Archivo de la etiqueta: César Martínez Herrada

LA TIERRA DE AMIRA, de ROBERTO JIMÉNEZ, YA EN CINES

«La tierra de Amira», dirigida por Roberto Jiménez, ya en cines.
Protagonizada por Mina el Hammani, Manolo Morón, Pilar Gómez, Ana Peregrina, Joaquín Núñez y Jorge de Juan. Con producción de Antonio Hens, César Martínez Herrada y Miguel Torrente.
Montaje de Pablo Barce.

 

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ARRANCA EL RODAJE DEL CORTOMETRAJE «MORO», QUE DIRIGE PABLO BARCE

Esta semana ha arrancado el rodaje del nuevo cortometraje que dirige Pablo Barce: «Moro». La localización es en Larache, y esperemos que tenga tan buena acogida como la tuvo «El nadador». 

 

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NOTAS A PIE DE PÁGINA 13 – DE MUJERES ADMIRABLES Y OTROS PECADOS

Desde el pasado mes de enero no retomaba mis notas a pie de página. Cómo pasa el tiempo, cómo se nos escapa de las manos sin apenas darnos cuenta. Y continúa adelante sin detenerse, sin darnos un respiro.

Esta mañana, mientras escuchaba Impossible Germany, de Wilco, he leído la siguiente noticia de Europa Press: “Un distrito escolar de Utah (USA) retira la Biblia de las bibliotecas por contenido <pornográfico o indecente>”. Otro pasito más en esta ola de censura pacata y moralizante que invade todos los países. A ver, cuando se lee un texto de la Biblia, al acabar su lectura, los sacerdotes siempre dicen: palabra de Dios. Así que esos puritanos, con su decisión, se están enfrentando a la cólera divina. Dentro de poco, vestirán a Adán y Eva con trajes EPI y escafandras de astronauta para cubrir su desnudez y para evitar que “se contagien con algo”, y también arrancarán las páginas donde se habla de Sodoma y Gomorra, con lo divertido que fue aquello. Llamativo que esta iniciativa arranque en el país donde, en cada cajón de la mesita de noche en las habitaciones de los hoteles y moteles, siempre hay una Biblia y en el que habitualmente sus dirigentes acuden al consabido “Dios bendiga a América”. Pues que sepan que el chollo se les acaba y que Dios no les va a hacer ni caso. Censurarlo a Él. ¡Por dios!

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“A veces notaba en algunas mujeres de mi edad el deseo de atraer su mirada según, pensé, una lógica simple: <Si le gusta a ella, es que prefiere a las mujeres maduras; entonces, ¿por qué no a mí?>. Conocían perfectamente su lugar en la realidad del mercado sexual, y que fuera transgredido por una de sus semejantes les daba esperanzas y audacia. Por irritante que fuera esa actitud de querer captar -discretamente en la mayoría de los casos- el deseo de mi compañero, no me molestaba tanto como el descaro con el que algunas chicas jóvenes coqueteaban con él delante de mí, como si la presencia a su lado de una mujer mayor fuera un obstáculo insignificante o incluso inexistente. Sin embargo, pensándolo bien, la mujer madura era más peligrosa que la joven, prueba de ello es que había dejado a una de veinte años por mí.”

Este párrafo pertenece a El hombre joven (Le jeune homme) de Annie Ernaux, escritora que sigue fascinándome por su sinceridad irrenunciable. Lo he escogido como contrapunto a la noticia de Europa Press, porque la Ernaux es libertad pura. Se trata de un libro corto, que se lee en pocos minutos, pero de gran intensidad, en el que relata su experiencia pasional y sexual real junto a un hombre muchísimo más joven que ella. Y lo hace con una lucidez admirable. Me encanta su estilo corto, seco, sin fisuras.

Estos meses han sido muy femeninos. Además del libro de Ernaux, me zambullí en la vida de Emily Brontë, el primer capítulo que Lydie Salvayre dedica a siete escritoras en su libro Siete mujeres (7 femmes), que ha traducido del francés Marta Cerezales Laforet. La lectura de esta primera biografía comprimida pero tan completa es conmovedora. Lydie Salvayre la hace, además, atractiva con su excelente prosa, logra que se perciban fácilmente hasta las fragancias de los campos de Haworth y el pequeño mundo que se construyó la joven Emily.

Hablando de Marta Cerezales, acudí al encuentro que se organizó con ella en el CAL de Málaga, con ocasión de la presentación del libro Discurso sobre la felicidad (Discours sur le bonheur, 1779), de Madame de Châtelet, que Marta ha traducido, y en el que intervenían también mi admirado Miguel Ángel Moreta-Lara junto a Antonio Álvarez de la Rosa. Agradable reencontrarme con dos de mis personajes de El mirador de los perezosos: Marta y Miguel Ángel. Y muy curiosa la vida de Madame de Châtelet, escritora y matemática, y la relación que mantuvo con sus distintos amantes, entre ellos, Voltaire.

Como ha sido igualmente curioso el descubrir la existencia de Inés Joyes y Blake (1731-1808), una traductora española que vivió en Vélez-Málaga. Mi amiga la escritora Herminia Luque fue quien nos acercó a su figura y a su obra en el Ateneo de Málaga.

