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«A PROPÓSITO DE NADA» (APROPOS OF NOTHING), AUTOBIOGRAFÍA DE WOODY ALLEN

A PROPÓSITO DE NADA portada

Como siempre, sumergirse en un texto de Woody Allen (al igual que en una de sus películas) es, en la mayoría de los casos, asegurarse pasar un buen rato, en este caso, un buen rato de lectura. Y su autobiografía A propósito de nada (Apropos of nothing, 2020) no desmerece esta afirmación. Como seguidor incondicional de su obra, temía, como los demás, que este libro no llegara a publicarse después de la irracional campaña orquestada en su contra. Pero Alianza ha salido a batirse el cobre por él, de lo que hemos de alegrarnos.

El libro es un relato ágil, rápido, fluido y, por supuesto, con sus dosis de humor, en el que Allen nos detalla su larga vida desde su nacimiento hasta el día de hoy. Me ha sorprendido la cantidad de personajes (escritores, actores, productores, músicos, cómicos, técnicos, dramaturgos…) que ha tenido la fortuna de tratar y de conocer. Y no me refiero a los años en los que Woody Allen ya goza de una fama merecida, sino a que, desde sus comienzos, por una u otra razón, ha ido coincidiendo con algunos de estos artistas que fueron marcando su trayectoria o su manera de encarar el trabajo. La lista es tremenda, y guarda algunas anécdotas sorprendentes.

WA

Curiosa su familia, y cómo habla de ellos. Y muy interesante sus opiniones sobre los actores y técnicos (directores de fotografía especialmente) con los que ha trabajado codo con codo.

Su relación con las mujeres ocupa un espacio importante, y a veces es desternillante al hablar de ellas. Pero sí queda claro que, en casi la práctica totalidad de sus relaciones sentimentales (su primera mujer Harlene, su segunda mujer Louise Lasser -que es un capítulo realmente sorprendente-, su vida con Diane Keaton…) siempre acabaron manteniendo un vínculo de afecto y cariño que ha perdurado en el tiempo. Algo que, claro, no ha sucedido con Mia Farrow.

Precioso su permanente homenaje y admiración hacia su esposa Soon-Yi.

WA y Soon Yi

WOODY ALLEN Y SOON YI

Hay quien achaca a este libro un defecto: el espacio tan amplio que dedica a las acusaciones y denuncias que Mia Farrow ha lanzado contra él durante estos años. Pero, aunque pueda ser cierto que sea algo extenso, no lo es menos que Woody Allen tiene sobrados motivos para hacerlo. ¿Cómo te defiendes si no es de esta manera frente a ese ataque furibundo de algunos medios azuzados por Mia Farrow y de los que azuzan aquellos que se embarcan en estas cruzadas sin conocer la realidad de lo ocurrido?

Una vez leído su libro, creo aún más en su inocencia, de la que no había dudado nunca porque no suelo dejarme arrastrar por olas de odio sin una base real que pueda palpar. Aún creo en la presunción de inocencia, y no en la presunción de culpabilidad que es el axioma imperante en nuestros días. A Woody Allen ningún tribunal lo ha condenado por abusos, pero el tribunal de la irracionalidad sí lo ha hecho. Llamativo, como decía más arriba, el hecho de que todas sus parejas le hayan apoyado sin fisuras. Me quito el sombrero ante su actitud y a su manera tan elegante y poco estridente de enfrentarse a toda esa jauría.

Lo que sí me ha parecido realmente patético es la actitud de muchos de los actores que han trabajado para él y que le han dado la espalda tras las acusaciones de abusos. Lo han hecho, en palabras de ellos, para no verse señalados y para no perder posibles futuros trabajos. En las palabras de Woody Allen al narrar estos hechos asoma, por supuesto, su decepción por esos artistas que no han querido creer en él.

En definitiva, que la autobiografía de Woody Allen merece la pena y que me lo he pasado francamente bien leyéndola, y que entrar en su universo es descubrir que vivimos en mundos muy, muy diferentes. Y, sinceramente, hay cosas que le envidio de una manera malsana.

Sergio Barce, junio 2020

A propósito de nada (Apropos of nothing, 2020) se ha publicado en España por Alianza Editorial, con traducción de Eduardo Hojman.

