ASÍ FUE LA PRESENTACIÓN DE «EL MIRADOR DE LOS PEREZOSOS» EN LA FERIA DEL LIBRO DE TORREMOLINOS

El pasado 7 de octubre, presentamos mi libro El mirador de los perezosos (Ediciones del Genal) en la Feria del Libro de Torremolinos, a la que acudí invitado por Manuel García Iborra, al que agradezco la atención que me prestó en todo momento. La presentación corrió a cargo de mi amigo Jesús Ortega, con el que comparto, además de la profesión de abogado, la afición al cine y a la literatura, que nos resultan más gratificantes. Jesús es también un lector casi compulsivo, con el añadido de que se acuerda de todo lo que lee, algo que envidio de forma malsana, amante del jazz y poseedor de un agudo humor negro, razón por la que quizá es un profundo especialista en Kafka y en todo lo que se publica clandestinamente (si hay un libro por descubrir, él ya lo ha leído). Estuvimos muy bien acompañados por un nutrido grupo de asistentes y, para mi sorpresa, en la firma posterior se vendieron todos los ejemplares del libro. De manera que, entre la amena presentación de Jesús Ortega, nada kafkiana por cierto, el diálogo que mantuvimos a continuación y las ventas, todo salió a la perfección.

Os dejo una parte de lo que Jesús expuso sobre El mirador de los perezosos y algunas imágenes del evento.

  <Sergio Barce comienza a tener ya una obra considerable, en continuo incremento sobre todo en los últimos años, en la última década. Esa gran actividad es síntoma de que probablemente escribe con placer y de que se encuentra a gusto con la voz que va formando. Pero nos encontramos ya con una obra considerable y hay que ordenarla.

Tenemos por un lado las novelas y por otro los libros de relatos o de crónicas. Todos hablan de Marruecos, incluso cuando parece que hablan de Marruecos. Y entre las novelas, tenemos unas de género negro o policiaco (Malabata, La Emperatriz de Tánger) frente a otras de corte más intimista (Una sirena se ahogó en Larache, Sombras en Sepia o El Libro de la Palabras Robadas). En el otro bando, diríamos, nos encontramos con relatos más cortos, que a veces, y con independencia de su extensión, funcionan como pequeñas novelas, y otras más bien como crónicas (Ultimas noticias de Larache, Paseando por el Zoco Chico).

Entre estos últimos se sitúa Una Puerta Pintada de Azul, que para mí fue el mejor de sus libros en el momento en el que salió, y del que El Mirador de los Perezosos se diría que es primo hermano, pero sin que, al mismo tiempo, sea en absoluto una imitación o una segunda parte.

Ambos libros versan sobre una ciudad: Una Puerta Pintada de Azul sobre Larache y El Mirador de los Perezosos sobre Tánger. Ambos están conformados por relatos. Pero mientras que en Una Puerta Pintada de Azul primaba la ficción (desde el punto de vista estructural), en El Mirador de los Perezosos prima la crónica, la crónica literaria, que parte de los hechos reales como material. Todo relato debe contener siempre una verdad, pero en el relato-crónica la verdad se nos pone directamente por delante. Sergio se utiliza a sí mismo como personaje y nos cuenta cosas que, aparentemente, le han sucedido.

En los últimos años se habla bastante de autoficción, sobre todo desde el éxito de ventas de Karl Ove Knausgaard, y su obra en seis tomos llamada Mi Lucha. El género, o más bien la etiqueta, ha sido ensalzada y denostada por igual, como si fuese algo nuevo. Pero no es algo nuevo. Ha existido siempre, solo que antes no se le ponía ninguna marca ni vendía como tal producto. ¿No eran autoficción, por poner algunos ejemplos, escritores como: Jack Kerouac, Charles Bukowski, Osamu Dazai, Serguei Dovlatov o Annie Ernaux?

