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«SEXO Y MENTIRAS. LA VIDA SEXUAL EN MARRUECOS», UN LIBRO DE LEILA SLIMANI

El sexo es un tema recurrente y fundamental en la narrativa de los escritores marroquíes. Hay están títulos como El pan a secas (Al jubz al-hafi, 1972) de Mohamed Chukri, Aixa, el cielo de Pandora (2007) de Mohamed Bouissef Rekab, El último patriarca (L´ultim patriarca, 2008) de Najat el Hachmi, Mi Marruecos (Mon Maroc, 2009) de Abdelá Taia, o No (2016) de Said El Kadaoui Moussaoui, por nombrar solo algunas de las novelas, diarios o relatos autobiográficos a los que he dedicado algún artículo.

El libro de Leila Slimani, Sexo y mentiras. La vida sexual en Marruecos (Sexe et mensonges. La vie sexuelle au Maroc, 2018) lo aborda sin embargo desde otra perspectiva con este interesante ensayo que nace de varias entrevistas que, a lo largo del tiempo, la autora realiza a mujeres marroquíes. Y el resultado es un retrato real y descarnado de la realidad sexual del país. Una realidad que se mueve en ese extraño y complicado equilibrio entre tradición,  religión, costumbres e hipocresía, y modernidad, libertad, ruptura y represión.

Sexo y mentiras portada

Nur, una de las mujeres entrevistadas por Leila Slimane, cuenta:

“…En mi oficina, por ejemplo, soy la única que no lleva hiyab. Trabajo rodeada de hombres. Un día me puse una falda corta, y tenía la impresión de ir desnuda. Fue horrible. No lo volveré a hacer jamás.

Antes, nos reuníamos las amigas en casa de alguna de nosotras y lo pasábamos bien. En un momento dado, la cosa cambió. Las reuniones se convirtieron en veladas religiosas, y todas me preguntaban las razones por las que yo no me cubría la cabeza. Había una especie de competencia, de rivalidad, para ver quién era la más piadosa. Me niego a que me impongan ese chisme en la cabeza. Mi madre lleva pañuelo, y no me molesta. Puede que llegue el momento en que yo me lo ponga, pero tiene que venir de mí.”

Leila Slimane no se limita a reproducir lo que le cuentan esas mujeres, algunas de ellas confesándose abiertamente por vez primera, sufriendo incluso al hacerlo, pero derrochando una sinceridad y un gran arrojo. Leila además analiza los gestos de sus interlocutoras, sus reacciones ante sus preguntas, interpretando sus silencios. El ejercicio resulta conmovedor en ocasiones.

La elección de los personajes entrevistados también es un acierto, porque abre el abanico desde las mujeres más humildes (simples amas de casa, una prostituta…) hasta profesionales o mujeres independientes (una administrativa, una doctora…). El espectro es amplio y eso hace que el retrato sea más contundente. Porque lo que rezuman estas páginas es la evidencia de que el patriarcado sigue campando a sus anchas en Marruecos, de que la vida diaria de la mujer marroquí sigue desarrollándose bajo normas y leyes pensadas para que la mujer continúe siendo un ser sumiso e invisible, de que pese a los evidentes avances de los últimos años aún estamos muy lejos de ver a las mujeres sentarse solas libremente en las terrazas de los cafetines o fumando mientras pasean o vistiendo faldas cortas o pantalones demasiado ceñidos… Las convenciones y la religión cayendo como losas sobre ellas.

En el capítulo titulado “Asma Lamrabet” (cada capítulo de este libro arranca con el nombre de la persona entrevistada o de la que Leila Slimane habla) leemos lo siguiente:

“…Los musulmanes cuentan con una larga tradición escrita, mantenida por los eruditos, que no ven incompatibilidad entre las necesidades del cuerpo y las exigencias de la fe. La literatura y el arte eróticos florecieron en el período que va de los siglos IX al XIII, mientras la civilización islámica estaba en su apogeo. Como me recuerda el escritor Tahar Ben Jelloun: <La mayoría de los adolescentes de hoy han leído El jardín perfumado del jeque Nefzaui, escrito en el siglo XIV a petición de un príncipe que quería saber cómo hacer el amor y obtener el máximo placer. No debemos olvidar que el texto comienza con la fórmula Bismillabi arrabman arrabim, es decir, En el nombre de Dios, el Misericordioso, el Compasivo>.