También veo dos documentales de excepcional calidad que hablan de dos mujeres llenas de talento creativo: el primero es A las mujeres de España: María Lejárraga (2022), de Laura Hojman, que ya me impresionó como directora con el maravilloso trabajo que dedicó a Antonio Machado: Los días azules (2020) del que ya escribí en su momento. Ahora, Laura Hojman saca del ostracismo a una mujer admirable, María Lejárraga (1874-1974), que vivió a la sombra de su marido, Gregorio Martínez Sierra, que era quien aparecía como el autor de muchas de las obras que había escrito ella porque, claro, en aquellos años no estaba bien visto que una mujer firmara con su nombre. Una historia de injusticia, pero una historia de amor por el arte al que María Lejárraga jamás renunció. Entre sus obras de teatro se encuentra Canción de cuna y es la autora de los libretos para Falla de El amor brujo y El sombrero de tres picos, entre otras creaciones. Luchó por los derechos de la mujer y, como tantos otros intelectuales, acabó exiliada tras la guerra civil. El documental de Laura Hojman la sitúa en el lugar que le corresponde.

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El segundo de los documentales es la serie titulada Las últimas estrellas de Hollywood (The last movie stars, 2022), dirigida por el actor Ethan Hawke, que dedica seis episodios a la carrera artística y a la relación que mantuvieron Joanne Woodward y Paul Newman. La serie documental tiene la virtud de salirse de los caminos trillados y, a la vez que asistimos a todo el proceso de investigación y consultas, así como a su manera de encarar esta producción por parte de Ethan Hawke, en paralelo, recorremos la vida de estos iconos del cine: la Woodward y Newman. Y el resultado es espectacular y emocionante. Una preciosa serie que recomiendo efusivamente.

Hablando de Ethan Hawke, él es, junto a Pedro Pascal, uno de los protagonistas del mediometraje de Pedro Almodóvar: Extraña forma de vida (2023). Al acabar la proyección, escuché a alguien decir que le había encantado la cinta y que se había emocionado. Creo que había visto algo distinto a lo que yo acababa de ver: una película mediocre con un guion muy flojo. Si en vez de estar dirigida por Almodóvar, el realizador hubiera sido alguien menos renombrado, no habría llegado a las salas de cine. El caso es que, en estos casi cinco meses, se han encadenado acontecimientos, eventos y noticias muy positivas, y otras decepcionantes (que me abstengo de mencionar por no aportar nada de valor). Supongo que es como debe ser.

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Estuve en Tánger para la puesta de largo del último número de la revista SureS, que dirige Santiago de Luca, y en el que he participado con dos artículos. Lo pasamos genial hablando de cine negro y de novela negra, siempre ambientados en Tánger. Semanas después, fui el encargado de presentar en la Librería Luces, de Málaga, el libro de relatos del propio Santiago de Luca: Los irregulares de Tánger. Que fue todo un éxito de público. Hay mucho tanyaui en Málaga y se notó.

Mi libro El mirador de los perezosos, ha sido reconocido con el Premio Andalucía de la Crítica al mejor libro de relatos publicado en la Comunidad durante 2022. Todo un hito, teniendo en cuenta la modestia de mi editorial, Ediciones del Genal, y la calidad del resto de autores. Me lo he tomado como el resultado de más de veintitrés años de esfuerzo y constancia, de tratar de mejorar con cada libro que publico. Enorgullece pensar que los escritores y críticos que decidieron conceder el galardón apostaran por la calidad de estos cuentos. Así lo quiero pensar.

A raíz de este premio, he vivido situaciones curiosas. Por un lado, la más satisfactoria, que los amigos, los verdaderos amigos, hayan compartido conmigo la alegría del momento. También es grato el hecho de que me están invitando a instituciones, eventos y encuentros para los que, sin ese galardón, es probable que no habrían contado conmigo, pero tomemos esto último como algo natural y hasta comprensible. Sin embargo, han sido los lectores, junto a los amigos, quienes me han sorprendido con su generosidad. Recibir los comentarios y las sensaciones que han experimentado con El mirador de los perezosos, no tiene precio y, en ocasiones, ha sido toda una sorpresa lo que me transmiten. Pero es que esto ha provocado que muchos de ellos se hayan animado a leer mis anteriores títulos y que nuevos lectores hayan descubierto mis novelas La emperatriz de Tánger, El libro de las palabras robadas o Malabata, y que se hayan convertido así en fieles seguidores.

El premio, por supuesto, no cambia nada. El camino es arduo, pero son precisamente mis lectores los que me dan aliento para seguir bregando.

Tras mi paso por las Ferias del Libro de Huelva, Granada y Málaga, toca estar en la de Madrid el día 9 de junio, y, apenas veinticuatro horas antes, el día 8, estaré en el Salón Internacional del Libro de Rabat, invitado por la Fundación Tres Culturas, para hablar de El mirador de los perezosos con la escritora Karima Ziali. Luego, trataré de estar en la de Sevilla y presentar el libro en Barcelona y Bilbao. Incha alláh.

