A través de la asociación cultural “Larache en el Mundo”, que presido, la novela Te devuelvo la memoria de la escritora larachense Cristina Martínez Martín se presentó en Larache. Lo hizo María Dolores López Enamorado, actual directora del Instituto Cervantes de Casablanca, y en el mismo acto se hizo lo propio con el poemario del también autor larachense Mohamed Al Baki, del que ya he hablado en este blog. La presentación estuvo cargada de emoción, de sensibilidad, de muchas lágrimas por ese reencuentro de Cristina con su ciudad natal; entonces se le agolparon todos los recuerdos, los que había volcado en su libro y los que volvían a medida que hablaba de la novela y de lo que allí escuchaba de sus paisanos. Estoy convencido de que fue un día especial e inolvidable para ella. Fue, además, el día que descubrimos a una persona encantadora, y accesible, y yo a una persona sensible, prudente y muy afectuosa. (En el próximo post hablaré más ampliamente de su novela y de su visión de Larache).
Sergio Barce, julio 2011

Mohamed Laabi, Sergio Barce, Cristina Martínez, Mª Dolores López & Mohamed Al Baki
Cristina Martínez Martín nació en Larache en 1951. Estudió en la propia ciudad de Larache, y luego en Murcia, Estrasburgo, Montreal y Sevilla, Filología Moderna e Idiomas: francés, inglés y alemán. Ha sido Profesora en Montreal, en Barcelona y en Sevilla. Directora de Teatro en Barcelona. Coordinadora regional andaluza de un proyecto Now de la Comunidad Europea. Empresaria en Sevilla. En 1998 obtuvo el primer premio como mujer emprendedora otorgado por la FIDEM (Federación Internacional de Mujeres Empresarias). Catedrática de Francés en el IES Cristóbal de Monroy de Alcalá de Guadaíra (Sevilla).
En abril 2006 fue seleccionado su relato «La semilla» para figurar en una antología de narradores del 2006 en Buenos Aires. En noviembre de este mismo año, su novela “Te devuelvo la memoria”, obtuvo el Premio del V Certamen de Narrativa Femenina otorgado por el Ayuntamiento de Toledo. En esa misma fecha obtuvo el Premio Internacional de narración «Carmen Báez» en México. Contacto con Cristina Martínez: cristinoya@hotmail.com

Del album familiar de Cristina Martínez
“Era el mes de Ramadán. La ciudad entera había cambiado de ritmo. La gente andaba parsimoniosamente. Se veía a muchos árabes tumbados en la plaza, a la sombra, incapaces de moverse a partir de ciertas horas. Ni que decir tiene que el trabajo de la casa se había ralentizado, cuando no parado, igual que en todas partes, consecuencia natural de un ayuno prolongado en un mes de intenso calor.
-Es extraño –pensó doña María-, ni muertos de hambre, aceptan comer. Podré vivir aquí muchos años y no comprender nunca lo que empuja a esta gente a un sacrificio tan duro.
Sin querer, comparaba la fe musulmana con la fe católica y, aunque no dudaba, pues su espíritu era demasiado sencillo para poner en duda la fe de sus mayores, tenía que reconocer que los seguidores del Profeta lo hacían con un convencimiento mayor y más sincero que el que ella veía en muchos católicos.
Doña Conchita, con la que comentaba un día el tema, exclamó:
-¡Incha Allah!
A doña Conchita le gustaba sorprender a su amiga.
-Entonces -preguntó asustada Doña María-, si se le reza al dios de los moros, ¿el dios de los cristianos se enfadará?

Su interlocutora había roto con demasiadas convenciones como para que la religión le dictara lo que tenía que pensar.
-María –le respondió-, qué más da que Dios se llame Buda, Alá o Yahvé.
Doña María asintió, pensando en su fuero interno con confusión que sus preguntas se las guardaría para ella o para don Fabián, quien siempre recalcaba que el único dios verdadero era el cristiano.
-Durante el Ramadán, además del ayuno, no se puede pecar –le explicó Omar, el chofer-el hombre no toca mujer ni piensa en ella lascivo.
Lo de lascivo en boca de Omar, quien sin duda era un hombre muy religioso, recordaba el incidente que protagonizó hacía ya algunos años, cuando ella le ofreció un plato de comida.
-¿Jalufo? –preguntó él.
-No, pollo.
Sólo que el pollo estaba cocinado con trocitos de tocino y al darse cuenta ella de pronto y decírselo, vio que el hombre soltaba el plato como si fuera veneno y salía corriendo a la calle.
Saida, que trabajaba por aquel entonces en la casa y conocía bien a Omar, le explicó:
-Señora, él meter dedos en la boca para echar jalufo fuera, jalufo pecado.” (De la novela “Te devuelvo la memoria” de Cristina Martínez)