Escena de la película La tierra de todos (The temptress, 1926), de Fred Niblo, en la que aparecen como protagonistas la divina Greta Garbo y la mayor estrella española del cine: Antonio Moreno. Ahora puede parecer que exagero, pero este madrileño, que tuvo una niñez llena de penurias, por diversos azares acabó en Hollywood, donde desempeñó diversos oficios para subsistir, hasta que el maestro David W, Griffith le hizo un contrato como actor para la productora Vitagraph. Antonio Moreno se convirtió, junto a Rodofo Valentino, en el mayor galán latino del cine mudo americano, y trabajó junto a las grandes divas del momento: la ya citada Garbo, Gloria Swanson, Mary Pickford, Marion Davies, Pola Negri, Alice Terry, Lillian Gish, Clara Bow, Myrna Loy… es decir, las estrellas más rutilantes de la historia del Hollywood clásico. Además, fue dirigido por los mejores directores del momento y despertó pasiones entre el público femenino. Pero la llegada del cine sonoro le perjudicó y fue distanciando sus apariciones, cerrando su larguísima carrera en la obra maestra de John Ford, Centauros del desierto (The searchers, 1956) en el papel de Emilio Gabriel Fernández y Figueroa. Pero como actor siempre será recordado como el protagonista de las mejores versiones cinematográficas de las obras de Blasco Ibáñez en el gran Hollywood.