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LARACHE – SIGLOS XVI-XVII (13ª PARTE)

 

Desde marzo de 1634, y en años sucesivos, la calma relativa se aposenta en la zona y Larache goza de tranquilidad que, no obstante, causó el efecto no deseado de que la plaza se viera cada vez menos atendida por la corona. Aún en 1648, Al-Ayaxi seguía asediando la Kasba de Salé, defendida por los andaluces seguidores de Muhammad al-Xaij al-Saguir, cuyo hermano Al-Wasid había sido asesinado dos años antes.

Pero a Al-Ayaxi le surgió, por entonces, otro problema más: en la zauía de Dila, su jefe desde 1637, Muhammad al-Hach, iba acrecentando su poder, y su atracción religiosa comenzó a ganar adeptos. Lo curiosos es que, durante esos años, al-Hach ayudó con sus tropas a las de Al-Ayaxi, venciendo a al-Saguir en 1638. La unión de estos morabitos hizo que las plazas españolas, entre ellas las de Larache, temieran un ataque inminente, cosa que no ocurrió. 

El único incidente reseñable que menciona García Figueras se produjo en julio de 1638, cuando los cabileños talaron varios huertos cercanos a Larache; en represalia, el Gobernador don Luis de Sotomayor, ordenó prender fuego a los trigales de la zona. 

Lo cierto es que Larache volvía a estar desatendida y Sotomayor se quejaba de ello al rey Felipe IV: miseria, hambre, deserciones, etc.. Los soldados se veían obligados a utilizar esteras para vestirse. Para colmo, hubo de enviar parte de sus tropas en ayuda de la Mamora, asediada de nuevo. 

Pero es en estos años cuando se produce la ruptura entre al-Ayaxi y el-Hach. En abril de 1640, el gobernador de Mazagán, don Francisco Mascarenhas, fue emboscado y pereció con todos sus hombres, lo que aprovechó al-Ayaxi para aumentar su presión sobre la Kasba de Salé; pero sorpresivamente los andaluces pidieron ayuda a Muhammad al-Hach y éste pasó a apoyarlos frente a los ataques de su anterior aliado al-Ayaxi. 

Enfrentados en la batalla de Azghar, al-Ayaxi fue derrotado, y refugiado al sur de Alcazarquivir, allí fue asesinado en 1641. De esta manera, Muhammad al-Hach pasa a convertirse en el nuevo hombre fuerte de Marruecos. Larache ve entonces un nuevo peligro en las huestes de al-Hach que, además, se complicó por lo que sucedía en la península: Portugal se independizaba de España, Cataluña se había sublevado, las guerras en Europa seguían desangrando las arcas reales, hay conjuras en Aragón y, en Andalucía, el marqués de Ayamonte intentaba nombrar rey al duque de Medinaceli; por su parte, Mazagán, Tánger y Ceuta, antiguas colonias portuguesas, amenazaban con levantarse igualmente. 

Las mehalas de Muhammad al-Hach habían llegado hasta Alcazarquivir, y Larache se veía amenazada. Pero, pese a ese temor, no se produjo el tan temido ataque. Por el contrario, hubo un intento de amotinamiento en la plaza de Larache en diciembre de 1641 liderada por dos soldados portugueses y uno extremeño que, finalmente, fue sofocada, y los dos portugueses fueron arcabuceados. 

Entre 1642 y 1652, Larache continuó en una calma relativa y tensa. La situación siguió siendo penosa para las tropas allí acantonadas, y eran repetidas las peticiones de embarcar a las mujeres y niños.

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Carte de la Rade et ville de Larache Levé lors de la Compagne de M.r Pointis a cette Cote en Juillet 1700. Bibliothèque nationale de France

Durante esos años, varios oficiales fueron encarcelados durante meses por decisiones injustas y arbitrarias de un nuevo gobernador, don Diego de Moreda, al que se le describe en distintas denuncias remitidas por alguno de estos oficiales al rey como alguien irritable, violento y corrupto. Pero siguió en su puesto. 

En 1648 aún se quejaba Diego de Moreda del escaso número de hombres con los que contaba para defender Larache en caso de asedio por las huestes de al-Hach, ya que su número disminuía a causa de las deserciones, enfermedades y licencias. 

Como antes decíamos, hasta 1652 la calma fue la tónica general en la plaza. Mientras tanto, Muhammad al-Hach comenzaba a temer a dos fuerzas que iniciaban su ascenso: por un lado, los alauíes, que daban sus primeros pasos para hacerse con el poder en Marruecos y desbancar a la dinastía saadí; y, por otro, la aparición en la comarca de Hebt, de Jadir Gailán, que en 1652 se adueñó de Alcazarquivir con la ayuda de quienes antes habían sido fieles seguidores de al-Ayaxi. 

