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LA AVENIDA DE ESPAÑA DE LARACHE, hoy AVENIDA MOHAMED V, por DRISS SAHRAOUI

De nuevo Driss Sahraoui y sus detallistas crónicas de aquel Larache de su infancia y juventud. Un auténtico placer saborear este otro paseo al que nos invita su escritura concisa, directa pero llena de ternura y afecto a su pueblo. De nuevo Driss Sahraoui nos introduce en la misma avenida Mohamed V y la recorremos a su lado, oyendo su cadenciosa voz, así lo imagino yo, mientras nos desvela las vidas de quienes trabajaban en ella o vivían tras las puertas frente a las que pasamos lentamente. Es como un juego de prestidigitación por el que nos traslada en el tiempo para recordar a su lado y que sus historias no queden suspendidas en la nada sino que se conviertan en otra capa más de esa memoria colectiva que compartimos, y eso hay que agradecérselo. Ya voy a la altura del santuario de Lala Menana, y Driss sigue contándome cosas, pausadamente, sin que corra el tiempo…

Sergio Barce, octubre 2012

DRISS SAHRAOUI

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AVENIDA DE ESPAÑA DE LARACHE, hoy AVENIDA MOHAMED V

La avenida de España, hoy Avenida Mohamed V, también llevaba el nombre de Avenida REINA VICTORIA, con ocasión de su visita a esta ciudad, al igual que en Tetuán la puerta BAB SAAIDA, se convirtió en PUERTA DE LA REINA. Yo no me acuerdo de estos detalles. La Avenida de España empezaba en el lateral izquierdo del Café Central, donde había un Banco francés, denominado BANQUE D’ ALGERIE ET DE LA TUNISIE, cuyo único empleado marroquí era Si EMBAREK EL ABDI que vivía en la calle Bettiui, en una esquina llamada El Hajra (léase en francés). Este vivía holgadamente, al percibir un sueldo sustancioso, similar al de los franceses que trabajaban en la misma institución. Este local después fue BANCO DE BILBAO, cuyas siglas permanecen grabadas en las puertas y rejas de las ventanas, manteniendo esas dos/BB. En un tiempo este banco estuvo  cerrado durante mucho tiempo. Después pasó a ser CASINO ISRAELITA, luego CASINO DE LOS FUNCIONARIOS, que acabó cerrando. El emplazamiento del local era magnifico, contaba con un gran sótano y no sé que ha sido de él después, y hasta la actualidad.

Al fondo, edificio del Café Central, entrada desde la Plaza de España a la Avenida del Generalísimo (hoy Mohamed V)

Seguido estaba el pasaje que nosotros llamábamos pasaje DE LOS LIMPIABOTAS, que desembocaba en el Hotel España. Seguía la CASA ROS, un comercio muy importante en su especialidad, donde se vendían  aparatos fotográficos y piezas de recambio para los profesionales y revelación de clichés y otras cosas para los particulares. Vendía también aparatos de radio -la televisión no existía entonces-, y lo hacia a crédito blando, mi padre compro uno ahí. Era el más importante comercio de esta especialidad por no decir el único Un empleado de estatura mediana, rubio, de mi edad, cuyo nombre no recuerdo, lo he vuelto a ver en Ceuta en la misma Casa Ros. Este era muy simpático y atento y me atendía muy bien. Al lado estaba la joyería CABRERA, comercio muy prestigioso por los trabajos realizados en el mismo y por las piezas de valor que comercializaba. Seguido del Bar CANALETAS,  que era pequeño y tenía una clientela selecta. Era frecuentado por los prestigiosos abogados: SARMIENTO, TORCA, JUAN FERRERO, así como otros, Seguía la Pastelería OROZCO que contaba con su propia clientela de la que también recibía encargos para fuera. Viene después la entrada de una pensión que, al parecer, abarca toda la planta de arriba y de la que no me acuerdo el nombre.

Avenida del Generalísimo (hoy Mohamed V) – foto tomada del blog de Houssam Kelai

Después viene el BAR MAHOU, cuyo propietario, más bien bajito, al parecer era  mallorquín, antes de convertirse en Bar PERICO. En manos de este último, el bar ha sido muy explotado, y pasaron sus años de gloria. Aprovechaba la acera que era muy ancha para poner mesas, al igual que en la otra acera de enfrente, perteneciente a la Comandancia de Ingenieros, que era amplísima. En domingos y días festivos, todas las mesas estaban  completas, y el bar a rebosar, con gente tomando su aperitivo y degustando las exquisitas tapas y raciones a placer, porque aquí había buena cocina. Esto ofrecía un paisaje y colorido semejante a las grandes capitales, aunque, digamos, en miniatura. Al lado había una especie de pasaje con salida hacia los Limpiabotas. Aquí había un bar en el que en  un tiempo se reunía la directiva del club de fútbol de Larache, también fue Sociedad de Cazadores, y junto a una barbería de dos hermanos hebreos, no me acuerdo de los nombres, que tenían dos hermanas mayores solteras, viviendo solas cerca de la Comisaría de Policía, se llamaban Bella y Esther.

Edificios del banco y de La Bandera Española – foto tomada del blog de Houssam Kelai

Seguimos y encontramos el comercio de LA BANDERA ESPANOLA, comercio muy importante en tejidos, confecciones, artículos de viaje, así como todos los artículos de  su ramo y especialidad. Tengo entendido que era un negocio familiar. Entre los empleados había uno que era hombre de mostrador, tenía una excelente forma de atender a los clientes. Nos habíamos hecho amigos. Yo le llamaba PEPE, no sé si era su  verdadero nombre. Le gustaban las bromas, muchas veces me paraba a charlar con él en la puerta adentro del comercio. Tenía un hijo, que vestía muy elegante y trabajaba en los Almacenes PULIDO. Después de la independencia, estando en Ceuta, entré a los Almacenes BENOLIEL, en la calle Real, para comprar unos calzoncillos y lo encontré aquí, nos saludamos y empezamos a charlar, finalmente le dije: quiero unos calzoncillos pero que no sea Slip. Y me contestó: Ya sé, lo que tú quieres son unos calzoncillos de hombre. Siempre con sus bromas, finalmente me indicó donde encontrar lo que buscaba. Le pregunté por su hijo y me dijo que estaba en Madrid, y bien situado. Desde entonces no lo he vuelto a ver. He vuelo a entrar a este local, después de muchísimos años, y me encontré con nuestro amigo y paisano EL HACHMI YEBARI, con quien he estado hablando mucho tiempo, incluso hemos tomado café en el antiguo Bar Perico. No lo había conocido nunca pero si a su padre. Al lado estaba el BANCO HISPANO AMERICANO, donde, si no me equivoco, trabajaba MONTERO, que nosotros llamábamos  Monterito. Este jugaba al fútbol y lo hacia muy bien, hasta el extremo de que El Real Madrid, entonces, se interesó por él y por otro que también jugaba muy bien llamado CASTAÑO, éste vestía el numero 9 y el otro el 7. De hecho, los dos se fueron a Madrid, no sé lo que pasó pero no prosperaron.

