Archivo de la etiqueta: Albert Camus

UN FRAGMENTO DE «EL EXTRANJERO» (L´ÉTRANGER), DE ALBERT CAMUS

Un poquito de buena lectura. Os transcribo este pequeño fragmento de El extranjero (L´étranger, 1947) de Albert Camus, en la traducción de Bonifacio del Carril para Alianza Editorial. Un fragmento que, sin duda, le hace a uno pensar en estos días de encierro en los que vivimos. Alta narrativa.

“…Poco después me escribió. Y a partir de ese momento comenzaron las cosas de las que nunca me ha gustado hablar. De todos modos, no se debe exagerar nada y para mí resultó más fácil que para otros. Al principio de la detención lo más duro fue que tenía pensamientos de hombre libre. Por ejemplo, sentía deseos de estar en una playa y de bajar hacia el mar. Al imaginar el ruido de las primeras olas bajo las plantas de los pies, la entrada del cuerpo en el agua y el alivio que encontraba sentía de golpe cuánto se habían estrechado los muros de la prisión. Pero esto duró algunos meses. Después no tuve sino pensamientos de presidiario. Esperaba el paseo cotidiano que daba por el patio o la visita del abogado. Disponía muy bien el resto de tiempo. Pensé a menudo entonces que, si me hubiesen hecho vivir en el tronco de un árbol seco, sin otra ocupación que la de mirar la flor del cielo sobre la cabeza, me habría acostumbrado poco a poco. Hubiese esperado el paso de los pájaros y el encuentro de las nubes como esperaba aquí las curiosas corbatas de mi abogado y como, en otro mundo, esperaba pacientemente el sábado para estrechar el cuerpo de María. Después de todo, pensándolo bien, no estaba en un árbol seco. Había otros más desgraciados que yo. Por otra parte, mamá tenía la idea, y la repetía a menudo, de que uno acaba por acostumbrarse a todo”.

El extranjero portada

Etiquetado , , , , ,

«EL EXILIO Y EL REINO» (L´EXILE ET LE ROYAUME, 1957), DE ALBERT CAMUS

Invitación a la lectura.

Me he sumergido estos dos últimos días, de nuevo, en las páginas de El exilio y el reino (L´exile et le royaume, 1957), un libro de relatos de Albert Camus que me ha llevado desde tierras argelinas hasta la selva amazónica para sacarme de este confinamiento al que todos estamos sometidos.

ALBERT CAMUS

Albert Camus

Cuando escribo de un maestro, me contengo y trato de ser lo más parco en mi análisis. Porque, ¿qué voy a descubrir a estas alturas en la obra de Camus? Sin embargo, sí puedo contagiaros del entusiasmo por la buena literatura, por el placer de una lectura en la que, además, aprendes a narrar mientras disfrutas de magistrales descripciones, no solo de los ambientes, de los lugares o de los paisajes que envuelven a la trama, sino también del interior de los personajes.

Hay tres relatos en este libro que siempre me han llamado poderosamente la atención: La mujer adúltera, El renegado o un espíritu confuso y, sobre todos, El huésped. Los tres enraizados en Argelia, secos, duros, en los que sus protagonistas buscan un sentido a sus existencias en parajes áridos y desolados, o bien desconocidos, en paisajes que no son más que la exteriorización del alma humana, de la desilusión o de la frustración por lo que son conscientes que van a perder. Y, no obstante, asoma siempre la fraternidad o el leve soplo de esperanza por el ser humano. Quizá, como decía antes, sea El huésped el relato que mejor refleje lo que este libro pretende ser.

lejos de los hombres

El huésped fue llevado a la pantalla por David Oelhoffen en 2014, bajo el título de Lejos de los hombres (Loin des hommes, 2014), una de mis películas favoritas y de la que escribí un artículo, cuyo enlace os facilito:

https://sergiobarce.blog/tag/lejos-de-los-hombres/

Sergio Barce, marzo 2020

Fragmento del relato El huésped, de Albert Camus, con traducción del francés de Manuel de Lope. Publicado por Alianza Editorial.

