, no sé si me ponía enfermo por esas fechas o simplemente es que rehuía posar… El hecho es que nunca estoy junto a mis compañeros de los Maristas, lo que lamento. De aquí sólo logro recordar a Juan Carlos Palarea, Francisco Javier Palarea, Miguel Angel Aguilar, Pablo Serrano Morón, Lotfi Barrada, José María López Garry, Luis Velasco, Guerrero… Se agradecería ayuda para completar la foto. El primero en hacerlo ha sido Vicente Palomares para indicar que él es el que aparece en la quinta fila a la izquierda y su hermano Antonio Palomares en la cuarta, ambos con vestimenta de rayas; y en la fila quinta a la derecha, junto al macetero, Pablo Aledo. Y Juan Carlos Palarea me aclara algunos otros: Pepe Cáceres, José Gabriel Matínez y Luis Simón. Joaquín Mauriño añade que, en la primera fila a la derecha, sentado y con una mano sobre el hombro está Diego Mauriño Medero; y justo más a la derecha, un escalón más arriba (al lado del niño que está de pie) está Victoriano Mauriño Medero. La foto debe ser sobre el año 71.

En esta otra, del Colegio de Nuestra Señora de los Ángeles, reconozco a las que luego serían compañeras mías de clase: Conchi Lama, Gabriela Grech, PeponaTambién Juan Carlos Palarea me indica que están su hermana Viki Palarea y Cristina Navarro. Y como bien indica Mati, la segunda de pie, de izquierda a derecha, es ella, Mati López Quesada, y  la siguiente Marina López Matres.

Hay tiendas y negocios unidos al apellido de su dueño, que son imborrables de nuestra memoria… Es el caso de Rosendo:

Como también son imborrables los amigos de la infancia, a los que hemos visto en alguna ocasión pero que siguen ahí como parte de nosotros. Eso me ocurre con Aguilar, que vivía a mitad de la calle Chinguiti, donde además su madre tenía una peluquería. Recuerdo los días en su casa haciendo espiritismo, o lo que creíamos que era espiritismo y que sólo nos hacía temblar de miedo y partirnos de risa…

Una fotografía de unos amigos: Manuel Fernández Padilla, Pablo Serrano, Juan Cuevas y Juan José Brito.

Quizá sea Miguel Alvarez una de las personas que más relaciono con mi familia y con mi niñez. Era mayor que yo, pero pasé muchos momentos a su lado, y es como de mi familia.

En esta imagen Miguel Alvarez y yo estamos con nuestras madres, en la Gaba.

La familia Alvarez vivía al lado nuestra en la última planta del edificio de Uniban. Manolo Alvarez era compañero de trabajo de mi padre. En los otros pisos de esa planta vivían Torres y Matamala. Pero antes de irnos a la avenida Mohamed V para residir en el inmueble de Uniban, mi niñez estuvo en el Balcón del Atlántico, en concreto vivíamos en este edificio que aún continúa en pie, y nuestras ventanas son las que están justamente sobre el cartel de la teleboutique:

Más anuncios del pasado, y más apellidos: Coloma, Alarcón, Revilla

Me gusta construir este album con los recuerdos pero también con el presente de la ciudad. Mis amigos de ahora son también fundamentales. Esta mañana me ha llamado Abderrahman Lanjeri para contarme que Luis Cazorla estaba por la Medina explicando a un grupo de personas dónde se desarrolla la historia que narra en su novela «La ciudad del Lucus»… Abderrahman es un luchador por conservar a Larache en pie, por defender su patrimonio. En esta imagen, lo vemos organizando al grupo que, hace unos años, hicimos una batida por la playa peligrosa para concienciar a la gente de que hay que mantenerla limpia. Fue muy divertido. Llevábamos unas camisetas azules que rezaban: TODOS SOMOS LARACHE, y en caracteres más pequeños todos los apellidos larachenses que recordábamos…

No puedo dejar de mencionar a la madre de Abderrahman, que hace un cuscús alucinante. Aquí está junto a la princesa larachense Angeles Ramírez.

