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LARACHE – ALBUM DE FOTOS 6

Uno de los lugares emblemáticos de Larache ha sido El Jardín de las Hepérides, junto al Castillo de las Cigüeñas. Hubo un tiempo en que era un espacio encantador, con Chita en una jaula y pájaros en otra, con un bar amable donde pasar buenos ratos y también con sombras en la noche, entre sus palmeras y jardines, para permitir a las parejas tener un algo de intimidad en sus paseos.

Cafetería del Jardín de las Hespérides

Hoy no es ni sombra de lo que fue. Una pésima política municipal ha ido degradando durante años este espacio público hasta convertirlo en un lugar semi abandonado, en el que los famosos leones de sus entradas se encuentran encorsetados entre tapias y rejas oxidadas, en el que los viejos cañones que defendieran el castillo andan por los suelos como chatarra, en el que el viejo árbol drago languidece en el olvido. Pero ya digo que fue un lugar esplendoroso, y hasta no hace demasiado, porque cuando me marché de Larache en 1973 seguía siendo un jardín bien cuidado. En su cafetería los larachenses de varias generaciones han pasado horas y horas de charla. En la siguiente fotografía, de espaldas Mimi Abecasis de Castiel, el capitán Pedro Gómez  “Perico” entre Elisa y Sara Fereres; a la derecha, Estrella Abecasis de Medina, y en primer plano, Pepito.

Siguiendo la sistemática de la anterior página de este album, continuamos visitando bares y cafetines de Larache. En esta fotografía, tomada en el Bar Perico, reconozco en primer plano a la izquierda a uno de los mejores amigos de mi padre, Manolo Alarcón. León Cohen reconoce a la derecha a Carmelo Rosendo. Y Carlos Nieto nos revela el nombre del grupo: Junto a Manolo Alarcón está Antonio Balaguer, le sigue Carmelo Rosendo Campanelli y el último Pepe Rodríguez. En el centro de la foto, en primer plano, se encuentra Antonio Ruiz Ortiz (del Bar Perico), a su lado, a la derecha de la foto, Carmelo Rosendo Peremarch (hay dos Carmelo(s) Rosendo(s) en la foto, eran primos) y el último por la derecha, Carlos Fernández Egea.

Y en esta barra de bar, también otros dos de los grandes amigos de mi padre (Antonio Barce), compañeros de UNIBAN, y que aparecen en el centro de la estampa: Juanito Vargas y Manolo Alvarez.  Corría el año 1957. Manolo, que siempre defendía con vehemencia a su Valencia CF, de eso sí me acuerdo, y de su sonrisa.  Mi niñez siempre asocia a  mis padres con los Alvarez, como si hubiésemos formado parte de una misma familia. Antonio Roda Jorge me indica que les acompañan en la fotografía sus tíos Nicolás y Antolín Jorge Mateos.

De Mohamed Sibari he hablado en muchas ocasiones. Es, probablemente, uno de los personajes larachenses con el que prácticamente todos hemos tenido relación, más o menos estrecha, pero es difícil que haya alguien que no le conozca. En esta fotografía estamos en la terraza del Café Central: Sergio Barce, Mohamed Sibari y Rachid Serroukh. Sibari es un autor prolífico que se inspira en la gente de Larache para escribir sus novelas cortas, y Rachid Serroukh regenta la Librería Al Ahram, en la avenida Hassan II, el lugar donde se puede encontrar los libros de los escritores larachenses. Dos amigos a los que tengo especial querencia.

Muchos han sido los homenajes que se le han tributado a Mohamed Sibari en su ciudad. Uno de los más divertidos fue el que organizamos hace unos años en la Casa de España, en el que, durante la cena, José Luis Gómez, el hijo de don Aurelio, le cantó varias canciones divertidísimas a Sibari, bajo la mirada cómplice y las risas de Guennouni, Mohamed Laabi, Mustapha el Bouthoury, como prueban las imágenes…

Tras este paréntesis «sibariano», damos otro salto en el tiempo y entramos en otro bar de Larache y descubrimos a Luisón y a Luis Vázquez echándose una partida de flipper, creo.

