Archivo de la etiqueta: Javier Valenzuela

TÁNGER – 21 DE SEPTIEMBRE – PRESENTACIÓN DE «LIMONES NEGROS», UNA NOVELA DE JAVIER VALENZUELA

La nueva novela de Javier Valenzuela, Limones negros (Editorial Anantes – Sevilla, 2017), se presenta este jueves, día 21 de septiembre, en la Biblioteca Juan Goytisolo del Instituto Cervantes de Tánger, a las 19:00 horas.

La presentación correrá a cargo de la hispanista Randa Jebrouni.

LIMONES NEGROS

Sinopsis de Limones negros: Tánger, otoño de 2015. La corrupción española atraviesa el estrecho de Gibraltar en busca de nuevas oportunidades de negocio. Lola Martín, capitán de la Guardia Civil, sigue la pista en la ciudad marroquí de los tejemanejes de un poderoso banquero. Sepúlveda, profesor del Instituto Cervantes, le ayuda en sus pesquisas.

¿Hasta dónde puede soportarse la corrupción? ¿Es lícito tomarse la justicia por su mano cuando la oficial resulta inoperante? Sepúlveda y Lola Martín se hacen esas preguntas conforme van apareciendo cadáveres en Tánger y entra en escena la inteligente y hermosa Adriana Vázquez. Limones negros pone al día el arquetipo de la femme fatale

(La sinopsis es reproducción de la aparecida en Prensa Anantes).

JAVIER VALENZUELA

JAVIER VALENZUELA

 

Etiquetado , , , , , , ,

«TANGERINA», UNA NOVELA DE JAVIER VALENZUELA

«…Chukri te ha contado que tus padres los conocieron y, aunque ellos jamás te hablaron de los Bowles, tú sabes que los dos eran, digamos, bisexuales.

No es ningún secreto que a Paul Bowles le encantaba descubrir jóvenes talentos artísticos que no tardaba en convertir en amantes, como si mecenazgo y cama fueran una misma cosa para él. El pintor Ahmed Yacoubi fue uno de ellos, quizá el más importante para Paul. En 1947 lo descubrió en Fez y, dos años después, ya se lo había llevado a Tánger. Durante los tres lustros siguientes, Yacoubi sería el gran amor del autor de El cielo protector. Eso también está en los libros.

¿Y Jane Bowles? ¿Cómo llevaba la escritora de nariz respingona la cohabitación con el guapo, viril y simpático amigo de su esposo? Por lo que has leído, Jane se quejaba de que Yacoubi siempre le estaba sacando dinero a Paul, pero de ahí no pasaba. A ella le gustaban las mujeres y tenía sus propios líos. El más notorio, la relación casi sadomasoquista con Cherifa, su ama de llaves.

Cotorrito, el loro de los Bowles, era testigo de este ménage à quatre. ¿A cuatro? ¿Qué dices, Sepúlveda? Y a cinco y a seis también.

A mediados de la década de 1950, el pintor Francis Bacon desembarcó en Tánger tras los pasos de su gran amor Peter Lacy, un piloto de caza de la RAF durante la Segunda Guerra Mundial. Paul Bowles le dio la bienvenida, le ayudó a acomodarse, le presentó a Yacoubi y le pidió que enseñara a su protégé a pintar al óleo. Yacoubi no tardaría en convertirse en un visitante asiduo del taller que Bacon abrió en la medina.

Francis Bacon con Ahmed Yacoubi, en Tánger, 1956

Francis Bacon con Ahmed Yacoubi, en Tánger, 1956

Una fotografía en blanco y negro fechada en 1956 muestra a Bacon, con camisa blanca, pantalón largo y sandalias de cuero, poniendo cariñosamente la mano izquierda encima de los hombros de un Yacoubi que sólo viste un bañador a cuadros y exhibe un torso musculoso. La leyenda tangerina cuenta que Bacon compaginó su aventura con Yacoubi, que seguía viviendo en casa de los Bowles, con su pasión con Peter Lacy.

Al veterano piloto de guerra podía vérsele en el Dean´s Bar, donde se ganaba la vida tocando el piano desde el atardecer hasta el amanecer. Conocía un amplio repertorio de temas de jazz que desgranaba mientras iba vaciando botellas de ginebra. De cabello largo, muy claro y peinado hacia atrás, y rostro pálido y bien proporcionado, solía vestir un traje ligero con camisa blanca y pajarita negra.

