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«EJERCICIO DE ARTILLERÍA», UN RELATO DE ROBERTO ARLT

Roberto Arlt es un escritor y periodista argentino (1900-1942), que estuvo adscrito en los años veinte del pasado siglo al movimiento progresista y didáctico Grupo de Boedo, fuertemente influenciado por las ideas estéticas y morales de Dostoievski, y, aunque no fue reconocida su valía como gran escritor hasta años después de su fallecimiento, Arlt está considerado como uno de los padres de la novela moderna argentina.

Roberto Arlt es el autor de un relato escrito durante un viaje que hizo por España y Marruecos titulado Ejercicio de artillería, que se recoge en su libro de cuentos Aguafuertes españoles (1936). Según escribe el propio Roberto Arlt, Ejercicio de artillería debió de titularse en realidad Historia de Muza y los siete tenientes españoles, y, según el autor, es una historia que escuchó en el Zoco Chico de Larache…

Qué curioso. Roberto Arlt, al que se considera como uno de los maestros de Julio Cortázar, escribió una historia nacida en las calles de Larache.

La profesora Mª Dolores López Enamorado, lo recoge en su libro Larache a través de los textos. El cuento completo, dice así:

 

ROBERTO ARLT

ROBERTO ARLT

Ejercicio de artillería

de Roberto Arlt

Esta historia debía llamarse no «Ejercicio de artillería», sino «Historia de Muza y los siete tenientes españoles», y yo, personalmente, la escuché en el mismo zoco de Larache, junto a la puerta de Kasba, del lado donde terminan las encaladas arcadas que ocupan los mercaderes de Garb; y contaba esta historia un «zelje» que venía de Ouazan, mucho más abajo de Fez, donde ya pueden cazarse los corpulentos elefantes; y aunque, como digo, dicho «zelje» era de Ouazan, parecía muy interiorizado de los sucesos de Larache.

Este «zelje», es decir, este poeta ambulante, era un barbianazo manco, manco en hazañas de guerras, decía él; yo supongo que manco porque por ladrón le habrían cortado la mano en algún mercado. Se ataviaba con una chilaba gris, tan andrajosa, que hasta llegaba a inspirarles piedad a las miserables campesinas del aduar de Mhas Has. Le cubría la cabeza un rojo turbante (vaya a saber Alá dónde robado), y debía tener un hambre de siete mil diablos, porque cuando me vio aparecer con mis zapatos de suela de caucho y el aparato fotográfico colgando de la mano, me hizo una reverencia como jamás la habría recibido el Alto Comisionado de España en el protectorado; y en un español magníficamente estropeado, me propuso, en las barbas de todos aquellos truhanes que, sentados en cuclillas, le miraban hablar:

-Gran señor: ninguno de estos andrajosos merece escucharme. Dame una moneda de plata y te contaré una historia digna de tus educadas orejas, que no son estas orejas de asnos.

Y con su brazo mutilado señalaba las orejas sucias de los campesinos Yo esperaba que todos los tomates podridos que allí fermentaban por el suelo se estrellarían contra la cabeza del «zelje» de Ouazan; pero los andrajosos, que formaban un círculo en torno de él, se limitaron a reírse con gruesas carcajadas y a injuriarle alegremente en su lengua nativa; y entonces yo, sentándome en el mismo ruedo que formaban los hombres de la tribu de El-Tulat, le arrojé una moneda de plata, y el manco insigne descalzo y hediondo a leche agria, comenzó su relato, que yo pondré en asequible castellano.

En Larache, un camino asfaltado separa el cementerio judío del cementerio musulmán. El cementerio judío parece una cantera de tallados mármoles, y todos los días de la semana podréis encontrar allí mujeres desesperadas y hombres barbudos con la cabeza cubierta de ceniza, que lloran la cólera de Jehová sobre sus muertos.

El cementerio musulmán es alegre, en cambio, como un carmen; los naranjos crecen entre sus tumbas, y mujeres embozadas hasta los ojos, escoltadas por gigantescas negras, van a sentarse en un canto de la sepultura de sus muertos y mueven las manos mientras, compungidas, lloran a moco tendido.

El teniente Herminio Benegas venía a pasearse allí. Un inexperto observador hubiera supuesto que el teniente Benegas, al mirar el cementerio de la izquierda, quería conquistar a alguna bonita judía, o que, al mirar el cementerio de la derecha, pretendía enamorar a alguna musulmana emboscada en el misterio blanco de su manto. Pero no era así.

