«LA REINA DEL EXILIO», UNA NOVELA DE HERMINIA LUQUE

LA REINA DEL EXILIO portada

“…Dejó el hato encima de la cama y deshizo el nudo. Sacó las prendas. Antes se quitó los guantes de lana; luego ya se pondría los de piel de cabritilla. Hasta para una prostituta importaba la apariencia de decoro, le sentaba bien. Unas manos calzadas con guantes invitaban a ser desnudadas y a continuar desabotonando, desciñendo, levantando y abriendo el resto de ropajes. De igual modo, los cabellos recogidos en un moño incitaban a soltarlos para coger los rizos sedosos y hundir en ellos las manos como en una materia rica y espesa.

Extendió la ropa sobre la cama: el corsé negro, de satén y encaje de Chantilly; la falda de seda gris, la chaqueta de terciopelo azul marino, el sombrerito con velo. Un sombrero a lo Morisot, le había dicho la vendedora de los grandes almacenes, una joven muy simpática que dijo llamarse Denise. Se había fijado en la gracia con la que se recogía el abundante pelo y decidió imitarla.

Se quitó el modesto vestido de lana, las enaguas, los pantalones interiores. Sintió frío, pero, debajo de la opulenta falda, se dejó tan sólo las medias negras, atándolas con cintas de suave seda al corsé. La falda se adhería a sus muslos de una forma obscena. Qué se le iba a hacer, ése era el efecto buscado. El corsé quedaba diabólicamente ajustado; le afinaba la cintura de un modo inverosímil. Y los pechos ascendían, rozagantes, en balconada. Se abrochó la chaquetilla hasta el cuello. Debajo no llevaba camisa.

Le faltaba el perfume: un costoso perfume del que se puso unas gotas en muñecas e ingles. Se quitó algunas horquillas del moño, y las dejó junto a la ropa, en la silla. Quedaba ponerse el sombrerito. Tenía que parecer que acababa de llegar.

Recordó entonces lo que había pactado con la patrona cuando le entregó el dinero del alquiler. Miró por toda la habitación. No se había percatado de que en una esquina había un cesto de mimbre con tapadera. Sonrió al comprobar que, en efecto, allí estaba la botella de licor y las dos copas. Aunque preferiría que llegara borracho, tan borracho como lo estaba ayer, cuando lo abordó en la calle. El problema era que eyaculase antes de haberla penetrado. Sí, era un riesgo…”

Estos sensuales párrafos pertenecen a la novela La reina del exilio, de Herminia Luque, con la que ha obtenido el Premio Edhasa de Narrativa Histórica 2020.

Hoy sólo le dedicaré unas líneas a esta magnífica novela, pues he de reservarme para el día de su presentación, ya que Herminia me ha pedido que me encargue de ella, lo que supone un bonito reto y una grata responsabilidad. La situación creada por el Covid19 ha retrasado ese instante, pero la fecha se fijará muy pronto y entonces sí que me extenderé con más detalle.

Pero creo que, como avanzadilla, el texto que he reproducido antes es más que elocuente para que los lectores se den cuenta de la calidad de su narrativa, del poder seductor de sus palabras, de su habilidad para embozarnos con el ambiente que describe.

SERGIO BARCE Y HERMINIA LUQUE

SERGIO BARCE y HERMINIA LUQUE

La reina del exilio, se ambienta en el año 1882, cuando la reina Isabel II ya reside en París, en el llamado palacio de Castilla, lejos de la pompa de su corte y apartada de su país.

Herminia Luque sitúe justo ahí su historia, y su pluma nos lleva hasta ese pequeño universo que se creó alrededor de la reina española, lleno de intrigas, traiciones, falso patriotismo, desconsuelo y nostalgia. Como ya ha hecho en sus anteriores novelas, Herminia Luque sabe cómo trenzar con astucia y habilidad distintas historias para sumergirnos en una época, para mostrarnos cómo era la vida tras los muros de una corte mutilada y la que se desarrollaba lejos del mundo palaciego, la cara y la cruz de una sociedad quebrada por los cambios políticos y sociales. Hay en este libro algo del mundo de Dickens y algo del mundo de Pérez Galdós, y esos jugosos antecedentes se dan la mano de una manera natural que nos lleva plácidamente por los salones y habitaciones de ese desangelado y patético palacio en el que se refugió la reina exiliada, y por los más deprimentes de los orfanatos y de las casas de la gente más humilde. Y a todo esto, se añade la riqueza de su cuidado vocabulario que tizna los detalles en apariencia insignificantes, pero con los que logra ambientar la época de una manera portentosa.

Para quien disfruta de la novela histórica, sin duda, aquí encuentra cuanto anhela: un viaje a otra época, una trama llena de quiebros, unos personajes bien definidos y con perfiles atractivos, unas páginas elegantemente escritas.

Nos veremos en la presentación para hurgar aún más en los secretos de sus capítulos.

La reina del exilio, ha sido publicada por Editorial Edhasa.

Sergio Barce, julio 2020

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