Pero será de nuevo el Maestre de Campo y Gobernador de Larache, don Diego de Moreda, que se había ausentado de la plaza tres años, el que, de regreso volverá a centrar esta etapa de la Historia de la ciudad, pues será objeto de denuncias y reclamaciones a partir del año 1655. Como escribe Tomás García Figueras: “….la historia de Larache nos presenta, una vez más, una serie de páginas negras que, por su mismo contenido escandaloso y censurable, prestan mayor mérito a las otras muchas que nos hablan del valor y dignidad con que tantos hombres de la guarnición supieron afrontar las privaciones, el aislamiento, la lucha y las enfermedades durante años y años”. 

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En efecto, la figura de Diego de Moreda es como una inmensa mancha negra en la historia de Larache. Y es que, el propio monarca Felipe IV, será el primero en censurarlo después de haberlo mantenido en el puesto durante tan largo período de tiempo. 

El morabito Muhammad al-Hach volvía a crear la psicosis de que atacaría Larache. Varios jeques solicitaron asilo a de Moreda ante ese posible ataque y él los aceptó, lo que puso furioso al rey de España que hubo de ordenarle que los expulsara de la guarnición, ya que eran potenciales enemigos. Diego de Moreda hubo de rectificar y firmó un acuerdo con esos jeques para que se asentaran extramuros a cambio de su protección. Poco después, otro posible ataque de al-Hach sembró de pánico la zona, pero al comprobarse la falsedad de la noticia, el gobernador fingió estar enfermo para solicitar trasladarse al Puerto de Santa María. El rey le denegó el permiso. La razón era que ya se arrastraba otro asunto no menor que indisponía al monarca contra de Moreda. En concreto, esos hechos habían sucedido al poco del regreso del gobernador tras su ausencia de tres años cuando reintegró en su puesto al alférez Juan Fernández Arbina tras destituir al Ayudante de Sargento Mayor, el alférez don Alfonso Bolinches, que había sido nombrado en su ausencia por su sustituto interino, el capitán Palomino. El rey había pedido explicaciones y Diego de Moreda presentó un largo informe de descargo que, aunque era razonable, ocultaba el motivo real de su decisión, mucho más pueril y censurable, que Felipe IV conocía. 

Ese motivo había sido transmitido al rey de España por doña María Bolínchez, residente en la plaza. Le contaba en esa misiva al monarca que don Diego de Moreda había tratado de seducir a su hermana Margarita y que, para conseguirlo, encarceló a su marido, el capitán Luis Morales de Pedros, durante tres años. Tras la marcha del matrimonio a España, el gobernador lo intentó también con la misma doña María, a quien prohibió que pudiera salir de Larache. 

Como Diego de Moreda controlaba todo en la plaza, también accedió al contenido de ese escrito antes de que llegara al rey, y envió por su parte su versión de los hechos para contrarrestar el efecto de esa denuncia. Para ello, urdió un argumento de melodrama: le relataba a Felipe IV que en realidad todo era una treta de quien fue su sustituto en el cargo durante los años en España, el capitán Palomino, amante, según él, de doña María Bolínchez, quien, despechado porque les negó el permiso para marcharse juntos de Larache, ya que eso contravenía la ley de Dios, había inventado tales hechos para perjudicarle. 

A la vez que esto sucedía, el Veedor de Larache, don Andrés del Carte, también escribió al rey para pedir permiso para que le permitiesen viajar y dar cuenta en persona de ciertas prácticas irregulares del gobernador. Y también en esta ocasión, la misiva fue objeto de inspección previa por de Moreda, que usó la misma treta: enviar por su parte un informe denunciando al Veedor, acusándolo de comerciar en Larache en su propio provecho. 

En el mes de mayo de ese mismo año de 1655, Jadir Gailán, que ya controlaba Alcazarquivir y Arcila, atacó Larache y le puso sitio. Pero Diego de Moreda, por sorpresa, salió a campo abierto con sus hombres aplastando a los sitiadores, causando más de ciento sesenta muertos al enemigo, y Gailán desistió del acoso a la ciudad. 

Al poco de suceder todo lo anterior, don Diego de Moreda falleció en julio de ese mismo año. Pero, tal y como relata Tomás García, es entonces cuando gracias a una carta que remite el Padre Guardián del Convento de San Antonio de Larache, fray Diego de Ángel, al rey Felipe IV, conocemos en toda su dimensión la mezquindad del Maestre de Campo don Diego de Moreda. El fraile suplicaba la ayuda del monarca ante la necesidad de los enfermos y heridos que se acinaban en la guarnición, a quienes, denunciaba el clérigo, el gobernador había negado alimentos y ayuda, ya que para él solo eran pobres y tullidos. 