Al lado estaba el pasaje Gallego o Goya y el BANCO DE ESTADO DE MARRUECOS, con su arquitectura neo árabe que  era una maravilla, era amplio y poseía tres fachadas. He tenido la suerte de trabajar en este Banco antes de la nacionalización y de llamarse BANCO DE MARRUECOS. He tenido como compañeros a HONTORIA, GIL, ALCAYNE, ANDRADE, TRABELSI, así como LEOPOLDO PACHECO, que era director y algunos otros. Hace tiempo he visitado este edificio, y estaba que da pena, sin que haya llamado la atención a ningún responsable de la cosa municipal. Recientemente me han dicho que un Banco se ha interesado por él. Ojalá  este respete la arquitectura del mismo…

Seguimos y encontramos el callejón, o pasaje de la Iglesia, que desemboca en la calle Chinguiti y la misma Iglesia NUESTRA SEÑORA DEL PILAR, de bonita y discreta construcción, con unos espacios enfrente de la entrada con jardines, rodeados de unos grandes pilones en cemento que soportaban unas gruesas cadenas, como adorno.

Iglesia del Pilar

Mas allá, a su derecha, se encontraba el BANCO DE ESPAÑA, de reciente construcción, donde después de la independencia se instaló la UNION BANCARIA, en la  cual se agruparon todos los bancos españoles, de la que se hizo cargo SABATER –antiguo ejecutivo de Banesto- como director de la misma con GAMBERO, ALBERCA y otros. Al final había una calle corta y sin salida donde no había más de tres casas individuales. A la entrada de esta calle, a la izquierda y haciendo esquina con la Avenida  había un local, que en tiempo de la guerra Civil era lo que se llamaba AUXILIO SOCIAL, y también Obra 18 de Julio, donde se servía comida gratuitamente. La mayoría de los  que trabajaban aquí, todas mujeres, lo hacían voluntariamente. No me acuerdo exactamente si este comedor estaba instalado en este mismo local, o en el lugar del Banco de España antes de su construcción. Mas tarde este local se convirtió en CASINO ISRAELITA, después de mucho tiempo, y al no contar con suficientes socios, optó por cerrar. Después no he vuelto a saber nada de este sitio. Junto, estaba el BANCO ESPANOL DE CREDITO, con su bonita fachada de mármol gris.  Constaba solo de una planta, baja, pero por dentro era muy amplio. Era el más importante de los bancos que existían entonces. Este terminaba haciendo esquina con la calle Cervantes que al cruzarla tenemos el colegio de la AlianzaIsraelita.

La Alianza – foto de Fran Morales

Este colegio tenia mucha aceptación y era propiedad de la familia Fereres, familia muy numerosa y pudiente de Larache. La entrada de este colegio estaba en la Calle Cervantes, teniendo una gran palmera en el jardín de la misma donde los alumnos hacían sus recreos. En la fachada  principal que da al Jardín de las Hespérides había un surtidor de gasolina de la compañía Shell, regentada por un Susi y después también una tienda de comestibles propiedad del mismo. Una vez se declaró un incendio en este despacho de gasolina, que estaba a punto de arrasar todo el inmueble pero, gracias a la intervención de los militares, porque los bomberos no daban abasto, se pudo contener. Dicen que el susi pereció carbonizado en este incendio. No tengo constancia.

Seguía un garaje de mecánica general, y otro inmueble de la familia Fereres que constaba de dos alturas y un gran garaje por detrás, en  forma de patio, la mayor parte al descubierto, últimamente servía de garaje público. Hay quien dice que toda esta parte se llamaba Fondak Fereres. Este inmueble colindaba a su izquierda con la calle Daisuri que desemboca en la calle Chinguiti, junto a la panadería de ALARIOS y del popular bakalito del Susi Ibrahím. En la  fachada y entrada principal de este inmueble, había un café árabe llamado EL BRARED  (Las Teteras) con mesas en la puerta frente al Jardín de las Hespérides. Junto a este  había un negocio de leche condensada, <El Bebé Holandés>, cuyo representante exclusivo era  un hebreo de cuyo nombre no me acuerdo, seguido de un gran almacén de aceites de TORRES ASPE que luego seria Agencia de exportación de Joaquín Hernández.