LARACHE - VISTA DESDE LA PLAYA

 

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LARACHE VISTA POR… LUIS DE MÁRMOL Y CARVAJAL (SIGLO XVI)

Luis de Mármol y Carvajal. Nacido en Granada, era hijo natural de Pedro del Mármol, escribano de la Chancillería de esa ciudad. Sirvió como soldado a Carlos V y Felipe II, luchando en las campañas africanas e italianas. Pasó ocho años de cautividad en Argel, donde aprendió el árabe, y luego recorrió casi toda la ribera sur del Mediterráneo hasta Egipto.

Descripción del Africa por Luis de Mármol - en francés
Tras participar en diversas campañas, entra al servicio de don Juan de Austria, quien lo nombra Veedor de bastimentas del ejército (inspector). Pero hacia 1572 es destituido de sus cargos, y comienza la redacción de los tres libros que componen su Descripción general de África, sus guerras y vicisitudes, desde la fundación del mahometismo hasta el año 1571 (1573-1599), del que se imprimieron mil ejemplares, un éxito para la época, donde se amplía la obra de León el Africano añadiendo su experiencia personal, la de otros y varias fuentes más.
Intervino en la Guerra de las Alpujarras, y esto le sirvió para escribir su Historia de la rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada (Málaga, 1600).
Pese a estos servicios a la corona, elevó una queja al rey Felipe II exponiéndole que la alcaría que se le había concedido en la ciudad de Vélez Málaga no le bastaba para sustentar su casa y pedía se le hiciese merced. Su solicitud fue rechazada por el secretario Juan Vázquez Salazar.

De su obra sobre África, hay una parte en la que hace mención repetidamente a Larache, extractos que recopila la profesora y arabista Mª Dolores López Enamorado en su libro Larache a través de los textos (Junta de Andalucía, 2004).

Mapa de Marruecos

Descripción de Larache y zonas circundantes
Por Luis de Mármol y Carvajal

LIBRO PRIMERO: DE LA GENERAL DESCRIPCIÓN DE ÁFRICA Y DE TODAS LAS PROVINCIAS, REINOS Y SEÑORÍOS DE ELLA, Y DE SUS POBLACIONES Y COSAS MEMORABLES.
CAPÍTULO CUARTO: DE LA DESCRIPCIÓN QUE EL AUTOR HACE DE LA REGIÓN DE ÁFRICA, Y CIRCUITO DE ELLA:

«(. .. ) Luego está Yelez [sic], Vélez de la Gomera, o por mejor decir el Peñón que está a la mar, Tetuán, Ceuta, Alcaçar Ceguer (por otro nombre de Moçu Muda [sic)) que son en el propio Estrecho de Gibraltar, y pasando hacia el mar Océano occidental donde comenzamos, están las ciudades de Tánger, Arzila, Larache, Maamora, Cale, Rabato, Anfa, o Anafe, y los puertos de Marçafalda y Abça, que todos caen en la costa del reino de Fez».

CAPÍTULO SEIS: DE LA PARTICULAR DESCRIPCIÓN DE BERBERÍA, Y DE LOS REINOS, PROVINCIAS, Y CIUDADES PRINCIPALES QUE HAY EN ELLA:

«En el reino de Fez hay otras siete provincias. (…) La tercera es Asgar, y la ciudad principal de ella es Alcaçar Quibir, aunque primero (antes que Yacub Almansur la edificase) lo era la ciudad de Larache».

CAPíTULO NUEVE: EN QUE SE CONTIENEN LOS RÍOS MÁS FAMOSOS QUE ATRAVIESAN POR BERBERÍA:

«Lucus, es un río grande que nace en las tierras de la Gomera, y corriendo hacia poniente atraviesa por las provincias de Azgar, y del Habat, y pasando junto a la ciudad de Alcaçar Quibir hace unas lagunas muy grandes a donde se cría infinito pescado, y después saliendo de ellas se va a meter en el mar Hercúleo cerca de la ciudad de Larache (que los Africanos llaman el Arays) donde la provincia de Azgar confina con la de el Habat. En la boca de este río está el puerto de aquella ciudad donde acuden algunos navíos de mercaderes cristianos con mercaderías de Europa, mas es la barra tan dificultosa de tomar, que si el piloto no es bien platico de la entrada corre peligro cualquier navío. Llama Ptolomeo este río Lisso, y pone la boca de él en grados seis, y minutos veinte, de longitud; y grados treinta y cinco, y minutos quince, de latitud».

