Continúo con mi relato sobre la historia de Larache…
Como decía en el anterior capítulo, el sultán al-Mansur se aliará con todos los enemigos de España, llegando a ser muy estrecha su alianza con Isabel de Inglaterra tras la derrota de la Armada Invencible española por los ingleses. Sin embargo, los acontecimientos posteriores harán que el sultán termine jugando con la reina inglesa como había hecho con el monarca español. Y, al final, la ambición desbordada de Felipe II por Larache se irá diluyendo al paso de los años.
A finales del siglo XVI, el Imperio español comienza su lento declive, como le ocurrirá, en paralelo, al otomano. Esto coincide con la muerte del rey Felipe II y el ascenso al trono de Felipe III en 1598, y, en 1603, con la desaparición del sultán al-Mansur, que fallecería a causa de la peste. Tras su muerte, se abre una larga y violenta lucha por el trono entre sus tres hijos: Mawlay Zidan, Muhammed al-Xaij al-Mamun y Abd Allah Abu Faris, y de otros dos pretendientes más, Mawlay Nasr e Ibrahim Ismail, hijo de Ab al-Malik.

FELIPE III
Dice Tomás García Figueras:
“…La piratería en estos comienzos del siglo XVII se había adueñado por completo de la costa atlántica marroquí. Salé. La Mamora y Larache eran sus bases preferidas donde, junto a los piratas, se habían establecido multitud de traficantes sin escrúpulos que se encargaban de la venta de los cargamentos capturados. La autoridad que sobre el dominio de estas plazas tenían los sultanes marroquíes era más teórica que práctica. Por otro lado, existía una manifiesta tolerancia por parte de aquéllos, por cuanto lo corriente era que reyes y pretendientes cobrasen ciertos impuestos o bien percibiesen un tanto por ciento sobre las presas. Los corsarios accedían de buen grado a esta contribución…
(…) Larache por esta época era una plaza bien fortificada con una guarnición de 200 hombres al mando de un alcaide. A su puerto, afluían piratas de todas las nacionalidades y también era campo de acción de las naves holandesas. Por esta época el mayor enemigo que tenía la corona española, de cuyo dominio acababa de emanciparse, era precisamente Holanda. Este odio hacia España iba a acercar muy especialmente a los Países Bajos con Marruecos…”
En efecto, para el nuevo monarca Felipe III se presentaba un nuevo frente de difícil solución, que se veía acrecentado con los problemas económicos que padecía la Hacienda española. Incluso en 1605, Holanda pidió a Marruecos el uso del puerto de Larache como base para sus operaciones contra España, y el sultán Mawlay Zidan, que había vencido por entonces a sus hermanos, comenzó a atacar a los galeones españoles que venían de las Indias usando a los barcos holandeses, que había contratado para ese fin.

