Ayer se presentó mi nueva novela Malabata (Ediciones del Genal, 2019) en la Sociedad Económica Amigos del País, en Málaga, de la mano de mi editor Jesús Otaola y del poeta Víctor Pérez Benítez. Tanto las palabras de Jesús como la presentación de Víctor resultaron ser una grata sorpresa, porque me transmitieron tanto su amistad personal como su entusiasmo por el libro. Víctor Pérez lo bordó, y así me lo comentaron los asistentes que, además, participaron muy activamente en el posterior coloquio. Como suele suceder en estos casos, al estar ambientada la novela en Tánger, no faltaron paisanos larachenses y tanyauis, e incluso alguna baidaní (o casablanquesa). Marruecos siempre nos une.

VÍCTOR PÉREZ, SERGIO BARCE Y JESÚS OTAOLA
La próxima cita será en Torremolinos el 25 de octubre.
Os dejo con las fotografías del acto y especialmente con Víctor Pérez y su presentación de Malabata:
Domingo 8 de septiembre de 2019. Estación de Washington D.C.
6.50 p.m. En España ya es 9 de septiembre por las seis horas de diferencia. Estoy en la cola de espera para subir al tren 124 con destino Nueva York y parada en Filadelfia, donde nos hospedamos. Cientos de personas permanecemos de pie, formando cuatro filas paralelas. La gran mayoría de gente mira su móvil moviendo el pulgar sobre la pantalla, van de una imagen a otra con suma rapidez; un chico joven lee un libro, sus dedos acarician el filo de la hoja que se dispone a pasar, el movimiento de sus ojos es lento y enigmático, me pregunto que estará leyendo. Su concentración es máxima; de pronto, una sonrisa ilumina su rostro. Es una imagen extraña a todo el entorno y cada vez más escasa. Cada día me siento más atraído por esas personas que, como yo, aman la literatura y los libros, viven otras vidas con la hondura de la lectura. Como ya dijo Borges:
“Leer, por lo pronto, es una actividad posterior a la de escribir: más resignada, más civil, más intelectual. A veces creo que los buenos lectores son cisnes aún más tenebrosos y singulares que los buenos autores”.
Miércoles 18 de septiembre de 2019. Málaga.
Ya de vuelta al trabajo y tras haber buscado sin éxito el día anterior, en varias librerías del centro, la última obra de Sergio Barce “Malabata”, me dispongo a acudir a toda velocidad desde mi oficina, junto al puente de la Esperanza, a la Librería Proteo, donde consigo la novela. Comienzo a leerla y termino su lectura al mediodía del día siguiente, apenas veinticuatro horas consumidas en las aventuras tangerinas. El placer que me produce me obliga a escribir sobre ella, es una reseña que escribo en apenas diez minutos y que le envío a Sergio. Al poco tiempo me responde que le ha gustado mucho. El Viernes 20 sobre las dos y media recibo la invitación de Sergio a estar aquí hoy presentando “Malabata”. Una sorpresa que me emociona y satisface, pero que me perturba por el peso de la responsabilidad. Considero un premio estar aquí, un reconocimiento a mi labor de lector y de amigo, que es lo que más me siento, llevándolo a gala con el mayor orgullo.
Conozco a Sergio desde marzo de 2012 cuando se acercó a nuestro barrio de El Palo, al grupo de amigos que conformamos Capitel, que preside Paco Selva, otro larachense como Sergio, para presentarnos “Una sirena que se ahogó en Larache”. Ya desde el principio nos cautivó con su prosa y nos sedujo por su elegante cercanía. Después repetiría visitas con “El libro de las palabras robadas”, “Paseando por el Zoco Chico. Larachensemente” y con “La emperatriz de Tánger”. La última visita fue en diciembre del año pasado, acudió junto a su amigo José Antonio Garriga Vela para dialogar sobre la obra de ambos en el marco de un espacio que titulamos “Territorios de Ficción”. Siempre es agradable tener cerca a Sergio; oyendo sus historias de Larache se detiene el tiempo, se aprende y se comparte.
“Malabata”, que no malapata, son palabras de sentido muy distinto. Ambas son muy similares en pronunciación, diferenciándose en que las consonantes “b” y “p”, aunque las dos son oclusivas bilabiales, es decir, las dos se pronuncian tras cerrar y abrir los labios, la primera es sonora, vibran las cuerdas vocales, y la segunda sorda, no vibran. En chino se pronuncian exactamente igual y en inglés se emplea mucho más aire al pronunciarlas. Os puedo asegurar que los personajes de “Malabata” vibran, además intensamente, vibraciones que emocionan al lector.
