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MICHAEL CAINE. LA GRAN VIDA. THE ELEPHANT TO HOLLYWOOD

LA GRAN VIDA cubierta

Acabo de terminar Michael Caine. La gran vida (The Elephant to Hollywood, 2010), autobiografía de este extraordinario actor británico. Me ha encantado por varias razones: tal vez porque soy un mitómano como él y además coincidimos en casi todos los actores y directores que los dos admiramos (con la pequeña diferencia de que Caine, a la mayor parte de ellos, los ha conocido en profundidad y ha trabajado a su lado), porque lo narra de una manera muy sencilla y con un fino humor, y porque he descubierto a un extraordinario ser humano.

Uno de los aspectos que más me han sorprendido de su vida es el de su niñez, adolescencia y juventud, siempre enfrentado a la miseria, a las privaciones y a las dificultades de todo tipo, y cómo su determinación y fe en sí mismo fue venciendo los obstáculos que se le presentaban.

MICHAEL CAINE

MICHAEL CAINE

Luego, en las páginas de su libro, hay un rico racimo de anécdotas curiosas, divertidas o glamourosas, como la siguiente, que sucedió allá por 1967…

   “El estreno de Alfie en Estados Unidos tuvo tanto éxito que se exhibió en cines de todo el país, algo raro para una película británica. Y el plan era que yo me exhibiese con ella en mi primera gira promocional americana, en Nueva York. Al llegar allí me enteré de que Universal había comprado Ipcress y también la había distribuido por todo el país. La respuesta a mi trabajo empezaba a abrumarme. Un año antes era un completo desconocido, y de pronto soy el protagonista de dos películas que llenas los cines de un extremo a otro de Estados Unidos y en todos sitios me reciben como a una estrella. Aunque, en realidad, el deslumbrado era yo: cada noche, en las fiestas que se celebraban en mi honor y en los restaurantes, coincidía con una leyenda del cine tras otra. En el 21 Club me senté junto a Kirk Douglas y Maureen O´Hara; en Elaine´s (que pronto se convertiría en un fijo de mi vida en Nueva York) derramé la copa de vino de Woody Allen y di un pisotón a Ursula Andress; y en el Russian Tea Room me senté entre Helen Hayes y Walter Matthau. Si, años atrás, alguien le hubiera dicho al muchacho que se sentaba en aquel cine oscuro y lleno de humo de Elephant que acabaría así, lo habría tomado por loco.

ALFIE

Pero quizá lo más memorable durante aquella gira relámpago fue conocer a la legendaria Bette Davis. Todo el mundo había sido tan generoso en aquel viaje que pregunté a Paramount si les parecía bien que organizase una fiesta de agradecimiento la noche antes de mi partida. Dos de mis nuevos amigos, la maravillosa pareja teatral compuesta por Jessica Tandy (que después, con ochenta y dos años, ganaría un Oscar por Paseando a Miss Daisy) y Hume Cronyn, preguntaron si podían llevar a Bette Davis. Yo no me lo podía creer. Cuando llegó la noche en cuestión estaba impaciente por presentarme.

-¿Sabes una cosa? -dijo arrastrando las palabras de aquella manera inconfundible-. Me recuerdas a Leslie Howard cuando era joven.

Ya me lo habían dicho antes, ¡pero ahora me lo decía Bette Davis! Y continuó:

-¿Y sabías que Leslie se tiró a todas las mujeres de todas las películas en las que trabajó… excepto a mí?

Le contesté que algo había oído al respecto.

-Bueno -dijo ella-, yo no estaba dispuesta a ser una más en su lista… pero ahora que te veo creo que tampoco me habría importado mucho.

Por la forma en que lo dijo parecía que incluso lo deseara, y yo solté atropelladamente:

-¿Le apetece cenar conmigo esta noche?

Se me quedó mirando y finalmente dijo con voz severa:

No estaba tirándote los tejos.

-No, no -repliqué apresuradamente. Y realmente no lo creía, entendí que ella quería decirme que había vivido muchas cosas y que en ocasiones uno se arrepiente de sus decisiones-. Podríamos cenar con Jessica y Hume, los cuatro solos.

Sonrió relajada.

