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TÁNGER EN EL CINE – 5ª ENTREGA

Y seguimos con Tánger como protagonista de cine.

CAFTAN D´AMOUR

En 1989 se estrena una producción marroquí, Caftan d´amour, del realizador tangerino Moumen Smihi, al que ya hemos mencionado antes; uno de los directores más prolíficos e importantes de Marruecos. El guión se basa en una obra de Paul Bowles.

La película comienza con una secuencia de sueño, en la que se nos presenta al personaje principal: Khalil, un joven que regenta una granja familiar cerca de la ciudad de Tánger. Khalil busca a la mujer de su vida y la ve en su sueño: una joven de una belleza excepcional. Decide entonces casarse con ella.

Por casualidad, en los callejones de la medina, conoce a la chica de su sueño. Su nombre es Rachida. Al casarse con ella, el sueño se convierte en pesadilla para Rachida, que sufre de lo que las mujeres de Tánger llaman la «enfermedad de la belleza», es decir, en términos de la medicina moderna, una escisión de personalidad. Ella se aleja de la realidad, al mismo tiempo que aleja a Khalil de su sueño y lo sumerge en un círculo infernal donde el sueño y la realidad se funden y fusionan…

La cinta está protagonizada por Nathalie Raiman, Mohammed Mehdi, Nazha Ragragui y el gran Larbi Doghmi. Música de Jorge Arriagada.

En los años noventa, la ciudad continúa sirviendo de perfecto lugar para algunos rodajes, en ocasiones para servir de escenario de alguna intriga o de decorado exterior para algún rodaje ambientado en otra ciudad que toma prestado de Tánger sus ropajes y su rostro.

EL CIELO PROTECTOR 1

Rodado en 1990 se estrena uno de los films ambientados en Marruecos más conocidos: El cielo protector (The sheltering sky), dirigida por el maestro Bernardo Bertolucci y basada en la novela de Paul Bowles, nombre mítico del Tánger literario.

La protagonizan unos inolvidables John Malkovich y Debra Winger, bien secundados por Campbell Scott, Jill Bennett, Timothy Spall y Amina Amrabi.

EL CIELO PROTECTOR 2

Narra el viaje de una pareja por Marruecos que, con esta excusa, tratan de recuperar una relación que está naufragando. Aunque no llega a la altura de la novela, sí se trata de un film interesante y atractivo.

Se rodó en escenarios de Tánger (como en el Hotel Continental y en el Hotel Minzah, por ejemplo), y también en Ouarzazate, Ait Benhaddou, Erfoud, el Atlas, y otras escenas en Níger y Argelia.

Con una maravillosa fotografía de Vittorio Storaro y música de Ryuichi Sakamoto.

EL SUEÑO DE TÁNGER

Al año siguiente, se estrenó la película española El sueño de Tánger (1991), de Ricardo Franco.

Interpretada por Fabio Testi, Maribel Verdú, Pastora Vega, Joaquín Hinojosa y Jilali Ferhati.

Con música de Alberto Iglesias y fotografía del maestro Javier Aguirresarobe, se rodó en su totalidad en Tánger.

Diego Muñoz relataba en El País que “La película nació como un sueño de aventuras en Marruecos, pero se convirtió, por problemas financieros del productor, en una auténtica pesadilla…” Rodada en 1985, no se pudo estrenar hasta el 91, y los intérpretes y técnicos se vieron forzados a poner dinero para acabar la película.

Sinopsis del film: Carlos, Daniel y Luis llegan a Tánger y recapacitan sobre los últimos años vividos por cada uno de ellos. Carlos, abatido por el suicidio de su mujer, vive encerrado en su bar, mientras Luis se ha convertido en el jefe de la Policía y Daniel es un experto contrabandista. Entre ambos surge un enfrentamiento lógico que, con la mediación de Carlos, no llega a males mayores. La situación se complica aún más cuando Carlos conoce a una joven de quince años de la que se enamora, sin saber que está relacionada con el más poderoso terrateniente de la comarca, que, además, trafica con armas.

Según la crítica era una película muy previsible.

AVEC MATISSE Á TANGER

Escena de AVEC MATISSE Á TANGER

En 1993, el director tanyaui Moumen Smihi, deja el cine de ficción para rodar un documental titulado Avec Matisse à Tanger.

En la primavera de 1912, tras una estancia en Moscú, Matisse se traslada a Tánger por consejo de sus amigo, en especial de Gertrude Stein. El documental se centra en esta época de su descubrimiento de la “orientalidad” tangerina.

