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«ESA FOTO DE LA OTRA BANDA», un relato de SERGIO BARCE en las imágenes y la voz de FRANCISCO MORALES

Hace días, colgué un relato inspirado en esta fotografía de la otra banda que me había enviado Pepe García Gálvez. Ahora, Francisco Morales (Fran Morgar) vuelve a hacer maravillas con uno de mis textos, como hizo ya con «La cautiva». Me decía Fran en el correo que me ha enviado:

<Nuevamente sucumbo ante uno de tus relatos.Ya lo intuí en la primera lectura… Quién sabe qué fuerza inexplicable que llega de los adentros provoca estos impulsos. Lo hice ayer tarde con las últimas fotografías que tan generosamente Jose María López Cobos comparte con nosotros. Te confieso que en algunos párrafos me resultaba muy difícil desatar el nudo de la garganta y no se me notase una voz tan rubia acentuada por el sol de esos veranos. No alcanzaba los tonos graves, sobre todo, en los pasajes en los que haces referencia a tu padre a lomos de su espalda y esa estela celeste de tu abuelo. Espero que no se note demasiado y haya estado un poco a la altura del texto. Para mí ha sido un disfrute hacerlo.>

Fran, el que lo ha disfrutado de veras he sido yo. ¿Que si has estado a la altura del texto? ¡Has transformado mi  narración en algo tan emocionante que ni siquiera lo reconozco como mío! Lo has engrandecido, lo has convertido en una pequeña joya, y no sé cómo darte las gracias. Espero que a quienes lo veáis os llegue tan hondo como a nosotros.  Para verlo pincha en:

(…) Hagámoslo. Metámonos en esa foto de la playa de Larache, atravesemos el daguerrotipo e imaginemos que viajamos a ese año en concreto, aunque dé igual el año en realidad. Imaginemos que podemos hacerlo…

Francisco Morales

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«ESA FOTO DE LA OTRA BANDA», un relato de SERGIO BARCE

Sobre una foto de la otra banda que me ha enviado Pepe García Gálvez, pero que es una estampa que hemos visto muchas veces, he construido este pequeño relato.

ESA FOTO DE LA OTRA BANDA

Ahí están de nuevo. Veo esta fotografía de la otra banda y vuelven como la marea.

Es cierto lo que digo, y es probable que a ti te ocurra lo mismo. ¿Es que no lo oyes? ¿Es que no lo hueles? Lo sientes igual que yo, ¿no es así?

No sé en qué año se tomó la imagen, pero bien pude andar por ahí. No sé en qué año se quedó esa imagen congelada para siempre, pero todo regresa subrepticiamente y se apodera de mis sentidos.

Miro la fotografía. La escudriño un rato y me doy cuenta de que sé exactamente cómo huele el aire, de que sé exactamente qué sentiría en la planta de mis pies si ahora estuviese pisando esa arena, de que sé exactamente qué notaría si subiera por las piedras tratando de alcanzar el espigón, también de que sé cuál es la dureza exacta del propio espigón si me pusiera a pasear en dirección al faro. ¿No es curioso? Te ocurre exactamente lo mismo, claro, me lo imagino, lo sé.

Hagámoslo. Metámonos en esa foto de la playa de Larache, atravesemos el daguerrotipo e imaginemos que viajamos a ese año en concreto, aunque dé igual el año en realidad. Imaginemos que podemos hacerlo…

Salgo del agua. Adivino la temperatura, que es más templada que la de la playa peligrosa, porque el Lukus seduce con dulzura a las aguas frías del Atlántico, y camino por la orilla. Sigue leyendo

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