LIBRO CUARTO: DE LA DESCRIPCIÓN DE ÁFRICA, EN EL CUAL SE CONSIDERAN LAS PROVINCIAS, CIUDADES, Y VILLAS DEL REINO DE FEZ, Y LAS POBLACIONES DE LAS SIERRAS, CON ALGUNOS SUCESOS DE GUERRAS Y COSAS DIGNAS DE MEMORIA.
CAPÍTULO XL: QUE TRATA DE LARACHE, CIUDAD DE LA PROVINCIA DE AZGAR EN EL REINO DE FEZ:

“La ciudad de Larache, que los africanos llaman Elarayz de Beni Aroz, es una ciudad antigua edificada por los naturales de la tierra en la costa del mar Océano Hercúleo donde el río Lucus (o Lisso) entra en el dicho mar. La cual está cercada por un cabo de la mar, y por el otro el río. Antes que los cristianos ganasen la ciudad de Arcila, estaba Larache muy poblada, mas después la desampararon los moradores de miedo, y estuvo más de veinte años yerma, hasta que Muley Nacer tío de Hamet Oataci postrer rey de Fez del linaje de los Merinis Oataces, la fortaleció, y pobló, y tuvo allí su frontera contra los cristianos de Tanjar, y de Arcila, no con poco temor de que se la habían de llevar cada día, y así la tenía proveída de artillería, y municiones, y vituallas. La barra de este río tiene peligrosa entrada para los navíos, y junto a ella está un castillo que edificó aquel Muley Nacer. La ciudad está toda cercada de muros, y al derredor de ella hay muchos prados, y grandes lagunas donde se crían infinitas anguilas, y aves de agua, y en la ribera del río están espesos bosques de arboledas donde andan muchos leones y otras fieras. Son los moradores de Larache por la mayor parte carboneros, y su principal granjería era ir a vender carbón en las ciudades de Tanjar, y Arzila en tiempo que eran de moros, y después acá en tiempo de paz lo llevaban en unas barquillas a vender a los cristianos. En todos los campos al derredor se coge mucho algodón, y en el río mueren muchos sábalos. Dentro de una barra está un mediano puerto para bajeles pequeños, donde suelen acudir los mercaderes cristianos de Europa con sus mercadurías que llevan de allí a Fez y a otras partes. No viven los moradores de Larache ahora con tanto cuidado como solían después de que el rey de Portugal dejó la ciudad de Arzila. El Xerife Abdala tiene puesto un alcalde que gobierna las tres ciudades de Arzila, Alcaçar el Quibir, y Larache el cual tiene quinientos de a caballo, y más de mil escopeteros de a pie con los que va de ordinario a correr a Tanjar, y él reside lo más del tiempo en Alcaçar, y anda visitando la frontera de un cabo a otro».

LIBRO TERCERO

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LA OCUPACIÓN PORTUGUESA DE LARACHE Y SU ENTORNO, 1471-1489

La profesora María Dolores López Enamorado, con quien he compartido tantas mesas y charlas en Larache y en Málaga, recoge en su imprescindible libro Larache a través de los textos (Junta de Andalucía – Sevilla, 2004) un fragmento del libro La domination portugaise au Maroc, 1415-1769, escrito por Vasco de Carvalho (Exposición de París, París: L. Rodo, 1937), y del que hay una edición publicada en Lisboa en 1942.

larache en los textos

Como María Dolores López explica en su introducción, Vasco de Carvalho fue un militar portugués que escribió este pequeño libro para mostrar a los oficiales franceses de su promoción en la Escuela Superior de Guerra, una panorámica de la acción portuguesa en Marruecos a lo largo de la historia.

Para ello, recoge tres fragmentos del manual de Vasco de Carvalho:

LA CONQUISTA DE ARZILA Y LA RENDICIÓN DE TÁNGER (1471)

(…) Atacando Arzila, Alfonso V aspiraba a conquistar Tánger, pensando que aislada y sin poder recibir refuerzos desde el interior, no tardaría en caer. Y acertó. Tánger ni siquiera esperó el ataque. Temiendo sufrir la misma suerte que Arzila, los moros pura y simplemente la abandonaron, y cuando Alfonso V envió allí al duque de Braganza, éste la halló poco más o menos que desierta.

El rey Alfonso V

El rey Alfonso V

(…) La caída de Arzila tuvo una repercusión enorme en Marruecos. Larache fue abandonada como Tánger. Anfa, hoy Casablanca, había sido tomada y destruida por el hermano del Rey, el Infante Fernando, dos años antes de la toma de Arzila. Así, todo el noroeste marroquí estaba bajo la dominación de Portugal…

LA DERROTA DE GRACIOSA (1489)

Le siguió un largo periodo de paz, hasta 1500, solamente interrumpido una vez, cuando en 1489 Juan II decidió construir una fortaleza sobre el Lucus, entre Larache y Alcazarquivir, con la intención, quizá, de hacer frente a Alcazarquivir, que el Rey de Fez, tras la toma de Arzila y Larache por los portugueses, había hecho fortificar para cortarles el camino hacia Fez…