LA NUIT SACRÉE

También de 1993 es la adaptación de la obra del escritor tangerino Tahar Ben Jelloun La nuit sacrée, dirigida por Nicolas Klotz, e interpretada por Amina Annabi, Miguel Bosé, Maité Nahyr, François Chattot y Carole Andronico.

El argumento es el siguiente: En la década de 1920, el sexo de la octava hija de una familia marroquí se mantiene oculto a todos. La familia la educa y la cría en la tradición de los varones hasta los 21 años bajo el nombre de Ahmed.

En estos años, tras la película mencionada de Bertolucci, varios documentalistas se interesan por la figura de Paul Bowles, que se convierte ya definitivamente en el icono literario tangerino para los europeos que visitan la ciudad.

PAUL BOWLES Y MOHAMED MRABET

PAUL BOWLES Y MOHAMED MRABET

En 1993 se estrena Un américain à Tanger, de Mohamed Ulad-Mohand. Documental sobre Paul Bowles, que protagonizan el autor americano y el escritor marroquí Mohamed Mrabet.

PAUL BOWLES - THE COMPLETE OUTSIDER

De 1994 es el primero de estos documentales, titulado Paul Bowles: The complete outsider, dirigido por Catherine Warnow & Regina Weinrich.

Incluye, además de al protagonista, entrevistas a Allen Ginsberg, Edouard Roditi o Aimé Serfati, entre otros escritores. El documental, que surge tras el éxito de la adaptación al cine de El cielo protector, trata de profundizar la obra del escritor americano y en su vida personal e íntima.

La música del film está compuesta por el propio Bowles.

PAUL BOWLES - HALBMOND

Y al año siguiente aparece un film curioso, una producción alemana titulada Paul Bowles: Halbmond, de Frieder Schlaich & Irene Van Alberti.

Se trata de un film compuesto de tres episodios basados en otros tantos relatos de Paul Bowles, los titulados: Historia de Lahcen e Idir, Parada en Corazón y Allal.

Está interpretado por Samir Guesmi, Khaled Ksouri, Veronica Quilligan, Said Zakir y el propio escritor.

Se rodó en Tánger y en Brasil. Proyectada en distintos festivales, obtuvo buenas críticas y varios premios.

MORIRÁS EN CHAFARINAS

También de 1995, es la producción española Morirás en Chafarinas, de Pedro Olea.

Un thriller con Jorge Sanz, Óscar Ladoire, Ernesto Alterio, María Barranco, Ramón Langa, Antonio Dechent, Achraff Boummina y Mohamed Ouaglou, e incluso Antonio de la Torre y Pepón Nieto.

La trama se centra en Jaime, un cabo de guardia en el cuartel de regulares de Melilla, que nunca olvidará el domingo en el que uno de sus centinelas, tras inyectarse heroína adulterada, organizó un altercado en un barrio árabe para posteriormente arrojarse desde el minarete de la mezquita.

Luis Martínez escribió a propósito de Morirás en Chafarinas que “…la novela homónima de Fernando Lalana da pie a un thriller cuartelero tan atípico como resuelto. Perdidos en un islote de los que su sola contemplación justifica la objeción de conciencia, un grupo de soldados se enreda en una embarrada trama de drogas, cuernos y aventuras de aire exótico. Sin aspavientos y con el pulso debido, el director de El maestro de esgrima construye una cinta con el beneficio de la efectividad.”

El rodaje se repartió entre Madrid, Almería, Aranjuez, Melilla, Chefchaouen y Tánger. La música es de Bernardo Bonezzi.

STEPHEN WHITTAKER

STEPHEN WHITAKKER

El policía de Tánger (Tangier cop, 1997), dirigida por Stephen Whittaker, es un film británico en cuyo reparto encontramos a Sean Chapman, David Schofield, Pastora Vega y Nadim Sawalha.

De este film curiosamente, no he encontrado ninguna imagen, salvo la foto de su director. 

Su argumento, basado en un texto de George Simenon, es el siguiente: Yaasin, un policía de Tánger alcoholizado (al que da vida el actor Donald Sumpter), pasa la mayor parte de su tiempo en un exclusivo burdel. Mientras tanto, llegan a la ciudad varios personajes turbios y perdedores, unos para efectuar pequeños robos y otros para buscar un talismán. Cuando aparece el cadáver de uno de estos personajes, Yaasin ha de tomar una decisión…

LEGIONNAIRE - SOLDADOS DE FORTUNA

También Jean-Clade Van Damme recaló en Tánger para rodar, en 1998, Soldados de fortuna, cuyo título original es Legionnaire, que dirigió Peter MacDonald.

