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NOTAS A PIE DE PÁGINA 18 – DE ESCRITORAS VARIAS A EMMA STONE, PASANDO POR TÁNGER

Me asombra y hasta me estremece pensar que mis últimas notas a pie de página las escribiera en noviembre del pasado año. Ya ha llovido. Y cuántas cosas han sucedido desde entonces.

A finales de verano del pasado año, ponía punto final a mi novela Todo acaba en Marcela, sin saber qué hacer con ella. Tras El mirador de los perezosos, había dado un giro de ciento ochenta grados y había saltado de mis historias más personales a una novela dura, escrita sin contemplaciones, sin censuras, y se abría un cierto abismo a mis pies al pensar en cómo reaccionarían mis lectores habituales y los nuevos. Una amiga me sugirió que enviara el manuscrito a Ediciones Traspiés, de Granada, que había iniciado una colección de novelas negras bajo el nombre de “Criminal”. Comprobé que ya habían publicado en esa colección a dos buenos y reconocidos escritores: José Luis Muñoz y Carlos Erice, lo que me animó a remitirles mi novela sin muchas expectativas. La experiencia anterior me decía que tardarían meses en responder y que, probablemente, la rechazarían con alguna excusa genérica y vaga. Pero me equivoqué. De inmediato, me contestaron que leerían la novela a la mayor brevedad, y así lo hicieron. Al poco, me comunicaban que estaban interesados en editarla, pero que no saldría hasta mediados del año 2024. De acuerdo, les dije. Pocos días después, por una carambola del destino, me anunciaban que adelantaban su publicación y que saldría el 19 de febrero. No me lo podía creer. Y volvieron a cumplir. Fascinante.

Ya la hemos presentado con éxito en la Librería Proteo de Málaga, de la mano de José Garriga Vela y Héctor Márquez, y en la Librería Prometeo de Torremolinos, con Víctor Pérez. Próximamente, lo haremos en la Librería Fahrenheit 451 de Barcelona, acompañado de Youssef el Maimouni, y en la Feria del Libro de Valencia,  con Susi Bonilla. En Tánger, tengo previsto que me acompañe Javier Valenzuela. Ojalá Iñaki Martínez lo haga en Bilbao y que Mohamed el Morabet o Luis Salvago también puedan compartir conmigo momentos en Madrid o donde se encarte. No hay nada mejor que hablar de tu libro con algún escritor amigo. En cualquier caso, la novela está superando mis expectativas iniciales, llenas de recelos, y los comentarios, llamadas y mensajes de los lectores me desbordan día a día. No deja indiferente a nadie y la mayoría me confiesa que no pudieron dejar de leerla. Parece que no ha sido mala idea escribirla.

Mientras tanto, mis lecturas siguen llenándose de páginas escritas por mujeres. En mis anteriores notas, hablaba de las novelas y libros de Leila Slimani, Annie Ernaux. Sara Mesa, Lydie Salvaire, Anna Ajmátova, Mª Isabel Peral del Valle, Marjane Satrapi, Ángeles Mora… Y parece que algo me atrae de ellas, porque sigo devorando obras escritas por mujeres. Releo a Fatema Mernissi, a la que es preciso volver de tarde en tarde. Asisto a la presentación de Teoría del tacto, de Fernanda García Lao, autora argentina, con una prosa eléctrica y acerada. Interesante escucharla, por su vehemencia, e interesante leerla para descubrir nuevas formas de narrar. Leo en Teoría del tacto, en el relato titulado No atender:

Hoy escuché una voz y dije, éste es Luis, nadie habla así, como entumecido. Dijo: Hola, ¿Graciela? Y luego: ¿Te acordás? Y sí, me acordaba, han pasado diez años, pero lo tengo acá, en el centro de la oreja. Colgué sin pensar, aunque no necesito el tubo para sentirlo. Digo, si quiere hablar conmigo no es necesario el aparato, que ya desconecté. El único que llama habitualmente es mi padre. Si no atiendo piensa que me sucedió algo feo, nunca contempla lo bueno. Yo tampoco, desde aquello. Tengo identificador para filtrar los llamados indeseables. Banco: no atender; vecina: no atender; encuesta: no atender. Luis me descolocó con el número privado. No le pude preguntar qué quería, me agarró aquel furor que creí superado. Diez años entrenando la distancia y se me viene a caer con un solo llamado…

Teoría el tacto ha sido publicada por Editorial Candaya.