María Dolores López Enamorado, Sergio Barce y Mohamed Laabi - Colegio Luis Vives de Larache

María Dolores López Enamorado, Sergio Barce y Mohamed Laabi – Colegio Luis Vives de Larache

 

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«ABDELLAH DJBILOU: UN VIAJE Y UN LIBRO», POR SERGIO BARCE

Sergio Barce, Adbellah Djbilou, Mohamed Akalay y León Cohen, en la Casa de la Cultura de Larache

Sergio Barce, Adbellah Djbilou, Mohamed Akalay y León Cohen, en la Casa de la Cultura de Larache

Hace seis años que falleció el hispanista Abdellah Djbilou. Buena ocasión para traer de regreso a mi blog lo que escribí entonces sobre él.

   ABDELLAH DJBILOU:

UN VIAJE Y UN LIBRO

   Al profesor Djbilou lo conocí en Tánger, cuando presentaba mi primer libro. A Abdellah lo conocí en Larache, mientras charlábamos largamente sentados en la terraza del Central. A los dos, al intelectual y al hombre, los admiraba, y de los dos me atrajo su exquisita educación y su disponibilidad permanente.

   Lo recuerdo siempre elegante, sobrio, con una camisa blanca inmaculada, bien trajeado, gustaba de vestir con la adecuada corrección, coronado todo ello con su sonrisa deslumbrante, ese tipo de sonrisa que uno querría para sí. Además, poseía una voz poderosa que ayudaba a confeccionar un personaje completo. Sus ademanes eran delicados, sin dejar de vislumbrar su carácter fuerte y seguro.

Crónicas del norte de Djbilou

   En el año 2004 lo invité a participar en las Primeras Jornadas Culturales que organizábamos en Larache. En seguida, se ofreció a estar presente e hizo de moderador en una mesa redonda. A partir de ahí, nuestros contactos se hicieron más frecuentes y nos enviábamos nuestros libros o alguna reseña. Cuando me envió sus Crónicas del Norte. Viajeros españoles en Marruecos (Asoc. Tetuán Asmir, 1998) le confesé que, posteriormente, en una charla, utilicé parte de los textos que él había reunido en ese libro y me respondió que eso era un honor para él, sin disimular su orgullo. Luego, en esa larga charla en Larache, acomodados en una esquina de la terraza (recuerdo que hacía algo de viento y nos levantábamos la solapa de la chaqueta para protegernos del frío), nos olvidamos de la inclemencia del tiempo y continuamos allí un buen rato, sin movernos. Le dije que los textos que había seleccionado sobre Larache eran muy interesantes; entonces, el profesor Djbilou, cogió el ejemplar que yo tenía sobre la mesa y lo abrió, se puso las gafas y, levantando levemente el mentón, pasó varias páginas hasta que se detuvo en el capítulo titulado Luís Antonio de Vega. Nuevo descubrimiento de Larache. Me dijo que poseía ese texto un vago aroma a poesía y que era uno de los que más le habían gustado, especialmente una parte del mismo que comenzó a leer con su voz clara y firme:

“En Larache estuvo el Jardín de las Hespérides, en Larache estuvo el dragón. Y los dos mitos revivieron, se hicieron reales, aunque cambiaran de forma. El oro de las manzanas griegas se encuentra en toda la rica tierra de El Garb, en los naranjos y en los granados, en el bajalato ksari, tan rico en olivos, que a la ciudad allí ubicada se le llamó “la de los aceitunos”; en el Jolot, en Tilig y en Es Shael, en el suelo feraz del Occidente del Imperio Feliz. Y el dragón es la barra del Lükus impidiendo que nadie entre a buscar esas riquezas, impidiendo también que las riquezas salgan. Hasta que un día un ejército de Hércules modernos, grúas y escafandras, vaya a vencer por segunda vez al dragón.

Cuando la paz llueva sobre la Tierra, cuando sea un inmenso beneficio divino, el dragón recibirá la lanzada y los faros de Larache servirán para indicar a los navíos el camino que han de seguir para llegar al puerto, no para advertirles la presencia de las bocas innumerables, pues cada una de ellas está formada por uno de los granos que forman la barra peligrosa.

Y habrá un nuevo Larache. Y tendrá que ser otra vez redescubierto. Un día u otro sucederá, aunque, en lo que a la lírica se refiere, nos contriste a los que amamos el viejo Marruecos, el que yo divisaba desde mi ventana de la casa del Ermiki, que era entonces la más alta de la ciudad. El boceto no acababa de convertirse en obra. Pero aun con todo, ¡qué entrañable aquella ciudad, la más típicamente colonial de Marruecos, en el barrio de la cristianería, cogida por el talle por el Lükus y besada por el mar!