Como anzuelo para que leáis este libro, os transcribo la parte en la que explica por qué razón se cambió su nombre de nacimiento, Allan Stewart Konigsberg, por el de Woody Allen:

“…Ya podemos oír la voz del psicólogo diciendo: <Querías tanto ser famoso que el deseo te avergonzaba>. Una teoría plausible, pero, incluso si fuera cierta, ¿qué utilidad tiene?

Mientras tanto, seguía habiendo algunas frases con mi nombre en manos de columnistas y sentí que tenía que cambiármelo rápido. Cambiarme el nombre encajaba a la perfección con mi quimera de entrar en el mundo del espectáculo. En esa época lo hacían todos los artistas y algunos escritores y directores e incluso productores, y ese gesto me convertiría en uno de ellos. Con los años, mucha gente especuló sobre por qué me lo cambié a Woody Allen. Algunos decían que se debía al clarinetista Woody Herman. Woody Herman me gustaba, pero esa conexión jamás se me cruzó por la cabeza. Si uno puede creer lo estúpida que puede llegar a ser la gente, una de las hipótesis era que yo jugaba mucho al stick ball, un juego improvisado con palos de escoba y una pelota, en las calles de Brooklyn, y esos palos eran de madera, es decir, wooden. La verdad es que fue una decisión arbitraria. Yo quería mantener algo del nombre original, por lo que usé Allen de apellido. Jugueteé con J.C.Allen, pero me pareció que terminarían llamándome Jay, que es como se pronuncia la <J> en inglés. Coqueteé con Mel, pero había un famoso comentarista radiofónico de los Yankees que se llamaba Mel Allen. Finalmente, mi TDAH se impuso y Woody se me ocurrió de la nada. Era corto, quedaba bien con Allen y tenía un toque ligero y vagamente cómico, a diferencia de, por ejemplo, Zoltan o Ludovico. El nombre me ha dado buen resultado, aunque en algunas ocasiones, como los dos tocamos el mismo instrumento, me han llamado señor Herman; y una vez una vendedora de Bloomingdale´s, que me había reconocido por mi aparición en The Tonigh show y que se había puesto muy nerviosa mientras me atendía, dijo: <¿Eso es todo, señor Woodpecker?>. (Referencia al personaje de animación Pájaro Loco, cuyo nombre original en inglés es Woody Woodpecker. N. del T.)

En muy escasas ocasiones me he arrepentido de haberme cambiado el nombre y he pensado, en cambio, que el original ya estaba bien. Konigsberg tenía un tono germánico serio. Kant era de Konigsberg. Hoy en día en Konigsberg hay un monumento en mi honor (a menos que algunos airados ciudadanos ya lo hayan derribado con una cuerda, como ocurrió con el de Sadam Husein) y no hay ninguna razón para hacerme un homenaje en Konigsberg. No provengo de allí, jamás he estado y desde luego no he hecho nada para mejorar la vida de sus habitantes, pero mi apellido es Konigsberg y tal vez tengan una gran necesidad de héroes. La escultura en cuestión la escogí yo, de entre las muchas opciones que se postularon en un concurso. Me sorprendió lo buenas e inteligentes que eran todas y terminé decidiéndome por la más sencilla y modesta, que consistía en un par de gafas sobre una vara. En la realidad es mejor que lo que acabo de describir. También en la adorable ciudad española de Oviedo hay una estatua de mi figura que es un retrato fiel. Nunca me solicitaron mi opinión y ni siquiera me informaron de que iban a instalarla. Simplemente, erigieron una estatua de mí en la ciudad, una verdadera estatua de bronce de esas sobre las que les gusta posarse a las palomas. También en este caso, a menos que una muchedumbre enfurecida la haya arrancado, sigue allí. Desde el momento que la instalaron unos vándalos robaron de la estatua unas gafas iguales a las mías. Esas son de bronce y están incrustadas en la escultura, que es de tamaño real, por lo que hace falta un soplete para sacarlas. Pero no importa cuántas veces vuelvan a colocarlas, siempre hay alguien que las roba. Me gustaría decir que realicé algo noble y valiente en Oviedo para merecer ese honor, pero, además de ir de visita, filmar un poco en esa ciudad, pasearme por sus calles y disfrutar de su hermoso clima (al igual que Londres, en pleno verano está fresco y gris y cambia todo el tiempo), no hice ningún mérito que justifique un retrato escultórico, salvo dejar que ahorcaran un muñeco igual a mí. Oviedo es un pequeño paraíso, solo estropeado por la antinatural presencia de una imagen en bronce de un pobre infeliz…”

WA Y AM

WOODY ALLEN Y ARTHUR MILLER recogiendo el Premio Príncipe de Asturias de las Artes

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UN FRAGMENTO DE «EL EXTRANJERO» (L´ÉTRANGER), DE ALBERT CAMUS

Un poquito de buena lectura. Os transcribo este pequeño fragmento de El extranjero (L´étranger, 1947) de Albert Camus, en la traducción de Bonifacio del Carril para Alianza Editorial. Un fragmento que, sin duda, le hace a uno pensar en estos días de encierro en los que vivimos. Alta narrativa.