Lo que sucede es que algunos escritores prefieren comenzar con un material inicialmente inventado (al que luego agregan con disimulo estratos ya menos inventados), mientras que otros se sienten más cómodos partiendo de su propia vida (aunque luego agreguen, también con disimulo, inventos de todo tipo). Al final da lo mismo. Solo hay dos tipos de libros, como le respondió Oscar Wilde al Fiscal en uno de sus juicios: los buenos y los malos. (Y, aunque brillante como siempre, fue injusto aquí Wilde, porque también están los libros mediopensionistas, que casi siempre dan pequeñas alegrías.) Y todo esto por no hablar además del comportamiento del cerebro humano, que parece ser que trabaja en general como si elaborase ficciones, descartando, aumentando y editando los hechos.

Dicho lo cuál: los textos que más me gustan de El Mirador de los Perezosos son justamente los que hablan del propio Barce. Me dan una mayor impresión de fluidez. Todos los relatos de El Mirador de los Perezosos tienen lugar en Tánger.

Tánger es una ciudad que de inmediato se asocia a la literatura. Por allí han viajado, vivido, escrito, o simplemente han ido de visita o de juerga, innumerables autores: A. Dumas (que estuvo dos días, pero dejó una crónica), M. Twain (que estuvo solo unas horas, el 1 de julio de 1867, viajando desde Gibraltar, y que también dejó una crónica para su periódico), Roberto Arlt (que viajó por el norte de África escribiendo artículos periodísticos, y de quien se editó póstumamente la colección llamada Aguafuertes Marroquíes), Gertrud Stein (inmortalizada en España por Mecano ―una rosa es una rosa es una rosa― y que, entre otros hábitos peculiares, tenía el de mandar a la gente a vivir a Tánger; mandó a Matisse y también al más famoso de los extranjeros residentes en Tánger), A.B. Toklas, Paul Bowles (enviado también por consejo de G. Stein cuando era un joven músico; le hizo caso), Jane Bowles, Truman Capote, Tennessee Williams, Jack Kerouac, G. Corso, A. Ginsberg, Burroughs (escribió su libro más conocido en Tánger), André Gide, Jean Genet, Ángel Vázquez, Ramón Buenaventura, Juan Goytisolo, Carmen Laforet, Mohamed Chukri, Mohamed Mrabet… Por no hablar de otros muchos autores actuales que escriben igualmente sobre Tánger, porque de algún modo se han puesto de moda las historias sobre el Tánger colonial.

Aunque quizás no tantos hayan hablado del Tánger real (y sin que ello sea obligatorio, porque cada uno habla de lo que puede; de hecho, los anglosajones tienden a vivir en su versión propia de las ciudades extranjeras que habitan). Sergio sí que habla del Tánger real. Yo no conozco Tánger. He estado solo una vez físicamente (y puede que menos tiempo incluso que el mismísimo Mark Twain), pero he aprendido más leyendo el libro de Sergio que haciendo de visitante. (…)

(…) De la portada, ya les he dicho que sea trata de un cuadro de la pintora Consuelo Hernández. (…) Pero es que la edición es magnífica. La tipografía de portada es muy buena también y el conjunto da la impresión del gran libro que tenemos delante. La tipografía de interior es cómoda y es respetuosa con la presbicia. Les llamo la atención sobre las guardas, que son las páginas interiores que unen la portada con el resto del libro, que son también de un gran nivel de edición. En fin, y para que no nos llamemos a engaño: tienen ustedes delante el perfecto regalo para estas Navidades. 

                                                                                                                                                     Jesús Ortega>

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2 pensamientos en “ASÍ FUE LA PRESENTACIÓN DE «EL MIRADOR DE LOS PEREZOSOS» EN LA FERIA DEL LIBRO DE TORREMOLINOS

  1. Joana dice:

    Muy ameno conocer esta exposición llena de anécdotas y datos de diferentes escritores además de las reflexiones sobre el escritor Sergio Barce y su magnífica obra. Me ha gustado mucho leer a este escritor y amante del Jazz, Jesús Ortega. Y también lleva razón en esto: las guardas son preciosas.

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