La Avenida de España empezaba a su derecha con los ALMACENES PULIDO, debajo de las arquerías. Este era un comercio muy destacado, donde se podía encontrar, tejidos, confecciones, camisas, corbatas, mantas, alfombras y un sin fin de artículos propios de su especialidad. Contaba con tres grandes escaparates, donde exhibía lo más novedoso de sus artículos, de una manera atractiva. En la fiesta de la SEMANA DE LARACHE se organizaba también un concurso de Escaparates, este se lo adjudicaba siempre con toda justicia. Visitar este comercio, aun sin comprar nada, era muy agradable. Hay que decir que el emplazamiento ayudaba mucho. Seguía la Farmacia AMSELEM, propiedad de uno de los hermanos, cuya familia era muy numerosa, querida y respetada. Esta farmacia hacía esquina con un  pasaje muy ancho, muy corto, y sin salida. Aquí se encontraban los talleres y el garaje de la Valencia, el depósito de fideos y pastas alimenticias propiedad de MONTERO, cuya fábrica estaba en Alcazarquivir, y en la parte frontal había igualmente viviendas. A la derecha de este pasaje, se encontraba la COMANDANCIA DE INGENIEROS, un edificio muy grande y bonito,  con cuatro fachadas: la que colinda con este mismo  pasaje, la de la misma Avenida, la de la calle Italia y la trasera, que era un inmenso jardín, donde había un gran garaje y un almacén, para el depósito de los materiales, propios a este cuerpo de Ingenieros. La arquitectura y construcción de este inmueble, que constaba de dos alturas, era atractiva y vanguardista en esos tiempos. Contaba con bonitos y amplios balcones en las cuatro fachadas del inmueble. En la parte trasera donde había un terreno y un jardín amplísimo se había construido la Empresa TORRES QUEVEDO. La entrada y alrededores de la Comandancia eran todo jardín y estaba cercada con una pared de apenas un metro de altura. Después, para mayor protección, ha sido aumentada la altura del mismo mediante una reja de hierro, cuyos barrotes en su parte final contenían una punta muy fina. El Bar Perico aprovechaba la amplia acera de este edificio los domingos y días festivos para poner mesas. A una niña, jugando subiéndose por esta reja, se le quedó enganchado un dedo en una punta de estos barrotes, se armó la consiguiente alarma entre los padres, familiares y demás. Afortunadamente la niña  no perdió el dedo. Al día siguiente hubo una orden de cortar todos estos picos de hierro. En los primeros días de la guerra civil española, se organizo en esta Comandancia un acto para el cambio de las banderas: deponer la  bandera republicana e izar la nacional, el encargado de este acto era, no sé si coronel o general, mayor de edad, quien no pudo contener la emoción, lo hizo con  las lágrimas en los ojos. Yo estaba ahí  por la curiosidad de un niño de siete años. El final de la Comandancia de Ingenieros estaba en la calle Italia, teniendo, enfrente y en la otra acera un Kiosco muy bonito, de construcción reciente, donde había prensa, libros, material escolar y como, no,  cuentos y tebeos, junto a la  Intervención Territorial del Lukus. Esta constaba de varios departamentos en la planta baja y otros tantos en la primera. A la entrada tenia un hall muy amplio, contaba igualmente con un gran parking. Conocí a varios funcionarios  de esta Intervención, de los que me acuerdo de TORRES, que además era reportero gráfico oficial de esta administración, a VICTORIANO, bibliotecario, a Giménez familiar de los propietarios del Comercio Español, y otros por haber pasado aquí cinco años como auxiliar administrativo. En 1953 me presenté a un concurso-oposición para el Cuerpo General Administrativo, sacando el número dos. El uno se otorgó a una chica de nacionalidad española llamada Zubaida Zekri a la que después de  muchísimos años la encontré en Fuengirola.

Junto estaba el edificio de Correos,  uno de los  mejores que se han construido en Larache, en cuanto a su arquitectura y vistosidad Su entrada principal estaba frente al Jardín de las Hespérides, entonces abarcaba también la Telefónica, antes de Torres Quevedo. El director era una persona muy seria y tenía una hija que estudiaba música y aficionada al piano. Muchas veces al pasar por la acera se le oía tocar el piano, porque vivía en el primer piso del mismo inmueble. Detrás había un espacio muy grande donde se depositaba el material necesario, como postes, cables y coches de servicio. En esta parte estaba igualmente el departamento de Paquetes Postales, donde se recibían mercancías en paquetes para su posterior despacho a sus respectivos destinatarios. Aquí conocí a un tal MARCOS y a MUSTAFA, marido de la que fue nuestra amiga FADELA TADLAUI, presidenta y colaboradora de varias Asociaciones Femeninas.

Esta parte de Correos tenía a su derecha el chalet del Odontólogo ARCINIEGA, junto a este empieza el jardín de las Hespérides. Este jardín lleno de mitologías, sobre las hermanas Hespérides,  era  un precioso espacio, bien atendido y cuidado donde todo eran flores, árboles,  palmeras, bancos por todas partes para sentarse, los dos célebres leones que  parecían estar día y noche guardando el jardín, los niños jugando, algunos en bicicleta, y nuestra amiga, la mona CHITA deseando que alguien se acercara a ella para saltar de alegría y hablar un lenguaje que  solo ella entiende, también le gustaban las chucherías, que los niños y mayores le aportaban. Este jardín también fue escenario de muchas inolvidables verbenas. Había igualmente una pequeña  biblioteca atendida por nuestro amigo AHMED Chaabi. La estancia aquí era agradable y la seguridad absoluta. Este jardín lo atravesaba  todos los días de niño  cuando vivía en la Alcazaba y ya mayor cuando vivía detrás del cuartel de la Guardia Civil y del  Fondak Alemán.

Los leones franqueando la entrada al Jardín de las Hespérides

Qué bonitos recuerdos de este jardín, de niño, de adolescente y de adulto. La mitología sobre este jardín de las hermanas Hespérides, la leyenda de que los árboles daban manzanas de oro y el que las comía se convertía en inmortal, nos hacia pasar buenos ratos leyendo en el jardín, que termina en la carretera donde está la puerta de Lala Menana que conduce a la Comandancia y el puerto.

Santuario de Lala Menana

Si seguimos, encontraremos la parte lateral del cementerio de Lala Menana que es larga, teniendo en su centro otra puerta de entrada similar a la anterior, al final encontramos una hilera de chalets, estilo árabe, algunos llamaban a esta parte ciudad jardín, porque además de los jardines propios de cada chalet, había otros  a lo largo de la entrada de estos que empezaba en la esquina  que da  al Jardín de las Hespérides y terminaba en el ultimo chalet frente a los Cuatro Caminos. Empezaba con el chalet del Instituto de Previsión, del Dr. DALEBROK, del Baja RAISUNI, y a partir de aquí todos eran de militares, siendo el último el del General MEZIAN que hace esquina con los Cuatro Caminos.

Avenida del Generalñismo, hoy Mohamed V, foto tomada del blog de Houssam Kelai

Volvemos para describir la otra parte de la Avenida y lo vamos a hacer desde el Jardín de las Hespérides y la calle Daisuri. Aquí al principio encontramos un tramo del cementerio, llamado Daisuri, seguido de la casa FORD que hacía esquina con la calle Portugal. Al cruzar esta carretera encontramos otro tramo del cementerio ya mencionado, seguido de un inmueble, del fondak AMIAR, de la guarnicionería CAMACHO, del Garaje MARTÍNEZ, en cuyo inmueble vivía GAVILAN, primer jefe de la Policía Indígena, y después de la Guardia Urbana. Conocí a un inspector de Policía que se llamaba LUIS GAVILAN, que ejercía en la Comisaría de Policía, cuando estaba en la Calle Cervantes, junto a la Alianza Israelita.