Film de acción y aventuras, ambientado en los años veinte del siglo pasado, narra los avatares de Alain, un boxeador que vive en Marsella. Perseguido por un mafioso que desea cobrarse una deuda con él, escapa para enrolarse en la Legión Extranjera y es enviado a Marruecos… Curioso un legionario de la época usando artes marciales… Un film de escaso valor, salvo el anecdótico.

Según me contaron, se rodó una escena en Madame Porte, y pagaron muy bien a su dueño por cederles el local para esa filmación y para indemnizarle por los destrozos causados (pero no sé si es una leyenda urbana o real).

Junto a Jean-Claude Van Damme, actúan en la cinta Steven Berkoff, Abewale Akinnuoye-Agbaje, Nicholas Farrell, Jim Carter y Kamel Krifa.

Se rodó en Ouarzazate, Erfoud y Tánger.

CHRONIQUES MAROCAINES

Producción marroquí es Chroniques marocaines, de 1999, y dirigida por el director tangerino Moumen Smihi, al que venimos siguiendo en estos artículos.

Sinopsis del film: Como dicta la tradición, una mujer de Tánger que vive sola con su hijo decide circuncidarlo, y, para consolarlo, le cuenta tres historias que poco a poco dibujan un retrato del Marruecos de hoy…

Está protagonizada por Aicha Mahmah, Tarik Jamil y Miloud Habachi.

KASBAH

Otra producción española, de 2000, es Kasbah, de Mariano Barroso.

Film interpretado por Ernesto Alterio, Mohamen Mehdi Ouazanni, Elena Ballesteros, Adolfo Fernández, Natalia Verbeke, José Sancho, Omar Berdouni y Lucía Jiménez.

Argumento: Mario, un joven ambicioso y modesto, lleva algún tiempo trabajando en una empresa española ubicada en Marruecos y propiedad de Víctor Jávaga a la espera de poder regresar a España para desempeñar un cargo mejor remunerado. Acaba de llegar la oportunidad que tanto ha esperado, pero antes tiene que cuidar a Laura, la hija pequeña de su jefe, que va a realizar un viaje de vacaciones por el continente africano empezando por Marruecos. Lo que parece un asunto sin importancia pronto se convierte en un infierno cuando Laura desaparece como por arte de magia. Pero esto sólo es el comienzo de la pesadilla para Mario, ya que las únicas huellas de la desaparición le señalan a él como responsable. La policía marroquí y los padres de la chica culpan al joven, y éste no puede demostrar lo contrario, pese a ser inocente. Obligado a encontrar como sea a la muchacha, emprende una desesperada búsqueda por todo el país africano, acompañado de Brahim, un marroquí que dice tener una pista un tanto incierta sobre el paradero de la joven.

La crítica destaca el trabajo de Ernesto Alterio y el resto de los actores. En este film, Barroso usa la intriga y el formato de road-movie para plantearnos varios conflictos personales y familiares entre padre e hija. Y también la búsqueda de la propia identidad.

Se rodó en Ouarzazate, Marrakech y Tánger.

THE ADVENTURES OF YOUNG INDIANA JONES...

Curiosamente, en la serie producida por George Lucas del joven Indiana Jones, encontramos un episodio rodado en el año 2000, titulado The adventures of Young Indiana Jones: my first adventure, episodio dirigido por Jim O´Brien & M. Schultz, que recala en Tánger, aunque también se rodó en varias ciudades españolas, en Praga y en Egipto.

FRONTIÈRES

Y de 2001 es el film francés Frontières, film dirigido por el actor Mostefa Djadjam, que protagonizan Lou Dante, Clarisse Luambo, Ona Lu Yenke, Diouc Koma y Tadie Tuane.

Se trata de una película que aborda el problema de la inmigración. Siete africanos, una mujer y seis hombres, deciden llegar de manera ilegal a Europa para comenzar una nueva vida. Juntos, enfrentan peligros y obstáculos, pero a medida que se acercan a Tánger, la última parada antes de llegar a España y a la «libertad», su solidaridad comienza a desmoronarse.

Se rodó entre Casablanca, Erfoud y Tánger. Ha sido galardonada en algunos festivales y tiene buenas críticas.

Sergio Barce, julio 2020

SEGUIRÁ – To be continued…

 

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SERIES DE TELEVISIÓN EN CONFINAMIENTO

Los que me conocéis, sabéis perfectamente que en mi literatura hay una clara influencia del lenguaje cinematográfico y, de hecho, muchos lectores y algunos de los autores de las reseñas de mis novelas, subrayan ese aspecto de mi manera de narrar, y confiesan que son capaces de ir visualizando las páginas de mis libros a medida que avanzan en sus tramas. Y también sabéis que se debe a que soy un cinéfilo empedernido desde mi más tierna infancia.