“Calles, plazas, estanques, huertos, olivares y naranjales. El tío-abuelo sabía a quién pertenecían <aunque él no fuese el catastro>, aclaró con cierto regomello. Comerciantes, funcionarios, obreros, desocupados, ricos, pobres (éstos eran legión; la lista no se acababa nunca). También las que hacían negocio con lo que Alá les había puesto entre las piernas, debajo de las faldas. A quién debía de saludar el chico y con qué grado de deferencia; a quién decirle sólo <Alá te guarde>. Sin ir más lejos. <Y sin echarle demasiada fe a lo de Alá te guarde, intervino Fátima, no sea que el Señor te haga caso y tengamos hijo de puta para la eternidad>. <No se trata de un hijo de puta, mala lengua>, cortaba el tío-abuelo. Pero sin convicción. <¿Ah, no? Ese fulano te enreda todo lo que puede, habla mal de ti cuando le das la espalda, sus deudas duran más que las sequías, pero claro, para ti ese tío no es un hijo de la gran puta. ¡Pues a mí ya me lo parece!> <Mujer, para ser hijo de puta hay que tener una madre un poco rara…, como una perra movida. No es el caso de Alí>. (El interfecto se llamaba Alí, señal de identidad más bien imperfecta: ¡hay miles de interfectos que se llaman Alí!). <¿Y usted qué sabe? (Fátima empleaba el usted cuando su mala uva subía como espuma de leche.) Es cierto que yo no conocí a la madre de ese Alí de joven, cuando estábamos en Tánger, pero me tropecé mil veces con su tía, que hacía el puerto mañana, tarde y noche. ¿Quiere usted saber de lo que se quejaba? De que su querida hermanita la obligaba a trabajar en los peores cafetuchos. Mientras ella, la guapísima, madre del tal Alí, se reservaba para sí misma los salones de té del centro y los bares americanos de la colina. No, a mí el Alí no me las da con queso. ¡De tal palo tal astilla!>.”

Este otro párrafo pertenece a la novela Marruecos (1991), de Agustín Gómez-Arcos, obra que me ha descubierto el poeta Salvador López Becerra, que me lo ha regalado después de reencontrarnos tras mucho tiempo sin vernos. Un detalle precioso por su parte y que agradezco. Es una novela dura, pero, a la vez, llena de ironía y fino humor. Sigo su lectura con deleite.

Mientras escribo, mi hijo Pablo, junto al productor César Martínez Herrada, y los miembros del equipo del nuevo cortometraje que dirigirá en el mes de julio, se encuentran en Larache fijando ya las localizaciones y efectuando el casting para seleccionar a la niña que acompañará al niño protagonista del film. Es una nueva adaptación de otro de mis cuentos, como ya ocurriera con El nadador. Ilusionados con este nuevo proyecto que ya llega a su fase crucial.

Hoy no he hablado de Lorenzo Silva. Pero adelanto algo para el próximo artículo: cuando nos conocimos en Tánger, hace ya unos veintidós años, tras comer en el hotel Minzah, él y su mujer me preguntaron si los acompañaba a dar un paseo por la ciudad. Creo que, en esos instantes, Lorenzo me intimidaba… Continuará.

Sergio Barce, 4 de junio de 2023

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TRES BUENAS NOTICIAS EN LA XXIV EDICIÓN DEL FESTIVAL DE CINE DE MÁLAGA 2021

Clausurado el XXIV Festival de Cine de Málaga en el día de hoy, hay tres buenas noticias que deseo compartir con vosotros.

La primera es que nuestros amigos Pablo Macías y Soledad Villalba han obtenido la Biznaga de Plata al Mejor Cortometraje Documental, de Animación o Experimentación, por la película (A)plomo.

La segunda es que el  largometraje Chavalas, de Carol Rodríguez Colás, en la que mi hijo Pablo Barce ha sido el responsable del Montaje, ha obtenido tres premios: el Premio del Público Flixolé, Premio Movistar a la Mejor Película y el Premio Asecan a  la Mejor Ópera Prima. Además, nuestro querido amigo César Martínez ejercía de jefe de producción.

Y, por último, y la que más me ilusiona, y esto creo que va a alegrar a todos nuestros amigos, el Festival de Málaga también dio a conocer en la Gala de Málaga Cinema las Ayudas a la Creación Audiovisual con las que el certamen apoya al sector audiovisual malagueño. El Festival repartirá 50.000 euros en 11 proyectos, de los 76 presentados, seleccionados por los tutores de este año: Isaki Lacuesta y Xavi Puebla. Y entre los proyectos seleccionados está el presentado por mi hijo Pablo Barce, titulado Moro, basado en uno de mis relatos, que es el primer paso para que el proyecto se ponga en marcha. Así que más feliz que una perdiz.

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PALMARÉS 24 FESTIVAL DE MÁLAGA

INCLUIDA NUEVA MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO S.O. LARGOMETRAJES A LA MEJOR PELÍCULA IBEROAMERICANA
SECCIÓN OFICIAL DE LARGOMETRAJES A CONCURSO
El Jurado de la Sección Oficial de Largometrajes a concurso de la 24 edición del Festival de Málaga, integrado por Elena Sánchez, Carles Torras, Nora Navas (Presidenta), Rafael Cobos y Valérie Delpierre, emite el siguiente fallo:

BIZNAGA DE ORO A LA MEJOR PELÍCULA ESPAÑOLA, dotada con 10.000 euros
El ventre del mar (El vientre del mar)
, de Agustí Villaronga

BIZNAGA DE ORO A LA MEJOR PELÍCULA IBEROAMERICANA, dotada con 10.000 euros
Karnawal
, de Juan Pablo Félix

MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO para La ciudad de las fieras, de Henry Rincón

BIZNAGA DE PLATA PREMIO ESPECIAL DEL JURADO
Destello Bravío
, de Ainhoa Rodríguez

BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR DIRECCIÓN
Agustí Villaronga
 por El ventre del mar (El vientre del mar)

BIZNAGA DE PLATA ‘HOTEL AC MÁLAGA PALACIO’ A LA MEJOR INTERPRETACIÓN FEMENINA
Tamara Casellas
 por Ama

BIZNAGA DE PLATA ‘STARVIEW STYLE’ A LA MEJOR INTERPRETACIÓN MASCULINA
Roger Casamajor
 por El ventre del mar (El vientre del mar)

BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR INTERPRETACIÓN FEMENINA DE REPARTO
María Romanillos
 por Las consecuencias

BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR INTERPRETACIÓN MASCULINA DE REPARTO
Alfredo Castro
 por Karnawal

BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR GUIÓN
Agustí Villaronga y Alessandro Baricco
 por El ventre del mar (El vientre del mar)

BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR MÚSICA
Marcús J.G.R.
 por El ventre del mar (El vientre del mar)

BIZNAGA DE PLATA ‘XIAOMI’ A LA MEJOR FOTOGRAFÍA
Josep María Civit y Blai Tòmas
 por El ventre del mar (El vientre del mar)

BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR MONTAJE
José Luis Picado
 por Destello bravío

Asimismo, se conceden los siguientes premios complementarios:

El Jurado de la Crítica de la Sección Oficial de Largometrajes del 24 Festival de Málaga, integrado por Begoña Piña, Javier Tolentino y Juan Sanguino, otorga la BIZNAGA DE PLATA PREMIO ESPECIAL DEL JURADO DE LA CRÍTICA a Las consecuencias, de Claudia Pinto.

El Jurado Popular de la Sección Oficial de Largometrajes del 24 Festival de Málaga, integrado por Francisco José Miranda, J. David Correa, José Manuel Vicente, Laura Sánchez, Lucía Muñoz, María Ros y Sergio Martínez, otorga la BIZNAGA DE PLATA. PREMIO DEL PÚBLICO FLIXOLÉ a Chavalas, de Carol Rodríguez Colás.

ZONAZINE

El Jurado Oficial de la Sección ZonaZine de la 24 edición del Festival de Málaga, integrado por Enric Albero, Joe Manjon y Luz Valdenebro, emite el siguiente fallo:

BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR PELÍCULA ESPAÑOLA
Lucas
, de Álex Montoya.

BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR PELÍCULA IBEROAMERICANA
Las motitos
, de Inés Barrionuevo y Gabriela Vidal.

BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR DIRECCIÓN
Mauricio Franco Tosso
 por Samichay, en busca de la felicidad

BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR INTERPRETACIÓN FEMENINA
Carla Gusolfino
 por Las motitos

MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO para el reparto de Leading Ladies, de Ruth Caudeli.

BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR INTERPRETACIÓN MASCULINA
Jorge Motos 
por Lucas

El Jurado Popular de la sección ZonaZine, formado por Alba Moreno, Gaia Doblas, Jorge García, José Ángel Solano y Lucía Criado, otorga la BIZNAGA DE PLATA PREMIO DEL PÚBLICO a Lucas, de Álex Montoya.

SECCIÓN OFICIAL DE DOCUMENTALES

El Jurado de la Sección Oficial de Documentales a concurso de la 24 edición del Festival de Málaga, integrado por Ana Serret, Heidi Hassan y Paula Palacios, emite el siguiente fallo:

BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR DOCUMENTAL, dotada con 6.000 euros para Bosco, de Alicia Cano Menoni.

BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR DIRECTOR para Mo Scarpelli por El Father como sí mismo.

MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO para Del otro lado, de Iván Guarnizo.

El Jurado Joven Documental de la Universidad de Málaga (UMA), integrado por Álvaro Garrido, Álvaro López, Carla Fernández, Carmen Quesada, Celia Romero, Hugo Chapon, Isabel María Piña, María Ariza y Pablo Sánchez, otorga la BIZNAGA DE PLATA PREMIO DEL PÚBLICO a Del otro lado, de Iván Guarnizo.

SECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES

SECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES DOCUMENTALES
El Jurado de la Sección Oficial de Cortometrajes Documentales a concurso de la 24 edición del Festival de Málaga, integrado por Ana Serret, Heidi Hassan y Paula Palacios, otorga la BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR CORTOMETRAJE DOCUMENTAL, dotado con 2.000 euros, a Homenaje a la obra de Phillip Henry Gosse, de Pablo Martín Weber.

MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO para A comuñón da miña prima Andrea (La comunión de mi prima Andrea), de Bradán Cerviño.

El Jurado Joven Documental de la Universidad de Málaga (UMA), integrado por Álvaro Garrido, Álvaro López, Carla Fernández, Carmen Quesada, Celia Romero, Hugo Chapon, Isabel María Piña, María Ariza y Pablo Sánchez, otorga la BIZNAGA DE PLATA PREMIO DEL PÚBLICO a La habitación cerrada, de Julie Trillo y Alejandro Romero.

SECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES DE FICCIÓN
El Jurado de la Sección Oficial de Cortometrajes, integrado por Eva Saiz, Gerard Casau y Marina Salas, otorga los siguientes premios:

BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR CORTOMETRAJE DE FICCIÓN, dotado con 2.000 euros
Ya no duermo, de Marina Palacio.

BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR DIRECCIÓN
Pablo Hernando, por El ruido solar.

BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR INTERPRETACIÓN FEMENINA
Goize Blanco, por Polvo somos.

BIZNAGA DE PLATA A LA MEJOR INTERPRETACIÓN MASCULINA
Enric Auquer, por Fuga.

El Jurado Popular de la Sección Oficial de Cortometrajes integrado por Alicia Claros de Luna, Carmen Moreno, Francisco Luis González, Natividad Criado y Patricia Sánchez, otorga la BIZNAGA DE PLATA. PREMIO DEL PÚBLICO a Polvo somos, de Estíbaliz Urresola.

SECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES ANIMAZINE
El Jurado de la Sección Oficial de Cortometrajes, integrado por Eva Saiz, Gerard Casau y Marina Salas, otorga la BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR CORTOMETRAJE, dotado con 2.000 euros, a Yo, de Begoña Arostegui.

El Jurado Popular de la Sección Oficial de Cortometrajes integrado por Alicia Claros de Luna, Carmen Moreno, Francisco Luis González, Natividad Criado y Patricia Sánchez, otorga la BIZNAGA DE PLATA. PREMIO DEL PÚBLICO a Proceso de selección, de Carla Pereira.

SECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES MÁLAGA
El Jurado de la Sección Oficial de Cortometrajes, integrado por Eva Saiz, Gerard Casau y Marina Salas, otorga los siguientes premios:

BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR CORTOMETRAJE DE FICCIÓN, dotado con 1.000 euros
25 caballos, de Simarro Lozano y Sandro Guerrero.

BIZNAGA DE PLATA AL MEJOR CORTOMETRAJE DOCUMENTAL, DE ANIMACIÓN O EXPERIMENTACIÓN, dotado con 1.000 euros
(A)plomo, de Pablo Macías y Soledad Villalba.

El Jurado Popular de la Sección Oficial de Cortometrajes integrado por Alicia Claros de Luna, Carmen Moreno, Francisco Luis González, Natividad Criado y Patricia Sánchez, otorga la BIZNAGA DE PLATA. PREMIO DEL PÚBLICO a Of Hearts and Castles, de Rubén Navarro.

SECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES ‘XIAOMI’
El Jurado de la Sección Oficial de Cortometrajes, integrado por Eva Saiz, Gerard Casau y Marina Salas, otorga el PREMIO AL MEJOR CORTOMETRAJE – SECCIÓN XIAOMI a Inner Night, de Mariana Martínez Pinzón.

SECCIÓN ‘AFIRMANDO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES’

BIZNAGA DE PLATA AFIRMANDO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES
Callejeras
, de Silvia Moreno

BIZNAGA DE PLATA PREMIO ESPECIAL DEL JURADO AFIRMANDO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES
Iballa corazón de escamas
, de José Hernández

BIZNAGA DE PLATA MUJERES EN ESCENA AL MEJOR DOCUMENTAL
Video Blues
, de Emma Tusell

BIZNAGA DE PLATA MUJERES EN ESCENA AL MEJOR TRABAJO DE FICCIÓN
Roberto
, de Carmen Córdoba

BIZNAGA DE PLATA MUJERES EN ESCENA PRODUCCIÓN MÁLAGA
Arte en movimiento
, de Esperanza Gómez

MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO para Nunca te dejaré sola, de Mireia Noguera.

El Jurado Popular de la sección ‘Afirmando los derechos de las mujeres’, integrado por Alba Gamero, Flavia Olivares, Mabel Hechevarría, Rocío del Amor y Sara Claras, otorga la BIZNAGA DE PLATA. PREMIO DEL PÚBLICO a Biabu Chupea: un grito en el silencio, de Priscila Padilla.

PREMIOS MÁLAGA CINEMA

BIZNAGA ESPECIAL MÁLAGA CINEMA para Málaga Film Office – 20 aniversario.

BIZNAGA MÁLAGA CINEMA A LA MEJOR TRAYECTORIA PROFESIONAL para Manuel Bandera.

BIZNAGA MÁLAGA CINEMA OFICIOS DEL CINE para Marina Parés.

BIZNAGA MÁLAGA CINEMA A LA MEJOR ACTRIZ para Mara Guil.

BIZNAGA MÁLAGA CINEMA AL MEJOR ACTOR para Fran Perea.

SECCIÓN ‘CINEMA COCINA’

El Jurado Oficial de la sección Cinema Cocina de la 24 edición del Festival de Málaga, formado por Jacobo Gavira, José Miguel Herrero y Paz Ivison, emite el siguiente fallo:

BIZNAGA DE PLATA ‘GUSTO DEL SUR’ AL MEJOR LARGOMETRAJE, dotado con 5.000 euros
De Quijotes y semillas
, de Patxi Uriz y Jordi Matas

BIZNAGA DE PLATA ‘VINOS DE MÁLAGA’ AL MEJOR CORTOMETRAJE, dotado con 2.000 euros
Pansoy
, cambiando vidas, de Richard Roncal Valdivia

El Jurado Popular de la sección Cinema Cocina integrado por Álvaro Carrillo, Charo Alba, Manuel F. Duarte, Manuel Lucas Rodríguez y Remedios Reina, otorga los siguientes premios:

BIZNAGA DE PLATA PREMIO DEL PÚBLICO AL MEJOR LARGOMETRAJE
De Quijotes y semillas
, de Patxi Uriz y Jordi Matas

BIZNAGA DE PLATA PREMIO DEL PÚBLICO AL MEJOR CORTOMETRAJE
Basajaun
, de Salvador Arellano Torres y Miguel García Iraburu

OTROS PREMIOS

PREMIO MOVISTAR+ A LA MEJOR PELÍCULA DEL 24 FESTIVAL DE MÁLAGA
Chavalas
, de Carol Rodríguez Colás.

PREMIO JURADO JOVEN DE LA UMA AL MEJOR LARGOMETRAJE DE SECCIÓN OFICIAL
El Jurado Joven de la Sección Oficial de Largometrajes, integrado por Azahar Rojas, Cristina Hernández-Carrillo y Francisco José Hurtado, otorga el premio a El cover, de Secun de la Rosa.