Uno de los poetas de nuestra ciudad, el elegante Mustapha Bouhsina, que de tarde en tarde nos regala algún poema sobre Larache. Si alguien es sentimental, sus poesías le llegarán. Un escritor infatigable.

Y otra persona que merece la pena conocer de entre nuestros paisanos es Said Hauat, siempre disponible para cuanto hemos necesitado al realizar alguna actividad en Larache.

De Abdelmawla Ziati, autor teatral larachense, he hablado en este blog, por su inagotable esfuerzo por levantar el teatro en la ciudad, y por sus obras. En esta fotografía aparece junto a otros dos autores larachenses, a quienes tengo un gran respeto y afecto: Ahmed Demnati y Mohamed Benaboud.

De Demnati quiero colgar alguna poesía en este blog, y aunque me ha enviado poemas sueltos, aún no he conseguido ninguna traducción al castellano, pero ya llegará, y podré ponerlas en los dos idiomas.

En esta otra fotografía aparecemos varios larachenses, en una reunión informal que hicimos en Málaga, en El Pimpi. Estamos, y José Miguel Palarea me ha ayudado a completar todos los nombres: delante, Miguel Montecatine, detrás, Mercedes e Isabelita Matamala; siguen Isabel Barrales, Charo Matamala, Sole, Alfonso Ariza, Augusto Sarmiento, Sergio Barce, Juan Carlos Palarea, Jose Miguel Palarea, Juan A. Hidalgo y Pepito.

En esta otra imagen, que me ha pasado Karim, hay otro montón de paisanos y amigos y conocidos, que son fantásticos: Karim Ouhrich, Zineb Naoual, Sarita NL, Mounir Kasmi, con el que he compartido ya un montón de mesas redondas y buenos momentos, Mariam Benani, Said Allam, Isadac Fatima Zohra, Touriya Alem, Rajaa Zaidi, Igor Quezada, Abdo Didane, Khalid Didane y Morad Jah.

Joaquín García Camúñez me ha enviado esta composición fotográfica que él mismo ha hecho. Tres amigos que se reencontraron 55 años después, muchos años sin olvidarse unos de otros, que se retrataron juntos; debajo, ellos cuando eran chavales: Joaquín, Claudio Columé y Manolo Hernández Saris; y abajo cuando estudiaban juntos, y como él dice, al volver a verse decidieron ser niños de nuevo, en Larache…

Ya casi al final de mi novela «Sombras en sepia» (Pre-Textos – Valencia, 2006), el protagonista, Abel Egea, se despide de Samir cuando está a punto de marcharse de Larache.  Y dice así:

(…) Como le había prometido, Samir vino a despedirse de él. Se lo encontró a la puerta del Hotel Salam, departiendo con Abdeslam. Abel se había traído el Orion hasta la misma entrada del establecimiento y los dos le ayudaron a meter la maleta, el bolso de mano y unas bolsas con algunas compras: naranjas e higos secos, chuparquía, hierbabuena, dátiles, especias y ejemplares de «La Mañana» que le facilitó Rachid, el dueño de la Librería Al Ahram.

Abel le deslizó unos dirhams a Abdeslam, que se lo agradeció varias veces, efusivamente. Por su parte, Samir le dio un largo y sincero abrazo, besándole en las mejillas.

-¿Volverás? -le preguntó cuando se soltaban.

-Por supuesto.

No era una contestación con la que pretendiese cubrir el expediente, sino que había decidido hacerlo de nuevo. Tenía muy claro que ya no existen distancias, que, en menos de cinco o seis horas, se plantaba en Larache. Y no quería desaprovechar ese lujo.

-Me alegra oírlo. Ya sabes dónde tienes tu casa.

-Shukram, jai -respondió Abel.