No sé si era hijo o sobrino del anterior, pero familia, seguro. Seguía un fondak, teniendo en su exterior un gran inmueble, en cuya fachada principal había un establecimiento de repuestos y accesorios de coches, la ebanistería de MONREAL, que por cierto era un buen profesional, contaba con dos grandes escaparates para exhibir sus trabajos Era un ebanista de lujo, al que acudían para comprar y encargar sus muebles. Tenia siempre mucho trabajo y era fiel cumplidor de las fechas de entrega de los encargos. En el interior del fondak, estaba la serrería del YUNQUE, donde vendía maderas al por mayor y menor. La serrería era para sus trabajos personales y alquiler para sus clientes. La explanada que tenia estaba siempre repleta de troncos de árboles provenientes de los montes de BUHACHEM, listos para ser transformados en tablones de madera. Al lado se encontraba la Escuela Francesa, seguida, y  haciendo esquina con la  calle que conduce a Calle Barcelona, un antiguo bakalito de un Susi, donde vendía de todo, también tabacos.

Cuatro Caminos

Al otro lado de esta carretera había un gran edificio, con una tienda de comestibles de la mujer de MANUEL VEIGA, quien tenía y se ocupaba igualmente de un comercio de botas y zapatos  de caucho, alpargatas de esparto, también tabacos y artículos propios de un estanco, situado en la calle Chinguiti frente a la parte trasera y salida de emergencia de la Iglesia. Seguido había dos casas bajas separadas por una calle estrecha y ya una pequeña gasolinera, el Tribunal y Obras Públicas.

La Avenida de España, hoy Avenida Mohamed V, daba alegría a la entrada de la ciudad, siempre bien cuidada, con bancos a su derecha e izquierda, unas palmeras muy esbeltas por los dos lados  de la misma, así como unos faroles que de noche completaban el adorno de la misma.

Sergio Barce junto a su madre Maruja Gallardo, en la Avenida Mohamed V

Esta Avenida era siempre el escenario de los grandes desfiles militares, de las bandas de música de distintos cuerpos del ejército, con la participación de la MEHALA JALIFIANA, con su atractivo uniforme estilo árabe que nos deleitaba con sus bonitos pasodobles. Igualmente era el escenario del desfile de las carrozas en la Semana de Larache encabezada por una carroza con niñas a bordo, ataviadas con traje blanco de novia y una corona en la cabeza. Estas, durante el recorrido, arrojaban sobre los espectadores, además de flores, bombones y caramelos, con la consiguiente alegría de los niños. Todos los domingos después de misa y días festivos, se ponía una banda de música –verdadera orquesta sinfónica-  en la Plaza de España, en la acera que da cara a nuestra Avenida, esto duraba más de dos horas. Todo esto era nuestra Avenida de España, hoy Avenida Mohamed V. Qué recuerdos tan bonitos y tan inolvidables….

                                                                                                            Por Driss Sahraoui

 

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LA CALLE BARCELONA, un relato del escritor larachense LEON COHEN MESONERO

Ahora le toca el turno a otra calle emblemática de Larache: la calle Barcelona. Y la visión de ella corresponde a quien siempre, cuando tiene oportunidad de charlar de Larache, regresa instintivamente hasta ese lugar, al abrigo de sus recuerdos: Leon Cohen. El texto es indudablemente íntimo y personal, trata de relatar como si caminara por esa arteria de nuestro pueblo (me parece más entrañable llamar a Larache pueblo que ciudad) pero Leon no puede evitar el desviarse para contar lo que realmente le satisface o lo que de veras le estremece: esas pequeñas aventuras de la infancia junto a sus amigos o especialmente al lado de  su padre. La suerte de compartir todos estos relatos, todas estas fotografías narradas, es que cruzamos tantas historias y experiencias, tantos recuerdos y anécdotas, que sin proponérnoslo estamos llenando de vida y de alma a todas las calles por las que ha transitado parte de nuestras vidas. Es el mejor álbum de Larache.

Sergio Barce, septiembre 2012

Leon Cohen

“Tratar de recrear el pasado es en cierto modo un intento de reconstrucción no sólo de la memoria propia, sino también y sobre todo de la memoria de una colectividad”.

                                      León Cohen

 

La Calle Barcelona

¡La Calle Barcelona! Era una calle vulgar, como cualquier calle, una calle de barrio. No era emblemática, no era ni la Calle Chinguiti, ni la Calle Italia, ni por supuesto la Calle Real. Pero muchas personas de Larache la recuerdan, la mientan y algunas creen haberla habitado, llegando incluso a ubicarla  de manera  errónea.

Yo no nací en esa calle, pero mis padres y yo, que sólo tenía un mes, nos mudamos en el año 1947 y allí residimos hasta el año 1954. En esa calle se forjaron mis primeras impresiones y se construyeron mis recuerdos primeros, los de la infancia profunda. Allí empezó a llenarse mi memoria de recuerdos imborrables y entrañables. En esa calle nacerían mis hermanos y hermanas. Todavía tengo fija en la retina la imagen borrosa de mi hermana Ani recién nacida y junto a ella un barreño metálico y a Doña Petronila.

La Calle Barcelona era una de las muchas calles transversales que unían la Calle Chinguiti o su prolongación con la Avenida de las Palmeras. Para situarnos, subiendo por la Chinguiti, se llegaba a una pequeña rotonda  o placita que daba a cuatro calles, siguiendo recto, la Calle Barcelona era la segunda a la izquierda. Y también la penúltima de tres, antes de alcanzar el Campito de los Mosquitos. En ese campito, como he contado en alguna ocasión, tenían lugar las guerrillas de moros contra cristianos, a pedrada limpia. Como dos ejércitos bien organizados, nos disponíamos los unos frente a los otros a tiro de piedra, y sólo a la orden de nuestros comandantes, empezábamos a lanzarnos las pedradas que cesaban cuando ambos jefes así lo decidían. Ese campito tenía además otros usos más pacíficos para muchos de nosotros, era donde cazábamos pajaritos con trampas, sirviéndonos las alúas como cebos, era en el propio campito donde cogíamos aquellos  coleópteros en los “alujeros”.

Si uno dejaba a un lado la calle, sin entrar en ella, a unos metros, se topaba con el Colegio Árabe donde estudió o estuvo, ese gran contador de palabras y cuentos que se llama Mohamed Choukri. Enfrente de aquel colegio vivía Don Antonio Ortega, el antiguo republicano.

