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LA BAHÍA DE LARACHE un relato de CARLOS GALEA

Carlos me remite este escrito titulado LA BAHÍA DE LARACHE, con el que pacientemente describe toba la bahía de la ciudad desde Punta Negra hasta la Punta de la Cárcel. Es un recorrido tomado desde el ayer, desde el tiempo en el que Carlos vivía aún en Larache, por eso, algunos detalles ya no son como fueron pero, obviamente, ahí reside el valor de su relato, en que los detalles siguen vivos, en que aquel Larache romántico y embaucador no ha desaparecido, sigue sobreviviendo en la memoria. Es un recorrido plácido, pausado, relajante, y por esa razón recomiendo arrellanarse, no mirar el reloj y leerlo como si se saboreara un manjar exquisito.

Sergio Barce, noviembre 2012

LA BAHÍA DE LARACHE

Al sur de la costa de Larache se encuentra la Punta de la Cárcel, y al lado opuesto Punta Negra. Al oeste, el mar con sus maravillosos crepúsculos en los que el sol se hunde lentamente en el horizonte, pareciendo en los últimos instantes un barco de fuego, adornado de nubes teñidas de rosa por su luz moribunda, formando el conjunto un cuadro maravilloso, inolvidable.

La Punta de la Cárcel debe su nombre a Sigue leyendo

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CREADORES LARACHENSES

Viene bien recordar, de tarde en tarde, la labor de los artistas de Larache, ya sean escritores, pintores, escultores o cineastas… Sirva hoy esta primera relación de algunas de nuestras portadas de nuestros libros, algunas de nuestras esculturas, algunas de nuestras pinturas o los carteles de nuestras películas. Sin duda, hay mucho que mostrar…

Novela

de SERGIO BARCE

Escultura

de MARINA LÓPEZ MATRES

Novela

de CARLOS TESSAINER

Libro de relatos

de MOHAMED AKALAY

Cuadro

de RACHID SEBTI

Libro de relatos

de LEON COHEN

Recopilación de Textos de varios autores

por MOHAMED LAABI

Poemas

de MOHAMED AL BAKI

Acuarela

de MANUEL BALAGUER

ARROUCHA, poemas de

ABDERRAHMAN JEBARI

Libro de Juegos

de FRANCISCO SELVA

Poemas

de MOHAMED SIBARI

Novela

de CRISTINA MARTÍNEZ

Cuadro

de HAKIM EL HARRAK

Poemas

de AHMED DEMNATI 

Novela

de LUIS MARÍA CAZORLA

Una película

de ABDESLAM KELAI

Poemas

de MOHAMED LARBI BOUHARRATE

RAS R´MEL un libro

de ANTONIO HERRÁIZ

Un libro

de CARLOS GALEA

Poemas

de MUSTAPHA BOUHSINA

Cuadro

de FRANCISCO SELVA

Un film

de MOHAMED CHRIF TRIBAK

Libro de relatos

de SARA FERERES DE MORYOUSSEF

Escultura

de EMILIO GALLEGO

Picaresca – teatro

de ABDELMAWLA ZIATI

Fotografía

de GABRIELA GRECH

Poemas

de MERCEDES DEMBO

Cuadro

de ABDELLATIF BELAZIZ

Libro

de JOSÉ EDERY BENCHLUCH

Novela

de SERGIO BARCE

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EL ZOCO CHICO, un relato del escritor larachense CARLOS GALEA

A la izquierda, (mi padre) Antonio Barce junto a Carlos Galea, y entre otros, sentados, Juan Urda, Manolo Galea, Fernando Anidja…

Un nuevo texto descriptivo de Larache. En esta ocasión se trata de un relato de Carlos Galea. Carlos nació en Larache en 1935 y ha publicado “La casta militar africanista” (Instituto Alicantino de Cultura Gil Albert, 2003) y con el mismo Instituto edita en 2010 el libro “Recetas de la cocina norteafricana”, estando pendiente de salir “Recetas de la cocina sefardita”. Algunas de estas recetas que Carlos Galea ha recopilado las ofreceré próximamente.

De su libro aun inédito “Relatos de un niño de la guerra” procede el texto del Zoco Chico, un cuadro de este lugar de Larache tal y como Carlos Galea lo vivió y lo recuerda. Es un relato detallista, de documental, a través del que vemos cada rincón del Zoco y, sobre todo, sus brillantes colores y sus inolvidables olores. Personalmente, al leerlo, cuando llegué a “…los pinchitos de carne picada o en trocitos, aliñados con especias y cilantro verde, asados a la parrilla con carbón vegetal, y servidos dentro de un cuarto de torta de pan de trigo”, lo confieso, de pronto estaba de nuevo en Larache saboreándolo, podía olerlo perfectamente y podía rememorar con exactitud el sabor de la torta, el sabor de la carne, el olor penetrante que le acompaña, lo tenia entre mis manos y podía darle un bocado… Inolvidable, como tantas otras pequeñas cosas. El Zoco Chico de Larache…

Sergio Barce, septiembre 2012

Zoco Chico – foto de Itziar Gorostiaga

 EL ZOCO CHICO

 Por Carlos Galea

Siguiendo la descripción de Larache, me voy a referir en este capítulo a su lugar más peculiar: el Zoco Chico.

Está situado dentro de la que antes de la llegada de los españoles fue la ciudad árabe amurallada, la Medina. Su imagen muy pintoresca ayudará al lector a situarse en el ambiente y conocer más fácilmente el contenido de algunos de mis relatos.

