
Desde que mi nuevo libro El mirador de los perezosos salió a la calle, ansiaba saber qué era lo que pensaba Consuelo Hernández, la autora del cuadro cuya reproducción sirve de cubierta, una hermosa y sugestiva pintura al óleo que me llamó poderosamente la atención cuando la vi por vez primera. Sabiendo lo exigente que es Consuelo con su obra pictórica, conociendo además su amplio currículum, en el que reza su condición de catedrática de Lengua Española, me preguntaba si mis relatos la convencerían, si no se sentiría desilusionada al haber apostado porque utilizásemos su obra como puerta de entrada a mis narraciones. Por fin, han llegado sus palabras escritas tras leer el libro (las orales ya me las adelantó, y percibí su satisfacción y su felicidad por el resultado de la edición, tan elegante y cuidada) y, confieso, que me han tranquilizado del todo. Lo analiza todo, lo observa todo, como si hubiera estudiado un lienzo con su mirada de artista, y finalmente ha dictado una sentencia que me absuelve de cualquier delito. He notado en su escrito, que comparto hoy con todos, que Consuelo Hernández ha recorrido Tánger a través de mis historias disfrutando de cada una de sus páginas, e incluso siento su amoción y orgullo al ver que uno de los relatos está dedicado a ese mismo cuadro de Tres mujeres en cabo Malabata y a la propia Consuelo. Y eso me hace sentir bien. Además, como muy bien explica ella, su pintura y mi literatura nos han unido en una bonita amistad. Ahora solo nos queda presentar juntos el libro.
Sergio Barce, 26 de octubre de 2022
EL MIRADOR DE LOS PEREZOSOS, de Sergio Barce, por Consuelo Hernández
«Cuando recibí por correo postal el último libro de Sergio Barce, El mirador de los perezosos, no pude contener la emoción, pues una vez más vi que Tánger me había unido a un gran escritor y un ser humano bueno, grande de espíritu. La lectura del libro me ha llevado de la mano de Sergio por rincones y calles de Tánger, esas que amo y que aquí adquieren una nueva entidad. Rincones, calles y plazas que, sin duda, amará también el lector casi sin percatarse de ello. De Tánger se habla, se escribe, se comenta, se añora, se pasea con el recuerdo, y se goza, en presencia y en ausencia; ahora y hace ya mucho tiempo. Desde la época en que la ciudad no era ciudad sino algo especial, repleta de tal carga de interés y atracción que llegó a ser para muchos un paraíso soñado. En estos relatos Sergio Barce se convierte, creo que sin haberlo previsto, en guía muy especial que va descubriendo interesantes y variados ambientes, personajes y modos de vida. Generoso como narrador que nos hace partícipes de su propia experiencia vital y también de su amor cautivo por Tánger. La novedad interesante del libro es que, partiendo del presente, entremezclado a veces con recuerdos del pasado, la ciudad queda retratada de manera real, al incorporar personajes reales de hoy cuyos nombres van desfilando por las páginas de cada relato. Tánger, actualizada en el presente como marco de la acción conducida por un narrador-protagonista alrededor del cual vive, habla y actúa el resto de personajes. El amor del autor por la literatura y el arte queda reflejado en el libro a lo largo de numerosas páginas, e incluso de relatos completos, en perfecto diálogo entre ambos. Como referencia principal el primer relato, 9 de abril, cuya trama discurre en el interior de la casa de un pintor -Joao Fragoso- asentado en Tánger. El hilo de este relato se mantiene in crescendo mediante un diálogo externo entre el pintor y una joven aprendiza que llega a la casa invitada a posar para Joao; e interno, mediante silencios y palabras pronunciadas y no pronunciadas que interiorizan en el alma de ambos personajes, en sus sentimientos de atracción y enamoramiento. Con Tánger pintado en numerosos lienzos, ciudad que se eleva a la categoría de personaje retratado, visible en las mismas palabras del pintor: “¿Sabes por qué tengo esta cantidad de cuadros a mi alrededor?