Antes de entrar en la Calle Barcelona, no quisiera dejar sin contar algunos detalles. La rotonda, como dije, da a cuatro calles: la que viene de la Calle Chinguiti, la que va hacía la calle Barcelona, la que baja hasta los Maristas (la calle donde nací) y la que llega hasta la Avenida de las Palmeras; la plazoleta se compone por lo tanto de cuatro cuadrantes. En la esquina derecha de uno de estos “cuartos de rotonda” según se va hacía la calle Barcelona, vive un chico rubio de mi misma edad al que llamamos Antoñin el del jardín. En el cuadrante adyacente residen los Ribes, padres de mi amiga Elsa, en un edificio de construcción reciente. En el tercer cuarto reside la familia de mi amigo Santiago Hernández, en una suerte de patio de vecinos. Siguiendo hacía la Calle Barcelona, quiero también recordar que frente al colegio árabe, haciendo esquina, se halla situada una casa con muchas plantas donde vive Alejandro, un amigo de correrías. Entre su casa y el colegio empieza un callejón sin asfaltar, donde se encuentra la casa de Nissim Azulay, aquel niño tan avispado como cruel, que una tarde de otoño nos enseñó a unos cuantos, cómo la letra con sangre entra, utilizando una regla con la que nos atizaba en los dedos  imitando a nuestra maestra,  Mlle Beniluz.

Pero doblemos la esquina y recorramos la calle. Hasta llegar a mi casa, la calle tiene únicamente margen izquierda, pues en todo ese tramo en el flanco derecho sólo hay un descampado. A partir de mi casa ya aparecen algunas casas diseminadas en la margen derecha. Casi todas las casas son de una planta con azotea.

La casa del maestro: La primera es la del “maestro”. Para mí, el maestro era un amigo de mi padre con el que un día fuimos de cacería en nuestro camión. Llovía despiadadamente cuando salimos, mi padre al volante, yo en medio y el maestro a mi derecha en la cabina del camión. Detrás en el remolque iba Stika, mi querida  e inolvidable perra. Una pointer de primera clase. Circulábamos por una pista de tierra y barro, por la derecha caminaban unos campesinos, una mujer con un niño a la espalda, otras dos campesinas y un hombre de cierta edad. Los colores que recuerdo son el blanco y el rojo, el blanco de las “jilabas” y de los zaraguëlles (aunque en contra de la Real Academia de la Lengua yo prefiero la palabra zarahueles), el rojo de los fajines que suelen llevar los “jibilos” (jbel en árabe significa montaña). Llovía y a la lluvia incesante se había añadido una tormenta de muy señor mío. De repente, una luz cegadora, y un silencio sepulcral. El camión se había detenido y todos nos mirábamos en silencio como hipnotizados. Había sido un rayo: una descarga de energía eléctrica tremenda, inolvidable. Luego, los gritos de los campesinos, muchos gritos de pánico y mucha sangre, ruido y sangre, miedo y sangre. Sobre el suelo yacían el hombre mayor y la mujer que llevaba al niño, los dos muertos. El niño milagrosamente había salido indemne y lloraba, el resto de personas estaban heridas o presas de pánico. Me ha quedado como última imagen de aquella tragedia la de mi padre bajándose  del camión,  quiero creer que  llevamos a los heridos al hospital.

Leon Cohen en la calle Barcelona

Mi casa: Sigamos. Después de la casa del maestro, intuyo dos o tres casas, pero tienen la puerta cerrada y no distingo a nadie, será mi memoria que debe estar nublada por el paso del tiempo. Luego, mi casa, la casa donde estrené mis primeros cariños, mis primeros amigos, la casa donde empezó a conformarse ese yo, que hoy, pasado medio siglo, vuelve a ella, a esa casa de todos que es la infancia. 

La puerta y las dos ventanas que dan a la calle están abiertas.

La puerta: Un hombre joven, alto, moreno, de treinta y pocos años, en todo el esplendor que da la juventud, se yergue ante la puerta medio abierta, casi tapando con su cuerpo toda la luz que aún conserva la tarde. Yo, diminuto, con seis o siete años, observo con sorpresa y admiración su figura a contraluz. Es mi padre, que acaba de llegar de una de esas interminables cacerías con sus compañeros de siempre (el doctor Mayor, Revilla el carnicero y seguramente también habrá estado Bartolo el de la casa Ford). Mi padre está vestido de cazador, porta un sombrero de paja y lleva colgadas de la cintura un sinnúmero de perdices. Esboza una sonrisa amplia  y cómplice mientras se dirige a mí en tono cariñoso, mostrándome sus trofeos. Recuerdo con precisión meridiana que mi madre solía conservar las perdices en dos tinajas enormes llenas de aceite.  

La ventana situada a la derecha de la puerta: Da al pequeño salón de los trofeos. Se trata de una pequeña salita. Adosado a la pared que mira a la puerta de entrada, se halla un aparador muy vistoso y una mesa de comedor con sus correspondientes seis sillas forradas de una tela estampada. Se ve muy cuidado y con poco uso. Sobre el aparador, dispuestas con mucho orden y guardando la jerarquía, las copas que mi padre ha ganado en múltiples tiradas de pichón y al plato. La copa preferida es, como no podía ser menos, la del centro. Es una copa de plata de ley, grande, esbelta  y con  un baño de oro en su interior. De vez en cuando, a mí me da por pasearme por el salón y deleitarme mirando las copas. En ocasiones he llegado a pensar que mi devoción por los muebles y la decoración vienen de aquel salón y de aquella época.

La otra ventana: Es el dormitorio  de mis padres. Un recuerdo puntual: una mañana, mi padre sorprendió a un ladronzuelo en su dormitorio y lo puso de patitas en la calle agarrándolo  por el cuello.

En el patio, una parra y el gallo. Una gallo espléndido que mi padre había criado y que al oír la voz de éste, cuando llegaba a casa a la hora del almuerzo, preso de una súbita alegría, lanzaba de repente un repertorio de cacareos a cual más estridente. Una mañana que no quiero recordar, se lo llevó.

Calle Barcelona. Leın, David, el hijo del maestro y Stika

En la azotea, la casa de Stika. A la azotea solíamos subir todos los hermanos para visitar y entretenernos con nuestra perra de caza que prácticamente había crecido con nosotros. Una noche de verano mi padre nos comunicó la triste noticia: se había visto obligado a regalar la perra a un amigo, porque en la nueva casa no había sitio o por otra causa que no recuerdo, aunque sí recuerdo mis lágrimas, mi desconsuelo y el de mis hermanos. Habían sido casi seis años juntos.   