Otra cosa es la Correspondencia Inédita 1958-1987 entre Carmen Laforet y Emilio Sanz de Soto. Edición de José Teruel, pata la Biblioteca de la Memoria, de Editorial Renacimiento. Leer cartas para gozar de la amistad y la bella connivencia de dos amigos íntimos y profundamente sinceros. Leer estas cartas que se remitían Carmen Laforet y Emilio Sanz no sólo te abre una puerta a la esperanza, sino que te reconcilia con lo mejor de nuestra cultura. En mi blog rescaté una parte de esta correspondencia cuando Emilio escribe acerca de Viridiana, de Luis Buñuel. La lucidez de sus exposiciones me ha servido de inspiración, y para animarme a creer en la creación. Me deslumbra la sencillez de Carmen Laforet, sus dudas, sus miedos a los lectores, su temor a no escribir a la altura que ella cree que debe hacerlo. He subrayado casi todas las cartas. Parece que sea un maniático, pero es una costumbre que no pierdo: la de remarcar todo lo que me parece exquisito o bueno o simplemente interesante. Todo lo que pueda aportarme algo no dejo de indicarlo de alguna manera: con un signo de admiración, con un subrayado, con una aspa… siempre a lápiz, por si me arrepiento más adelante. Aunque no suelo errar.

Leo en esta correspondencia acerca de lo que sucedió con el escritor tangerino Ángel Vázquez y el Premio Planeta:

Madrid, 18-19 de octubre, 1962.

Querido Emilio: Al llegar de Barceloa (ayer) encontré tu carta. Me dio la alegría de siempre y me desconsuela no poder hacer ese viaje a París este mes precisamente. Pero nos veremos.

Lo de Vázquez ha sido una pena. Y una rabia. La novela fue seleccionada y quedó finalista con 3 votos contra 4. Creo que Lara la publicará de todas maneras. Ocurrieron cosas peregrinas en la votación, de las novelas seleccionadas solo dos merecían atención: una era Ayer fuimos gigantes de Mª Jesús Echevarría (quedó eliminada en la tercera o cuarta votación) y otra la de Vázquez. La novela que premiaron es una verdadera porquería. La defendía Arbó que votaba por él y por Agustí (que no estaba ni había leído nada) y Gironella. A Fernández de la Reguera no le gustaba, pero la votó por lo siguiente: Yo le dije que a esa novela no le daba un solo voto pues era una novela que parecía la caricatura de otra que envió Rosa Cajal a la editorial y le devolvieron con un informe pésimo. Las dos novelas trataban de una pensión, en las dos (una casualidad hasta cómica) la dueña de la pensión se llama doña Eloísa, pero la de Rosa es una novela buena, y por tanto infinitamente mejor que Las bestias y el sol o El sol y las bestias * que es la rival de la de Vázquez. (*El sol y las bestias se publicaría con el título de Los enanos <Barcelona, Plaza & Janés, 1962>. En 1964, Concha Alós ganó el Premio Planeta con Las hogueras)

Estaba yo segura de que el informe era de Reguera que me odia violentamente por envidia. Reguera no dijo ni una palabra. Entrambasaguas estuvo genial, pues aborrece El sol y las bestias y además captó en seguida una actitud fea en F. Reguera y le hizo sufrir lo indecible cuando Reguera decidió el premio votando El sol, etc… Cuatro votos para esta horrible novela: de Gironella, Arbó, Agustí y Reguera. Votamos por Vázquez: Lara, Entrambasaguas y yo.

