«EL CASTIGO» (LA PUNITION, 2018), UN LIBRO DE TAHAR BEN JELLOUN

   De Tahar Ben Jelloun he escrito en varias ocasiones, y quizá me repita al afirmar que Sufrían por la luz (Cette aveuglante absence de lumière, 2001) es, de entre sus libros, el que más me ha impresionado.

EL CASTIGO portada

Ahora llega El castigo (La punition, 2018) que sigue la estela marcada en aquella obra, pero narrando en esta ocasión no un suceso que le ha contado una tercera persona, sino una experiencia propia, la vivida por Tahar Ben Jelloun siendo muy joven cuando, en 1966, junto a otros noventa y tres estudiantes, fue encarcelado primero en El Hayeb y luego trasladado a Ahermumu, donde permaneció en total diecinueve meses, por haber participado en una manifestación pacífica contra la corrupción imperante, pidiendo justicia y democracia, y que acabó reprimida violentamente por las autoridades. Pero era la época de los años de plomo de Hassan II, y el calvario posterior para estos estudiantes fue una pesadilla.

“…5 de junio de 1967: ha estallado la guerra entre Israel y los países árabes. Alerta máxima. Nos han convocado a las seis de la mañana. El gran jefe nos va a comunicar algo. Aún no hace calor. Estamos a la espera. Se presenta en uniforme de combate, gafas negras, fusta bajo el brazo. Se diría que va a rodar un anuncio publicitario, del estilo <¡Alístate en el ejército: el mundo en tus manos!>. Se dirige a nosotros: <El enemigo sionista ha atacado. Nuestros hermanos de Egipto, Siria y Jordania combaten con valentía. Debemos estar preparados para acudir en su ayuda en cualquier momento, ya que estamos en guerra. ¡Todos en modo de combate! ¡Firmes! ¡Descansen! ¡Firmes! ¡Descansen!>.

A Marcel lo han convocado al despacho del teniente coronel. Ha sido liberado por orden de Rabat. Deben evitar cualquier incidente con un judío. Marcel recoge su ropa de paisano, la pone en una bolsa y se despide de nosotros, uno por uno. Algunos le dicen <qué suerte tienes>; otros, <vuelve pronto>. Hay incluso alguno que lo critica: <Lo han soltado para ir a combatir con sus hermanos sionistas>. Marcel nunca dudó de su identidad marroquí, árabe y judía. Forma parte de esos miles de familias judías que siempre vivieron junto a los musulmanes. Una vez nos contó que unos agentes del servicio secreto israelí fueron a convencer a sus padres de emigrar a Israel. Su padre ejercía el oficio de colchonero, heredado de padre a hijo. Se negó rotundamente. El agente lo amenazó diciendo que tomarían represalias contra él. Le respondió: <Yo estoy bien aquí. ¿Qué pinto yo al lado de unos polacos o americanos solo por el hecho de ser judío?>. El agente había vuelto a la carga, pero el padre de Marcel se mantuvo en sus trece.”

Eso es lo que nos cuenta con este relato Tahar Ben Jelloun: su tortura y la de sus compañeros. Y párrafos como el anterior tienen una gran carga de significado.

Pero lo curioso de la historia, es que todos ellos estuvieron bajo las botas del sargento Aqqa y del comandante Ababu, y luego el general Madbuh, personajes siniestros de la historia de Marruecos del siglo XX que posteriormente protagonizaron el sangriento atentado contra el rey Hassan II en Sijrat, que ocasionó más de cien muertos, pero que no acabó con la vida del monarca que sobrevivió milagrosamente al esconderse en los cuartos de baño. Finalmente, Tahar Ben Jelloun y sus amigos tuvieron la suerte de que no formaron parte del grupo de los 1.400 cadetes que estos militares utilizaron bajo engaño para perpetrar la matanza y el atentado fallido del monarca.

TAHAR BEN JELLOUN

TAHAR BEN JELLOUN

Pero antes de ese cruento episodio, esta novela nos cuenta el calvario sufrido por esos estudiantes románticos e idealistas bajo un régimen inflexible e inhumano. El trato vejatorio, las humillaciones, los padecimientos pasan ante nuestros ojos y nos estremecemos ante tales injusticias. Imaginar lo que soportó Tahar Ben Jelloun, viéndose humillado por militares inmorales y corruptos, con la única compañía de un solo libro, impresiona.

“…Tengo junto a mí la novela de James Joyce. La he llevado de un lado a otro y está sucia e impregnada de ese olor del cautiverio. Al abrirla, no consigo pasar más de una o dos páginas. No leo, solo recuerdo. Y los recuerdos no huelen bien. Mr. Joyce, le pido disculpas, su obra maestra se ensució con unos sufrimientos que ni remotamente hubiera usted imaginado. Se ha visto mezclado a algo brutal, enlodado por un entorno triste y nauseabundo. Pero su presencia me ayudó tanto…”

Ciertamente, ni El Hayeb ni Ahermumu eran el presidio de Tazmamart, un lugar que con solo pronunciarlo en Marruecos estremece a quien lo oye, pero es indudable que los tres centros significan lo mismo y tenían la misma finalidad: anular al disidente, acallar las críticas y aplastar la oposición del régimen, aunque fuese democrática y pacífica, aunque se tratase de jóvenes estudiantes.

Es de lectura fácil, sin florituras de ningún tipo, y se hace ameno. El retrato de esos personajes infames que actuaban por encima de la ley y de la moral refleja a la perfección el tipo de personas que eran y, por supuesto, logra que nos sintamos solidarios con esos estudiantes y, obviamente, con Tahar Ben Jelloun.

El castigo (La punition) ha sido publicado por Cabaret Voltaire, con traducción de mi querida Malika Embarek López.

Sergio Barce, mayo 2020

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Un pensamiento en “«EL CASTIGO» (LA PUNITION, 2018), UN LIBRO DE TAHAR BEN JELLOUN

  1. Alberto Mrteh dice:

    Tengo pendiente esta lectura desde hace tiempo. Me has animado a rescatar el libro de la estantería.
    Un saludo.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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