-Lamento que no la encontrásemos -Samir apretó los labios, notando que algo se les evaporaba de las manos, una sensación de desencanto-. Te lo digo de verdad.

Sin decir nada, Abel se metió en el coche. Miró al frente; en nada le afectaban las palabras de Samir. Sabía, perfectamente, dónde estaba, lo que anhelaba, qué era lo que le esperaba en los próximos años. Y se sintió bien consigo mismo. Con una flema digna de un amanuense, Abel se había sacado el saquito con el tabaco y se sirvió una buena rayita de rapé. Luego, sonrió, lacónico.

-¿Sabes qué es lo que yo más lamento?

Samir negó con la cabeza. Pero al fondo de los ojos glaucos de Abel, vislumbró un lejano estremecimiento. Abel giró la llave y el motor bramó por el tubo de escape. Volvió a fijarse en el final de la Avenida Hassan II, en el perfil gigantesco de La Tulipe. El desconcertado Samir apoyó las manos en el borde de la ventanilla del coche, como si temiera que Abel acelerase y lo dejara allí.

-Dímelo -suplicó.

No le habría perdonado que se  hubiese llevado consigo la respuesta. Pero Abel le miró, con una expresión suave y relajada, que utilizó también en sus palabras, cargadas de sinceridad.

-No haber regresado antes…

Sergio Barce

LARACHE – foto de Itziar Gorostiaga

OS AGRADECERÍA A TODOS ME ENVIÁSEIS FOTOGRAFÍAS VUESTRAS PARA IR AÑADIENDO AL BLOG. PODÉIS HACERLO A MI CORREO: barceabogado@gmail.com


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LARACHE – ALBUM DE FOTOS 8

El álbum crece, y crece increíblemente. Página octava, y seguimos paseando por las calles que fueron y por las que son, por el pasado y por el presente de Larache… Estamos en la Plaza de España, hoy Plaza de la Liberación, y la vemos a través de la cámara de RicardoBarceló:

Los largos paseos por la calle Chinguiti, por la plaza de España, por el Balcón… Los fines de semana siguen siendo iguales en Larache: llega el viernes y al atardecer comienza a salir la gente y las calles se abarrotan de paseantes, ahora por la avenida Hassan II, por la plaza de la Liberación, por el Balcón… Los mismos lugares, casi los mismos nombres. Una tradición que llena de voces y de vida a la ciudad. Aquí pasean Pepe Edery, Fernando Galeote y Joaquín García Camúñez por la Plaza de España.

En las siguientes fotografías se reconocen a: En la primera a Marisa Alguacil, que cuando venía a mi casa yo me quedaba prendado de sus ojos, con sus padres Luisa y Antonio y sus hermanos. En la segunta estampa: mi padre Antonio Barce con Mauricio Matamala, mi madre Maru Gallardo y Chirri. Y en la última: Nini, Emilio Morales, María y mis padres.

León Cohen me está enviando algunas fotografías increíblemente bellas, como ésta, en la que vemos a su padre Jacob Cohen en Aisa, es una imagen de un blanco y negro espectacular, casi un fotograma de cine.

Y hay montones de fotografías de amigos en fiestas, en comidas, en celebraciones. Esta no sé exactamente dónde estaría tomada, pero en ella aparecen:  Carrasco, L.Torres, Luis Vázquez, J.Torres, Paquito Osuna, Luisón y Julio Osuna.

Y en uno de los bares de Larache, compartiendo unas copas: Pepe Jurado, Pepe Rubio y Joaquin Marina. Señala Pepe Jurado que la imagen se tomó en el bar de la Unión Española <Pepe Rubio vive en Córdoba, Joaquin Marina en Pibrac (Francia) y él en Málaga>.