El cabo de Malabata, a 10 Km de la ciudad de Tánger, posee un faro y un castillo medieval; desde hace ya casi cuarenta años existe un proyecto de unir a través de un túnel ferroviario subterráneo, bajo el mar, la punta Malabata con punta Paloma en España. Unir África y Europa es un sueño que nació cadáver, como muertos parecen los sueños de los protagonistas de la novela de Sergio Barce que junto al “Libro de las palabras robadas” y “La emperatriz de Tánger” completa una trilogía cuyas escenas se desarrollan en Tánger durante los años cuarenta y cincuenta, años en los que la capital tangerina, dotada de un status privilegiado de ciudad internacional, se convierte en un centro atractivo para intelectuales como Paul y Jane Bowles, Jean Genet o Tennessee Williams, entre otros, que disfrutan de los placeres que le concede este paraíso cosmopolita y tolerante, pero que también fue ocupada por personas y personajes huidos de acontecimientos y lugares sometidos a las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, un mundo de perdedores sin escrúpulos que buscan su salvación a toda costa.
La novela de Sergio Barce es excepcional, y según mi criterio, la mejor de las tres que completan la trilogía, las cuales he releído estos días atrás. La tensión narrativa se mantiene desde la primera a la última página.
El comienzo es propio de un relato noir, de una buena novela negra, un asesinato, mejor dicho, de dos asesinatos :
“El inspector jefe Hourani no podía liberarse de la imagen de Christian Tesson yaciendo sobre el frío mármol en el depósito de cadáveres, solo y olvidado, algo que le costaba asimilar porque creía que el subinspector no merecía un final tan trágico. La vida termina siendo injusta demasiadas veces, pero si meditaba en profundidad sobre todo lo ocurrido tenía que admitir que en realidad nada podía haber acabado bien en esa historia. Ahora le parecía que había transcurrido un siglo y, sin embargo, todo se desencadenó tras el asesinato de Jacques Duhamel, cometido apenas unas semanas atrás”.
La narración vira hacia el pasado y a través de las investigaciones policiales se intenta desentrañar la identidad y las causas de los asesinatos. Una investigación dirigida por el inspector jefe Amin Hourani, un hombre honesto de nacionalidad belga, hijo de padres marroquíes, con un destino anterior en Beirut; un hombre de gran estatura y de manos grandes, con un bigote que se acaricia con frecuencia y con un fez siempre sobre su cabeza. Hourani arrastra el recuerdo de un sueño roto e intenta encontrar en Tánger la salvación a través de Yamila Lahcen, una hermosa y atractiva bailarina a la que frecuenta en el nuevo Kursaal internacional.
Una novela llena de violencia y rencores, de sangre y humo, de traidores y espías, de ambiciones desmedidas, pero también plagada de ternura y esperanza. Un ambiente nocturno y sórdido, el de los cafetines tangerinos, pero también de penas y fracasos aliviados en la apacible humanidad de los personajes. La novela se lee con vértigo y te mantiene en tensión desde las primeras a las últimas escenas. En el universo de Barce se cuidan los detalles al milímetro y todo está repasado para dotar el relato de verosimilitud, porque tras las imágenes siempre hay un buen estudio de investigación.
La habilidad de Barce es conseguir evocar con sus descripciones y sus diálogos, crear poderosas imágenes en cada lector. Como lector no he leído la novela con los ojos, sino con los “ojos de la mente”, que según decía Robert Louis Stevenson es cuando se puede decir que la comunión lector-escritor es total.
Según el profesor José Luis Pérez Fuillerat, las descripciones de Sergio Barce están cargadas de emotividad y de sensualidad. Esta opinión queda refrendada por Inmaculada García Haro que en su reseña sobre “La emperatriz de Tánger” escribe: “El autor se apoya en la explícita sensualidad de las odaliscas del pintor francés Henri Matisse para enfatizar la atmósfera de erotismo que impregna la novela”. En palabras de José Sarria: “Sergio Barce posee el talento de contar las experiencias para hacer posible el conjuro del milagro creativo: la inmortalidad de los personajes y los espacios”. Según José Antonio Garriga Vela: “Las imágenes se van proyectando en la imaginación de cada lector, como si Sergio Barce tuviera la facultad de rodar los sentimientos y plasmarlos desnudos delante de nuestros ojos”.
