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PASEANDO POR EL ZOCO CHICO… EN EL COLEGIO ALBORÁN DE MARBELLA

El pasado día 28, estuve en el Colegio Alborán de Marbella, cuyo Departamento de Lengua y Literatura ha escogido mi libro de relatos Paseando por el Zoco Chico. Larachensemente como libro de lectura para sus alumnos. Los chicos (que se dividieron en dos grupos para poder estar con todos), tanto del último ciclo de Primaria como los de ESO y de Bachillerato, estuvieron muy atentos a mis explicaciones y a lo que les pude contar tanto de mis libros como de mis relatos, y luego me hicieron muchísimas preguntas sobre el libro que habían leído. Un verdadero placer. Como el compartir esta actividad con su profesorado, que se esmeró en hacerme pasar una jornada verdaderamente entrañable y cómoda. 

Galería fotográfica:

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«DESPÍDETE DE WENDY», UN RELATO DE SUSI BONILLA

“Siempre me gustó escribir. De ahí vino mi formación como profesora y la especialidad que elegí. Al mismo tiempo la seducción que me provocaba la complejidad de la mente humana me llevó a estudiar Psicología. Me atraen los rincones oscuros del alma, quizá porque parte de mi tarea habitual consiste en liberar a las personas de las ataduras que les producen.
Escribir se convierte así en un medio y un fin. Un instrumento que libera sentimientos y emociones. Escribir es arma y terapia en mi mundo desde el que defiendo un universo de sinceridad. Una sinceridad cotidiana, que comienza con la aceptación del yo. En este universo no caben los predicadores que ofrecen una imagen ficticia de sí mismos y, lo que es peor, que se la creen.”

Esto lo dice Susi Bonilla, y es toda una declaración de principios. Susi Bonilla es una de las voces más potentes del grupo literario Generación BiblioCafé, del que formo parte. Su escritura está, efectivamente, entiznada por su trabajo psiquiátrico, y esto hay que tomarlo en el mejor sentido de la frase porque lo que uno encuentra en su narrativa es introspección –propia y ajena- y dibujo al carboncillo de nuestro reverso más oculto. Profundidad y sobriedad pero también musicalidad y ternura.

Generación Bibliocafé - Susi Bonilla - quinta por la izquierda

Generación Bibliocafé – Susi Bonilla – quinta por la izquierda

En el libro colectivo Por amor al arte (Jam Ediciones-GB – Valencia, 2014), en el que coincidimos, se incluye su relato La ventana. Cuenta la historia de Lucía, una mujer que, desengañada y derrotada por la falta de afecto y de atención de su pareja, acaba asomada a una ventana día tras día, sumida en un silencio impermeable, ausente de la realidad. Susi escribe la historia adoptando el punto de vista del marido, y, cuando lo leía, subrayé un párrafo. Lo releo y encuentro en él la esencia de su narrativa, la belleza de sus palabras. Dice así:

(…) Entro cada día en ese cuarto. Huele a tinieblas saladas. Su figura se dibuja en la ventana como un espectro. Sigo hablándole. Llamándola por su nombre, diciéndole quién soy. Acaricio su espalda, sus hombros, su pelo. Espero una pequeña reacción, pero sigue sin ocurrir nada. Me siento en la butaca de siempre. La contemplo. Me asusta pensar que comienza a camuflarse con el mobiliario. De nuevo me invaden los interrogantes. (…)

No puede describirse mejor la sensación de soledad que se ha instalado entre ambos. Sutil, poético casi.

Muchacha en la ventana (1925), de Salvador Dalí

Muchacha en la ventana (1925), de Salvador Dalí

Como he hecho con otros compañeros de Generación BiblioCafé, le pedí a Susi Bonilla un relato. Y me envió Despídete de Wendy, galardonado por la Asociación AVAFI. Luego, cuando vi su currículum, descubrí otro premio, pero esta vez a unos versos suyos… Y audazmente se lo pedí, impulsado por dos motivos: el primero, el poder leer ese poema con el que había ganado el Premio de Poesía Erótica Canyada D´Art en 2013, y el segundo, dar una pincelada de sensualidad a este mundo que nos rodea, cada vez más cainita, más deprimente y más enturbiado, y colorearlo con nuevos versos eróticos que, en realidad, camuflan nuestros sueños y deseos sexuales, y que, digámoslo, nos regalan cierta alegría al cuerpo que necesitamos imperiosamente. El poema es el siguiente:

FELLATIO PRIMA

Adagio
Al roce de sus manos, el instrumento cobra vida.
Suaves caricias.
Se arrodilla ante él. Mi cuerpo se estremece.
Caricias tímidas.
Al ritmo de sus labios, comienza melodía.
Tempo lento, majestuoso.
Dedos, lengua. Excelso maridaje.
Insólita armonía de amor.
Armonía carmesí.
Andante
Prisionero de su boca, el instrumento erguido.
Firmes caricias.
Alza su mirada sin perder el compás. Mi deseo engrandece.
Caricias húmedas.
Compositora de sensaciones, las transforma en gemidos.
Tempo tranquilo, al paso.
Manos, boca. Celestial sincronía.
Adictiva armonía de pasión.
Armonía escarlata.
Allegro
A merced de su magia, el instrumento vibra.
Enérgicas caricias.
Sus ojos me traspasan. Mi alma se enardece.
Caricias resbaladizas.
Intérprete de latidos, mi razón emigra.
Tempo vivo, al trote.
Manos, labios, lengua. Trío sublime.
Lujuriosa armonía de sangre.
Armonía grana.
Presto
Pleno de bravura, el instrumento henchido.
Desbocadas caricias.
Con su ofrenda sin tregua, mi espíritu enloquece.
Caricias gelatinosas.
Culmina su obra, metrónomo perdido.
Tempo rápido, al galope.
Delicadas manos vigorosas. Protagonismo hercúleo.
Explosiva armonía de efluvios.
Armonía multicolor.
A tempo

En cuanto lo recibí, le dije a Susi: Es muy… musical. Vamos, que se puede seguir el compás. Me encanta. No es fácil escribir algo así sin caer en lo vulgar, con lo que tiene doble mérito.

Pero volvamos al relato Despídete de Wendy

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RESEÑA DEL PROFESOR Y POETA JOSÉ LUIS PÉREZ FUILLERAT AL RELATO «LA VENUS DE TETUÁN», DE SERGIO BARCE

Una vez más, he de celebrar que mi admirado José Luis Pérez Fuillerat, poeta y profesor, dedique su tiempo y su talento a destripar una de mis obras. Ya lo ha hecho con alguna de mis novelas y con mi último libro de relatos, y ahora le ha hincado el diente al cuento que he publicado en el libro colectivo de la Generación BiblioCafé Por amor al arte (Jam Ediciones – Valencia, 2014). Sólo puedo dejar constancia de mi agradecimiento y de mi gratitud por sus palabras.

                       Sergio Barce, enero 2015

Jose Luis Pérez Fuillerat

Jose Luis Pérez Fuillerat

Comentario al relato de Sergio Barce

“LA VENUS DE TETUÁN (*)

por José Luis Pérez Fuillerat

Relato breve e intenso de este narrador de raíces larachenses y malagueñas.
Y otra vez la leyenda de Pigmalión. No ha sufrido apenas ningún cambio, ninguna metamorfosis, desde aquella de Ovidio, pues todas las versiones que se han realizado, ya sea como narraciones, teatro o cine, coinciden en la contemplación de la belleza ideal, corporeizada en la mujer, musa inspiradora del artista a la búsqueda constante de la obra perfecta.
No obstante, ¿qué añade el autor de este relato al mito del escultor Pigmalión y su modelo Galatea, en la historia del arte? Tal como está narrado, es quizás ese placer de la clandestinidad, tan natural en las pulsiones y pasiones humanas. Hay un momento de la historia narrada en que el personaje, el pintor Rivanera, posa su mano en la entrepierna de la modelo venusiana, incluso llega a tocar con sus dedos el sexo de la diosa aprovechando su sueño.
Pero no, no es cobardía, sino un paso en ese devenir, en esas escalas de amor que estaba recorriendo, como artista enamorado de la perfección de su modelo. En ella había encontrado lo que buscaba. Pero se conformó con tocarla. Eso sí, clandestinamente.
El artista, enamorado de su modelo ideal, una vez puesto en camino por medio de la palabra (la sharia), practicó la tariqa, actuó, pintó a la amada en diferentes posturas, manteniendo la admiración y el deseo, sin llegar a la consumación carnal, pues esa pasión nunca debe desequilibrarse, ya que su última aspiración es llegar a la haqiqa (la paz interior), dentro de los estados místicos descritos por la filosofía amorosa de los sufíes.
Esta idea de la clandestinidad puede malinterpretarse en el relato de Sergio Barce. Cabe la pregunta que la misma Paloma (la Venus de Tetuán) se hace desde su regreso en el ferry: por qué Rivanera (Pigmalión) no lo intentó de nuevo, ya que, al parecer, fue la llegada inesperada al estudio de Hadiya la que obstaculizó la entrega final, deseada también por ella. Es decir, no es el caso de la enamorada de la jarcha que se niega al último momento cuando gozosa y asustada dice:

¡Non me mordás, ya habibi, la!,
no qero daniyoso!
Al-gilala rajisa! ¡Basta!
A todo me refyuso!

***

No me muerdas, amigo, ¡No, / no quiero al que hace daño! El corpiño es frágil. ¡Basta! A todo me niego.

(Versión de estos versos, de Emilio García Gómez: “Las jarchas romances de la serie árabe en su marco”).

Pero si el deseo se hubiera hecho realidad, el cuento no hubiera sido posible. El narrador heterodiegético asume y “consume” la historia del amor idealizado, más auténtico (más literario) que cualquier otro, que se considera menos puro, al menos en la tradición literaria ascético-mística. Así el andaluz Ibn Arabí, en un verso de sus Odas tituladas El intérprete de los deseos nos dice:

“Converso con ella, mañana y noche,
con el lamento de un hombre que languidece
y el gemido de un sediento”.

La ceguera final del pintor Rivanera es también un acertado motivo literario. Ceguera física tal como se nos cuenta, pero ceguera también simbólica del amor mantenido en secreto. “Busca algo”, dice Hadiya mientras el artista mira insistentemente el cuadro de Velázquez. Una vez encontrada la belleza ideal, su Venus de Tetuán, ya nada le queda por ver… ni por vivir.

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(*) Incluido en el libro de relatos “Por amor al arte”, Generación Bibliocafé, Málaga, 2014.

POR AMOR AL ARTE - portada

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«LA VENUS DE TETUÁN», UN RELATO DE SERGIO BARCE

Mi relato La Venus de Tetuán se ha publicado en el libro colectivo de la Generación BiblioCafé Por amor al arte (Jam Ediciones, – Valencia, 2014) que presenté, junto a la escritora Herminia Luque, en Málaga, en la Librería Proteo.

Espero que disfrutéis de su lectura tanto como yo lo hice al escribirlo.