Ahora segunda parte: En el momento en que te escribo puede ser aún que Vázquez tenga el premio. La señora o señorita ganadora parece ser que tenía la novela comprometida con otra editorial (Plaza & Janés). Lara, que está hoy en Madrid, ha dicho por televisión que si hay ese compromiso la novela es para Plaza. Desde luego que él (primero él), Entrambasaguas y yo votamos a la de Vázquez y que en ese caso las 200.000 son de Vázquez. Dice que al volver él a Barcelona quedará aclarado el asunto. Y dijo además que había de 100% probabilidades, 99 y media, a favor de Vázquez. Eso puedes decirlo en el España. Pues creo de todas maneras que Vázquez tiene segura la publicación de la novela en Planeta si le interesa. Y probable el premio.

Desde luego mejor que Vázquez no se haya enterado del todo porque es para enfermar del corazón. Si gana, en cuanto me entere te pongo un telegrama.

De todas estas cosas han resultado algunas buenas.

1º Que -ya te contaré de palabra- Lara se ha dado cuenta del juego sucio de Reguera conmigo.

2º Que he conocido mejor a Entrambasaguas y me parece hombre divertidísimo (le reventaba, entre paréntesis la cita de Gil de Biedma que hace Vázquez en la novela) y le gustaba la novela por lo que tiene de tangerino, aunque no le gustaba del todo, pero sí, sin ninguna duda, más que El sol y las bestias, a quien Entrambasaguas, como yo, no dio ni un voto.

En fin. Veremos en qué queda. No sabes lo que me alegraría de que las pesetas fueran a Vázquez. Es algo que se merece en justicia. Bueno Emilio, espero tu visita con verdadera alegría. Ya estará todo resuelto para entonces.

Hoy 19

Anoche cené con Lara. Acabo de ponerte un telegrama; el premio es PARA Vázquez. Hoy sale en ABC la noticia…

Y en toda esta correspondencia, además del afecto que muestran por el autor de La vida perra de Juanita Narboni, cada carta rezuma el cariño y la admiración que Laforet y Sanz se profesaban el uno al otro y el que también sentían por la ciudad de Tánger.

De Sara Mesa leo Cara de pan, que ella me envió tras conocernos en Granada. Una novela intrigante y perturbadora, que me ha gustado por su ritmo pausado pero envolvente. Delicada en su forma de abordar esta extraña relación entre un hombre adulto y una niña, llena de contradicciones, deseos, frustraciones y sensualidad larvada. Una historia que se puede ir de la mano, pero que Sara Mesa sabe atornillar con gran destreza.

Escribe Sara:

“…La compasión con que Casi lo escucha cede su espacio a la fascinación: la vida del Viejo es cada vez más enigmática e intrigante. El Viejo tiene un padre-abuelo y estuvo en un manicomio -ahora piensa en esa palabra: manicomio-, tiene un pasado raro y oscuro, ha sido rechazado por una confabulación de policías de la mente que lo encerraron a la fuerza. Es posible que esa tarde, cuando finja hacer los deberes en casa, sentada en el escritorio en su cuarto tranquilo y con la puerta cerrada, escriba sobre todo esto, adornándolo aquí y allá con un tono adecuado: Poco a poco me va desvelando sus secretos; me los cuenta en voz baja, al oído; yo tiemblo mientras lo escucho; su voz es ronca y pausada, como la de los malos en las películas de miedo, pero él no es malo, yo no creo que él sea malo aunque posiblemente haya hecho cosas malvadas…”

Cara de pan, de Sara Mesa, ha sido publicada por Anagrama.