Mientras que en las tres siguientes fotografía vemos una comilona de trabajo en la primera, a la que asistían, entre otros: Macías, Antonio Barce, Simón, Juan Vargas, Luis González… En la segunda: Carlos Navas, Galeote, Guardia y Fuentes. Y en la tercera: Carmela Barce, Expectativo, Juan Manuel y Conchita.

Esta es una fotografía que hice con mucho cariño porque en ella retraté a tres personas que quiero mucho, tres larachenses muy especiales: Angeles Ramírez, Fatima el Bouthoury y Mohamed Sibari. Fue en el balcón de la casa de Sibari, frente al mar, junto al Mercado.

En las siguientes, otros larachenses que me parecen excepcionales: Larbi Setti, siempre peleando con su asociación tratando de hacer un buen trabajo en la ciudad.

Y Mohamed Khamouch (abajo), una persona divertidísima, fascinante, que hace proyectos alucinantes con edificios para mezquitas o que escribe sobre artes marciales o te habla de la antigua China… Un paisano al que merece la pena conocer.

Lo mismo hay que decir de Abdelkader Sbiti, comprometido con el medio ambiente, actuando siempre que hace falta por el bien y la preservación del patrimonio de Larache.

Abdelkader Sbiti

Y la suerte que tengo de conocerlos a todos. Es que hay una gente tan fabulosa en Larache…

Larache

En 1981, un paisano, Antonio Rebollo Bessieres, publica en Larache, a través de la Editorial Cremades, «Nocturno para un amanecer«, y en él hay un emocionante poema que dice así:

Larache no es mi ciudad
es un trozo de mi alma
que camina junto al mar.
Mi cantar no es un cantar
cuando le canto a Larache
porque se rompe mi voz
ante esta belleza tan grande.
Tengo celos del río Lukus
porque te abraza incesante,
y del sol, porque te mira
cuando se muere la tarde.
Y yo
¿Por qué me siento Larache ?

Mi corazón se ha perdido
y lo busco entre las calles
entre tu gente, que adoro,
y hasta en tu brisa suave.
Y yo
¿Por qué me siento Larache ?

El mar que besa tu playa
tiene miedo de rozarte
y por eso te acaricia
como si fuese tu amante.
Y yo
¿Por qué me siento Larache ?

Siempre estarás en mi mente
aunque no pueda mirarte,
yo estaré siempre contigo
porque yo
yo soy Larache.

Larache no es mi ciudad
es un trozo de mi alma
que camina junto al mar.

Es un poema sencillo, pero emocionante. Supongo que sólo los que son de aquí pueden sentir su fuerza, su magnetismo interior, porque se es de donde se es, y ser de Larache te hace vibrar con la idea de que yo, yo soy Larache, de que es un trozo de tu propio alma.

En la foto anterior,otro de los lugares imborrables de Larache: los Viveros. Y en ella se ve a tres amigos cruzarlo: Lele, Carlos y Chami.

Pero es cruzar el río Lukus lo que nos hace rememorar tantos recuerdos… Ya hay en el álbum algunas fotografías del rito de pasar a la otra banda, hoy traigo dos más. Esta primera retrata a la familia Cohen cruzando el río…

Y en esta otra es un grupo de amigos el que realiza la pequeña pero preciosa travesía de las escalinatas a la otra banda, notando la brisa, oliendo el salitre, dejándose mecer por el leve oleaje, sin perder de vista al barquero que rema con los pies desnudos, hundiendo los remos y bogando… En la barca vemos a Joaquín García Camúñez, Columé, Vicente Pro, Daniel Calbo, Joaquin de la Vega

Incluso la Feria en Larache era otro acontecimiento festivo de gran raigambre. En esta foto, vemos a las hermanas Coloma Parodi precisamente disfrutando de la Feria de Larache…

Carlos Galea también me envió hace un tiempo algunas fotografías muy interesantes. En el siguiente grupo de imágenes posan, en la primera: África y Carlos Galea en el Baile de la Unión. En la segunda, el reemplazo de los años 56 y 57 con Carlos Galea, Jurado, mi padre (Antonio Barce), Manolo Moya, Rojas, Diego y Pepe Alberca. Y en la tercera imagen, el equipo de fútbol de Banca. Esperanza Manso Osuna me señala que la chica que se encuentra en medio del equipo es Lolita Mula, que se casó con su tío Julio Osuna.