Se entra en el Zoco Chico por una puerta monumental de arquitectura hispano-árabe, que se abre por la Plaza de España.

Se atraviesa en primer lugar una calle estrecha repleta de una muchedumbre abigarrada. Mujeres cubiertas con amplios mantos blancos, y velos que cubren toda la cara, dejándoles visibles sólo los ojos, o con chilabas de corte y colores modernos, algunas también veladas.

Campesinas de las cabilas de las montañas cercanas, vestidas con faldas de lana tejidas artesanalmente por ellas mismas, a rayas blancas y rojas, amplios sombreros de paja adornados con borlones azules, polainas de cuero marrón protegiéndoles las pantorrillas, babuchas de badana amarilla como calzado, y con la cara al descubierto. Son mujeres bereberes, pueblo autóctono anterior a la invasión de los árabes, de finas facciones, tez blanca y pelo negro lacio y brillante.

foto de Javi Lobo

Hombres de esta misma etnia ataviados con chilabas de burda lana que les llegan justo debajo de las rodillas, y turbantes blancos, muchos de los cuales con tupidos bordados amarillos. Llevan el dinero y sus otros objetos de valor en grandes carteras de cuero repujado con flecos, sujetas con una correa cruzada sobre el pecho. Algunos van armados de un puñal curvo, la gumía, dentro de una funda de plata labrada sujeta con un grueso cordón que les cuelga desde el hombro, en sentido opuesto a la cartera. Más que un arma, este puñal es un adorno.

Hombres de la ciudad con chilabas de lana gruesa o de tela más fina, tocados con turbantes, gorros de fieltro rojo, bonetes blancos o de colores.

Los más numerosos vestidos a la usanza europea, y en menor número mujeres del mismo modo, aunque muchas de ellas con pañuelos de diversos colores cubriéndoles los cabellos, respetando el rito musulmán.

Aunque ya muy escasos, se ven ancianos judíos con levita, faja y bonete, y los más jóvenes de esta confesión vestidos a la europea, cubiertas sus cabezas con boinas negras y sombreros clásicos de fieltro. Las mujeres hebreas van con vestidos de corte europeo y sin ningún tocado, excepto las ancianas en las que aún perdura el pañuelo de flecos tapándoles el cabello.

Y muchos españoles y españolas de todas las edades, mezclados con esta muchedumbre.

Una vez pasada la calle de entrada, hay que andar a empujones por el estrecho pasillo dejado entre los puestos de golosinas instalados a ambos lados, y finalmente se desemboca en un amplio recinto que se prolonga hasta el gran portal de la Alcazaba, antigua ciudadela fortificada.

A cada lado unas arquerías, y bajo éstas numerosos pequeños comercios ocupan cada uno la anchura de una puerta.

Sobre un lado del mostrador de madera que cubre toda la entrada de la tienda, está sentado el vendedor con las piernas cruzadas bajo el trasero. Sin necesidad de desplazarse, el comerciante tiene a mano todos sus artículos.

Las tiendecitas se suceden sin guardar ningún orden en la oferta, es precisamente la principal característica del comercio oriental. El comprador se pasea sin tener idea de lo que se va a encontrar, y es para él un placer ir descubriendo los objetos interesantes.

El otro placer es el regateo. Ningún artículo tiene indicado su precio, el comprador lo pregunta y el vendedor le dice una cantidad siempre muy por encima de la que piensa aceptar finalmente. Se inicia el tira y afloja hasta llegar a un acuerdo. Muchas veces el comprador da un último precio, el vendedor no lo acepta y deja que el comprador se marche. Pero cuando éste ha andado una corta distancia el vendedor lo llama a voces y le dice que por tratarse de su persona va a hacer el sacrificio de vendérselo a tan bajo precio aunque pierde dinero en la operación.

Este ritual parecerá absurdo a un europeo, pero es el alma y la salsa de los mercados árabes, donde la gente no tiene ninguna prisa y hace de la compra un entretenimiento. Si el comprador no obtiene una rebaja substancial se queda con la sensación de haber sido engañado, aunque muchas veces es lo que ocurre, pues los comerciantes son muy astutos y emplean métodos de simulación dignos de actores consumados de teatro dramático.

En estas hileras de tiendas encontramos zapatos, correas, cojines de cuero repujado, y babuchas. Jarrones de cobre o latón cincelados, teteras de falsa plata, cafeteras, soplillos ricamente adornados, velas, quinqués, cerillas y mecheros. Té, café, azúcar en pilones, especias a granel, frutos secos. Queso fresco sobre una hoja de palmito, manteca rancia en potes de barro, leche fermentada vendida en vasos sacada de una tinaja con un cazo. Tortillas de harina de garbanzo en porciones, buñuelos de viento. Pinchitos de carne picada o en trocitos, aliñados con especias y cilantro verde, asados a la parrilla con carbón vegetal, y servidos dentro de un cuarto de torta de pan de trigo. Mejillones cocidos, sin cáscara y al peso. Tortitas de sémola porosa, pasteles de almendra y miel, dulces de masa frita bañados en miel parecidos a los pestiños. Habas secas cocidas, aderezadas con sal y comino molido mezclados.

-¡Yabán kulubán! –vocea un vendedor ambulante.

Pasea por el Zoco un pastoso caramelo blanco fundido alrededor de una gruesa caña de bambú. Los vende por pequeñas porciones, que corta y despega con una navaja. Le persiguen numerosas moscas, y las va espantando continuamente con un pañuelo de dudosa limpieza.