(…) …Para el tunecino Abdelwahab Bouhdiba, que publicó en 1975 La Sexualité en Islam, una obra convertida en clásica, la visión severa, puritana y sombría de la sexualidad está en contradicción con el propio espíritu del islam. Para él: <Redescubrir el sentido de la sexualidad es redescubrir el sentido de Dios, y a la inversa. (…) Una sexualidad plena equivale a una libertad ganada>. En su libro, Bouhdiba recuerda una perspectiva olvidada de la sexualidad en el islam: la de una relación carnal jubilosa, placentera. Narra una cultura en la que el cuerpo no se niega ni se reprime y en la que el coito se asimila a un momento de oración. Según él, la solución no consiste en calcar el modelo occidental en las sociedades musulmanas. Hay que encontrar una tercera vía y liberar el sexo con la religión en lugar de contra esta.”

Leila Slimane

LEILA SLIMANE

Lo religioso lo impregna todo, y si la interpretación es estricta y restrictiva, la represión se hace casi insoportable. Leila Slimane no elude su posicionamiento y es crítica con esa sociedad machista que anula el desarrollo individual de la mujer marroquí. De entre esos personajes que retrata en su ensayo, quizá sea el de Malika el que más me ha conmovido. Malika le cuenta a Leila su dura lucha diaria por mantenerse como una mujer independiente, pero nada es fácil. Su soltería es ya un problema en sí misma. Relata Leila Slimane:

“…Si sigue soltera no es por casualidad. Malika parece haber sufrido muchos desengaños amorosos. <El tipo con quien yo salía, que estudió en el liceo francés, era muy abierto, muy comprensivo. Sin embargo, a la hora de casarse lo hará con una chica más joven que él, y virgen. Al mismo tiempo, se jactaba de acostarse habitualmente con prostitutas. Cuando me enfadé por su actitud, me dijo: “Eres una intolerante. Estoy en mi derecho de querer follar y a la hora de casarme elegir una novia virgen”. No lo consideraba como una esquizofrenia. Al igual que la de muchos hombres, su sexualidad es inmadura>. Malika ha repetido varias veces que los hombres tienen más oportunidades de elegir, aunque padezcan también esa hipocresía…

(…) En Marruecos es difícil para una mujer que no esté casada llevar una vida social; a partir de cierta edad, resulta imposible si no estás en pareja…”

Esta última frase de Leila Slimane es lapidaria, y me transmite una sensación de tristeza. Leer estas confesiones, sin embargo, nos devuelve la fe en la fuerza de estas mujeres. Mujeres que, en algunos casos, caminan a contracorriente, pero con una seguridad apabullante. Sin embargo, es evidente que queda mucho por recorrer y que el sendero está lleno de trampas y de peligros.

Sexo y mentiras abre una puerta que permanecía cerrada, y nos permite ser testigos de los sentimientos mas íntimos de estas mujeres a las que admiro profundamente.

Sergio Barce, mayo 2019

Sexo y mentiras. La vida sexual en Marruecos (Sexe et mensonges. La vie sexuelle au Maroc, 2018) está editado por Cabaret Voltaire, con traducción de Malika Embarek López.

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A PARTIR DEL 26 DE SEPTIEMBRE «LA JAIMA» DE MOHAMED CHUKRI, EN LAS LIBRERÍAS

Cabaret Voltaire edita un nuevo libro de relatos de Mohamed Chukri, La jaima. Con traducción del árabe de Rajae Boumediane el Metini. El libro saldrá a la venta a partir del 26 de septiembre.

