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«LARACHE, SIN SIBARI», POR SERGIO BARCE

VIAJE8

La poeta Paloma Fernández Gomá, tras la muerte de Mohamed Sibari, ha efectuado en su blog personal un pequeño homenaje a su memoria agrupando versos, relatos y textos escritos por varios de sus amigos: la propia Paloma, Encarna León, José Ramón Remacha, Ahmed Oubali, Rachid Boussad, Nuria Ruiz, Ángeles Ramírez, Abdelkhalak Najmi y yo mismo. Para leerlos podéis entrar en el blog de Paloma Fernández, que os indico:

http://palomafernandezgoma.blogspot.com.es/

Mi relato se titula <Larache, sin Sibari>, y dice así:

LARACHE, SIN SIBARI

Este fin de semana lo he pasado en Larache. De camino al hotel, vi la fachada del antiguo edificio del Café Central medio cubierta con un cartel anunciando la presentación de un libro de Hassan Tribak. Ya no está el café desde hace mucho tiempo. Y había una silla vacía abandonada junto al portal del edificio.

Este fin de semana lo he pasado en Larache. Ha sido una escapada corta pero, como siempre, intensa. En cuanto llegué, pasé por la casa de Sibari y di el pésame a la familia. Ya han pasado nueve días desde su pérdida. Su hija María me invitó a subir al salón en el que su padre solía recibirme, nos sentamos y hablamos de él. El hermano de Sibari estaba a su lado, muy callado, asintiendo con la cabeza cada vez que yo le decía a María cuánto íbamos a echarlo en falta.

Me contó que murió al amanecer, y que esa noche Sibari comenzó a decir cosas sin sentido y también que se notaba muy cansado. Le pesaba la vida. Hablamos de los tiempos en los que estuvo con mi abuelo, y de los tiempos en los que estuvo con mis padres, especialmente con mi madre, y de los tiempos en los que estuvo conmigo. María asentía, y susurraba un “lo sé” suave y dulce.

Me contó que después de editar su nuevo libro, su padre iba a dedicárselo, como con cada una de sus anteriores publicaciones, pero que cuando iba a hacerlo no encontró un bolígrafo a mano y lo dejaron para más tarde, y ahora tiene su novela sin las palabras que iban a ser solo para ella, y había en su voz un leve reproche dirigido a sí misma por no haber buscado en aquel momento ese bolígrafo. Y noté en María una congoja, una pena profunda, como si hubiera perdido lo último que Sibari podía regalarle.

Le conté entonces que tres días antes de fallecer, su padre me había enviado un mensaje para pedirme mi dirección de correo postal porque la había perdido, quería enviarme su última novela.

-Es un libro sibarístico –me escribió con su guasa habitual.

Le contesté en seguida, pero no tuvo tiempo de hacerlo.

María se levantó, entró en la habitación de su padre y me trajo un ejemplar. Le dije que no se preocupara, que lo compraría, pero ella insistió diciéndome que Sibari, como siempre había hecho, me lo habría regalado. Solo dijo eso, pero fue como si me confesara lo mucho que me había querido su padre. Ahora tengo el libro aquí, junto al teclado de mi ordenador mientras escribo este texto, y noto la cercanía de Sibari.

Le di las gracias a María, que estaba muy emocionada, y nos despedimos, y luego hice lo mismo con el resto de la familia que estaba en la casa. Yassín ya se había marchado hacía pocos días, así que no pude verlo.

Este fin de semana lo he pasado en Larache. Había algo extraño, una invisible niebla amarga en el aire y que se respiraba por sus calles, un aroma de ausencia.

En cada conversación surgía inevitablemente el nombre de Mohamed Sibari. Los que me conocen, sabían de nuestra estrecha relación y me hablaban de él y de que ya no lo veremos nunca más. Es raro imaginar Larache sin Mohamed Sibari. Es como si hubiesen derribado un edificio emblemático y ahora solo quedara un solar vacío en el que fuera imposible construir de nuevo.

Este fin de semana lo he pasado en Larache. Desde el Balcón del Atlántico miré al balcón de su casa, pero no había nadie. Mohamed Sibari ya no se asomará a él para ver el mar, ni tampoco nos verá llegar como antes, ni nos saludará desde allí agitando un brazo al pasar bajo su casa, y eso hará que nos convirtamos en forasteros al cruzar la calle de la Plaza.

SIBARI

SIBARI

Asistimos por la tarde al concierto que daba el grupo flamenco del Conservatorio de Córdoba en el Cine Avenida, y en el que también actuaron los músicos del Conservatorio de Larache. Fusionaron “La Tarara” y resultó electrizante. Ernesto Blanco, director del Conservatorio cordobés, y nacido en Larache, dedicó el concierto a Mohamed Sibari. Luego, hablamos de él. Nos parecía mentira que ya no estuviera allí.

Me encontré en la platea a Mohamed Laabi, y Sibari ocupó parte de nuestra conversación.

-Laabísticamente hablando –solía decir Sibari cuando Laabi comentaba algo, durante aquellos días en los que solíamos vernos en el Café Central.