Fuera de las arquerías, sobre una de las aceras que bordean la calzada central de adoquines de granito muy irregulares, se instalan vendedores ambulantes de objetos usados. Ofrecen vasos y platos, cafeteras doradas o plateadas, vestidos, cazadoras de cuero, viejos cuadros y muebles antiguos, llaves, cadenas, cerrojos, candados, camas con los cabezales de bronce o latón recuperadas sin duda de las familias judías que han abandonado el país para irse a Israel, y otros muchos objetos que sería muy largo enumerar.

En la otra acera, sobre pequeñas mesas de madera muy bajas, cubiertas con manteles blancos, mujeres sentadas en el suelo ofrecen tortas de pan de trigo recién salidas del horno, como denuncia el agradable olor que impregna el ambiente e invita a comprarlas.

foto de Itziar Gorostiaga

Los labriegos venidos de las cabilas cercanas exponen a  la venta sus productos, traídos a lomo de sus borricos. Los colocan apilados en el suelo, y pregonan a gritos su gran calidad. Encontramos naranjas muy ácidas y de piel fina, membrillos, pepinos, calabacines, calabazas, cebollas rojas y blancas, tomates, alcachofas de la huerta, alcauciles (alcachofas salvajes con púas), habas, guisantes, grandes melones y sandías de secano, lechugas, coles, coliflores, zanahorias, nabos, rábanos, perejil verde, cilantro verde, tomillo, romero, hierbabuena y otras hierbas aromáticas.

Estos productos vegetales tienen unos sabores muy acentuados, están cultivados con abonos naturales, los únicos utilizados por los campesinos. No conocen los cultivos bajo toldos que tanto desvirtúan la calidad.

También ofrecen frutas salvajes recogidas en los campos, como son la palmicha (dátil del palmito), moras, zarzamoras, madroños, todos ellos en cestitas de caña, palmitos deshojados hasta la parte tierna y comestible, higos chumbos pelados en el momento de su venta, higos y brevas frescas. No faltan los níscalos y otras setas de los bosques de pinos de los Viveros y de la Ghedira.

Los pollos y los conejos los venden en vivo, y, siguiendo el rito musulmán, los sacrifican antes de entregarlos al comprador cortándoles la yugular y dejándolos dar saltos en el suelo hasta que se desangran.

Hay un estrecho callejón sin salida a la derecha de la calle de entrada al Zoco Chico, con sombra y frescor, en el cual los pescadores de caña profesionales exponen a últimas horas de la tarde sus capturas de toda la jornada, iniciada al amanecer.

Ofrecen una gran variedad de pescados muy frescos, abundantes en las playas arenosas y rocosas del litoral larachense. Grandes ejemplares de doradas, lubinas (llamadas también robalos o róbalos), sargos, corvinas, verrugatos, zalemas, lisas, congrios, murenas y sábalos. Este último pez, de la familia del arenque, que sólo se pesca en los estuarios como el del río Lukus, es muy apreciado por los judíos y musulmanes de Larache. Es prácticamente desconocido por los españoles que no lo aprecian por sus muchas espinas, sin conocer su gusto exquisito.

También se pueden comprar centollos, bogavantes y nécoras abundantes en las playas próximas a precios muy bajos, pues el consumo de estos crustáceos está prohibido por sus religiones a los musulmanes y los hebreos.

La angula (alevín de la anguila) abunda en este maná que es el río Lukus. Según he leído, sus huevos son expulsados por las hembras adultas en el Mar de los Sargazos y conducidos durante miles de kilómetros a través del Océano Atlántico por la corriente del Golfo hasta las costas del Norte de África y Sur de Europa. En las desembocaduras de los ríos importantes, en este caso la del Lukus, se produce la eclosión de los huevos, el nacimiento de la angula, en el choque de las aguas dulces de las riadas con las corrientes marinas.

Río Lukus – foto de Itziar Gorostiaga

El derecho de pesca de este apreciado producto del mar, que alcanza fuera de Marruecos muy altos precios, es motivo de adjudicación administrativa por el organismo de Aguas y Bosques del Ministerio de Agricultura marroquí, mediante subasta pública. Los adjudicatarios de esta subasta exportan las angulas a todo el mundo, bien en vivo, como es el caso de Japón, o precocidas en cajitas de madera.

Sin embargo, pescadores furtivos, a altas horas de la noche, suelen extraer algunos kilos en los recovecos del río. Como no las pueden exponer a la venta, las ofrecen en voz baja a los compradores de pescado y, una vez acordada la compra, las traen discretamente de donde las tienen guardadas metidas en una bolsa de plástico. Están vivas y llenas de baba, y hay que matarlas antes de cocinarlas con tabaco o sal, además de lavarlas con mucho agua.

Su precio está a años luz del de las angulas del río Nervión, y por ello son muchos los españoles de Ceuta, Tetuán y otras ciudades próximas que vienen los fines de semana a Larache para consumirla en los diferentes bares, principalmente el Bar Central, de Pepe Osuna.

Cae el día, el sol se oculta en el horizonte, el cielo se enciende de nubes rosas que reflejan sus últimos rayos. Se oye el canto del almuecín llamando al rezo desde el minarete de la mezquita.

Los vendedores ambulantes y los campesinos recogen sus mercancías, y poco a poco el Zoco Chico se adormece hasta las primeras horas del día siguiente para volver a comenzar su febril actividad.

CARLOS GALEA

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Un relato del escritor larachense MOHAMED SIBARI de su libro RELATOS DE LAL-LA MENANA

Sidi Mohamed Sibari, nuestro querido Sibari, me envió “Relatos de La-la Menana”, editado en Tánger en mayo de 2011, con portada de Manuel Balaguer; y colgué en este blog una pequeña presentación del libro y la leyenda de nuestra patrona que María Sibari introduce al comienzo del libro.