Más información en la web de la editorial Cabaret Voltaire, a través del siguiente enlace:

http://www.cabaretvoltaire.es/index.php?id=293

La jaima

La jaima es, tras El loco de las rosas, la segunda recopilación de cuentos de Mohamed Chukri. Quince relatos, fechados entre 1967 y 1998, en los que nos reencontramos con el mismo autor que, como ningún otro, ha destripado rabiosamente las mezquindades más inconfesables de la sociedad marroquí. También recobramos ese estilo directo, descarnado e inmisericorde con el que desnuda su alma y la de sus personajes. En estos relatos, que son un viaje físico, no hay censura ni comedimiento cuando Chukri decide adentrarse en las entrañas de Tánger, de Ifrán, de Rabat o de Azrú. Pero no se trata de ningún recorrido folklórico o turístico, es un descenso a los infiernos de la miseria. Como Jean Genet, Mohamed Chukri está al lado de los olvidados y de los marginados a los que, pese a su manera de sobrevivir, comprende y protege.

En librerías el 26 de septiembre

portada_la jaima

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LARACHE EN «EL PAN A SECAS» (AL-JUBZ AL-HAFI) DE MOHAMED CHUKRI

En El pan a secas (Al-jubz al-hafi) de Mohamed Chukri, la obra más emblemática y revolucionaria del panorama literario marroquí, de 1972, aparece Larache.

El pan a secas - portada
Aunque será más tarde, como ya escribí en otro artículo, en concreto en Tiempo de errores, cuando Larache tenga realmente un verdadero protagonismo en la obra de Chukri. Pero es aquí, en El pan a secas, cuando ya anuncia lo que será el cambio más trascendental de su vida: su marcha a Larache, donde aprenderá a leer y escribir, sus armas más poderosas, los instrumentos que lo sacarán de la miseria.
Y los motivos por los que termina en Larache lo cuenta de la siguiente manera:

“Por la mañana, al regresar del puerto, me dirigí a una librería de Oued Ahardan y compré un libro para aprender a leer y escribir en árabe.
Abdelmalek estaba en el café. Me presentó a su hermano Hassan, que había venido de Larache a visitarle. Me disculpe con él por lo ocurrido el día anterior.
-Olvídalo. Yo también me puse nervioso –me dijo.
Me senté con ellos y le enseñé a Abdelmalek el libro.
-Tengo que aprender a leer y a escribir. Tu hermano Hamid me enseñó algunas letras en la comisaría y me dijo que tenía disposición para aprender.
-Claro, ¿y por qué no la ibas a tener?
Su hermano Hassan me preguntó si quería estudiar en Larache.
-¿Yo? ¿Es posible? Tengo veinte años y ni siquiera sé firmar –le dije, asombrado.
-No importa, allí conozco bien el director de una escuela. Te haré una carta de recomendación. Estoy seguro de que te aceptará. Tiene especial simpatía por los muchachos que vienen de fuera con la firme intención de estudiar. Si no tuviera que ir a Tetuán para solucionar un problema con el delegado, te acompañaría y te lo presentaría yo mismo. Es amigo mío.
Al instante, añadió:
-Ve a comprar un sobre y un papel para escribirte una carta de recomendación.
Salí del café. No podía creer lo que acababa de decirme. Compré lo que me había pedido y volví rápidamente. Cogió el papel, lo puso encima de un periódico árabe y empezó a redactar la carta. Tenía una letra preciosa. De vez en cuando, dejaba de escribir para fumar kif con nosotros. Cuando terminó la carta, la metió en el sobre y lo cerró. Yo la guardé cuidadosamente en el bolsillo de mi chaqueta.
-Entonces, ¿cuándo puedo ir a Larache? –le pregunté.
-Cuando quieras. Pero intenta que sea pronto.
Eran casi las doce de la mañana. Nos despedimos de Hassan antes de que partiera para Tetuán. Me dio la mano y me dijo:
-Nos veremos allí en tres o cuatro días. No dejes de ir.
Abdelmalek tenía que visitar el cementerio Buarrakía.
-¿Para qué vas allí?
-Algunos amigos del café me pidieron que leyese algunos versículos del Corán sobre la tumba de sus familiares.
-Te acompaño. Mi hermano está enterrado allí. ¿Podrías leer alguna sura en su memoria?
-¿Tu hermano?
-Sí, tengo un hermano allí.
Camino del cementerio, le pregunté:
-¿Qué le pasó a tu hermano Hassan?
-Hizo una de las suyas. Siempre anda igual. Lo echaron del colegio de Larache porque le pillaron bebiendo alcohol y fumando kif en una de las habitaciones de la mezquita. Vivir allí es gratis para los estudiantes que vienen de fuera.
Compré un ramo de flores en el Zoco Grande y otro de arrayán a la entrada del cementerio. (…)»

