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«EL MILLÓN DE LARACHE. CIEN AÑOS DESPUÉS (1923-2023)», UN LIBRO DE CARLOS SÁNCHEZ TÁRRAGO

Releo primero El escándalo del millón de Larache, de Rafael López Rienda, publicado por Imprenta Artística Sáez Hermanos, Madrid, en 1922, antes de sumergirme en El millón de Larache. Cien años después (1923-2023), del historiador Carlos Sánchez Tárrago, obra necesaria para comprender el caso del desfalco que destapó todo un mundo de corrupción y enriquecimiento dentro del ejército español en Marruecos, que había provocado, entre otras cosas, que apenas un año y medio antes las tropas derrotadas en Annual sufriesen ese descalabro por falta de suministros y avituallamiento. La corruptela en el Cuerpo de Intendencia de Larache era la punta del iceberg. Una obra necesaria, digo, porque la obra de López Rienda estaba inconclusa, ya que el proceso judicial contra los encausados aún no había acabado cuando denunció los hechos en su valiente publicación. Y lo que vino después es lo que Carlos Sánchez Tárrago, con una documentación exhaustiva, además de reconstruir los hechos desde el comienzo de los acontecimientos, viene a cubrir con este libro.

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Me gusta de ese ensayo histórico la claridad expositiva de cuanto se relata. Para ello, el autor se sirve de un estudio de la documentación relacionada con el caso que es tan completa que creo que no se le ha escapado ningún dato relacionado con este escándalo, que, en su época, hizo mover los cimientos no sólo del ejército sino también de la administración española en general. Ver cómo las tropas españolas asentadas en Marruecos sufrían escasez de alimentos, de armamento, de avituallamiento y de uniformes decentes, mientras un grupo de oficiales y suboficiales, junto a civiles encubridores y cómplices, se enriquecían de manera descarada, no es trago de buen gusto, pero sí una realidad que periodistas valientes para la época, como el propio Rafael López Rienda o el director del periódico La Acción, Manuel Delgado Barreto (bajo el seudónimo de El duque de G.), se decidieron a denunciar y criticar abiertamente.

El libro de Carlos Sánchez se divide en distintos apartados que nos hace avanzar cronológicamente desde distintos puntos de vista: arranca con un resumen del libro denuncia de Rafael López Rienda, a modo de apertura, para refrescar la memoria de lo acaecido en el Cuerpo de Intendencia de Larache, con el desfalco de 1.055.000 pesetas de la época; continúa con otro «resumen explicativo» de las razones por las que España estaba presente en Marruecos y qué fue el desastre de Annual, así como los debates parlamentarios que surgieron en el Congreso de los Diputados sobre la corrupción en la administración tanto militar como civil, con lo que el lector está ya familiarizado con el asunto que va a exponer y analizar a continuación.

De esta manera, rescata los artículos de prensa que trataron el escándalo que había explotado en Larache en 1922 y, a partir de aquí, recopila todas las intervenciones y documentos que arrastra tras de sí el proceso judicial contra el capitán Jordán, el civil Gargallo, chófer y socio de Jordán, y los también encausados el comandante director, don Emilio Muñoz Calchinari; el interventor, don Juan Montes Castillo, y los capitanes Fernando García Bremón y Mauro Rodríguez Aller. Leemos los atestados e intervenciones del fiscal y defensores del Consejo de Guerra celebrado en Ceuta y del Consejo Supremo de Guerra y Marina.

Pero, además, Carlos Sánchez Tárrago completa toda esta detallada crónica con lo ocurrido con la querella que se interpone contra Rafael López Rienda, la campaña del ya mencionado periodista Manuel Delgado «duque de G.», las réplicas en la prensa por alguien que se cobijaba bajo el seudónimo de «El comandante Ele» (muy ilustrativas) y acaba, acertadamente, con unas páginas dedicadas con admiración y respeto a la figura del periodista, escritor, fotógrafo y cineasta que fue Rafael López Rienda, que me ha parecido realmente interesante.