El 10 de septiembre llegó el nuevo gobernador de Larache, el Maestre de Campo don Benito de Figueroa y Barrantes que, de inmediato, informó de la lamentable situación en la que se encontraba Larache: falta de hombres, numerosos heridos y enfermos, falta de avituallamiento, de armas, de cañones, y falta de mantenimiento en las murallas, que necesitaban de urgentes reparaciones. Nada que no se hubiera ya repetido desde que se ocupara Larache. Pero entre sus informes destaca algo llamativo y que demostraba el lamentable estado de las tropas: informaba don Benito de Figueroa que, como era bien sabido, los gobernadores pagaban 10 pesos a cualquiera que rescataran a cautivos en manos del enemigo. Pues bien, algunos soldados de Larache, para evitar tantos sufrimientos, habían fingido haber sido capturados, entregándose a los marroquíes para que estos los entregasen de vuelta a cambio de la recompensa. Con ello conseguían, además, que, como excautivos, los devolviesen a España. 

Mientras todo esto sucedía, se abría un atestado para que quedasen bien claros los desmanes y abusos cometidos por el fallecido gobernador de Larache, don Diego de Moreda. 

Seguirá…

ENLACES A LAS ENTREGAS ANTERIORES:

-Entrega 1ª:  https://sergiobarce.blog/2014/07/30/larache-una-obsesion-para-el-rey-felipe-ii-1a-parte/

-Entrega 2ª:  https://sergiobarce.blog/2014/08/22/larache-una-obsesion-para-el-rey-felipe-ii-2a-parte/

-Entrega 3ª:  https://sergiobarce.blog/2015/03/26/larache-siglo-xvi-3a-parte/

-Entrega 4ª:  https://sergiobarce.blog/2017/06/15/larache-siglos-xvi-xvii-4a-parte-2/

-Entrega 5ª:  https://sergiobarce.blog/2017/09/11/larache-siglos-xvi-xvii-5a-parte/

-Entrega 6ª:  https://sergiobarce.blog/2017/12/18/larache-siglos-xvi-xvii-6a-parte/

-Entrega 7ª:  https://sergiobarce.blog/2018/06/03/larache-siglos-xvi-xvii-7a-parte/

-Entrega 8ª:  https://sergiobarce.blog/2019/07/04/larache-siglos-xvi-xvii-8a-parte/

-Entrega 9ª:  https://sergiobarce.blog/2019/08/09/larache-siglos-xvi-xvii-9a-parte/

-Entrega 10ª: https://sergiobarce.blog/2020/05/03/larache-siglos-xvi-xvii-10a-parte/

-Entrega 11ª:  https://sergiobarce.blog/2020/10/03/larache-siglos-xvi-xvii-11a-parte/

-Entrega 12ª: https://sergiobarce.blog/2021/07/11/larache-siglos-xv-xvi-12a-parte/

Sergio Barce, julio 2022

 

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LARACHE – SIGLOS XVI-XVII (8ª PARTE)

8ª entrega de la Historia de Larache, durante los siglos XVI y XVII.

…Escribía Marcos de Guadalaja en 1611:

“…Algunos he oydo afirmar (gran lástima) de que convenía desamparar esta plaça; motivando su opinión con que era de mucho gasto y poca utilidad y provecho; pues con ella no se conseguía (conforme reglas de Estado) el intento y fin: que era quitar el puerto y receptáculo a los Corsarios, teniendo en su favor y mano, a diez y seys leguas poco menos por aquella costa, el puerto de La Mamora, a donde ellos acuden con seguridad y frecuencia”.

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En efecto, Larache había pasado de ser la más codiciada a todo lo contrario. Muchos españoles se preguntaban para qué servía la plaza, ya que el coste de su mantenimiento era muy elevado. De hecho, en el Consejo de Estado, durante varias de sus reuniones del año 1612, se oyeron voces discrepantes. Mientras que el ingeniero Juan de Médicis era partidario de abandonar Larache, otros, como el marqués de Castelrodrigo, el Comendador Mayor de León, el marqués de Velada, el duque del Infantado, el marqués de Villafranca y el duque de Alburquerque defendieron que, después de haberla deseado con tanto ahínco, abandonar Larache sería una deshonra y significaría perder reputación. También coincidían algunos de estos nobles que, si no se tomaba el puerto de La Mamora, continuar en Larache se tornaba más complicado.