Mohamed CHUKRI

Mohamed CHUKRI

En el mismo libro, Larache aparece solo otra vez, tangencialmente, cuando relata la época en que se acercaba el momento de la independencia del país y se producen una serie de altercados y muertes. Chukri escribe:

«-La situación parece haber vuelto a la normalidad después de los altercados –le dije.
-Pero la situación política no es buena. Lo del 30 de marzo es sólo el comienzo. Habrá más violencia. Ha llegado el momento de que los marroquíes pidan su independencia.
-Kebdani me dijo que sólo hubo seis entierros pero que la gente sabía perfectamente que mataron a decenas de marroquíes.
-Es cierto. Poco a poco van apareciendo en la playa algunos cadáveres que tiraron al mar.
-Así que los tiraron al mar.
-La mayoría de la gente cree que las autoridades españolas metieron a marroquíes vivos y heridos dentro de sacos, los cosieron y los lanzaron al agua. Algunos cadáveres aparecieron sin señales de bala, ni heridas. En Larache encontraron el cadáver de un joven con las manos atadas.”

Los fragmentos anteriores los he tomado de la edición que la editorial Cabaret Voltaire ha publicado de El pan a secas en 2012. La traducción, que comparada con otras ediciones en castellano, es la más pulcra, fresca e íntegra de las que he leído, es obra de Rajae Boumediane El Metni.
Es la cuarta vez que leo esta novela. Nunca deja de estremecerme.
Sergio Barce, abril 2014

Rajae Boumediane

Rajae Boumediane

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Crítica del escritor JOSE SARRIA de mi novela «UNA SIRENA SE AHOGÓ EN LARACHE»

He recibido la crítica que el poeta, ensayista y crítico literario, José Sarria, ha publicado tanto en la Asociación Colegial de Escritores de España, sección Andalucía, como en Papel Literario. Después de leerla, sólo puedo darle las gracias por su indulgencia, por sus palabras, por la excelente impresión que le ha causado mi novela. El paralelismo que hace entre «Una sirena se ahogó en Larache» y «El pan desnudo» de Mohamed Chukri me llena de satisfacción porque esta última es una de las novelas que más admiro. Quizá sesa muy osado el reproducir lo escrito por José Sarria en mi propio blog, pero quién se resiste a una buena crítica, así que la comparto con vosotros.

Sergio Barce

JOSE SARRIA

Una sirena se ahogó en Larache

de Sergio Barce

(Editorial Círculo Rojo, 2011)

por José Sarria

Tras la lectura de Una sirena se ahogó en Larache, de Sergio Barce, experimenté la sensación de intertextualidad que subyace en el relato, frente a la novela El pan desnudo, de Mohammed Choukri. Ambos son dos textos que, con la diferencia temporal que les separa, comparten espacio creativo, a la vez que personajes de la escenografía del norte de Marruecos. Los protagonistas podrían ser perfectamente transferibles de un relato a otro; pero, a pesar de compartir el cosmos social y otros elementos similares, el objetivo de ambos libros es bien diferente.

