TRES ORILLAS, un relato del escritor larachense LEÓN COHEN MESONERO

León Cohen Mesonero

Le he pedido a mi amigo y pasiano León Cohen que me enviara algún relato, y ha tenido la amabilidad de hacerme llegar el que reproduzco más abajo, en el que relata, de manera brillante, con ráfagas de emoción imposibles de disimular, los orígenes de su familia, curiosa y plural, y lo hace demostrando que las dos orillas, las tres que menciona, están tan estrechamente vinculadas, que es imposible comprender nuestro pasdado sin conocer y amar nuestras raíces. Y uno de los aspectos más importantes de su relato es el hecho de mostrarno la riqueza cultural de Marruecos, la que vivimos en Larache, ésa que hacía que fuera cual fuese el origen, la creencia o la fe de la gente, todos convivimos con respeto, enriqueciéndonos como personas.

sergio barce, agosto 2011

TRES ORILLAS

 La Otra Orilla (0)

Este relato nace de los flujos y reflujos migratorios entre las dos orillas que unen y separan a dos pueblos cuya historia se confunde en determinadas épocas y se aleja en otras. Este relato transcurre en cada una de las dos orillas, y sus protagonistas, como no podía ser menos, acaban unidos por el destino. Las dos orillas del Estrecho se convierten entonces en una sola, diluyéndose en un mismo mar. Pero existe, o eso dicen, una  tercera orilla, la orilla imaginaria, la orilla alternativa, la orilla utópica, la orilla invisible, donde confluyen las otras dos, la orilla a la que aspiramos, una orilla de encuentro, de armonía, una orilla simbólica que acerca caminos, que une voluntades, que hermana a los pueblos. La tercera orilla, aquella donde el oleaje no impide el desembarco. Una orilla donde la palabra nunca pierde su naturaleza como vehículo de comunicación y de entendimiento. La orilla donde uno adopta la manera de ser y el idioma del otro.

Larache, Medina

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No era la primera vez que le sucedía, de pronto el relato se detenía y no había manera de echarlo a andar. Como si se estancara la inspiración y no quedara más nada que decir o que contar. Como si el relato o el cuento decidieran que el camino que había tomado el autor no era el adecuado, que no se gustaban, vamos. Su reacción era siempre la misma: dejarlo donde estaba y darle vueltas a la cabeza, una especie de “brain storming” (tormenta de ideas), para ver si pasaba algo. Empezaba entonces a unir ideas sueltas de aquí y de allá, sin aparente conexión, y se ponía a escribir todo lo que se le ocurría, sin ton ni son. Recientemente había asistido como invitado a unas jornadas en Sevilla sobre los judíos hispano-marroquíes. Alguna de las teorías expuestas le había sugerido alguna reflexión, había calado en él. Pero como en otras ocasiones en eventos de esta índole, sobre todo se había dedicado a observar a los asistentes, tanto durante las conferencias como en los  actos más lúdicos.

Ninguno de los asistentes podía ni siquiera imaginar o intuir  que aquel comensal los estaba radiografiando uno a uno. Siempre había sido un observador muy lúcido,  casi un coleccionista del detalle. Se fijaba en todo: en la mirada, en el gesto de la boca, en la risa, en el tono de la voz, en las manos, en los ademanes, todo lo captaba y lo grababa como haría el mejor de los fotógrafos, sin parar de tomar instantáneas, en una sucesión de flashes. Con todos esos detalles compondría el retrato personal de cada uno de los asistentes observados. Porque eso sí, era muy selectivo y elegía a los sujetos de su observación según criterios intuitivos que no sabría explicar. Luego, esas observaciones y las sensaciones experimentadas producirían sus frutos, frutos estos que se manifestarían bajo formas diversas, como  el análisis reflexivo para rebatir o ahondar en alguna de las opiniones allí vertidas, o como el relato e incluso el cuento. Todo era posible. Por ejemplo, esta experiencia sevillana había reavivado en él determinados sentimientos, que le habían conducido a recuperar un relato inacabado e iniciado años antes, evidentemente relacionado con el tema de las jornadas. De algún modo este encuentro había actuado como catalizador.  