Pasan los años, y creo que en el patio del Colegio de los Maristas, asistimos a alguna representación de los alumnos, quizá alguna obra de teatro o a  la entrega de algún premio… Y ahí estamos: Sergio Barce, César, Antonio Velasco, Alfonso Santamría, Gil Benedito, señorita Tere, Caravaca… Si alguien reconoce a alguien más… Pues sí, Javi Lobo me recuerda que a la derecha de Caravaca está Manolo Escalona, cierto, y añade que cree que está él mismo, la pregunta es: ¿dónde está Javi? Y Luis Peral cree que la chica con gafas y con el abrigo claro es Angelina Luna.

Y pasamos página, hasta que llegue la siguiente, con Larache siempre de fondo…


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LARACHE – ALBUM DE FOTOS 7

Comienzo esta página del Álbum con un hermosísimo cuadro del pintor larachense Rachid Sebti, titulado «Sur le toit». Su brillantez estilística, que ya he comentado en este blog al hablar de su obra, y sobre todo su luminosidad, me han parecido que podían irradiar algo de alegría como puerta a nuevas fotografías de Larache y de su gente…

SUR LE TOIT de Rachid Sebti

¿Por dónde comenzamos hoy nuestro recorrido? Hagámoslo por la vieja y olvidada Hípica de Larache… Nuestros paisanos se están movilizando realizando gestiones para que se recupere la Hípica, que ahora pasará a convertirse, por lo que parece, en un nuevo cuartel del ejército. Sin embargo, las asociaciones locales, como Larache en el  Mundo, están presentando propuestas para que se recupere una parte como zona de ocio y esparcimiento para la ciudadanía. En la siguiemte imagen, la escritora larachense Sara Fereres de Moryoussef, montando a caballo en la Hípica.

Y en esta otra, Elisa y Sara Fereres disfrutando la antigua Hípica de Larache.

De la Hípica, nos vamos una vez más a nuestro entrañable Balcón del Atlántico…  Siempre lo digo, el espacio en el que todos los larachenses han posado con sus amigos y familiares. En esta imagen en blanco y negro: Ramón Alberca con su hija Mariceli.

Y en esta otra, también en el Balcón: Joaquín, Victoriano y Diego Mauriño Medero.

Se puede viajar desde los años treinta y cuarenta del pasado siglo a nuestros días, y el Balcón es como un testigo de cada generación larachense. Es todo un símbolo, una seña de identidad. Abajo, en el Balcón del Atlántico -es bonito hasta el nombre- vemos, arriba a Pili Gómez con una amiga, y abajo a Chary García con Maruchi y otra chica.

Y pasar el río Lukus es, como el Balcón, otra seña inseparable de Larache. En este caso, soy yo, Sergio Barce, con mi madre, Maruchi Gallardo, quienes vamos en la barca camino de la otra banda…

Ya que esta página del album la he comenzado con la obra de un artista larachense, habrá que traer a colación, como un pequeño paréntesis, la imagen de algunos de nuestros artistas y creadores, de los que tengo la suerte de contar entre mis amigos.