En el Central - Sibari, Laabi y Barce, hace unos años

En el Central – Sibari, Laabi y Barce, hace unos años

Este fin de semana lo he pasado en Larache. Qué extraño imaginarla sin Sibari. Ahora pienso que se ha ido despidiendo lentamente, que a causa de su enfermedad optó por una retirada silenciosa y humilde. Primero abandonó la terraza del Central, donde siempre lo encontrábamos al llegar de regreso, charlando, riendo, tomando su té con azahar. Y aunque resistió cuanto pudo, primero con sus muletas, luego con la silla, acudiendo puntual a su cita diaria, en cuanto cerraron el Café todo cambió. Fue como si le impidieran el paso con un muro infranqueable. Luego, dejó de ir a la Casa de España, y sus salidas se fueron espaciando, hasta que en los últimos tiempos apenas abandonaba su casa. Facebook se convirtió para Sibari en su ventana al mundo y en su balcón privado que se comunicaba con los balcones de sus amigos.

Este fin de semana lo he pasado en Larache. Y ya no he visto a ese hombre que antes caminaba a paso ágil y rápido pulcramente vestido con su chaqueta azul marino de doble pecho y botones dorados, camisa blanca inmaculada y corbata oscura, pantalón gris, zapatos negros, y su gorra a cuadros y su bufanda. La sonrisa brillante en medio de su rostro, los ojos achinados cuando reía, tras la montura dorada de sus gafas, y una broma preparada en los labios.

-Si vienes y no me ves, es que estoy del revés.

El Café Central de la plaza de la Liberación sigue cerrado. Ya no hay mesas alrededor de su fachada. Tampoco hay voces pidiendo a Hamid té, café o una botella de agua Sidi Alí. Ya no hay nadie que pida permiso para sentarse al lado de Sibari, ni de ninguno de los parroquianos habituales. Ya no se escuchan sus frases al saludar a un amigo que pasa.

-Perdóneme que no me levante, joven –le decía a un hombre mayor que le estrechaba la mano, Sibari sentado en su silla de ruedas, sonriendo.

Este fin de semana lo he pasado en Larache. Solo hay recuerdos vagando alrededor, y una sola silla junto al portal del edificio del Café Central. Una silla abandonada que nadie ocupará jamás.

Este fin de semana lo he pasado en Larache. Y Sibari ya no estaba.

Sergio Barce, 9 de diciembre de 2013

SERGIO BARCE, MOHAMED SIBARI Y RACHID SERROUKJ EN LA TERRAZA DEL CENTRAL

SERGIO BARCE, MOHAMED SIBARI Y RACHID SERROUKJ EN LA TERRAZA DEL CENTRAL

 

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LOS DEL GUEBIBAT – Un relato de AHMED CHOUIRDI sobre el Barrio El Guebibat de LARACHE

He de confesar que, tanto Ahmed Chouirdi como Driss Sahraoui, se han convertido en un verdadero hallazgo, de pronto contamos con dos narradores excepcionales sobre el Larache de los últimos casi sesenta años, y eso, además de una suerte es un lujo para nosotros, especialmente para mí al contar con ellos ya como colaboradores habituales del blog.

Hoy toca otro de Chouirdi. Si <Ain Chakka> me pareció bueno, su elaborado relato del Barrio de El Guebibat, muy atinadamente titulado <Los del Guebibat>, me parece excepcional. Y digo que excepcional por la manera en que relata y por el rico entramado que cose entre los recuerdos de calles, familias y personajes, y, además, todo sazonado por esa pátina de respeto, añoranza y nostalgia por esa convivencia entre las tres culturas que en Larache fue tan especial.

Llamo la atención sobre las anécdotas de los personajes cuando eran niños, de esos otros que aparecen mientras los recitadores regalan sus cuentos a voz en grito –no tienen precio los retratos humanos que Chouirdi hace de quienes actuaban en el Zoco Chico-, ni tampoco otros detalles aparentemente menores que, a los que somos de allí, nos hacen revivir y recordar nuestra infancia, seamos de la generación que seamos, porque todo se repite cíclicamente en el tiempo en las calles de Larache…

No sé por qué hago una introducción tan extensa cuando lo que de veras merece la pena ser leído es lo que viene a continuación… Que disfrutéis con los del Guebibat…

Sergio Barce, noviembre 2012

Ahmed Chouirdi

Ahmed Chouirdi

LOS DEL GUEBIBAT

por Ahmed Chouirdi

El famoso barrio Lagbibat llevaba a lo largo del tiempo otros dos nombres: Calle Hospital, debido a su proximidad al antiguo hospital civil y Calle Gran Vizir Sidi Ahmed Ganmia, en relación con el segundo Gran Vizir (como Primer Ministro actual) del khalifa Moulay el Hassan Ben Mehdi, representante del Sultán en el Norte de Marruecos y que siguió al primer Gran Vizir Mohammed Ben Azouz en el año 1931.

El Guebibat comienza a partir de la puerta que lleva el mismo nombre, donde se conecta con el Zoco Chico y desciende hasta Sigue leyendo

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LA AVENIDA DE ESPAÑA DE LARACHE, hoy AVENIDA MOHAMED V, por DRISS SAHRAOUI

De nuevo Driss Sahraoui y sus detallistas crónicas de aquel Larache de su infancia y juventud. Un auténtico placer saborear este otro paseo al que nos invita su escritura concisa, directa pero llena de ternura y afecto a su pueblo. De nuevo Driss Sahraoui nos introduce en la misma avenida Mohamed V y la recorremos a su lado, oyendo su cadenciosa voz, así lo imagino yo, mientras nos desvela las vidas de quienes trabajaban en ella o vivían tras las puertas frente a las que pasamos lentamente. Es como un juego de prestidigitación por el que nos traslada en el tiempo para recordar a su lado y que sus historias no queden suspendidas en la nada sino que se conviertan en otra capa más de esa memoria colectiva que compartimos, y eso hay que agradecérselo. Ya voy a la altura del santuario de Lala Menana, y Driss sigue contándome cosas, pausadamente, sin que corra el tiempo…

