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UN FRAGMENTO DE «EL EXTRANJERO» (L´ÉTRANGER), DE ALBERT CAMUS

Un poquito de buena lectura. Os transcribo este pequeño fragmento de El extranjero (L´étranger, 1947) de Albert Camus, en la traducción de Bonifacio del Carril para Alianza Editorial. Un fragmento que, sin duda, le hace a uno pensar en estos días de encierro en los que vivimos. Alta narrativa.

“…Poco después me escribió. Y a partir de ese momento comenzaron las cosas de las que nunca me ha gustado hablar. De todos modos, no se debe exagerar nada y para mí resultó más fácil que para otros. Al principio de la detención lo más duro fue que tenía pensamientos de hombre libre. Por ejemplo, sentía deseos de estar en una playa y de bajar hacia el mar. Al imaginar el ruido de las primeras olas bajo las plantas de los pies, la entrada del cuerpo en el agua y el alivio que encontraba sentía de golpe cuánto se habían estrechado los muros de la prisión. Pero esto duró algunos meses. Después no tuve sino pensamientos de presidiario. Esperaba el paseo cotidiano que daba por el patio o la visita del abogado. Disponía muy bien el resto de tiempo. Pensé a menudo entonces que, si me hubiesen hecho vivir en el tronco de un árbol seco, sin otra ocupación que la de mirar la flor del cielo sobre la cabeza, me habría acostumbrado poco a poco. Hubiese esperado el paso de los pájaros y el encuentro de las nubes como esperaba aquí las curiosas corbatas de mi abogado y como, en otro mundo, esperaba pacientemente el sábado para estrechar el cuerpo de María. Después de todo, pensándolo bien, no estaba en un árbol seco. Había otros más desgraciados que yo. Por otra parte, mamá tenía la idea, y la repetía a menudo, de que uno acaba por acostumbrarse a todo”.

El extranjero portada

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«EL EXTRANJERO» (L´etranger) de ALBERT CAMUS

EL EXTRANJERO (L´etranger) (1942) de Albert Camus

No voy a descubrir ni esta novela ni a Camus, pero sí quiero dejar constancia de algunas obras que me parecen irrepetibles y necesarias, como lo es «El extranjero», y recomendarlas. Nada como releer los clásicos que me fascinaron en mi adolescencia.

“El extranjero” me parece ahora más fresca, como si rezumara una vitalidad actual, como si hubiese sido escrita quizá en medio de esa locura que anunciaba la proximidad de la guerra de Irak, la impersonalidad de esta sociedad aislada… los ciclos se repiten, posiblemente. Es la manifestación máxima del existencialismo, ese dejarse llevar por el destino inapelable de Meursault, su exasperante apatía, su falta de sentimientos, lo inevitable de  lo que ha de suceder y que nadie puede hacer cambiar. Una obra maravillosa en la rabia que despierta su lectura.

Sergio Barce, Diciembre 2010

“El ardor del sol me llegaba hasta las mejillas y sentí las gotas de sudor amontonárseme en las cejas. Era el mismo sol del día en que había enterrado a mamá y, como entonces, sobre todo me dolían la frente y todas las venas juntas bajo la piel. Impelido por este ardor que no podía soportar más, hice un movimiento hacia adelante. Sabía que era estúpido, que no iba a librarme del sol desplazándome un paso. Pero di un paso, un solo paso hacia adelante. Y esta vez, sin levantarse, el árabe sacó el cuchillo y me lo mostró bajo el sol. La luz se inyectó en el acero y era como una larga hoja centelleante que me alcanzara en la frente. En el mismo instante el sudor amontonado en las cejas corrió de golpe sobre mis párpados y los recubrió con un velo tibio y espeso. Tenía los ojos ciegos detrás de esta cortina de lágrimas y de sal. No sentía más que los címbalos del sol sobre la frente e, indiscutiblemente, la refulgente lámina surgida del cuchillo, siempre delante de mí. La espada ardiente me roía las cejas y me penetraba en los ojos doloridos. Entonces todo vaciló. El mar cargó un soplo espeso y ardiente. Me pareció que el cielo se abría en toda su extensión para dejar que lloviera fuego.

El extranjero de Visconti

Todo mi ser se distendió y crispé la mano sobre el revólver. El gatillo cedió, toqué el vientre pulido de la culata y allí, con el ruido seco y ensordecedor, todo comenzó. Sacudí el sudor y el sol. Comprendí que había destruido el equilibrio del día, el silencio excepcional de una playa en la que había sido feliz. Entonces, tiré aún cuatro veces sobre un cuerpo inerte en el que las balas se hundían sin que se notara. Y era como cuatro breves golpes que daba en la puerta de la desgracia”

(Fragmento de “El extranjero”)

ALBERT CAMUS

Albert Camus, nació en Mondovi, Argelia, en 1913. Su madre, aunque nacida también en Argelia, era de origen  español, y su padre alsaciano, al que no conoció pues murió durante la primera gran guerra.

Estudió en Argel, donde fundó el Teatro del Trabajo. Perteneció al Partido Comunista. Tras escribir La miseria de Kabylia, que es prohibido, se marcha a París, donde trabaja como periodista y como lector para la editorial Gallimard. Pasó a formar parte de diversos grupos anarquistas, y es famosa su disputa y ruptura con Jean-Paul Sastre. Albert Camus obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1957. Otras obras suyas son “El mito de Sísifo” (Le mythe de Sisyphe) , “La peste”, “Caligula” o “El hombre rebelde” (L´homme révoltè).

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