Subrayar las notas a pie de página, completando así la información sobre publicaciones y personajes intervinientes en esta crónica «de sucesos», así como los detallados datos biográficos con el que acaba este libro de todos los involucrados de una u otra forma en este asunto.

Hay en el libro de Carlos Sánchez documentos rescatados de un gran valor y que debería resaltar, pero son muchos, así que escojo sólo algunos de párrafos como botón de muestra: 

«En los protagonistas del millón de Larache había una muda discreción. Danzaban en los cabarets y se hundían en las timbas en el maravilloso Tánger… sus sueldos. Casas y alguna que otra industria funcionan en Larache, aunque, claro está, a nombre de un buen ciudadano responsable y testaferro»

«…el desastre de Annual supuso importantes pérdidas en vidas humanas y un agujero importante para la economía nacional. Ni siquiera sirvió de lección. Una excusa podía atribuirse a los continuos cambios de gobierno. En cualquier caso, los partidos políticos, conocedores de la grave situación, podrían haber hecho algo para impedirlo. Se necesitaba una continuidad de gobierno, siendo los políticos los que no contribuían precisamente a ello. El caso es que <la casa quedó sin barrer> y aquellos polvos condujeron a esos lodos. Tendrá que ser un periodista, El duque de G., y un periódico, La Acción, los que promuevan una campaña contra la corrupción a partir de la noticia de ese escándalo que, de manera valiente, había destapado López Rienda con su libro…»

«Escribe el duque de G. en el periódico La Acción: «…Le cuesta mucho para manifestarse a la colectividad. Es preciso estimularla, empujarla, orientarla… Yo no he querido hacer otra cosa con estos artículos. Callarme significaba, a mi entender, algo así como estar viendo resquebrajarse un edificio y no avisarse a los moradores. El desastre de Annual, que desde el primer instante atribuí, más que a todos los defectos, a las deficiencias inconcebibles de la administración, que tenían al Ejército falto de todo, robusteció mis propósitos y el escándalo de Larache me decidió a decir lo que he dicho, en cumplimiento de sagradas obligaciones. Alguien tenía que romper el silencio y convertir la murmuración en razonamientos a la luz del día…

(…) Es necesario nivelar el presupuesto -gritan periódicamente los políticos-. No, señores; lo que hay que nivelar es la honradez. Que sean tan honrados los de arriba como los de en medio y los de abajo, y verán ustedes cómo el presupuesto se nivela solo, sin necesidad de reforma alguna…

(…) En estos días me estoy yo enterando de cosas que no sospechaba. Un lector me dice: <Malo estará eso de la administración militar; pero lo que sucede en el Cuerpo donde yo presto mis servicios al Estado es un horror>. Otro me apunta lo que sucede en Aduanas… Sería interminable la lista. No se piensa más que en la <juerga>, en el buen vivir, en el lujo. ¡A robar a Sierra Morena, que yo no doy mi dinero, a cambio de privaciones, para que disfruten de la vida unos cuantos desahogados!»

«Informe del fiscal en el Consejo Supremo de Guerra y Marina. Madrid, 12 de junio de 2023: (periódico La Voz) El fiscal comenta la sentencia recaída en el Consejo de guerra celebrado en Ceuta, cuya confirmación pide, <por invencible espíritu de rapiña y para repartirse los productos con la cuadrilla de sus amigos>.

Añade a esos antecedentes una historia abreviada del capitán, que cree necesaria, relatando los grandes negocios que hacía, la vida fastuosa que llevaba y las cuentas corrientes por grandes cantidades que tenía abiertas en varios bancos de distintas plazas. También recuerda que hay abierto otro procedimiento para indagar quién se beneficiaba del botín que se repartía en el Parque de Intendencia de Larache, en el que están complicados varios oficiales, y que por peleas de estos con Jordán se reveló, como se revelaron, los desfalcos de este, disolviéndose la <cuadrilla>, que fue a parar a la cárcel. 