Es una recopilación de relatos de Sibari, típicos de su narrativa, llenos de socarronería, y con el primero de ellos me reí bastante con la anécdota real que cuenta, porque la experiencia la vivimos juntos.

Así que llamé a Sibari y estuvimos charlando de aquella pequeña aventura en la que lo mejor de todo fue estar acompañados por varios amigos y que Paloma Fernández Gomá nos agasajara con su compañía. Y personalmente, además de Paloma, guardo también un buen recuerdo del trato que recibí de José Luis Tobalina, que me presentó en el acto.

También rememoramos aquel fantástico encuentro que organiczamos, siendo yo presidente de LARACHE EN EL MUNDO, en Málaga, en el año 2007, y que tanto éxito tuvo gracias a las intervenciones de los escritores, paisanos y amigos Mohamed Akalay, Carlos Galea y el propio Sibari, que es más familia que otra cosa. Y, además, gozamos con la música de Ramón Tarrío.

El resto de lo acontecido, tras aquel encuentro en Málaga, lo cuenta muy atinadamente Sibari en este primer relato titulado “Jimena de la Frontera”, que quizá por ser algo personal resulta ameno y ágil. Pero lo llamativo de lo que relata Sibari en la segunda parte del cuento es que, efectivamente, casi nunca te pagan cuando intervienes en un acto literario, la mayoría de las veces porque lo haces por amistad, otras, aunque te prometen cubrir los gastos del viaje, es difícil que lo cumplan.

Jimena de la Frontera: Sergio Barce presentando mi novela «Sombras en sepia» junto a José Luis Tobalina

De mis intervenciones y presentaciones de libros, sólo en dos ocasiones han cumplido con lo prometido, y ambas han sido Universidades: la de Murcia y la de Tetuán, y de ambas guardo gratísimos recuerdos, especialmente de la de Tetuán porque ahí sí que me sentí afortunado, un privilegiado de poder intervenir ante sus profesores y alumnos.

Y como Sibari me ha dado permiso para reproducirlo, lo hago a continuación.

Sergio Barce, agosto 2012 

JIMENA DE LA FRONTERA

Recibimos con inmensa alegría la invitación del escritor Sergio Barce Gallardo. Por nada del mundo hubiésemos perdido ese evento, pues se trataba nada más ni nada menos que del día de Larache en el Corte Inglés de Málaga.

Mi humilde persona y mi colega Simo nos habíamos levantado muy temprano esa mañana.

Llegamos a las ocho en punto al puerto de Tánger. El día era magnífico, soleado y de una agradable temperatura. Al pagar los billetes en una agencia de viajes y llegar al puerto, fuimos directamente al control de policía.

Ayudado por mi colega, conseguí subir la empinada cuesta y sellar nuestros pasaportes. Luego pasamos al Control de Aduanas, donde nos registraron el pequeño equipaje, y fuimos a sentarnos para esperar la llegada del barco en la sala de espera. Estuvimos sentados más de una hora esperando y mi amigo, intrigado, fue a preguntar al Agente de Aduanas.

-¿A qué hora llega el barco?

-Me deja ver los billetes, ¿por favor?

Al otear los billetes, le señaló con el dedo un lejano muelle de embarque.

-Tendrán que embarcar en aquel muelle.

-¿Por qué no me informaron al principio?

-Haber preguntado antes.

-¡Será posible! ¿Cómo vamos a llegar hasta ese muelle? Si está muy lejos; además, mi compañero se vale de dos muletas para caminar.

-Eso tiene solución, pida una silla de ruedas.

-¿Dónde?

-Allí, donde están sentados esos dos agentes de aduanas.

Se trataba de una señora de baja estatura, muy blanca, demasiado agraciada en tejido adiposo, rubia de brocha y dos ubres que hacían juego con sus dos michelines y su trastienda de mula. En cuanto a su colega, moreno, también bajito, que de pie creo que sólo podía ver la punta de sus zapatos a causa de su Michelín anterior. Entre los dos formaban una de esas tiendas de la frontera de Ceuta, es decir, mortadela, chocolate, queso de bola, etc…

A mi paisano, al coger la silla de ruedas, el agente le dijo:

-¿Qué hace usted?

-Ya lo ve, coger la silla para llevar a mi compañero al otro muelle.

-Tiene usted que dejarnos en depósito su pasaporte y, cuando nos devuelva la silla, se lo devolvemos.

-Menos mal que he acompañado es este viaje a mi amigo…

-¿Por qué?

-Porque él no hubiese podido devolverles la silla.

Año 2007 – Día de Larache en Málaga, organizado por Larache en el Mundo

El agente comenzó a titubear, y le dijo:

-Es… que… a veces… no la devuelven y, a veces, la roban.

-No entiendo cómo la pueden robar, si parece una silla de ruedas de esas de la primera guerra mundial.

El bonachón de mi amigo me ayudó a sentarme en la dichosa silla después de dejar su pasaporte en esa casa de empeños.

Como la carroza imperial no tenía frenos, nada más que el chirrido de las ruedas, la máxima autoridad y Doctor en las “Maqamat” (picaresca) me condujo hasta el muelle.

De pie y apoyado en mis muletas, esperé la vuelta de mi amigo.

La puerta del garaje del barco estaba abierta. Sólo había un policía, un agente de la naviera y un viejo marinero. Este último, me invitó a sentarme en unas escaleras de hormigón pintadas de cal blanca, llenas de grasa y aceite.