Y la Medina de los moros y de los judíos, y la muralla y el Castillo que se llamó con el precioso nombre de Nuestra Señora de Europa, cuando Felipe II aseguró que Larache valía por toda África. Ponderación excesiva entonces y ponderación excesiva después. No valía por todo África, ciertamente; pero nosotros, los de los últimos años de la guerra y los primeros años de la paz, la queríamos como si en realidad valiese.

Nuevo descubrimiento de Larache, que ya no es útil más que a lo que a la vieja Medina se refiere. El Zoco de Fuera se convirtió en la Plaza de España. Se marcharon de la orilla de la muralla los burreros que ataban allí a sus asnos, los geománticos, los médicos indígenas, los que entretenían el ocio de los musulmanes, con larguísimos cuentos o peleando con varas de acebo… Y hasta se marchó ese trozo de muralla para dejar paso a la Arquería, y se llenaron de villas los declives de la carretera de Alcazarquivir.

Todo esto estaba previsto, y todo esto, naturalmente, significa colonización… Sí, ya lo sé, pero… Cuando yo vuelva a Larache entraré con prisas en la Alcaicería, bajaré por la calle de Hamed Ben Tzami, hasta situarme en el muelle, y no miraré a la Medina de arriba abajo, sino de abajo arriba, casi podría decirse que con humildad, la veré como la veía mi amigo el Turco, aquel que no se atrevía a asomarse a la terraza… Y la encontraré como yo la quería, como yo la sigo queriendo, como una vieja estampa oriental… Colores y ventanas, ventanas y colores… Como un pañuelo judío, con arcos y cuestas llenos de gracia… Y con las casas con ojos para ver llegar a los navíos que habían zarpado de Sevilla y de Lisboa y se aproximaban a Larache, después de haber perdido cuarteles por el mar…”

   Se quitó entonces las gafas y fijó un momento sus ojos en mí; luego, echó una mirada melancólica a nuestro alrededor y se preguntó en voz alta si De Vega, un arabista de prestigio en su época, escribiría ahora lo mismo. Ambos lo dudamos, pero estuvimos de acuerdo en la carga poética que le había insuflado al texto y la pasión que la ciudad había despertado en él. Algo que, no obstante, tampoco nos extrañó, ya que los dos nos habíamos confesado embrujados por el viejo espíritu de Larache.

larache en los textos

   Le di las gracias a Djbilou por los textos que había decidido incluir en su libro, ya que se recogían bastantes referencias sobre Larache, que, en realidad, es lo que buscaba en ellos. De hecho, gracias a su selección, es fácil hacerse una idea de la ciudad en los siglos XIX y XX, una especie de viaje en el tiempo por las mismas calles o espacios, pero vistos desde diferentes puntos de vista y entornos históricos. Su obra abría así una veta que, posteriormente, han horadado otros autores (Larache a través de los textos <Junta de Andalucía – Sevilla, 2004> de María Dolores López Enamorado o Viajes a Larache I: Antología de los viajeros españoles a Larache <Dar el Laraich – Tánger, 2007> de Mohamed Laabi).

VIAJES_A_LARACHE_I

    Junto a Crónicas del Norte, Abdellah Djbilou me enviaba también un ejemplar de su estudio Temática árabe en las letras hispanas (Facultad de Letras de Tetuán, 1996). Aunque sabía que no soy un arabista ni un estudioso de la materia sino un simple narrador, me decía, en la carta que acompañaba a los libros, que éste último me ayudaría a aclarar algunas de las ideas que habíamos discutido largamente. Se refería a una charla que mantuvimos en Tánger sobre la visión que se tenía de Marruecos, y del mundo árabe en general, en varias obras de autores españoles. Defendí mi punto de vista como autor, solo plasmado por aquel entonces en mi primera novela En el jardín de las Hespérides (Aljaima – Málaga, 2000), y me apuntó que, después de haberla leído, el espíritu de esa novela no andaba muy lejos de lo que había dicho al respecto Rubén Darío (autor sobre el que diseñó su tesis doctoral).

TEMATICA ARABE EN LAS LETRAS HISPANAS

   Efectivamente, hube de darle la razón, como habría de dársela en otras ocasiones. En Temática árabe en las letras hispanas, concretamente en la página 20, el profesor Djbilou dice:

“Sabido es que el pasado constituye también uno de los caminos de la evasión, un <escondite> para soportar mejor la realidad. Rubén Darío, que <detesta el tiempo que le tocó vivir>, considera que <un verdadero  espíritu de poeta elegirá, con más o menos conciencia de ello, su ubicación ideal, su patria de adopción en alguna parte del pasado, cuya imagen evocada permanentemente, será un ambiente personal que lo aísla de la atmósfera de la realidad”.