Según Mezouar El Idrissi, cuando Mohammed Choukri escribió su novela autobiográfica El pan desnudo, lo hizo “buscando un ideal para salir de un ambiente social deprimido y sórdido … / … buscando un sentido a su existencia, a la condición humana, pero sintiéndose extraño en su propia tierra, perseguido por circunstancias y lugares llenos de miseria y privación” [1].

Por su lado, Sergio Barce, autor de Una sirena se ahogó en Larache, está marcado de forma indubitada por la experiencia vital de su infancia, que transcurrió en las calles de Larache. Barce no se siente un extraño en la que fue su tierra, al contrario, hace de ella una utopía sobre la que fundamentar la construcción de su obra. Él no busca, como Choukri, un “ideal para salir de un ambiente deprimido”, sino que utiliza este magma de la experiencia que habita en su memoria y lo reelabora para construir un relato en la frontera de la épica cotidiana, visto desde el asombro, desde la imaginación encendida de los niños, con los ojos infantiles de Tami, su protagonista.

Choukri y Barce utilizan similares escenarios y personajes, si bien con objetivos disímiles. El primero para denunciar y reivindicar una salida, el segundo para regresar a aquellos lugares en los que junto a su familia (que residía en Larache desde la época del Protectorado) vivió los primeros años de su vida. Prueba de ello son sus anteriores novelas En el Jardín de las Hespérides (2000), Últimas noticias de Larache y otros cuentos (2004) y Sombras en sepia (2006), libro con el que obtuvo el Premio de Novela Tres Culturas de Murcia, todas enmarcadas o referenciadas en un pasado localizado en esta ciudad, que pulsiona, de forma definitiva, la actividad creadora del novelista.

Como ha escrito el profesor Abdellatif Limami, “con Una sirena se ahogó en Larache, se consigue finalmente el reto tan deseado: escribir del Larache de hoy pero desde dentro de una familia marroquí muy humilde, con muchos problemas de cara al futuro de sus hijos y plasmar al mismo tiempo la desilusión que supone la desaparición paulatina de la memoria y la historia de un pueblo  a favor de una mera política del lucro o tal vez de la ignorancia … / …  El relato gira entonces en torno a una niñez castrada que sólo salva la desbordante imaginación. De una familia muy humilde, Tami, un niño de casi diez años, a imagen del niño yuntero, crece como una herramienta, a los golpes destinado. Los relatos que su imaginación teje constituirán la única válvula de escape que le permite resistir y erguirse” [2].

José Sarria recitando versos

Efectivamente, Tami mostrará desde el principio de la novela una imaginación desbordante, cuyos efectos plásticos se hacen visibles a través de la interconexión de dos planos narrativos (quizá el mejor logro del texto) que describen, por un lado, la cotidiana realidad y, por otro lado, la eclosión de una fantasía sin límites, y que el autor fusiona a la perfección en el relato, con una descripción de continuidad magistralmente labrada. Son brillantes los momentos en los que Tami, arrebatado por el éxtasis de su ilusión, escapa de su entorno y huye a otros universos que ha conseguido crear en su inocente corazón gracias a las múltiples historias que ha escuchado de su abuelo, El Hach, sobre el rescate que protagonizó Barbarroja de la Princesa de Argel, de Salah al-Din, de Scheherezade o del sultán Mülay al-Mansür al-Dahabi, o de los viajes de Simbad, de Ulises o de las caravanas de camellos camino de Tombuctú.

Sergio Barce lleva a Tami, desde su virginal concepción del mundo, desde su inocente interpretación del marco que le rodea, hacia una especie de deriva a través de los personajes del relato (El Hach, su abuelo materno, su madre Rachida, la hermosa Salwa, Miguelito, el niño español amigo de Tami, el halcón Horr, su hermano Ahmed, o su padre Mohammed) hasta conseguir la complicidad del lector con el protagonista, en esa amalgama de sentimientos, de proyectos y de ideales, con sus luces y sombras, que supone el despertar de la niñez en el trayecto hacia la adolescencia.

