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ALGECIRAS – 28 DE ENERO – HOMENAJE A MOHAMED SIBARI

homenaje a Sibari

Aprovecho el anuncio de este evento, para efectuar por mi parte un pequeño  e íntimo homenaje personal a la querida figura de Mohamed Sibari. Para ello, acompaño esta invitación con algunas de las fotografías que guardo de los muchos momentos que viví a su lado: ya fuera cuando nos veíamos en el Central como cuando compartimos encuentros literarios presentando sus libros, los míos o, simplemente, en actos en los que hablábamos de Larache… Y alguna que otra foto que tomé con mi cámara.

Cada una de estas imágenes guarda un detalle o un gesto que ahora se convierten en algo preciado y entrañable.

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Colegio Luis Vives de Larache, en 2006. Mohamed Sibari escucha a Said Jedidi. Luego intervenimos Mohamed Akalay, José Mª Montes, el cónsul de España don Javier Jiménez Ugarte y yo.

Colegio Luis Vives de Larache, en 2006. Mohamed Sibari escucha a Said Jedidi. Luego intervenimos Mohamed Akalay, José Mª Montes, el cónsul de España don Javier Jiménez Ugarte y yo.

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CONTINÚAN MÁS IMÁGENES… Sigue leyendo

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ASÍ FUE LA PRESENTACIÓN DE «EL LIBRO DE LAS PALABRAS ROBADAS» EN ALGECIRAS

EN LA PRENSA DE ALGECIRAS

Aquí os traigo algunas palabras e imágenes de la presentación de mi novela “El libro de las palabras robadas” (Editorial Círculo Rojo) en Algeciras.

Paloma fernández Gomá, Sergio Barce, Laura Ruiz y Nurya Ruiz - (foto Juan Moya)

Paloma fernández Gomá, Sergio Barce, Laura Ruiz y Nurya Ruiz – (foto Juan Moya)

Primero, la intervención de la poetisa Paloma Fernández Gomá, directora de la Revista Dos Orillas, que desgranó al detalle mi novela y sus secretos, Sigue leyendo

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ALGECIRAS – 15 DE ENERO – PRESENTACIÓN DE «EL LIBRO DE LAS PALABRAS ROBADAS» DE SERGIO BARCE

El vídeo de presentación que podéis ver a continuación, está realizado por la periodista

Nurya Ruiz

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Este Miércoles

15 de Enero

a las 19:30 horas

en el Claustro del Edificio de La Caridad

antigua Fundación José Luis Cano

calle Teniente Miranda, 118 

de Algeciras

presentación de la novela

EL LIBRO DE LAS PALABRAS ROBADAS

de Sergio Barce

por la poetisa

Paloma Fernández Gomá

Habrá igualmente lectura de algunas páginas del libro por un rapsoda

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Maquetación 1 (Page 1) 

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«LARACHE, SIN SIBARI», POR SERGIO BARCE

VIAJE8

La poeta Paloma Fernández Gomá, tras la muerte de Mohamed Sibari, ha efectuado en su blog personal un pequeño homenaje a su memoria agrupando versos, relatos y textos escritos por varios de sus amigos: la propia Paloma, Encarna León, José Ramón Remacha, Ahmed Oubali, Rachid Boussad, Nuria Ruiz, Ángeles Ramírez, Abdelkhalak Najmi y yo mismo. Para leerlos podéis entrar en el blog de Paloma Fernández, que os indico:

http://palomafernandezgoma.blogspot.com.es/

Mi relato se titula <Larache, sin Sibari>, y dice así:

LARACHE, SIN SIBARI

Este fin de semana lo he pasado en Larache. De camino al hotel, vi la fachada del antiguo edificio del Café Central medio cubierta con un cartel anunciando la presentación de un libro de Hassan Tribak. Ya no está el café desde hace mucho tiempo. Y había una silla vacía abandonada junto al portal del edificio.

Este fin de semana lo he pasado en Larache. Ha sido una escapada corta pero, como siempre, intensa. En cuanto llegué, pasé por la casa de Sibari y di el pésame a la familia. Ya han pasado nueve días desde su pérdida. Su hija María me invitó a subir al salón en el que su padre solía recibirme, nos sentamos y hablamos de él. El hermano de Sibari estaba a su lado, muy callado, asintiendo con la cabeza cada vez que yo le decía a María cuánto íbamos a echarlo en falta.