No hay locura en Jordán. No sufría otra enfermedad que las irregularidades de su estómago a consecuencia del alcohol.

¿Qué ocurrió en toda esta historia? En Larache se repartían algunos oficiales de Intendencia de los que manejaban fondos, del más alto al más bajo, la cantidad de trescientas mil pesetas mensuales que obtenían haciendo diversos equilibrios y operaciones. A Jordán, entre otras cosas, le correspondían cuatro mil duros mensuales. Vino a España con licencia de dos meses, y al volver a Larache se encontró con que no le habían guardado los ocho mil duros a que tenía derecho. 

Esta y otras circunstancias, entre ellas la de que estaba en malas relaciones con sus compañeros, hicieron que al entregársele el millón para pagar las atenciones del mes de julio -era el 2 de septiembre- quisiera arreglar las cuentas pendientes, y ante la resistencia de sus compañeros, amenazara con guardar el millón, convencido de que, en caso de ir a prisión, irían también todos aquellos, guardándose mutuamente las espaldas, así como se guardaban los provechos. No le salieron las cosas como pensaba y se vio ya en tal trance, que amenazó con pedir el retiro y quedarse con el millón, hasta que, de tumbo en tumbo, llegó la sustracción a conocimiento del juez militar, y Jordán fue encarcelado. 

El millón se encontró en poder de su consorcio, el encargado del negocio de automóviles, Gargallo, a quien acusa el Sr. Noriega de encubridor.

La substracción es clara, a juicio del fiscal, y el Consejo de guerra de Larache obró como tenía que obrar; por lo cual no tiene que hacer más que pedir nuevamente la confirmación de la justa sentencia.»

Como decía al comienzo, el trabajo realizado por el historiador Carlos Sánchez Tárrago es encomiable. Buscar, hallar, ordenar, clasificar y dar sentido a todo el embrollo periodístico y jurídico del escándalo del millón de Larache ha debido de ser una tarea ardua, pero los resultados de este esfuerzo han merecido la pena. A mi entender, con este libro se cierra el círculo y se aclara una historia turbia y vergonzosa que salpicó a la Intendencia de Larache, pero que desveló las prácticas infames que algunos miembros del Ejército utilizaban para enriquecerse a costa de sus propios compañeros y subordinados.

Y, como también señalé antes, la última parte del libro, dedicado a la vida de Rafael López Rienda, es un justo homenaje a un personaje muy interesante que desarrolló gran parte de su trabajo periodístico y cultural en Larache. Y eso es también de agradecer.

Un libro imprescindible para quienes desean profundizar en uno de los hechos más escandalosos ocurridos durante el Protectorado español en Marruecos.

El millón de Larache. Cien años después (1923-2023), se ha editado por Sial/Casa de África.

Sergio Barce, 9 de julio de 2023

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EL MILLÓN DE LARACHE

Tengo en mi mesa, junto a otros libros, dos de los títulos pendientes de leer en los próximos días. Se tratan de la edición de 1922 de El escándalo del millón de Larache, escrito por Rafael López Rienda, publicada por la Imprenta Artística Sáez Hermanos, de Madrid, y la reciente obra del historiador Carlos Sánchez Tárrago, titulado El millón de Larache: Cien años después (1923-2023), que ha editado Sial/Casa de África. El primero de los títulos lo leí hace años, así que se hace necesaria una relectura antes de hincarle el diente al libro de Carlos. Sin duda, será muy interesante analizar los dos puntos de vista y la información complementaria que Carlos Sánchez Tárrago aporta tras la investigación que ha efectuado sobre unos de los mayores escándalos acaecidos dentro del estamento militar africanista español.