-Si va a esperar de pie se va a cansar, ¿por qué no se sienta?

Viendo su buena voluntad, le dije:

-Muchas gracias señor, pero este salón inglés de puro cuero no me gusta. Hubiese preferido un salón árabe para acomodarme a mis anchas.

El viejo lobo marino soltó varias carcajadas y los otros le secundaron.

Sonó el teléfono del policía y, durante la conversación, pude oír:

-El que nos devolvió la silla es un profesor universitario.

-Entendido, gracias.

El señor me ayudó a subir la rampa del garaje y una vez dentro de éste, el oficial de la naviera me subió en un montacargas hasta la cafetería del barco.

Al llegar sudando mi amigo, pidió dos botellines de agua fría y nos acomodamos en dos butacones cercanos a una ventana desde donde se podía ver el mar y la bahía de Tánger.

Estuvimos sentados sin entablar conversación durante un buen rato y, al final, para romper el silencio, nos entró un ataque de risa.

En menos de treinta minutos llegamos al puerto de Tarifa.

Un joven de la tripulación nos reconoció y, sin pedírselo, nos trajo una silla de ruedas. El muchacho nos acompañó hasta la puerta de la pequeña aduana y nos dijo:

-Siento no poder acompañarles hasta la salida.

-¿Por qué? –preguntó el Si Mohamed.

-Porque está prohibido.

Después de una larga espera en la cola para sellar el pasaporte en la policía, en la pequeña sala no había ni una silla donde sentarme. Me acerqué a la ventanilla donde una señora con uniforme de policía sellaba los pasaportes. Intenté llamar su atención, pero fue en vano. Así que me quedé el último en sellar mi pasaporte, y una vez sellado le dije:

-Señora…

-¿Sí?

-¿Los minusválidos no tienen ningún derecho en Tarifa?

Agachó la cabeza y no me contestó. Creo que era el principio de la crisis económica.

Gratis fue el autobús que nos condujo hasta Algeciras, donde, en el puerto, nos estaban esperando nuestro paisano Antonio Mesa y su distinguida esposa para llevarnos en coche a Málaga.

Una vez en el hotel, y después de una buena ducha, almorzamos y echamos una pequeña siesta. Al levantarnos, en menos de diez minutos, llegamos al Corte Inglés de Málaga.

En 2007: Día de Larache en Málaga – Mohamed Sibari, Mohamed Akalay, Sergio Barce y Carlos Galea

Fuimos recibidos por más de un centenar de amigos y amigas, hijos de nuestra querida Larache. Fue muy emocionante porque había paisanos a los que no habíamos visto desde la infancia.

Intervinieron los escritores Barce, Galea, Akalay y mi  humilde persona. Fue una tarde noche maravillosa.

A la mañana siguiente, el presidente de la Asociación Larache en el Mundo, nos llevó al puerto de Algeciras, donde subimos en el barco de vuelta.

Una semana después, escritores españoles y marroquíes fuimos invitados por el Excelentísimo Alcalde de Jimena de la Frontera a un encuentro cultural. Lo de la silla de ruedas y el pasaporte fue otra “repetición de la jugada”.

En el puerto de Algeciras, un señor muy simpático nos estaba esperando para llevarnos a Jimena de la Frontera. Una vez en ésta, fuimos directamente al hotel, donde el personal nos trató de forma exquisita. Hacía mucho calor, pero el agua estaba bastante fría.

En una pequeña iglesia rehabilitada, donde tuvo lugar el encuentro, el calor desapareció y la brisa del monte comenzó a refrescarnos. Después de la alocución del señor alcalde y largarse alegando que su progenitor se había puesto enfermo, comenzaron las ponencias de los escritores.

Durante la cena, el administrador señor Diego nos preguntó:

-¿Tienen ustedes cuenta bancaria en España?

-No. No tenemos cuenta. (Aunque la mayoría de los altos funcionarios de nuestro país sí que las tienen).

-Entonces tienen que darnos el número de sus cuentas bancarias en Marruecos.

-Normalmente, se nos paga con un cheque, con el cual retiramos el importe del viaje y la conferencia, en un banco de la ciudad en la que hemos sido invitados –les dijo uno de los escritores.

-No se preocupen. El importe del viaje y sus honorarios les llegarán a sus respectivas cuentas bancarias de su país.

Regresamos a nuestra tierra, y volvimos a dar conferencias en varias ciudades de la península, donde siempre nuestros gastos eran pagados por las personas que nos invitaban, bien sean universidades o ayuntamientos.

Uno de nuestros colegas, animado por nosotros y por sus hijos, optó, por fin, por obtener su permiso de conducción.

El día del examen, nervioso, el ingeniero de Obras Públicas de Larache, dijo al escritor:

-¿Dónde no puede usted parar o aparcar?

-En una curva. En una cuesta. En…

-¿Y en qué más?

-En Jimena de la Frontera…

-¿En qué? ¿En qué sitio?

-En un pueblo de unos diez mil habitantes situado al este de Cádiz, a 195 kilómetros. Limita al Norte con Algar, el Sur con Marchenilla y Castellar de la Frontera, al Este con San Pablo de Buceite. Al Oeste con Medina Sidonia. Es un pueblo muy bonito y su gente muy acogedora.

Pasaron los años y, como dice la canción que cantaba la actriz Sara Montiel: fumando espero, del Excelentísimo Ayuntamiento de Jimena de la Frontera, nuestro dinero…

MOHAMED SIBARI

Entre la profusa obra de Mohamed Sibari destacan “El babuchazo” (La-la Menana y AEMLE, Tánger, 2005), “El caballo” (EMI, Tánger, 1993), “Cuentos de Larache” (AEMLE, Tánger, 1998), “Pinchitos y divorcios” (La-la Menana, Madrid, 2002) o “De Larache al cielo” (AEMLE, Tánger, 2006).

