
Mi entrañable amigo y paisano Mohamed Mrabet, al frente de la Asociación Cultural AL-KHAZABA, ha tenido la brillante idea de restaurar uno de los cañones que, por razones que nunca comprenderé, las autoridades culturales de la ciudad han ido dejando en el olvido, como si fuesen chatarra o restos de basura. Mrabet me ha enviado esta fotografía, en la que se observa el cuidadoso trabajo de restauración que han llevado a cabo, con los escasos medios de la propia asociación. AL-KHAZABA es de las pocas asociaciones larachenses que realizan trabajos en la Medina, y que intentan preservar el patrimonio histórico de Larache; una asociación que ha colaborado en muchas ocasiones con «Larache en el Mundo«.

Mohamed Mrabet junto a otros miembros de la asociación, protegiendo el cañón recién restaurado
En mi última novela UNA SIRENA SE AHOGÓ EN LARACHE, cuando el niño protagonista callejea por la Medina, ve en un par de ocasiones a Mohamed Mrabet paseando por allí. No es una escena casual, porque quien camina por el Zoco Chico o por la Medina de Larache, casi inevitablemente, se encontrará con él.
Puede parecer insignificante el hecho de que se hayan esforzado en este trabajo de restauración, pero las pequeñas cosas son las que demuestran a los de arriba que la belleza está en los detalles. En el Jardín de las Hespérides, languidecen otros cañones, testigos mudos del pasado de la ciudad, parte de su historia, y que parecen restos de un naufragio, medio podridos, rotos, sucios… Mohamed Mrabet y Al-Khazaba merecen todo el reconocimiento por tantas actividades, esfuerzos y proyectos. Espero que este cañón sea el primero de una larga serie de trabajos de recuperación del patrimonio de Larache. Shukram, Mohamed, shukram.