 

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«CALLE DEL AGUA. Antología contemporánea de Literatura Hispanomagrebí» (2008) de MANUEL GAHETE, ABDELLATIF LIMAMI, JOSÉ SARRIA, AHMED M. MGARA & AZIZ TAZI

CALLE DEL AGUA

Antología contemporánea de Literatura Hispanomagrebí

(2008)

de Manuel Gahete, Abdellatif Limami, José Sarria,

Ahmed M. Mgara & Aziz Tazi

     El 29 de Octubre de 2008 acudí a la presentación del libro CALLE DEL AGUA en el Instituto Cervantes de Tánger, dentro del marco del Festival de Cine de Tánger, en colaboración con el Instituto Municipal del Libro de Málaga. Debo decir que fue una decisión acertada por la grata sorpresa que supuso la altura y calidad del evento, reflejo, obviamente, del cuidado con el que se ha afrontado la elaboración y edición de esta obra.

Jose Sarria

     Las palabras introductorias de José Sarria allanaron el camino a las posteriores exposiciones en cuanto aclaró uno de los objetivos marcados por esta obra: no pretender sentar cátedra sobre la presencia o no de ciertos autores, sino la de ser una muestra, una selección que, como tal, no puede abarcar a la totalidad de los escritores y creadores magrebíes que escriben en la lengua de Cervantes. Dicho esto, José Sarria, con la prudencia, mesura y equilibrio que le caracteriza, apuntaló aún más los fines de este trabajo prolijo y detallista: llamar la atención sobre el hecho incuestionable de la originalidad y novedad que supone el que exista una literatura hispanomagrebí como tal, es decir, de autores cuyo idioma propio es el árabe pero que vuelcan su creación en el idioma castellano (lo que los autores de esta antología vienen en llamar la “magrebidad” del español), de la propia existencia de esta literatura, única en los países árabes (por tanto, digna de apoyo) y de la proyección futura de la misma. Y, CALLE DEL AGUA, viene a cumplir ampliamente este afán divulgativo.

     El prólogo del libro es obra de Rodolfo Gil Benumeya Grimau y, en su corto pero denso viaje a través de los avatares por los que ha evolucionado la literatura magrebí en expresión española, viene a destacar el hecho de que quienes han venido poniendo las simientes para que se desarrolle este tipo de literatura, única y sorpresiva, han sido precisamente unos cuantos creadores, solitarios, sin duda, pero que creían firmemente en lo que estaban haciendo. Y la mayor parte de ellos provienen de dos ciudades en concreto: de Tetuán y de Larache (lo que, en este caso, me llena de orgullo, por razones obvias).

       Efectivamente, desde las revistas ALMOTAMID en Larache y KETAMA en Tetuán, durante la época del Protectorado, los primeros autores marroquíes que se atrevieron a crear en castellano encontraron allí su primer trampolín para dar a conocer sus poemas, ensayos o traducciones. El profesor Fernando de Ágreda señala al respecto: Dris Diuri nos ofrecía generosamente su colaboración… y decía en unos de los párrafos de su carta escrita el 14 de Junio de 1978: “Debo aclarar que todos mis trabajos – o pequeños libros – están escritos en el Gran Idioma Cervantino y no he podido encontrar ninguna ayuda para su publicación o traducción a otras lenguas…Finalmente desearía hacer una pequeña observación: tal vez sea el único marroquí o somos muy contados los que escribamos en español, pero desgraciadamente no contamos con asistencia en ningún sentido por parte de nadie. Navegamos en mar solitario o en bosque sin luz. Y creo sinceramente que merecemos un poco de atención. (1)

