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SALE EL NÚMERO XXI-XXII DE LA REVISTA «DOS ORILLAS»

Acaba de salir el volumen número XXI-XXII de la Revista Intercultural Dos Orillas, en la que se incluye mi cuento Ecos, dedicado al Tebib Haroféh José Edery.

DOS ORILLAS XXI-XXII

Si queréis leer este relato, lo tenéis en la página 86 de la revista, entrando en el siguiente enlace:

http://www.revistadosorillas.com/index_htm_files/revista_21-22_2017.pdf

En este número, como siempre, hay un gran número de amigos a los que me unen muchos lazos afectivos. Aquí tenéis la nómina entera de quienes hemos participado:

Poesía: Ana María Moreno Yebra, Pilar Quirosa Chyrouze.
Ensayo de la profesora Susana Medrano, sobre la obra de la poeta Pura López Cortés.
Ensayo de la profesora Macarena Soledad Sisto, sobre la poeta Rosaura Álvarez.
Y los poemas de Khédija Gadhoum (Túnez- Estados Unidos), Abdul Hadi Sadoun (Irak – Madrid), George Nina Elian (Rumania), Enrique Villagrasa, Malika El Bouzidi (Marruecos), Fernando de Ágreda, Nadia Záfer Chaabán (Líbano), Luis Alberto del Castillo, Encarna Lara, Murid Barguti (Palestina), traducido por Ibrahim El Yaichi (Marruecos), Aziz Amahjour (Marruecos), Poema ganador del Certamen Encuentros por La Paz de San Pablo de Buceite.

Relatos: Mohamed Bouissef Rekab, León Cohen, Juan Antonio Palacios, Ángel Gómez Rivero, Miguel Vega y Sergio Barce.

Apuntes: Paloma Fernández Gomá (sobre Hadj Buselham Ermiki El Hach Sidi Mohamed El Melali Ben El Hach Mustafa Ermiki).
Ahmed Mohamed Mgara , con el artículo titulado De Tetuán a Granada.
Historia: Nezha Hantouti.

Artículos y ensayos: Francisco Morales Lomas, Alberto Torés y Sana Meghri (Túnez).
Crítica Literaria: Filomena Romero, Francisco Morales Lomas, José Sarria y Fernando Cabrita.

Dirección: Paloma Fernández Gomá

Web Master:  Ramón Tarrío

Jefe del Equipo de Redacción: José Sarria.

Equipo de Redacción: Juana Castro, Mohamed Chakor, Ahmed Mohamed Mgara, Juan José Téllez, Manuel Gahete, Balbina Prior, Rosa Díaz, Encarna León, Ahmed Oubali, Abdellatif Limami, Aziz Amahjour.

Medios de Comunicación: Nuria Ruiz

 

 

 

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NÚMEROS 13-14 DE LA REVISTA «DOS ORILLAS»

HA SIDO PUBLICADA, EN SOPORTE IMPRESO, LA REVISTA INTERCULTURAL «DOS ORILLAS» (NÚMEROS 13-14), CON UNA EDICIÓN ESPECIAL DEDICADA DE FORMA MONOGRÁFICA A LA LITERATURA DE VIAJES BAJO EL TÍTULO DE “EL ESTRECHO DE GIBRALTAR: FRONTERA LITERARIA”.

Los números 13 y 14 de la Revista Intercultural “Dos Orillas”, que dirige la escritora Paloma Fernández Gomá, están dedicados de forma monográfica a la literatura de viajes, bajo el título de “EL ESTRECHO DE GIBRALTAR: FRONTERA LITERARIA».
Esta edición ha sido coordinada por José Sarria.

En este número colaboran ensayistas y creadores de primer nivel:

[1] ENSAYO
Abdellatif Limami, Antonio Bravo Nieto, Carmen Vidal Valiña, Enrique Lomas López, Jesús Fernández Palacios, José Antonio González Alcantud, José Manuel Benítez Ariza, José Juan Yborra Aznar, Juan José Téllez, Luis Alberto del Castillo, María Antonia López-Burgos del Barrio, Maribel Lázaro Durán, Mohamed Abrighach, Mohamed Ahmed Bennis, Mustapha Adila, Rafael García Valdivia, Rajae Boumediane El Metni y Sergio Barce.

[2] CREACIÓN LITERARIA (poesía)
Alberto Torés, Antonio Gala, Antonio Garrido Moraga, Aziz Tazi, Encarna León, Fernando de Ágreda, Francisco Morales Lomas, Jorge de Arco, José Sarria, Juan Cobos Wilkins, Juan Emilio Ríos, Juan José Téllez, Khedija Gadhoum, Manuel Gahete, María Victoria Atencia, Mohamed Ahmed Bennis, Mohamed Doggui, Nisrin Ibn Larbi, Nuria Ruiz, Paloma Fernández Gomá, Pilar Quirosa Cheyrouze, Rachida Gharrafi, Raquel Lanseros y Rosa Romojaro.

[3] CREACIÓN LITERARIA (narrativa)
Ángel Olgoso, Karima Toufali, Mohamed Bouissef Rekab y Sergio Barce.

[4] ÁLBUM FOTOGRÁFICO
Álbum fotográfico de las “Dos Orillas” realizado por el fotógrafo Pepe Ponce.