He ido al cine casi todos los fines de semana de mi vida, y no exagero; asiduo del cineclub universitario en Málaga, espectador en academias y cineclubs más modestos, como la academia Kaplan, y he sido un amante tanto de las sesiones dobles como de los cines de verano, y echo de menos todo eso.

Centauros del desierto 1

También he sido un fiel seguidor de series de televisión, y también desde mi más tierna infancia. Un día, con unos amigos, nos pusimos a recordar títulos de series que habíamos visto en nuestra infancia y adolescencia, y el resultado era increíble, nombramos sin parar decenas de títulos y hasta recordábamos sus melodías de cabecera. Y todo eso ha de influir en mi forma de contar una historia, por supuesto, junto a los libros que uno ha ido leyendo y sigue leyendo. Un hito en todo esto, no hay que decirlo, fue escribir con mi hijo Pablo el guión del cortometraje El nadador, que tantas satisfacciones nos ha dado. Y ya vamos a por el segundo.

Y ahora va y llega el confinamiento. Ya no podemos acudir a una sala de cine (aunque voy últimamente menos porque me están echando de las salas esas máquinas que ahora han instalado y que escupen los tickets en vez de atenderme un o una taquillero/a, deshumanizando el rito que suponía ponerte en fila y luego sacar tu entrada, y porque han inundado las salas de películas mediocres y malas, aunque en Málaga siempre nos queda el Cine Albéniz como última torre albarrana).

bogart

En fin, a lo que iba: que llegado el confinamiento, por las  noches, veo mucho cine clásico, lo más seguro para ver algo de calidad, y así han caído varios Wilder, Huston, Malle, Ford, Mankiewicz, Scola, Welles… Y un pequeño maratón de películas con Humphrey Bogart. O sea, palabras mayores. Recomiendo encarecidamente que volváis a ver o que veáis por vez primera En un lugar solitario (In a lonely place, 1950) de Nicholas Ray, con Bogart, si lo que deseáis es disfrutar de diálogos maravillosos. Y además de cine clásico, y alguna cinta actual, series de televisión, en las que, hay que decirlo, es donde últimamente se encuentran los mejores guionistas.

Durante estos días he visto varias series, pero os recomiendo las siguientes:

The new Pope (2020) de Paolo Sorrentino. Continuación de la magnífica The young Pope. Original, inteligente, diferente, divertida y dramática, una joya rodada como el mejor cine; con una música espectacular y con una puesta en escena deslumbrante. Magníficos los actores, Jude Law y John Malkovich, claro, pero atención especial a Silvio Orlando, un actor excepcional, y muy grata la presencia del gran Javier Cámara. 

The new Pope

Otra serie de TV excelente es El espía (The spy, 2019) de Gideon Raff. Rodada en Marruecos, recrea la vida real de Eli Cohen, un espía judío que se infiltró en las altas esferas de Siria hasta llegar a ocupar el puesto de Viceministro de Defensa del país que espiaba. Una historia increíble que te mantiene en tensión aun cuando conozcas el final de la historia. Sacha Baron Cohen, el más irreverente de los humoristas, sorprende por la calidad de su trabajo dando vida al protagonista.

The spy

The night of (2016) de Steven Zailian, es otra serie muy recomendable. Cuenta la historia de un chico americano, de ascendencia pakistaní, acusado de un asesinato que puede que no haya cometido. Magnífico el trabajo de John Turturro como el abogado que se hace cargo del asunto, un profesional que vive de asuntos de pequeña monta y que tiene un grave problema de piel, con unos eccemas que repelen a quienes lo rodean y le causa un problema permanente de imagen y de ansiedad. Muy buena trama hasta la resolución del asunto. 

The night of

Y la que, junto a The new Pope, destacaría: Halt and catch fire (2014-2017). El episodio piloto y varios más están bajo la batuta de Juan José Campanella, el director de la inolvidable El secreto de sus ojos. Es decir, de nuevo, una serie rodada como el mejor cine. Pues bien, Halt and catch fire me ha sorprendido en muchos aspectos. En primer lugar, el hecho de que se trate de una historia ambientada en los 80 en el mundo de los ordenadores, algo que a mí no me atrae nada, pero los guionistas son tan buenos que, poco a poco, los personajes te van atrapando en una red invisible y has de seguir viendo cada temporada hasta que llegas a la cuarta y última y entonces es ahí precisamente cuando eres consciente de que te has metido de lleno en sus vidas y en la historia.