También acabo de leer una novela distópica y extremadamente dura, pero en absoluto disparatada. Se trata de Cadáver exquisito, de Agustina Bazterrica. Después de ver la excelente cinta de J.A.Bayona, La sociedad de la nieve, leer Cadáver exquisito tiene su miga. Porque de lo que trata esta novela es la de una sociedad en la que ya se ha asumido el hecho de que, para sobrevivir, hay que alimentarse de carne humana. ¿Llegaremos a eso? Nadie lo sabe. Pero hay aspectos sumamente interesantes en esta obra, excelentemente escrita, que no deja tiempo para tomar aire. La atmósfera en la que sume al lector es verosímil y aterradoramente creíble, por eso me parece tan fascinante. Y Bazterrica no se anda por las ramas a la hora de abordar lo más atroz de este planteamiento: la inhumanidad. Al acabar su lectura, tengo la sensación de que no estamos tan lejos de que, alguna vez, lleguemos a estos extremos.

Escribe Agustina Bazterrica:

“…El empleado agarra una manguera y lava el box y el piso manchado con excrementos. El más alto se baja de los escalones y se sienta en una silla con la cabeza gacha. Él piensa: ahora vomita. Pero se para y se recompone. Entra Sergio con una sonrisa, orgulloso de la demostración. <Y, ¿qué les pareció?¿Quieren probar?>. El otro se acerca y le dice: <Sí, yo>, pero Sergio larga una carcajada y le dice: <No, papito, para esto te falta mucho>. El otro parece decepcionado. <Te explico, querido. Si me lo matás de un golpe, me arruinás la carne. Y si no me los desmayás y entran vivos al sacrificio, también me arruinás la carne. ¿Me comprendés?> Y abrazo al otro mientras lo sacude un poco, riéndose. <¡Estos pibes de hoy, Tejo! Se quieren llevar el mundo por delante y no saben ni caminar>. Todos se ríen, menos el otro. Sergio les explica que los principiantes usan la pistola de perno cautivo, <tiene menos margen de error, ¿te das cuenta?, pero la carne no queda tan tiernita. Ricardo, el otro aturdidor que ahora está descansando afuera, usa la pistola y se está entrenando para usar la maza. Está acá hace seis meses>. Y remata: <Usar la maza es sólo para los entendidos>. El más alto pregunta qué le dijo a la carne, por qué le habló. Él se sorprende de que llame carne a la hembra aturdida, y no cabeza, o producto. Sergio le contesta que cada aturdidor tiene su secreto sobre cómo calmarlos antes de aturdirlos y cada aturdidor nuevo tiene que encontrar su manera. <¿Por qué no gritan?>, dice el más alto. Él no quiere contestar, él quiere estar en otra parte, pero está ahí. Es Sergio el que contesta: <No tienen cuerdas vocales>. El otro se sube a los escalones y mira la sala de los boxes. Apoya las manos en la ventana. Hay ansiedad en la mirada. Hay impaciencia. Él piensa que ese candidato es peligroso. Alguien con tantas ganas de asesinar es alguien inestable, alguien que no puede asumir la rutina de matar, el gesto automático y desapasionado de faenar humanos.”

Cadáver exquisito, de la escritora argentina Agustina Bazterrica, ha sido editada por Alfaguara.

También abordo a Jon Fosse. Su Trilogía (Trilogien), es un artefacto difícil de leer porque, como todo ejercicio basado en la técnica y en el engranaje, acaba a mi entender por ahogar la trama. Sí, es un libro curioso, y sí, escribe como le da la gana. Y sí, hay un juego de personajes que desaparecen y reaparecen reconvertidos en otros en una especie de espejos hipnóticos y giratorios que no acaba nunca, pero eso conlleva mucha paciencia por parte del lector y no estoy muy seguro de que no haya por ahí alguien que habrá acabado por desesperarse con este libro. Transcribir un pasaje de estos relatos que se entrelazan me parece inútil, porque no diría nada si no se es capaz de leerlo entero. Jon Fosse es el último premio Nobel de Literatura. No sé si se han olvidado de otros con más enjundia, creo que sí, aunque no seré yo quien los juzgue. Dios me libre, si existe. Los del Nobel sabrán. Yo sólo soy un lector impenitente y aprendiz de escritor. De pronto, me acuerdo de dos apellidos: Borges y Cortázar. Así, sin quererlo. ¿Por qué será que he pensado en ellos?