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Al llegar a Casas Bermejas viniendo de Cádiz, uno se encuentra con una curva pronunciada que le saca de la autovía y le dirige por una carretera secundaria hacia Colmenar, un pueblecito de la Axarquía. Peroantes, mucho antes, a la izquierda, sobre la ladera de una pequeña colina, se halla el cementerio judío de Málaga. En una de sus lápidas descansan los restos de  Jacob Cohén Levy (Larache 1917 – Algeciras 1997), larachense eterno donde los haya, que nació y vivió en Larache desde su nacimiento hasta 1975, y sobre cuyos apellidos descansa todo el peso de la historia y la tradición judías. 

DEBDOU

Su padre, Salomón Cohén Benhamou (Debdou 1870?-Larache 1941), nació en Debdou pueblecito judeo-bereber, conocido como la ciudad de los Cohanim (1), situado a unos 150 kms de Oujda, en su extremidad suroeste, cerca de Tahourirt. Cuando uno se adentra en la historiografía de este pueblo de la zona oriental o noreste de Marruecos, no puede menos que sorprenderse por sus peculiaridades, como las disputas tribales y el odio entre los clanes  familiares, como los Cohén-Scali y los Marciano (o Murciano) (2), que se mantuvo durante  siglos o la existencia de más de quince sinagogas, donde casi tocaban a una por “oulad” o clan familiar. Extraña también, que la población judía superara en número a la musulmana y sobre todo, que tantos judíos españoles se refugiaran en un pueblo tan mal comunicado y de tan difícil acceso. Salomón, como indican sus apellidos, perteneció a dos de los «oulads”  más renombrados de Debdou: los Kouhana (Cohanim) y los Ben Hammou. Los Ben Hammou eran habitantes autóctonos de Marruecos y por lo tanto anteriores a la inmigración sefardita. También podría ocurrir que Salomón fuera descendiente por línea paterna, de los judíos sevillanos que huyeron de Sevilla  en 1391 (3), lo que le convertiría en medio sefardita.

 

JACOB COHEN, padre de León, recogiendo el trofeo como ganador de tiro al plato en Larache

Su madre, Luna Levy Bohbot (Larache 1893- Dimona 1965), era una de los más de 2500 judíos sefarditas de una población total cercana a los 5000 habitantes que poblaban Larache en 1903 (4) y donde por lo tanto los sefardíes, como en Debdou, eran mayoría. Hija de David Levy y de Simy Bohbot, nieta de sefarditas larachenses y biznieta y mucho más, hasta donde se remonta la memoria dela Inquisición, cinco siglos antes.

Como representante genuino de las dos orillas del Estrecho de Gibraltar, por historia familiar y personal, y como crisol de culturas: la sefardí, la española, la marroquí y la francesa, el autor de este relato, andaluz convicto y convencido, se atreve a reivindicar su linaje bereber, marroquí y larachense, como también su condición de español por ambas ramas, la paterna y la materna, la sefardita, la de los Cohen-Levy y la castellana vieja, la de los Mesonero segovianos.

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 Aquel nueve de febrero de 1968 su padre volvió antes de tiempo del trabajo y le contó una historia que hoy, pasados cuarenta años, no sabría si catalogar como verdadera o falsa. El caso es que a la tarde del día siguiente tenía (imperativo categórico) que abandonar Tánger rumbo a Algeciras. La sorpresa lo dejó descolocado: pero cómo, se preguntó, si él nunca había vivido en España, es más, la última vez que la visitó fue en el año 58, aquel verano que pasaron en el pueblo de su madre. Un pueblecito castellano, situado a medio camino entre Segovia y Villacastín. Todavía no sabía por qué pasaron  aquellos dos meses de verano en un lugar tan caluroso. El trayecto a Algeciras era un paseo en barco de apenas quince kilómetros, pero para él en esa circunstancia, iba a ser mucho más, intuía que iba a emprender un viaje de ida sin vuelta. Realmente se disponía a emigrar a otro país del que sólo conocía el idioma, bueno el idioma y algo más, puesto que el Marruecos que él conoció era un apéndice de España y además él era español.