[5] ILUSTRACIÓN DE PORTADA
Ilustración del pintor campogibraltareño Juan Gómez Macías.

https://www.facebook.com/aceandaluciaescritoresandaluces?fref=photo

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«SOMBRAS EN SEPIA» Y «UNA SIRENA SE AHOGÓ EN LARACHE», NOVELAS DE SERGIO BARCE, SEGÚN ANTONIO BRAVO NIETO

Leyendo los ensayos del último número de la revista Dos Orillas, en la que participo, y de la que daba cuenta días atrás, me topé con un exhaustivo estudio del historiador e investigador Antonio Bravo Nieto, titulado Una guía desconocida de la ciudad de Tetuán: El Tetuán artístico y pintoresco de Juan Beigbeder y Antonio Got.

DOS ORILLAS. EL ESTRECHO DE GIBRALTAR. FROMTERA LITERARIA. Monográfica XIII-XIV
Y me di cuenta de que hacía mucho que no nos escribíamos.
En su día, fue muy generoso al enviarme planos, fotos y documentación relacionada con edificios de Larache, que conoce en profundidad, y que se pueden consultar y ver en este mismo blog.
De pronto me vino a la memoria un correo que me envió en mayo de 2013 en el que me contaba, detallada y exquisitamente, qué sensaciones le habían causado mis novelas Sombras en sepia y Una sirena se ahogó en Larache, que le había hecho llegar por entonces. Y al releerlo, le escribí y le pedí permiso para ponerlo aquí, a lo que ha accedido.

ANTONIO BRAVO NIETO - foto sur.es

ANTONIO BRAVO NIETO – foto sur.es

De lo que me escribía por entonces, me llamó poderosamente la atención que mis novelas hubieran sido capaces de atrapar a un lector tan contumaz y voraz, y quizá por eso agradecí tanto sus palabras y que ahora comparto con todos.
Esta mañana han salido para Melilla mis dos últimas obras: El libro de las palabras robadas y Paseando por el Zoco Chico, Larachensemente. Sólo espero que le causen el mismo efecto.

Para quienes no lo conozcan, Antonio Bravo Nieto es Doctor en Historia del Arte, académico correspondiente de las reales academias de Bellas Artes de San Fernando, de la Historia y de Bellas Artes de San Telmo, siendo nombrado Cronista Oficial de la Ciudad Autónoma de Melilla en 2004) Ha colaborado en diferentes proyectos de investigación con varias universidades e instituciones: UNED, Universidad de Málaga, Escuela Nacional de Arquitectura de Tetuán, Estudios Melillenses e Instituto de Cultura Mediterránea. También ha formado parte de varios grupos de investigación: del Proyecto Patrimoines Partagés (proyecto Euromed Heritage de la Unión Europea), de Modern architecture in the mediterranean sources, characterization, preservation, y de Architecture Beyond (proyecto COST).
http://www.architecturebeyond.eu/
Ha recibido varios premios de investigación y un diploma Europa Nostra por sus trabajos relacionados con la restauración del patrimonio, habiendo desarrollado investigaciones sobre la arquitectura de los siglos XIX y XX, la arquitectura militar y fortificaciones en la Edad Moderna y la historia de Melilla y el norte de África en general.
En fin, que una persona con su currículum dedique su tiempo a leer mis novelas es para sentirse satisfecho.
                                                               Sergio Barce, octubre 2014

Estimado amigo Sergio

Cuando uno se dedica a leer no por placer, sino por trabajo, que es mi caso, llega un momento que sólo devoras libros de ensayo y de los temas que se supone te «interesan» profesionalmente. El placer lo vas dejando y dejando y al final ya casi ni guardas tiempo para leer por el gusto de leer. Yo te confieso que estoy alineado en el primer «tipo» y sólo hago incursiones rápidas y concretas cuando mi mujer me recomienda alguna de las muchísimas novelas que lee.

Atrás queda mi imagen de lector compulsivo, capaz de tragarse El Señor de los Anillos en dos días de lectura de casi 20 horas diarias (dos días de desaparición física y mental), y todavía me asombro cuando lo recuerdo.

Esto, para decirte que esperaba un momento adecuado para leer tus novelas. Tenía que ser algo especial para que nada me interrumpiese. Y la excusa perfecta ha sido un viaje que inicié el día 23 a Ginebra (un Congreso tedioso y gris, como la ciudad), en cuyas idas y vueltas, y en los ratos de hotel, tenía pensado empezar a leer tus obras.