-Me encantaría -dijo-, siempre y cuando pueda volver sola a casa en taxi.”

Tras el éxito de Alfie, la vida de Michael Caine dio un vuelco completo y se sucedieron los acontecimientos más extraordinarios para un actor de cine, en especial, lograr trabajar junto a los mejores artistas del séptimo arte. Sin embargo, Michael Caine jamás ha perdido de vista sus orígenes ni ha descuidado el cuidado de su familia y de sus amigos, que han permanecido junto a él en toda esta larga travesía.

Un punto culminante de su carrera, como él mismo cuenta, fue trabajar en el mismo proyecto con su idolatrado John Huston y con su íntimo amigo Sean Connery…

Connery, Huston, Shakira y Caine

Sean Connery, John Huston, Shakira y Michael Caine

“…Y eso es lo que me sucedió en París, en otoño de 1974.

Shakira y yo celebrábamos una pequeña luna de miel en el Hotel George V. Habíamos pasado un fabuloso fin de semana y estábamos sentados en la cama con la primera taza de café de la mañana, decidiendo qué haríamos ese día, cuando sonó el teléfono.

-¿Michael Caine?

Aquella voz era inconfundible, pero así y todo no podía creérmelo. ¿Sería algún amigo mío tomándome el pelo?

-¿Sí? -dije cautelosamente.

-Soy John Huston.

Casi dejo caer el teléfono. Huston era muy fácil de imitar -siempre he pensado que Dios debe de tener la voz de John Huston-, pero era el auténtico John Huston. Me estremecí.

-¿Michael? ¿Sigues ahí? Estoy en el bar de al lado… ¿Tienes un par de minutos para mí?

Tardé ocho en afeitarme, asearme, vestirme y llegar al bar donde me esperaba el director de directores, el que yo más admiraba, el hombre que había dirigido a mi ídolo, Humphrey Bogart, en seis de sus mejores películas, el hombre que yo consideraba como el mayor talento cinematográfico de nuestra era.

Cuando entré, el mayor talento cinematográfico de nuestra era estaba sentado con un vodka entre las manos. Trajeron mi bebida, le di un largo trago sin pestañear y el hombre mostró su aprobación con un gesto.

-Llevo veinte años intentando hacer una película basada en un cuento de Rudyard Kipling, El hombre que pudo reinar. Ya lo tenía todo listo. De hecho -hizo una pausa y me miró a los ojos-, los dos protagonistas que había elegido estuvieron sentados donde estás tú ahora.

Habría sido más elegante no preguntar nada, pero no pude contenerme.

-¿Quiénes eran?

-Gable y Bogart. -Cogí aire. Pausa dramática-. Y van los dos y se me mueren.

Nueva pausa mientras Huston perdía la mirada en su copa y yo trataba de entender qué demonios estaba pasando. Finalmente levantó la vista.

-Pero vuelvo a tener respaldo y quiero que hagas de Peachy Carnehan.

No sé cómo me atreví a preguntarlo, pero lo hice.

-¿Qué papel iba a interpretar Bogart?

-Peachy.

-Cuenta conmigo.

-¿No quieres leer el guión? -preguntó levantando una de sus pobladas cejas.

Tengo que admitir que me pudo la ansiedad. Intenté calmarme un poco y ser más prudente.

-¿Qué hay del personaje de Gable? -pregunté.

-Se llama Daniel Dravot y es el mejor amigo de Peachy.

Deseé intensamente que fuera alguien que también fuese mi mejor amigo. Esta vez fue mi turno para enarcar una ceja.

-Sean Connery -dijo.

No había más que hablar.”

Connery y Caine en El hombre que pudo reinar

El hombre que pudo reinar

Una delicia de autobiografía muy recomendable, especialmente para quienes aman el cine, y muy llamativo el contemplar junto a Michael Caine su evolución profesional a través de su relación con generaciones diferentes que van desde Cary Grant a Liam Neeson, de Jane Fonda a Scarlett Johansson, de Terence Stamp, Elizabeth Taylor o Shirley McLaine a Morgan Freeman, Christian Bale o Sandra Bullock.