Todo el relato se encuentra enmarcado en el dédalo de calles, plazas y monumentos que conforman la ciudad de Larache. Sergio Barce, conoce a la perfección estos lugares, y los cincela en el texto con la esperanza del amante que confía en la resurrección de la amada que dormita. El Balcón del Atlántico, el Zoco Chico, el Castillo de las Cigüeñas, la Calle Real, el café Lixus, la Torre del judío, el Santuario Lalla Menana o el Jardín de las Hespérides, permanecen en el recuerdo del autor y conforman la cosmogonía del relato sobre la que sustentar la historia y a sus personajes.

El momento álgido de la novela se produce cuando Tami cree haber encontrado a una sirena varada en la playa peligrosa. La nereida es la metáfora, el símbolo de la fantasía del niño, en la que se refugia para trascender de su incierta realidad. Sin saber distinguir si lo vivido es cierto o forma parte de su imaginería desbordante, los acontecimientos se aceleran entre la incredulidad de sus más cercanos y la crueldad de quienes creen que ha enloquecido. Los acontecimientos se van sucediendo en la cotidianidad del Larache contemporáneo, desde la ingenua visión de un niño que envuelve de emotividad todo el relato, a pesar de la dureza de algunos capítulos, como el que relata los abusos vividos por Tami a manos de Pierre, un “enzerani” de casi sesenta años. El niño luchará por desterrar sus miedos y sus necesidades más inmediatas, adentrándose en su mundo de fantasía, en donde la justicia y la honestidad vencen a los valores de su realidad más cotidiana, ayudado por héroes, paladines, aguerridos generales y, como no, por el recuerdo de aquella hermosa sirena.

Como leemos en la contraportada del texto, Una sirena se ahogó en Larache es, en definitiva, una “narración que fluye en la frontera que separa las aventuras imposibles de las realidades infranqueables, pero también es una crónica de la vida en las calles de la ciudad vieja de Larache”. Aunque, en las últimas coordenadas de la novela, pudiera existir una denuncia social, éste no es el objetivo del autor, sino más bien contemplar el mundo desde el candor de la infancia, con la inocente mirada de los niños, para hacer posibles otras vivencias, frente a la severidad de un presente decadente que, por doloroso, se hace inaceptable.


[1] Fragmento del artículo “El otro rostro de Mohammed Choukri”, de Mezouar El Idrissi, publicado en “Marruecos Digital” (15-11-2006).

[2] Fragmento de la presentación del profesor Abdellatif Limami, en el Colegio Luis Vives de Larache (14-05-2011)

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Este articulo se puede leer en:   www.papel-literario.com  y en  www.aceandalucia.org

José Sarria (Málaga, España, 1960). Escritor, ensayista y crítico literario. Ha publicado nueve textos de poesía y uno de relatos. Su poesía ha sido traducida al italiano y al árabe, y se encuentra recogida en diversas antologías y revistas especializadas. Ha sido incluido en la ENCICLOPEDIA GENERAL DE ANDALUCÍA. Tomo XIV (Junta de Andalucía). Finalista del Premio Andalucía de la Crítica (año 2000) por su poemario Sepharad (Málaga, 2000), Primer Premio Internacional de relatos CUENTOS DEL ESTRECHO, por su libro de relatos Los heraldos negros (Algeciras, 2008) y Accésit del V Certamen Creadores por la libertad y la paz, convocado por la Fundación contra el terrorismo y la violencia “Alberto Jiménez Becerril” por su poemario Raíz del agua (Sevilla, 2011).

Son importantes sus trabajos y contribuciones en el campo ensayístico (siendo coautor de la antología de poesía andaluza contemporánea, Poesía Andaluza en Libertad. Una aproximación antológica a los poetas andaluces del último cuarto de siglo), así como sus investigaciones tendentes a recuperar el legado de la literatura sefardí y de sus autores contemporáneos. Igualmente destacan sus estudios acerca de la neoliteratura española en el Magreb (literatura hispanomagrebí), siendo coautor de una de las más destacadas antologías actuales sobre este fenómeno, Calle del Agua. Antología contemporánea de literatura hispano-magrebí.