HALT AND CATCH FIRE actores

Hacía mucho tiempo que una película o una serie no me emocionaba de esta manera. En los capítulos finales, de lo mejor que he visto tanto en su forma de ser narrados como en su planteamiento estético y formal, pero sobre todo narrativo, es donde el pecho se me encogió, literalmente, y sentí el dolor, la frustración y la pena de sus personajes. Muy recomendable. Y llamo la atención por los actores principales: Lee Pace, intérprete enormemente carismático, Mackenzie Davis, Kerry Bishé y, sobre todos, Scoot McNairy. Acabé de ver esta serie hace días y aún sigo pensando en ella.

Sergio Barce, abril 2020

 

 

 

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Diálogos de películas 13

Don Juan DeMarco <1994> de Jeremy Leven

Toda mujer es un misterio por resolver, pero ninguna mujer le oculta nada a un amor verdadero. El color de su piel nos indica como debemos proceder, si posee el tono de una rosa en primavera, suave y pálida, hay que acariciarla para que abra sus pétalos con el ardor del sol. Y la piel pálida y pecosa de una pelirroja, evoca la lujuria de una ola que rompe en la playa. Removiendo lo que yace debajo y haciendo emerger el espumoso deleite del amor. Aunque ninguna metáfora describe con justicia el hecho de hacer el amor con una mujer, la analogía más próxima sería la de tocar un instrumento musical poco común. Me pregunto si un violín stradivarius siente el arrebato del violinista cuando éste extrae una sola nota perfecta de su corazón.

 

El amante <L´amant, 1992> de Jean-Jacques Annaud

– ¿Has venido porque tengo dinero?
– No lo sé. He venido porque me gustas.
– ¿Te gustaría también si fuese pobre?
– Me gusta como eres, con tu dinero.


El Apartamento <The apartment, 1960> de Billy Wilder

¿Cuántos días son necesarios para desintoxicarse uno de la persona amada? Tendría que inventarse una sonda para lavar el corazón.

El piano <The piano, 1993> de Jane Campion

Ada… Ada… Soy infeliz. Porque… te deseo. Porque mi mente no puede pensar en otra cosa más que en ti. Por eso sufro. Estoy… estoy enfermo de deseo. No como, no duermo… Así que si has venido y no sientes algo por mí, mejor vete… Vete….Vete… Sal de aquí… ¡Márchate!

Las amistades peligrosas <Dangerous liaisons, 1988> de Stephen Frears

Hasta que os conocí, había conocido el deseo; el amor, jamás.

 

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FELIZ NAVIDAD – MERRY CHRISTMAS

Como cada año, es un reto felicitaros de una manera original, pero creo que entre mis hijos y yo hemos dado con algo que a todos nos puede alegrar algo: buenos libros y mejores películas. Así que, con la portada de dos magníficos libros de relatos, los de Navidad de Dickens, y los cuentos de Capote, en cuyo volumen se recogen dos cuentos de navidad imborrables, y el póster de esa obra maestra del cine que es QUÉ BELLO ES VIVIR de Frank Capra, os deseo, junto a mis hijos Pablo y Sergio jr, lo mejor en estas fiestas. FELIZ NAVIDAD!

Y PARA QUE EL DULCE SEA DULCE DEL TODO, LO MEJOR ES LEER UNO DE LOS MEJORES CUENTOS CON LA NAVIDAD COMO TELÓN DE FONDO, UN RELATO EXTRAORDINARIO DE TRUMAN CAPOTE, TITULADO PRECISAMENTE UNA NAVIDAD:

Primero, un breve preámbulo autobiográfico. Mi madre, mujer excepcionalmente inteligente, era la chica más guapa de Alabama. Todo el mundo lo decía, y era verdad. A los dieciséis años se casó con un hombre de negocios de veintiocho que provenía de una buena familia de Nueva Orleáns. El matrimonio sólo duró un año. Ella era demasiado joven tanto para ser madre como para ser esposa; era además demasiado ambiciosa: quería ir a la universidad para tener una carrera. De modo que abandonó a su marido; y, por lo que a mí se refiere, me dejó al cuidado de su numerosa familia de Alabama. 