Sergio Barce, octubre 2012

DRISS SAHRAOUI

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AVENIDA DE ESPAÑA DE LARACHE, hoy AVENIDA MOHAMED V

La avenida de España, hoy Avenida Mohamed V, también llevaba el nombre de Avenida REINA VICTORIA, con ocasión de su visita a esta ciudad, al igual que en Tetuán la puerta BAB SAAIDA, se convirtió en PUERTA DE LA REINA. Yo no me acuerdo de estos detalles. La Avenida de España empezaba en el lateral izquierdo del Café Central, donde había un Banco francés, denominado BANQUE D’ ALGERIE ET DE LA TUNISIE, cuyo único empleado marroquí era Si EMBAREK EL ABDI que vivía en la calle Bettiui, en una esquina llamada El Hajra (léase en francés). Este vivía holgadamente, al percibir un sueldo sustancioso, similar al de los franceses que trabajaban en la misma institución. Este local después fue BANCO DE BILBAO, cuyas siglas permanecen grabadas en las puertas y rejas de las ventanas, manteniendo esas dos/BB. En un tiempo este banco estuvo  cerrado durante mucho tiempo. Después pasó a ser CASINO ISRAELITA, luego CASINO DE LOS FUNCIONARIOS, que acabó cerrando. El emplazamiento del local era magnifico, contaba con un gran sótano y no sé que ha sido de él después, y hasta la actualidad.

Al fondo, edificio del Café Central, entrada desde la Plaza de España a la Avenida del Generalísimo (hoy Mohamed V)

Seguido estaba el pasaje que nosotros llamábamos pasaje DE LOS LIMPIABOTAS, que desembocaba en el Hotel España. Seguía la CASA ROS, un comercio muy importante en su especialidad, donde se vendían  aparatos fotográficos y piezas de recambio para los profesionales y revelación de clichés y otras cosas para los particulares. Vendía también aparatos de radio -la televisión no existía entonces-, y lo hacia a crédito blando, mi padre compro uno ahí. Era el más importante comercio de esta especialidad por no decir el único Un empleado de estatura mediana, rubio, de mi edad, cuyo nombre no recuerdo, lo he vuelto a ver en Ceuta en la misma Casa Ros. Este era muy simpático y atento y me atendía muy bien. Al lado estaba la joyería CABRERA, comercio muy prestigioso por los trabajos realizados en el mismo y por las piezas de valor que comercializaba. Seguido del Bar CANALETAS,  que era pequeño y tenía una clientela selecta. Era frecuentado por los prestigiosos abogados: SARMIENTO, TORCA, JUAN FERRERO, así como otros, Seguía la Pastelería OROZCO que contaba con su propia clientela de la que también recibía encargos para fuera. Viene después la entrada de una pensión que, al parecer, abarca toda la planta de arriba y de la que no me acuerdo el nombre.

Avenida del Generalísimo (hoy Mohamed V) – foto tomada del blog de Houssam Kelai

Después viene el BAR MAHOU, cuyo propietario, más bien bajito, al parecer era  mallorquín, antes de convertirse en Bar PERICO. En manos de este último, el bar ha sido muy explotado, y pasaron sus años de gloria. Aprovechaba la acera que era muy ancha para poner mesas, al igual que en la otra acera de enfrente, perteneciente a la Comandancia de Ingenieros, que era amplísima. En domingos y días festivos, todas las mesas estaban  completas, y el bar a rebosar, con gente tomando su aperitivo y degustando las exquisitas tapas y raciones a placer, porque aquí había buena cocina. Esto ofrecía un paisaje y colorido semejante a las grandes capitales, aunque, digamos, en miniatura. Al lado había una especie de pasaje con salida hacia los Limpiabotas. Aquí había un bar en el que en  un tiempo se reunía la directiva del club de fútbol de Larache, también fue Sociedad de Cazadores, y junto a una barbería de dos hermanos hebreos, no me acuerdo de los nombres, que tenían dos hermanas mayores solteras, viviendo solas cerca de la Comisaría de Policía, se llamaban Bella y Esther.

Edificios del banco y de La Bandera Española – foto tomada del blog de Houssam Kelai

Seguimos y encontramos el comercio de LA BANDERA ESPANOLA, comercio muy importante en tejidos, confecciones, artículos de viaje, así como todos los artículos de  su ramo y especialidad. Tengo entendido que era un negocio familiar. Entre los empleados había uno que era hombre de mostrador, tenía una excelente forma de atender a los clientes. Nos habíamos hecho amigos. Yo le llamaba PEPE, no sé si era su  verdadero nombre. Le gustaban las bromas, muchas veces me paraba a charlar con él en la puerta adentro del comercio. Tenía un hijo, que vestía muy elegante y trabajaba en los Almacenes PULIDO. Después de la independencia, estando en Ceuta, entré a los Almacenes BENOLIEL, en la calle Real, para comprar unos calzoncillos y lo encontré aquí, nos saludamos y empezamos a charlar, finalmente le dije: quiero unos calzoncillos pero que no sea Slip. Y me contestó: Ya sé, lo que tú quieres son unos calzoncillos de hombre. Siempre con sus bromas, finalmente me indicó donde encontrar lo que buscaba. Le pregunté por su hijo y me dijo que estaba en Madrid, y bien situado. Desde entonces no lo he vuelto a ver. He vuelo a entrar a este local, después de muchísimos años, y me encontré con nuestro amigo y paisano EL HACHMI YEBARI, con quien he estado hablando mucho tiempo, incluso hemos tomado café en el antiguo Bar Perico. No lo había conocido nunca pero si a su padre. Al lado estaba el BANCO HISPANO AMERICANO, donde, si no me equivoco, trabajaba MONTERO, que nosotros llamábamos  Monterito. Este jugaba al fútbol y lo hacia muy bien, hasta el extremo de que El Real Madrid, entonces, se interesó por él y por otro que también jugaba muy bien llamado CASTAÑO, éste vestía el numero 9 y el otro el 7. De hecho, los dos se fueron a Madrid, no sé lo que pasó pero no prosperaron.