Luis Cazorla

Es el caso de Luis María Cazorla Prieto, a punto de publicar su siguiente novela, continuación de su «La ciudad del Lucus«, que tan buena acogida ha tenido este año pasado. Luis Cazorla es abogado, y os recomiendo que leáis las páginas que le he dedicado a él y a su obra en este blog, porque merece la pena que conozcáis una trayectoria tan brillante de un paisano que viene de una de las familias más conocidas de Larache. Y junto a él, habría que nombrar al realizador de cine Abdeslam Kelai. En la siguiente fotografía le podéis ver dando instrucciones durante el rodaje de una película en plena avenida Mohamed V de Larache. Tiene un cortometraje, titulado «Happy day«, que es fantástico, sobre las penurias de un niño en la Medina de Larache, y en el que actúa además nuestro poeta Mohamed al Baki. Kelai se me está resistiendo para darme más datos de su trayectoria profesional y dedicarle un capítulo como realizador, pero yo soy más tozudo que él y le daré la lata hasta que lo consiga. Incha Al´láh. Y es hermano de Houssam Kelai, que lleva ese blog de la historia de Larache que es una maravilla, cuyo enlace también tenéis en este blog.

La escultora Marina López Matres es otra de las artistas larachenses de las que he escrito varias veces. Aquí estamos Sergio Barce, Marina López y José Gabriel Martínez Yepes, tres larachenses amigos de la infancia, durante una exposición de la obra de Marina en Benalmádena.

El otro realizador de cine larachense, es mi admirado Mohamed Chrif Tribak, foto de abajo, del que igualmente tenéis amplia información de sus films en este blog. Desde sus cortos a sus largometrajes, Tribak merece toda la atención, por su calidad, tacto y buen hacer. «El tiempo de los compañeros» ha sido una película con una gran repercusión y una buena acogida en los Festivales de Cine a los que ha acudido.

Abdelhay el Haddad es otro entrañable amigo, músico, que nos ha deleitado en más de una ocasión, siempre dispuesto a tocar donde estemos, ya sea en el Festival en Larache o en los actos que organizamso en Madrid o Sevilla. Fue un estupendo acompañante para la voz de Fadela Tadlaoui en Madrid, precisamente.

Abdelhay el Haddad

Y otro de los músicos más queridos de Larache es el maestro Sedikka, que nos deleitó en el Festival que se organizó en el Castillo de las Cigüeñas hace unos años por Larache en el Mundo y Al Mada. Esos días siempre me traen fantásticos recuerdos. En esta imagen, el maestro rodeado de otros dos amigos y paisanos: Ahmed Ragala y Aziz Bouhdoud. El homenaje que se le tributó a Sedikka le llenó de emoción.

Y ya que siempre hablo de la labor fotográfica de Gabriela Grech. he de mencionar a un fotógrafo que está realizando un trabajo en Larache de una gran calidad. con estampas asombrosas, retratando a la ciudad desde perspectivas orginales y nuevas. Y es una persona excelente y desprendida: Achraf Etaaqafy.

Achraf Etaaqafy

Bueno, este cambio de rumbo ha sido como para tomar aire, recordar a algunos de nuestros creadores, no siempre reconocidos, y volver a bajar las callejuelas de Larache para ver qué es lo que nos encontramos por ahí… Si damos un salto atrás, me ecnuentro con las siguientes imágenes familiares: En la primera de ellas, vemos a los compañeros que trabajaban en Uniban: Manolo Alvarez, Amselem, Juanito Vargas, mi padre Antonio Barce, Antonio Guerrero, Sentov Bendodo, Germán Núñez y Antonio Zambrano. En la siguiente, Guerrita, de nuevo mi padre y un amigo. Y en la estampa de la playa: Galeote, el pesado de mi padre que parece querer salir en todas, Fuentes y Calavas.

Y además están los Colegios… Los Colegios de Larache, donde se han ido retratando todos los chavales del pueblo, desde hace muchos, muchos años… La primera que cuelgo es de los Maristas, donde yo también estudié, y están en esta foto: de arriba abajo, Cárdenas, de la Vega, Luis Vázquez y Camúñez Pro. Luego, Cristóbal Ruiz, José Edery y Guegue. A continuacion, Claudio Colomé, Julián Aixelá, un compañero, Daniel Calbo y Ricardo Toledo.