“…Poco después me escribió. Y a partir de ese momento comenzaron las cosas de las que nunca me ha gustado hablar. De todos modos, no se debe exagerar nada y para mí resultó más fácil que para otros. Al principio de la detención lo más duro fue que tenía pensamientos de hombre libre. Por ejemplo, sentía deseos de estar en una playa y de bajar hacia el mar. Al imaginar el ruido de las primeras olas bajo las plantas de los pies, la entrada del cuerpo en el agua y el alivio que encontraba sentía de golpe cuánto se habían estrechado los muros de la prisión. Pero esto duró algunos meses. Después no tuve sino pensamientos de presidiario. Esperaba el paseo cotidiano que daba por el patio o la visita del abogado. Disponía muy bien el resto de tiempo. Pensé a menudo entonces que, si me hubiesen hecho vivir en el tronco de un árbol seco, sin otra ocupación que la de mirar la flor del cielo sobre la cabeza, me habría acostumbrado poco a poco. Hubiese esperado el paso de los pájaros y el encuentro de las nubes como esperaba aquí las curiosas corbatas de mi abogado y como, en otro mundo, esperaba pacientemente el sábado para estrechar el cuerpo de María. Después de todo, pensándolo bien, no estaba en un árbol seco. Había otros más desgraciados que yo. Por otra parte, mamá tenía la idea, y la repetía a menudo, de que uno acaba por acostumbrarse a todo”.

El extranjero portada

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«EL EXILIO Y EL REINO» (L´EXILE ET LE ROYAUME, 1957), DE ALBERT CAMUS

Invitación a la lectura.

Me he sumergido estos dos últimos días, de nuevo, en las páginas de El exilio y el reino (L´exile et le royaume, 1957), un libro de relatos de Albert Camus que me ha llevado desde tierras argelinas hasta la selva amazónica para sacarme de este confinamiento al que todos estamos sometidos.

ALBERT CAMUS

Albert Camus

Cuando escribo de un maestro, me contengo y trato de ser lo más parco en mi análisis. Porque, ¿qué voy a descubrir a estas alturas en la obra de Camus? Sin embargo, sí puedo contagiaros del entusiasmo por la buena literatura, por el placer de una lectura en la que, además, aprendes a narrar mientras disfrutas de magistrales descripciones, no solo de los ambientes, de los lugares o de los paisajes que envuelven a la trama, sino también del interior de los personajes.

Hay tres relatos en este libro que siempre me han llamado poderosamente la atención: La mujer adúltera, El renegado o un espíritu confuso y, sobre todos, El huésped. Los tres enraizados en Argelia, secos, duros, en los que sus protagonistas buscan un sentido a sus existencias en parajes áridos y desolados, o bien desconocidos, en paisajes que no son más que la exteriorización del alma humana, de la desilusión o de la frustración por lo que son conscientes que van a perder. Y, no obstante, asoma siempre la fraternidad o el leve soplo de esperanza por el ser humano. Quizá, como decía antes, sea El huésped el relato que mejor refleje lo que este libro pretende ser.

lejos de los hombres

El huésped fue llevado a la pantalla por David Oelhoffen en 2014, bajo el título de Lejos de los hombres (Loin des hommes, 2014), una de mis películas favoritas y de la que escribí un artículo, cuyo enlace os facilito:

https://sergiobarce.blog/tag/lejos-de-los-hombres/

Sergio Barce, marzo 2020

Fragmento del relato El huésped, de Albert Camus, con traducción del francés de Manuel de Lope. Publicado por Alianza Editorial.