Lo cierto era que Larache recibía pocos fondos para cubrir a las tropas, a los espías marroquíes que trabajaban para la corona, a los avituallamientos, al armamento y al problema acuciante de los enfermos del Hospital. El propio Gobernador de Larache, Gaspar de Valdés, escribió estas tristes líneas al rey Felipe III en 1612:

“…Es compasión ver los soldados desnudos y descalços; que esto les tiene de todo punto aburridos, y así sirven desesperadamente, comunicándose unos a otros la rraçón que les parece tienen para ello, y que si se tarda en rremediar su miseria, será posible yntentar algún medio desgraciado para perdición suya, procurando pasar a España por Verbería, pareciéndoles que es menos ynconveniente aventurarse a esto que continuar al servicio en la miseria que pasan…”

 Todo esto dio lugar a numerosas deserciones y el avituallamiento era cada vez más complicado, incluso para los propios cabileños que eran asaltados cuando trataban de llevar sus mercancías a Larache. Y mientras tanto, el sultán al-Xaij continuaba con unos pocos fieles en su campamento, a los que se les unió un judío llamado Salomón Pariente, intérprete enviado por España para servir de enlace entre el sultán y España. Por supuesto, continuaban las disputas entre el propio sultán Muhammad al-Xaij; su hijo Abd Allah, instalado en Fez; Mawlay Zidan, asentado en Marraquex y el mahdi Ahmad ben Abd Allah.

Galeones españoles luchando contra los piratas berberiscas, Cornelis Hendriksz Vroom, 1615

Galeones españoles luchando contra los piratas berberiscasCornelis Hendriksz Vroom, 1615

 

El año 1613 no fue mejor para Larache. Primero, con la falsa noticia de un intento de voladura del castillo de Nuestra Señora, que resultó ser una invención de un morisco que envió una carta al duque de Lerma con esa sospecha para crear incertidumbre. Segundo, que por descuido y falta de organización, se detectó en las cuentas del pagador de Larache, don Rodrigo Enríquez de León, un descubierto de 56.905 reales. Y tercero, por las consecuencias que provocó la muerte del sultán Muhammad al-Xaij al-Mamun, acaecida (en la versión más fiable) en septiembre de 1613 a manos del almocadén Bolif, Bulif o Golife, natural de Alcázar, que actuó en connivencia con el alcaide de Arcila. Su muerte despertó el temor en España de que el hijo de al-Xaij, Abd Allah, decidiera atacar Larache y otras plazas españolas. Pero Abd Allah anunció que deseaba la amistad con España siempre y cuando se le devolviesen los bienes de su padre depositados en Larache y en Tánger. La corona española decidió ganar tiempo.

La desesperación del gobernador de Larache, don Gaspar de Valdés, aumentó a finales de 1613 cuando 264 de sus hombres fueron trasladados a la península y fueron sustituidos por 280 soldados inexpertos de las compañías de don Sancho de Benavides y don Diego de Vera, precisamente cuando también llegaba la noticia de un inminente ataque de Mawlay Zidan contra Larache. Sin embargo, nada ocurrió.

La Mamora 1621

LA MAMORA en 1621

1614 marcó un cierto cambio de rumbo al ocupar España la deseada plaza de La Mamora, que significaba que se podía mantener Larache. Todo comenzó cuando Mawlay Zidan decidió ceder el puerto de La Mamora a los holandeses. En junio de 1614, el almirante Jan Evertsen llegó a su puerto con cuatro grandes navíos y aguardó a que Zidan le permitiera ocupar la ciudad, tal y como habían pactado. Sin embargo, nuevas luchas internas hicieron que Zidan no acudiese a la cita. Esto propició que don Gaspar de Valdés pusiera en aviso a Felipe III, anunciándole la presencia de Evertsen y de 16 barcos corsarios en el puerto de La Mamora. Esta amenaza alentó al monarca español y, de inmediato, hizo zarpar desde Cádiz el 1º de agosto de 1614 a la escuadra que comandaba don Luis Fajardo, marqués de los Vélez y Capitán General de la Armada del Mar Océano, que estaba compuesta de 99 barcos de diferente tipo.