Caine y Poitier

Michael Caine y Sidney Poitier

O su íntima y estrecha amistad con Connery, Sidney Poitier o Roger Moore, entre otros. Y descubres, naturalmente, que muchos de ellos no son como uno pudiera creer que son.

Sergio Barce, agosto 2019

Michael Caine. La gran vida (The Elephant to Hollywood, 2010), se ha editado en 2019 por Fulgencio Pimentel-La principal, con traducción de Alberto García Marcos.

 

 

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«LA JUVENTUD» (YOUTH, 2015), UN FILM DE PAOLO SORRENTINO

 

La juventud / La giovanezza / Youth

Un film de Paolo Sorrentino

youth

Paolo Sorrentino.

Se ha convertido en uno de mis directores de cine favoritos. Es sugerente, original, atrevido, abracadábrico. Ha sabido conjugar una herencia enorme: la que le han dejado Scola, Lattuada, Monicelli, Risi, De Sica y, sobre todo, Fellini. A esa herencia le ha añadido su genio y su audacia.

Descubrí a Sorrentino con La gran belleza (La grande belleza, 2013), esa obra maestra de la que ya escribí en su momento y de la que guardo imágenes imborrables. Junto a Sorrentino, hallé también al actor Toni Servillo. Luego, realizador y actor, de nuevo me sorprendían con Il Divo, rodada seis años antes que la antes mencionada, y que es un maravilloso film sobre la figura del político italiano Giulio Andreotti, pero que es también un tenebroso retrato de ese personaje oscuro y maquiavélico que movió los hilos del poder, íntimamente unido a la mafia… Inquietante, lúcido y pavoroso retrato de una sociedad corrompida.

El tercer film que vi de Sorrentino –el orden de visionado ha sido algo caótico, es verdad- fue Un lugar donde quedarse (This must be the place, 2011), otra maravilla, llena de giros inesperados, de mensajes subliminales, de imágenes sorprendentes. Todas son recomendables, sin ninguna duda.

Hace unas semanas vi su último film: La juventud (Youth – La giovanezza, 2015). Como en todos los que he mencionado, Sorrentino tiene un especial tino a la hora de escoger a sus actores, a los que regala papeles excepcionales. En esta nueva película, dos pesos pesados: Michael Caine y Harvey Keitel. 

MICHAEL CAINE

Por supuesto, bordan sus papeles, especialmente Michael Caine que compone un personaje rico en matices, atractivo, seductor. Con ellos, una maravillosa Rachel Weisz, quizá en uno de sus mejores interpretaciones, como en esa tensa escena en la que desahoga todo lo que ha ido acumulando a lo largo del tiempo y que ahora le arroja a la cara a su imperturbable padre: Caine. Esa escena vale ya una película.

La premisa de partida era arriesgada: una serie de personas más o menos conocidas del espectáculo se hospedan en un hotel-sanatorio en el que no sólo recomponen su maltrecha salud o su estrés cotidiano, sino, como vamos descubriendo, sus heridas del alma. Sin embargo, Sorrentino sabe conjugar los elementos reales, los sentimentales y los fantásticos y oníricos y pinta un lienzo que no puedes dejar de ver.

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Fred Ballinger, al que da vida Michael Caine, sin duda uno de los más grandes actores en activo, es un músico que ha decidido retirarse definitivamente de los escenarios. La relación que mantiene con su hija (Weisz) nos descubrirá aspectos no tan amables de su personalidad que, sin embargo, luego se transmutan y nos revelan que no todo es lo que parece. El guión, del propio Sorrentino, es tan bueno que, sin darnos cuenta, nos guía por los sentimientos más profundos de Fred Ballinger y de su hija. Te llega muy hondo, y te hace reflexionar sobre muchas cosas: la vejez, la juventud, el paso del tiempo, el amor, el desamor…

RACHEL WEISZ

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co(Fred entra a una habitación donde un niño toca con el violín una de sus melodías) 

Fred Ballinger: ¿Sabes quién compuso esa pieza que tocas?

Niño: No. ¿Quién?

Fred Ballinger: Yo.

Niño: No te creo. ¿Cómo se llama?

Fred Ballinger: Canción simple número 3.

Niño: ¿Y cómo se llama el compositor?