Al lado estaba el pasaje Gallego o Goya y el BANCO DE ESTADO DE MARRUECOS, con su arquitectura neo árabe que  era una maravilla, era amplio y poseía tres fachadas. He tenido la suerte de trabajar en este Banco antes de la nacionalización y de llamarse BANCO DE MARRUECOS. He tenido como compañeros a HONTORIA, GIL, ALCAYNE, ANDRADE, TRABELSI, así como LEOPOLDO PACHECO, que era director y algunos otros. Hace tiempo he visitado este edificio, y estaba que da pena, sin que haya llamado la atención a ningún responsable de la cosa municipal. Recientemente me han dicho que un Banco se ha interesado por él. Ojalá  este respete la arquitectura del mismo…

Seguimos y encontramos el callejón, o pasaje de la Iglesia, que desemboca en la calle Chinguiti y la misma Iglesia NUESTRA SEÑORA DEL PILAR, de bonita y discreta construcción, con unos espacios enfrente de la entrada con jardines, rodeados de unos grandes pilones en cemento que soportaban unas gruesas cadenas, como adorno.

Iglesia del Pilar

Mas allá, a su derecha, se encontraba el BANCO DE ESPAÑA, de reciente construcción, donde después de la independencia se instaló la UNION BANCARIA, en la  cual se agruparon todos los bancos españoles, de la que se hizo cargo SABATER –antiguo ejecutivo de Banesto- como director de la misma con GAMBERO, ALBERCA y otros. Al final había una calle corta y sin salida donde no había más de tres casas individuales. A la entrada de esta calle, a la izquierda y haciendo esquina con la Avenida  había un local, que en tiempo de la guerra Civil era lo que se llamaba AUXILIO SOCIAL, y también Obra 18 de Julio, donde se servía comida gratuitamente. La mayoría de los  que trabajaban aquí, todas mujeres, lo hacían voluntariamente. No me acuerdo exactamente si este comedor estaba instalado en este mismo local, o en el lugar del Banco de España antes de su construcción. Mas tarde este local se convirtió en CASINO ISRAELITA, después de mucho tiempo, y al no contar con suficientes socios, optó por cerrar. Después no he vuelto a saber nada de este sitio. Junto, estaba el BANCO ESPANOL DE CREDITO, con su bonita fachada de mármol gris.  Constaba solo de una planta, baja, pero por dentro era muy amplio. Era el más importante de los bancos que existían entonces. Este terminaba haciendo esquina con la calle Cervantes que al cruzarla tenemos el colegio de la AlianzaIsraelita.

La Alianza – foto de Fran Morales

Este colegio tenia mucha aceptación y era propiedad de la familia Fereres, familia muy numerosa y pudiente de Larache. La entrada de este colegio estaba en la Calle Cervantes, teniendo una gran palmera en el jardín de la misma donde los alumnos hacían sus recreos. En la fachada  principal que da al Jardín de las Hespérides había un surtidor de gasolina de la compañía Shell, regentada por un Susi y después también una tienda de comestibles propiedad del mismo. Una vez se declaró un incendio en este despacho de gasolina, que estaba a punto de arrasar todo el inmueble pero, gracias a la intervención de los militares, porque los bomberos no daban abasto, se pudo contener. Dicen que el susi pereció carbonizado en este incendio. No tengo constancia.

Seguía un garaje de mecánica general, y otro inmueble de la familia Fereres que constaba de dos alturas y un gran garaje por detrás, en  forma de patio, la mayor parte al descubierto, últimamente servía de garaje público. Hay quien dice que toda esta parte se llamaba Fondak Fereres. Este inmueble colindaba a su izquierda con la calle Daisuri que desemboca en la calle Chinguiti, junto a la panadería de ALARIOS y del popular bakalito del Susi Ibrahím. En la  fachada y entrada principal de este inmueble, había un café árabe llamado EL BRARED  (Las Teteras) con mesas en la puerta frente al Jardín de las Hespérides. Junto a este  había un negocio de leche condensada, <El Bebé Holandés>, cuyo representante exclusivo era  un hebreo de cuyo nombre no me acuerdo, seguido de un gran almacén de aceites de TORRES ASPE que luego seria Agencia de exportación de Joaquín Hernández.