Durante años, rara vez vi a mis padres. Mi padre tenía asuntos en Nueva Orleáns, y mi madre, tras graduarse, comenzaba a abrirse camino en Nueva York. En lo que a mí me concernía, ésta no era una situación desagradable. Era feliz donde me hallaba. Tenía a muchos parientes cariñosos conmigo, tías y tíos y primos y, especialmente, una prima ya mayor, con el pelo canoso, una mujer ligeramente tullida llamada Sook. Miss Sook Faulk. Tenía a otros amigos, pero ella era, con mucho, mi mejor amiga.  

EDMUND GWENN como Santa Claus

 Fue Sook quien me habló de Papá Noel, de su espesa barba, su traje rojo y su ruidoso trineo cargado de regalos, y yo la creí, del mismo modo que creía que todo era voluntad de Dios, o del Señor, como siempre le llamó Sook. Si tropezaba, o me caía del caballo, o pescaba un gran pez en el riachuelo, bueno, para bien o para mal, todo era por voluntad del Señor. Y eso fue lo que dijo Sook al recibir las alarmantes noticias de Nueva Orleáns: mi padre quería que yo fuese a pasar con él la Navidad.    

Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook me peinara el pelo con los dedos y me besara para darme las buenas noches. Además, me asustaban los extraños, y mi padre era un extraño. A pesar de haberlo visto varias veces, su imagen se confundía en mi memoria; ignoraba qué aspecto tenía. Pero como decía Sook: <Es la voluntad del Señor. Y, quién sabe, Buddy, quizás hasta veas la nieve>.  

RICHARD ATTENBOROUGH como Santa Claus

¡Nieve! Hasta que aprendí a leer por mí mismo, Sook me leyó muchos cuentos, y parecía haber cantidad de nieve en la mayoría de ellos. Deslumbrantes copos de ensueño deslizándose por los aires. Era algo con lo que siempre soñaba; algo mágico y misterioso que deseaba ver y sentir y tocar. Por supuesto, ni Sook ni yo nunca lo habíamos hecho; ¿cómo habríamos podido hacerlo viviendo en un lugar tan caluroso como Alabama? No sé cómo pudo pensar que yo vería nieve en Nueva Orleáns, ya que Nueva Orleáns es aún más calurosa. Pero qué más da. Trataba de infundirme coraje para emprender ese viaje.

Me dieron un traje nuevo. Me colgaron en la solapa una tarjeta con mi nombre y mi dirección. Eso, por si me perdía. E1 caso es que iba a hacer el viaje solo. En autobús. En fin, todos pensaron que estaría a salvo con mi tarjeta. Todos, excepto yo. Estaba asustado; enfadado. Furioso con mi padre, ese extraño, que me forzaba a abandonar mi casa y a separarme de Sook por Navidad.

Se trataba de un viaje de cuatrocientas millas, poco más o menos. Mi primera parada fue Mobile. Allí, cambié de autobús, y viajé horas y horas por tierras pantanosas a lo largo de la costa hasta llegar a una ciudad ruidosa, con tranvías tintineantes y mucha gente peligrosa con pinta extranjera.

Era Nueva Orleáns. 

Y, de pronto, al bajar del autobús, un hombre me rodeó con sus brazos cortándome la respiración; reía y lloraba: un hombre alto y apuesto, riendo y llorando. Dijo:

– ¿No me conoces? ¿No conoces a tu padre?

Yo había enmudecido. No dije una sola palabra hasta que, al fin, mientras ya íbamos en un taxi, le pregunté:

– ¿Dónde está?

– ¿La casa? No muy lejos.

– No, la casa no. La nieve.

– ¿Qué nieve?

– Creía que habría un montón de nieve.    

Me miró con extrañeza, pero acabó por reír. 

JOHN MALKOVICH Santa Claus

 – Nunca ha nevado en Nueva Orleáns. Al menos que yo sepa. Pero escucha:
¿oyes ese trueno? Seguro que va a llover.

No sé qué es lo que más me asustaba, si el trueno, los fulminantes rayos que lo seguían o mi padre. Aquella noche, al acostarme, seguía lloviendo. Recité mis oraciones y recé para estar pronto de vuelta en casa con Sook. No sabía cómo iba a poder dormirme sin que ella me hubiera dado el beso de buenas noches. Lo cierto es que no conseguía quedarme dormido, de modo que me puse a pensar en lo que me traería Papá Noel. Quería un cuchillo con el mango de nácar. Y un gran rompecabezas. Un sombrero de cowboy con un lazo de rodeo. Un rifle BB para matar gorriones. (Años más tarde, tuve una escopeta BB con la que maté un sinsonte y un mirlo, y jamás he podido olvidar cuánto lo sentí y cuánta pena me dio; nunca volví a matar otra cosa, y todos los peces que pesqué los devolví al agua.) También quería una caja de lápices. Y, más que cualquier otra cosa, una radio, pero sabía que era imposible: no conocía ni a diez personas que tuvieran radio. Recordarán que era la época de la Depresión, y en el Profundo Sur eran muy pocas las casas que tuvieran radio o refrigerador.