    Y, aunque Rubén Darío se refería a Al-Ándalus, Abdellah, salvando las distancias, me estaba hablando de mi relación con Larache, donde, sin ningún rubor, yo había fijado mi patria, donde anidaban aún las huellas de mi pasado más querido.

   De manera que, mientras el profesor Djbilou me fue dando lecciones de arabismo a través de las conversaciones y de sus obras, el amigo Abdellah me atizaba afectuosamente para que le mostrara más de mi visión de Larache.

portada ULTIMAS NOTICIAS DE LARACHE

    Cuando le envié Últimas noticias de Larache y otros cuentos (Aljaima – Málaga, 2004), me llamó por teléfono para decirme que, como Luís Antonio de Vega, también había mucho cariño, y más pasión, en las poesías que yo había escrito sobre Larache. Le respondí que cómo me hablaba de poesías si todo mi esfuerzo había sido escribir una serie de cuidadas narraciones cortas. Riéndose, se burló elegantemente de mi ofuscación, para después corregirme la plana, añadiendo que yo no era un narrador sino un poeta que escribía prosa. Aserto que, años después, un poeta amigo volvería a repetir, exactamente con las mismas palabras, pero sobre otra novela diferente. En el fondo, no podía estarle más agradecido a su crítica, porque, en realidad, era un elogio inmenso.

   Sin ser un erudito, como ya he dicho, en cuestiones de arabismo ni de orientalismo, tan querido por nuestro homenajeado (ahí está también su Diwan modernista. Una visión de Oriente <Taurus – Madrid, 1986>), la elección de los textos de otros autores que hacía el profesor Djbilou en cada uno de sus estudios o de sus antologías, eran esmerados y certeros, convertidos así en una suerte de engarces ineludibles entre su pensamiento o tesis y el de esos textos ejemplarizantes. Sumergirse de su mano, por ejemplo, en la temática árabe en las letras hispánicas, supone ir descubriendo un mosaico de autores y de obras que nos enriquece, obviamente, pero que también ensancha la visión limitada y predeterminada que pueda tenerse sobre este asunto en particular. En definitiva, lo que ha hecho el profesor Djbilou es impartir una clase magistral sobre el orientalismo pero en pequeñas dosis, lentamente, casi por entregas, libro a libro. El conjunto final, es el reflejo de un trabajo concienzudo y esmerado.

CUENTOS DE ARABIA

   La otra materia, también querida por el profesor Djbilou, y ya apuntada más arriba, es el tema marroquí en la literatura española, que nos llevó a varias coincidencias en nuestros puntos de vista, y su preocupación porque no se conociera debidamente la literatura marroquí en España. Aunque mi estimado Mohamed Chakor (con Sergio Macías) ya lo hace espléndidamente en su libro Literatura marroquí en lengua castellana (Edic. Magalia – Madrid, 1996), no me resisto a transcribir parte del prólogo que Abdellah Djbilou escribió en su obra antológica Miradas desde la otra orilla. Una visión de España (ICMA – Madrid, 1992):

“…si el tema marroquí en la literatura española es un tema constante y ha inundado librería y bibliotecas y está siendo objeto de numerosos estudios y tesis doctorales, en cambio el tema español en la literatura marroquí es absolutamente desconocido. Incluso el interés por la literatura marroquí en España, no ha gozado del mismo privilegio que tuviera la literatura árabe en general. La escasez de traducciones y de estudios y antologías puede ser la razón del poco conocimiento que hay en España de la literatura marroquí actual. La proximidad geográfica no ha contribuido, pues, como era de esperar, a un mejor conocimiento, siquiera literario. Incluso el Protectorado español en Marruecos, que pudo constituirse –en principio- en coyuntura apropiada para que esa relación directa se produjera y diera los frutos adecuados, no fue de esta manera.