PREMIO FEROZ PUERTA OSCURA 2021 AL MEJOR LARGOMETRAJE DE SECCIÓN OFICIAL
Los miembros de la Asociación de Informadores Cinematográficos de España acreditados como Prensa en el 24 Festival de Málaga han elegido en votación secreta que el premio es para Ama, de Júlia de Paz Solvas.

PREMIO ASECAN ÓPERA PRIMA
El jurado formado por Fernando Fernández Ariza, José Antonio Díaz Domínguez y Pablo Macías, miembros de la Asociación de Escritoras y Escritores de Cine de Andalucía (ASECAN), otorga el premio a la película Chavalas, de Carol Rodríguez Colás.

PREMIO SIGNIS
La Organización Católica Mundial para los Medios de Comunicación, a través de su jurado compuesto por Jesús de la Llave, Lourdes Porras, Teresa Ekobo y Rafael Pérez Pallarés, ha decidido por otorgar el premio a la película 15 horas, de Judith Colell.

Todos los premios podéis consultarlos en el siguiente enlace:

https://festivaldemalaga.com/noticias/ver/1777/palmares-24-festival-de-malaga

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A VUELTAS CON «EL NADADOR» TRAS LOS SUCESOS DE CEUTA

Tras los sucesos de Ceuta, sobre los que estoy escribiendo un pequeño texto, y que publicaré en estos días, he pensado mucho en mi relato El nadador, que con tanta fortuna llevara al cine mi hijo Pablo. Y aunque su trama se desarrolla en Larache, bien podría trasladarse a otras ciudades marroquíes.

Lo que pretendíamos con mi historia y con el cortometraje, era demostrar que la felicidad, en la mayoría de las ocasiones, por no decir siempre, no se encuentra al otro lado, donde creemos que nos espera un futuro mejor (puede que a veces suceda, pero en la mayoría de los casos solo causa dolor, desarraigo y desesperanza, además de frustración y hasta de marginación), sino en el lugar donde están los nuestros. Yo, que no creo en las banderas, ni en las fronteras, ni en los políticos, ni en los nacionalismos del tipo que sean, me aferro a la ciudadanía, a la gente, a las personas.   

Para los que no conocéis mi cuento ni el argumento de la película, os traigo mi relato que inspiró el guion que escribimos entre Pablo y yo. Una experiencia que ya hemos repetido y que, si todo va bien, pronto dará sus frutos.

Os dejo pues mi historia y el enlace donde poder ver el corto.

El nadador forma parte de mi libro de cuentos Paseando por el zoco chico. Larachensemente (2ª edición – Edic. del Genal – Málaga, 2015).

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PABLO BARCE recogiendo el Premio Forqué al Mejor Corto de Ficción por «El nadador», junto a los productores César Martínez y Antonio Hens

Enlace de El nadador, dirigido por Pablo Barce: 

http://www.dexiderius.com/p02.html

EL NADADOR

Los brazos se hundían fabricando una espuma salada que se diluía a su espalda tras una existencia efímera. Igual ocurría con la pequeña estela de ondas dispersas que abandonaba atrás. Todo el movimiento era de una armonía impecable: los brazos, las piernas, el giro de la cabeza al tomar aire, sumergirla y expulsar ese mismo aire por la boca, bajo el agua. En ningún instante cerraba los ojos. Hakim veía en el fondo primero la arena y las algas desvalidas, luego sólo arena y, más tarde, el verde azulado del océano.

Oía el chapoteo que él mismo provocaba avanzando sin descanso. Nada de parar, seguir, seguir, seguir adelante. Detenerse podía significar la rendición, perder el equilibrio, agotarse en medio del vacío. Había recorrido al menos doscientos metros, y oía el bombeo de su corazón, distinto al del comienzo, y cómo los brazos golpeaban la superficie esmeralda, cómo sus pies pateaban igualmente para ayudarlo a avanzar. Trataba de no perder la concentración en su respiración acompasada, obsesionado ante la idea de perder el ritmo y sucumbir, verse humillado. Pensó de pronto en Haddu y en Abdelilah, riéndose de su estrepitoso fracaso. Le lanzarían el balón de cuero contra la espalda, mofándose, como solían hacer cuando le colaban un gol por debajo de las piernas.

-Eres tonto, Hakim. ¿A dónde crees que vas? ¿A las Canarias?

Pensar en sus posibles burlas lo espoleó, e insufló un desesperado ardor a su empeño.

Calculó que ya estaría a medio camino. No quería comprobarlo porque el hecho de intentarlo siquiera podía agobiarlo, tragaría agua y entonces solo podría agitar los brazos sin encontrar nada. Ya le había ocurrido meses antes y se juró no repetir la experiencia. En aquel momento, creyó que moría, pero la providencia quiso que alguien, desde uno de los pesqueros, se percatara. Lo sacaron medio ahogado y estuvo un buen rato vomitando y tosiendo en la cubierta. Recordaba que olía mucho a salazón y a redes mojadas.

Hoy se había lanzado desde el faro del espigón. Dejó a la derecha la playa peligrosa y se esforzó por alejarse de la otra banda, de la entrada al puerto, de la desembocadura del Lucus. Ahí no corría el riesgo de verse arrastrado por la marea. Eran ya doce años nadando frente a los acantilados de Larache, su pueblo, y se conocía los vericuetos y las trampas que las aguas habían trazado desde los siglos.