En 1962, cuando Peter Lacy murió, Bacon pintaría en Tánger un lienzo llamado Paisaje cerca de Malabata como homenaje al torturado amor que habían sostenido. Es uno de los más sombríos y dramáticos de su carrera: un paisaje abstracto, borrascoso, iluminado por relámpagos.”

Tangerina de J. Valenzuela - portada

Este fragmento que he escogido de la novela Tangerina (Martínez Roca – Madrid, 2015) de Javier Valenzuela., resume a la perfección qué tipo de libro ha escrito.

Javier Valenzuela es uno de los periodistas más reconocidos de nuestro país y, al enfrentarse a su primera novela, no ha podido evitar seguir ejerciendo su profesión. Así que estamos ante una obra plagada de información y de noticias.

Conocí a Javier Valenzuela en la Fundación Tres Culturas de Sevilla, en un encuentro en torno a la figura de Mohamed Chukri, en el que él intervenía junto a Rajae Boumediane y Juan José Téllez. Luego, tomamos algo y, finalmente, acabó por presentar mi anterior libro Paseando por el Zoco Chico. Larachensemente, en Madrid, en un gesto de generosidad que siempre le agradeceré.

En esas horas posteriores al encuentro de Sevilla, Javier dijo que estaba a punto de publicarse su novela: Tangerina. Yo comenté que estaba a punto de publicar la mía: La emperatriz de Tánger

*** 

Sigue leyendo

Etiquetado , , , , , , ,

ASI FUE LA PRESENTACIÓN DE «PASEANDO POR EL ZOCO CHICO. LARACHENSEMENTE» EN MADRID

Sergio Barce y Javier Valenzuela

Sergio Barce y Javier Valenzuela

Esta es una breve crónica, especialmente fotográfica (fotos de Pablo Barce), de la presentación de mi libro de relatos Paseando por el Zoco Chico. Larachensemente (Jam Ediciones/Generación BiblioCafé  – Valencia, 2014) que se celebró en la Librería Diwan de Madrid, el pasado viernes 5 de diciembre.

Nourddine Bettioui, dueño de la Librería Diwan, preparó todo para que estuviésemos lo más cómodos posible, con una mesa para un posible posterior coloquio que, sin estar previsto en principio, parece que él intuyó. Durante el acto, que se alargó bastante más tiempo del previsto, porque en ese coloquio participó gran parte de los asistentes, nos obsequiaron con té moruno y pastelillos típicos. Así que hubo un ambiente muy agradable.

Interviene Angeles Ramírez

Interviene Angeles Ramírez

Ángeles Ramírez, como presidenta de la asociación Xenia, y como larachense, abrió el acto para presentarnos, con la dulzura y cariño que la caracteriza. Y luego cedió la palabra al periodista y escritor Javier Valenzuela.

DSC_0059

Javier presentó mi libro de una forma desbordante. Abrió diciendo que nos habíamos conocido la semana anterior en Sevilla, durante el acto dedicado a Mohamed Chukri en la Fundación Tres Culturas, y que Rajae Boumediane, la traductora al castellano de los libros de Chukri para la editorial Cabaret Voltaire, fue la que allí le sugirió leer el libro y presentarlo, y cómo al día siguiente, cuando llevaba leídos sólo tres de los relatos, me escribió para confirmarme que se animaba a presentarlo porque le estaban gustando muchísimo.

Interviene Javier Valenzuela

Interviene Javier Valenzuela

Javier Valenzuela añadió que el estilo y la calidad del libro está muy por encima de la media de lo que se publica en España, lo que, viniendo de una persona como él, es un elogio que me enorgullece.

Y añadió:

Tangerina, mi primera novela tras ocho libros periodísticos, llegará a las librerías en febrero de 2015. Alumbrarla a lo largo de nueve meses de este año de 2014 me ha hecho apreciar aún más la buena escritura de ficción, lo duro y difícil que es narrar bien un paisaje, un personaje, una escena o un diálogo. Sergio Barce escribe muy bien. Su dominio de la técnica narrativa nos lleva a esperar de él obras de gran envergadura”.

Luego, enlazó los temas tratados en mis relatos con sus experiencias personales en Marruecos, intercalando además anécdotas de su trabajo como periodista para el diario El País durante su época de corresponsal en Marruecos.

Javier Valenzuela

Javier Valenzuela

Hubo momentos realmente divertidos, de esos que hacen de una velada algo imborrable. Es difícil olvidar la imagen de Chiqui Pulido literalmente partida de la risa escuchando a Javier. 