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LARACHE – ALBUM DE FOTOS 14

   Abramos esta nueva página del álbum con versos… Como inspirados por el mismo sentimiento, junto a los textos de Sara Fereres y de Driss Sahraoui que colgué hace días, el poeta larachense Mustapha Bouhsina escribió en 2011 este poema, titulado <Bajo luz de luna>:

Salió la luna para nosotros
en cielo reflejado entre dos ríos
su luz tan blanca nos llevó a los dos
a un mundo de gratos bellos sueños
hemos vivido en tiempos pasados
Larache cuna de enamorados
nos abrazaba con sus amparos
nos cuidaba de los envidiosos
amargados de inocentes besos
en labios estaban escondidos
vigilados con nuestros suspiros
jardines nos servían de paraísos
flores se riegan de amores puros
rosas rojas y jazmines blancos
el trinar de los pájaros sueltos
sobre verde arboleda de álamos
fuente con brillantes focos altos
con arte y esmero bien forjados
se ven desde el agua levantados
losas con postales en los fondos
leones de bronce están pintados
de bocas chorros de agua lanzados
¡bello amor! con paisajes hermosos
de mi Larache fueron tomados
con la magia de los sueños traídos
aunque ya no son más que recuerdos
de un tiempo que hemos vivido juntos
en la mente quedaron plasmados.

Mustapha Bouhsina

Una vez asentados en territorio larachense, vaguemos por su paisaje humano. Y hagámoslo esta vez, en la medida de lo posible, de manera cronológica. Comenzamos con una foto del Grupo Escolar que data, nada más y nada menos, que de 1925… Ya ha llovido.

Y sigamos con las imágenes que me ha hecho llegar Mercedes Dembo. La primera es una foto del año 1935, en la que aparecen de izquierda a derecha: Isaac Amselem <padre de mi querido amigo Carlos>, David Edery, <padre de mi admirado y entrañable Pepe Edery> e Isaac Barcesat, padre de la bella Mercedes.

Estas imágenes pertenecen a mi abuelo materno, Manuel Gallardo. En la primera, él es el primer motorista que sale de la sede de la Alta Comisaría. Foto tomada en 1943. Mi abuelo fue compañero, entre otros, del padre de Mohamed Sibari. Fue un enamorado de su tierra, le encantaba perderse por los aduares y así aprendió a hablar un árabe perfecto. En las siguientes, aparece en la boda de mi tío Lolo con Carmela, junto a mi abuelo paterno, que se está tomando una cerveza a su lado, Manuel Barce, una institución en el comercio <La Bandera Española>, y en la última lo vemos con sus compañeros de cuerpo en la sede de Larache, él es el primero  por la izquierda.

Esta otra foto la envía Maribel Salas. Me explica lo siguiente: «..es antigua, de antes del 46 año en que yo nací.
Los tíos de Carlos, María Antonia Tomasich y Gonzalo Baeza eran muy amigos de mis padres y los padres de Carlos también.
En la foto que te he puesto, mirando de dcha a izq. están mi tío Pedro García Méndez ( Dtor. Del Banco de España, siguiente su esposa mi tía Isabel Salas, la tía de Carlos María Antonia Tomassich, mi madre Pura Cadenas, la siguiente creo que era otra tía de Carlos,la siguiente no la recuerdo,la última creo que era Mari la mujer de Jiménez Pascual, buen jinete y después del palo creo que es Mijares, a los otros no los conozco.
Pensé que le puede gustar a Carlos verla

foto Maribel Salas

Foto de la Rondalla: de arriba abajo, chofer, Chacopino, Maricarmen, Carlota, Julia, Rosi, Magdalena, Yoya, Cózar, Benigno, Luis, Arriado, Charo, Eduardo, Aistonico, Tomasito…

Otra foto entrañable para su protagonista femenina, y supongo que para su familia: el día de la boda de Sara Fereres con Saadia Moryoussef.

Algo de fútbol. Mi padre fue un excelente jugador, y participó tanto en los equipos del Barrio de las Navas como en el de “bancarios”, por ser empleado de Uniban. Aquí le vemos en este segundo equipo, que estaba formado por: de izquierda a derecha en pie: X, Alberca, Guerrita, Luque, Amado, Mellado, Moreno, Galea, López Gambero, X, y agachados X, Peral y mi padre Antonio Barce.

Este niño es el hermano de Ange, sí, Cristóbal Ramírez. Sigo pensando que las fotografías en blanco y negro o sepias tienen un encanto especial…

Otra foto entrañable de familia. La de Manuela Fernández Medero, de cumpleaños. Observad la tarta. ¿A que recordáis esa clase de tarta?

En las dos siguientes, enviadas  por Mercedes Dembo, vemos en 1965, en la Casa de España de Larache, de izquierda a derecha, a Manu Balaguer, Estrella Dembo <hermana de Mercedes ya fallecida>, Esther Bendayan, Luis, Mercedes Dembo y Gómez, el hijo de Don Aurelio.

Y en esta otra, en la misma ocasión, a Esther Bendayan, Luis, Mercedes Dembo y Julio.