Mi padre tenía las dos cosas. Parecía tenerlo todo: un coche con el asiento trasero descubierto, por no hablar de una casita color rosa en el Barrio Francés, con balcones de hierro forjado y un patio interior ajardinado, lleno de flores y refrescado por una fuente en forma de sirena. También tenía media docena, por no decir toda una docena, de amigas. Al igual que mi madre, mi padre no había vuelto a casarse; pero los dos tenían a admiradores asiduos, y, quisiéranlo o no, antes o después recorrieron el camino del altar; en realidad, mi padre lo recorrió seis veces. 

Pueden, pues, comprobar que tenía un gran encanto; y, de hecho, parecía seducir a la mayoría de la gente, a todos menos a mí. Eso era lo que me azoraba tanto, siempre arrastrándome de aquí para allá para que conociera a sus amigos, a todos, desde el banquero hasta el barbero que le afeitaba cada día. Y, naturalmente, a todas sus amigas. Y lo que es peor: se pasaba el tiempo besándome, achuchándome y presumiendo de mí ¡Me sentía tan avergonzado! Primero, no había nada de qué presumir. Yo era un auténtico chico de campo. Creía en Jesús y rezaba concienzudamente mis oraciones. Estaba convencido de que existía Papá Noel. Y, en mi casa de Alabama, excepto para ir a la iglesia, nunca llevaba zapatos, ni en invierno ni en verano. 

Era una auténtica tortura ser arrastrado por las calles de Nueva Orleáns dentro de aquellos zapatos fuertemente atados, calientes como el infierno, tan pesados como de plomo. No sé qué era peor, si los zapatos o la comida. En mi casa estaba acostumbrado al pollo a la parrilla, a las verduras estofadas, a las judías con mantequilla, a pan de maíz y a otras cosas reconfortantes ¡Pero esos restaurantes de Nueva Orleáns! Nunca olvidaré mi primera ostra, era como un mal sueño deslizándose por mi garganta; transcurrirían décadas antes de que volviera a probar otra. En cuanto a toda esa comida criolla cargada de especias, sólo pensarlo me da acidez. No señor, yo añoraba las galletas recién sacadas del horno, la leche fresca de vaca y la melaza casera.  

BILLY BOB THORNTON Bad Santa

 Mi pobre padre no tenía ni idea de cuán desgraciado era yo, en parte porque nunca dejé que lo notara ni porque jamás se lo dije; en parte porque, aunque mi madre protestara, él se las había ingeniado para conseguir mi custodia legal durante las vacaciones de Navidad.

Me decía:

– Di la verdad, ¿no quieres venir a vivir aquí conmigo, en Nueva Orleáns?

– No puedo.

– ¿Qué significa que no puedes?

– Añoro a Sook. Añoro a Queenie; tenemos un conejito de Indias muy divertido. Lo queremos mucho.

Dijo mi padre:

– ¿Es que a mí no me quieres?

Dije yo:

– Sí. 

Pero la verdad es que, a excepción de Sook y de Queenie y de unos pocos primos y de un retrato de mi hermosa madre al lado de la cama, no tenía una idea muy clara de lo que significaba querer.

Pronto lo descubrí. La víspera de Navidad, mientras caminábamos por Canal Street, me paré en seco, extasiado ante un objeto mágico que vi en el escaparate de una gran tienda de juguetes. Era la maqueta de un avión lo bastante grande como para sentarse dentro y pedalear como en una bicicleta. Era verde y tenía una hélice roja. Estaba convencido de que, si pedaleaba con la suficiente energía, ¡el avión despegaría y levantaría el vuelo! ¡Habría sido algo fantástico! Ya podía ver a mis primos en el suelo mientras yo volaba por entre las nubes ¡Ver para creer! Reí; reí y reí. Fue la primera vez que mi padre pareció sentirse a gusto conmigo, aunque no imaginara qué era lo que me había parecido tan divertido. 

Aquella noche recé para que Papá Noel me trajera el avión.  