      A esta llamada de auxilio que ya hacía el poeta larachense en 1978 es a la que acude CALLE DEL AGUA, como si de un barco de rescate que navegara por el estrecho se tratara. Y es justo que así lo haga, pues es digno de reconocimiento el esfuerzo que supone el hecho de, sin ayuda alguna, sin apoyo institucional, sin la promesa no ya de una segura publicación sino siquiera de ver la luz en medios más asequibles (por ejemplo, la prensa, y hago en concreto esta alusión porque, actualmente, como si se acrecentasen las dificultades, también han desaparecido, para nuestra desgracia, los escasos periódicos o suplementos diarios que se publicaban en español en Marruecos); es decir, sin prácticamente salidas a sus creaciones, estos autores se empecinan en seguir escribiendo en castellano. De ahí que Rodolfo Gil quiera rendir un sutil pero merecido homenaje a esos francotiradores que han abierto el camino a otros soñadores: desde esos autores marroquíes que se lanzaron a escribir en revistas literarias en el Protectorado a la “figura principal” del periodista Said Jedidi quien, también contra corriente, ha sabido liderar y mantener un informativo televisivo en castellano desde  la Televisión Marroquí, algo homérico, y no soy excesivo, tras casi treinta años fajándose contra viento y marea; sin que el prologuista olvide, tampoco, al periódico L´Opinion con su página en español como “semillero principal de mucho intento de creación en lengua española” o a la tristemente desaparecida La Mañana en la que tan extraordinaria labor desarrollara la periodista Khadija Warid; ni deje de mencionar la labor de otros periodistas y profesores de literatura y lengua española como Mohamed Larbi Messari, Mohamed Chakor, Bounou, Ahmed Mgara, Abellatif Limami y Aziz Tazi (estos tres últimos coautores del libro objeto de este artículo), o la labor desarrollada por la Asociación Española de Escritores Marroquíes en Lengua Española (AEMLE) y la Asociación de Hispanistas Marroquíes de Fez. (2)

Said Jedidi

     CALLE DEL AGUA, como vengo diciendo, ha sabido estructurarse de una manera inteligente, fácil y accesible al lector profano que pretenda acercarse a esta literatura tan “sui generis”, pues, de varios plumazos, puede hacerse una idea muy certera de lo que ésta significa y lo que abarca. Tras el prólogo de Rodolfo Gil, ya mencionado, un estudio introductorio por parte de los cinco autores nos sirve para marcar las pautas, orientaciones y casuística de la obra, y hasta justificar esta antología. Estudio introductorio que se desmiembra, a su vez, para situarnos en el marco geográfico referencial, el desarrollo histórico del español en el Magreb, la interesante evolución que va del hispanismo a la “creación” literaria en el propio Magreb, con un posterior desarrollo a través de los autores, y, por último, lo que quizás emerge de todo este trabajo, a saber, la fijación, para algunos audaz, para mí certera, de la “literatura hispanomagrebí (o literatura española escrita en el Magreb) frente a la denominación de <escritores magrebíes de expresión en castellano>” (3).

     Como los autores de esta antología se preocupan de subrayar “el lector va a encontrar una literatura que hace una considerable apuesta por la musicalidad, cobrando el texto un gran sentido educativo a través de la moraleja…, apareciendo en escena imágenes hasta ahora casi inéditas en la literatura española peninsular, junto a elementos literarios… consustanciales a su identidad personal, étnica o racial. Además de un vocabulario que enriquecerá el acervo español…”.

Ahmed Mgara & Abdellatif Limami

     Para rematar la faena, CALLE DEL AGUA, con acierto absoluto, viene a ofrecer al lector la posibilidad de descubrir esta nueva literatura a través de sus narradores y de sus poetas y, en esta dualidad, dedicar un análisis panorámico a cada género (Abdellatif Limami lo hace con la narrativa y Aziz Tazi con la poesía) y luego un análisis específico a los autores seleccionados (Manuel Gahete presenta a los narradores y José Sarria a los poetas), para cerrar la obra con una muy buena selección de textos de los autores estudiados, con lo que tenemos una visión global, en horizontal y en vertical, de ellos y de las obras que están gestando.

     No puedo dejar de mencionar a los autores seleccionados porque, en definitiva, ellos son los artífices reales que sustentan la antología. Manuel Gahete efectúa el correspondiente análisis crítico de los narradores, que son: Mohamed Chakor, Mohamed Sibari, Mohamed Akalay, León Cohen Mesonero, Said Jedidi, Mohamed Bouissef Rekab, Mohamed Lachiri, Ahmed M. Mgara, Larbi El Harti y Ahmed Daoudi. Mientras que los poetas, analizados de la misma manera por José Sarria, son: Moisés Garzón Serfaty, Mohamed Chakor, Mohamed Sibari, Sara Alaoui, Mohamed Toufali, Mohamed Doggui, Aziz Tazi, Mezouar El Idrissi, Abderrahman El Fathi, Moufid Atimou, Souad A. Abdelouarit y Jalil Tribak.

