La nueva criatura está llegando a las últimas horas de gestación. Es fascinante ver cómo un libro va formándose antes de salir a la calle.
Con la ayuda de Nuria Ogalla, con la que he colaborado en otras ocasiones, que es perfeccionista, tenaz e imaginativa, mis libros acaban por ser editados con una primorosidad y un estilo difícil de ver incluso en las editoriales de peso. La calidad del papel elegido, el tamaño de las letras (siempre lo suficientemente grandes para que la lectura sea un goce y no un calvario), la revisión una y otra vez del texto para eliminar cualquier error taquigráfico (algo que se echa cada vez más en falta en grandes lanzamientos en los que este importante detalle parece haberse relegado), la elección de la portada, el diseño del conjunto… Todo es fácil con ella.
Una puerta pintada de azul, que publicará Ediciones del Genal en las próximas semanas, ya está casi a punto. Ocho relatos ambientados en Larache.
De nuevo, Nuria es la que me va aportando ideas tan sugerentes como certeras. La portada o cubierta es realmente preciosa, ya tenemos los textos para la contraportada, la foto de la solapa así como la dedicatoria, los agradecimientos… Todo va encajando en un ejercicio de equilibrista en el que la sutileza va ganando terreno. Este libro de relatos va a nacer con los mejores cuidados, entre algodones.
Nuria Ogalla acaba de enviarme el colofón. Lo leo dos, tres veces, y ahora sé que nada puede salir mal con este libro. Hay demasiado cariño puesto en él como para que algo falle.
Os recuerdo que podéis comprar mi libro de relatos Paseando por el zoco chico, larachensemente (Ediciones del Genal, 2ª Edición 2015), así como el resto de mis títulos, a través del siguiente enlace:
Ver en el SIEL de Casablanca, en el stand del Instituto Cervantes, todos mis libros ha sido alentador, y es verdad que te hace ilusión y te da hasta un leve y disimulado subidón. Pero, sobre todo, me hizo pensar que ya llevo una larga carrera de fondo, y que el tiempo pasa sin darnos cuenta, arrollándolo todo a su paso. Sin embargo, también reconforta que tus páginas, todas esas que se esconden en el interior de esos volúmenes, sirvan para alimentar la fantasía de algún lector o para hacerle pasar un buen rato, e incluso hasta para llegar a emocionarlo. Saber que te leen es la mejor recompensa.
Allí estaban expuestas mis novelas En el jardín de las Hespérides (Aljaima – Málaga, 2000), Sombras en sepia (Pre-Textos – Valencia, 2006), Una sirena se ahogó en Larache (Círculo Rojo – Sevilla, 2011), La emperatriz de Tánger (Ediciones del Genal – Málaga, 2015), El libro de las palabras robadas (Ediciones del Genal – Málaga, 2016), y Malabata (Ediciones del Genal – Málaga, 2019), y mis libros de relatos Últimas noticias de Larache (Aljaima – Málaga, 2004) y Paseando por el zoco chico (Ediciones del Genal – Málaga, 2015). Mi más profundo agradecimiento a Maribel Méndez y a María Jesús García González.
Y sigue nadando… Ahora El nadador, de Pablo Barce, por diversas ciudades de Perú gracias a la Muestra Itinerante del 23 Festival de Cine de Lima (Perú).