Marquesado de los Vélez

Marquesado de los Vélez

Esta armada llegó a Larache el 2 de agosto, lo que propició que corriera la noticia hasta La Mamora de que esta escuadra se dirigía hacia allí. Pero el almirante Evertsen, sabiéndose en desventaja, no se enfrentó a don Luis Fajardo y negociaron. Pero no hubo acuerdo y el 5 de agosto los españoles iniciaron una maniobra de asalto compleja y difícil que acabó con el desembarco en la orilla derecha del Sebú de dos mil hombres. Tanto los piratas como los marroquíes que defendían el terreno y las naves trataron de escapar y prendieron fuego a las naves piratas, pero la rápida reacción de los españoles impidió que las llamas afectaran a la mayor parte de los barcos. El 6 de agosto, La Mamora ya estaba en manos de la corona de España. El 15 de agosto, cuatro mil marroquíes, entre infantes y jinetes, trataron de reconquistar la ciudad, pero fueron rechazados por las tropas españolas.

A partir de ahí, todos los soldados y nobles deseaban acudir a reforzar La Mamora, conquista que se celebró en España como un gran acontecimiento. En septiembre, el gobernador de Larache, don Gaspar de Valdés, tuvo que enviar parte de sus tropas a La Mamora para asegurar la plaza, lo que debilitó su posición…

Sergio Barce, julio 2019

Seguirá…

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LARACHE, PORTUGAL Y LA GRACIOSA

LARACHE MAPA ANTIGUO 2

A fin de completar el anterior post dedicado a la ocupación o intento de ocupación de Larache por el reino de Portugal en el siglo XV, he buceado en mi biblioteca y he encontrado varias interesantes narraciones de los acontecimientos de esa época. Pero me centraré en dos de ellas: la que se detalla en el magnífico libro Larache editado en 2001 por la Consejería de Obras Públicas y Transportes y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, publicación dirigida dirigida por Pedro Campos Jara y Guillermo Duclos Bautista, y la que se recoge en la imprescindible Historia de Marruecos (La Esfera de los Libros – Madrid, 2006) del profesor Víctor Morales Lezcano, que viene en profundizar en las condiciones históricas y los reales motivos que llevaron a Portugal a su aventura marroquí. Espero que ambos textos resulten aleccionadores.

Sergio Barce, febrero 2014

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En el mencionado libro Larache se lee lo siguiente:

(…) En el siglo XV, Larache (al-Arâ´is) albergaba una incipiente colonia de corsarios que tenían su refugio en la ría del Lucus. Portugal, que ya venía actuando en la zona animada por un aparente espíritu de cruzada y deseosa de eliminar a los corsarios Sigue leyendo

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Otros libros: HISTORIA DE MARRUECOS de VICTOR MORALES LEZCANO

Cuando esta obra se presentó en la Casa de la Cultura de Larache, en un acto organizado por el Centro Marroquí de Estudios Hispánicos, hace ya unos cuatro años, tuve la fortuna de estar en la mesa y presentarla en nombre de “Larache en el Mundo”.

Presentación de HISTORIA DE MARRUECOS en la Casa de la Cultura de Larache

Fue entonces cuando conocí al profesor Don Víctor Morales, y también a Víctor. Un pequeño incidente antes del inicio de nuestra exposición, me demostró su valía como persona y su inmensa generosidad. Siempre le estaré agradecido por aquello.

 Publicado por La Esfera de los Libros, en 2006, “Historia de Marruecos” es un compendio minucioso, pese a tratarse de un manual, que sintetiza toda la historia del país en un único volumen, y en el que estudia la construcción de las sociedades magrebíes, la evolución con la época de los sultanes, el pueblo de los territorios del imperio de los cherifes y la relación con Europa, especialmente con España. La obra es intensa, porque su estudio se comprime en ese único volumen, pero sinceramente su lectura es amena y llena de matices, y para quien no conozca la historia de Marruecos probablemente sea el libro que pueda iniciarle y abrirle las puertas a ella de una manera más clara y, creo, fiable.

Cuando intervine en aquella presentación en la Casa de la Cultura, hice una pequeña broma, diciendo que no cabía la menor duda de que se trataba de una gran obra ya que la primera ciudad marroquí que se nombraba en ella era Larache. Dejando ese guiño a un lado, “Historia de Marruecos” es tan recomendable como imprescindible.

Víctor Morales Lezcano

 Víctor Morales Lezcano, nacido en Las Palmas, es doctor en Historia, Becario del Consejo Británico y de la Comisión Fulbright en Londres y Estados Unidos. Es, además, profesor emérito de la Universidad Autónoma de Madrid.

     En mayo de 2010, le ofrecimos un sencillo homenaje en Madrid, en el Centro Hispano-Marroquí, en el transcurso del cuál se le hizo entrega de una placa conmemorativa, quizá modesta para la altura intelectual y humana de Víctor Morales Lezcano, pero que Ange Ramírez entregó en nombre de todos con la admiración y el afecto que le profesamos.

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