Y puede resultar extraño que en Marruecos exista una literatura de expresión francesa –llegando a constituir un fenómeno aparte- y no haya otra de expresión española, a pesar de que hubo nombres y circunstancias que podían haber dado frutos en este sentido…

…España, para el escritor marroquí, no es un país exótico ni lejano, ni siquiera le atrae como un opuesto cultural o como medio de evasión; más bien al contrario, al tratar el tema español se adentra más en su historia y en su identidad…

…Y en vano buscaríamos en la literatura marroquí textos para una antología sobre cualquier otro país europeo o africano, porque lo marroquí y lo español se complementan y se entretejen”

   Esta mirada de Djbilou, no exenta de cierto pesimismo, es del año 1992 y ciertamente es lapidaria. Sin embargo, es de justicia señalar los posteriores intentos que se vienen realizando por varios autores marroquíes que escriben en lengua española; ejemplo, la esforzada edición que supuso la antología La puerta de los vientos (Destino – Barcelona, 2004) –libro en el que se incluyen textos de autores como Abdelfattah Kilito, Ahmed Ararou, Mohamed Toufali, Mohamed Akalay, Darima Aomar Toufali, Mohamed Bouissef, Ahmed El Gamoun, Larbi El Harti, Mohamed Lahchiri, Mohamed Lemrini El-Ouahhabi, Mohamed Messari, Hamid el Ouarrad, Mohamed Sibari, Oumama Aouad, Ahmed Bouzfour o Rabia Rayhan (varios autores de Larache, hay que decirlo).

   Falta, incluso, alguno que, por afinidad, por nacimiento, he de mencionar por necesidad perentoria, tal es el caso del poeta larachense ya fallecido Mohamed Mamoun Taha Momata, al que nuestra asociación Larache en el Mundo rindió debido homenaje en su día, y que es autor de Lágrimas de una pluma (Editions Marocaines et Internacionales – Tánger, 1993) o de Susurros (Casablanca, 1995). Sin olvidar al exquisito Mohamed Mgara, y al extraordinario poeta tetuaní Abderrahman El Fathi, autor de África en versos mojados (Facultad de Letras de Tetuán, 2002) y Desde la otra orilla (Quórum Editores – Cádiz, 2004), y a otros tantos autores.

   El escritor Mohamed Lahchiri ha recordado en más de una ocasión el artículo publicado en el diario ABC el 8 de Julio de 2004, con ocasión de la presentación de la referida antología La puerta de los vientos, en el que se lee:

La puerta, la que se abre entre occidente y África; los vientos, los de la cultura y el entendimiento. Esa es la mejor forma de definir el espíritu con el que nace «La puerta de los vientos. Narradores marroquíes contemporáneos», publicado por Ediciones Destino y que ayer presentó en Madrid el escritor Lorenzo Silva, colaborador en la edición del libro. La obra se presenta como una recopilación de 26 relatos que nos acercan la realidad actual de Marruecos y que están escritos por 16 autores rifeños, 13 de los cuales emplean el español como lengua literaria. En este sentido, el libro es una apuesta personal del propio Lorenzo, ya que en su opinión «hay escritores marroquíes que escriben en castellano y que son de primera fila», autores que él mismo conocía y que deseaba hacer llegar al público español, tales como Ahmed Ararou o M. Lahchiri, a los que califica de «exquisitos».
A este respecto, el autor de «El alquimista impaciente» se quejó del poco interés que hay en nuestro país por publicar obras de autores extranjeros que escriben en nuestro idioma, lo que contribuiría a la difusión y estímulo del mismo.

   Dicho esto, retomo las palabras del profesor Djbilou: Y en vano buscaríamos en la literatura marroquí textos para una antología sobre cualquier otro país europeo o africano, porque lo marroquí y lo español se complementan y se entretejen”. Siendo así, resulta triste ese desconocimiento que se preocupa por denunciar de la literatura marroquí en España, que es absolutamente cierto. Pese a la proximidad, pese a una historia en común, la realidad se impone y estos débiles pasos que se han dado, esos intentos porque los autores marroquíes que escriben en español no sean unos absolutos desconocidos son aún débiles. Como también es patente la escasez de títulos de libros de autores marroquíes que escriben en árabe traducidos al castellano.

   En esta otra vertiente, el pasado año, en las Jornadas Culturales que organiza anualmente Larache en el Mundo en el mes de Agosto, en la Casa de la Cultura de Larache, se presentó un honestísimo trabajo de traducción y edición de otro poeta marroquí larachense: Mohamed Al Baki. A través del Centro Al Ándalus de Martil, Tetuán, y la asociación Desarrollo y Solidaridad, se publicó un cuaderno de poemas titulado simplemente Larache. Poemas, con traducción de la profesora María Dolores López Enamorado. Siendo modesto, el trabajo de edición es exquisito y no hace sino poner otro escalón más en este diseminado, por disperso, esfuerzo que realizan varios francotiradores por abrir las puertas a esos autores marroquíes absolutamente desconocidos en España.