Portada SOMBRAS EN SEPIA

Comencé por Sombras en Sepia. Lo abrí en el avión de Melilla el 23, y me enganchó totalmente. Lo terminé el viernes 24. De esta novela me gustó la forma en la que afrontas el retorno a Larache y también la actitud personal ante el tema inmigratorio, sin contar la forma en la que el protagonista inicia la búsqueda. Hubo para mí momentos de intensidad como cuando se conocen Abel y Samir, y la forma que tienes de narrar la amargura de una ciudad que fue y ya no existe me emocionó.
Yo también he visto evolucionar a Larache desde el año 1990. No sé si te conté que la primera vez que estuve en Larache fue ese año. Me acababa de casar y conseguí convencer a mi mujer para hacer un viaje por todo el norte de Marruecos en coche. No había investigado aún nada sobre estas ciudades, pero algo me atraía de ellas por las narraciones de personas mayores que vivieron esa época y por los libros que había podido encontrar.
El viaje, enero de 1990, representó la firme decisión de volcar parte de mi trabajo en esa zona, por lo que es fácil adivinar que me atrapó totalmente. La entrada a Larache fue muy sugestiva (o casi tópica), porque veníamos desde el Sur y recalamos, como no, en la inefable Casa de España, donde al sentarnos con un Bon Jour y prepararnos para pedir el socorrido «Sole Menier «, se nos acercó un camarero (que luego supimos que llamaban Pelé) con una chaqueta de un verde fosforescente rabioso y nos dijo: «¿Qué van a tomar los señores, una San Miguel?” …entonces ya pudimos entender una cosa: habíamos llegado a casa.
La ciudad nos encantó, pasearla y vivirla varios días de estancia en el entonces más que decrépito palacio de la duquesa de Guisa. Luego Tetuán y Tánger fueron otra cosa, otras vivencias y otros impactos, pero Larache siempre se nos quedó grabado en los paseos nocturnos que hacíamos por la medina, bajando al puerto, y verla ir empeorando año tras año no deja de producirnos una gran tristeza.

portada - UNA SIRENA SE AHOGÓ EN LARACHE

Y luego las aventuras de Tami (Una sirena se ahogó en Larache) la inicié el viernes 24 y la he terminado hoy en el avión Ginebra-Málaga, hacia las 9 de la mañana. Estos benditos viajes de trabajo que me han hecho levantar a las 3 de la mañana pero que me permiten volcar las horas que sean necesarias para leer una novela.
Aquí vuelves a la ciudad, pero de una forma más poética porque los sueños del niño se mezclan de una forma extraordinaria con un entorno hostil pero al mismo tiempo amable: Tami tiene ángeles y demonios en su vida, como todos, pero él en su corta experiencia ya va determinando qué tipo de vida será la que pudiera vivir, si se le permite hacerlo, claro.
Te felicito por tu compromiso social que está desnudo en tus dos obras, y casi te agradezco que el pederasta de la novela se llame Pierre y no Pedro, cosa que en estos momentos de falta de optimismo nacional casi no te hubiera perdonado. Al final con esta obra me pasa como con La Vida Perra de Juanita Narboni (verdadero motivo de mi primera visita a Tánger en ese recordado 1990). En ambas tuve la añoranza posterior de haberme hecho un croquis geográfico de las andanzas de Tami por una ciudad viva, y en permanente transformación: las idas y venidas, que en el caso de Larache también deberían haber incorporado un plano de secciones por las terribles pendientes.

Te acercas a Larache mediante la elaboración de tus recuerdos y la búsqueda de la realidad. Yo me acerqué mediante la búsqueda documental, más como investigador, pero en el fondo mi Larache también es una creación en la que encajan perfectamente edificios con nombres de autores, épocas, planes de organización y que siento como mía de alguna manera. Esto lo comparto con otras ciudades, Melilla por supuesto, y sobre todo Tetuán, y Tánger, cosa que no he conseguido nunca en las otras ciudades españolas que conozco y donde he vivido como Málaga, Badajoz y Oviedo.

Me temo que soy un norteafricano compulsivo, y que mi vida y mi casa están de este lado del océano. Tal vez se me ocurre que Melilla tendría que ser también objeto de tu curiosidad y dedicarle una de tus novelas, seguro que eres capaz lo que tantos pretenden y no consiguen nunca: llegar a su verdadero espíritu.

Quiero agradecerte que hayas convertido este gris viaje ginebrino en una suma de sentimientos tan reales y tan intensos. Mi sincera enhorabuena y muchos ánimos para seguir contándonos a tu forma ese tiempo que ya no existe pero que sigue presente en nosotros.

Antonio Bravo Nieto – mayo 2013

 

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«JOSÉ BOADA Y ROMEU EN MARRUECOS», UN TEXTO DE SERGIO BARCE, PUBLICADO EN LA REVISTA «DOS ORILLAS»

Acaba de salir el nuevo número de la revista Dos Orillas (Algeciras), en esta ocasión el monográfico XIII-XIV, titulado El estrecho de Gibraltar. Frontera literaria.

Este número ha estado coordinado por el poeta José Sarria, la dirección ha corrido a cargo de Paloma Fernández Gomá, y con un equipo de redacción de lujo: Juana Castro, Juan José Téllez, Mohamed Chakor, José Sarria, Manuel Gahete, Rosa Díaz, Ahmed Oubali y Encarna León. La Web Master es obra de Ramón Tarrío Ocaña, y la responsable de Medios de Comunicación, Nuria Ruiz Fernández. La portada es una obra del pintor Juan Gómez Macías, y las fotografías interiores de Pepe Ponce.

DOS ORILLAS. EL ESTRECHO DE GIBRALTAR. FROMTERA LITERARIA. Monográfica XIII-XIV

En el apartado de ensayos hay textos de: Abdellatif Limami, Antonio Bravo Nieto, Carmen Vidal Valiña, Enrique Lomas López, Jesús Fernández Palacios, Antonio González Alcantud, José Manuel Benítez Ariza, José Juan Yborra Aznar, Juan José Téllez, Luis Alberto del Castillo, María Antonia López-Burgos del Barrio, Maribel Lázaro Durán, Mohamed Abrighach, Mohamed Ahmed Bennis, Mustapha Adila, Rafael García Valdivia, Rajae Boumediane El Metni y Sergio Barce.