“…El viento aumentó durante la noche. Las gallinas se removieron un poco, luego callaron. El árabe se volvió de lado presentando la espalda a Daru, y éste creyó oírle gemir. Después estuvo al acecho de su respiración, más fuerte y regular. Escuchó aquel aliento cercano y soñaba sin poder dormirse. En la habitación, donde hacía años que dormía solo, aquella presencia le molestaba. Pero le molestaba también porque le imponía una especie de fraternidad que en las circunstancias presentes rechazaba, y que conocía bien: los hombres que comparten la misma habitación, soldados o prisioneros, quedan unidos por un extraño lazo, como si se despojaran de sus armaduras al mismo tiempo que de sus vestidos, y como si cada noche se juntaran, por encima de sus diferencias, en la antigua comunidad del sueño y la fatiga. Pero Daru despejó esos pensamientos, no le gustaban esas tonterías, tenía que dormir.

Sin embargo, algo más tarde, cuando el árabe se agitó imperceptiblemente, el maestro seguía sin poder dormir. Al segundo movimiento del prisionero se puso tenso, alerta. El árabe se incorporó lentamente sobre un brazo, con un movimiento casi de sonámbulo. Sentado sobre la cama, esperó, inmóvil, sin mover la cabeza hacia Daru, como si estuviera escuchando con la mayor atención. Daru no se movió: se le acababa de ocurrir que el revólver se había quedado en el cajón del escritorio. Más valía actuar enseguida. Sin embargo continuó observando al prisionero que, con el mismo movimiento sin roces, había plantado los pies en el suelo y, después de esperar un rato, comenzaba a levantarse lentamente. Daru iba a llamarle cuando el árabe empezó a andar, esta vez con un paso natural, pero extraordinariamente silencioso. Se dirigía hacia la puerta del fondo, que daba al cobertizo. Hizo girar el picaporte con precaución y salió tirando de la puerta tras él, sin llegar a cerrarla. Daru no se movió. Únicamente pensó: <Se escapa. Un problema menos>. Sin embargo aguzó el oído. Las gallinas no se movían: por lo tanto el otro estaba en el campo. Entonces le llegó un débil ruido de agua y no entendió de qué se trataba hasta que el árabe apareció otra vez en el marco de la puerta, la volvió a cerrar con cuidado y se acostó de nuevo sin un ruido. Daru entonces le volvió la espalda y se durmió. Más tarde aún le pareció oír desde el fondo del sueño unos pasos furtivos alrededor de la escuela. <Estoy soñando, estoy soñando>, repitió. Y dormía.”

EL AXILIO Y EL REINO Alianza editorial

Etiquetado , , , , , ,

MIS PELÍCULAS FAVORITAS – 3

Tercera entrega. Después de Matar a un ruiseñor (To kill a mockingbird, 1962) y de El manantial (The Fountainhead, 1949), nos situamos en estos últimos años con una película fascinante: Lejos de los hombres (Loin des hommes, 2014).

Reunamos a los siguientes nombres: David Oelhoffen, realizador de cine francés; Viggo Mortensen, actor norteamericano de ascendencia danesa y americana; Reda Kateb, actor francés de ascendencia argelina; Ángela Molina, actriz española; Nick Cave, músico australiano, y, por último, Albert Camus, escritor francés nacido en Argelia. A ellos, se les une el agreste y salvaje paisaje del Atlas marroquí (porque es en Marruecos donde se rueda este film) disfrazado de territorio argelino; con un equipo técnico mayoritariamente compuesto por personal francés y marroquí. Y es que, en el cine, todo es posible.

LEJOS DE LOS HOMBRES cartel

Lejos de los hombres (Loin des hommes) es un proyecto producido y protagonizado por Viggo Mortensen. Creo que es su mejor interpretación. Y sólo él podía ser el actor que encarnara a Daru, ese comandante del ejército francés que cambia el uniforme por la ropa civil de maestro rural para, en medio de una meseta solitaria y olvidada de Argelia, enseñar a leer a los niños de las aldeas desperdigadas por la zona. El personaje de Daru, además de eso, es hijo de “unos caracoles”, que es como denominaban a los andaluces que emigraron a principios del siglo pasado a Argelia para trabajar en las tierras de los colonos franceses. Daru nace ya en Argelia, y es a este país al que identifica con su hogar.