Nuestros vecinos: La familia de Cristóbal Ortega y Josefa Padilla, con sus hijos: Cristóbal, Carmen, Fina, Pepe, Antonio y Eduardo. He olvidado el nombre de otra hermana, pero para nosotros, mi hermano David y yo, los importantes son nuestros amigos Antonio y Eduardo. Son los grandes amigos de nuestra primera infancia. Hay una vivencia entrañable: las hogueras de la noche de San Juan. Quemábamos un muñeco de trapo y disfrutábamos saltando alrededor  del  fuego.

Olga: Pero esta calle también tiene su estrella. Es alta, esbelta, delgada y muy atractiva, parece una actriz de cine, yo la comparaba con Ava Gardner. Su nombre es Olga y vive con su padre Don Jaím Benaich justo enfrente de mi casa. Es indudable que Olga se distingue de la media de los mortales. En ocasiones la sorprendo hablando con mi madre y siento un fuerte deseo de ser mayor para poder conquistarla. Pasado el tiempo, se casaría con un norteamericano y se iría a vivir a América. Ignoro por qué siempre la imaginé en un descapotable con un pañuelo anudado al cuello y con la melena al viento. Era la diosa de la calle. 

Camino del Colegio Francés: Casi siempre realizábamos el mismo recorrido: subiendo desde mi casa, pasábamos por la tienda de ultramarinos de María que se hallaba justo a mitad de la calle, llegando al final de la calle, doblábamos a la izquierda, y apenas recorridos unos metros estaba la casa de  Palacios, el cazador de jabatos, cuyos dos hijos eran también compañeros nuestros, uno de ellos, Jeromín, era un excelente dibujante, luego tomábamos la segunda calle a la derecha y al final de ésta, la Avenida de las Palmeras. En la esquina se hallaban las casas de Bartolo y de nuestro compañero Julio,  y a muy poca distancia nuestro querido colegio.

La mudanza: Fue a principios del año 1954. Todo ocurrió muy de prisa. Un buen día, ante nuestra incredulidad y sorpresa, mi padre cargó con todas las copas y se las llevó. Luego supimos que las había vendido a un joyero del centro. Pocos días más tarde comenzó el embalaje de los muebles y demás enseres. Puedo todavía recordar los malos augurios que se avecinaban según  mi madre cuando se le rompió un espejo. Siete años de penurias que nunca llegarían a cumplirse. Bien es verdad que vendrían malos tiempos para la familia, pero no durarían tanto como presagiaba la superstición del espejo roto. Yo siempre he pensado que todo fue un pequeño castigo de la Calle Barcelona por haberla abandonado. Y es que las calles también tienen alma.

                                                           León Cohen,   Octubre 2003

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Con sonido e imagen – JAQUETÍA – EL DON JUAN DE LA CALEJA CHINGUITI – un relato en jaquetía de MERCEDES DEMBO

Cuando he coincidido en Larache con Carlos Amselem, he sido testigo de cómo en medio de la  conversación Carlos, Mohamed Sibari y El Hachmi Yebari, incluso Angeles Ramírez, intercalan bromas, giros y frases en jaquetía, recordando a los antiguos hebreos que utilizaban esta forma de hablar tan singular en Larache, y que yo recuerdo vagamente de haber oído también en mi niñez.

Ya que Mercedes Dembo anda preparando una antología en jaquetía, y que me ha enviado un relato de ésta, aprovecho primero para colgar su relato, titulado <Don Juan de la caleja Chinguiti”, y segundo para reproducir lo que nos enseña el  tebib larachense  José Edery en su “enciclopedia” <Viajando por el Magreb Hispánico>. En ella, dice Edery: “según el profesor José Benoliel el jaquetía procede probablemente de la raíz árabe <haka> que significa <conversar o hablar> añadiendo una terminación castellana. El profesor Benoliel, judío sefardita natural de Tánger, fue un distinguido filólogo en el primer tercio del siglo XX. Dominaba el castellano, francés, portugués, árabe y hebreo, en cuyos idiomas redactó gramáticas, traducciones y ensayos. Este ilustre tangerino ha sido la principal fuente y referencia existente hasta el día de hoy del jaquetía o judeo-español marroquí como la denominan algunos, lengua familiar que en la actualidad casi ha desaparecido. Por lo que considerándome uno de los pocos centenares de sefarditas que todavía la conoce elementalmente, procuro utilizarla y practicarla a nivel familiar y entre determinado grupo de amigos y conocidos.”

Poco a poco añadiré lo poco que puedo aportar del jaquetía, no porque sea algo que domine, porque en realidad soy un absoluto desconocedor del tema, sino porque, aunque no soy hebreo, lo considero parte del patrimonio cultural de Larache que hemos heredado y que merece ser protegido de alguna forma. (Confieso que en mi novela inédita <La emperatriz de Tánger> me he arriesgado a introducir algún que otro diálogo en jaquetía). De modo que además de los relatos que pueda conseguir, también echaré mano del Glosario de Jaquetía de Sara Fereres, una fuente extraordinaria de vocabulario y frases. ¡El Dio cumpla con bien!

Sergio Barce, mayo 2012

 EL DON JUAN DE LA CALEJA (calle) CHINGUITI 

Un relato en haquetía de Mercedes Dembo

 Si señores es verdad, había un Don Juan famoso en la caleja (calle) Chinguiti en Larashe. Era un g’ial (muy guapo) pintado, alto y con un puerpo (cuerpo) endiamantado; las mujeres se enloquecían por él y los hombres se encelaban de él.

Discúlpeme pero no cuedo (puedo) dezirle su nombre, yo le juri que nadie lo sabrá.

Un día que Don Juan doreaba (paseaba) por el puerto, vio un hombre aprontándose (preparándose) a subir al vapor (barco); tenía güen porte y vistía de como y como (muy elegante).

Oyó como el hombre comendaba (daba órdenes) a su ayudante que talearía (velaría) bien sobre el negocio hatta (hasta) que él vuelva de su viaje de negocios.

El ayudante le preguntó: ¿jefe, cuánto tiempo estará de viaje?

Unas doz mezes, ya te deshi (dejé) en el libro lo que hay que fazer (hacer). Dale las cuentas a mi sirviente que se las dé a mi mujer.

Don Juan se quedó jameando (pensando): esta pobre mujer la va deshar (dejar) sola tanto tiempo, que manzia (que pena).