Me contó que murió al amanecer, y que esa noche Sibari comenzó a decir cosas sin sentido y también que se notaba muy cansado. Le pesaba la vida. Hablamos de los tiempos en los que estuvo con mi abuelo, y de los tiempos en los que estuvo con mis padres, especialmente con mi madre, y de los tiempos en los que estuvo conmigo. María asentía, y susurraba un “lo sé” suave y dulce.

Me contó que después de editar su nuevo libro, su padre iba a dedicárselo, como con cada una de sus anteriores publicaciones, pero que cuando iba a hacerlo no encontró un bolígrafo a mano y lo dejaron para más tarde, y ahora tiene su novela sin las palabras que iban a ser solo para ella, y había en su voz un leve reproche dirigido a sí misma por no haber buscado en aquel momento ese bolígrafo. Y noté en María una congoja, una pena profunda, como si hubiera perdido lo último que Sibari podía regalarle.

Le conté entonces que tres días antes de fallecer, su padre me había enviado un mensaje para pedirme mi dirección de correo postal porque la había perdido, quería enviarme su última novela.

-Es un libro sibarístico –me escribió con su guasa habitual.

Le contesté en seguida, pero no tuvo tiempo de hacerlo.

María se levantó, entró en la habitación de su padre y me trajo un ejemplar. Le dije que no se preocupara, que lo compraría, pero ella insistió diciéndome que Sibari, como siempre había hecho, me lo habría regalado. Solo dijo eso, pero fue como si me confesara lo mucho que me había querido su padre. Ahora tengo el libro aquí, junto al teclado de mi ordenador mientras escribo este texto, y noto la cercanía de Sibari.

Le di las gracias a María, que estaba muy emocionada, y nos despedimos, y luego hice lo mismo con el resto de la familia que estaba en la casa. Yassín ya se había marchado hacía pocos días, así que no pude verlo.

Este fin de semana lo he pasado en Larache. Había algo extraño, una invisible niebla amarga en el aire y que se respiraba por sus calles, un aroma de ausencia.

En cada conversación surgía inevitablemente el nombre de Mohamed Sibari. Los que me conocen, sabían de nuestra estrecha relación y me hablaban de él y de que ya no lo veremos nunca más. Es raro imaginar Larache sin Mohamed Sibari. Es como si hubiesen derribado un edificio emblemático y ahora solo quedara un solar vacío en el que fuera imposible construir de nuevo.

Este fin de semana lo he pasado en Larache. Desde el Balcón del Atlántico miré al balcón de su casa, pero no había nadie. Mohamed Sibari ya no se asomará a él para ver el mar, ni tampoco nos verá llegar como antes, ni nos saludará desde allí agitando un brazo al pasar bajo su casa, y eso hará que nos convirtamos en forasteros al cruzar la calle de la Plaza.

SIBARI

SIBARI

Asistimos por la tarde al concierto que daba el grupo flamenco del Conservatorio de Córdoba en el Cine Avenida, y en el que también actuaron los músicos del Conservatorio de Larache. Fusionaron “La Tarara” y resultó electrizante. Ernesto Blanco, director del Conservatorio cordobés, y nacido en Larache, dedicó el concierto a Mohamed Sibari. Luego, hablamos de él. Nos parecía mentira que ya no estuviera allí.

Me encontré en la platea a Mohamed Laabi, y Sibari ocupó parte de nuestra conversación.

-Laabísticamente hablando –solía decir Sibari cuando Laabi comentaba algo, durante aquellos días en los que solíamos vernos en el Café Central.

En el Central - Sibari, Laabi y Barce, hace unos años

En el Central – Sibari, Laabi y Barce, hace unos años

Este fin de semana lo he pasado en Larache. Qué extraño imaginarla sin Sibari. Ahora pienso que se ha ido despidiendo lentamente, que a causa de su enfermedad optó por una retirada silenciosa y humilde. Primero abandonó la terraza del Central, donde siempre lo encontrábamos al llegar de regreso, charlando, riendo, tomando su té con azahar. Y aunque resistió cuanto pudo, primero con sus muletas, luego con la silla, acudiendo puntual a su cita diaria, en cuanto cerraron el Café todo cambió. Fue como si le impidieran el paso con un muro infranqueable. Luego, dejó de ir a la Casa de España, y sus salidas se fueron espaciando, hasta que en los últimos tiempos apenas abandonaba su casa. Facebook se convirtió para Sibari en su ventana al mundo y en su balcón privado que se comunicaba con los balcones de sus amigos.