A Hakim le gustaba nadar tras los barcos que arribaban a la almadraba. A veces lo hacía con Haddu y con Abdelilah, pero ellos se aburrían enseguida y regresaban a la playa. Preferían jugar a la pelota sobre la dura arena de la bajamar. También le gustaba a Hakim sentarse más tarde al borde del dique, inundado por el olor dulzón de los atunes muertos que, colgados a popa, reluciendo con el reflejo del sol anaranjado, parecían armaduras despojadas al enemigo y que se exhibían al pueblo como trofeos de victoria. Solía hacer incursiones por la boca del puerto, por entre las pateras que cruzaban a la gente hasta la otra orilla, ésas que iban a la playa y regresaban como agotadas tortugas. Los niños asomaban entonces los bracitos por encima de la borda de las barcas de remo. Hakim los perseguía asumiendo, con gozosa jovialidad, su papel de tiburón de guiñol. Disfrutaba con las risas nerviosas de los niños que, dando gritos, risueños, excitados, escondían sus bracitos resguardados en la patera mientras él se impulsaba con las piernas en un pequeño salto para dar un mordisco al aire.

-¡Ñam, ñam! –abría la boca con exageración.

Hakim soñaba con llegar a Europa, embarcarse en algún mercante o en uno de los pesqueros que fondeaban a unos cientos de metros frente al castillo de San Antonio. Los observaba desde el Balcón del Atlántico. Por la noche eran como diminutas luciérnagas que se mantuviesen paradas aleteando en un punto indeterminado. Hakim soñaba también con cruzar el océano, desembarcar en España y llegar a Madrid, poder ver jugar al Real en el Bernabeu. Desde muy pequeño suspiraba por sentarse en las gradas del estadio, pedirle un autógrafo a Roberto Carlos.

A Haddu se le abrían los ojos, brillando con excitación, al imaginarse también en los graderíos. Se morían de risa, de puro nerviosismo, cuando pensaban en todo aquello, cuando se veían vitoreados por la afición o corriendo por la banda hasta llegar al balón y abrir al área donde Zidane cabecearía al fondo de las mallas. Haddu se tumbaba boca arriba con una sonrisa atolondrada en los labios.

Hakim seguía nadando. Las burbujas subían casi rozando su cara, esquivándola, y formaban una espuma escuálida que se mezclaba con la que producían sus brazos. No quería mirar al frente, sólo al fondo del agua. Calculaba que aún debía de nadar otros veinte minutos más.

Durante las mañanas, Hakim ayudaba a su padre a montar el puesto de orfebrería que tenían en la calle Real. Estaba bien situado, pero su padre no era precisamente un hombre agradable, ni tenía dotes de comerciante. Si hubiese sido de otra manera, como Yebari, seguramente se habría labrado una buena posición. Pero como solía decir, en realidad sólo se había propuesto una cosa en su vida: pasar desapercibido, no molestar a nadie y no ser molestado. A Hakim lo sacaba de sus casillas ese carácter pusilánime de su padre y, en cuanto tenía oportunidad, se escabullía de la tienda. Entonces era cuando bajaba por la calle Real hasta las escalinatas del puerto, dejaba sus ropas en la patera de Abdussalam, se lanzaba al agua y nadaba. Se sentía entonces bien consigo mismo, como si la desembocadura del río, el mismo puerto y las playas de Larache fuesen el mejor lugar del mundo, el único en el que se sentía realmente libre y sin ninguna obligación.

Había descubierto el placer de nadar adentrándose en dirección al inalcanzable horizonte, evitando las corrientes, alejándose de la playa peligrosa cuanto sus brazos y sus piernas le permitían. Desoía a Abdelilah que, siempre temeroso, le gritaba desde la orilla, casi persiguiéndolo hasta que el agua le llegaba a la cintura.

Ayi, Hakim! ¡No seas loco! ¡Vuelve, por Dios!

Pero él se entregaba a las caricias del océano, dejándose llevar por su propio entusiasmo.

La playa peligrosa encerraba sus propias leyendas, viejas historias que contaban los ancianos del barrio de Las Navas y los ciegos del Zoco Chico. También Hakim había sido testigo del poder devorador de esa playa estigmatizada, siempre agitada, seria, con salvajes dibujos de crestas hambrientas rompiendo en un rugir atronador. Cuando estaba sentado, al borde de su orilla amenazadora, sentía que Aixa Candixa nadaba en sus aguas. Allí vio llegar un cuerpo hinchado, deforme e irreconocible, un hombre al que mordisquearon peces embriagados y que seguramente trató de mantenerse a flote creyendo poder doblegar a su propio destino. Vio ese cuerpo maltratado, con algas podridas asomando de una boca corrompida, oscura, y sintió que aquello era una advertencia.

-Ten cuidado –musitó Abdelilah a su lado, sin poder apartar la mirada de ese cuerpo desnudo.

Al anochecer, Hakim se quedaba sentado en la balaustrada del Balcón y seguía con sus ojos almíbar al sol, que caía lenta, pausada, lacónicamente. Haddu y Abdelilah le pasaban un pitillo, que compartían en silencio. La silueta del castillo de San Antonio, recortado contra el rojizo firmamento, avanzaba entonces como si con la noche le fuese permitido navegar sobre las aguas. Hakim lo observaba con atención y sentía un viejo palpitar en el interior del edificio, algo así como un alma agotada por sus recuerdos. Allí sentado, Hakim era capaz de llegar al borde del horizonte, nadando sin desmayo, ayudado por Lalla Menana, y algunas veces hasta se veía ya sentado en la tribuna del Santiago Bernabeu animando a su equipo.