Hay que decir que había otros lugares al aire libre que invitaban a tomarse algo… Por ejemplo, en los chiringuitos de la playa. En la siguiente fotografía Paco Rodríguez, en el centro, pasándoselo bien en el chiringuito de la Otra Banda:

Paco Rodríguez trabajaba en el Taller Automotor, de su familia, otro de los grandes amigos de mi padre. Y aquí aparece de nuevo, no sé si en la calle Chinguiti, esperando que les pongan unos pinchitos: Rafael Andrés Rus, Joaquín García Camúñez, Paco  Rodríguez y otro amigo.


Otro pequeño salto años después. Mi querido Javi Lobo, del que suelo colgar fotografías, y aún tengo varias que me ha enviado para poner en este blog, supongo que en los años 70, aquí junto a Mónica Mijares. Qué buenos años aquellos. Probablemente sea el Casino.

Y menudo grupo el siguiente… Parecen esperar sus bebidas, y vaya cara de cachondeo que tienen. Fernando Muñoz, Padilla, Caravaca y Fufo

Ya en 2004, en el Restaurante Alkhuzaima, de la avenida Mohamed V, nos reunimos muchos larachenses durante las jornadas culturales que organizó entonces Larache en el Mundo. En esta imagen de la cena, un grupo de muy buena gente larachense: Angeles Ramírez, Abderrahman Lanjeri, Larbi Setti, Said Hauat, el poeta Serrojk, el muy querido Dris Sbihi… siempre en mi memoria.

El dar saltos en el tiempo sólo tiene como objetivo despertar vuestro interés, evitar la monotonia de una serie de fotos de los mismos años, y busco con ello interrelacionar a los larachenses de todas las generaciones. Después de llegar al año 2004 vuelvo a los cincuenta, por ejemplo. En la imagen que sigue, en otro bar de Larache, Juan Miguel Columé y Eduardo Rojas con otros dos amigos.

En una revista del año 1940 aparecía el siguiente anuncio:

Y para despedir esta nueva entrega del Album de Larache y los Larachenses, un brindis desde otro local de la ciudad y que nos hacen desde el pasado Antonio Cambil, Pepe Jurado y Mustafa. Esperanza Manso me apunta que el barman es su tío Pepe Osuna,

DESDE LARACHE

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LARACHE vista por… JAVIER LOBO (3)

Edifcio Lixus

Es la tercera vez que cuelgo fotografías de Javi Lobo, un larachense que guarda las imágenes que más ama en su corazón y en la memoria de su cámara de fotos.

bakalito

Me suele enviar las que hace, y aunque es difícil escoger cuáles poner y cuáles descartar, creo que la opción de ir mostrándolas con cuenta gotas nos sale rentable a todos.

estación de autobuses

A mí, porque voy dando pinceladas a cada tiempo con estas fotos, llenas de cariño, para darle vida a este blog, y a los que las contempláis porque las descubrís poco a poco, lo que les da mayor valor, si cabe.

Como esta imagen del Balcón del Atlántico, todas ellas son fotografías que hablan por sí solas, que a cualquier larachense le hace recordar algo: una vivencia, una experiencia, una escena de su vida, un lugar en el que sucedió ese acontecimiento especial para él o para alguien de su entorno.

Pasaje del Cine Ideal

Son los rincones que hemos transitado una y cien veces, indisolubles a nosotros. Cada una de las calles de Larache guarda una y cien historias. Javi Lobo, a lo largo de los años, las ha ido recopilando, y, ahora, son como un pequeño baúl de recuerdos en el que ir contemplando el cambio de la ciudad…

También las playas están tan unidas a nuestras experiencias que merecerían un capítulo aparte: la playa de Miami, la playa peligrosa, la de la otra banda…

Pero al igual que las calles, las playas, los rincones históricos de Larache, Javi Lobo no deja de observar los pequeños detalles, como los bakalitos, los vendedores de verduras, las barberías… Estas son las imágenes del hombre que no abandona el cálido afecto por su pueblo, por su Larache.

