Café Hafa es un poema escrito por José Sarria lleno de musicalidad, de olor y de colores, los que asoman en el horizonte y que pinta el alma secreta de Tánger. Me siento honrado, hasta casi abrumado, porque ese poema me lo dedicara Pepe, pero él es así de generoso. Yo le debo muchas cosas, pero nunca he sabido cómo pagarle.
Sergio Barce
Café Hafa (la palabra Hafa en árabe viene a significar «borde», «acantilado») es uno de los sitios mágicos de Tánger pues combina, en perfecta armonía, su decadente estado junto a la evocación de un pasado que anhelaba el deslumbramiento de la redención.
La pequeña colina que conduce hasta el Café Hafa desafía, al olor de la hierbabuena, el lapislázuli de un Mediterráneo que deja de serlo para convertirse en Atlántico.
Allí, entre sus pequeñas mesas y sus desvencijadas sillas, camina la esencia del reino que un día quisieron conquistar Paul Bowles, Mohamed Chukri o Tennessee Williams
El Café Hafa es, esencialmente, la libertad: un recóndito reino donde del hachís no tiene el agrio sabor de lo prohibido, un territorio de mujeres desveladas, un paraíso detenido en el tiempo.
He aquí la mitología de este poema.
CAFÉ HAFA
(A Sergio Barce)
He llegado hasta el Café Hafa
preguntando por Paul Bowles,
por Tennessee Williams y por Jane.
Aquí, donde ya nadie les espera,
he intentado evocar los días
atrapados en sus cenizas de oro.
Un anciano sostiene una tetera.
Se ha girado para mirarme.
En sus ojos he adivinado
todos los rostros del olvido.
– Son fantasmas -musita
borracho de horas agotadas.
Y señala hacia el oleaje
que golpea contra el acantilado.
Las últimas garzas de Yeats
han ganado las costas africanas
y me hablan de sus nombres
como si fueran las alas perdidas
de una ciudad, sin precisa memoria,
que se ha entregado, prostituta
de sí misma, al abandono.
A veces los recuerdos imaginan
la soledad de los navíos,
que de tanto alejarse
no saben regresar
sobre sus propias huellas.
Esta tarde, el olor de los narguiles
embriaga el extravío
sobre las terrazas del Café Hafa.
JOSÉ SARRIA
Amigo Sergio: Te mando este video clip porque viene a cuento.
Es un clásico.
La Haffita : La Haffita se yergue sobre el mar como un faro. Es un pequeño “café “ construido sobre una roca. Es un símbolo. Un símbolo de soledad y de paz. Un símbolo de amistad. Allí no se dirige nadie para reunirse con sus enemigos. Allí se unen mar y montaña. Es un lugar agreste y salvaje, es un lugar antiguo y virgen. Para un tangerino es también algo más, es un recuerdo y un signo de identidad. Por todo eso, para un tangerino es un honor y un orgullo invitar a los amigos a tomar el té de la comunión y de la unidad, es como entregarles un pequeño trozo de su corazón.
De mi libro Cabos Sueltos 2004
Precioso texto, León. Te veo inspirado. Un abrazo
La Haffita forma parte de mi memoria tangerina. Entre 1964 y 1967, mi pandilla y yo la visitábamos muchos fines de semana. Y no como turistas. El matiz es importante.
No estoy inspirado. Lo estuve en todo caso cuando escribí ese texto hace 20 años. Me salió del alma. No era el diario de un turista… No voy a ser más explícito porque sé que me entiendes y que me sientes.
Te comprendo totalmente. Y sé de lo que estás hablando.
Magnífico homenaje de Pepe Sarria a un símbolo tangerino.
Hola, Sergio: enhorabuena por el regalo del amigo, Sarria.
Gracias, Antonio.