Un poco de cine, que siempre viene bien: veo por enésima vez El tercer hombre (The third man, 1949) de Carol Reed. Maravillosa. Una cinta impregnada de maldad. Lo más bajo del ser humano representado magistralmente por esa sonrisa cínica de Orson Welles interpretando a Harry Lime. Cine negro puro y directo, del clásico más auténtico.

Y veo Pobres criaturas (Poor things, 2023) de Yorgos Lanthimos. Una cinta que me ha deslumbrado por su intensidad dramática, por su ambientación exuberante, por sus interpretaciones alucinadas, en especial esa Emma Stone que todo lo hace bien, secundada por los siempre excelentes Willem Dafoe y Mark Ruffalo. Hay mucha carga de profundidad en esta historia de seres aparentemente limitados o transformados. Hay mucho de Frankenstein, y mucho de Tod Browning. Pura fantasía terrorífica, pero a la vez romántica (no hablo del romanticismo ñoño, sino del romanticismo poético). Subyugan sus imágenes, tan diferentes, tan distorsionantes, tan mágicas. Una película increíblemente bella.

Recibo en estos momentos los comentarios de Maribel Méndez, la bibliotecaria del Instituto Cervantes de Tánger, tras leer mi novela Todo acaba en Marcela. Y me hace reír. Parece que a ella también le ha gustado. Otro punto a favor. No está mal para acabar estas notas a pie de página de hoy.

Sergio Barce, 28 de marzo de 2024

 

 

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CARMEN LAFORET

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VIRIDIANA, DE BUÑUEL, SEGÚN EMILIO SANZ DE SOTO PARA CARMEN LAFORET

Una delicia leer la Correspondencia Inédita (1958-1987) entre Carmen Laforet y Emilio Sanz de Soto, que José Teruel ha recogido en un libro editado por Renacimiento. Sus confidencias, sus confesiones, sus temores.

Carmen Laforet es todo menos arrogante; al contrario, en sus cartas descubrimos a una mujer llena de humanidad, como Emilio, y llena de dudas sobre su narrativa y sobre la propia creación literaria. No deja de sorprender que una autora como ella sufriera de esa manera al enfrentarse a cuanto escribía. Pero la entiendo. Crear una nueva obra es un reto y un abismo. Pero Emilio Sanz creyó siempre en ella y, con cada una de sus cartas, le enviaba un soplo de aire fresco y de optimismo. Jamás dudó de que Carmen Laforet era una narradora fuera de lo común. Y se entusiasmaba pergeñando proyectos para ella, dándole ideas para sus artículos periodísticos o reconviniendo a sus inquietudes y a sus miedos.

Y Tánger presente en muchísimos instantes, como algo mágico que impregnó a Carmen Laforet y que añora en numerosas ocasiones.

En una de las cartas de Emilio Sanz, fechada en Tánger el 2 de junio de 1961, le habla de Carlos Saura y de su película Los golfos, y también de Luis Buñuel y de Viridiana, y estos párrafos me parecen modernísimos y actuales y, también, muy divertidos. Escribió Emilio Sanz de Soto:

“…¿De verdad te gustó la película de Carlos Saura? Yo por Carlos siento una verdadera debilidad. Me parece un artista sincero y directo. Que no se anda por las ramas. Que quiere que la imagen le dé <verdad>, y por ello lucha a brazo partido. Y en el cine español, donde todo es <camuflaje>, Los golfos me parece una pedrada en seco y españolísima.