La Avenida de España empezaba a su derecha con los ALMACENES PULIDO, debajo de las arquerías. Este era un comercio muy destacado, donde se podía encontrar, tejidos, confecciones, camisas, corbatas, mantas, alfombras y un sin fin de artículos propios de su especialidad. Contaba con tres grandes escaparates, donde exhibía lo más novedoso de sus artículos, de una manera atractiva. En la fiesta de la SEMANA DE LARACHE se organizaba también un concurso de Escaparates, este se lo adjudicaba siempre con toda justicia. Visitar este comercio, aun sin comprar nada, era muy agradable. Hay que decir que el emplazamiento ayudaba mucho. Seguía la Farmacia AMSELEM, propiedad de uno de los hermanos, cuya familia era muy numerosa, querida y respetada. Esta farmacia hacía esquina con un  pasaje muy ancho, muy corto, y sin salida. Aquí se encontraban los talleres y el garaje de la Valencia, el depósito de fideos y pastas alimenticias propiedad de MONTERO, cuya fábrica estaba en Alcazarquivir, y en la parte frontal había igualmente viviendas. A la derecha de este pasaje, se encontraba la COMANDANCIA DE INGENIEROS, un edificio muy grande y bonito,  con cuatro fachadas: la que colinda con este mismo  pasaje, la de la misma Avenida, la de la calle Italia y la trasera, que era un inmenso jardín, donde había un gran garaje y un almacén, para el depósito de los materiales, propios a este cuerpo de Ingenieros. La arquitectura y construcción de este inmueble, que constaba de dos alturas, era atractiva y vanguardista en esos tiempos. Contaba con bonitos y amplios balcones en las cuatro fachadas del inmueble. En la parte trasera donde había un terreno y un jardín amplísimo se había construido la Empresa TORRES QUEVEDO. La entrada y alrededores de la Comandancia eran todo jardín y estaba cercada con una pared de apenas un metro de altura. Después, para mayor protección, ha sido aumentada la altura del mismo mediante una reja de hierro, cuyos barrotes en su parte final contenían una punta muy fina. El Bar Perico aprovechaba la amplia acera de este edificio los domingos y días festivos para poner mesas. A una niña, jugando subiéndose por esta reja, se le quedó enganchado un dedo en una punta de estos barrotes, se armó la consiguiente alarma entre los padres, familiares y demás. Afortunadamente la niña  no perdió el dedo. Al día siguiente hubo una orden de cortar todos estos picos de hierro. En los primeros días de la guerra civil española, se organizo en esta Comandancia un acto para el cambio de las banderas: deponer la  bandera republicana e izar la nacional, el encargado de este acto era, no sé si coronel o general, mayor de edad, quien no pudo contener la emoción, lo hizo con  las lágrimas en los ojos. Yo estaba ahí  por la curiosidad de un niño de siete años. El final de la Comandancia de Ingenieros estaba en la calle Italia, teniendo, enfrente y en la otra acera un Kiosco muy bonito, de construcción reciente, donde había prensa, libros, material escolar y como, no,  cuentos y tebeos, junto a la  Intervención Territorial del Lukus. Esta constaba de varios departamentos en la planta baja y otros tantos en la primera. A la entrada tenia un hall muy amplio, contaba igualmente con un gran parking. Conocí a varios funcionarios  de esta Intervención, de los que me acuerdo de TORRES, que además era reportero gráfico oficial de esta administración, a VICTORIANO, bibliotecario, a Giménez familiar de los propietarios del Comercio Español, y otros por haber pasado aquí cinco años como auxiliar administrativo. En 1953 me presenté a un concurso-oposición para el Cuerpo General Administrativo, sacando el número dos. El uno se otorgó a una chica de nacionalidad española llamada Zubaida Zekri a la que después de  muchísimos años la encontré en Fuengirola.

Junto estaba el edificio de Correos,  uno de los  mejores que se han construido en Larache, en cuanto a su arquitectura y vistosidad Su entrada principal estaba frente al Jardín de las Hespérides, entonces abarcaba también la Telefónica, antes de Torres Quevedo. El director era una persona muy seria y tenía una hija que estudiaba música y aficionada al piano. Muchas veces al pasar por la acera se le oía tocar el piano, porque vivía en el primer piso del mismo inmueble. Detrás había un espacio muy grande donde se depositaba el material necesario, como postes, cables y coches de servicio. En esta parte estaba igualmente el departamento de Paquetes Postales, donde se recibían mercancías en paquetes para su posterior despacho a sus respectivos destinatarios. Aquí conocí a un tal MARCOS y a MUSTAFA, marido de la que fue nuestra amiga FADELA TADLAUI, presidenta y colaboradora de varias Asociaciones Femeninas.

Esta parte de Correos tenía a su derecha el chalet del Odontólogo ARCINIEGA, junto a este empieza el jardín de las Hespérides. Este jardín lleno de mitologías, sobre las hermanas Hespérides,  era  un precioso espacio, bien atendido y cuidado donde todo eran flores, árboles,  palmeras, bancos por todas partes para sentarse, los dos célebres leones que  parecían estar día y noche guardando el jardín, los niños jugando, algunos en bicicleta, y nuestra amiga, la mona CHITA deseando que alguien se acercara a ella para saltar de alegría y hablar un lenguaje que  solo ella entiende, también le gustaban las chucherías, que los niños y mayores le aportaban. Este jardín también fue escenario de muchas inolvidables verbenas. Había igualmente una pequeña  biblioteca atendida por nuestro amigo AHMED Chaabi. La estancia aquí era agradable y la seguridad absoluta. Este jardín lo atravesaba  todos los días de niño  cuando vivía en la Alcazaba y ya mayor cuando vivía detrás del cuartel de la Guardia Civil y del  Fondak Alemán.

Los leones franqueando la entrada al Jardín de las Hespérides

Qué bonitos recuerdos de este jardín, de niño, de adolescente y de adulto. La mitología sobre este jardín de las hermanas Hespérides, la leyenda de que los árboles daban manzanas de oro y el que las comía se convertía en inmortal, nos hacia pasar buenos ratos leyendo en el jardín, que termina en la carretera donde está la puerta de Lala Menana que conduce a la Comandancia y el puerto.