Manuel Gahete

Aziz Tazi

***

Valiente me parece el hecho de que sus autores, sin reservas, derrochen honestidad y sinceridad y adviertan, desde el comienzo, que nadie busque, aún, una obra excelente, inolvidable, una obra magna o un autor transcendental, pues, esto es lo cierto, estamos ante una literatura en ciernes, en pañales. En la presentación del libro en Tánger, tanto Manuel Gahete, al referirse a los poetas, como Abdellatif Limami, respecto de los narradores, dejaron bien claro que, en una mayoría de ellos, aún no se ha producido una depuración en su escritura… “Por eso, el lector de ciertas obras  de esta escritura de marroquíes en lengua española se siente frustrado cuando establece su primer contacto con sus creaciones: muchas dificultades lingüísticas, carencia de una verdadera estructura novelesca, trama sencilla (simplista a veces), “creadores” transformados en “albañiles” por no decir “peones”. Pero como el fenómeno está en sus premisas, los altibajos son normales y evidentes”. (4)

     Me atrevería a decir, sin ambages, que siendo todo ello cierto, también lo es que ya comienzan a verse los primeros frutos de una “elevación” paulatina en la obra de esta literatura hispanomagrebí, es decir, una concienciación en los propios autores de una mayor exigencia crítica, un mayor esfuerzo por parir obras más trabajadas, de mayor enjundia literaria.

     Sería el caso, por ejemplo, de Mohamed Bouissef Rekab. Narrador agresivo y aguerrido, sufre en sus primeras obras de ese mismo mal que ya mencionan los autores de CALLE DEL AGUA, es decir, la descompensación en la estructura narrativa, trama simple, etc… Sin embargo, una de sus últimas novelas “Aixa, el cielo de Pandora” (5), con un dominio absoluto del castellano, es una novela ambiciosa, que no defrauda en ningún aspecto: narración que bebe del realismo social acunado por Mohamed Chukri, trata todos los temas que obsesionan a los creadores marroquíes (las contradicciones de su sociedad, la interacción entre las tres culturas, la moral…), pluralidad de narradores y puntos de vista, un marco geográfico concreto (en este caso, la ciudad de Larache, y en menor medida Tánger y Tetuán), mezcla de realidad y ficción, la crudeza de la miseria representada en el personaje protagonista, la dignidad, sin embargo, del desheredado, y, como colofón, un cuidado en el lenguaje, con frases de una belleza formal que trascienden el propio texto (“se hallaba rodeada de tristezas detenidas en su vida”).

    Es en esta obra, quizás más que en ninguna otra, donde el uso del castellano sirve al autor para dar rienda suelta a tramas, personajes y creaciones que, en árabe, le estarían vedados. No olvidemos que el árabe, como idioma del Profeta, no puede ser utilizado para contar ciertas historias, para transcribir ciertas expresiones que se considerarían blasfemas. El castellano, en este sentido, sirve al escritor de vía de escape para contar lo que no puede en su idioma original. Por supuesto que, con esta afirmación, no estoy diciendo más que lo que he dicho, pues lo cierto es que los autores magrebíes que utilizan el castellano como arma literaria lo hacen porque lo han decidido libremente, porque es “su idioma creativo”.

     Otro ejemplo de esta evolución positiva sería el de Mohamed Akalay, evolución fácil de advertir desde “Entre dos mundos” (6) del año 2003 a los relatos que recopila en “Entre Tánger y Larache” (7) de 2006. Mientras que en su primera novela también aflora esa falta de pulso narrativo, una estructura simplista, narrador errático, en su siguiente libro hallamos relatos de gran factura literaria, entre los que destaca «Luz de vida», un cuento redondo, bien construido, sobre el sentido de la vida y la ilusión por disfrutar de nuestra existencia sea cual sea nuestra edad, con el que Akalay, además, ganó el Premio Eduardo Mendoza de Relato Breve. Y tanto «Alcoba y amor»  como, sobre todo, «El peso de la vida» constituyen dos pequeñas joyas.