Javi Lobo, y su mujer Angela, son dos personas excepcionales, que siento muy cerca de mí. Áquí la fotografió con Mohamed Sibari:

 Angela y Javi, larachenses, dos fantásticas personas, pero mejores amigos.

Sergio Barce

Javi Lobo y «Pelé»

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LARACHE vista por… JAVI LOBO (2)

Mohamed Sibari & Javi Lobo

Ya hay imágenes captadas de Javi Lobo en este blog. Incluso adelanté que había fotografías suyas que retrataban «su» Larache en blanco en negro, y que esas eran estampas fascinantes. De entre las fotos que me envió, de las que hizo en blanco y negro, en tonos grises, con aroma añejo, he escogido ocho que hacen un empate entre las que captan el entrañable afecto por sus amigos y las que detienen el tiempo en las calles del pueblo. Estas últimas encierran una belleza sutil, casi modélica. Las otras respiran simplemente el tiempo de la amistad.

zapatos de segunda mano

Fernando y Miguel Angel

Esos zapatos, que vivieron la vida de otros, aguardando la llegada de quien de nuevo los hará caminar, pisar la tierra, sentir el latido de la impaciencia con una carrera, bien el taconeo de la espera de quizá una ilusión pasajera. Vemos puestos de zapatos viejos en el Zoco Chico como algo natural que, sin embargo, casi se ha desterrado de este otro lado del estrecho, pero que, para otra gente, sin recursos, siguen siendo casi un pequeño tesoro. Mientras, Miguel Angel y Fernando Pérez conversan animadamente en la Casa de España de Larache, bajo la atenta mirada de Javier.

Javier Lobo y Pelé

Es difícil imaginar la Casa de España de Larache sin Pelé, su amabilidad, su sonrisa. Ahí se le escapa junto a Javi, se les nota cercanos. También es difícil no pensar en la misma Casa de España sin Curro, que se marchó a Málaga no hace demasiado. Hay lugares que están indisolublemente unidas a ciertos personajes, eso las hace quizá más humanas, más nuestras. También me gusta esa imagen del mercado que ofrece lo que se puede  vender y que la cámara de Javi parece envolver en un halo de misterio, de lejanía, de sueño brumoso, como si fuese la mercancía de un legendario comerciante llegado a la calle Real desde Tombuctú. Es la magia del blanco y negro, de su blanco y negro…

Luego está la calle Mulay Ismail, mi calle de los primeros años de mi vida. Es una foto tomada antes de que derribaran el chalet de Gomendio, que se atisba a la izquierda. Ya entonces el viejo edificio del fondo, el más hermoso de Larache, comenzaba a desangrarse. Hoy es casi una ruina moribunda, pero hay orgullo en su perfil, en la altivez de su torreón, como si sacara pecho. Su gris pálido es como un escalofrío que recorriera a Javi mientras enfocaba y pulsaba, temiendo seguramente que un día no volviera a ver semejante belleza.

calle Mulay Isamil

Agustin Souza y Javi Lobo

Hay mucho más en las fotografías de Javi Lobo de lo que aparentemente vemos. Incluso en esos pequeños objetos, viejos y usados, que se venden en el zoco, vuelca tanta pasión por llevarse con su cámara a su Larache que termina por dejar algo de sí mismo. Tal vez sea un algo de nostalgia, quizá un mucho de rebeldía contra lo inevitable, y también mucho cariño por los amigos que un día estuvieron a su lado por esas mismas calles, decidiendo si subir al campo de Santa Bárbara o bajar al embarcadero y cruzar a la otra banda…

Sergio Barce, abril 2011

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LARACHE vista por… JAVIER LOBO

Javier Lobo en su Balcón del Atlántico

Al enviarme estas fotografías (y otras que ha ido haciendo cada vez que ha regresado a Larache), Javi Lobo me escribía que «estas fotos son de mi Larache. Y digo de «mi Larache» porque un trocito de ella me pertenece. Para mí tienen un valor incalculable, de cada foto crearía un comentario que lo plasmaría hasta el fín de mis días…«

A Javi y a Angela, su mujer, les ocurre como a mí. No podemos dejar de volver, ni podemos dejar de sentir algo especial cada vez que vemos de nuevo las calles de Larache…