“…El viento aumentó durante la noche. Las gallinas se removieron un poco, luego callaron. El árabe se volvió de lado presentando la espalda a Daru, y éste creyó oírle gemir. Después estuvo al acecho de su respiración, más fuerte y regular. Escuchó aquel aliento cercano y soñaba sin poder dormirse. En la habitación, donde hacía años que dormía solo, aquella presencia le molestaba. Pero le molestaba también porque le imponía una especie de fraternidad que en las circunstancias presentes rechazaba, y que conocía bien: los hombres que comparten la misma habitación, soldados o prisioneros, quedan unidos por un extraño lazo, como si se despojaran de sus armaduras al mismo tiempo que de sus vestidos, y como si cada noche se juntaran, por encima de sus diferencias, en la antigua comunidad del sueño y la fatiga. Pero Daru despejó esos pensamientos, no le gustaban esas tonterías, tenía que dormir.

Sin embargo, algo más tarde, cuando el árabe se agitó imperceptiblemente, el maestro seguía sin poder dormir. Al segundo movimiento del prisionero se puso tenso, alerta. El árabe se incorporó lentamente sobre un brazo, con un movimiento casi de sonámbulo. Sentado sobre la cama, esperó, inmóvil, sin mover la cabeza hacia Daru, como si estuviera escuchando con la mayor atención. Daru no se movió: se le acababa de ocurrir que el revólver se había quedado en el cajón del escritorio. Más valía actuar enseguida. Sin embargo continuó observando al prisionero que, con el mismo movimiento sin roces, había plantado los pies en el suelo y, después de esperar un rato, comenzaba a levantarse lentamente. Daru iba a llamarle cuando el árabe empezó a andar, esta vez con un paso natural, pero extraordinariamente silencioso. Se dirigía hacia la puerta del fondo, que daba al cobertizo. Hizo girar el picaporte con precaución y salió tirando de la puerta tras él, sin llegar a cerrarla. Daru no se movió. Únicamente pensó: <Se escapa. Un problema menos>. Sin embargo aguzó el oído. Las gallinas no se movían: por lo tanto el otro estaba en el campo. Entonces le llegó un débil ruido de agua y no entendió de qué se trataba hasta que el árabe apareció otra vez en el marco de la puerta, la volvió a cerrar con cuidado y se acostó de nuevo sin un ruido. Daru entonces le volvió la espalda y se durmió. Más tarde aún le pareció oír desde el fondo del sueño unos pasos furtivos alrededor de la escuela. <Estoy soñando, estoy soñando>, repitió. Y dormía.”

EL AXILIO Y EL REINO Alianza editorial

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«EL CRIADOR DE GORILAS», ROBERTO ARLT EN MARRUECOS

Julio Cortázar siempre afirmó que uno de sus maestros fue Roberto Arlt, especialmente en el uso perfecto del lunfardo, es decir, la jerga utilizada a finales del siglo XIX y principios del XX por los rateros y criminales en Buenos Aires, y que, con el tiempo, se convirtió en una lengua coloquial en Río de la Plata.

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Pues bien, ese escritor argentino, nacido en 1900, autor de novelas como El juguete rabioso, Los siete locos, El amor brujo, y de obras de teatro como Trescientos millones, Saverio el cruel o La isla desierta, está considerado uno de los grandes autores de cuentos cortos, con relatos como El jorobadito o Viaje terrible.

Hijo de inmigrantes alemanes, en sus primeras obras el tema recurrente era la Argentina de los recién llegados, sus miserias y sus penurias. Pero será tras su muerte cuando se reconozca realmente el valor de su trabajo literario.

ROBERTO ARLT

ROBERTO ARLT

Tras un largo viaje por el norte de África, realizado entre 1935 y 1936, Roberto Arlt escribe varios relatos. Parte de ellos, los recopilará en su libro El criador de gorilas, que ya publicó en España Alianza Editorial, y más recientemente Ediciones del Viento (A Coruña, 2012). Hay relatos que se desarrollan en diferentes países africanos, pero el grueso de los cuentos los ambienta en Marruecos. Uno de ellos, titulado Ejercicio de artillería, transcurre en Larache, razón que me movió a buscar este libro.  