También de los Maristas es la siguiente foto. El nombre de los que aparecen en ella los ha facilitado Pepe García Gálvez: de arriba abajo empezando por la izquierda, Cristóbal Ruiz, Claudio Columé. El propio José García Gálvez, Félix López Martin, Juan Carlos Arévalo, Paco Osuna, Egea, Úbeda, José Ponce, Manolo Hernández, Adelmeyí Ben Adelkrim, Galice, Antonio Castillo, Jose-Antonio López, Manjón, Joaquín García Camúñez, Vicente Pro, Balaguer, Antonio López Cardosa, Fedal, Ramón Sánchez, Pepe Edery y Julián Aixelá. Creo que es del 2º curso de Bachiller.

Y de los Maristas, sólo cruzando la calle, se llega al Colegio de Nuestra Señora de los Ángeles, donde también estudié el último año que pasé en Larache, a principios del 73. En la siguiente foto, varios alumnos, entre ellos Mati López Quesada, que estaba interna, y que fue compañera mía, en el patio del colegio… La verdad es que yo tenía la manía de llevarme caramelos y, sin que se dieran cuenta, se los metía en los bolsillos de sus babis a Gabriela, Pepona, Conchita, Nadia o Mati. Me encantaba hacerlo.

Y también del Colegio «de las Monjas», como decíamos, esta otra foto en la que están los amigos de mi niñez: Juan Carlos Palarea, Luisito Velasco, Mati López y José Gabriel Martínez Yepes, entre otros.

Más antiguas es esta otra fotografía de una fiesta en el Patronato Militar de Larache, en la que aparecen entre otras Maruchi, Mari, Loli Pacheco del Moral o Cari García Camúñez.

Para terminar esta página del album, bastante intensa, creo, lo mejor es una fiesta, y la foto de cierre es precisamente la fiesta de Fin de Año que compartieron en Larache, Yasmina, Nadia y Marina López.

Hasta el siguiente capítulo… Sergio Barce, enero 2012

 

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LARACHE – ALBUM DE FOTOS 4

Seguimos con esta recopilación de nuestras imágenes. Nuestro Zoco Chico, otro de los espacios públicos emblemáticos, históricos, monumentales de Larache. Esta vieja estampa, con un artesano trabajando bajos sus soportales, es de una belleza singular. Me escribe mi amigo y paisano Abdeslam Kelai  -su mensaje está abajo entre los comentarios a esta entrada- para aclararme que lo que está haciendo realmente este hombre es cortar kifi. Y fijándome ahora con más atención en la imagen, es así, seguramente para luego usarlas en los sebsis de los cafetines… Eso convierte a esta vieja fotografía en un documento más fascinante aún.

Uno de los comerciantes más entrañables que hoy en día desarrollan su actividad en el Zoco Chico es Abdeslam, un hombre amable, afectuoso y que ha trabajado mucho para que se mantenga la esencia del lugar. Tiene, probablemente, uno de las tiendas de marroquineria más sugerentes del Zoco. Es fácil regatear con él, y me gusta cuando compartimos un té sentados a la puerta de su local, mientras el sol aplasta por la tarde los adoquines de piedra espantando el bullicio. Un tiempo de calma, en el que el reloj se detiene.

Entre ABDESLAM y mi hijo Sergio

Entre las fotografías que guardo, ésta es una de las más hermosas. Me la envió hace tiempo Gabriela Grech. Es la playa peligrosa, y los niños posan con mucha gracia. Está llena de candor, de inocencia, de futuro. Ellos son Mariana Cores, Gabriel Grech, Blanca Gomendio, Pepa Grech, Cayetana Cores, Hélène Gomendio, Antón Córdoba, Iñigo Cores, Isabel Grech e Inés Gomendio.