Javier Valenzuela, bajo la atenta mirada de Angeles Ramírez

Javier Valenzuela, bajo la atenta mirada de Angeles Ramírez

Luego, Rajae Boumediane el Metni, leyó unas palabras que había preparado sobre la marcha, palabras en las que destacaba también la calidad de mis cuentos. Rajae me dedicó palabras muy afectuosas y optimistas, e intercambió con Javier Valenzuela algunas impresiones sobre los relatos de Paseando por el Zoco Chico.

Interviene Rajae Boumediane

Interviene Rajae Boumediane

Y la palabra larachensemente brotó de sus labios con una complicidad intensa y sincera. Un detalle muy bonito.

Gabriela Grech y Rajae Boumediane

Gabriela Grech y Rajae Boumediane

Y, aunque no estaba previsto, intervinieron también los profesores Víctor Morales Lezcano y Mohamed Dahiri. Con ellos, se profundizó en uno de los temas que Javier Valenzuela había destacado de mi libro.

Interviene Víctor Morales Lezcano

Interviene Víctor Morales Lezcano

Javier había subrayado en su intervención que Paseando por el Zoco Chico. Larachensemente contenía un mensaje profundo y claro y que no era otro que el de la defensa a ultranza de la convivencia entre las tres culturas, y que, para él, en realidad ese era mi objetivo como autor de este libro, fijar como objetivo futuro el recuperar esa convivencia pacífica en la que habíamos vivido en Larache. Sus palabras fueron: 

“Los mejores momentos del pasado multicultural de Larache fueron como debería ser el futuro. El siglo XXI será el de las identidades múltiples o no será. O encontramos un modo de vivir todos juntos y revueltos en paz y libertad, o volveremos a vivir las peores pesadillas del siglo XX. Desconfiemos de todos aquellos que pretender obligarnos a escoger entre papá y mamá, a identificarnos exclusivamente con una lengua, una cultura, una nacionalidad o una religión”.

A partir de ahí, el coloquio se abrió y se trasformó en un intercambio de ideas, experiencias y anécdotas, ameno, divertido en muchos momentos y muy gratificante.

Pero no puedo dejar de mencionar algunas de las afirmaciones de Javier Valenzuela, que se iban produciendo como consecuencia del contenido de mis relatos.

Cuando comenté la historia que relato en los cuantos Mohammed, el niño de Alhucemas y en Moro, Javier Valenzuela añadió dos comentarios que  me parecieron especialmente certeros:

“El Protectorado español hizo un esfuerzo encomiable para un país que era entonces más bien pobretón en materia de urbanismo y arquitectura en ciudades como Larache y Tetuán. Allí espacios urbanos hermosísimos que datan de esa época y que el Marruecos del siglo XXI tendrá que valorar y proteger”.

“Los marroquíes, y en particular los del Norte, conocen bastante bien a España y a los españoles. Es una pena que lo contrario no sea cierto. La mirada mayoritaria de Marruecos que tienen los españoles aún está repleta de ignorancia y prejuicios”.

Y así, de la historia que narro en Los herederos de Al-Ándalus, que cierra el libro, Javier dijo:

“Siento que los moriscos y los sefardíes que fueron expulsados de los reinos de España por la intolerancia inquisitorial, y muchos de los cuales se instalaron en Marruecos, son mis compatriotas».

Interviene Mohamed Dahiri

Interviene Mohamed Dahiri

Cuando se discutió sobre las obras de autores más reconocidos, creadores extranjeros que hicieron de Marruecos una parte importante o esencial de sus obras, he de reconocer que la propuesta de Javier Valenzuela fue directa a lo que también creo sobre este asunto. En concreto, afirmó:

“Los tiempos del colonialismo y el anticolonialismo quedan atrás, y con ellos debería quedar las pasiones que provocaron. Sería maravilloso que Marruecos reconociera que escritores como Ángel Vázquez y Juan Goytisolo, como Jean Genet y Paul Bowles, forman parte de su patrimonio cultural”.

En fin, además de quienes intervinieron, convirtiendo el acto en algo mágico y especial, la asistencia fue alta y el local se llenó de público, porque acudieron muchos amigos (algunos otros, por diversas circunstancias, no pudieron hacerlo, como Emilio Gallego que venía desde León y al que le fue imposible estar físicamente aunque sí lo hizo de otra manera, o Esperanza Manso que estuvo unos minutos antes para llevarse el libro). 