En poesía, los versos corren a cargo de: Alberto Torés, Antonio Gala, Antonio Garrido Moraga, Aziz Tazi, Encarna León, Francisco Morales Lomas, Fernando de Ágreda, Paloma Fernández Gomá, Jorge del Arco, Juan José Téllez, José Sarria, María Victoria Atencia, Juan Cobos Wilkins, Manuel Gahete, Juan Emilio Ríos, Mohamed Ahmed Bennis, Mohamed Doggui, Nisrin Ibn Larbi, Rosa Romojaro, Nuria Ruiz, Raquel Lanseros, Pilar Quirosa Cheyrouze, Rachida Gharrafi y Khedija Gadhoum.

Mientras que los relatos son de Ángel Olgoso, Karima Toufali, Mohamed Bouissef y Sergio Barce.

Así que ahí estoy con creadores que admiro, y, muchos de ellos, además amigos muy queridos.

Como veréis, participio en este número por partida doble con un pequeño ensayo: José Boada y Romeu en Marruecos (1889-1894), y, además, con un relato titulado Otoño.

Visto lo visto, haber participado en este número es todo un privilegio por la calidad de quienes lo han hecho posible y por los que han participado con sus textos.

Sergio Barce, septiembre 2014

El enlace para acceder a este número de la revista Dos Orillas es el siguiente:

http://www.revistadosorillas.com/index_archivos/revistas/rev-dos_orillas-13y14-2014.pdf

Os recomiendo que leáis este número tan especial, tanto los ensayos, como las poesías y los relatos. Es verdaderamente una publicación excepcional.

De sus páginas, extraigo mi texto, en el apartado de ensayos, José Boada y Romeu en Marruecos (1889-1894):

allende-el-estrecho

 

JOSÉ BOADA Y ROMEU EN MARRUECOS

(1889-1894)

Fue a través de un trabajo de mi admirado y recordado amigo el profesor Abdelah Djbilou, titulado Crónicas del Norte. Viajeros españoles en Marruecos (Edic. Asociación Tetuán Asmir – Tetuán, 1998), que leí por primera vez un fragmento del libro Allende el Estrecho. Viajes por Marruecos (Barcelona, 1895), escrito por el viajero catalán José Boada y Romeu. Luego, pasados los años, conseguí un ejemplar de este curioso libro, reeditado en 1999 por las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla.

Este libro, dividido en tres partes claramente diferenciadas –solo me referiré en este artículo a la primera de ellas-, recoge las impresiones de este comerciante y periodista catalán en sus viajes a Marruecos entre 1889 y 1894. Y, aunque en algunos momentos, su posicionamiento pro africanista y claramente “colonialista” lo traiciona, llegando a retratar Marruecos y a sus costumbres como una amalgama de fanatismo y de retraso cultural casi crónicos, sin embargo es capaz de hacernos viajar a aquella época y su ágil narración nos sumerge en el interior del país llevándonos a una época de aventura y de descubrimiento. Marruecos, no hay que olvidarlo, era aún en esos años, un imperio algo impermeable al exterior.

Boada, cuando inicia su primer viaje a Marruecos, sale de Cádiz. Y ya, desde la primera frase, descubrimos a un buen escritor que sabe hacer de su libro de viajes un relato lleno de encanto y toques poéticos (no obstante, hay una gran influencia orientalista en su visión de Marruecos, y eso le influye a la hora de escribir).

“Amanecía cuando llegamos al muelle. La había siempre hermosa de Cádiz hallábase aún envuelta en las brumas matutinas, que con sus tonalidades grises esfumaban el paisaje, dándole un tinte de suave y tranquila melancolía, tan grata a los sentidos como al espíritu, cuando desde el <Tánger> contemplábamos absortos aquel solemne despertar de la naturaleza…”

Su llegada a Tánger lo deja fascinado, especialmente el Zoco, que describe minuciosamente. También llama poderosamente su atención que la población hable castellano, que achaca en especial a la presencia de judíos en la ciudad. Sin embargo, pronto su ideología le hace describir el país de una manera excesiva, y dice:

“…Sin transición apenas, estábamos en plena Edad Media. Sin transición apenas, nos hallábamos entre un pueblo semi-salvaje, caduco, degenerado. Por la mañana acariciaban nuestros rostros los aires de Europa; pisábamos las calles de la culta Cádiz. Por la tarde estábamos ya en África, entre una población abigarrada y fanática, con distinta religión, con distinto modo de ser, otras ideas y diferentes esperanzas. El choque era rudo. Estábamos atontados…”

Tánger, en 1884. Foto tomada del blog de Francisco Saro Gandarillas

Tánger, en 1884. Foto tomada del blog de Francisco Saro Gandarillas

Increíble el efecto que le produce su llegada a Tánger, pues siendo un hombre preparado que llegaba en este primer viaje con intenciones de impulsar el comercio entre los dos países, sin embargo, se deja vencer por los prejuicios y el desconocimiento de una cultura distinta.

