
Acaba de salir el nuevo volumen de la colección Ensayos Saharianos, que publica Ediciones Alhulia: el libro de la profesora Randa Jebrouni La letra y la ciudad: su trama en Tánger. Un profundo estudio sobre la literatura que ha nacido al abrigo de esta ciudad como inspiración, como argumento, como excusa o como decorado.
Acudí al Instituto Cervantes de Tánger a la presentación de su primera versión, coordinada por Rocío Rojas-Marcos, pero se trataba de una edición muy limitada y los asistentes, con Javier Rioyo y la propia Rocío Rojas-Marcos a la cabeza, insistimos en que el libro merecía mayor difusión. De ahí la importancia de que la editorial Alhulia, bajo la dirección de José María Lizundia, haya tenido el acierto de publicarlo en España.
Mi amistad con Randa Jebrouni viene ya de largo, siempre intentando colaborar juntos en alguna actividad y, la verdad, por una u otra circunstancia, siempre ha ocurrido algo para ir posponiéndolo. Pero quizá este libro nos permita que, al presentarlo en Málaga, podamos por fin hacerlo.
En La letra y la ciudad: su trama en Tánger, la profesora Jebrouni repasa las obras más emblemáticas de la literatura tangerina, desde Ángel Vázquez a las páginas de Mohamed Chukri y a las del maestro Ramón Buenaventura, pero arrancando desde los primeros viajeros, como Domingo Badía, hasta llegar a los libros de Paul Bowles y Juan Goytisolo. Dedica capítulos a la literatura que nace bajo la sombra de la generación beat y hace un análisis de Tánger en la literatura española actual. Pero he de agradecerle que, cuando aborda la novela negra, junto a las novelas Tangerina, de Javier Valenzuela, Sueños de Tánger, de Jon Arretxe, y La Aljamía y La clave de Sol, ambas de Javier Roca, haya elegido uno de los títulos de mi trilogía tangerina: El libro de las palabras robadas, al que dedica varias páginas. Escribe Randa Jebrouni, entre otras cosas, lo siguiente acerca de mi obra:
“…en esta novela (El libro de las palabras robadas), la ciudad es un lugar de contrabando, y en este caso, de un valioso libro, que contiene lo prohibido y, por consiguiente, debe estar protegido. Tánger y Dalila, ciudad y mujer son las encargadas de guardar este libro secreto; Dalila es una mujer extremadamente bella, como la ciudad:
<Era una mujer magnífica, en todos los sentidos. Y durante estos años he visto crecer a Sara, y, mientras era niña florecía, Tánger se marchitaba. Cuando Dalila murió, la ciudad se hizo más triste, y eso es verdad… Así es la vida, Elio, una sucesión de pequeños acontecimientos que llenan nuestro vacío…>
La ciudad está en estrecha relación con el resplandor de Dalila, personaje muerto, que revive en el recuerdo de Elio y que es recordada como tantos otros acontecimientos que ocurren en la vida de una persona. Aunque se marchitaba cuando la hija de Dalila crecía, como si Sara se alimentara de la belleza de la ciudad, simboliza el sueño inalcanzable o la mujer idealizada e imposible, la integridad ética, y Tánger se convierte en la guardiana final del códice porque siendo el paraíso anhelado de los protagonistas, ha de ser también el último refugio contra el mal. Elio vuelve a Tánger al final de una etapa de vacío y aturdimiento para vivir en paz con Sara.
<Lo que iba a ser un viaje relámpago se convirtió en toda una experiencia vital. Fue una vida irrepetible, idílica, bohemia. El Café Hafa se convirtió en el mejor lugar para ver la puesta de sol, siempre con un té humeante en la mesa y algo de kif. Se trataba únicamente de estar juntos en aquella casa y sumergirse en otro libro que revivía a través del códice. Fueron decenas de exquisiteces, de obras maestras.>
El hecho de no quedarse en Málaga es sinónimo de una atracción por la ciudad del Estrecho y el preciado códice. No se presentan lugares de encuentro, salvo la avenida principal: el bulevar, la casa de Marshan de Dalila Beniflah: <preguntó entonces a dónde debía levarlo, y el joven le indicó la dirección, en el barrio del Marshan. Por supuesto, la casa de la señorita Beniflah, respondió con cierta suficiencia. Condujo en silencio, Tánger se metía por los cinco sentidos, y el joven recién llegado aspiraba la esencia de la ciudad intuyendo que era un lugar del que iba a tardar en marcharse…>.”
Siempre es reconfortante leer las interpretaciones que se hacen de los propios textos, y estos párrafos que he elegido dicen mucho de la profundidad del estudio que ha llevado a cabo Randa Jebrouni.
Su libro indaga en otras obras y otros autores (además de los ya mencionados antes), y en distintos aspectos de la literatura “tangerina” y en corrientes e influencias: Sonia García Soubriet, Jane Bowles, Juan Vega, el Teatro Cervantes como lugar de memoria literaria, Jesús Carazo, Rey Rosa, José Luis Barranco… Y un capítulo muy interesante, y en cierta medida olvidado en general al abordar esta temática, la de la propia literatura marroquí en torno a Tánger. Aquí, de nuevo, Chukri, junto a la obra de Tahar Ben Jellou, Mustafá El Ouriaghli, Abdeluoahed Stitou, Abdelghani Saifi, Abdellatif Idrissi, Mohamed Larbi Mechtat o Badia Hadj Nasser, lo que nos da una aproximación muy interesante de la actual narrativa marroquí que tiene a Tánger como referencia y que nos aporta títulos sumamente interesantes.
El libro se cierra con la relación entre Tánger y el cine, con lo que Randa Jebrouni nos conduce de esta manera por otro de los medios de expresión artístico que tienen a la ciudad como inspiración.
Y es que Tánger seguirá aportando nuevas obras en todos los campos creativos, porque es la ciudad de los milagros.
Sergio Barce, agosto 2020

SERGIO BARCE Y RANDA JEBROUNI