Fred Ballinger: Fred Ballinger.

Niño: Y tú, ¿cómo te llamas?

Fred Ballinger: Fred Ballinger. Puedes confirmarlo en la recepción. Me hospedo aquí.

Niño: Increíble.

Fred Ballinger: Sí, lo es.

Niño: Mi profesor me hace tocarla. Él dice que es una pieza perfecta para comenzar.

Fred Ballinger: Sí, tiene razón, es muy simple.

Niño: No solo es simple.

Fred Ballinger: ¿De verdad?

Niño: También es muy hermosa.

Fred Ballinger: Sí, es… es hermosa. La compuse cuando aún amaba.

SET DEL FILM "LA GIOVINEZZA" DI PAOLO SORRENTINO. NELLA FOTO MICHAEL CAINE E HARVEY KEITEL. FOTO DI GIANNI FIORITO

Junto a sus diálogos, cuidados hasta el más mínimo detalle, con una puesta en escena deslumbrante, Sorrentino siempre ha sabido acompañar a sus potentes imágenes con bandas sonoras también fantásticas. En esta ocasión, la música la firma David Lang, en la que es su primera banda original para un largometraje, y es de diez. Y, como siempre hace en sus películas, intercala una canción que escuchamos entera (en La gran belleza, era Raffaela Carrá; en Un lugar donde quedarse, lo hizo con David Byrne). En esta cinta es Paloma Faith la que interpreta un tema en una escena onírica llena de ritmo.

Cuando La juventud acaba, uno se queda sentado en la butaca repasando una y otra vez las imágenes de la película, y resuenan fragmentos de sus diálogos en tu cabeza, como si no quisieras dejar de pensar en algunas de las cuestiones que se han planteado y que te han tocado realmente la fibra.

El día que fui al Cine Albéniz, en Málaga, a ver La juventud o Youth, al salir de la sala, me topé con mi amiga Mónica, que también acababa de verla. Tenía las mejillas bañadas en lágrimas. Sólo me dijo que los diálogos de la película la habían desbordado… Era la mejor manera de expresarme que acababa de asistir a la proyección de una película excepcional.

Sergio Barce, febrero 2016

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Fred Ballinger: Me pregunto qué le sucede a tu memoria con el tiempo. No puedo recordar a mi familia. No recuerdo sus rostros o cómo hablaban. Anoche estaba viendo a Lena mientras dormía y pensaba en las miles de cosas insignificantes que había hecho por ella. Y lo había hecho a exprofeso… para que las recordara cuando creciera. Pero con el tiempo… no recordará nada.

LA GIOVANEZZA ****

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HOLLYWOOD Y EL CINE DE AVENTURAS EN MARRUECOS 2

Marruecos ha sido y es uno de los grandes “platós” del cine mundial, y fue precisamente Marruecos el país que eligió el gran John Huston para rodar su largamente deseada versión del relato de Rudyard Kiping The man who would be King, es decir, que El hombre que sería Rey, traducida en España para comercializarse como El hombre que pudo reinar.

El hombre que pudo reinar - cartel

Gracias a la osadía y arte del maestro Alexander Trauner, Marruecos se convirtió en el viejo Afganistán en el que se desarrolla la trama de esta maravillosa película de aventuras. Alexander Trauner, escenógrafo y director artístico o diseñador de producción, ha sido quizá el mejor de los directores artísticos, siendo el responsable de la escenografía, dirección o diseño de producción de muchas obras maestras: desde La edad de oro (L´âge d´or, 1930) de Buñuel hasta El apartamento (The apartment, 1960) de Billy Wilder, pasando por films como Le quai des brumes (1938) o Los niños del paraíso (Les enfants du paradis, 1945) ambas de Marcel Carné, el Otelo (The tragedy of Othello: the moor of Venice, 1952) de Orson Welles, Rififí (Du Rififi chez les hommes, 1955) de Jules Dassin, Tierra de faraones (Land of the Pharaohs, 1955) de Howard Hawks, Cómo robar un millón y… (How to steal a million, 1966) de William Wyler, El otro señor Klein (Mr.Klein, 1976) de Joseph Losey, Subway (1985) de Luc Besson, Alrededor de la medianoche (Round midnight, 1986) de Bertrand Tavernier, y además de la antes mencionada de El apartamento, para Billy Wilder también trabajó en Ariane (Love in the afternoon, 1957), Testigo de cargo (Witness for the prosecution, 1957), Uno, dos, tres (One, two, three, 1961), Irma, la dulce (Irma la douce, 1963), Bésame, tonto (Kiss me, stupid, 1964), La vida privada de Sherlock Holmes (The privates live of Sherlock Holmes, 1970) o Fedora (1978).