Este fin de semana lo he pasado en Larache. Y ya no he visto a ese hombre que antes caminaba a paso ágil y rápido pulcramente vestido con su chaqueta azul marino de doble pecho y botones dorados, camisa blanca inmaculada y corbata oscura, pantalón gris, zapatos negros, y su gorra a cuadros y su bufanda. La sonrisa brillante en medio de su rostro, los ojos achinados cuando reía, tras la montura dorada de sus gafas, y una broma preparada en los labios.

-Si vienes y no me ves, es que estoy del revés.

El Café Central de la plaza de la Liberación sigue cerrado. Ya no hay mesas alrededor de su fachada. Tampoco hay voces pidiendo a Hamid té, café o una botella de agua Sidi Alí. Ya no hay nadie que pida permiso para sentarse al lado de Sibari, ni de ninguno de los parroquianos habituales. Ya no se escuchan sus frases al saludar a un amigo que pasa.

-Perdóneme que no me levante, joven –le decía a un hombre mayor que le estrechaba la mano, Sibari sentado en su silla de ruedas, sonriendo.

Este fin de semana lo he pasado en Larache. Solo hay recuerdos vagando alrededor, y una sola silla junto al portal del edificio del Café Central. Una silla abandonada que nadie ocupará jamás.

Este fin de semana lo he pasado en Larache. Y Sibari ya no estaba.

Sergio Barce, 9 de diciembre de 2013

SERGIO BARCE, MOHAMED SIBARI Y RACHID SERROUKJ EN LA TERRAZA DEL CENTRAL

SERGIO BARCE, MOHAMED SIBARI Y RACHID SERROUKJ EN LA TERRAZA DEL CENTRAL

 

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ASÍ FUE LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE LEÓN COHEN EN EL ATENEO DE MÁLAGA

Ayer fue la presentación del libro de relatos de León Cohen Mesonero “Entre dos aguas” en el Ateneo de Málaga. Abrió fuego Francisco Morales Lomas, que no se limitó a hacer de introductor del acto en nombre del Ateneo, sino que nos sorprendió a todos con un análisis precioso, profundo y muy aleccionador de lo que es el libro de León, análisis que reproduzco en su integridad porque merece la pena leerlo:

León Cohen y Francisco Morales

León Cohen y Francisco Morales

ENTRE DOS AGUAS

DE LEÓN COHÉN MESONERO

por F. MORALES LOMAS

 “Siempre he creído que relatar unos hechos anodinos que deambulan perdidos por la memoria del autor y que a pocos o a ninguno pueden interesar, es la manera que tenemos algunos escritores de ser generosos con las personas y los paisajes que poblaron nuestro pasado” (p. 116). Estas palabras pertenecientes al comienzo del relato “Retrato” pueden servir para contextualizar las razones de la génesis de la mayor parte de estas historias (desde luego las incluidas en el apartado inicial y más amplio del libro, titulado “Relatos”) del libro Entre dos aguas del catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Cádiz, León Cohén Mesonero, que con anterioridad había publicado Relatos robados al tiempo (2003), Cabos Sueltos (2004), La memoria blanqueada (2006), Ufrán y otros relatos (2010) y Cartas y Cortos (2011).

El lector se puede preguntar qué tienen que ver la química, la alquimia y la creación literaria en este escritor nacido en Larache y residente en Algeciras desde 1968 en cuya Escuela Politécnica Superior es profesor. Desde luego que el lector no es Borges, porque si lo fuera esta pregunta no tendría ningún sentido, pues la relación entre estas disciplinas está perfectamente explicada por el profesor Cohén Mesonero.

En uno de sus cuentos más borgeanos, “El alquimista”, publicado en la segunda parte del libro, “Cuentos”, plantea esta interesante cuestión que podría ser la génesis de cualquier relato del extraordinario escritor argentino: al personaje L. le han encomendado escribir un cuento pero se siente incapaz de crearlo, reclama a un viejo y sabio amigo, el alquimista, que le propone aplicar los conocimientos de química a la escritura y esboza interesantes reflexiones sobre la creación literaria: “Las palabras son una secuencia de caracteres dispuesta al azar… cada idioma posee su propia secuencia… en el fondo las historias existen antes de que el escritor las describa. Las palabras flotando en el aire de nuestra memoria esperan ser derramadas sobre el papel… Mi propuesta es aplicar la destilación como medio para separa las palabras, sí destilar palabras, es el fundamento, no puedo explicarte más, en la receta encontrarás todo el detalle” (pp. 161-162).