Sergio Barce, enero 2015

POR AMOR AL ARTE - portada
 

LA VENUS DE TETUÁN

Llevaba años sin saber nada de él, y cuando recibió la llamada de Jadiya no supo negarse a ir. Pero de aquel trabajo en Tetuán recordaba muy a menudo los apacibles días, las largas sesiones en el estudio, las playas de Martil, los paseos hasta la plaza del Feddan, los valses embriagando las estancias, a veces, incluso, lo que nunca ocurrió. No podía hacer demasiadas conjeturas porque todo le parecía inesperado y extraño, y, sin embargo, cómo eludir esa cita, cómo despreciar la última voluntad de un hombre como Rivanera. Sin embargo, seguía sin comprender por qué al final se había acordado de ella.
Mientras el taxi, un viejo modelo Mercedes de los setenta, avanzaba por la carretera, un calor húmedo y cansado la acompañó durante la mayor parte del trayecto hasta Tetuán. El taxista le hablaba en perfecto castellano de su familia, del tiempo, de Castillejos, de que Marruecos no notaba la crisis porque llevaban toda la vida en crisis, del año que pasó en Barcelona trabajando en la construcción… Paloma cerró los ojos en algún instante, acunada por la voz del hombre, por el monótono ronroneo del motor, por el bochorno que entraba por la ventanilla del coche. En la breve duermevela quizá, fue cuando regresaron como la pleamar los largos meses que pasó con Rivanera. Se acordó de su casa, un riad en la vieja medina situado en una callejuela estrecha pero con un mirador espectacular, los colores, las voces, los alumnos que pasaban por allí, y aquella copia de La Venus del espejo de Velázquez que presidía el patio. Rivanera la había hecho reproducir a tamaño real y, cada mañana, se sentaba frente al cuadro y lo contemplaba durante una hora.
Pero en esta ocasión iba al encuentro de la sombra del artista. Jadiya le rogó que fuera porque, aunque hacía un mes que ya lo habían enterrado, debía enseñarle algo, algo que no podía dejar de ver, algo que él había legado para ella, pese a los años sin ningún contacto entre ellos. No le dijo de qué se trataba y Paloma no lo preguntó.
Paloma tenía una coqueta tienda de ropa en Sevilla, pero durante quince años fue una de las modelos más solicitadas por los pintores de Madrid. Modelo y musa, así la describieron en algún artículo de prensa. Y cuando Rivanera la reclamó para que acudiera a su estudio en Tetuán, fue sin pensarlo. Eso ocurrió en 1996. Entonces Paloma acababa de cumplir veinticinco años. Se miró las manos, delgadas, desde hacía tiempo le iban apareciendo manchas en la piel, muescas del tiempo que avanzaba imparable, y pensó que comenzaban a transformarse en las manos de una mujer mayor.
Rivanera pasaba por ser uno de los mejores pintores realistas del momento, y trabajar para él como modelo suponía entonces elevar el caché. Le pagaría bien, y además, durante su estancia en Marruecos, tendría cubierta la manutención y la estancia. La recibió en su casa como si esperase a alguien que iba a salvarlo de algún desastre. Eso halagó a Paloma, y se rindió en seguida a los educados modales de Rivanera, a su voz tranquila y modulada, a sus largos monólogos mientras pintaba, a sus discos. Pero lo primero que hizo cuando ella entró en la casa, fue enseñarle la réplica del Velázquez.
-Es la perfección –dijo entre dientes-. Lástima que no tengamos el original ¿verdad?

LA VENUS DEL ESPEJO
La acomodó en la casa adyacente a la suya, a la que solo debía ir para asearse, cambiarse y dormir. Y salvo las horas que no estuviera obligada a posar, era libre de hacer lo que se le antojara. Paloma se acostumbró en seguida a su nuevo ritmo de trabajo, a los apacibles desayunos con rarif recién hecho y untado de miel, acompañada de Rivanera y de Jadiya, a veces también con algún admirador que él nunca dejaba en la calle, a las cenas en la terraza bajo el cielo embaucador del viejo Tetuán, a los largos paseos. Iba acordándose de esas escenas, que habían sido su única compañía en los últimos años, y de aquella casa, siempre llena de lienzos, caballetes, óleos, pinturas, y sobre todo de música, música que resonaba sin parar deteniendo las horas. Era fácil encontrar la casa de Rivanera porque se escuchaban los conciertos desde las callejas cercanas, como invisibles anzuelos lanzados al aire. Paloma sonrió. Veía a Rivanera con Jadiya entre sus brazos, bailando un vals, la chica con las mejillas rojas como rosas… Durante las dos primeras semanas creyó que ella era su amante. Luego supo que nunca hubo nada entre ellos. Solo era una alumna de la Escuela de Bellas Artes que, para pagarse sus clases, trabajaba en la casa. Para su suerte, Rivanera, además, le enseñaba el oficio.
El primer día,

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VIDEO DE LA PRESENTACIÓN DE «PASEANDO POR EL ZOCO CHICO. LARACHENSEMENTE» DE SERGIO BARCE

Mi paisano y amigo Aziz Bouhdoud, con su generosidad habitual, me envía este pequeño y entrañable reportaje de la presentación de mi último libro en la Librería Diwan, en Madrid.

Para verlo, pincha en el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=oRyyZ3OZi34

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PASEANDO POR EL ZOCO CHICO - cubierta

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