Michael Caine y Sean Connery en El hombre que pudo reinar

Michael Caine y Sean Connery en El hombre que pudo reinar

Pero quizá fue con su única colaboración con Huston en El hombre que pudo reinar, cuando Trauner realizó su trabajo más increíble. Utilizó parte de Marrakech para convertirla en una ciudad india, y las bellas montañas del Atlas pasaron a ser el salvaje Afganistán. Su diseño de ese país llamado Kafiristán y especialmente de la ciudad sagrada de Sikandergul quedan grabadas en la retina de los amantes del cine.

De modo que Marruecos, como escenario de este film, es una pieza clave. Como lo son también algunos actores marroquíes que intervinieron en la película.

The-Man-Who-Would-Be-King

Todo buen amante del cine conoce El hombre que pudo reinar no solo porque es una de las obras más queridas y redondas del imperfecto pero genial John Huston, sino porque sus actores protagonistas crean aquí unos de sus mejores trabajos interpretativos. Los dos soldados masones y pícaros que crean Sean Connery como Daniel Dravot y Michael Caine como Peachy Carnehan son sencillamente geniales. John Huston contaba que sus protagonistas iniciales, cuando comenzó a pergeñar esta película en los años cuarenta, iban a ser Humphrey Bogart y Clark Gable, al paso de los años pensó en Burt Lancaster y Kirk Douglas, y luego en Paul Newman y Robert Redford, pero cuando el guión llegó a Newman éste se lo devolvió a Huston y le dijo que esos papeles solo podían ser para Connery y Caine, y resultó ser la mejor de las decisiones. Michael Caine llegó a decir que después de su muerte probablemente se le recordará por esta película.

Y lo cierto es que es inconcebible esta película de aventuras clásica sin estos dos monstruos de la interpretación que son quienes llevan el peso del film. Huston cuenta en sus memorias y en varias entrevistas que era una gozada ver trabajar juntos a Sean Connery y a Michael Caine, que, por las noches, ensayaban sus escenas a solas y Huston se limitaba a poner las cámaras al día siguiente y a rodar. Una de las más famosas escenas que crearon Connery y Caine, es aquella en la que se presentan muy elegantes ante el corresponsal del Northern Star y un responsable del gobierno británico y desfilan de manera pomposa al entrar y al salir del despacho, tras lanzar un discurso lleno de absurdas diatribas que es pura comedia.

CONNERY Y CAINE en El hombre que pudo reinar

CONNERY Y CAINE en El hombre que pudo reinar

Junto a estos dos actores, el gran Christopher Plummer como Rudyard Kipling, el corresponsal del Northern Star, completa el trío protagonista.

Pero como decía antes, destacan algunos actores secundarios marroquíes. En primer lugar, Doghmi Larbi que interpreta a Ootah, jefe del primer poblado del que se adueñan los dos aventureros. Larbi crea un personaje rudo, violento, primitivo, que se ve poco a poco deslumbrado por los sueños de grandeza de los dos extranjeros, hasta que esos mismos sueños de grandeza lo sobrepasan y le llevan a convertirse en un pequeño tirano que acaba muriendo a manos de su propia gente… No es un papel muy largo, pero Doghmi Larbi lo hace inolvidable.

DOGHMI LARBI como Ootah, en El hombre que pudo reinar

DOGHMI LARBI como Ootah, en El hombre que pudo reinar

Este actor marroquí nació en Rabat en 1930 y murió en la misma ciudad en 1992. La verdad es que no hizo mucho cine, porque lo que realmente amaba era el teatro, en cuyos escenarios llegó a la fama en Marruecos, junto a trabajos en la televisión y la radio. Su papel más recordado en cine es, obviamente, el de El hombre que pudo reinar, pero también los de Soleil des hyénes (1977) de Ridha Behi, El corcel negro (The black stallion, 1979) de Carroll Ballard o Bodas de sangre (Noces de sang, 1980) de Souheil Ben Barka, junto a la gran Irene Papas.