En enero de 2016, ya transcribí completo en mi blog Ejercicio de artillería. Para quienes tengan la curiosidad de leerlo, pueden hacerlo en el siguiente enlace:

https://sergiobarce.wordpress.com/2016/01/24/ejercicio-de-artilleria-un-relato-de-roberto-arlt/

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En El criador de gorilas, Roberto Arlt nos muestra un Marruecos curioso, más bien caricaturizado o deformado, y, a la vez, mágico pero realista, aunque esto suene contradictorio, y todo ello usando un tipo de humor que se acercaba a lo absurdo. Sus relatos son truculentos, violentos y llenos de enigmas, que, a veces, resuelve de manera abrupta. Además del mencionado Ejercicio de artillería, ambienta en Marruecos los titulados Halib Majid el Achicharrado, Rahuti, la bailarina, La aventura de Baba en Dimisch esh Sham, Acuérdate de Azerbaijan, La cadena del ancla, Odio desde la otra vida, Los bandidos de Uad-Djuari, Ven, mi ama Zobeida quiere hablarte y el titulado Historia del señor Jefris y Nassin el egipcio.

Leyendo los cuentos de Arlt, a veces, he tenido la sensación de que escuchaba a un cuentacuentos del Zoco Chico, y es que utiliza la misma técnica de la narración oral marroquí, lo que quiere decir que, en aquel viaje, Roberto Arlt se empapó hasta los tuétanos de esta tradición ancestral.

Sergio Barce, enero 2018

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LARACHE EN EL LIBRO DE MARIA ROSA DE MADARIAGA «MARRUECOS, ESE GRAN DESCONOCIDO»

Hace escasamente un par de meses, aparecía “Marruecos, ese gran desconocido. Breve historia del Protectorado español” de la historiadora María Rosa de Madariaga, publicado por Alianza Editorial.

Libro ameno, nos desentraña toda la tramoya de la realidad de este período histórico de Marruecos tan ligado a España. Y aunque es Tetuán la ciudad que más protagonismo ocupa en el libro por razón de su condición de capital del protectorado español, Larache también tiene el suyo.

La portada del libro, por ejemplo, muestra la visita del general Millán Astray a Larache en 1938.  

marruecos-ese-gran-desconocido-portada

Y curioso me ha resultado conocer qué altas autoridades visitaron Larache en diferentes momentos: en 1933, siendo Casares Quiroga Ministro del Interior, estuvo en la ciudad tras reunirse con el jalifa en Tetuán y visitar del palacio de Raisuni en Arcila. Luego, ese mismo año, el propio Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, en su esfuerzo por potenciar el desarrollo de Marruecos, hizo una gira por la zona y llegó a Larache. Incluso, tal y como relata María Rosa de Madariaga, en el año 1951, Larache es el punto elegido para celebrarse un importante encuentro entre el residente general francés Augustin Guillaume y el alto comisario español García Valiño para limar asperezas entre ambas naciones, entrevista celebrada en diciembre de ese año en la que afirmaron una comunidad de puntos de vista y de intereses frente a las <amenazas comunistas y nacionalistas>.

El alto comisario García Valiño con García Figueras

El alto comisario García Valiño con García Figueras

El recorrido del período del protectorado es completo, desde que se comienza a fraguar hasta la independencia del país. De manera que asistimos en sus páginas a los balbuceos del Protectorado, los conflictos armados, como el desastre de Annual, y la posterior etapa de asentamiento.

1924 - Entrega de la Bandera Nacional a los Regulares de Larache

1924 – Entrega de la Bandera Nacional a los Regulares de Larache

Lo que llama poderosamente la atención es comprobar los ingentes esfuerzos que se hicieron desde la República por darle un enfoque distinto a la zona del Protectorado. Es decir, por vez primera, se intentaba enfrentar el tema de Marruecos y la relación con los marroquíes de una manera más racional y desde una perspectiva más democrática. Incluso, pese a las dificultades, el sacrificio económico que se realizó desde los gobiernos de la República es encomiable. Esta parte me ha resultado muy interesante, y es que la autora ha sabido sacar a flote una realidad que ha quedado silenciada por los largos años de dictadura que siguieron a la República.

(…) En enero de 1935 visitaba Rico Avello Madrid con el objeto de someter a la aprobación del Gobierno algunos proyectos económicos, entre ellos un plan de saneamiento de la región de Lucus, cerca de Larache, para el que se preveía un préstamo de 26 millones de pesetas. Rico Avello manifestó su intención de ocuparse principalmente del desarrollo de la explotación forestal y ganadera…

(foto de Antonio Lozano)

(foto de Antonio Lozano)

Por supuesto, muchos esfuerzos no alcanzaron sus objetivos, pero al menos intentaban hacer progresar a la zona. En este apartado es curioso lo ocurrido con la Compañía del Lucus, tal y como de Madariaga lo cuenta: Sigue leyendo

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