Cunando (cuando) el vapor salió, preguntó Don Juan al ayudante: ¿Sinyor quien ez ese señor jefe suyo?

-Ez Don Izake Fuentes, commerciante de cuero, muy respetado por todo el país.

-Ah si, ¿vive en la caleja (calle) roza?

– No sinyor vive en la caleja Chinguiti, una cazza blanca de piso alto, un olam (muy grande)  de grande

– Gracias senyor y se marchó.

Aspero (esperó) unos días y fue a rondar por esa caleja por la noshe.

Contró la cazza de Don Izake, ya weldi (mi hijo) ¡que palacio! En la reja de la ventana estaba una mujercita jameando (pensando). Que ghzala (guapa) pensó él y ese marido que se fe (fue) y la decho (dejó) sola.

Se quedó mirándola hatta (hasta) que ella se fetneo (se dio cuenta) y aferrojo (cerró con cerrojo) la ventana.

 -Señorita a si me quedes tu no se vaya por favor, no la quiero jaufear (asustar).

-Yo no soy señorita, soy doña Oro.

-Perdone no la quize ofender, es que sus ojkos me parecieron tan tristes, ¿por que?

-Si soy triste, porque s’toy sola, mi marido viajo leshos (lejos), no tengo nadie con quien hadrear (hablar).

-Pobre mía, mira yo le cuedo (puedo) dar un poco de compañía, la tocaré unoz romanceros.

Que mazal (suerte) güeno me vino, pensó Oro: le voy a tirar la llave y suba.

Claro que a Don Juan no se la fazen (hacen) repitir doz vezes esas cozzas. Subió l’ascalera de un tirón y halaquile (aquí está) al lado de la donya.

De cerca parecía máz fermozza (hermosa) tavia (todavía), ¡que ghzala (hermosa)!, que ojos máz grandes pretos (negro azabeche) como el carbón y esa boca como una frutilla jugosa. El hombre estaba ya loco por cojerla en los brazos y bezzarla sin parar.

¡No! pensó, tengo que resistir la tentación, tengo que tomarla con paciencia, máz larga la aspera máz sabrozzo el fin.

Se sentó en el siyón, tocó y cantó unos romanceros de amor, los ojos la sha’leaban (brillaban) a ella de ferja (alegria).

A cabo de un rato se paró y se alevantó a irse.

-¿Como ya se va? con lo alegre que me fizo.

-Ya volveré y la enjubilaré máz tabia (todavia).

Ella toda la noshe soñando con él y se quedó jameando (pensando), no sabía que cozzas buenas la iba fazer.

la caleja o calle Chinguiti de Larache

Noshe ajar (tras) noche él venía, la cantaba y ella le miraba con ansia y sonrizas.

El supó que este día ella estaba bien yebda (a punto), se la acercó con dabagar (despacio) y la afalagó (acarició) la cara, la tenía ensapuzzada (mojada), la tocó el brazo. Ella estaba ya braza (ardiendo), nuncua  (nunca) sintio algo ansí (así) con ferazmal (salido del mal) Izake.

La cojio en sus brazos y la bezzo en la boca largo, largo, hatta (hasta) que la faltó el respiro.

¿Qué marido desha a una mujer como esta sola, no sabe que hay lobos soltos (sueltos) por estos barrios?

-Ay, como me endujea (marea), disho ella, ¿te gusta? Si, si, máz, máz, no te pares.

El empecijó (empezó) a quitarla los atuendos, uno por uno despacieto, despacieto, hatta que no quedó nada. La afalagaba (acariciaba) y la bezzaba cada pedazito de su puerpo (cuerpo), sudaban, esas manos la volvían loca. Sabía darle tanta plazer (placer) que quería gritar de gozo, Don Juan era muy davivozzo (generoso) con su cariño, muy hnin (dulce).

Mammá nuncua me dishites que uno podía sentir tanta farja (alegría). Esto era como un baile moruno. Sus puerpos apegados (pegados) en uno, no quería que esto no se acabe nuncua.

Ueno todas las cozas uenas tienen un fin, Don Izake volvió.

Las vezinas se queshaban (quejaban) a ella que sus maridos no laz avazziaban (alegraban). Y ella que conoció la gloria las encommendo (aconsejó) a Don Juan como amenjura (cura). Y ansina (así) fue que Don Juan pasaba las noshes de una cazza a la otra en la caleja Chinguiti. Se volvió tan famozzo que ya no le abondaban (no eran bastante) sus manos y tuvo que tomar un ayudante que le acuda (ayude).

Las mujeres que aprendieron los plazzeres del amor ambezzaron (enseñaron) a los maridos. La caleja Chinguiti se volvió la máz  alegre del barrio. Tantos suspiros, jadeos, aíteos (gritos), máz, máz…..

Mercedes Dembo Barcessat

SI QUIERES ESCUCHAR CÓMO SE LEE EN HAKETÍA ESTE RELATO,

PUEDES ESCUCHARLO Y VERLO ENTRANDO EN EL SIGUIENTE ENLACE

http://www.youtube.com/watch?v=soM7u34l6U0

Mercedes Dembo Barcesat. Nació en Soko l’Arba, Marruecos, de padres larachenses. Vivió su niñez en Larache y Soko l’Arba, y luego emigró a Israel y años más tarde a Australia. Actualmente vive en Perth Western, Australia. Escribe en inglés, francés, español y portugués, y ha participado en varias antologías.

Su obra, una antología en cuatro idiomas, compuesta por escritos diversos de narrativa y poesía en jaquetía, ingles, francés y español, se está editando actualmente.

 La pronunciación de la haquetía o jaquetía:

por Alicia Sisso Raz

Nueva York, Septiembre, 14, 2010

En general, la pronunciación es como el castellano moderno, con las siguientes excepciones:

    El ceceo no existe en la haquetía

    La pronunciación de las consonantes en palabras derivadas del hebreo y del árabe siguen la pronunciación de estas lenguas.