Digo que sólo Viggo Mortensen podía ser el intérprete ideal de Daru porque él es también una mixtura de culturas: nació en Nueva York, se crió en Argentina y Venezuela pero durante la infancia pasaba las vacaciones en Dinamarca, de donde era originario su padre, y eso le ha permitido interpretar desde personajes españoles como Alatriste (2006) a mafiosos rusos como en Promesas del Este (Eastern promises, 2007) y hasta transformarse en el escritor americano William S. Burroughs en On the road (2012) con absoluta naturalidad. A Mortensen, además, le facilita la labor el hecho de que domina varios idiomas: español, inglés, francés, danés… Lo que me ha sorprendido aquí es que Viggo Mortensen interpreta a Daru pasando del francés al árabe o al español (esta película sólo puede verse en versión original para apreciar esta riqueza), con una fluidez que enriquece a su personaje, sin que se cree una sensación falsaria; al contrario, el hecho de que Daru hable el idioma de sus abuelos, el de su país de adopción y el del país de su nacimiento, dice mucho de él, algo fundamental para comprender incluso su actitud ante los acontecimientos y ante la vida.

Reda Kateb y Viggo Mortensen

Reda Kateb y Viggo Mortensen

La acción se ambienta en el año 1954, cuando comienzan las revueltas contra el dominio colonial francés. El personaje de Daru, de pronto, se verá en medio de la nada, no sólo en el sentido físico, trabajando en esa pequeña escuela perdida, sino también moralmente, al comprobar que esa misma gente a la que él tanto ama ahora lo consideran extranjero, enemigo. Para Daru, ese hecho lo hunde en un pozo de amargura y de desconcierto.

El guión es una magnífica adaptación de un relato de Albert Camus titulado El huésped (L´hôte), que forma parte de su libro El exilio y el reino (L´exil et le royaume, 1957). Nadie como Camus para describir el dolor que supuso el proceso de independencia de Argelia para quienes habían nacido en el país y a los que, con el tiempo, se les obligará a abandonarlo. El cuento es muy corto, pero el guión extrae lo mejor de la historia y la desarrolla hasta transformarla en una historia épica.

La suave música de Nick Cave sumerge a las imágenes en una especie de neblina sonora, y en la propia banda original adivinamos que, tras el paisaje, tras los pasos de esos dos hombres que caminan por las pistas asalvajadas del Atlas, late una violencia que, a veces, estalla de una manera incontrolada. Daru, en ese sentido, se ve obligado, sin quererlo, en contra de sus principios, incluso a matar. La violencia lo abruma y acaba por desbordarlo. La música se limita a subrayar su estado de ánimo, su desesperanza.

Escena de LEJOS DE LOS HOMBRES

Escena de LEJOS DE LOS HOMBRES

Preciosa la relación que se entabla entre Daru y Mohamed, el otro protagonista de la cinta, al que da vida un actor que ya me sorprendiera en su momento en El profeta (A prophet, 2009): Reda Kateb. Nacido en Francia, Reda Kateb, además de un excelente intérprete, es nieto del escritor argelino Kateb Yacine. Su personaje en Lejos de los hombres sirve de contrapunto a Daru, pues es el testigo de su desmoronamiento ético. Me fascina contemplar cómo Mohamed se va dando cuenta de la grandeza humana de ese profesor al que obligan a llevarlo por las montañas hasta un puesto de la gendarmería. Desde el primer instante, Daru le dará cobijo y protección, cuidándolo cuando la fiebre lo hace delirar en la noche, y luego, en los momentos en los que Mohamed cree que su vida va a acabar, será también Daru el que lo defienda. Y así es como comprenderá que se encuentra junto a un verdadero ser humano, nada más y nada menos. Alguien que lo trata como a un igual, como a un paisano.

Me ha emocionado esta película. Hay muchos detalles pequeños y hermosos. Ya decía antes que ha de verse este film en su versión original, porque sólo así se puede apreciar ese quebrar en la voz de Viggo Mortensen cuando, tratando de mantener el tipo, su personaje se despide de los alumnos, sabedor ya de que su mundo ha acabado.

David Oelhoffen, el director de Lejos de los hombres, ha convertido el relato de Camus, además, en una película de aventuras, en un western. El Atlas se convierte así en Monumental Valley; la pequeña escuela y las casuchas abandonadas que encuentran los protagonistas en su viaje, son como los ranchos que se diseminaban por el viejo Oeste; los argelinos levantados en armas actúan como las tribus indias, con incursiones en pequeños grupos o individuales, contra el “hombre blanco”; y el ejército francés es como el Séptimo de caballería, al mando del general Custer. Oelhoffen convierte además a Daru en un trasunto del pistolero protagonista de Raíces profundas (Shane, 1953). Daru y Shane comparten un pasado que han dejado atrás y que desean que quede olvidado; pero el destino les tiene reservado un último acto de violencia que, sin embargo, los redime de ese ayer que repudian. Daru y Shane son dos héroes que representan la integridad.