José Manuel Galindo a la izquierda, junto a Karim, Mohamed, Chiqui, Boubel, Rajae, Ange...

José Manuel Galindo a la izquierda, junto a Karim, Mohamed, Chiqui, Boubel, Rajae, Ange…

José Manuel Galindo vino desde Zaragoza, y luego, al acabar la presentación, se marchó de vuelta. Esos son detalles que realmente emocionan. 

PASEANDO POR EL ZOCO CHICO - cubierta

El día anterior, acudí a la inauguración de la exposición de fotografías de Gabriela Grech. Maravillosa exposición Larache / Al-Araich que sigue abierta. Gabriela es la autora de la portada de mi libro de relatos, una foto-composición excepcional y bellísima que le da el toque de calidad a la edición. Gabriela también intervino en el coloquio con su vehemencia y pasión habitual.

Interviene Sergio Barce

Interviene Sergio Barce

Otros larachenses también estuvieron presentes: Hor Amina, Chiqui Pulido, Mohamed Mrabet, el ya citado Semanué Galindo, Mohamed Chouirdi, Abdeslam Boubel, Aziz Bouhdoud, Abou Karim y su hijo Mohamed, y la tangerina Nabila Boumediane, los profesores Mohamed Dahiri y Víctor Morales, y otros amigos entrañables como Oscar López, Charo Sánchez, César Martínez Herrada, Juan Carlos, Lidia Higueras… Siento no poder mencionar a todos.

DSC_0201

En resumen, una noche muy gratificante. Una suerte haber contado con todos, y mi agradecimiento más profundo a Javier Valenzuela por acceder a presentar el libro y hacerlo de una manera tan brillante, y a Rajae Boumediane por conseguirlo y por estar también a nuestro lado. 

Sergio Barce, diciembre 2014

DSC_0108

 ****

GALERÍA FOTOGRÁFICA

Sigue leyendo

Etiquetado , , , , , , , , , , , , ,

«GUSANOS DE SEDA», UN RELATO DE SERGIO BARCE

Como mañana viernes, día 5 de diciembre, a las 19:30, en la Librería Diwan, el periodista y escritor Javier Valenzuela presenta mi libro de relatos Paseando por el Zoco Chico. Larachensemente (Jam Ediciones – Valencia, 2014), en compañía de Rajae Boumediane y de Ange Ramírez, me permito reproducir uno de los cuentos que forman parte de este libro. Es una manera espero que sugerente de invitaros a que acudáis a este evento.

El relato está dedicado a mi madre, que hace ya cuatro meses se marchó para siempre a su paraíso de Larache. Es una de las pequeñas anécdotas que guardo de ella, de las que se quedan conmigo, y de las que sin ninguna duda Carlitos Tessainer se acordará perfectamente.