Sin embargo, a medida que el libro avanza, se vislumbra la fascinación que Marruecos le irá provocando poco a poco. Es también llamativo que sea la población hebrea la que más atraiga su atención a la hora de describir costumbres o actividades comerciales. Y, sin embargo, también deja entrever su querencia a creer que está llamado a una labor “civilizadora” o “colonialista” cuando habla de unos y de otros. Son aleccionadoras afirmaciones como las siguientes:

“Verdad es que la raza hebrea tiene defectos ingénitos, no siendo el menor y el menos antipático un servilismo exagerado que raya en rastrero, y un afán desmesurado de atesorar riquezas por todos los medios; pero aparte de esto, debe reconocerse, especialmente a los tangerinos, un deseo vehemente de entrar en las vías de la civilización… (..) En Tánger visten muchos a la europea y viven mezclados con los moros… (..) La mujeres hebreas, de belleza notable, son por lo general de formas exuberantes, tal vez demasiado para un exigente, de cutis cetrino, grandes ojos negros y pelo del mismo color… (..) En Tánger, como hemos dicho anteriormente, visten casi todas a la europea, con lo cual pierden para el viajero la mayor parte de su encanto… (sic)”.

“…Al poco rato nos trasladamos a otra habitación del primer piso, donde tenía que verificarse el baile moruno. (..) …Como es costumbre en las casas moras, no se veía en las paredes, de una blancura deslumbradora, ningún mueble, y solo había como todo adorno una finísima estera de esparto… (..) Las bailadoras no se hicieron esperar: eran dos muchachas de 18 á 20 años, hebreas de Mogador, aunque se hacían pasar a los ojos de los extranjeros como moras auténticas… (..) Nos sentamos en sillas europeas que para estos casos tenía preparadas la dueña de la casa, y a una señal de ésta empezó el bailoteo, que podemos calificar de ejercicio de dislocación, y que no es ni más ni menos que la zarandeada <dance de ventre> que tanto llamó la atención en la última Exposición Universal de París… (..) …baile romántico primero y que degenera prontamente en lascivo, propio para excitar los sentidos de esta raza profundamente lujuriosa… (sic)”.

En fin, que José Boada se convierte en un testigo escasamente objetivo, de una dudosa catadura moral dado que es incapaz de ocultar su “superioridad” en todos los aspectos sobre los marroquíes, ya sean moros o judíos, como los nombra en sus páginas. Sin embargo, su libro no deja de ser un documento fascinante: primero, por descubrir cuál era la mentalidad de un verdadero africanista, que ya deja entrever lo que vendría después, y, segundo, y especialmente, por el testimonio del Marruecos de finales del siglo XIX, en concreto, de las ciudades de Tánger, Arcila, Larache, Mehedia o La Mamora, Salé, Rabat, Mulay Dris, Mequinez y Fez, ciudad a la que dedica una atención especial por ser la que lo deja realmente impresionado.

Pero viniendo yo de Larache, espero que se me permita extraer algunas de las buenas descripciones del viaje de José Boada y que estas sean de la ciudad del Lucus. Escribe:

 < …a poco presentósenos en toda su belleza la vista panorámica de Larache, con sus murallas bañadas por caudaloso río, sus alminares y la alcazaba, situada al extremo, como centinela avanzado que guarda la entrada del río. En éste había fondeados unos faluchos. Lejos, y en un recodo, veíanse tres o cuatro restos de buques de alto bordo, a juzgar por el tamaño de las desnudas cuadernas. Aquellos son los restos de la famosa marina de guerra marroquí, marina tan temida en la Edad Media por sus tremendas razzias. Allí se pudren en el río que tantas veces habíales servido de abrigo.

de Houssam Kelai

Foto tomada del blog de Houssam Kelai

Por la parte de Oriente, extensos bosques de alcornoques y naranjos alegran la vista con sus verdes copas, lo cual explica el nombre con que en lengua árabe es conocida la población: El-Araix (jardín de recreo). En el Uad-el-Kus, el Líkkus o Lixus de los antiguos, nos aguardaba la caravana para pasar el río en la barcaza…


(..) …No están conformes los autores acerca de la época exacta de la fundación de Larache. Mientras unos, como Mr. Renou, pretenden demostrar que se remonta al siglo XII, fundados en que ninguna cita hace de esta población el geógrafo Edrisi, que escribía en 1154, y en cambio en el mapa catalán del año 1300 se encuentran ya indicadas Larache y Caximuxi; el señor Cuevas opina que es mucho más antigua, tanto que, según sus cálculos, se remontaría al siglo VIII. Funda su opinión el señor Cuevas en el hecho histórico de haber sido confiado en el año 828 de nuestra era el gobierno de Larache al Emir Yahya-ben-Edrís por su hermano Mohammed, tercer príncipe Edrisita, lo cual demuestra la existencia de esta población a principios del siglo IX… Lo que sí parece comprobado es que a principios del siglo XV se estableció en ella la tribu berebere de los Beni Aros, fortificándola convenientemente al terminar este siglo Muley Ben Nasar, durante el reinado de su hermano Said-el-Uatas.

(..) …La ciudad de Larache se halla rodeada, como todas las de Marruecos, de rojizas murallas tostadas por el sol de los siglos, murallas en su mayor parte en mal estado, sobre todo las construidas a últimos del siglo XV por Muley-ben-Nazer.

(..) …Aprisionada entre sus muros y alcazabas, vive la población que algunos hacen ascender a 10.000 habitantes y que seguramente no llegará a 5.000, de ellos 500 hebreos y 70 europeos, en callejuelas estrechas y sucias, edificadas la mayoría en declive, lo que da a la población aspecto de anfiteatro. El Zoco, situado en la parte más elevada de la ciudad, y junto a una de sus puertas, está rodeado de un elegante pórtico formado por ligeras columnitas blanqueadas, que dan a este lugar un aspecto risueño y monumental. A eso débese el que posea Larache el Zoco más hermoso de Marruecos, cuya construcción se atribuye a los portugueses. En esta misma plaza hállase la principal mezquita, y por ambos conceptos es el sitio más concurrido de Larache.