Mi padre había comprado ya un árbol de Navidad, y estuvimos un montón de tiempo en un supermercado eligiendo cosas para adornarlo. Entonces, cometí un error. Coloqué un retrato de mi madre bajo el árbol. En el momento en que mi padre lo vio, se puso pálido y empezó a temblar. Yo no sabía qué hacer. Pero él sí. Fue hacia un armario y sacó de él una botella y un vaso largo. Reconocí la botella porque todos mis tíos de Alabama guardaban otras exactamente iguales ¡Puro Moonshine, licor destilado ilegalmente durante la Prohibición! Llenó el vaso y se lo bebió entero de un trago. Hecho esto, fue como si el retrato se hubiera desvanecido.  

TIM ALLEN es Santa Claus

Esperé, pues, la Nochebuena y el siempre excitante advenimiento del orondo Papá Noel. Por supuesto, jamás había visto ese pesado y ruidoso gigante con la panza hinchada dejarse caer por la chimenea y exhibir alegremente su generosidad bajo un árbol de Navidad. Mi primo Billy Bob, que era un miserable enanito, pero que tenía un cerebro como un puño de hierro, afirmaba que todo eso era una tontería, que no existía semejante criatura.

– ¡Vaya! –dijo-. Creer que un Papá Noel existe es como creer que una mula es un caballo.    

Esta disputa tenía lugar en la plaza del pequeño juzgado. Le contesté:

– Existe un Papá Noel porque lo que hace es voluntad del Señor, y todo lo que es voluntad del Señor es verdad.

Y, escupiendo en el suelo, Billy Bob se alejó:

– ¡Bueno, parece que tenemos a otro predicador entre nosotros!    

Siempre me hacía a mí mismo la promesa de no dormir en Nochebuena, quería oír el baile saltarín del reno en el tejado y quedarme allí, al pie de la chimenea, esperando a Papá Noel para saludarle. Y, aquella Nochebuena en particular, nada me parecía más fácil que permanecer despierto.

La casa de mi padre tenía tres pisos y siete habitaciones, algunas espaciosas, sobre todo las tres que daban al jardín del patio: el salón, el comedor y una sala de música para los que querían bailar, tocar música y jugar a las cartas. Los dos pisos superiores estaban adornados con balcones de hierro forjado, cuyos intrincados barrotes verde oscuro se hallaban delicadamente entrelazados con buganvilla y rizadas guirnaldas de orquídeas, planta ésta que parece un lagarto chasqueando su lengua roja. Era el tipo de casa ostentosa con suelos encerados. Algún mimbre por aquí y algún terciopelo por allá. Podría haber sido confundida con la casa de un rico; pero era más bien la casa de un hombre con pretensiones de elegancia. Para un pobre (pero feliz) chico descalzo de Alabama, era todo un misterio el modo en que se las arreglaba para satisfacer esta aspiración.

Por el contrario, no había misterio alguno en lo que se refiere a mi madre, quien, tras graduarse en la universidad, se esforzó por ejercer todos sus encantos mientras luchaba por encontrar en Nueva York al novio adecuado que pudiera permitirle vivir en pisos de Sutton Place y adquirir abrigos de marta cebellina. No, los recursos de mi padre le eran de sobra conocidos aunque nunca mencionara el asunto hasta años después, cuando ya había conseguido poder comprarse collares de perlas que colgaban de su cuello envuelto en pieles. 

Había ido a visitarme a uno de esos internados esnobs de Nueva Inglaterra (donde mi enseñanza era costeada por su rico y generoso marido), cuando algo que comenté la enfureció; y gritó:

– ¡Conque no sabes por qué vive tan bien! Yates y cruceros por las islas griegas. ¡Pues gracias a sus mujeres! Piensa en esa larga lista: todas viudas, todas ricas. Muy ricas. Y todas mucho mayores que él. Demasiado viejas para que cualquier joven sensato se case con ellas. Es por lo que eres su único hijo. Y ésta es la razón por la que jamás volveré a tener otro; yo era demasiado joven para tener hijos, pero él era una bestia, y acabó conmigo, me estropeó.      

TRUMAN CAPOTE

 <Just a gigolo, everywhere I go, people stop and stare… Moon, moon over Miami… This is my first affair, so please be kind… Hey, mister, can you spare a dime?… Just a gigolo, everywhere I go, people stop and stare… >

Mientras estuvo hablando (yo intentaba no escuchar, porque, al decirme que mi nacimiento había acabado con ella, estaba ella acabando conmigo), estas melodías, u otras semejantes, merodeaban por mi cabeza. Me ayudaban a no escucharla, y me recordaban la extraña e inolvidable fiesta que dio mi padre en Nueva Orleáns en aquella Nochebuena. 

Iluminaron el patio de velas, al igual que las tres habitaciones que daban a él. Sigue leyendo

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