CASTILLO LAQÁLIQ – Larache
Felipe III fue consciente que, si el puerto de Larache caía en manos holandesas, se le abriría un nuevo frente cerca de las costas españolas. A partir de entonces, hubo varios intentos por conquistar Larache que, por unas causas u otras, se postergaban o abortaban a última hora. Tal fue el caso, por ejemplo, de lo sucedido en 1605 cuando un personaje comenzó a intrigar para que Felipe III se hiciera con Larache. Se trataba de Samuel Pallache, un judío que, junto a su hermano Josephe y otros, estuvo en la corte del monarca español durante varios meses para tratar de convencerlo del éxito de la empresa. Al no conseguirlo, acabará trabajando para los holandeses.
Más adelante, Felipe III nombró como agente suyo en Marruecos a un genovés llamado Gianettino Mortara, que, en unión de otro de los agentes que trabajaban en Marruecos para España, Vicencio de Marchena, convenció al rey en 1607 para tomar la plaza de Larache. En este sentido, Felipe III sabía que su padre había tratado de conseguirla negociando con al-Mansur, y sabedor de que eso no le había servido, estaba decidido a tomarla por la fuerza si era preciso. Para esta misión, nombró al duque de Medinasidonia, que hizo venir al duque de Tursis con sus galeras desde Génova. Sin embargo, la operación no se llevó a cabo por sugerencia de Mortara que sabía que en esos momentos las tropas de al-Xaij y de Abd Allah se habían concentrado para luchar con Mawlay Zidan, y era posible que, si atacaban Larache, los tres se unieran provisionalmente con todas sus fuerzas para enfrentarse a un enemigo extranjero.
En abril de 1608, el duque de Medinasidonia había recibido noticias de un francés, Gaspar Ymbert, que acababa de llegar de Larache en la tartana de su primo el capitán Peyron, de que la plaza de Larache, en esas fechas, carecía de defensa. Ante la insistencia del duque de Medinasidonia para que se aceleraran los preparativos y se acometiera cuanto antes la ocupación de Larache, el rey le contestó lo que García Figueras describe a continuación:
“…teniendo en cuenta la escasez de numerario que sufría en aquel momento el Tesoro, se autorizaba a don Francisco de Varte Cerón, Presidente de la Casa de Contratación de Sevilla, y proveedor general de las Armadas Reales, para que éste, a cuenta de la próxima llegada de la plata de Indias, adelantase de Hacienda la cantidad necesaria para aumentar los 20.000 ducados hasta 100.000.
Que las galeras de Italia traerían seguramente unos 5.000 infantes y una buena batería, por lo que sería conveniente ir haciendo acopio de pertrechos y víveres, tanto para las fuerzas que tomarían la plaza, como para las que habrían de quedar en Larache (unos 2.000 hombres aproximadamente) en tanto que aquél se fortificase, período que se calculaba en unos seis meses.
Que, visto el problema de los gastadores y descartado lo poco apropiado de enviar moriscos a Berberisca, lo más aconsejable era utilizar para este fin a los propios soldados… (…)
Que, con respecto a la persona que habría de llevar el mando de la acción, el propio monarca decidiría en el momento oportuno…”
La elección para dirigir la toma de Larache, recayó finalmente en don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, al que el monarca entregó una carta para que, una vez se ocupara la plaza, le fuera entregada al sultán al-Xaij en la que se explicaba las razones de esta acción y en la que incluso se le ofrecería, como compensación por la pérdida de Larache, la entrega de Mazagón. Lo que viene a demostrar la importancia estratégica que representaba Larache en aquella época.
Los preparativos fueron impresionantes: a la flota inicial, se sumaron las galeras italianas que comandaba el duque de Tursis, los navíos genoveses, napolitanos y sicilianos, además de otros llegados desde Portugal, y el 4 de septiembre de 1608, esta escuadra, bajo el mando de don Álvaro de Bazán, puso rumbo a Larache.
Cuenta García Figueras:
“…El estado de la mar dejaba mucho que desear, cosa que no era extraña en aquel litoral dado lo avanzado de la estación. No obstante, el marqués de Santa Cruz ordenó el desembarco de dos compañías de arcabuceros, una al mando del Maestre de Campo don Sancho de Luna y la otra bajo las órdenes del anónimo autor de la Relación de la jornada de Alarache hecha por el marqués de Santa Cruz. Llegaron hasta la costa los soldados sobre esquifes, con la misión de explorar y elegir el terreno más propicio para un desembarco general, más la fuerte marejada hacía muy difícil saltar a tierra. Los que lo intentaron, se vieron muy pronto en apuros. El agua les llegaba al pecho y la fuerte resaca, así como el abundante oleaje, hicieron que muchos fueran revolcados y perdieran las armas. La confusión y el desconcierto se iban haciendo cada vez mayores. Consciente del fracaso de la intentona ordenada por el marqués, el duque de Tursis impidió que continuara el desembarco…”
Los navíos permanecieron, pues, frente a la costa de Larache, a la espera de la decisión definitiva del marqués de Santa Cruz. Sólo vieron en la costa algunos movimientos, un jinete, una bandera… y don Álvaro de Bazán temió que las tropas marroquíes los esperaran tras los montes que se divisaban. Temeroso de ser derrotados, ordenó regresar y pusieron rumbo a Cádiz.
Las consecuencias para don Álvaro, marqués de Santa Cruz, fueron evidentes: ni siquiera el duque de Lerma lo recibió para escuchar sus excusas ante tal desastre…

DON ÁLVARO DE BAZÁN
me acabo de comprar la emperatriz de tanger ya te contare saludos luis
Ya me contarás. Gracias, Luis.
Quien contará nuestra historia en treinta años ? Nadie todo perdido !
Alain, supongo que siempre habrá alguien que lo haga.
hola Sergio
devoré en una tarde tu libro la Emperatriz de Tánger, buena novela negra y en lugares tan entrañables para mí enhorabuena saludos
Luis
El 19 de septiembre de 2016, 18:53, Luis Moratinos Cuyaubé escribió:
> me acabo de comprar la emperatriz de tanger ya te contare > saludos > luis > > El 18 de septiembre de 2016, 19:25, Sergio Barce <
No sabes cuánto me alegro, Luis.
Sabía que te iba a gustar.
Un abrazo. Hasta Navidades. Incha Al´láh