Y ya que nos hemos colado en el Casino, por qué no colarnos también en las elecciones a las Misses de la Casa de España. Esto lo agradecemos los hombres, claro. En esta foto, la elección no sé de qué año es, pero creo que en la imagen aparece Cecilia Molinero. Efectivamente es Cecilia junto a Angelita, así lo confirma Cristina Galbis, que me aclara además que le ha dado un vuelco el corazón al ver en la foto a su padre, el Dr. José Galbis Flores.

Alfonso Santamaría me hizo llegar la siguiente: se trata de una foto tomada en la Casa de España de Casablanca. Como me cuenta Alfonso, se trata de la elección de las Misses Casas de España de Marruecos, no sé de qué año, pero la ganadora fue una larachense: Angelita López Cobos, que, como señalaba Alfonso, aparece radiante de felicidad, acompañada aquí por los padres de Alfonso: Emilio y Elena.

Otra del Casino, ahora en una de las fiestas de disfraces, en carnavales, en pleno la familia Palarea. Cuántas veces me fui a casa de Juan Carlos y José Miguel… Qué entrañable se vuelve todo.

Lo he hecho ya en varias ocasiones, pero nunca me resisto a intercalar algún cuadro del pintor larachense Rachid Sebti, por simple admiración a su obra. Este cuadro se llama <Au soleil>.

Luis Antonio de Vega Rubio escribió:

<Otras, desde la terraza, en lugar de dirigir las pupilas a la bahía donde se unificaban las aguas, las fijaba en lo alto, y la mirada acariciaba, azotea por azotea, cuantas divisaban de la ciudad y con mimo de voz que se me hacía miel de líricas colmenas, decía:

-¡Ay, Larache! ¿Quién, al pasar, pudo decirte que no eras maravillosa? ¿Quién te pudo posponer a tus hermanas?>

Esta otra fotografía me la envió Alfonso Santamaría, y en ella vemos al señor Luna, de la <Panadería Luna>, del Chinguiti alto, el padre de Alfonso, Emilio Santamaría González, Juanita Cobos, madre de los López Cobos, la madre de Alfonso, Elena Fuentes García, la señora Recober, su hija Mari Carmen, y el padre de los López Cobos, José María López Mira. Seguro que a Jose María y Angelita les encanta verlos en esta estampa.

Una fotografía de Fran, que seguramente le traerá muy buenos recuerdos –al resto, el solo hecho de ver esos árboles, nos transporta en el tiempo-. Fue tomada en la Gabba, y aparecen: Fran Morales, Pedro Berruezos, Agustín Morales, Rita Gadea, Mari Carmen Morales, Bibi García, Toñi García y Toñi Gadea.

En los Maristas, una imagen sorprendente: Jose Mari López Garry recitando frente a los hermanos que parecen presidir un tribunal de la inquisición… Y Juan escribe para decirme que el chaval que le está <apuntando> la poesía a Jose Mari es él, o sea, Juan Yankovich.

Bastantes años después, en Málaga, coincidimos con ocasión de la presentación de mi novela Julio Zambrano, Sergio Barce y el mismo Jose Mari López Garry que declamaba en la estampa anterior… Los años han volado.

Ya que hemos mencionado a los HH Maristas, la siguiente imagen es sencillamente una reliquia, porque ahí vemos cómo en los colegios de Larache estudiábamos todos juntos cualquiera fuera nuestra creencia o religión. Ahí van:

Gracias a Fran Morales y a Carlos Tessainer, hemos recompuesto la totalidad de los nombre de este grupo de larachenses que estudiaron en los HH Maristas.  Confieso que envidio la memoria de ambos. De arriba hacia abajo y de izquierda a derecha:

Primera fila: Mojluf SABAH BENDAYÁN, más conocido por todos como <Fufo>, Emilio SANTAMARÍA, Agustín SOUZA, Juan Manuel VÍLCHEZ MÁRQUEZ, José Luis RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ y Antonio VARGAS FERNÁNDEZ, es decir, <Ñoño>.

Segunda fila: Enrique VICENTE ASCASO, José Luis CABAL, Miguel Ängel PÉREZ, nieto de <el cartagenero>, Manuel DOMÍNGUEZ HERNÁNDEZ <nieto de Joaquín HERNÁNDEZ>, Salvador BERTOMEU <Dorín> y  Javi LOBO

Tercera fila: Amina AMIAR, Aurora AGUILAR, María Teresa GARCÍA ROBLEDO, Pili ANAYA y el Hermano Martín ROBLEDO al que conocíamos por <el Chichimeca>.

Cuarta fila: Mari Carmen MARTÍN SUÁREZ, que trágicamente falleció en un accidente de tráfico en la carretera Larache-Tánger, Amina CHAKIR, FARIDA, que hoy ejerce como médico en Larache, María Cruz ROSENDO, Luisa GÓMEZ-MAS y Aurora CUEVAS.

Y aquí otro de esos amigos que andan entre bambalinas, de esos que sabes que están siempre cerca aunque viva a miles de kilómetros: Javi Lobo. Aquí está con Ñoño, en los 70, supongo. A Ñoño lo recuerdo siempre con esa misma sonrisa. Y a su padre porque fue compañero del mío en Uniban.

Puede que del 71, más o menos, estamos en el salón de casa: Marisol, Sergio y Mónica Barce Gallardo. Una imagen que me parece ahora tan lejana…

Otra foto espectacular, y lo digo por la composición del blanco y negro y quienes posan. Ese coche, la matrícula asomando, las luces, los tonos grises, esos amigos radiantes… Vemos a Eduardo Espinosa, Mari Carmen, Eloisa, Cabal y Manolo Alvarez.