¿Has visto el escándalo que se ha armado con la Viridiana, de Buñuel? La película es de padre y muy señor mío, de borrón y cuenta nueva, de punto y aparte… Con ello quiero decirte que la película es genial. Sobre su antirreligiosidad y sobre su carácter blasfematorio habría mucho que hablar. Comprendo que un <curita> del Observatore Romano se asuste. Pero me apuesto la cabeza de que, por ejemplo, un tipo a lo Cardenal Segura, la hubiese entendido, la hubiese tomado como lo que es: un puro <cachondeo> ibérico, y tras un coscorrón, habría absuelto a Buñuel, con tres Avemarías de penitencia. Porque un español no puede asustarse de Viridiana. A no ser que ese español se asuste de la novela picaresca, de Quevedo, de Larra, de Unamuno, de Valle Inclán, de Valdés Leal, de Goya… y de suma y sigue. De acuerdo en que es una obra inconformista y rebelde. Que arremete contra lo divino y contra lo humano. Contra las mayúsculas: la Iglesia, el Estado, la Burguesía, la Moral, el Código Civil… Pero todo ello, insisto, a la española: cabreado, a patadas, sin ton ni son… Buscarle a todo esto -como hacen los franceses- un sentido religioso o político, es no saber quién es Buñuel. ¿Y quién les explica a los franceses -o al Vaticano- lo que es un aragonés, cazurro y humano, con una visión del cine tan genial, como la que tuvo su compadre Goya de la pintura?

¿Sabes lo que yo haría Carmen? En vez de proyectársela a los del Opus, muertos de miedo y oliendo todos a perfume <Moustache>, se la pasaba a auténticos curas de pueblo, sin miedos y oliendo a cebolla, y estoy seguro, segurísimo, de que estos no le daban más importancia -religiosa- de la que ellos suelen darle a un buen taco o a un chascarrillo bestia.

Esta es mi opinión. Pues en la maldad de Buñuel jamás podré creer, conociéndolo como lo conozco. A sus sesenta y un año sigue siendo un niño travieso, al que se le saltan las lágrimas cuando oye cantar una Jota o La Marsellesa…” 

Leer esta correspondencia es darte de bruces con dos personas excepcionales y admirables.

Sergio Barce, 2 de febrero de 2024

  

  

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NOTAS A PIE DE PÁGINA 8 – DE BERLANGA A HOUELLEBECQ

Llevo una semana hecho un guiñapo. El covid me ha cazado, así me lo ha confirmado el test de antígenos. Pero por suerte los síntomas que vengo padeciendo son como los de una gripe de toda la vida: cuerpo destemplado, cansancio, carraspera, algún estornudo y los músculos doloridos, como si me hubiesen apaleado. Suficiente para no tener ganas de nada. Y todo aderezado con este calor bochornoso y las noticias diarias que leemos en los periódicos o vemos en televisión que, en general, desmoralizan.

Pero no todo ha sido negativo. En estas semanas he visto buen cine, dos excelentes series de televisión y he leído también buenos libros.

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La serie de televisión es Better call Saul, y las cinco temporadas disponibles en Netflix han caído una a una sin respiro. De lo mejor que he visto, con un guion que no deja de dar giros y de sorprender. La otra es la miniserie In my skin, dirigida por Lucy Forbes y Molly Manners. Dura y sin concesiones, no solo retrata a la adolescente protagonista sino a toda la sociedad británica. Una serie que plantea situaciones inquietantes, pero con una sutil carga de humanidad. 

Muy recomendable el libro Berlanga. Vida y cine de un creador irreverente, biografía escrita por Miguel Ángel Villena, editada por Tusquets. Conocer a fondo a García-Berlanga te hace apreciar aún más su trabajo y su persona. Eso me ha llevado a visionar, por enésima vez, su obra maestra El verdugo (1963). No hay mejor alegato contra la pena de muerte que esta historia de humor negro-negrísimo. Una de esas películas en la que ni sobra ni falta nada, con escenas que se quedan grabadas para siempre. 

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Curiosa la película Roman J. Israel, Esq., dirigida por Dan Gilroy, con un excelente Denzel Washington. Me ha atrapado el personaje central, una especie de idealista anclado en el pasado, que, por una serie de circunstancias, se convertirá en lo que siempre detestó. Y otra buena cinta es Historia de un matrimonio (Marriage story) de Noah Baumbach. El matrimonio lo interpretan Scarlett Johansson y Adam Driver, que están impecables. Me gusta el ritmo del film, la aparente simpleza de lo que se nos narra. Cómo sacar partido de una historia sencilla. Hay claras influencias del cine de Woody Allen, sin duda. 