Ha participado en numerosos congresos y jornadas literarias, nacionales e internacionales, tanto en España (Córdoba, Sevilla, Granada, Málaga, Algeciras, etc.), como en Portugal (Lisboa), Marruecos (Tetuán, Tánger, Larache y Fez) y Túnez. Es miembro del Jurado del Premio Andalucía de la Crítica (años 2007-2011), de la Junta de Gobierno del Ateneo de Málaga (1994-1996), de la Junta de Gobierno de la Asociación Andaluza de Críticos Literarios (2000-2011), así como de la Junta de Gobierno de la Asociación Colegial de Escritores de Andalucía (2004-2011). Pertenece a los Consejos de Redacción del Suplemento Papel Literario de DIARIO MÁLAGA y de su versión digital (Málaga, 1997-2011), de la Revista Literaria ´Tres Orillas´ (Algeciras, Cádiz, 2002-2011) y de la Revista Literaria ´EntreRíos´ (Granada, 2005-2011).

En este blog tenéis el link de entrada a la web de José Sarria:  www.josesarria.com

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«TIEMPO DE ERRORES» (Zaman Al Akhtaa) (1992) de MOHAMED CHUKRI

En este tiempo convulso, en el que la ciudadanía de Marruecos se está fajando con una admirable madurez por lograr el reconocimiento de su libertad de expresión y de sus derechos fundamentales, me parece necesario volver a rescatar una vez más la pluma irreductible, rebelde y sagaz de Mohamed Chukri. Porque su voz es la voz de los que no tenían derechos, ni futuro, ni esperanza. Y para ello elijo una vez más la novela que, en mi opinión, plasma con mayor acierto su pensamiento, sus vivencias, su experiencia vital.

“Pega su boca caliente a mi mejilla. Yo la  beso ligeramente en la frente. Odio a los malditos que besan a los niños en la boca o muy cerca de ella. Chupan las bocas de las rameras y lamen sus coños. No hay hombre santo ni coño limpio, eso es lo que dice Mayid.”

Siguiendo la estela de El pan desnudo (Al hobs al hafi), la prosa de Chukri se eleva y supera a su obra más famosa con Tiempo de errores (Zaman Al Akhtaa, 1992), de la que ya tomé algún fragmento para hablar de la visión que Chukri tenía de Larache.

Sin abandonar la crudeza con la que construyó las páginas de El pan desnudo, aquí maneja mucho mejor los elementos de su propia vida, y vuelve a narrarnos su relación odiosa y violenta con su padre, su agitada convivencia con las prostitutas, con los pobres, con los desheredados…

“Hago tiempo hasta que salga mi madre a vender ropa vieja a Bab Ettut y mi padre al Fed-dan, tramando en su mente nuevas historias inventadas sobre su valentía, que contará a los jubilados y fugitivos, como él, de la guerra de Franco. Todos ellos tienen cuentos que contar. De hecho, ha ejercido su valentía en su guerra contra nosotros y, aunque empieza a decaer, ahora que nos estamos haciendo mayores, sigue pegando a mi madre, de vez en cuando, hasta que la hace sangrar o le deja marcado un ojo con un moratón. Un día, agotado de golpearla, levantó la olla, en la que hervía el azúcar con el que fabricaba la miel que vendía en Ceuta, y de no ser por los vecinos que acudieron a los gritos de auxilio de mi madre, habría arrojado sobre ella el líquido hirviendo. Ese día, cuando llegué yo, agarré la mano del almirez de bronce y le amenacé con romperle la cabeza si volvía a desfogar su locura con ella…”

Pero es el detalle neorrealista de su escritura, con el que describe ácidamente su salida de ese mundo, su estancia en Larache (donde aprende a leer y escribir), sus exámenes hasta convertirse en maestro, y su frenética, tortuosa y obsesiva relación con la literatura (devorándolo todo, escribiendo incluso para destruir sus propios manuscritos… ) el que hace absolutamente apasionante esta novela.