… Porque necesito sentirme en el centro de Tánger, ser el faro que ilumine sus edificios. Y tengo poco tiempo -dijo escuetamente Joao-”. También como ejemplo del amor a la literatura y la pintura, el relato titulado Malabata, inspirado, según dice el autor, en mi obra Tres mujeres en cabo Malabata, expuesto en octubre de 2021 en la sala de exposiciones del Instituto Cervantes. En él Sergio, autor, va narrando cómo llegó al conocimiento en directo de la pintura mediante una serie de circunstancias coincidentes con su viaje a Tánger para la presentación del libro Una puerta pintada de azul. Y qué sensaciones tuvo cuando se encontró frente a frente con el cuadro. Es un gran honor la dedicación de este relato y, del mismo modo, la imagen de la pintura reproducida en la cubierta de este entrañable libro de relatos tangerinos. De los que siguen a continuación, con títulos tan reales y sugerentes como Avenue Josafat, Hafa, Boulevard Pasteur, Calle Siaghins me detengo, por su magnífico ritmo narrativo, en el titulado Hotel Rembrandt, un relato que capta ya desde las primeras palabras la máxima atención del lector, cuya intriga lo mantiene en vilo, de tal forma que incita de manera casi frenética a seguir y seguir leyendo, sin ninguna interrupción en la lectura. Aquí el autor-protagonista, en una reflexión interna a modo de monólogo interior, va haciéndonos partícipes desde el principio hasta el final, de la tremenda experiencia vivida al borde de la muerte. Una vivencia aterradora, en la que el personaje, abatido por un raro desmayo, cae al suelo y cuando despierta, sufre una amnesia total. La transformación en un ser ajeno a su propio ser se evidencia en palabras como “¿quién soy? ¿qué hago aquí? Me llaman así y no sé quién soy”. Estas son preguntas que conectan con la larga tradición filosófica y literaria sobre la existencia humana. En un extraño proceso físico, con la mente en blanco, su propio ser, su existencia misma, ha quedado en entredicho. Si bien su respuesta es la aceptación del inicio de otra vida desde la nada. Con un ritmo trepidante figuran excelentemente descritas las sensaciones de impotencia y de confusión ante el desconocimiento -incluso de su propio nombre, el yo del protagonista- de su lugar de origen, de quiénes han sido sus seres más cercanos; en definitiva, de sus señas de identidad. El resto de personajes que va apareciendo a su alrededor, son, a modo de coro, elementos reales que ambientan la escena, que contribuyen a convertir al protagonista en centro absoluto de la acción. Un enorme acierto narrativo es haber sabido conducir al lector en un viaje interior para que en todo momento se identifique con los sentimientos del personaje; al estilo de la identificación entre actor y espectador en el arte escénico. Identificación que va desapareciendo a medida que el protagonista va tomando alguna conciencia de la realidad, como la presentación de su libro en el Instituto Cervantes, objetivo del viaje a Tánger. A partir de aquí son referencias a lugares y personas reales quienes entran en acción y distienden la tensión narrativa. Desde un realismo objetivo hasta descripciones pormenorizadas de los tipos de la calle, el autor se entrega y emula el mismo ritmo callejero tangerino. Y traslada al lector el espectáculo de la calle: entremezcla de personas de diferentes orígenes y vidas, tangerinos y extranjeros, turistas y trabajadores. Un ritmo acompasado en determinados momentos por entrañables recuerdos infantiles que el autor intercala sabiamente, en los que, una vez más, se parte de un presente con referencias nostálgicas al pasado. Movimiento, acción, narración, descripción, como corresponde al relato corto. Deliciosos textos en los que escuchamos el ruido de los coches, el de los petits taxis lanzados por las calles en una carrera sin igual que no respeta ni los pasos de cebra. El Bulevar Pasteur, el hotel Rembrandt, la perfumería Madini, el Number One. ¡cuántos nombres, lugares y personas para disfrutar y recordar! Con la nostalgia del pasado instalada en el narrador: “Aún no sé por qué esta añoranza se me ha agarrotado esta madrugada de verano… No quisiera moverme de este mirador ni que este aroma a mar abierto que he reconocido me abandone aún.” “El tiempo me ha hecho comprender que la decepción y el pesimismo se estaban instalando en sus vidas y que nuestro futuro, en el país que considerábamos el nuestro, iba dejando de serlo”. Sergio, querido amigo: nuestra amistad ha quedado sellada para siempre con este libro, como un buen día me dijo Chukri. Y ha sido Tánger, hechicera y maga, quien mediante la Literatura y la Pintura nos ha unido. El resto lo dejo al lector.
Consuelo Hernández
Octubre, 2022″
SERGIO BARCE Y CONSUELO HERNÁNDEZ