Si he revisado El verdugo, lo mismo he hecho con la relectura de Nada, de Carmen Laforet. Habían transcurrido no sé si cuarenta años desde que leí la novela por vez primera y al volver a hacerlo ahora me ha impresionado aún más. Es de una calidad admirable. Es una obra que no se marchita con el tiempo, al contrario, es moderna y actual. Me alegro de haber decidido volver a abrirla. 

Entre lo mejor que ha ocurrido este verano (lo numero por comodidad): a) recibir un correo del maestro Javier Valenzuela tras leer el borrador de una novela negra que le he enviado, y que escriba, entre otras cosas: “tienes una novela negra mejor que la mayoría de la basura que se publica en España” (Pues no digo nada. Un empujoncito de ánimo.); b) ver acabada la maquetación de mi libro de relatos El mirador de los perezosos, que sale a la calle a primeros de septiembre; c) recibir una llamada inesperada de Mohamed el Morabet para charlar por charlar, y eso hicimos; d) estar con mis hijos más tiempo -el que podemos-; e) nadar en la playa (poco, para lo que me gusta, pero intensamente); f) haber llamado a Luis Salvago para que me hablara de su libro afgano; g) haber tomado unas cervezas con Jose Garriga Vela, una vez más; h) no haber pisado la feria; i) las cenas que hemos disfrutado con los amigos; j) escuchar música de fondo mientras escribo; k) los ratos callados viendo cine; l) comer con Jesús Ortega para hablar de todo lo que nos gusta; m) no pensar en el trabajo cinco horas seguidas (ni me lo puedo creer); n) haber cumplido un año más y haberlo celebrado; ñ) no sé qué poner en la ñ; o) darme cuenta de que me fluyen ideas sin cesar para nuevos libros y relatos; p) que mi padre siga con nosotros, que sea capaz de vivir con autonomía en su casa, que mantenga su lucidez; q) haber escrito mi primer guion para un largometraje que, ayer, envié a mi hijo Pablo para conocer su opinión. Creo que hay buen material. Hay más, pero me lo guardo. 

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Menciono dos libros más, y acabo. El primero, Plataforma (Plateforme) de Michel Houellebecq. Edita Anagrama. Una novela contundente. De narrativa ágil, sus planteamientos son realmente interesantes. Me ha gustado, porque deja un inquietante sabor de boca que te hace pensar durante unos días tras acabar de leerla. El segundo libro, que también recomiendo, es Cuaderno de memorias coloniales (Caderno de Memórias Coloniais) de Isabela Figueiredo. Publicado por Libros del Asteroide. También es un libro impactante en su despiadado y realista retrato de la actitud de los colonos portugueses en Mozambique hacia los negros, la independencia del país, la salida de los colonizadores, todo ello visto desde los ojos de una niña blanca. Como la propia escritora reconoce, es un libro escrito para librarse de la culpa. Muy buena lectura. 

Me tomo otro paracetamol dispuesto a acabar con el covid que me ha trastocado los planes de estos días. Y acabo. No sé si tiene mucho sentido todo lo que he escrito, porque la idea inicial era hablar de Lorenzo Silva, de algo que he encontrado en un cuaderno de viajes. Lo dejaré para la próxima nota a pie de página.

22 de agosto de 2022

 

 

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CARMEN LAFORET EN TÁNGER

Hay una editorial, de la que ya escribí en su momento, que publica libritos con encanto: Khabar Bladina. Todos están relacionados con Marruecos, en especial, con Tánger. Entre esos pequeños volúmenes, que casi caben en una mano, hay uno escrito por mi admirada y querida Rocío Rojas-Marcos Albert. Se titula Carmen Laforet en Tánger (2015).