Y los personajes que la pueblan, algunos ya presentes en El pan desnudo,  están ahora más y mejor definidos. Las noches de Tánger, los tugurios, los burdeles más deprimentes, los habitantes más atormentados, como el propio Chukri, los locos del hospital en el que se interna, los borrachos… Toda la desmesura de una vida llena de dolor, de miseria y de pobreza, las ansias por salir de la cloaca.

“…Entra Abraham. Hasta que no le damos algo de comer no se le alegra la cara. Le doy un trozo de pan y unas aceitunas. Abraham nunca se sacia. Para mí este fruto sagrado es un deleite. Más que masticar, Abraham traga. Es alto y grueso. Por la noche se lo turnan. Él no se queja. Sólo si lo violan golpeándolo. Antes de abusar de él, le untan el pene con grasa y traen a la pequeña perra del hospital para que se lo lama.

-¿Cómo se llama tu amada, Abraham? –le pregunta Mansur.

-Esther –contesta Abraham, que a menudo habla de ella sin que nadie le pregunte nada.

-¿Cómo eran sus ojos?

-Los más hermosos del mundo.

-¿Lo son todavía?

-Sí.

-Estás mintiendo, Abraham. El tiempo ciega. ¿Todavía la quieres?

-Sí.

-Estás mintiendo, Abraham. El amor también muere. Ella ya estará muerta o probablemente con otro.

-El hombre, si está solo, es un santo, pero si está con una mujer, un diablo –dice Yussef, acariciándose pausadamente la barba-. Quien cuenta sus días es como si contase los latidos de su corazón. Quien se lamenta de la belleza pasada es como el que conduce un coche mirando hacia atrás. Lo más bello del mundo caduca y desaparece. Ésta es la verdad que oí de un mudo. Curandero, ¿por qué eres leproso? Médico de los ojos, ¿por qué tienes los tuyos llenos de legañas?”

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MOHAMED CHUKRI

El último personaje que habita en sus páginas, Salya, junto a la pérdida de su madre se convierten en los símbolos que resumen este libro magistral: en efecto, con el fallecimiento de su madre asistimos a la ruptura definitiva con su familia a la que ya nada le une; y utiliza a Salya como metáfora para que seamos testigos de lo que Tánger significa para Chukri: se apasiona por todos pero no ama a nadie, se entrega a la violencia de los jóvenes, a los fumadores de hachís y a los borrachos, ha sido el reino de la poesía y del sueño, pero ¿dónde están los poetas y dónde los soñadores? No puede soportar una noche de soledad y de silencio. Ambas han aprendido a mentir y a creerse sus mentiras, y los que las frecuentan no deshacen sus engaños porque son más impostores que ella.

“Esta vez, Salya se ha venido de su pequeña ciudad, arriesgando todo, para todo ganar. Ella apuesta de cintura abajo, para compensar su fragilidad de cintura arriba. Allá donde esté la bebida y el hachís, está ella. Igual que se extienden los hongos sin florecer, así provoca ella a los hombres para que se la disputen. ¡Seta venenosa para el hombre que la ame! Se apasiona por todos y no ama a ninguno. ¡Cuántas veces, para excitar a los impotentes, los provoca para que la violen! Ella procede de un linaje digno (como confirma su paisano, el poeta), pero es la maldición de su familia. Desde muy joven, entregó su cuerpo a la violencia de los adolescentes, a los fumadores de hachís y a los borrachos, de su ciudad y de otros lugares. Le tiembla la mano al coger la copa y deja que la ceniza de su cigarrillo se caiga sola. <Todos los que me hicieron promesas se burlaron de mí>, confiesa a su amiga Carolina…”

Maravillosa, apasionada, cruda e inolvidable. Chukri en estado puro.

Sergio Barce, marzo 2011

(Los fragmentos están tomados de “Tiempo de errores”, editado por Debate, edición de 1995, y traducción de Karima Hajjaj y Malika Embarek)

TIEMPO DE ERRORES - DEBATE

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