(..) …Salimos por la puerta que da al campo…De pronto, aparecieron allí cuarenta jinetes negros, montando soberbios caballos elegantemente enjaezados. Llevaban puestos albornoces de color azul marino, rosa, naranja y marrón, y cruzada en el arzón de la silla larguísima espingarda, avanzaban en dos líneas con extraordinaria gravedad. Nos hicimos a un lado, y bien pronto se perdieron entre la muchedumbre que invadía la puerta de la ciudad. (..) …Habíamos presenciado el paso de los jinetes marroquíes de aquella célebre guardia negra, tan famosa en otras épocas; la que con sus brillantes cargas deshizo los batallones portugueses en Alcázar-Kibir, la que luchó en vano con nuestros cuadros en los campos de Uad-el-Jelú, la que hoy, dispersa y todo, constituye con sus restos las tropas más fieles y bravas de Muley-Hassan…”

Es curioso también que, durante el viaje de regreso, se cruzara con uno de los más famosos viajeros que han descrito el Marruecos del siglo XIX: Pierre Loti, como si el destino hubiera querido que ambos se conocieran, aunque fugazmente, dos personajes que escribieron de un país pero desde visiones absolutamente antagónicas.

Curioso libro Allende el Estrecho. Viajes por Marruecos, no solo por lo ya dicho, sino porque nos da a conocer los fondaks de la época, las monedas que se utilizaban, las actividades comerciales de las ciudades que visita, las fiestas y costumbres religiosas, las cofradías, las zagüias, las actividades consulares… En fin, un mosaico amplio y multicolor que en ningún momento aburre.

Mercado de esclavos en Marruecos en 1888 - tomado del blog Epistemowikia

Mercado de esclavos en Marruecos en 1888 – tomado del blog Epistemowikia

Para terminar este breve comentario del libro de José Boada, no puedo resistirme a traer su descripción del mercado de esclavos que descubre en la ciudad de Fez:

“Hay en Fez un lugar recóndito, emplazado entre un dédalo de callejas, donde se celebra el mercado de carne humana: el mercado de esclavos. (..) …había sentadas algunas decenas de mujeres ligeramente vestidas, alineadas allí para que pudieran ser minuciosamente examinadas por los compradores. Una había que particularmente atrajo nuestras miradas: era negra como el ébano, pero de facciones regulares y bellas; nos miraba con aire de súplica, como preguntándonos si íbamos allí para oponernos a aquella monstruosa iniquidad. Parecía triste, muy triste… (..) …cuando adelantándose de entre el grupo formado por los moros que examinaban las esclavas, un vejete, de flaco cuerpo y enjutas carnes, fue derecho hacia la negra de nuestras miradas y con un brusco movimiento apartóle el labio inferior para examinar sus dientes. (..) …No quisimos ver más: ni con nuestra presencia podíamos autoriza aquel acto…”

Finalmente, José Boada regresará a España pasando por Alcazarquivir, de nuevo por Tánger, y luego Tetuán y Ceuta… Acabando así su primer largo viaje a Marruecos. Posteriormente, regresará como periodista de guerra, pero eso ya es otra historia.

Por Sergio Barce 

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ASÍ FUE EL ACTO SOBRE EL ESCRITOR LARACHENSE MOHAMED SIBARI EN MÁLAGA

El pasado jueves, se celebró en Málaga el acto organizado por la Asociación de Escritores de España, la revista Dos Orillas y el Centro de Estudios Hispano-Marroquí, sobre la figura del escritor larachense Mohamed Sibari, y en el que tuve el privilegio de intervenir.

EN MEMORIA DE SIBARI

Abrió el acto el director del Centro de Estudios Hispano-Marroquí de Málaga, Juan José Ponce, que viene desarrollando una incansable labor de difusión de la cultura marroquí (estos días el Centro tiene abierta una exposición sobre los trabajos de colaboración y rehabilitación que ha efectuado el Ayuntamiento de Málaga en Marruecos, y entre las fotos aparece la Baladiya de Larache, que está siendo objeto de una de estas actuaciones).

Juan José Ponce abriendo el acto

Juan José Ponce abriendo el acto

A continuación me tocó el turno, y como mi ponencia trataba sobre la Infancia y Literatura de Mohamed Sibari en Larache, acabé por leer unos fragmentos de uno de mis relatos en los que Sibari, que siempre ha formado parte de mi familia, era coprotagonista (uno de los fragmentos lo reproduzco más abajo).

Intervención de Sergio Barce

Intervención de Sergio Barce

Luego, Paloma Fernández Gomá hizo un detallado análisis de la presencia de la mujer en la obra de Mohamed Sibari, leyendo también algunos de los poemas que Sibari dedicó a las mujeres como inspiración.

Intervención de Paloma Fernández Gomá

Intervención de Paloma Fernández Gomá

El poeta José Sarriá habló del hispanismo marroquí, en una intervención sembrada y muy crítica con la falta de apoyo institucional por parte de las autoridades españolas a los hispanistas marroquíes, y en la que Mohamed Sibari, por supuesto, ocupó el centro de su exposición.