Carmen Laforet en Tánger

Se trata de una “fotografía narrada” de aquel homenaje que se le tributó a la escritora Carmen Laforet el 6 de septiembre de 1959, en el Club Gandori. El homenaje se lo organizaron Josep Andreu Abelló, Paul Bowles, Mohamed Omar Hajoui, Julio Ramis, Asís Viladevall, Herbert Southworth, los condes Charles de Breteuil y Piero Toni, los condes de Fuente el Salce, Paolo D. Occhipinti y Emilio Sanz de Soto, que fue el orador de la velada. Es decir, como escribió el propio Emilio Sanz, un grupo variopinto de “rojos”.

En ese acto, Sanz de Soto, con sus palabras, llenas de afecto y admiración, resaltó no sólo el valor literario de la novela Nada de Carmen Laforet, sino también su valía como persona y, de paso, le daba las gracias por ese aire fresco que su obra había traído a la novela española y su influencia en la juventud de aquella época (Nada había sido premiada con el Nadal en el año 1944). Por supuesto, entre líneas, había una crítica a la situación política y moral de la España franquista, y eso no gustó al corresponsal del diario Pueblo en Tánger, un tal José Ramón Alonso, quien, escandalizado por lo que Emilio Sanz decía, interrumpió su alocución poniéndose en pie y gritándole cara a cara:

Usted es un hijo de la gran puta, y todos los que piensen como usted son también unos hijos de puta. Y deberían levantarse e irse como yo

Dicho lo cual, efectivamente, el personaje se marchó, pero sin que nadie lo siguiera. Al contrario, al preguntarle Emilio Sanz al cónsul español don José María Bermejo, presente en el acto, si podía continuar, la reacción y respuesta de éste fue exquisita: “Bajo mi absoluta responsabilidad”.

El tal Alonso, por supuesto, creía encontrarse en España, en la España negra y oscura de la dictadura, y no en Tánger, una ciudad cosmopolita y abierta, que ya formaba parte del reino de Marruecos.

ROCÍO ROJAS-MARCOS

ROCÍO ROJAS-MARCOS

Rocío Rojas-Marcos reúne en este pequeño volumen el texto escrito por Emilio San de Soto sobre esta anécdota, y, para comparar los hechos con las diferentes reacciones que se produjeron, también lo que el diario Pueblo informó a sus lectores, el reportaje del diario España de Tánger, que entonces estaba dirigido por el marido de Carmen Laforet, Manuel Cerezales, y las que publicaron Vida Española en Marruecos, Le Petit Marocain-Progress, y alguna que otra más pero sin poder identificar el medio. También reúne aquí Rocío Rojas-Marcos lo escrito por Emilio Sanz en memoria de Carmen Laforet cuando la escritora falleció, o la carta que le envió a Eduardo Haro con tal motivo.

Esta publicación, además de curiosa, es muy aleccionadora sobre la realidad de aquellos años. Mientras en España la vida gris se hacía más gris, en Tánger, pese a que ya habían acabado los esplendorosos días de su estatuto de ciudad internacional, aún se seguía respirando un aire de libertad sorprendente. También es curioso lo que cuenta Emilio Sanz sobre Manuel Aznar, abuelo de José María Aznar, que, por supuesto, comulgaba con el franquismo absolutamente.

nada

Carmen Laforet llegó a Tánger de la mano de su marido, Manuel Cerezales, cuando éste fue nombrado en 1957 director del diario España. Y, como muy bien resume Rocío:

 “…Desde mi punto de vista, este homenaje a Carmen Laforet fue un triunfo más de su literatura. Un regalo más de su Nada desde un Tánger librepensador y desahogado, donde se podía vivir tal como ella había rogado desde las páginas escritas”.

Carmen Laforet en Tánger, breve pero contundente alegato de libertad. Y aquí, sí que habría que subrayar: basado en hechos reales.

Sergio Barce, enero 2018

MANUEL CEREZALES y CARMEN LAFORET

Manuel Cerezales y Carmen Laforet

 

 

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