Entre 1610 y 1611 escribe Góngora varias odas y sonetos con motivo de la toma de Larache por las tropas españolas. Según algunos estudiosos, es precisamente con su oda <A la toma de Larache> que se inicia su obra “cultista”, que dio lugar a obras como la fábula de Polifemo y Galatea (1613), las Soledades (1613) y el Panegírico al duque de Lerma (1617).

De la jornada de Larache, tal y como señala la profesora María Dolores López Enamorado, es un soneto burlesco, cuyo motivo es el fracaso de Juan de Mendoza, Marqués de San Germán, en su primer intento por conquistar Larache en 1609:
DE LA JORNADA DE LARACHE (1608-1609)
-¿De dónde bueno, Juan, con pedorreras?
-Señora tía, de Cagalarache.
-Sobrino, ¿y cuántos fuistes a Alfarache?
-Treinta soldados en tres mil galeras.
-¿Tanta gente? -Tomámoslo de veras.
-¿Desembarcastes, Juan? -¡Tarde piache!,
que al dar un Santiago de azabache,
dio la playa más moros que veneras.
-Luego, ¿es de moros? -Sí, señora tía;
mucha algazara, pero poca ropa.
-¿Hicieron os los perros algún daño?
-No, que en ladrando con su artillería,
a todos nos dio cámaras de popa.
-¡Salud serían para todo el año!

LARACHE, año 1610
De la toma de Larache, por el contrario, tras la ocupación de la ciudad por las tropas españolas, olvida las críticas anteriores y Góngora pasa a enaltecer el reciente triunfo militar:
DE LA TOMA DE LARACHE (1610)
Larache, aquel africano
fuerte, ya que no galán,
al glorioso San Germán,
rayo militar cristiano,
se encomendó, y no fue en vano,
pues cristianó luego al moro,
y por más pompa y decoro,
siendo su compadre él mismo,
diez velas llevó al baptismo
con muchos escudos de oro.
A la española el marqués
lo vistió, y dejar le manda
cien piezas que, aunque de Holanda,
cada una un bronce es.
Dellas les hizo después
a sus lienzos guarnición,
y viendo que era razón
que un lienzo espirase olores,
oliendo lo dejó a flores,
si mosquetes flores son.

DE LA TOMA DE LARACHE, en la Edición Facsímil <Obras de Don Luis de Góngora> por Don Antonio Chacón Ponce de León, 1628
La noticia de la toma de Larache dio lugar a varias celebraciones por el feliz acontecimiento, y es en una de esas fiestas donde se enmarca otro poema de D.Luís de Góngora:
EN PERSONA DE DON GÓMEZ DE FIGUEROA, EN LA MÁSCARA QUE SE HIZO EN CÓRDOBA CUANDO VINO NUEVA DE LA TOMA DE LARACHE (1610)
Esta bayeta forrada
en plata, señora mía,
luto es de mi alegría
bien nacida, y mal lograda;
y esta, por vos desatada,
hacha, en lágrimas de cera,
a tener lengua, os dijera
cuál me trae vuestro desdén,
que no es Alarache quien
me vistió de esta manera.
El siguiente soneto de Góngora es de tono heroico de igual título que el ya mencionado De la toma de Larache y también es de 1610.
DE LA TOMA DE LARACHE (1610)
La fuerza que infestando las ajenas
argentó luna de menguante plata,
puerto hasta aquí del bélgico pirata,
puerto ya de las líbicas arenas,
a las señas de España sus almenas
rindió, el fiero león, que en escarlata
altera el mar, y al viento que lo trata
imperioso aun obedece apenas.
Alta haya de hoy más, volante lino
el Euro dé, y al seno gaditano
flacas redes, seguro, humilde pino,
de que, ya deste o de aquel mar, tirano
leño holandés disturbe su camino,
prenda su libertad bajel pagano.

Plano de Larache, siglo XVII (Grabado alemán)
Por último, también Góngora escribió en 1610 este otro texto sobre la toma de Larache, donde cita al río Lukus llamándole “Luco”:
A LA TOMA DE LARACHE, PLAZA FUERTE DE ÁFRICA, QUE SE ENTREGÓ POR TRATO CON MULEY JEQUE, REY DE FEZ AÑO DE 1610 (fragmento):
En roscas de cristal serpiente breve,
por la arena desnuda el Luco yerra,
el Luco, que con lengua al fin vibrante,
si no niega el tributo, intima guerra
al mar, que el nombre con razón le bebe,
y las faldas besar le hace de Atlante.
Deste pues siempre abierta, siempre hïante
y siempre armada boca,
cual dos colmillos, de una y de otra roca,
África (o ya sean cuernos de su luna,
o ya de su elefante sean colmillos)
ofrece al gran Filipo los castillos,
carga hasta aquí, de hoy mas militar pompa;
y del fiero animal hecha la trompa
clarín ya de la Fama, oye la cuna,
la tumba ve del sol, señas de España
los muros coronar que el Luco baña.
Las garras, pues, las presas españolas
del rey, de fieras no, de nuevos mundos
ostenta el río, y gloriosamente
arrogándose márgenes segundos,
en vez de escamas de cristal, sus olas
guedejas visten ya de oro luciente.
Brama y, menospreciando serpiente,
león ya no pagano
lo admira reverente el océano.
Brama, y cuantas la Libia engendra fieras,
que lo escuchaban elefante apenas,
surcando ahora piélagos de arenas,
lo distante interponen, lo escondido,
al imperio feroz de su bramido.
Respóndenle confusas las postreras
cavernas del Atlante, a cuyos ecos
si Fez se estremeció, tembló Marruecos.
He tomado como fuente el delicioso libro de la arabista, y actual directora del Instituto Cervantes de Casablanca, María Dolores López Enamorado, “Larache a través de los textos”, al que ya me he referido en otras ocasiones y al que, en pocos días, dedicaré un artículo concreto.
Sergio Barce, febrero 2011

Don Luis de Góngora y Argote, figura emblemática de la poesía española de todos los tiempos, nació en Córdoba en 1561 y falleció en 1627. Tras estudiar en Salamanca, tomó órdenes menores. Desde bien pronto comenzó a escribir sonetos, romances, letrillas satíricas y otras líricas. Entre 1610 y 1611 escribió la Oda a la toma de Larache y en 1613 el Polifemo. Pero fueron sus Soledades las que dieron lugar a que otros poetas, los denominados “culteranos”, se declarasen seguidores suyos; mientras que los “conceptistas”, con Quevedo a la cabeza, se convirtieron en feroces enemigos suyos. Góngora vivió en la Corte hasta 1627, pero cuando murió en Córdoba era un hombre enfermo y arruinado.