Intervención de José Sarria

Intervención de José Sarria

Y la poetisa y escritora Encarna León tuvo la originalidad de hablarnos de Sibari a través de la correspondencia que mantuvo con él durante varios años.

Intervención de Encarna León

Intervención de Encarna León

El acto lo cerró la hija del homenajeado, María Sibari, que se trasladó desde Larache para estar presente, y sus palabras, recordando a su padre como hombre y como escritor, estuvo llena de emotividad.

Intervención de MARÍA SIBARI

Intervención de MARÍA SIBARI

Fue un acto literario con la sala llena de público y en el que, en todo momento, planeó el recuerdo cariñoso y afectuoso de todos hacia nuestro querido y añorado Mohamed Sibari.

Sergio Barce, junio 2014

Sergio Barce, Encarna León, María Sibari, Paloma Fernández Gomá y José Sarria

Sergio Barce, Encarna León, María Sibari, Paloma Fernández Gomá y José Sarria

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Sergio Barce, Encarna León, María Sibari, Paloma Fernández, José Sarria y Juan José Pone  (Foto: Larisa Sarria)

Sergio Barce, Encarna León, María Sibari, Paloma Fernández, José Sarria y Juan José Pone (Foto: Larisa Sarria)

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Fragmento de

La vida cotidiana durante el Protectorado en la ciudad de Larache

relato de Sergio Barce

publicado en  

El Protectorado Español en Marruecos. La historia trascendida

(Iberdrola, Bilbao, 2013)

…Maru estudia en el colegio Cervantes, en Cuatro Caminos. Desde que cumple trece años, comienza a verse a escondidas con un chico del Barrio de las Navas. Se llama Antonio y, curiosamente, es uno de los hijos de María Salud Cabeza. Su padre trabaja en La Bandera Española, una de las tiendas más conocidas de la ciudad.

Manuel Gallardo intuye algo, nota rara a su hija, escucha algún comentario. Y es entonces cuando urde su plan: utilizará a Sibari como espía; lo convencerá para que, sin levantar sospechas –solo es un niño y eso facilitará todo–, siga a Maru y le informe de con quién anda; está decidido a cortar de raíz esa relación. Para él, su hija es aún una niña pequeña. Pero cuando Sibari le dice que se trata de Antonio, el hijo de María Salud Cabeza, Manuel Gallardo aborta su primera intención; admira tanto a esa mujer que incluso en su fuero interno se alegra de que sea este joven el que ronda a su única hija; o quizá sea que sabe perfectamente que, si ella apoyara a su hijo, esa guerra la perdería: María Salud es mucha María Salud, incluso para él. Así que se traga el orgullo y le dice a Sibari que, a partir de ese momento, se limite a contarle a dónde van juntos y qué hacen Maru y Antonio. Pero Sibari es espabilado, sabe sacar partido de la situación y acepta con una condición: tendrá que pagarle por su trabajo. De esta forma, a cambio de unas pesetas, Manuel logra su objetivo y Sibari el suyo. Sin embargo, el niño se sabe en una posición privilegiada y juega a dos cartas, de manera que le cuenta todo a Maru. De pronto, cobra de ambas partes.

En la fiesta del Mulud, los niños musulmanes llenan las calles de alegría. Maru se lleva a Sibari al Zoco Chico. Le compra algo. Si lo tiene contento, le dirá a su padre lo que ella quiera. Ahmed Chouirdi corre con sus amigos por la calle Real. Y Sibari se une a ellos. Alguien grita que viene la Aixa Candixa, todos los críos huyen despavoridos. La leyenda de esa mujer con patas de cabra, es la que aterroriza a los niños de Larache. Da igual su religión. Aixa Candixa los asusta a todos, aunque ninguno la haya visto nunca.

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Ahora, Manuel recuerda con añoranza el primer año en el que Mohammed vivió en su casa. En aquella fiesta del Mulud, lo esperó apoyado en el quicio de la puerta hasta que el chico llegó; le tenía preparada una sorpresa inesperada en el interior de la casa. Cuando Mohammed entra y ve la bicicleta, no dice nada; solo es capaz de acariciar el manillar y no es hasta que Manuel le dice que es suya cuando reacciona. Sus ojos están radiantes. Y así lo rememora Manuel con el agridulce sabor de la ausencia.

Luego, el día de Reyes, la protagonista es Maru.

Durante la fiesta del Purim son las casas hebreas de Larache las que se transforman, son como golosas pastelerías abiertas hasta el anochecer. En la de los Fereres, los amigos musulmanes y los amigos cristianos entran y comparten los dulces que se ofrecen. A los niños, regalos y caramelos. Y a la puerta, sobre una mesa, se deja una bandeja con monedas para los indigentes, da igual a qué religión pertenezcan. La estampa se multiplica en cada casa hebrea.

Manuel Gallardo guarda como un tesoro los días del Pessah en que acude cada año a la casa del señor Beniflah, a la que es invitado junto a Ahmed Sibari. Al llegar, escucha su voz modulada que desde las escaleras les dice:

–Y ahora, todos los que quieran pasar que entren. Todos los que deseen comer que pasen.

Es la señal que indica que pueden subir. Entran al hogar del señor Beniflah, donde la familia los recibe con los brazos abiertos y con una bandeja de matzas. Y el hombre dice entonces:

–Cerrad la puerta, ya entraron.

