El libro La frontera líquida. Estudios sobre literatura hispanomagrebí, editado y coordinado por José Sarria y Manuel Gahete, y publicado por Tirant Humanidades (Valencia, 2019), se recogen todas las ponencias y estudios presentados en el Congreso celebrado en Córdoba en el mes de noviembre de 2019, en el que tuve la fortuna de participar. Sigo ofreciendo extractos de cada uno de los artículos recogidos en este volumen.
El segundo que os traigo es la ponencia de Remedios Sánchez, muy interesante y necesaria en estos días, que tituló Aquellas revistas de los cincuenta: Al-Motamid y Trina Mercader como adalid de la convivencia cultural hispanomarroquí, del que extraigo los siguientes párrafos:
“…bajo esas premisas de convivencia forzada (el Protectorado español en Marruecos), ¿qué sucede con la cultura? Escribe Trina Mercader, residente en ese momento en Larache, algo que refleja muy bien la realidad histórico-social y cultural de ese momento:
<Larache poseía, en lo cultural, un ambiente oficial mantenido por las Autoridades españolas, en lo que fue Protectorado español. Una serie de actos como conciertos, conferencias, exposiciones, que iban destinados a la intelectualidad española, a los que asistía algún marroquí joven. Estos actos estaban impulsados por la mecánica proteccionista, ensalzando la superioridad del país protector sobre el país protegido. La cultura española, venía a decir, es superior a la cultura marroquí, siempre silenciada. Esta situación artificial, producto del comportamiento político, daba lugar a un desprecio mutuo, que por mutuo nos equilibraba.>
Al-Motamid se funda como herramienta para favorecer el diálogo intercultural, desde la conciencia de un nutrido grupo de escritores, liderados por Trina Mercader, de que <la cultura viva de Marruecos existía. Bastó que alguien la convocara sin otros intereses que los estrictamente culturales, para que hiciese acto de presencia>. Al-Motamid, que se publica desde su fundación de manera bilingüe (español y árabe), concita el interés de los escritores jóvenes de ambas lenguas que iniciaban su carrera, tal y como ha estudiado Fernández Hoyos.
Ya desde el mismo nombre de la revista, tomándolo del último rey abadí de la taifa de Sevilla, amante de la poesía, género al que se dedicó activamente, resulta una declaración de intenciones y pretende propiciar sinergias porque, como escribe la propia Mercader, la publicación <aparece bajo la advocación de Al-Motamid, como homenaje al pueblo hermano, con impulso de sincera cordialidad…>
(…) Al equipo de la revista donde Trina ejerce como directora se suman, desde el número ocho, autores melillenses como Jacinto López Gorgé (el responsable de la otra publicación imprescindible de semejante perfil, Ketama, suplemento de la revista de investigación Tamuda, publicada entre 1953 y 1959), Pío Gómez Nisa, Eladis Sos o Juan Guerrero Zamora. Por la parte árabe, los primeros traductores son Driss Diuri (como figura esencial en la primera etapa), Abdel Malik Nader y Ahmed Tadlaui. Conforme avanza Al-Motamid (a partir del sexto número, en 1947, se amplían las traducciones de autores que escriben en lengua árabe); se incorporan, bien de manera habitual, bien de forma esporádica, Nayib Abu Malham, Ibn Azzuz Haquim, Muhammad al Arabi al Jattabi, Mohammed Ailzani, Muhammad Sabbag o Amina al-Loh para la traducción del árabe.
Son años duros los primeros de la publicación, pero con mucha ilusión por parte del equipo encabezado por nuestra escritora; en él se da cabida a voces que se inician y a poetas consagrados en ambas lenguas para mutuo conocimiento; entre los árabes, Abdelkader El Mokkadam, traducido por Driss Diuri; Mohammad Al-Boanani, Ibrahim al-Ilgui, Abdallah Guennun, Idris El Ya´i, Mijail Naima, Bulus Salama, la palestina Fadwa Tuqan, el chileno de origen sirio Benedicto Chuaqui, el tunecino Abulqasim al-Shabbi o el egipcio Ali Mahmud Taha. Por la parte española, encontramos la firma de Carmen Conde, Vicente Aleixandre (fascinado por el trabajo de Trina para sacar adelante la revista), Rafael Alberti, Pablo Neruda, Luis López Anglada, Miguel Fernández, José Hierro, Leopoldo de Luis, Leopoldo Panero, Rafael Laffón, la propia Trina Mercader, Jacinto López Gorgé con sus acercamientos -traducidos al árabe- a la realidad de la poesía española, etcétera (se trata de una extensa nómina de colaboradores); o los grandes arabistas del momento: Emilio García Gómez, Pedro Martínez Montávez, Soledad Gibert, José María Casciaro, Fernando de la Granja y Enrique Perpiñá, Es decir, una nómina verdaderamente significativa que revela la magnitud del trabajo llevado a cabo por la alicantina.
(…) …eso era lo que buscaba: un equilibrio cultural , conocer la cultura del otro desde el respeto mutuo y el amor compartido por la literatura…”
Continuará con los siguientes ponentes.
Sergio Barce, diciembre 2020