Después de muchos años, he de reconocer que me alegro de que muchos amigos de entonces hayan reaparecido. Estaban siempre ahí sin saberlo. Eso me ha ocurrido con Emilio Gallego. En esta foto, aparece con sus hermanos, de izquierda a derecha: Emilio, Alfonso y Enrique. Cuántas tardes de cine, en el Ideal…

Aquí aparecen dos de las personas que más quiero: Marina López Matres y mi hermano Luisito Velasco Sánchez. En la primera foto, Marina está con un grupo en el que la acompañan Cherifa, Carmen, Sor Flora, Laila y Viky Palarea, junto a Juan Carlos Palarea y Luis. Y abajo, bailando, los dos: Marina y Luisito.

Ya más reciente, en el interior del Castillo de las Cigüeñas, con mi querido amigo Rachid Serroukh y sus hijas.

Una curiosidad: Esta mujer es Isabel de Orleáns, Duquesa de Guisa. Un título de la realeza íntimamente ligado a Larache.

Siguiendo con el tema, aquí vemos a S. A. R. la princesa Claude d’Orléans que nació en Larache en 1943. Se casó en terceras nupcias en 2006 con el señor Enrico Gandolfi, y está divorciada de S. A. R. el príncipe Amadeo de Saboya, duque de Aosta y también de Arnaldo La Cagnina. Ya digo, sólo como apunte anecdótico.

Qué bonita era la sala del Cine Avenida, que aguanta como el último titán de los cines que hubo en la ciudad. Salas en las que si rebobinaran, nos mostrarían miles de recuerdos apelmazados en sus películas de sueños.

Abdelhay el Haddad es otro amigo, al que, además de compartir con él actos y encuentros con Larache como telón de fondo, me encontré hace tiempo en un aeropuerto y, como aguardábamos pacientemente, estuvimos hablando de Larache todo el tiempo, y la espera se nos hizo cortísima. Un músico excelente del que ya hablaré en otra ocasión. En esta foto, por su gesto, se diría que piensa en algo que le trae buenos recuerdos.

Uno de los mejores recuerdos que guardo de mis regresos a Larache, son las actividades que he tenido la suerte de protagonizar en el Colegio Luis Vives. En esta foto, estoy con varios de los alumnos después de haber estado con ellos hablando de una de mis novelas. Son tan curiosos, te hacen unas preguntas tan llenas de sentido y tan directas, que a veces me ataban un nudo en la garganta.

La que fuera directora del Luis Vives, Luisa Diéguez, es una de las personas más increíbles que he conocido, por su tesón, por su sinceridad, por si labor. Cuando llegó a Larache, sobre el 2000, creo, el colegio era una autentica ruina, estaba incluso a punto de ser cerrado, pero ella se propuso revitalizarlo y, contra viento y marea, lo consiguió. Yo la conocí presentando en Larache mi primer libro, y desde entonces ella me abrió las puertas del centro para cualquier actividad que se me ocurriera. Creo que se merece algo más que estas pocas palabras, así que pensaré en algo. Aquí estoy junto a ella, en una de las ocasiones en las que nos íbamos a comer y charlábamos largamente. Parece en la foto que estemos flotando sobre Larache…

Espero que vuestra indulgencia me permita dos cosas. La primera, colgar esta foto con mi hijo Sergio, paseando por el Balcón del Atlántico. Podéis ver que las nuevas generaciones nos dejan muy bajitos… En fin, mi hijo es una de las personas más nobles y extraordinarias que conozco (junto a mi otro hijo Pablo). ¿Me traiciona el amor de padre?

Y es que el futuro son ellos. Después de tan breve paréntesis, digamos que también Larache depende de sus jóvenes, en ellos está su destino. Por eso, no está de más traer algunas fotos de Itziar Gorostiaga tomadas de los larachenses más jóvenes.

Fue tomada en unas jornadas que se organizó en la Medina y en la que se pintaron sus calles de azul y blanco… Y los niños de la Medina se lo pasaron estupendamente ayudando.

También se efectuó un taller al aire libre en la propia Medina y los chavales hicieron dibujos que ellos creaban con el material que se les había conseguido para esa jornada. Sus caras de felicidad, que tan bien captó Itzi, queda reflejada en la siguiente estampa:

El reportaje que hizo Itzi Gorostiaga fue increíble, fantástico, imágenes rebosantes de vida y de luz.

Y aunque no pertenece a esos días, en esta otra imagen otra escena entrañable de nuestra Larache: el hijo de Abdellah Charafi con su abuelo.

En esta imagen, candorosa y feliz, Javier López, un hombre de trato exquisito y amabilidad extrema, padre de Lola López Enamorado, en la Medina, rodeado de la chiquillería larachense… Preciosa foto.

En el relato que colgué de Driss Sahraoui dedicado a la Plaza de España, Driss, acertadamente, terminaba diciendo que sólo cabía tener esperanza en las nuevas generaciones de larachenses para la preciosa ciudad que fue Larache renazca de sus cenizas… Así que, para cerrar, qué mejor que felicitarnos por la llegada de dos nuevos larachenses que, gracias a sus padres, que tanto aman Larache, reciban esa semilla que tanto anhela Driss. En la primera, Abdellilah Lamrani con su hijo en brazos, un niño precioso.

Como también lo es Sami, el hijo recién nacido de Abderrahman Lanjeri, y que nos mira con asombro desde su candidez. Qué mejor forma de poner punto y aparte.

Aunque no podía dejar de colgar esta pequeña joya de Itziar Gorostiaga hecha en la Medina de Larache… y en la que una paisana, parece que se despide de nostros…

Sergio Barce, junio 2012

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