Con estas palabras, el señor Beniflah les da tanto la bienvenida como sella de manera solemne el ritual de esa celebración que congrega a la familia, al mejor amigo del señor Beniflah y a un cristiano y a un musulmán para sentarse juntos alrededor de la misma mesa y recordar la liberación del pueblo de Israel. La vida en Larache, aparentemente, no es nada excepcional. Entonces no parecía tan excepcional.

Maru y Antonio consiguen meterse a Sibari en el bolsillo, lo convierten en su cómplice. De espía de Manuel, a carabina de los jóvenes: termina por sacarles a escondidas las entradas del cine para que ellos dos puedan ir juntos a ver una película; y luego le miente piadosamente a Manuel diciéndole que ha estado en todo momento cerca de su hija; y que ella y su novio se han limitado a pasear por el Balcón del Atlántico, desde el mercado al hospital y del hospital de nuevo a la plaza.

Mientras ellos entran en el cine Ideal, Sibari se entretiene con Driss, el barquillero. Como a todos los niños, le atraen los colores de la bombonera y el resplandor de la ruleta, que brilla intensa. Aunque Antonio le ha dado ya su compensación, toquetea las monedas en el bolsillo; y en vez de comprar con ellas un barquillo se decide por jugársela, decide apostar. Si gana, se lleva cuatro barquillos; si pierde, se queda sin el dinero apostado. Pero el riesgo merece la pena. Ese día, Sibari hace girar la ruleta; y la hoja comienza a tiritar con su sonido inconfundible, deteniéndose lentamente, hasta que lo hace en uno de los clavos. No hay suerte. Sibari no se da por vencido y apuesta de nuevo. Piensa que ahora se parará en el número cuatro, pero pasa por este y vuelve a hacerlo por los otros cuatros y, de nuevo, cae en un maldito clavo. Sibari, enfurecido, le da una patada a la bombonera; y Driss le da un pequeño cachete en la nuca. El niño, a punto de ponerse a llorar, se gira, aguantando la burla de otros chavales que lo han rodeado mientras jugaba. Ahora no tiene ni sus monedas ni sus barquillos. Pero Driss le sisea y lo hace volver. Sibari, arrastrando los pies y con las manos en los bolsillos, se acerca sin levantar los ojos; y el hombre le da un barquillo, crujiente, y logra arrancarle una tímida sonrisa.

Sibari aguarda sentado en la puerta del conservatorio de don Aurelio a que termine la película. Mientras, Driss se ha metido en el callejón de la iglesia, ha extendido su estera cerca de la pared y ha cumplido con sus oraciones. Cuando el público sale del Ideal, la calle Chinguiti es un hervidero, la gente pasea y Driss el barquillero hace girar de nuevo la ruleta para atraer a otros niños.

Y llega la fiesta del Aid el Kebir. A Maru le gusta el comienzo, porque coincide con la romería al santuario de la patrona de la ciudad, Lalla Mennana la Mesbahía. Como su abuelo Juan Martínez, Maru pronuncia el nombre en un susurro y parece que le acaricia los labios. En otros países musulmanes, ni se reza ni se venera a los santones, tampoco a los patronos y menos aún a una patrona, pero Marruecos es diferente en esto y en otras muchas cosas.

Manuel Gallardo y sus compañeros se quedan en Cuatro Caminos, desvían el tráfico porque la avenida se ha inundado de gente. La muchedumbre sube desde la plaza de España y baja desde el cruce. Maru se ha metido en medio del torbellino con unas amigas y con Sibari. Y logran entrar en el recinto exterior del santuario, en la zona del cementerio. El respeto es tal que nadie de los fieles musulmanes muestra rechazo por la presencia de cristianos o hebreos que se acercan a contemplar la celebración.

MOHAMED SIBARI

MOHAMED SIBARI

El grueso de los creyentes llega del Zoco Chico, donde primero han acudido a los alrededores de la Mezquita, y la procesión se atraganta en el propio santuario, donde es casi imposible moverse. El shrif, sobre una hermosa yegua blanca, preside la ceremonia de ofrenda a la santa patrona; y luego los derviches, que pertenecen a la cofradía de los aixauas, inician su danza. Comienzan lentamente pero, a medida que el ritmo de las chirimías y de los tambores se acelera, el baile se hace más y más histérico; los bailarines caen en trance; y entonces se llega al paroxismo, con movimientos tan violentos que impresionan a los asistentes. Maru y sus amigas se quedan paralizadas. Sibari, por el contrario, palmea y da pequeños saltos, imitando a los derviches. Una de las chicas ya los ha visto en la Medina, la impresionó verlos comer corderos y gallinas que les arrojaban desde las ventanas de las casas y que mordían aun estando vivos los animales. El estado de trance es tal que pierden la noción de la realidad.

Cuando uno de los aixauas se desmaya, la muchedumbre se agolpa alrededor; y entonces las jóvenes se escabullen y salen del santuario. Maru ha de tirar de Sibari para sacarlo de allí, atrapado por el espectáculo. Si Manuel Gallardo supiera que su hija y las amigas están viendo a los aixauas, seguramente la castigaría con no salir de casa durante una semana. Pero ella ya sabe que volverá al año siguiente.

Ana Berrocal, María Sibari y Sergio Barce

Ana Berrocal, María Sibari y Sergio Barce

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