cartel

GUSANOS DE SEDA

Mi madre me traía de tarde en tarde una caja con gusanos de seda, que se escondían sin prisas entre hojas de morera. Me gustaba verlos moverse lentamente entre las verdes hojas, como si contaran con todo el tiempo del mundo para hacerlo. Mi madre se los comprobaba a una mujer de Beni Gorfet, la que se instalaba siempre en el suelo, en uno de los laterales de la Plaza, y que ofrecía a la venta, sobre su estera de esparto, queso de cabra, yerbabuena y hojas de morera con gusanos de seda.
Cuando las orugas acababan de devorarlas, igual que termitas voraces e insaciables, tiraba los restos que quedaban en el fondo de la caja de cartón, ya mustias y casi podridas, y me daba dos pesetas para que comprara nuevas hojas de morera. En cuanto las metía en la caja, los gusanos, que parecían unos ciegos que se moviesen por el olfato, volvían a comer sin descanso.
Semanas después, se iban formando ya los primeros capullos. Yo observaba el curioso espectáculo como si fuera Gulliver estudiando pacientemente cómo los liliputienses construían sus casas, pero con la diferencia de que estas orugas se iban enterrando vivas en sus ovalados féretros de seda, unos amarillos y algunos anaranjados, y me hacían pensar en diminutos faraones embalsamados. Les llevaba unos tres días terminar el proceso, hasta quedar completamente aislados en sus frágiles capullos que yo tocaba con la yema de mis dedos, temiendo que se deshicieran o que pudiera aplastarlos por accidente.
Solía instalarme en la terraza superior del edificio donde estaba mi casa, en la calle Mulay Ismail, y me sentaba junto a la caja de cartón. Movía los capullos, los agitaba con suavidad, pero parecían contener solo aire y vacío. Cuando me aburría dejaba la caja en cualquier parte y me iba a los jardines a capturar renacuajos.
Dentro del capullo, la crisálida eclosionaba un día y, de pronto, los féretros liliputienses comenzaban a resquebrajarse, el tejido denso y enmarañado se iba desmadejando hasta dejar escapar a las mariposas, que nosotros llamábamos palomitas; era el instante anhelado, el más emocionante, el más increíble de todo el proceso.
Resultaban bastante torpes al comienzo, y por el aspecto diríase que no habían cesado de alimentarse en todo ese tiempo en el que habían sobrevivido en la oscura cavidad del capullo. Trataban entonces de volar, ensayando despegues tan torpes como inútiles, aleteaban girando sobre sí mismas, golpeándose contra las paredes de la caja de cartón. Mientras, el rumor del acantilado me envolvía sugestivamente.
Durante días, las mariposas macho trenzaban movimientos compulsivos, ansiosos por copular, mientras las hembras, palomitas más grandes y perezosas, parecían esperar con paciencia a ser tomadas al asalto, resignadas al ciclo inevitable. El cortejo de esta especie es pedestre y primitivo: la hembra está parada sobre su vientre, petrificada, y el macho se limita a unir su abdomen con el de ella, una especie de penetración sin prolegómenos, fría y mecánica. Yo los veía entonces quedarse tan quietos que a veces creía que habían dejado de respirar, pero continuaban así copulando, sin un mínimo movimiento, durante varias horas. Es de imaginar que no sufrían demasiado desgaste físico. Solo a veces veía moverse a algunas, como si trataran de ajustar mejor sus cuerpos (imagino que eran las parejas más picaronas). En todos los casos, el macho, una vez que había satisfecho a la hembra que pocas horas antes había asaltado sin el más mínimo miramiento o consideración, la olvidaba y buscaba a otra que, por supuesto, aún fuera virgen, y repetía su hazaña febril (aunque tan poco imaginativa como la precedente), y dejaba a su conquista anterior compuesta y sin novio, destinada a parir huevos diminutos, amarillos y pegajosos, que se esparcían como pepitas de oro por el fondo de la caja. Luego, la parturienta moría sola y olvidada.
Y así comenzaba de nuevo la historia… Sin embargo, en algún momento de todo este ciclo que volvía a repetirse ineludiblemente al dictado de esa ley no escrita pero inviolable de la naturaleza, yo perdía el interés y la caja de cartón pasaba a manos de algún amigo o quedaba a merced del destino. No lo sé con certeza. Pero meses más tarde, mi madre aparecía de nuevo en la casa con otra cajita de cartón llena de gusanos de seda que le había comprado a la mujer de Beni Gorfet, la que se instalaba siempre en el suelo, en uno de los laterales de la Plaza, y que ofrecía a la venta, sobre su estera de esparto, queso de cabra, yerbabuena y hojas de morera con gusanos de seda.

Sergio Barce

Mi madre y yo, con mi hermana, cruzando el Lukus en barca

Mi madre y yo, con mi hermana, cruzando el Lukus en barca

Etiquetado , , , , , , , , , , ,

LARACHE TOMA MADRID AL ASALTO…

Los larachenses vamos a tomar Madrid los próximos días. Llenaremos las calles de azahar, y llevaremos el olor del salitre, de Ain Chakka y de la otra banda, se oirán chirimías, tambores y bandurrias, teñiremos las fachadas de azul y blanco, y se escucharán, a lo lejos, las olas rompiendo bajo el Balcón del Atlántico…

Aquí tenéis la prueba…

Foto de Gabriela Grech - perteneciente a la Exposición LARACHE / AL-ARAICH

Foto de Gabriela Grech – perteneciente a la Exposición LARACHE / AL-ARAICH

Este jueves, 4 de diciembre

a las 19:30 horas

en La Fragua de Tabacalera (Madrid)

calle Embajadores, 51

«Larache/Al-Araich. Entre la memoria y el presente«

Exposición de la fotógrafa larachense

GABRIELA GRECH

pda_grech

Y el viernes, 5 de diciembre,

a las 19:30 horas

en Librería Diwan

Pasaje del Alguacil, 6

el periodista y escritor

Javier Valenzuela

presenta mi libro de relatos

PASEANDO POR EL ZOCO CHICO. LARACHENSEMENTE

cartel

¡Madrid es nuestro!

 

 

Etiquetado , , , , , , ,