Lejos de los hombres es una maravillosa historia sobre el desarraigo, una gran cinta de aventuras y una delicada película dramática. Es una combinación perfecta. Una rara avis. Un film que hace que rumies sus imágenes. En los tiempos que corren, nada hay más ejemplificador de la estrechez intelectual que significa levantar barreras o crear fronteras, que ver una película como Lejos de los hombres (Loin des hommes), en la que colaboran todos esos creadores, de tan distinto origen, y son capaces de crear una joya de significado universal. Es un canto hermoso y profundo a la fraternidad. Un desesperado grito contra los fanatismos. Una película para saborear.

Sergio Barce, octubre 2017

 

 

 

 

 

 

Etiquetado , , , , , , , ,

«EL EXTRANJERO» (L´etranger) de ALBERT CAMUS

EL EXTRANJERO (L´etranger) (1942) de Albert Camus

No voy a descubrir ni esta novela ni a Camus, pero sí quiero dejar constancia de algunas obras que me parecen irrepetibles y necesarias, como lo es «El extranjero», y recomendarlas. Nada como releer los clásicos que me fascinaron en mi adolescencia.

“El extranjero” me parece ahora más fresca, como si rezumara una vitalidad actual, como si hubiese sido escrita quizá en medio de esa locura que anunciaba la proximidad de la guerra de Irak, la impersonalidad de esta sociedad aislada… los ciclos se repiten, posiblemente. Es la manifestación máxima del existencialismo, ese dejarse llevar por el destino inapelable de Meursault, su exasperante apatía, su falta de sentimientos, lo inevitable de  lo que ha de suceder y que nadie puede hacer cambiar. Una obra maravillosa en la rabia que despierta su lectura.

Sergio Barce, Diciembre 2010

“El ardor del sol me llegaba hasta las mejillas y sentí las gotas de sudor amontonárseme en las cejas. Era el mismo sol del día en que había enterrado a mamá y, como entonces, sobre todo me dolían la frente y todas las venas juntas bajo la piel. Impelido por este ardor que no podía soportar más, hice un movimiento hacia adelante. Sabía que era estúpido, que no iba a librarme del sol desplazándome un paso. Pero di un paso, un solo paso hacia adelante. Y esta vez, sin levantarse, el árabe sacó el cuchillo y me lo mostró bajo el sol. La luz se inyectó en el acero y era como una larga hoja centelleante que me alcanzara en la frente. En el mismo instante el sudor amontonado en las cejas corrió de golpe sobre mis párpados y los recubrió con un velo tibio y espeso. Tenía los ojos ciegos detrás de esta cortina de lágrimas y de sal. No sentía más que los címbalos del sol sobre la frente e, indiscutiblemente, la refulgente lámina surgida del cuchillo, siempre delante de mí. La espada ardiente me roía las cejas y me penetraba en los ojos doloridos. Entonces todo vaciló. El mar cargó un soplo espeso y ardiente. Me pareció que el cielo se abría en toda su extensión para dejar que lloviera fuego.

El extranjero de Visconti

Todo mi ser se distendió y crispé la mano sobre el revólver. El gatillo cedió, toqué el vientre pulido de la culata y allí, con el ruido seco y ensordecedor, todo comenzó. Sacudí el sudor y el sol. Comprendí que había destruido el equilibrio del día, el silencio excepcional de una playa en la que había sido feliz. Entonces, tiré aún cuatro veces sobre un cuerpo inerte en el que las balas se hundían sin que se notara. Y era como cuatro breves golpes que daba en la puerta de la desgracia”

(Fragmento de “El extranjero”)

ALBERT CAMUS

Albert Camus, nació en Mondovi, Argelia, en 1913. Su madre, aunque nacida también en Argelia, era de origen  español, y su padre alsaciano, al que no conoció pues murió durante la primera gran guerra.

Estudió en Argel, donde fundó el Teatro del Trabajo. Perteneció al Partido Comunista. Tras escribir La miseria de Kabylia, que es prohibido, se marcha a París, donde trabaja como periodista y como lector para la editorial Gallimard. Pasó a formar parte de diversos grupos anarquistas, y es famosa su disputa y ruptura con Jean-Paul Sastre. Albert Camus obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1957. Otras obras suyas son “El mito de Sísifo” (Le mythe de Sisyphe) , “La peste”, “Caligula” o “El hombre rebelde” (L´homme révoltè).

Etiquetado , , ,