Como nos indica en el “A modo de prólogo”, Jacobo Israel Garzón, el escritor disfruta con temas y asuntos familiares o relativos a sus vivencias en Larache, Rabat, Tánger y en ellos muestra sus raíces sefarditas y castellanas (hijo de padre judío y madre castellana) genera un conjunto de vivencias que son trasladadas al lector como si fueran testimonios o confesiones (en ocasiones epístolas a personas ya desaparecidas) que poseen la impronta de la conmoción emotiva y la construcción de un tiempo ya vivido.

Hay dos grandes apartados: “Relatos” (41 escritos) en los que incluye cartas, reflexiones, construcciones memoriales, descripciones de personajes (siendo su padre Jacobi el que con mayor intensidad aparece en muchos de estos textos), situaciones, deseos y aficiones (el cine alcanza una gran importancia), lugares para la memoria (y donde vivió un tiempo como Larache, Tánger, Rabat, Marrakech…)… Podríamos decir que este apartado es un canto a la memoria y a su reconstrucción en el que se palpa un gran observador de la realidad y un fino analista del detalle. El tono es profundamente afectivo y, a veces, conmovedor, dotado de un lirismo emotivo que para las personas retratadas puede alcanzar grandes dosis de sensibilidad. A través de ellos podemos apreciar algo que está muy presente en su obra, sus profundas convicciones democráticas, su sentido de la responsabilidad, la justicia histórica, etc. Un fundamento ético (a veces moralizador, aunque en determinado momento afirme que no persigue este componente) que está muy presente. Así se hace manifiesto de un modo explícito en el cuento ya citado de “El alquimista”, donde se define perfectamente heredero de una cultura sefardita por parte paterna y de la sobriedad castellana por parte materna, hijo por formación de la escuela republicana francesa y andaluz por vocación y sentimiento, desprecia la incultura, la mala educación, la trivialidad y la vulgaridad, odia la prepotencia y la impunidad, adora la poesía, sigue a Camus y Dostoievsky, aborrece la sociedad mercantilista y utilitaria, admira la humildad, la naturalidad, la honradez, la sinceridad, la educación y la tolerancia, y no se considera moralista pero sí que el ser humano debe esforzarse en hacer de la vida algo útil para nosotros y para los demás.

Hay muchos más principios que resalta sobremanera el autor en historias donde critica también la incoherencia de los políticos, enumera las razones para el desengaño y es fustigador con ese pasado atroz de la dictadura. Muchas de sus historias tienen el espacio temporal de los años cincuenta, cuando el autor estaba en plena infancia y esta aureola emotiva surge con fuerza en muchas de ellas que se convierten en una invitación al recuerdo y a la reconstrucción memorial en blanco y negro. Situaciones con la delación presente, historias de la guerra civil, breves historias de amor, la síntesis entre lo musulmán y lo cristiano, la reflexión y la conformación de un mundo ya periclitado permiten hablar de un ámbito para la fotografía y la reflexión crítica: “Toda nuestra infancia –dice-, toda nuestra España, era un parche para seguir tirando, porque cuando fuésemos mayores, seríamos otra cosa y nos compraríamos el tren o la bicicleta que los mayores no querían o no podían regalarnos” (p. 47). El padre Jacobi, la madre Victoria (en menor medida), la abuela, la prima Flora, el tío rojo León, don José, la comunidad judía, su vida en el internado… pero también los espacios y los lugares como la calle Barcelona, la calle Real… permiten hablar de un recorrido sentimental por la memoria de un hombre que se considera más cerca de la rudeza bereber que de la castellana y que es consciente de que “el conocimiento de nuestro pasado –como sucede en estos textos- nos acerca más a nosotros mismos y nos enseña por qué somos lo que somos” (p. 105). Lo que nos permite adentrarnos a su vez en el concepto de identidad y en la definición de esta como un cúmulo, un mestizaje de culturas que surgen con fuerza en estas historias, en estas cartas y reflexiones sobre la amistad.