    En haquetía, la «s» al final de palabras, se pronuncia como «z» cuando después hay una vocal, una ‘’h’’ española, o una consonante sonora: «b»; «d»; «l»; «m»; «n»; «v»

    Los sonidos específicos de la haquetía, diferente del castellano son:

g – antes de «i» o «e» se pronuncia como «j» francesa (jardín).

g – como la “غ” árabe, o «r» uvular fricativa en francés (rue).

h – como «ח» hebrea o “ح” árabe (חכם). El sonido es parecido a la «jota» castellana, pero el aire pasa a través de la parte profunda de la laringe.

j como «j» francesa (jardín).

k – como en español (karate). En palabras de origen hebreo o árabe.

l.l – “l” geminada, acentuada, como en español “al lado”.

q – como en español (quedar).Palabras de origen árabe se distinguen por la

ausencia de la «u» después del «q» (qailear), y se pronuncia como «ق» árabe

(se pronuncia en la glotis).

sh – como la “ch” francesa (chemise).

como «ע» hebrea o “ع” árabe (עולם– ‛olam; za‛ama) laríngea sonora.

z – como «z» francesa (zéro).

zz, ss, dd, etc. letras dobles indican una pronunciación acentuada.

 

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EQUIPO DE FÚTBOL LOS MACABEOS, DE LARACHE

León Cohen me envía este artículo aparecido en la web de eSefarad sobre el equipo de fútbol Los Macabeos de Larache, y que complementa la información sobre los equipos de fútbol que comencé en el anterior sobre el Larache C.F.

 Los Macabeos, equipo judío de fútbol de Larache 1920-1930

En Agosto de 1987, después de haber emprendido unas investigaciones preliminares sobre el tema del deporte en el Norte de Marruecos, me dirigí al Señor Yehia Aaron Edery, correligionario de Larache en donde residía en la antigua comandancia, hoy día ciudadano Israelí.

Agradezco al Señor Edery, aficionado al fútbol desde su tierna infancia, por haberme proporcionado ricos detalles sobre el deporte en Larache en general y sobre el judío en particular.

Igualmente al Doctor Arthur Hanak que estableció y amplió los “Maccabi World Archives” en Ramat Gan, los cuales permitió consultar libremente.

Por fin a la Profesora Sarah Leibovici q.e.p.d. que tanto ha hecho para la continuación de mis estudios sobre las ciudades de Alcazarquivir y Larache, así como a la Señora Levyne, ex-Directora de los ”Archives et Bibliothèque de l’A.I.U.’ en París y el actual Director el Señor Kupferminc.

Por la composición de la melodía al Señor Micha Fenlendler.

(…) En Marruecos otro factor importantísimo que catalizó el desarrollo y el establecimiento de clubs deportivos fue sin duda la llegada de los ejércitos Franceses y Españoles y la Internacionalización de la ciudad de Tánger, trayendo con ellos los mejores preparadores, que iban a dotar al Deporte de Marruecos de un ímpetu jamás alcanzado. A nivel de fútbol, en las ciudades de Marrakech, Alcazarquivir, Larache, la “iniciativa” adelanta a las asociaciones oficiales como los equipos de “Maguen David” e “Ideal” en Alcazarquivir y los “Macabeos” y la “J.I.D.” (Juventud Israelita Deportiva) en Larache.

escudo de la Juventud Israelita Deportiva de Larache

Los Macabeos jamás jugaron contra equipos judíos de la zona de Protectorado Francés en Marruecos en los años 1920-1930. En Larache se podía ver a un joven aficionado Judío jugar contra otro joven Musulmán en las arenas de la playa, o a un grupo ocasional judío contra un grupo musulmán, hecho que atraía la atención de los bañistas.

Al principio empezaron los jóvenes judíos a organizarse en equipos de barrio y así se podía ver que una calle jugaba contra la otra, como la calle Real contra la calle Chinguiti. El resultado de estas primeras actividades juveniles no se hizo esperar. La nueva etapa llevó a la fundación de un primer equipo local cuyo nombre recuerda tanto la gloria de la Historia Judia: “Los Macabeos”.

Unos cincuenta niños de 12 a 13 años de edad formaron este equipo. Por falta de medios y para poder tomar las primeras decisiones, recibieron los organizadores un local con la ayuda de la Comunidad (lo que llamaríamos hoy día un club) en la “azara” de la sinagoga de ben Hassan de Amselem. Entrenadores y jueces se reunían cada uno a su turno. Copa al comienzo no se jugaba, sino que se contentaban con traer un vaso de cristal (de “Kiduch” como lo llamaban) que traían de sus propias casas. El transporte de estos admirables futuros futbolistas medio profesionales (de ellos recordemos a Elias Fereres, Alberto Fereres, Bensabat, Sonego y otros), se solucionaba alquilando un camión que era sufragado con la aportación de dos pesetas cada uno. No siempre la suerte les sonrió. En Arcila siempre tuvieron problemas visto que el campo llamado Cuya Ruida pertenecía al ejército y se encontraba justo al lado del gran campamento militar. Muchas veces los militares les robaban la pelota, decepcionando así muy profundamente a los jóvenes que no tenían otro remedio que volver a sus casas sin haber concluido el partido.

En general jugaban siempre contra los equipos de Arcilah y Alcazarquivir. Por falta de estructura se disolvió el equipo en 1930 para dar paso al J.J.D. (Juventud Judía Deportiva), medio profesionales, uno entre los varios equipos de fútbol que representaron con mucho honor a Larache: La Santa Barbara (equipo militar), la Radio Militar, la F.T.F.D. (pertenecía al grupo de Maristas), el Príncipe de Asturias, el Lukus, el Teja De Riali (equipo musulmán), el Lixus.

A pesar de que los jóvenes Macabeos abandonaran el terreno, dejaron el mejor recuerdo para las nuevas generaciones, enriqueciendo el folklor Judío con la institución de un himno. Según los datos que he podido reunir podría ser que este fuese el único himno deportivo judío de la zona de protectorado español en Marruecos.

Se ha formado en Larache un equipo
Que el Macabeo se ha de llamar
Porque tiene un buen portero
La defensa no tiene rival
Los tres medios son muy superiores
La delantera es …
Cuando toca l apelota sin … la puerta
Y colocan el gol
La Victoria fue nostra porque asi se esperaba
Y el Ideal de Alquazar
Del campo de pena lloraban
Viban los Macabeos.

 Bibliografía:

1. L Gueron, L’Education physique dans nos écoles, Revue des Ecoles de l’A.I.U., n° 5, avril-juin 1902, pp. 353-359.
2. Maccabi World Archives : S. Skira, Le sport juif au Maroc, Conférence dans le cadre du Séminaire International sur le Sport Juif, Institut Wingate, Israël 1981.
3. Interview con el Sr. David Aaron Edery, Natanya 1987.

Fuente: Los Muestros #17 por David Isaac Beneish

 

http://www.esefarad.com/?p=13290

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