Santuario de Lala Menana

Si seguimos, encontraremos la parte lateral del cementerio de Lala Menana que es larga, teniendo en su centro otra puerta de entrada similar a la anterior, al final encontramos una hilera de chalets, estilo árabe, algunos llamaban a esta parte ciudad jardín, porque además de los jardines propios de cada chalet, había otros  a lo largo de la entrada de estos que empezaba en la esquina  que da  al Jardín de las Hespérides y terminaba en el ultimo chalet frente a los Cuatro Caminos. Empezaba con el chalet del Instituto de Previsión, del Dr. DALEBROK, del Baja RAISUNI, y a partir de aquí todos eran de militares, siendo el último el del General MEZIAN que hace esquina con los Cuatro Caminos.

Avenida del Generalñismo, hoy Mohamed V, foto tomada del blog de Houssam Kelai

Volvemos para describir la otra parte de la Avenida y lo vamos a hacer desde el Jardín de las Hespérides y la calle Daisuri. Aquí al principio encontramos un tramo del cementerio, llamado Daisuri, seguido de la casa FORD que hacía esquina con la calle Portugal. Al cruzar esta carretera encontramos otro tramo del cementerio ya mencionado, seguido de un inmueble, del fondak AMIAR, de la guarnicionería CAMACHO, del Garaje MARTÍNEZ, en cuyo inmueble vivía GAVILAN, primer jefe de la Policía Indígena, y después de la Guardia Urbana. Conocí a un inspector de Policía que se llamaba LUIS GAVILAN, que ejercía en la Comisaría de Policía, cuando estaba en la Calle Cervantes, junto a la Alianza Israelita.

No sé si era hijo o sobrino del anterior, pero familia, seguro. Seguía un fondak, teniendo en su exterior un gran inmueble, en cuya fachada principal había un establecimiento de repuestos y accesorios de coches, la ebanistería de MONREAL, que por cierto era un buen profesional, contaba con dos grandes escaparates para exhibir sus trabajos Era un ebanista de lujo, al que acudían para comprar y encargar sus muebles. Tenia siempre mucho trabajo y era fiel cumplidor de las fechas de entrega de los encargos. En el interior del fondak, estaba la serrería del YUNQUE, donde vendía maderas al por mayor y menor. La serrería era para sus trabajos personales y alquiler para sus clientes. La explanada que tenia estaba siempre repleta de troncos de árboles provenientes de los montes de BUHACHEM, listos para ser transformados en tablones de madera. Al lado se encontraba la Escuela Francesa, seguida, y  haciendo esquina con la  calle que conduce a Calle Barcelona, un antiguo bakalito de un Susi, donde vendía de todo, también tabacos.

Cuatro Caminos

Al otro lado de esta carretera había un gran edificio, con una tienda de comestibles de la mujer de MANUEL VEIGA, quien tenía y se ocupaba igualmente de un comercio de botas y zapatos  de caucho, alpargatas de esparto, también tabacos y artículos propios de un estanco, situado en la calle Chinguiti frente a la parte trasera y salida de emergencia de la Iglesia. Seguido había dos casas bajas separadas por una calle estrecha y ya una pequeña gasolinera, el Tribunal y Obras Públicas.

La Avenida de España, hoy Avenida Mohamed V, daba alegría a la entrada de la ciudad, siempre bien cuidada, con bancos a su derecha e izquierda, unas palmeras muy esbeltas por los dos lados  de la misma, así como unos faroles que de noche completaban el adorno de la misma.

Sergio Barce junto a su madre Maruja Gallardo, en la Avenida Mohamed V

Esta Avenida era siempre el escenario de los grandes desfiles militares, de las bandas de música de distintos cuerpos del ejército, con la participación de la MEHALA JALIFIANA, con su atractivo uniforme estilo árabe que nos deleitaba con sus bonitos pasodobles. Igualmente era el escenario del desfile de las carrozas en la Semana de Larache encabezada por una carroza con niñas a bordo, ataviadas con traje blanco de novia y una corona en la cabeza. Estas, durante el recorrido, arrojaban sobre los espectadores, además de flores, bombones y caramelos, con la consiguiente alegría de los niños. Todos los domingos después de misa y días festivos, se ponía una banda de música –verdadera orquesta sinfónica-  en la Plaza de España, en la acera que da cara a nuestra Avenida, esto duraba más de dos horas. Todo esto era nuestra Avenida de España, hoy Avenida Mohamed V. Qué recuerdos tan bonitos y tan inolvidables….

                                                                                                            Por Driss Sahraoui

 

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LARACHE – ALBUM DE FOTOS 6

Uno de los lugares emblemáticos de Larache ha sido El Jardín de las Hepérides, junto al Castillo de las Cigüeñas. Hubo un tiempo en que era un espacio encantador, con Chita en una jaula y pájaros en otra, con un bar amable donde pasar buenos ratos y también con sombras en la noche, entre sus palmeras y jardines, para permitir a las parejas tener un algo de intimidad en sus paseos.

