Entre otros documentos y libros antiguos que conservo de Larache, también hay algunos que prueban la presencia inevitable de los fascistas en la ciudad tras el golpe de Estado y los años posteriores de represión. Escaneao dos de ellos.
El primero de estos documentos, es el resguardo de un «donativo», que no era donativo sino imposición que se estableció como tributo para contribuir a sostener a los sublevados. Fechado en Larache el 13 de agosto de 1936, casi un mes después del levantamiento militar, los «donantes» aportan dos anillos de alianza de oro «para responer el Encaje Oro del Banco de España robado por los marxistas…». He de suponer que se les obligó a donarlos por ser poco afectos al nuevo régimen. Más abajo del documento en cuestión se lee otra curiosidad, muy típica del fascismo y su retórica patriotera: «Este resguardo debe conservarse por si fuera preciso su cambio, y siempre como carta de legítimo español». Ahí es nada.
El segundo es la cubierta de un libro publicado en Larache, en 1949, por la Editora Marroqui, salido de la Imprenta Cremades. Se trata de un panfleto fascista novelado por el que fuera autor de éxito: Ángel Palomino. Su título: Mientras velas las armas. Una obra a mayor gloria de los militares sublevados. Entre sus páginas, escritas de manera empalagosa y triunfalista, se pueden leer cosas como ésta: «…Desde el principio se vio palpablemente que no se trataba de un levantamiento militar, sino de un Alzamiento Nacional en el que el pueblo sano se lanzaba a pelear en defensa de su familia, de su religión y de su independencia. Las Banderas de Falange, los Tercios de Requeté y masas enormes de voluntarios empuñaron el fusil al lado de los soldados. Se multiplicaron los casos de heroísmo individual y colectivo y sitios hubo en los que, cuando los rojos se creían vencedores, y cantaban victoria por la radio y la prensa del mundo, sus iras se estrellaban inútilmente contra el valor de los patriotas…»
Ni que decir tiene que la represión fascista en Larache fue ejemplar, es decir, injusta y canallesca.
Sergio Barce, noviembre 2022