Sergio Barce, Mohamed Akalay, Abdellatif Limami, Said Jedidi, Mohamed Sibari y Abderrahman El Fathi

Sergio Barce, Mohamed Akalay, Abdellatif Limami, Said Jedidi, Mohamed Sibari y Abderrahman El Fathi

     En la poesía se hallan claros valores en alza. El hecho de que, en muchos casos, estos creadores sean profesores universitarios de literatura o lengua española les hace dominar mucho mejor el idioma y crear, en ese aspecto, con una mayor soltura. Aunque Manuel Gahete también indicó en la presentación del libro que falta aún mucho camino por andar para poder hablar con propiedad de una poesía hispanomagrebí que descolle, lo cierto es que los poetas presentes en ese acto, Abderrahman El Fathi y Moufid Atimou, con la lectura de varios de sus poemas, demostraron que, a poco que evolucione sus respectivas obras, se van a convertir en voces a tener en cuenta y, en concreto, dentro del panorama de la poesía hispanomagrebí, quizás en dos de las más importantes. Aunque, como bien dice Aziz Tazi “…la verdadera y certera expresión poética se logra, en la poesía magrebí escrita en español, de una manera satisfactoria en algunos casos y de un modo exquisito en otros pocos” (8)

     Quizás deba pedir disculpas por esta digresión imprevista, pero el abanico de posibilidades que se abre cuando se analiza el fenómeno de la literatura hispanomagrebí hace inevitable el tomar alguno de sus afluentes o remontar el río a contracorriente para puntualizar algún punto o subrayar alguna opinión anterior.

      Lo importante, en definitiva, es el hecho en sí de que CALLE DEL AGUA, como resultado del loable esfuerzo de sus cinco autores, sirva para dar a conocer, como así lo logra, a estos narradores y poetas magrebíes que luchan por no zozobrar en este maremágnum de la globalización pero que, en su singularidad, en su tenacidad por defender la libertad del creador para elegir su idioma de expresión artística, siguen manteniéndose a flote y, cada vez, con más seguridad y brío.

     La selección de textos de CALLE DEL AGUA termina con varios poemas de Moufid Atimou, y me parece acertado cerrar este artículo con los últimos versos del titulado “Las envejecidas caras”:

 …

Me acuerdo de estas envejecidas caras,

Cuando andaban firmes como montes,

Que andan curvados y tristes,

Temiendo tropezar en granos,

Sin poder levantarse nunca más. (9)

     Los escritores hispanomagrebíes, por el contrario, parecen avanzar erguidos, sin temor a tropezar, levantándose una y otra vez, pese a los imponderables.

 Sergio Barce

(1) “Dris Diuri y la revista Al-Motamid (Trina Mercader). Una aventura utópica” artículo de Fernando de Ágreda publicado en La Gaceta Informativa de Larache nº 5, Noviembre de 2006.

(2) Prólogo de “Calle del agua” de Rodolfo Gil. Páginas 13 y ss.

(3) “Calle del Agua”. Páginas 21 y ss.

(4) Abdellatif Limami. Página 52 de “Calle del agua”.

(5) “Aixa, el cielo de Pandora” de Mohamed Bouissef Rekab. Quórum Editores, Colección Algarabía. Cádiz, 2007.

(6) “Entre dos mundos” de Mohamed Akalay. Ed.AEMLE, Tánger, 2003.

(7) “Entre Tánger y Larache” de Mohamed Akalay. Sial Ediciones. Madrid, 2006.

(8) Aziz Tazi. Páginas 85-86 de “Calle del agua”.

(9) “Las envejecidas caras” (Inédito, verano 2007). “Calle del agua”. Página 241

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