Cafetería del Jardín de las Hespérides

Hoy no es ni sombra de lo que fue. Una pésima política municipal ha ido degradando durante años este espacio público hasta convertirlo en un lugar semi abandonado, en el que los famosos leones de sus entradas se encuentran encorsetados entre tapias y rejas oxidadas, en el que los viejos cañones que defendieran el castillo andan por los suelos como chatarra, en el que el viejo árbol drago languidece en el olvido. Pero ya digo que fue un lugar esplendoroso, y hasta no hace demasiado, porque cuando me marché de Larache en 1973 seguía siendo un jardín bien cuidado. En su cafetería los larachenses de varias generaciones han pasado horas y horas de charla. En la siguiente fotografía, de espaldas Mimi Abecasis de Castiel, el capitán Pedro Gómez  “Perico” entre Elisa y Sara Fereres; a la derecha, Estrella Abecasis de Medina, y en primer plano, Pepito.

Siguiendo la sistemática de la anterior página de este album, continuamos visitando bares y cafetines de Larache. En esta fotografía, tomada en el Bar Perico, reconozco en primer plano a la izquierda a uno de los mejores amigos de mi padre, Manolo Alarcón. León Cohen reconoce a la derecha a Carmelo Rosendo. Y Carlos Nieto nos revela el nombre del grupo: Junto a Manolo Alarcón está Antonio Balaguer, le sigue Carmelo Rosendo Campanelli y el último Pepe Rodríguez. En el centro de la foto, en primer plano, se encuentra Antonio Ruiz Ortiz (del Bar Perico), a su lado, a la derecha de la foto, Carmelo Rosendo Peremarch (hay dos Carmelo(s) Rosendo(s) en la foto, eran primos) y el último por la derecha, Carlos Fernández Egea.

Y en esta barra de bar, también otros dos de los grandes amigos de mi padre (Antonio Barce), compañeros de UNIBAN, y que aparecen en el centro de la estampa: Juanito Vargas y Manolo Alvarez.  Corría el año 1957. Manolo, que siempre defendía con vehemencia a su Valencia CF, de eso sí me acuerdo, y de su sonrisa.  Mi niñez siempre asocia a  mis padres con los Alvarez, como si hubiésemos formado parte de una misma familia. Antonio Roda Jorge me indica que les acompañan en la fotografía sus tíos Nicolás y Antolín Jorge Mateos.

De Mohamed Sibari he hablado en muchas ocasiones. Es, probablemente, uno de los personajes larachenses con el que prácticamente todos hemos tenido relación, más o menos estrecha, pero es difícil que haya alguien que no le conozca. En esta fotografía estamos en la terraza del Café Central: Sergio Barce, Mohamed Sibari y Rachid Serroukh. Sibari es un autor prolífico que se inspira en la gente de Larache para escribir sus novelas cortas, y Rachid Serroukh regenta la Librería Al Ahram, en la avenida Hassan II, el lugar donde se puede encontrar los libros de los escritores larachenses. Dos amigos a los que tengo especial querencia.

Muchos han sido los homenajes que se le han tributado a Mohamed Sibari en su ciudad. Uno de los más divertidos fue el que organizamos hace unos años en la Casa de España, en el que, durante la cena, José Luis Gómez, el hijo de don Aurelio, le cantó varias canciones divertidísimas a Sibari, bajo la mirada cómplice y las risas de Guennouni, Mohamed Laabi, Mustapha el Bouthoury, como prueban las imágenes…

Tras este paréntesis «sibariano», damos otro salto en el tiempo y entramos en otro bar de Larache y descubrimos a Luisón y a Luis Vázquez echándose una partida de flipper, creo.

Hay que decir que había otros lugares al aire libre que invitaban a tomarse algo… Por ejemplo, en los chiringuitos de la playa. En la siguiente fotografía Paco Rodríguez, en el centro, pasándoselo bien en el chiringuito de la Otra Banda:

Paco Rodríguez trabajaba en el Taller Automotor, de su familia, otro de los grandes amigos de mi padre. Y aquí aparece de nuevo, no sé si en la calle Chinguiti, esperando que les pongan unos pinchitos: Rafael Andrés Rus, Joaquín García Camúñez, Paco  Rodríguez y otro amigo.


Otro pequeño salto años después. Mi querido Javi Lobo, del que suelo colgar fotografías, y aún tengo varias que me ha enviado para poner en este blog, supongo que en los años 70, aquí junto a Mónica Mijares. Qué buenos años aquellos. Probablemente sea el Casino.

Y menudo grupo el siguiente… Parecen esperar sus bebidas, y vaya cara de cachondeo que tienen. Fernando Muñoz, Padilla, Caravaca y Fufo

Ya en 2004, en el Restaurante Alkhuzaima, de la avenida Mohamed V, nos reunimos muchos larachenses durante las jornadas culturales que organizó entonces Larache en el Mundo. En esta imagen de la cena, un grupo de muy buena gente larachense: Angeles Ramírez, Abderrahman Lanjeri, Larbi Setti, Said Hauat, el poeta Serrojk, el muy querido Dris Sbihi… siempre en mi memoria.

El dar saltos en el tiempo sólo tiene como objetivo despertar vuestro interés, evitar la monotonia de una serie de fotos de los mismos años, y busco con ello interrelacionar a los larachenses de todas las generaciones. Después de llegar al año 2004 vuelvo a los cincuenta, por ejemplo. En la imagen que sigue, en otro bar de Larache, Juan Miguel Columé y Eduardo Rojas con otros dos amigos.