   De modo que, desde esta perspectiva, es incuestionable que, pese a la interrelación, pese a que lo marroquí y lo español se complementa y se entreteje, el desolador panorama que ofrece el desconocimiento mutuo en materia literaria nos obliga a todos a hacer un esfuerzo de comprensión y de aprehensión que nos abra de par en par las puertas a la publicación y publicitación de esos autores marroquíes, ya lo sean escribiendo directamente en español –doblemente quijotesco su esfuerzo y valentía- o siendo traducidos al castellano desde su lengua materna, lo que nos deparará, seguramente, sorpresas gratificantes.

   Para concluir este modesto artículo de homenaje, añadiré que la penúltima llamada de Abdellah fue para decirme que no se encontraba muy bien, pero no me quiso desvelar la gravedad de su enfermedad. De hecho, habíamos convenido que viajaríamos para vernos en Larache, de nuevo. Cuando colgué el auricular, pensé que su voz no era la misma de siempre y que algo le preocupaba. Días después, volvió a llamar para decirme que iba a enviarme por correo su último libro y esta vez, aunque me aseguraba que estaba mejor, por alguna razón, sus palabras me supieron a despedida. Su último trabajo jamás me llegó. No tuvo tiempo.

Así que Abdellah Djbilou y yo tenemos aún pendiente un viaje y un libro.

Sergio Barce

En el diario digital Calle de Agua, también podéis leer un artículo en recuerdo de Djbilou, escrito por el periodista Abdelkhalak Najmi, entrando en el siguiente enlace:

http://www.diariocalledeagua.com/noticias_detalle.asp?id=194&c=3

Mohamed Sibari, Mohamed Laabi, Sergio Barce, Abdellah Djbilou, Mohamed Akalay y León Cohen

Mohamed Sibari, Mohamed Laabi, Sergio Barce, Abdellah Djbilou, Mohamed Akalay y León Cohen

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«LARACHE A TRAVÉS DE LOS TEXTOS», DE Mª DOLORES LÓPEZ ENAMORADO, SEGÚN FERNANDO DE ÁGREDA

Hablar de María Dolores López Enamorado es hablar de los días frenéticos de las jornadas que nuestra asociación cultural LARACHE EN EL MUNDO organizaba hace unos años. Lola, como la llamamos los amigos, siempre fue en esos instantes un puntal para nosotros, y personalmente un apoyo fundamental, que me enseñó a diseñar algunas de las actividades y a moverme  en algo que ella domina perfectamente: estructurar un evento cultural. Ahora me acuerdo de cómo me regañaba con algunas de mis meteduras de pata, pero así son los aprendizajes, y lo recuerdo todo con mucho cariño. Desde la distancia del tiempo, parece increíble que hiciésemos tantas cosas.

Portada de LARACHE A TRAVÉS DE LOS TEXTOS

En 2004, Lola publicó un libro que es obligada referencia para los larachenses y para quienes desean saber algo más de los libros que tienen a Larache como tema central o accidental: LARACHE A TRAVÉS DE LOS TEXTOS. En varias ocasiones me he referido a él, y he entresacado de sus páginas algunos de los pasajes o los textos recogidos en su momento por Lola. Llevaba un tiempo pensando en escribir sobre este libro cuando hace unas semanas nuestro entrañable amigo común el profesor Fernando de Ágreda me envió el texto que escribió en su momento cuando esta obra se publicó, y creo que sus palabras son más elocuentes que las que yo podría escribir, así que reproduzco lo que Fernando dijo del libro de Lola. (Solo una salvedad: cuando Fernando de Ágreda reseña el curriculum vitae de Mª Dolores López Enamorado se refiere obviamente a aquel año de 2004. Actualmente Lola es la Directora del Instituto Cervantes de Casablanca).

Sergio Barce, mayo de 2013 

LARACHE A TRAVÉS DE LOS TEXTOS. UN VIAJE POR LA LITERATURA Y LA HISTORIA

de Mª Dolores López Enamorado,

por Fernando de Ágreda 

 (Junta de Andalucía. Consejería de Obras Públicas y Transportes, 2004, 149 págs. y 36 en árabe)

Este libro es un bonito regalo que nos hace Lola López Enamorado, profesora de lengua y literatura árabes de la Universidad de Sevilla y, actualmente, Vicerrectora en la Universidad Internacional de Andalucía. Ha sido editado espléndidamente por la Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía, dentro del Proyecto cofinanciado por la Unión Europea. Se continúa así la magnífica colección en la que figuran otras obras como son Arquitectura y urbanismo español en el norte de Marruecos, de Antonio Bravo Nieto, del año 2000 y Larache. Evolución urbana, de parecida factura (en las que destacan la documentación, las fotografías y los textos en árabe) patrocinadas por el citado programa de la Unión Europea.

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