La segunda parte, “Cuentos” la conforman cinco historias en las que está muy presente un realismo mágico de carácter simbólico más cercano a los cuentos de Las mil y una noches que a la narrativa hispanoamericana. La historia de Rachid podríamos considerarla como una parábola moral cuando es visitado por tres seres extraños que le hablan de tres principios honorables: Sabiduría, Honradez y Humildad, que debían ser guías para toda una vida. En “La Biblioteca” surgiría también una relación mágico-simbólica en la que se reflexiona sobre la creación a través de las propuestas de los muñecos de las estanterías que advierten de guías vitales y existenciales, como también sucede en la citada “La alquimia”. Para finalmente adentrarnos en las dos últimas historias en el ámbito de la naturaleza de la verdad y la mentira y su impostura.

Multitud de historias que conforman una visión de una época, de un paisaje, de un mundo interior que nos delimita y nos conforma como individuos que creen profundamente en la verdad y su configuración.

A continuación intervino  la poetisa Paloma Fernández Gomá, que igualmente, como es habitual en ella, desbrozó las interioridades de este libro de cuentos y relatos, y acabó leyendo algunas pequeños párrafos muy significativos de la narrativa “coheniana”.

Paloma Fernández Gomá

Paloma Fernández Gomá

En mi turno, me centré en los relatos en los que León Cohen rememora su niñez en Larache, en los que habla de sus padres, de su abuela, de sus tías, pero me demoré oportunamente en los que describen, desde su mirada desengañada pero nostálgica, ese Larache que tanto amamos.

Sergio Barce

Sergio Barce

Dije en mi intervención:

León nació en Larache, en una casa mata situada al pie de una mezquita, pero creció entre arena y olas, en la otra banda, esa playa que nos vio crecer a todos los larachenses y nos regaló recuerdos imborrables.

León no sería quien es sin el espíritu de su pueblo, de nuestro pueblo. Hemos crecido en diferentes años, León nació y creció en los años del Protectorado, yo nací y crecí en un Marruecos ya independiente, pero ambos guardamos como un tesoro imágenes y sonidos similares, imágenes y sonidos que forman parte de nuestra vida, como una especie de ADN que nos uniera, como el restallar de los disparos del tiro al plato en el Balcón del Atlántico, las gymkanas, los entierros musulmanes pasando a toda prisa por las calles respetuosamente paralizadas, las noches de San Juan, la romería al santuario de la patrona Lalla Menana, los bailes en la Unión Española, el carnaval en el Casino, la algarabía nocturna de las bodas musulmanas, la cabalgata de los Reyes Magos, el Purim en el Casino Israelita, cruzar el río en barca, el fútbol en Santa Bárbara o sobre la arena dura y compacta al bajar la marea en la playa peligrosa, el colorido del Zoco Chico al caer la noche (benditos sábalos recién pescados, dice León), los espectáculos en el Teatro España, los domingos de cine en el Ideal o el Avenida, el paseo a los Viveros, los atardeceres con la mirada perdida en el horizonte desde la balaustrada del Balcón del Atlántico…

Pero, y esto ya es sólo de él, a León le gusta definirse como el hijo de Jacobi el guapo.

A partir de aquí, dejé la palabra a sus relatos, y leí varios párrafos del libro.

Intervención de León Cohen

Intervención de León Cohen

León Cohen se encargó de cerrar el acto explicándonos los motivos y las inquietudes que le llevan a escribir este tipo de cuentos y narraciones.

Arropados por su familia (Julia y su nieto Alejandro) y por una buena representación de larachenses que acudieron al acto (Marisa y María Cristina Fernández Carrillo, Pepa Roelas, Francisco Muñoz Cortado, Antoñita de la Vega…), así como nuestros “sufridores” y larachenses de adopción: Pepe Sarria, Larisa, Berry, Mónica López –que me regaló un ejemplar del periódico “Larache” del año 1947… una maravilla), amén de otras personas asiduas al Ateneo y varios conocidos.

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Creo que fue una presentación muy bonita, de mucha calidad, y estoy convencido de que León la disfrutó. Se le notaba en el rostro cuando firmaba ejemplares.

Sergio Barce, septiembre 2013

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Escribe León Cohen en su relato “Mi prima Flora”:

(…) Los viajes periódicos en autobús a Tánger o a Tetuán para visitar a su costurera, las clases de inglés al atardecer con Mr. John, el capitán Cardona Sigue leyendo

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