En una revista del año 1940 aparecía el siguiente anuncio:

Y para despedir esta nueva entrega del Album de Larache y los Larachenses, un brindis desde otro local de la ciudad y que nos hacen desde el pasado Antonio Cambil, Pepe Jurado y Mustafa. Esperanza Manso me apunta que el barman es su tío Pepe Osuna,

DESDE LARACHE

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LARACHE – ALBUM DE FOTOS 5

Larache siempre ha sido un lugar vivo, dinámico, lleno de lugares donde encontrarse: la plaza de la Liberación, antes de España, el Balcón del Atlántico, el Zoco Chico, La Hípica, Santa Bárbara, los Viveros, la Gaba, la otra banda… Y luego sus cafetines, bares, restaurantes, casinos… Se me ha ocurrido hacer un pequeño recorrido por esos locales, muchos de ellos yo no llegué a conocerlos, y tendré que repartir en varias entregas las imágenes para poder mostrarlas todas. Aquí van algunas. Para empezar, unos amigos a la puerta del mítico Bar Selva.

Abajo, Ernesto Coloma y Manoli Parodi de tapeo por uno de los bares de Larache… Mª José Coloma aclara que sus padres están en el Bar de la Hípica, y que esta imagen se tomó durante la boda de Gladis Ford.Unos amigos, Cristóbal Ramírez y Guillermo, y también Manuel López Herrera, entre ellos, echándose una partida de billar, del que mi padre era tan aficionado. Siempre me cuenta lo bien que lo pasaba con sus amigos jugando al billar, supongo que añorando los tiempos de juventud.

Ange Ramírez me mandó hace mucho esta fotografía de Victoriano Gutiérrez con unos amigos compartiendo un trago. Están en El Pozo del Café Central. Al fondo, Paquito Osuna Nieto; con gafas, Rosell, y a su lado Juan Paz «el canario». Y a la derecha, Ceballos, el portero de fútbol.

Este creo que era el famoso Bar Cocodrilo.

Cualquiera de los bares de Larache traerá recuerdos a muchos. Aquí están Cabrera, Pilar, Pepe Jurado, Pepe Rubio…

Y el Bar La Marquesina, donde están, apoyado en la barra, Rosendo Zabala, y al lado su amigo y empleado Selam. Indica Antonio Recober que junto a Juan Fajardo, está Juan Soriano. 

Una imagen de Berros, Alba, Sebastián, Guillermo… Lamento no poder decir el nombre de todos los que aparecen en las fotografías, pero supongo que poco a poco podremos ir completándolas con los mensajes que podías enviarme cuando reconozcáis a alguien. Y así es como Pablo Serrano me aclara que quien tiene la mano sobre el hombro es su tio Juan, hermano de su padre, de la fundicion de Fajardo.

Una imagen del Hostal, que ha venido regentando Mula. Me acuerdo que una noche desperté sacudido por un temblor que movía mi cama de un extremo a otro de la habitación. Era un terremoto. Vivíamos entonces en el Balcón del Atlántico, y mis padres entraron en el cuarto y nos llevaron en volandas hasta el coche. La gente trataba de salir de Larache cuanto antes. Abajo estaba Marina, y José Miguel y Mari Carmen, y nos marchamos al Hostal a pasar la noche, a la espera de que la sacudida no se repitiera causando alguna desgracia. Siendo un niño, aquello fue una pequeña aventura, emocionante, y una buena excusa para luego jugar en el Hostal con el resto de los niños que, junto a sus familias, también se habían marchado allí y a la Gaba tratando de encontrar un lugar más seguro…

En esta otra foto, en otro de los locales larachenses: Forqué, Carlos, Paquito, Miguel, Carlos, Rafael, Yanko…  De las 3 personas sin identificar, Ana María Antón me indica que su padre es el que está a la izquierda de la foto, se llamaba José Antón Gutierrez, nació en 1933 en Larache y trabajó durante años en la gasolinera BP. Falleció en el 2005 llevando Larache siempre en su corazón.

Otro bar famoso de aquella época: el Bar Mauri. Carlos Nieto identifica en esta estampa al niño, que es Miguel Alvarez García, a la izquierda su tío Barroso, que tenía una barbería en la calle Chinguiti, y a la derecha a su padre, aunque no recuerda su nombre.

Y dando un pequño gran salto en el tiempo, nos metemos en el Restaurante Alkhuzaima, en la avenida Mohamed V, donde nos reunimos en 2004. Ahí está León Cohen Mesonero y esposa, que disfrutó ese viaje de regreso a su calle Barcelona.

Supongo que recordando a su padre a cada paso que dio por la ciudad. El padre de León, Jacob Cohen, fue un gran tirador al plato, qué buen ambiente festivo se vivía en el Balcón del Atlántico cada vez que se celebraba un campeonato, y él  ganó varios trofeos…

Y qué decir del Café Central, lugar neurálgico, imprescindible de Larache, situado en el edificio que domina la Plaza de la Liberación, y que todos los larachenses, de varias generaciones, han tomado siempre de punto de referencia o de reunión, y que ahora ha sido restaurado. En esta imagen, tomada hace unos años, Pepe Osuna, Mohamed Sibari y Carlos Amselem sentados en su terraza.

Pero en cualquier cafetín o cafetería bajo los arcos de la Plaza es un lugar magnífico para compartir un buen té con los amigos de siempre. Aquí estamos Abderrahman Lanjeri, Sergio Barce y Luisito Velasco. Y ahora veo la fotografía y me entran ganas de irme para allá.

En fin, Larache y sus rincones, sus bares, sus cafetines, sus restaurantes… Volveremos a dar otro paseo por ellos, desde la distancia del tiempo, y quizá nos sentemos en la terraza del Café Lixus, donde Jean Genet acudió tantas veces para refugirse en él con sus amigos, donde muchos larachenses pasaron y pasan momentos especiales, personales, intransferibles.      Sergio Barce, enero 2012

CAFE LIXUS

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