En “Malabata”, como en las novelas anteriores, se contagian en el lector las pasiones del autor: la literatura y el cine, o el cine y la literatura, que igual da el orden ya que ambas son igual de importantes en el mundo barciano. Un libro raro de Goethe, “La metamorfosis de las plantas”, es el principal protagonista de nuestra novela, como antes lo fueron otros libros y códices codiciados que contienen un secreto. Mientras se desarrollan los acontecimientos, Gary Cooper se nos aparece en la escena con “Solo ante el peligro” y Lon Chaney “el hombre de las mil caras” también hace su aparición.
Los personajes secundarios son trazados magníficamente, lo que dice mucho de la textura y equilibrio de la trama. Así el inspector Medina, ayudante del inspector jefe Hourani, adscrito permanentemente al mismo número de lotería que comparte con su jefe, es un policía expeditivo y angustiado, escéptico, sabedor de que los sueños quedan igual que los cadáveres en una cuneta, o Christian Tesson, el subinspector que lleva impregnado en su alma el rencor y el odio de un pasado cruel que exige venganza, o Yamila, una bellísima danzarina que le arrebata el alma a Hourani y que a su vez es la última esperanza a la que se agarra el inspector jefe, o Jean Louis Duhamel un millonario en estado de descomposición, colaborador de los nazis y que guarda una biblioteca extraordinaria de libros raros y exclusivos, de la que saldrá el libro protagonista de la novela.
Novela con mayúsculas, o sea, novelón, con momentos líricos memorables, como una de las últimas escenas en el desierto de Erg Chebbi que describe los sentimientos de Amin Hourani:
“Por fin pudo encenderse un cigarro. Había dejado a sus hombres acostados en el interior de la tienda y se había llevado consigo un candil que dejó en el suelo, junto a sus pies. Se sentó al abrigo del muro de piedra, bajo un cielo inconmensurable repleto de estrellas que parecían fáciles de ser asidas con las manos, como simples racimos de uvas colgados del techo. El desierto es así de inextricable, capaz de ofrecer los horizontes más lejanos y a la vez la posibilidad de rozar la luna con la yema de los dedos”.
Una novela llena de humo y de soledad, de sueños rotos y de esperanzas cosidas de un hilo, porque como afirma el inspector jefe Amin Hourani: “La vida es densa y oscura”.
El glosario en árabe es una aportación inteligente y oportuna y nos ayuda no solo a comprender ciertas expresiones de los diálogos, también nos enseña expresiones fáciles de aprender y de gran utilidad, como shukram (gracias), saha (salud), safi (ya está) o wáha (de acuerdo, conforme).
Una nota aclaratoria del autor, como ya hiciera en “La emperatriz de Tánger”, nos avisa de que no todo es real. Para mí, todo ha sido real, de hecho estoy convencido de haber estado allí, junto a Hourani y Medina, acompañando en los peligros a Christian Tesson, cerca de Paul Bowles y Augusto Cobos, en el Hotel Continental, en el Gran Café de París, en Villa Napoleón, junto a Yamila en el nuevo Kursaal Internacional, paseando por el Zoco Chico de la mano de Sergio Barce, de Mohamed Chukri y de Sibari, en una Tánger que como decía Pierre Loti: “posa altiva como una vedette en la puerta de África”.
Y como esta Tánger que nos dibuja Sergio es la misma que dibujó Michael Curtiz en “Casablanca”, quiero terminar la reseña de esta extraordinaria novela con aquella frase tan famosa en la historia del cine:
“Siempre nos quedará Tánger”, “siempre nos quedará Barce” En mi criterio, uno de los mejores y más brillantes novelistas españoles de novela negra, capaz de realizar el sueño de unir Europa y África.
Enhorabuena y muchísimas gracias por brindarnos el placer de leer “Malabata”.
Víctor M. Pérez Benítez. Octubre de 2019
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Mónica López, Mario Castillo, Sergio Barce, Marcos Rodríguez, Carmen Acuña y Sergio Barce jr.
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Con la escritora Eliosa Navas
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Con tanyauis pura cepa
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Con Mamen H. Cotter
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Con Paco y Trini
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Con el escritor Patrick Tuite
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Con el poeta Salvador López Becerra
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Con mi paisana larachense Yamila Yacobi
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Con otro paisano larachense Juan Picazo
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Muchas felicidades por la nueva novela Malabata espero este ya a la venta en las librerías Fnac y la casa del libro para poderla comprar no.me la quiero perder cuando la presentas en madrid y donde. Espero los I.Cervantes de Tanger y Tetuan te la predenten tambien. Un fuerte abrazo Luis
Me ha gustado mucho el texto de Victor Pérez. Se te ve exultante en las fotografías. Felicidades.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)
Pues sí, no lo disimulo… jjjjj Abrazos, y felices fiestas, querido Alberto.