Soltó el aire bajo el agua, notando cómo los pulmones quedaban vacíos, y vio las burbujas ascendiendo igual que diminutas bolas de cristal. No necesitaba levantar la cabeza para saber que se encontraba muy cerca del casco del pesquero español que había divisado desde el espigón. Su cercanía aumentaba sus pulsaciones. De pronto, la sombra de la silueta metálica le cubrió como un nubarrón sorprendente y dejó de nadar. Flotaba dejando el cuerpo lacio, haciéndose el muerto, con la cara resplandeciente y la vista vagando por el azul plano del cielo. Al poco, unas voces lo animaron a acercarse al barco. Hakim dio una brazada y alargó una mano al vacío. Sintió cómo lo asían con fuerza. Tiraron de él y lo entraron en la cubierta, empujado por varias manos de dueños diferentes y de ánimos encontrados.

Apenas pudo abrir los ojos. Se sintió tan agotado que las piernas no lo sostenían y lo dejaron descansar sobre los aparejos. Las gaviotas planeaban por encima de su cabeza. Las oyó graznar, como si exigiesen que se les sirviese el almuerzo a una hora convenida. Hakim apoyó los codos en las redes, el olor a pescado se le colaba por las fosas nasales con cierta virulencia. Una mano desconocida, encallecida y ruda, le ofreció una taza de caldo. Lo bebió con parsimonia, y le supo caliente y reconfortante. Cuando se sintió recuperado del todo, se incorporó, acercándose a los hombres que charlaban distraídamente en la sentina.

-Cómo se te ocurre venir nadando, chaval… –los tres hombres lo miraron con curiosidad, dibujando sonrisas indulgentes.

Anna ir a lispania… –dijo Hakim.

Sintió ese bocado que le aprisionaba el estómago cuando se aventuraba a pedir que le ayudaran a cruzar al otro continente, una extraña sensación de miedo a lo desconocido, a verse solo lejos de sus padres y de su hermano, de Haddu y de Abdelilah. Su bañador descolorido, que alguna vez fue negro, le daba un aspecto desangelado. O quizás fuese su delgadez extrema la que movía a compadecerse de su aparente fragilidad.

-Nos ha jodido bien… –refunfuñó el mayor de los tres marineros-. Éste lo que quiere es que lo llevemos de polizón…

Jay, io no molesta, lo juro. Taiudo… limpia, trabaja… –Hakim se llevó una mano nerviosa a la boca–. No coma mucho… no molesta.

Se mordió el labio. En el fondo, temía que lo ayudaran, que le dijesen que se escondiera en la bodega.

-Lo siento, colega. Hay demasiadas patrulleras.

Las gaviotas se acercaban a la cabina de manera un tanto suicida y sus graznidos parecían tornarse paulatinamente en alaridos desconsolados. A Hakim lo intimidaban, y de vez en cuando les dedicaba una mirada torva. Nunca se había fiado de ellas.

-…io no molesta, jay… Io ver Raúl y Roberto Carlos…

-¡Cagonlaputa! Éste es del Madrid, macho –el marinero más joven escupió en el suelo–. La has cagado, tío. El capitán es del Barsa… Joder, nos ha confundido con un barco de recreo…

El mayor de los marineros se quitó la gorra que le cubría medio rostro y la sacudió contra la pernera de su pantalón. Guardó silencio unos segundos, mirando a Hakim como sopesando la situación; luego, chasqueó la lengua y, poco después, meneando la cabeza de un lado a otro, señaló con la gorra a la costa.

-Vuelve a tu casa, chaval… Vete antes de que el capitán te dé una patada en el culo.

Io bueno, jay…

-Venga, paisa, no jodas la marrana…

Hakim apenas insistió. Y su exigua protesta la hizo además sin pizca de entereza. Era la misma historia que se repetía, como en las anteriores ocasiones en las que nadó hasta otros pesqueros. Sabía que ninguno correría el riesgo de llevarlo, pero siempre lo intentaba. Era como jugar con el azar. Presentía que Lalla Menana le tenía reservada una sorpresa, que su vida no podía ser como la de los otros niños de la calle Real. Y rezaba porque así fuese, rogando a la patrona que lo ayudara, y, si además, también lo hacía con sus padres y con su hermano mucho mejor.

Volvió a vigilar a las gaviotas y comprobó que estaban más interesadas en la cabina del barco que en él, de manera que aprovechó ese momento para lanzarse de nuevo al agua. Oyó vagamente las voces de los marineros, más débiles a cada brazada, hasta que se apagaron, al igual que los graznidos enfermizos y lastimeros de las aves. Se esforzó entonces por concentrarse en la respiración, en los movimientos de los brazos y de las piernas. No les contaría nada a sus amigos. Sólo les diría que había estado nadando un rato, como las otras veces. Sólo eso.

Volvió a sentirse tranquilo, libre de todos. Sin saber por qué, se atrevió a levantar la cabeza y vio la costa, el faro del espigón, el castillo de San Antonio irguiéndose con los restos de su orgullo resquebrajado, las rocas de Ain Chakka, bajo los jardines del Balcón, el cementerio viejo, también las casas apiñadas, como colgadas sobre el acantilado. Una ojeada rápida, subrepticia, y, pese a ello, Hakim se sorprendió de cuánto había podido abarcar con tan liviano gesto. Fue capaz de verlo todo y eso le hizo sentirse seguro de sí mismo. Supo que alcanzaría la playa sin demasiado esfuerzo, supo que eso era sin la menor duda lo que deseaba: llegar a la arena, pisarla, sentir la cercanía de su pueblo, correr hasta la tienda de su padre, abrazarlo, abrazarlo estrechamente.

Sergio Barce

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