Mientras el ferry se alejaba y le alejaba para siempre de la que hasta aquel día y desde siempre había sido su tierra, sí su tierra, la que albergaba todas las referencias y referentes de su corta vida, recordó su pasado y a sus antepasados. Por línea paterna, su abuela provenía de aquellos judíos que los católicos expulsaron de Sefarad, pero es probable, que aquellos mismos judíos acompañaran a los árabes cuando invadieron la península que todavía no era España, siete siglos antes. El determinismo histórico en forma de invasión primero y posteriormente en forma de reconquista, obligaba de nuevo a judíos y árabes a cambiar de orilla. La independencia de Marruecos, quinientos años más tarde, produciría un fenómeno semejante en sentido contrario. En cuanto a su  abuelo paterno, se trataba de un poblador aún más antiguo de lo que hoy conocemos como Marruecos. Cuentan que era un cohanim, fiel cumplidor de los preceptos de la Torá, de esos únicos, a los que les está permitido en la sinagoga, subir al estrado y sacar el Sefer (los Rollos de la Ley) sin cubrirse, mientras el resto de los asistentes se han de tapar con el Talet (manto sagrado). Como la mayoría de los judíos de Debdou cabe imaginar que se dedicaba al comercio, transportando mercancías o productos agrarios de un lugar a otro. Había contraído matrimonio con una judía de su pueblo con la que tuvo cinco o seis hijos, y a la que abandonó, cuando decidió emigrar a Larache.  No conocemos las causas de ese abandono o divorcio familiar, como  también ignoramos cómo llegó aquel judío bereber de Debdou a Larache, si más de mil kilómetros separan ambas ciudades. Fue muy a principios del siglo pasado (1903?), cuando una buena mañana de invierno, Salomón Cohen Benhamou,  emprendió viaje junto a su hermano menor y otros compatriotas. Cuando Salomón decidió iniciar su exilio (a falta de datos, hay que imaginar que por razones personales o relacionado con las persecuciones de judíos por el Rogui o el Pretendiente, también conocido como Bou Hamara (5)), estaba sin saberlo escribiendo el destino de sus descendientes. Le imagino cargando los fardos que contenían todas sus pertenencias sobre su burro, como si cargara el peso de todala Historia de la Diáspora  sobre el animal.

Aquella diáspora que como se sabe, se inició cuando la segunda destrucción del Templo por Tito, y los judíos tuvieron que abandonar Palestina  y se dispersaron por el mundo. Un mundo que los acogió según las épocas y los lugares, con hostilidad o con hospitalidad, que los protegió y que los expulsó, que los amó y los odió. En Sefarad se instalaron antes y después de la invasión árabe y se convirtieron en sefardíes. Se impregnaron de, e impregnaron a, la cultura de sus huéspedes. Nadie puede ser ajeno a su entorno y por lo tanto a la cultura que lo rodea. Ante los argumentos obtusos, de algunos que se han instalado hoy día, en la diferencia y en el nacionalismo más exacerbado, nosotros los sefarditas, debemos levantar la bandera de nuestra riqueza cultural y de nuestro cosmopolitismo, de nuestra alma abierta a horizontes multiculturales, que permitió que la historia de tantos países esté regada de nuestra innegable influencia y que todos recuerden con nostalgia nuestro paso. Así en Toledo como en Granada, Córdoba o Estambul o  Salónica o enla Alfamade Lisboa o en Larache o en Tetuán, nadie puede olvidar que allí vivieron, tuvieron hijos y murieron unos hombres y mujeres que dejaron su huella indeleble a través de su arquitectura, sus costumbres culinarias, su pacifismo y su amor por el estudio y la convivencia. Eran judíos venidos de muy lejos a los que más tarde la historia convirtió en los expatriados más añorados y a los que llamaron sefarditas.

En esa misma fecha, Victoriano Mesonero tenía dieciséis años y ya era novio de Isidora Bermejo, ambos naturales de Zarzuela del Monte, más que pueblo, una aldea perdida en la estepa segoviana. Debdou, Zarzuela, tan lejos, tan cerca, de nuevo las dos orillas. Victoriano, más conocido como el Tío Fraile, era zapatero y barbero, en él se unían dos profesiones tan útiles como necesarias. Además era un experto cazador de los páramos castellanos, cazador de perdices y de conejos.

Marruecos, país de leyenda y de leyendas, era para él un lugar tan alejado en la distancia como en la cultura. Victoriano y Salomón nunca llegarían a saber el uno del otro, a pesar de que ambos contribuirían inconscientemente a la unión de sus descendientes desde las dos orillas del Estrecho. Una vez más, a través de ellos la historia se repetía, y las dos orillas volverían a encontrarse en un destino común, que el autor de este relato ha dado en denominarla Tercera Orilla. 