También ahora los niños son los que encarnan el futuro más prometedor. La Medina de Larache es un hervidero de chiquillos, son los que le dan la vida. Pasear por sus callejuelas es sortearlos, verlos correr, sorprenderlos asomándosa por las esquinas, jugar con el visitante al escondite. Chiquillería que disfruta diciéndote a gritos <hola> en castellano, para luego ponerse a reír como si hubiesen cometido alguna travesura. Me encanta pasear por la calle Real o bajar por la cuesta del Hamman y encontrarlos, es como la savia de la ciudad antigua.

En esta otra, otras niñas larachenses:  Carmina Alberca y Leyla Mezián

Y si hablamos de niños en Larache, se hace casi inevitable traer a colación el trabajo inmenso que la asociación Cherif Idrissi desarrolla con los chavales de familias más humildes, para enseñarles a tocar instrumentos musicales y artisticos. Sé que ya he hablado de ellos en alguna otra ocasión, pero en esta galería de larachenses es de justicia reconocer el esfuerzo de quien está al frente: Khalil Belaziz, hombre de ánimo inquebrantable, que en esta imagen recibe un galardón por su labor de manos de la Infanta Elena.

Inevitables, las imágenes tomadas en el Balcón del Atlántico siguen resurgiendo como por ensalmo. Todos parecen retratados en los mismos lugares, un hermoso decorado en el que nadie pareció reparar hasta que, de pronto, se desempolvan las añoranzas. En esta fotografía: Victoria de la Vega, el niño es Carlos Nieto al que sujetan sus tías Chari y Concha Alvarez, y a la derecha Lola de Cózar.

Sentada sobre la balaustrada, Dori Segrera, aún niña. Un Balcón en blanco y negro que, sin embargo, desprende el color esmeralda del océano y el celeste de su cielo.

Y también posando en el mismo Balcón, Luis Blanco con Sirita.

Como digo, es el ayer que viaja en el barco de la nostalgia, y cuando llega al mismo puerto se encuentra con otros protagonistas, resueltos a rememorar una historia similar. Pepe García Gálvez y su mujer, años después de su marcha, de regreso al mismo balcón para pasear sobre sus propias huellas…

Mientras que otros, más asiduos por razones familiares, mantienen el estrecho vínculo con Larache, pero también se retratan donde luego, con el paso del tiempo, se verán desde la distancia. Julia Sousa con su hijo Conri, rodeados del actual jardín del Balcón, explotando de luz y de color.

Abajo, una imagen desde el mismo Balcón, del camino de Nador.

Probablemente, Rachid Sebti sea uno de los artsitas plásticos  más reconocidos de Larache. En este blog, tenéis información sobre su trayectoria, sobre su trabajo y sobre sus exposiciones, y es también un hombre no sólo de talento sino también de afable trato. En esta vieja fotografía, Rachid posa junto a su padre, el literato Tayeb Sebti.

Hablando de pintura, en la Medina se encuentra la Galería de Arte Lafnar, que está desarrollando una actividad extraordinaria al dar a conocer a los artsitas locales, así como de fuera de Larache. Allí se hizo la emotiva exposición sobre la obra del pintor larachense Mustafa Bedoun Younes, tristemente fallecido.

En esta fotografía tres amigos en la galería Lafnar: Abdelfetah, un pintor al que aprecio mucho, Mohamed, que dirge la galería de arte, siempre de buen humor, y Aziz, que nos tiene acostumbrados a deleitarnos con sus videos e imágenes de Larache. 

Siempre hay un lugar en Larache para el reencuentro con los viejos amigos. Es algo cíclico, inevitable. Tras muchos años, en el Colegio Luis Vives, nos reunimos de nuevo Emilio Gallego, Lotfi Barrada y Sergio Barce. Nuestra infancia nos une, y ese algo especial que nos vinculaba entonces sigue vivo, como si sólo se hubiera producido un leve parentesis, un pequeño receso de años. Pero ahí seguimos, sin escatimar el mutuo afecto.       Sergio Barce, enero de 2012




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