Doghmi Larbi

Doghmi Larbi

Junto a Larbi, el papel del sumo sacerdote del templo de Sikandergul, Kafu Selim, donde se esconden los tesoros de Alejandro Magno, lo interpreta un anciano marroquí de casi cien años llamado Karroom Ben Bouih. Anciano que hizo de su papel otro de los personajes centrales de la trama. John Huston también cuenta con relación a este actor que, como lo había encontrado por azar para que hiciera el papel de sumo sacerdote, al igual que a los otros sacerdotes que lo acompañan a los que dan vida otros dos ancianos marroquíes, una vez que acabó el rodaje, se llevó a los tres a una proyección en pantalla de lo que se había filmado, y dirigiéndose a ellos a través del intérprete les preguntó qué pensaban de lo que acababan de ver, a lo que respondió el viejo Ben Bouih: “Después de esto, nosotros nunca moriremos.”

KARROOM BEN BOUIGH como Kafu Selim

KARROOM BEN BOUIGH como Kafu Selim

El hombre que pudo reinar se rodó en 1975, bajo la dirección de John Huston, responsable de maravillas como El halcón maltés (The maltese falcon, 1945), El tesoro de Sierra Madre (The treasure of the Sierra Madre, 1948), La jungla de asfalto (The asphalt jungle, 1950), La reina de África (The African Queen, 1951), Vidas rebeldes (The misfits, 1961) o El honor de los Prizzi (Prizzi´s honor, 1985), por mencionar algunas de sus grandes obras, con música de Maurice Jarre, fotografía de Oswald Morris y vestuario de Edith Head, es decir, otros tres grandes del cine mundial.

JOHN HUSTON

JOHN HUSTON

Una gran aventura llena de sueños casi imposibles. Como dijo Michale Caine en su día: ya no se hace cine como éste.

                                                                    Sergio Barce, agosto 2014

SEAN CONNERY Y MICHAEL CAINE años después

SEAN CONNERY Y MICHAEL CAINE años después

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Diálogos de películas 6

“Annie Hall” (1977) de Woody Allen

 …y recordé aquel viejo chiste. Aquel del tipo que va al psiquiatra y le dice: doctor, mi hermano está loco; cree que es una gallina. Y el doctor responde: ¿pues por qué no lo mete en un manicomio? Y el tipo le dice: lo haría, pero necesito los huevos. Pues eso es más o menos lo que pienso sobre las relaciones humanas, ¿sabe? Son totalmente irracionales, y locas, y absurdas; pero supongo que continuamos manteniéndolas porque la mayoría necesitamos los huevos…

«Laura» (1944), dirigida por Otto Preminger:

Vincent Price:   ¡Waldo, no vuelvas a insinuar que tengo algo que ver con el asesinato de Laura.
Clifton Webb:   De acuerdo, Shelby, no volveré a insinuarlo: tú has asesinado a Laura.

ALFIE es Michael Caine

ALFIE es Michael Caine

“Alfie”  (1966) de Lewis Gilbert  

  “Alfie” (2004) de Charles Shyer

Yo me adhiero a la filosofia europea de la vida: mis prioridades son el vino, las mujeres y… bueno, eso es todo: vino y mujeres.

ALFIE es Jude Law

ALFIE es Jude Law

***

 “Big Fish”  (2003) de Tim Burton

 Para tu padre había dos mujeres en el mundo. Una de ellas era tu madre. La otra eran el resto.

“Los puentes de Madison” (The Bridges of Madison County, 1995) de Clint Eastwood

 Clint Eastwood:    No quiero necesitarte.
Meryl Streep:    ¿Por qué?
Clint Eastwood:    ¿Por qué? Porque no puedo tenerte.

CLINT EASTWOOD &  MERYL STREEP en Los puentes de Madison

CLINT EASTWOOD & MERYL STREEP en Los puentes de Madison



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