                                  León Cohen,   Noviembre 2010

 Notas:

(0): Tres Orillas es el nombre de una revista literaria que se publica anualmente en Algeciras,  con la pretensión de ser vehículo de transmisión de cultura  a ambos lados del Estrecho. Su directora y alma de la revista es la gran escritora Paloma Fernández Gomá. La elección del título de este relato es un homenaje a su persona. 
(1): Eliyahou Marciano: Debdou H’ir hacohanim  ( Debdou, la ciudad de los Cohén)
(2): Eliyahou Marciano: Une nouvelle Seville en Afrique du Nord: Histoire et généalogie des  juifs de Debdou. Editions Élysée. (2007). ISBN: 088545099X.
(3): ibid : L’Expulsion d’Espagne de 1391
(4): Según el  relato de un viajero francés.
(5): … Bou Hamara, quien, usurpando la personalidad del hermano mayor del sultán Abdelaziz y con la promesa de expulsar a los extranjeros consiguió el respaldo de algunas cabilas del Rif. Durante siete años, de 1902 a 1909, Bou Hamara, el Rogui como también se le conocía, estableció de facto un reino independiente en el nordeste marroquí, rechazando a los ejércitos del sultán, y manteniendo una relación amistosa con franceses y españoles. El verano de 1907 otorgó la concesión de explotación de las minas de hierro del Monte Uixan a la companía española de Minas del Rif a la que también dio permiso para construir un ferrocarril que las enlazara con Melilla, y las minas de plomo del Monte Afra a la Compañía francoespañola del Norte de Africa. Estas cesiones fueron percibidas por los rifeños como una traición , y no tardaron en rebelarse contra el falso Rogui poniendo así punto final a sus ambiciones.

León Cohen, junto a Laabi, durante la cena de las Jornadas Culturales de Diciembre 2004, que «Larache en el Mundo » organizamos en nuestra ciudad

León Cohen Mesonero, nació en Larache, y en 1968 se trasladó a España. Es Doctor en Ciencias Químicas y catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Cádiz. Además de artículos científicos, haber escrito varios libros de textos técnicos y artículos de opinión en el diario “Europa Sur”, León Cohen, en su calidad de narrador, ha publicado relatos en diversas antología como  Caminos para la Paz (C. Ricci, I.López Calvo, 2007), Viajes a Larache (M. Laabi 2007), Calle del Agua (Manuel Gahete y otros 2008), en revistas como “Tres Orillas” y “Entreríos” es autor de los siguientes títulos:  “Relatos robados al tiempo” Año 2003. Editorial: www.librosenred.com,  “Cabos Sueltos” Año 2004. Editorial: www.librosenred.com  y edición en papel del autor en 2004.  “La Memoria Blanqueada”. Año 2006. Editorial: Hebraica de Ediciones Madrid. www.libreriahebraica.com, y es coautor de “Ufrán Año 2010. Hebraica de Ediciones  Madrid. Y «Cartas y Cortos » (2011), del que hice un extenso comentario al ser publicado en este blog.

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3 pensamientos en “TRES ORILLAS, un relato del escritor larachense LEÓN COHEN MESONERO

  1. Raquel Moryoussef de Fhima dice:

    Leon, como siempre fiel admiradora de tus escritos…….

  2. ragala Ahmed dice:

    Muchas gracias jay Sergio Barce por este relado muy rico y muy interesante por los datos historicos y por la vida de estas personas sefaradistas marroquies inculados a nuestra tierra madre y a nuestra historia en comun ..En realidad la diersidad cultural y la toleranza que los judios han encontrado entre la populacion bereber antigua y los arabes enidos del oriente han dado una mescla cultural y artestica que da al marruecos un sabor specifico en la verdadera convevincia de ambos pueblos y un aroma cultural muy rica que tenemos que exaltar para consolidar nuestras relaciones como hijos de este magnifico pais ,como humanos que tienen diersidades culturales y que conviven juntos sin obstaculos dejando la politica atras para no perjudicarnos con sus ideas sanguinarias ..yo se que los judios tambien quien estaban en fes y en debdou y otros pueblos y ciudades han dejando muchos libros escritos que reflejan sus participacion profunda y larga en la cultura academica marroqui se ve clara en los libros escritos con estos escritores judios ..

  3. Gracias por publicar, la información es muy interesante.

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