Ya estamos entrando por la antigua carretera, el cartel nos da la bienvenida, y dejamos atrás Lixus y las salinas. El primer nudo en la garganta se siente cuando vemos el perfil de la ciudad desde una curva, dibujada sobre el mar, como esperándonos…

Ineludiblemente, buscamos nuestras casas, los lugares donde vivimos, donde lo hicieron nuestros padres, quizá donde nacieron ellos, esas calles que van desapareciendo poco a poco borrando la prueba de los recuerdos que todos guardamos. Javi Lobo fotografió su calle y el callejón de enfrente, donde creció rodeado de amigos, donde se grabaron las primeras muescas en su alma.

calle donde vivía Javi Lobo

y el callejón de enfrente

Y ese león, uno de los que franquean la entrada al Jardín de las Hespérides, una de las dos fieras a las que todos nos montamos en nuestra niñez (y ahora para recoerdarlo). Parece mentira que unas esculturas formen parte de nuestra memoria, que hayan cobrado vida y nos parezca que, de alguna manera, respirasen con cierta resignación cuando nos subíamos a sus fríos lomos. Ahora pasamos a su lado, los miramos con ternura, y nos parecen diminutos, de fieras han pasado a mansos felinos, y el hermoso jardín también queda en nuestra memoria, con chita metida en su jaula, y con los cañones aún en pie, y con las parejas de novios paseando y abrazándose al anochecer… Y ya veo que Javi tampoco pudo evitar echarle una foto, para guardárselos, porque los leones también son «suyos», y nuestros.

A Javi Lobo le encantan las fotografías en blanco y negro. Hace algunas impresionantes, ya las iré colgando en el blog, y como botón de muestra ese carrito en una esquina, que me hace recordar al que siempre estaba apostado (sigue aún) junto a la academia de Don Aurelio, a la izquierda del patio de la iglesia. Ese carrito que asaltábamos antes de entrar en el Ideal, en el que comprábamos cartuchos de garbanzos fritos y garrapiñadas y pipas… O ese carro al que arrastra ese burro cansado y viejo, una estampa que es otra imagen que forma parte de nuestras calles…

Y su cámara también captó las heridas, las hemorragias incurables del Cine Ideal, ese mismo que Sara Fereres describía en su libro como el cine más moderno de Larache cuando se construyó. Un edificio art-decó, precioso, que era referencia de la ciudad, uno de sus edificios emblemáticos, inmueble catalogado por su valor arquitectónico pero que, ya lo anunciaba esa imagen desvalida de Javi, estaba condenado a ser pasto de los especuladores.

Cayó, lo borraron, y en su lugar se ha levantado un gigante de cemento que oscurece la vieja calle Chinguiti, la avenida Hassan II, y la hace más triste y más extraña,y más inhóspita. Pero ya sabemos, Javi, Angela, que pueden hacer desaparecer sus ladrillos, sus ojos de buey, su perfil de barco de recreo, pero jamás borrarán las imágenes que vimos en su pantalla rectangular, la ilusión de las películas que pasaban por su viejo proyector, ni siquiera las voces de los actores que retumbaban en su sala, que nos las hemos guardado nosotros hurtándolas a los saqueadores, ni tampoco el eco de las voces de los espectadores gritando «¡radio!¡radio!» cuando se desenfocaba la imagen o había algún corte inoportuno…

Cine Ideal

Y como la vida misma, Javi Lobo da la espalda a las heridas, que ya no cicatrizan, y descubre de pronto lo mejor de Larache. Sonreí cuando vi el título que Javi le daba a la última fotografía que cuelgo hoy. Está tomada en la calle Mulay Ismail, junto a los jardines del Balcón. Es una niña que se gira sólo un poco para mirar directamente a su cámara. Esa niña larachense irradia vida, supura futuro, le brillan los ojos y su sonrisa apaga el entorno. Hay ángel en su mirada. Pero Javi la describió con una sola palabra: «Felicidad».  Javi, cómo se nota que te contagió su alegría.                             Sergio Barce, abril 2011

FELICIDAD


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